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martes, 16 de febrero de 2016

China y el cambio que nunca llega

Leer muchas cosas de muchos sitios diferentes, cosas en principio no relacionadas entre sí, hace que se intercalen ideas, se fusionen y den lugar a nuevas ideas. En la mejor tradición milenarista avanzar una crisis es apostar a caballo ganador. Muchos sois conscientes de que en noticias que no llegan a portada desde hace un par de añitos la China roja (la llamaré China para ahorrar palabras, pero por favor que nadie la confunda con la República de China) está enviando mensajes. Esto va de eso.

Ordinary chinese man being ordinary.
Me da la impresión de que está demasiado arraigada la idea de que la China de 2016 es básicamente igual a la China de 2006, las ideas sobre las cosas lejanas tardan en cambiar, pero deben cambiar si no queremos que se vuelvan herramientas del error. En nuestra época el paso del tiempo es más rápido que en épocas precedentes: lo que aprendimos de China en 2006 (los JJ.OO. de Pekín fueron en 2008, ¿os acordáis?) simplemente ya no vale.

En los últimos tiempos China ha procurado una transición económica con el objetivo de aumentar la calidad de vida de sus ciudadanos. Esta transición se observa en los llamados del gobierno a cambiar el modelo de exportación de productos de ínfima calidad a un modelo basado en la potenciacióin de la demanda interna. Este proceso que en Europa —excepto en Alemania— ha durado treinta o cuarenta años, China lo quiere hacer en menos de una década. La premura no nos dice nada por sí sola: hoy los países pobres salen mucho más rápido de la pobreza que hace años. El problema —y no sé si es un problema o simplemente algo que ocurre y ya está— es cómo hacen esta transicion y cómo nos afecta.


China lleva los últimos veinte años creciendo a una media del 7% (más o menos) y desde hace diez el ritmo de crecimiento va decelerando. China practica un capitalismo dirigido muy peculiar, sin duda debido a su sistema político peculiar y a su moral o construcción social peculiar. También hay dejes de su historia que asoman la patita: cuando a comienzos de los 90 exploran el nuevo capitalismo y se abren a la inversión extranjera, lo hacen reproduciendo la secular costumbre imperial china que consistía en un fuerte poder representativo en la cumbre y una inmensa autonomía en las distintas provincias. Cuando China empieza a introducir su capitalismo sui generis lo hace experimentando distintos formatos en distintas provincias y viendo los resultados: los modelos de mayor éxito son reproducidos, los de menor, son descartados. Así, tenemos un crecimiento my desigual entre las grandes ciudades portuarias y prácticamente toda la costa del mar del Sur de China (donde estaban los cantones occidentales) y el interior premedieval que daba pena verlo.

Densidad de población en algún momento de la última década.
Hoy la idea de moda es que el mismo desarrollo de las ciudades costeras debe trasladarse al interior. ¿Cómo hacer esto? Para el desarrollo económico existen básicamente dos vías. Una es dejar en paz a la gente y la otra es detraer recursos de las zonas desarrolladas, del presupuesto público, o de deuda e invertirlos en las subdesarrolladas (en otras palabras, "mover la riqueza" de un lugar a otro o del futuro al presente pagando intereses). La primera opción China la descarta por principios (comunistas). En contra de la opinión popular, China tiene muy poquito de laissez faire: las empresas extranjeras son supervisadas y sujetas a fuertes leyes antitrust, el pacto de precios (de empresas extranjeras) está perseguido y si hablamos de la exportación de materias primas es realmente complicado (para los extranjeros) participar en el sector. Esto contrasta con la forma de actuar de sus grandes empresas nacionales, la mayoría públicas o semipúblicas, que operan con regulaciones que no aplican a las extranjeras.

Cada vez menos chinos viven debajo de un puente, qué bien.
Estas empresas públicas junto a los presupuestos del gobierno en sus diferentes niveles están encargados de las inversiones para el desarrollo del interior de China y para el aumento de la demanda interna. No hace falta decir que en esta sopa la corrupción y el dislate son los principales ingredientes. Nos llegan al mundo libre noticias con gran fanfarria sobre fusilamientos a funcionarios corruptos, un acto de propaganda para ocultar la naturaleza sospechosa de los movimientos políticos en China y alejar sospechas de malas prácticas que todos suponemos galácticas porque China no permite la libertad de prensa.

Existe la extendida práctica en China de dejar que cualquier nivel de la administración funde empresas públicas (ya apunté que son las únicas que pueden operar con libertad). Esto que en principio respondería a la creación de riqueza mediante inversión pública es en la práctica utilizado para ocultar deuda pública. Hay empresas que se crean con el único fin de ocultar agujeros en los presupuestos públicos y colocar a parientes y amigos.

Detrás de los rascacielos en China hay mucho 城中村 o "pueblecito".
Ciertamente a parte de basar el crecimiento en aumento de deuda pública esas inversiones deben ir a parar a algún sitio. Durante los últimos veinte años en China han construído docenas de ciudades con capacidad para decenas de millones de personas inexistentes. La inversión pública llevada a la construcción de ciudades y sus infraestructuras contribuyó a crear una burbuja inmobiliaria que ha llevado a un gran endeudamiento de la pequeña y débil clase media china. Las consecuencias sobre el pequeño inversor han sido identificadas y hoy una nueva regulación parece que pone coto a esto, a lo que no se pone coto es a la construcción de proyectos faraónicos, nido de corrupción, que sólo activan la economía de los obreros durante el periodo de construcción (ciertamente estamos hablando de decenas de millones de obreros, no es poca cosa).

El día que los chinos aprendan a hacer películas de zombies...
Esto que es tan fácil de ver, no es tan fácil de reconocer por parte del gobierno chino. La deuda pública china está en el 30% de su PIB, no es gran cosa. La historia es que ésa es una media verdad, ya que en China gran parte de su deuda privada es indirectamente pública (esas empresas municipales encargadas de recoger la basura que en realidad se dedican a construir centros comerciales en mitad del desierto). Si a esta deuda privada le sumamos la deuda de las familias que cayeron en la burbuja inmobiliaria, el total de la deuda china anda sobre el 280% del PIB.

Cualquier cantidad de deuda de un país no es por si solo un problema, sino una situación. Países con alta deuda estructural pueden ir pagando porque van generando nueva riqueza. Países con muy baja deuda pueden irse por la alcantarilla perfectamente. En el caso de China no está tan claro que puedan pagar su deuda. Esto lo digo porque básicamente han estado basando su capacidad de pago de la deuda en un crecimiento impulsado por contraer esa misma deuda. Por ser gráfico: estás pescando poniendo de cebo los pescados ya pescados. No parece que vayas a cenar mucho porque esa noche invitaste a un funcionaro chino corrupto que se ha metido en el bolsillo dos merluzas. El muy cerdo.

No trato de levantar la bandera del pánico que supone el colapso de China. Es poco probable que suceda un colapso pero lo que sí seguro sucede es un enfriamiento de la economía china. Y este enfriamiento tiene consecuencias que llegan hasta el más lluvioso que soleado mundo libre. La deceleración del crecimiento chino de la última década ha influido de forma determinante en el precio de las materias primas. No es que nosotros exportemos muchas materias primas (al contrario que Australia, Chile, Brasil y Rusia, por ejemplo) pero las transformamos, con lo que una bajada del precio afecta a la baja a nuestras exportaciones de productos transformados (exportaciones a todo el mundo, no sólo a China, claro).

Acero, hierro.
En el precio del cobre y de otros metales es muy interesante superponer sus gráficas de variación del precio con la gráfica de cambio en el crecimiento del PIB chino: las gráficas se superponen. Si China no encuentra la fórmula de revertir su desaceleración, el precio de las materias primas continuaría bajando, con lo que nuestras exportaciones disminuirían y esto nos lleva a un erótico resultado.

Esto tiene fácil solución. Esto está tirao: dejas que las empresas extranjeras compitan en igualdad de condiciones que las chinas, limitas la capacidad de la administración de participar en el mercado, persigues el fraude y la corrupción... vamos lo que han hecho todos los países para salir de la pobreza. El problema es que China no tiene ningún incentivo para realizar reformas. El pseudocrecimiento chino es el cimiento de paz social que necesita su poder político para perpetuarse.

"Primero le robamos la cámara al laowai y luego nos comemos al perro, ¿va?".
Otra gran barrera que impide realizar reformas es la situación actual de China. China, como cualquier otro país subdesarrollado, ante un gran endeudamiento recurre a la devaluación. Ya hubo una devaluación en verano de 2015 y desde entonces no se ha podido frenar la salida de capitales. El grado de confianza de las instituciones chinas es otro factor capital: simplemente no nos podemos fiar de las estadísticas oficiales que no están expuestas a un escrutinio independiente. Hay economistas que ya están sugiriendo calcular el crecimiento chino en función del consumo eléctrico, movimientos de mercancías y negociación de deudas. Graciosamente esto es algo parecido a lo que se hacía en la Unión Soviética. Los propios rusos sabían que no podían fiarse de sus estadísticas y para calcular cifras reales tenían que recurrir a métodos de medición indirectos (la falta de información veraz siempre ha sido el talón de Aquiles de toda economía cerrada: en el Gosplan estaban suscritos al Wall Street Journal para saber el precio de las cosas y redactar así los planes quinquenales).

Es una pirueta muy complicada la que trata de hacer China: transformar su economía de la exportación a la demanda interna e impedir al mismo tiempo la apreciación del yuan que haría muy dificil pagar su deuda. Además, el aumento de la demanda interna se tiene que basar en inversiones no basadas en nuevo endeudamiento (y que sirvan para algo). Por el momento no parece que estén haciendo gran cosa y no parece funcionar. Podrían probar a subir los impuestos pero las dictaduras con clase media no suelen acabar bien. Veremos.



lunes, 6 de julio de 2015

Ad calendas graecas

En seis meses el gobierno neocomunista griego ha conseguido devolver al país a una situación de incertidumbre que no se veía desde hace tres años. No sólo la última declaración del Eurogrupo no contó con la participación de Grecia (lo que los coloca técnicamente fuera del euro) sino que además la necesidad política del gobierno de coger oxígeno y aumentar su popularidad recurriendo al nacionalismo mediante un referendum de afirmación nacional y reválida al gobierno los ha colocado también políticamente en contra de sus acreedores, es decir, de mí y de ti.

Personas trágicas.
Pero el comodín del nacionalismo tiene poco recorrido. Llega un punto en que las banderas y los discursos sentimentales no ponen lentejas en el plato. Sólo un inconsciente o un sociópata puede pensar que los acreedores de los helenos de pronto van a decir que sí a todas las idas de olla que se les ocurran a los populistas.

Existe una desconexión de la realidad muy curiosa estos días con el asunto griego. Mientras Syriza, los nazis, Le Pen, Beppe Grillo, los narcoterroristas venezolanos, Putin, el Kichi, el Coletas, los eurófobos británicos y lo mejor de cada casa celebra con entusiasmo las banderas griegas, los insultos a quienes no son griegos, el corralito y el más vale honra sin barcos; los acreedores de la deuda griega se rascan la cabeza y se preguntan qué ha cambiado. La respuesta es inmediata: nada ha cambiado.

Poor Greeceball!
Es necesario ser un tarado para pensar que el pensionista eslovaco que escarba en busca de raíces para cenar tiene que pasar todavía más hambre para que el gobierno griego abra otro canal de televisión pública.

Esta desconexión de la realidad se hizo más patente que nunca la noche del referendum de adscripción al líder heleno. Mientras los periodistas extranjeros y los turistas hacían botellón en la plaza Syntagma de Atenas, el canal público alemán ARD emitía un programa especial sobre la salida de Grecia del euro.

El PIB griego está por debajo de los 250kM€, echad cuentas.
Cantar "na na na na lídeeer" es gracioso y divertido, pero Grecia ya ha fallado un vencimiento de deuda con el FMI (que hace que el FMI ya no pueda prestarles más dinero, con lo que el resto de acreedores tienen que aumentar sus préstamos) y necesita que el BCE aumente su techo de liquidez. Un envío de dinero que tiene que venir acompañado de un nuevo préstamo.

La cosa parece sencilla pero no lo es: Grecia no sólo no está en posición de devolver préstamos sino que es incapaz de pagar nóminas y pensiones. El país, hasta que llegó Syriza al poder estaba en superávit primario, con perspectivas de crecimiento y en seis meses vuelve a estar en bancarrota. Si hubiera algún adulto responsable en el gobierno heleno procuraría lograr un acuerdo con los acreedores cediendo en algo, pero a lo que se ha dedicado el gobierno ha sido a insultar a los acreedores y a hacerle el amor a su bandera.

Seis meses de Syriza.
Además circula una lisérgica y disparatada idea que dice que el Eurogrupo no puede permitir que se de la salida efectiva de Grecia del euro ya que eso sentaría un precedente y provocaría inestabilidad, etc. Grecia lleva una semana de corralito (60€ tope diario de efectivo) y un nuevo acuerdo no está a la vista. Los grandes capitales ya abandonaron el país en los últimos años y hoy son los pepitos griegos los que corren a guardar bajo el colchón los pocos euros que tienen mientras les dejan hacerlo. Los bancos griegos están en una situación límite y es buen momento para recordar al personal que el dinero que tiene un pepito en un banco es dinero que se ha convertido en un préstamo a ese banco. Sin aumento de liquidez, sin un nuevo rescate, los bancos griegos quebrarán y el gobierno griego lo sabe. Hoy el debate no está donde quiere Syriza —condiciones más flexibles para un rescate— sino donde no lo quiere nadie: la posible nacionalización/concentración de la banca privada griega.

Naturalmente que en otras condiciones este sería un resultado deseado y buscado por los neocomunistas: poder controlar el sistema bancario es el principal objetivo de todo gobierno autoritario que se precie. El problema que tienen es que acabarán controlando un sistema bancario que tiene las arcas vacías.


La ilusión de que la mayoria de los griegos —tras una campaña en la que se vetó a quienes estaban en contra del gobierno y no se dejó votar a los residentes en el extranjero ni por correo— respalda a su gobierno no significa nada para los acreedores letones y eslovacos. Sin duda que el referendum y el desfile de banderitas griegas sólo se explican en términos de la política interna griega y por eso los parados letones y los pensionistas eslovacos seguirán exigiendo a sus gobiernos que no cedan en las condiciones para enviar un nuevo préstamo a los jubilados griegos de 50 años. Pero si el gobierno griego se ha fumado un pimiento y cree ahora que su posición está reforzada no parece que vayan a ceder. Y sin ceder no habrá préstamo y sin préstamo Grecia tendrá que inventarse algo que parezca dinero.

Curiosamente, entre tanta fanfarria ha pasado desapercibido un apunte del ministerio de economía heleno: la creación de pagarés y el aumento de las restricciones en el control de capitales (robar a la gente todo lo que tenga por encima de los 8.000€ en el banco). Hasta alguno en el gobierno griego —intoxicado por un yogur en mal estado— ha metido la patita al decir que el gobierno puede aplicar las provisiones de emergencia del Tratado de Lisboa, entrar en el Banco de Grecia y darle a la máquinita de emitir billetes de euro (actualmente Grecia es uno de los países que imprime billetes de 10€). Dicen que podrían llegar a este extremo metiéndose en litigios legales ante la situación de emergencia. Yo también puedo decir que soy el embajador de Prusia en Siam.

Usar pagarés como los de California tiene un pase si eres California, tienes a Sillicon Valley y un PIB que te coloca como octava potencia económica del mundo.
Muchas cosas están en el aire (yo no descarto que el gobierno heleno llegue a un nuevo acuerdo con sus acreedores) pero lo que sí sabemos seguro es que en una semana Syriza tiene que decidir si paga nóminas o devuelve un préstamo de 465 millones al FMI (faltó al anterior pago y lo razonable es pensar que vuelva a impagar). A finales de mes les vence un préstamo de 3.500M€ del BCE, para eso fijo que no tienen dinero si no les empiezan a llover pepitas de oro. No pagar al BCE es algo muy distinto a no pagar al FMI. No pagar al BCE supone la expulsión del euro porque el euro exige de unas obligaciones que cumplir. Igual en unas semanas estaremos hablando de si la salida del euro supone también la salida de la UE, que ésa es otra. O estaremos hablando de los avales que hemos concedido a los griegos y hemos perdido porque aquí atamos lo perros con longanizas.

Más:

viernes, 24 de abril de 2015

Déficit comercial y problema de Europa

El cuento de las transferencias norte-sur en Europa es más o menos tal que así: la imposibilidad de devaluar la moneda en los países del sur hace que se busquen otras vías para llevar a cabo una devaluación interna. Las vías más conocidas son la contención salarial en el sector privado y sobre todo el manejo de la política fiscal para aumentar los impuestos y hacer que los pepitos tengan menos dinero.

Una vez conseguido aumentar la competitividad por medio del empobrecimiento, la balanza comercial brilla tenuemente con superávit. La salida de la crisis conlleva un aumento paulatino de la capacidad de compra, lo que hace que estos países del sur vuelvan a aumentar sus importaciones, se regresa así a la balanza comercial crónicamente deficitaria que se compensa con transferencias de capital e importación de dinero vía turismo, Real Madrid, Museos Vaticanos o lo que proceda en cada caso.


Por sí solo tener una balanza comercial deficitaria no es malo. Estados Unidos lleva décadas con una balanza comercial en números rojos y no parece que sufran demasiado. El problema no lo suele tener la balanza, sino el que analiza la balanza como analiza las cuentas de una casa. La economía de un país postindustrial volcado en el sector servicios es un poquito más complicada que la economía doméstica de una ama de casa, por mucho que haya gente que se forre vendiendo libros diciendo esta parida.

Todo el que tiene una empresa sabe que cerrar algún ejercicio en negativo por sí solo no tiene nada de malo: puede que hayas invertido en una nueva máquina o en una nueva nave para aumentar tu producción en el futuro, o puede que hayas contratado nuevo personal y lo estés formando con vistas a crecer el siguiente ejercicio. Es una pena que se compare más la economía de un país con la de una casa y no con la de una empresa, que, aunque la comparación esté pillada por los pelos, exige un poquito más del escuchante.

Pues bien, se suele oír hablar mucho de las transferencias norte-sur, pero no tanto de las transferencias oeste-este. ¿Os acordáis que hay como cien millones de personas muy mañosas en el tema de la fontanería y con cierta tendencia a vestirse como en las películas de Eddie Murphy ahí al lado? Ya ha transcurrido una generación desde que aquellos países dejaron atrás un largo periodo de persecución y tortura. Su evolución en estos ultimos veinticinco años ha sido desigual y cierta literatura revisionista trata de culpar de sus males a su incorporación al mundo libre. Que digo yo que si el desempeño ha sido desigual, lo que tienen en común esos países no habrá podido ser la causa de que algunos no lo hayan hecho del todo bien.


Si excluímos del bloque oriental a los países que no son países, sino ciudades grandes y dispersas, y quitamos también a los países que son errores del Derecho Internacional, bromas de la historia y demás trapalladas de la geopolítica, al final nos quedan básicamente dos países sobre los que hacer un análisis: Polonia y Rumanía. Rumanía es un caso especial. Su actual sistema político-económico es una curiosa mezcla entre el coqueteo con el anarquismo post-Ceacescu y la experimentación de la dipsomanía como fundamento de su moderno nation-building. Si en un país tienes que pagar sobornos para recibir cualquier tipo de servicio público o privado, es que no estás en un país, estás en otra cosa: una pesadilla kafkiana, Venezuela... llámale como quieras. Dicho esto es verdad que en los últimos años han aparecido bolsas de prosperidad y por muy mal que vaya Rumanía, nadie cree que pueda ir a peor.

El gran tema en el este es Polonia. Hay que aprovechar para hablar de Polonia pues vivimos en una de esas raras épocas de la historia en que Polonia existe: ya sabéis que el país-Guadiana suele ser repartido entre Alemania y Rusia más o menos cada cien años. Viendo los recientes movimientos de esa organización mafiosa que conocemos como "Federación Rusa", no es una locura pensar que Polonia pueda volver a desaparecer en este siglo.

Finalistas Miss Polonia 2014.
Si nos fijamos en la balanza comercial polaca, en sus intercambios bilaterales con sus principales socios comerciales, vemos que se produce un fenómeno curioso: Polonia presenta un saldo positivo con casi todos (especialmente con Reino Unido, de 7.000M€). Con Italia (que es un pobre y triste país del sur aplastado por los alemanes según la nueva teoría euroescéptica progre), presenta un saldo negativo (apenas -1.000M€). Los malvados alemanes que se supone que juegan al medievo con los culos del resto de países de la UE sacan de Polonia un saldo positivo de 2.000M€.

Balanza comercial polaca.
Polonia no tiene un déficit crónico con el resto de la UE (al menos en los últimos años), su déficit de temporada se debe más bien a Rusia, con quienes muestra un saldo bilateral negativo de -12.000M€ (petróleo y gas, recordad que Rusia es un país pobre, condenado a exportar materias primas, como Namibia).

Vaya, según los teóricos de la condena europea de las balanzas comerciales, parece que Polonia debería de tener un saldo muy negativo con Alemania y sus provincias (Holanda, Dinamarca) pero no lo tiene. Polonia está condenado igual que el resto de países de la UE a importar petróleo. Misma condena que sufrimos en dos de los más bonitos países del mundo: España e Italia. En comparación con "el sur", "el este" lo tiene ciertamente más complicado: no pueden compensar sus déficits con transferencias de capital ni tienen a los jubilados "del norte" comprando apartamentos en la costa, ni decenas de millones de turistas sacándole fotos a la comida y a las iglesias como si estuvieran en un exótico safari. Es decir, tienen problemas graves, sin duda, pero estos no se deben al comercio intraeuropeo. Cuando una teoría no se prueba en todas partes, hay que empezar a pensar en otra teoría. Pero eh, vender el enfrentamiento norte-sur es muy pintón porque alude al instinto tribal y al pequeño xenófobo que tienen entre las tripas todos los ignorantes.

Purrela ignorante y servil.
España tiene un saldo comercial positivo con Francia (6.000M€), Italia (400M€), Reino Unido (4.000M€), Portugal (8.000M€) y Estados Unidos (100M€). Ciertamente tiene un saldo comercial negativo con Alemania (-8.000M€), pero no parece ser este el gran peso de nuestra balanza comercial. El gran peso se trata, una vez más, del petróleo. España está importando cada año 40.000M de euros en petróleo (durante el boom importábamos cerca de 55.000M). Y lo importamos de países a los que no compramos nada: Nigeria (6.000 millones), Arabia (otros 6.000 millones), México otros 6.000, Libia (3.000M€), Irak otros 3.000, Argelia (1.500M€), etc. Por la santa Pomona, algunos de estos ni siquiera se pueden llamar países.

El problema de las balanzas comerciales en la UE no es que cuando los países más bonitos salen del hoyo comienzan a comprar coches a los países cejijuntos, el problema es de materias primas. Ese siempre ha sido el problema. Y es un problema compartido por toda la UE. Podemos poner todos los aerogeneradores que queramos, podemos cubrir nuestros desiertos con placas solares y espejos para centrales termosolares. No se trata de electricidad (que también: obtener energía quemando combustibles fósiles es una forma razonable de obtener energía, nadie lo duda), se trata de los productos refinados: cosas que van desde los cordones de los zapatos hasta las llantas de los automóviles pasando por medicamentos, detergentes, asfaltos, ropa, aislante de cables, perfumes, insecticidas, etc.

¡Nuestro amigo el petróleo!
Siendo el gran elefante en la sala de las balanzas comerciales el petróleo, no me explico cómo se puede dirigir exclusivamente la mirada del análisis del problema de la convergencia europea a las balanzas entre países dentro de la UE y no tanto a la balanza con los países de fuera de la UE. Las galácticas importaciones europeas de petróleo nos ponen sobre la pista de las relaciones de sus miembros con los mercados exteriores. Y ahí está China con sus cientos de millones de esclavos formando la sucia trastienda del mundo desarrollado.  Alemania tiene un déficit bilateral con la China roja de 9.000M€ y Francia de 30.000M€. En conjunto, la UE tiene un déficit comercial anual con China de unos 140.000M€, que ni de lejos compensa el superávit en servicios (unos 8.000M€ hace un par de años). Este sí es el tema, porque China se ve favorecida en este intercambio por sus políticas proteccionistas, la venta por debajo de los costos de producción y las restricciones a la operatividad de empresas extranjeras en suelo chino (buena suerte importando materias primas desde China).

¿Quieres resolver el crónico problema europeo? Pues deja de culpar a Alemania, empieza a defender el fracking (¿y el hidrato de metano tal vez?) y reclama a los chinos que jueguen con las mismas reglas de juego que todos los demás. Ah, pero eso no lo vamos a hacer ¿verdad? Se vive mejor instalados en la queja y con un enemigo cercano al que culpar.

Kazajistán parece razonable:



miércoles, 8 de abril de 2015

La moral de la deuda

Empecé a leer uno de esos libros que no debería leer titulado Debt: The First 5000 Years, de un tal David Graeber. La primera idea con que comienza el librito es que las deudas, en general, no hay por qué pagarlas. El argumento es el siguiente: si siempre se pagaran todas las deudas, no existiría el riesgo en las inversiones, desaparecería información en la transacción y toda la economía se iría a freir espárragos. Es enternecedor que a un autor marxista le duela que la gente que vende CDS se pueda quedar en el paro. Ah, los tiempos en que vivimos.

El cambista y su mujer (Quentin Massys, 1514).
Una de las consecuencias inesperadas de la crisis de deuda es que ha puesto de acuerdo a los radicales anticapitalistas con sus supuestos enemigos irreconciliables. Por un lado tenemos a la canciller alemana diciendo que las deudas se tienen que pagar sí o sí y por el otro a gente ofuscada por su pelo grasiento y el humo de la marihuana diciendo que solamente hay algo peor que no pagar la deuda: que pagarla sea peor que no pagarla. Unos y otros están de acuerdo en que las deudas hay que pagarlas porque hay que pagarlas.

Y aquí es cuando entra en juego una idea interesante: el asunto del pago de la deuda no es una cuestión económica, sino una cuestión moral. Es decir, el pago de la deuda no se mide en términos de cálculo económico ("¿cuáles son los costes de pagar o de no pagar?"), sino en términos morales ("es malo no pagar porque el grupo no acepta que un miembro no pague sus deudas"). Hay cierto placer morboso al comprobar que hasta los más supuestamente anticapitalistas se mueven en estas mismas coordenadas morales que hacen felices a los banqueros más gorditos de la City londinense.

Ya escribí alguna vez sobre el extraño mundo en que vivimos. Un mundo que ha normalizado que las noticias que tienen que ver con la economía financiera aparezcan en las portadas de la prensa generalista, como si fueran noticias de interés general. Este ha sido un lento cambio de paradigmas y referentes que nos ha traído al mundo de hoy. Un cambio lo bastante lento y lo bastante reciente como para que no seamos conscientes de él.

Una gráfica en la poirtada del Heraldo de Aragón. Bienvenidos al nuevo normal.
Debo enfatizar que quienes supuestamente quieren acabar con este sistema —si es que existe un sistema— asumen por completo estas coordenadas, estas reglas de juego. "Las deudas hay que pagarlas con la única limitación de que el no pagarlas sea peor". Para ser muy gráfico —y aun a riesgo de no hacerme entender— esto es como si todo el mundo está de acuerdo en que moralmente es deseable tomar veneno, y los que están supuestamente en contra del veneno sólo dicen que dejes de tomarlo en una cantidad que te mate. ¿No es maravilloso? Sólo veinte años de riesgo fiduciario y Libor en las portadas de los periódicos junto a las estrellas del fútbol y hasta los más revolucuionarios anticapitalistas asumen el lenguaje y la moral de los hijos de Gordon Gecko.

Una vez puestas sobre la mesa las contradicciones del enemigo podemos reflexionar sobre la deuda. Si tomamos la devolución del dinero prestado (más intereses) como lo que es, una mera transacción económica y no un imperativo moral, el cuento cambia. El imperativo moral en una transacción económica no sería ya la transacción económica en sí, sino el resultado de ésta (ver La Teoría de la Estupidez).

Vía
Tomemos por ejemplo los desahucios. Yo defiendo la inembargabilidad del hogar familiar porque me gusta el capitalismo y creo que el derecho a la propiedad privada relacionada con una necesidad básica es un bien jurídico superior que el derecho del acreedor a cobrar su deuda. Soy consciente de que alguien pierde, pero no es lo mismo lo que pierde uno que lo que pierde otro. ¿Que esto tiene consecuencias económicas? Sí. ¿Que hablo con ligereza de las consecuencias económicas que tiene para una de las partes? Sí. Pero es que yo no parto de la consideración de que la deuda sea una cuestión moral. Es una cuestión económica. Y si hablamos de deuda pública, de una cuestión política (pues afecta a la toma de decisiones de la comunidad política). La deuda pública requiere de otro tipo de consideraciones y no me voy a meter en eso, baste apuntar que la moralidad atribuída a la deuda privada se está extendiendo al ámbito de la deuda pública.

Yo entiendo que esto suene raro porque en el mundo al que nos acostumbraron a vivir en las últimas décadas las coordenadas morales han cambiado. Por eso, defender que en los poquísimos casos en que se puede producir el desahucio de una familia, no se produzca, parece hoy cosa de antisistemas y rojeras (nota: ¿por qué les hemos regalado eso?). Nada más lejos de la realidad. Se trata de ganancias y pérdidas y de valoraciones subjetivas. Lo que vale para un banco un hogar familiar y lo que vale para la familia no es lo que pone en los papeles del préstamo hipotecario. Creo que alguien llama a esto utilidad marginal.

Por favor, que alguien pregunte a esta gente para quién trabaja.
Tiene defensa el mecanismo contractual por el que dos partes se ponen de acuerdo voluntariamente, desde luego. El problema aparece cuando las dos partes no tienen el mismo poder de decisión ni manejan la misma cantidad de información. Este es un problema conocido: un banco vende préstamos hipotecarios con diferentes condiciones pero con lo que parece el mismo precio para la misma clientela. Aquellos créditos con mejores condiciones tienden a ser expulsados de la oferta con lo que baja la calidad —medida en garantías para el deudor— de las hipotecas que oferta el banco.

Llevar el imperativo moral de la deuda a sus últimas consecuencias nos llevaría a considerar moralmente deseable el pago de la deuda antes que cualquier otra cosa. Nadie hoy defiende que haya que pagar una deuda antes que tener algo para comer —salvo tal vez la mafia—, pero esa barrera se va estrechando. Defender el embargo del hogar familiar es considerar que el pago de la deuda va antes que el hogar. Sí, sé que estoy extremando el ejemplo, y que es una forma de argumentar no muy deseable, pero quiero que se entienda.

Un budista ve esta imagen y piensa que el señor vaca, el señor gallina y el señor eunuco están bailando la Macarena.
La pregunta a estas alturas es si defiendo que no se paguen las deudas. Es evidente que los mecanismos por los que se adelanta dinero para realizar una inversión son útiles. Tampoco requiere de muchas luces saber que el precio del dinero cambia a lo largo del tiempo. Y no se ignora por estos lares que un préstamo no deja de ser un servicio por el que se debe cobrar. Es decir, mi posición no es la del Levítico.

Es más, es que si después de lo dicho lo que preocupa al lector es si creo que se deben pagar o no las deudas, me temo que no ha entendido el punto que trato de transmitir. Un préstamo es como cualquier otro servicio, ni más ni menos. De lo que se trata es de dejar de considerarlo la brújula moral de nuestro tiempo. ¿Hay que pagar las deudas? Claro que hay que pagarlas, pero unas antes que otras. Es más, si nos ponemos puntillosos y sacamos el libro de agravios para resolver quién le debe qué a quién, la respuesta tal vez no nos guste.

Coda

El libro de Graeber se centra en la consideración moral de la deuda una vez cuantificada en dinero. Cuenta que eso deshumaniza el contrato de préstamo y luego hace un repaso a la historia de la deuda poniendo ejemplos históricos pintorescos. Si queréis libros sobre la imaginativa y fantasiosa lucha eterna entre explotadores y explotados los hay infinitamente mejores.


jueves, 19 de marzo de 2015

Fiscalidad madrileña y problema de España

Puede que sea un poco comunista porque no acabo de comprender la política fiscal de la Comunidad de Madrid. Es decir, la política fiscal la entiendo. Entiendo la inspiración que motiva tratar de tener impuestos bajos, contener el gasto para ciertos asuntos (no así para otros) y poder permitirte ciertos lujos extra por el plus que otorga la capitalidad. En general, es sencillo gestionar la abundancia (o como poco es más fácil que gestionar la precariedad. Esta es una lección de política económica que aprendes a los 20 minutos de jugar al Sim City).

Revista mexicana de sátira política | Vía
Lo que no acabo de entender es el manejo politico de esa fiscalidad. El gobierno de la CAM inició en 2012 una campaña que continúa años después y que fundamentalmente se centra en denunciar la discriminación que sufre la comunidad en el reparto de la financiación autonómica y en los agujeros del cinturón que imponen los malvados Oompa Loompas del ministerio de Hacienda.

Así, en 2012 se quejaba el consejero de Hacienda de Madrid de lo perjudicada que salía la comunidad en la financiación autonómica. El acento lo ponía sobre todo en que Cataluña y Andalucía salían extremadamente beneficiadas, rindiendo así sincero homenaje a la larga tradición hispana de quejarse por el éxito ajeno. Es curioso que este consejero se quejara de la financiacióna autonómica cuando él mismo fue director adjunto del Departamento de Organización, Planificación y Relaciones Institucionales de la Agencia Tributaria antes de ser consejero. Es decir, él negociaba la financiación autonómica con las comunidades antes de quejarse de la financiación autonómica al pasar a trabajar para una comunidad. Por eso digo que hay cosas que no entiendo.

Enrique Ossorio.
En 2013, este mismo consejero (y no es por personalizar mis dudas en él, pero al fin y al cabo es el que habla de estos temas en el gobierno de la CAM) extendía sus catilinarias más allá del modelo de financiación y metía en el saco de quejas el concepto de recursos disponibles (el reparto total después de la recaudación de la Agencia Tributaria, más allá de las partidas destinadas a financiación autonómica). El prisaico Cinco Días lo comentaba así:

Madrid es la región que obtuvo un menor incremento de la financiación. Entre 2009 y 2011, recibió un 5,25% más de recursos, frente al aumento del 12,25% de media para el resto de comunidades. (...) El consejero madrileño sostuvo que pese a contar “con los mejores datos macroeconómicos, ser la más solidaria y tener las mismas competencias que el resto”, Madrid solo recibió un 17% del IRPF, el IVA y los impuestos especiales recaudados en su región, en 2011. Mientras que el resto obtuvo al menos el 50% de sus ingresos. Es más, Ossorio dijo que 12 comunidades consiguieron más del 100%, entre ellas Canarias que logró el 242% de la recaudación en su territorio y Extremadura, un 315%.

Somos la comunidad más solidaria y los extremeños son unos pedigüeños, olrait. Ciertamente en la última reforma de la financiación autonómica del peor gobierno de España desde Fernando VII, la del año 2009, me acuerdo que en el reparto debido a la población definia la población de tal forma que Madrid salía con menos habitantes (lol) y por tanto recibía de ciertas partidas menos dinero. El gobierno de la CAM se quejaba de un trato desigual y se apoyaba en los números.

La católica Baviera siempre está ahí para desmentir el mito de la ética protestante, aunque lo malo se pega, claro.
Nuevamente, y ya con las elecciones a la vista, se volvía a quejar la CAM de las supuestas pérdidas de ingresos debidas a la financiación autonómica. Un sistema de financiación que el PP no ha modificado en esta legislatura ya prácticamente agotada. De no estar financiados de forma injusta, dicen en Madrid, no habría que aumentar la deuda autonómica para pagar a proveedores. La malvada financiación autonómica está en su contra y ellos, los pobres, se ven obligados a emitir deuda para cumplir con sus compromisos de pago. Me llama la atención que más allá de la ley de morosidad y de negociaciones en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, el gobierno del PP no haya modificado en lo sustancial la financiación autonómica y se haya conformado con apechugar con las quebradas haciendas de la mayoría de las autonomías, asumiendo el estado los intereses de la deuda autonómica y poniendo morritos en las fotos. Si fuera malvado diría algo sobre el número de autonomías del PP que en la práctica están quebradas y necesitan ese rescate.

Territorios y dineros

Los mecanismos contables de las normas de financiación autonómica en España son una de las cosas más complejas que circulan por los pasillos de nuestra burocracia. Tú no lo sabes, pero estás metido en arcanas variables de largas ecuaciones sobre las que se calcula el dinero que de una partida u otra recibe el gobierno de tu comunidad para sorprenderte con deliciosas rotondas y máquinas de diálisis. Los grises burócratas del ministerio soviético para la maquinaria agrícola eran boy scouts comparados con nuestros Oompa Loompas del ministerio de Hacienda. Si con nuestra loca-loca financiación autonómica y nuestro paro extremo todavía no hemos implosionado, el día que arreglemos estos problemas estaremos en condiciones de empezar a colonizar planetas y jugar con agujeros de gusano. Pero volvamos al tema, que me pierdo.

Existe una razón por la que la CAM se queja de la financiación y de las plagas de Egipto: han disparado su deuda. El supuesto gobierno liberal de Madrid se ha abonado a la ultraneosocialdemócrata manía de tirar de deuda pública.

Vía | datosmacro
Cuando una administración anda escasa de recursos tiene varias alternativas: bajar el gasto, subir el ingreso y emitir deuda. Normalmente se hace una combinación de las tres cosas. La más arriesgada siempre es la emisión de deuda porque estás creando gasto futuro sin poder predecir cuál será tu estado contable en el futuro. Esta opción también es la más querida por los políticos ya que te ahorra las quejas de las subidas de impuestos y del recorte de gastos. El recorte de gastos en las autonomías es particularmente doloroso porque básicamente ellas gastan en sueldos de sanitarios y profesores (más del 50% de cualquier partida presupuestaria son gastos salariales y las más gordas en una autonomía son sanidad y educación). La tercera opción, la subida de impuestos es algo extraña en Madrid.

Madrid es una comunidad en la que el impuesto de Patrimonio está bonificado al 100% (es decir, no se recauda por Patrimonio, aunque se declara). El impuesto de Sucesiones se bonifica al 95% para vivienda habitual y bienes de patrimonio histórico, al 100% para los beneficiarios de un seguro de vida y al 99% para descendientes, ascendientes y adoptantes. El impuesto de Donaciones está bonificado al 95% en la transmisión de patrimonio histórico y negocio familiar y al 99% en el caso de familiares de primer grado y adoptados. El impuesto de Transmisiones Patrimoniales se grava por regla general a un 6%. Por su parte, en el IRPF, el tramo autonómico madrileño es el que deja el impuesto de la renta más bajo de las autonomías de régimen común.

Estos porcentajes dichos así no nos sirven para nada. Lo que hay que saber es que en el resto de autonomías las bonificaciones son menores y los impuestos un poquito más altos. Madrid ha elegido tener impuestos más bajos, una recaudación en teoría menor que compensa con salarios más altos y por tanto tipos aplicables más altos. Me explico: una comunidad llena de gente pobrísima ingresará la mayor parte de su impuesto de la renta en el primer tramo y las herencias serán la huerta del abuelo y un reloj estropeado. Pero en Madrid hay un mayor patrimonio y tipos efectivos sensiblemente más altos por tener los asalariados mayores ingresos.

Tache lo que no proceda.
Pero incluso con esto —y aquí llega mi gran duda— en la CAM se jactan de bajar impuestos y tener las bonificaciones que hacen más felices a la gente que come caliente todos los días. Siendo así, se quejan de tener que tirar de deuda porque el malvado estado no les da el mismo trato que al resto. Bueno, igual no reciben el mismo trato porque no son iguales que el resto. Madrid es la comunidad con la media de ingresos más alta y creo que no es una locura que reciba del estado menos dinero per capita que una comunidad que alegremente se desliza hacia el tercer mundo como puede ser la arrasada Andalucía o la arrasada gerontoAsturias.

Lo tiene muy fácil Madrid para arreglar sus cuentas y no condenar su felicidad futura con deuda: subir los impuestos. Ah, no hija no. Eso es comunismo. Lo liberal es emitir deuda y echar la culpa al estado central de favorecer a comunidades que están mendigando para poder seguir construyendo rotondas o naciones imaginarias. También pueden bajar los gastos, pero eso echaría por tierra sus clientelares transferencias de renta. Transferencias que en Madrid no se realizan a jornaleros o pensionistas, sino a tipos más discretos.

Desde cierto punto de vista puede resultar hasta gracioso que se queje Madrid por... ser más rica que las demás autonomías. Pero no dejo de oler cierto tufo cuando hablan de cómo tiran el dinero otras comunidades: que si embajadas por ahí, que si paguitas por allá. Las autonomías, dentro del ámbito de sus competencias, son muy libres de coger su dinero y quemarlo en la plaza pública igual que lo quema la CAM detrás de su pose de tecnócrata. Lo que hay detrás de esta pose es tratar de aparentar que la CAM no dilapida sus recursos y no tiene una esquizofrénica política fiscal en la que se quejan de tener el agua al cuello, no hacen nada para soluciionarlo y echan la culpa a los demás.

Operación de márketing

Y hay un problema de fondo además. El problema de no realizar una critica a la gestión del gobierno de Madrid. En la CAM lo tienen fácil para defenderse como buenos gestores porque los del PER madrileño no andan a rebuznos parando el tráfico. Los negocios funcionan con la discreta lubricación burocrática que dan los amigos y los lazos de confianza. Da igual que se quejen de estar mal financiados y de al mismo tiempo tener impuestos bajos: no hay nadie en la grada de enfrente. Y no sólo critico la falta de oposición política. Si rascamos un poco nos daremos cuenta de que toda la prensa —incluyo a la paleoizquierdista, que son los que más ayudan a la CAM con sus bobadas y sus poses gremiales— le hace ojitos a esa gran operación de marketing que consiste en convencernos de que en Madrid se hacen bien las cosas.

Es muy fácil diferenciarte y hacer campaña contra esta gente.
Un misterio que todavía está por desvelar es saber cómo ha logrado triunfar esa operación de marketing. Sabemos que la paleoizquierda madrileña critica unicornios de privatizaciones imaginarias y se lo pone a huevo al PP para defenderse desde el sofá de su casa. Sabemos que gran parte de la imagen que transmite el gobierno de la CAM nos llega a través de la prensa generalista. Aquí se produce una curiosa mezcla de intereses: los principales diarios de este país, todas las televisiones nacionales, etc. trabajan desde Madrid.

Guía de caminos de Pedro Pontón de 1705 | Vía (un interesante ejercicio es el de superponer ríos y cordilleras).
No, no entro en el juego de la crítica fácil a Madrid. Podría hablar de cómo a partir de mediados del XVIII las vías de transportes en España pasan a tener un diseño radial y cómo el plus capitalino comienza a elevar una villa al rango de gran capital. Podría hablar de cómo los cuarteles generales de las grandes empresas se sitúan en el mismo lugar que los cuarteles generales de los ejércitos. Pero no hablo de esto. No se trata de criticar al gobierno de la CAM por gestionar una abundancia que se debe a toda España. Normalmente no hay críticas al gobierno de la CAM porque éstas se confunden con las críticas a Madrid, lo que me parece un error propio de quienes tienen la boina enroscada.

Pero sí hay algo que echo de menos: la defensa de cierta idea nacional sin que esa idea necesariamente deba de construirse en Madrid. Ningún periódico cuya sede central no esté en Madrid tiene lectores relevantes en toda España. Y al revés: periódicos que no venden nada fuera de Madrid (hola, Marhuender) se ponen en las revistas de prensa (en teles, radios), como si nos importaran algo al 90% de españoles que no somos madrileños o no vivimos ahí.

Y ahora a ver si soy capaz de reconducir los hilos.

Palacio de Fomento (1897), hoy sede del ministerio de Agricultura.
Mi hipótesis es que de existir una defensa de la idea nacional tan fuerte que no necesite anidar en la protección que da la capital, el gobierno de la CAM las pasaría canutas, porque podría ser criticado de forma razonable sin el guiño-guiño-codazo que tanto debe a que en el fondo todos los que tienen algo que decir en Madrid son exactamente los mismos que los que tienen algo que decir en España y además toman copas juntos.

Para los de la LOGSE: no existe oposición en Madrid porque la idea de España es débil. Ésta es una pirueta dialéctica que tiene muchos flecos que cortar, lo admito. Y además es una hipótesis que tiene áspera argumentación: en el momento en que criticas a Madrid te conviertes en un provinciano desleal con España (¿qué os había dicho del márketing?). Pero mi punto no es criticar a Madrid por ser Madrid o por ser capital de uno de mis países favoritos, sino por la mala praxis de sus políticos y por la testarudez de que para hablar de España inevitablemente haya que pasar por los negociados de Madrid cuando —oh sorpresa— el 90% de los españoles no somos madrileños. Y el 12% incluso hablamos varias lenguas españolas sin que eso nos produzca cortocircuitos extraños en la cabeza.

Y si pensáis que todo esto es producto de mi imaginación, recordad que el primer partido con aspiración a pintar algo en España que se forma fuera de Madrid, la primera crítica que recibe es la de no ser un partido madrileño.

Ahorro, excedente y oferta:



sábado, 31 de enero de 2015

Subir el IRPF a las rentas más bajas

Vayan por delante algunas prevenciones: aquí no voy a tratar de cuentas económicas sino de política. Los datos serán aproximados porque no busco el resultado de una tabla de Excel sino la política que inspira hacer la tabla de un modo u otro. Creo que me explico.

Hay que decir que el IRPF es un invento muy reciente. Su origen se remonta a menos de hace 40 años cuando se aprueba la Ley sobre Medidas Urgentes de Reforma Fiscal. El IRPF aparece por tanto como una "medida urgente" en un periodo concreto de la historia de España. Y tal como se planteó así quedó. Las innumerables reformas posteriores no cambiaron un ápice el "espíritu de la ley".

Los típicos funcionarios de Hacienda.
Para construir el IRPF se ordenan las rentas obtenidas a lo largo de un año por todas las personas físico-químicas con residencia en España. Siempre se hizo así y por ahí se empieza. A todas esas personas se les aplican los tipos progresivos, se les calculan las deducciones y se marca cierto mínimo exento para los que menos declaran.

Pongamos que hay 20 millones de personas que declaran su renta a los Oompa Loompas de la Agencia Tributaria. Sumando las partes general y del ahorro de las bases imponibles que declaran esos 20 millones de fulanos, por los ordenadores de Hacienda desfilan unos 400.000 millones de euros. Lo que significa una media de rentas de 20.000 euros por Pepito.


Aquí viene mi primera bola número ocho: si en lugar de colocar sobre un eje lo que declara la gente, se colocara a la gente, la perspectiva cambia. El Pepito número 10 millones ¿cuánto creéis que declara a la Agencia Tributaria? ¿Unos 20.000 euros? Si está en la mitad del eje, declarará sobre la mitad del eje ¿no? Clase media in da house ¿verdad?

Pues no. Y aquí viene la nota importante. El Pepito número 10 millones declara unos 15.000 euros. Media y mediana están notablemente separadas. A falta de una explicación mejor, yo sospecho que de aquí parten algunos de nuestros pegajosos problemas. La distribución de rentas tiene poco que ver con una distribución normal en la que media y mediana coinciden. La distribución de rentas se parece más bien a una distribución gamma.

Distribución gamma.
Como los tipos son progresivos existe un desequilibrio fundamental al tener a la inmensa mayoría de la gente declarando por debajo de la media. Cuando el legislador además lo acaba de arreglar con un mínimo exento que roza la mediana, acabas el día con que en este país pagan impuestos cuatro gatos. Pero no quiero precipitarme.

Datos aproximados del 2011 (pdf). Más de la mitad de los contribuyentes declaraban rentas por debajo de los 16.500 euros y aportaban el 21% de la recaudación de este impuesto. Solamente de esta frase puede escribirse un libro. La clase media en España es un mito, es una sombra. Un fulano que declaraba en 2011 22.000 euros, estaba en el límite exento. Y más de la mitad de la gente declaró menos de eso.

Vía ICTlogy
Está bien, el IRPF no establece lo que es clase media y lo que no. Pero huele un poquito a tostado que más de la mitad de la gente esté —con caracter general— exenta de pago del IRPF. No haré aquí una valoración económica y ni siquiera la haré ética. Haré una consideración política. Yo creo que tiene consecuencias políticas que más de la mitad de la población viva ajena al pago de impuestos directos. Es cierto que la cuarta parte de la población activa está desempleada —y esos ya son la mitad de los exentos del IRPF—, pero no entro aquí en los problemas prácticos.

A la hora de establecer un debate público o tenemos la distribución de rentas del país en la cabeza o mejor vamos a pescar fanecas. Cuando hablamos por ejemplo de políticas públicas y del coste del estado del bienestar no estamos teniendo en cuenta la distribución de ingresos. Y de forma secundaria aparecen además otros problemas, como que estemos lejos en este país de ser una comunidad de intereses compartidos porque simplemente la mayoría de la población vive ajena al coste de la comunidad. No hablo aquí de la bobada de "hacer gasto y no aportar" (es razonable que quien no aporta haga más gasto, suelen ir de la mano estas cosas). Hablo de los incentivos desviados que se generan, de las externalidades negativas. Supongo que no soy el primero en ver una relación entre la costumbre política de su país y su distribución de rentas.


Simplemente tener al 60% de la población reclamando servicios y derechos sin que les toquen ni una micra los costes crea una costumbre política que nos mata. Nótese que no me meto con estas personas: al fin y al cabo actúan de forma racional. Me meto con la respuesta que provocan en el legislador. Ante una gran masa electoral que vive ajena al concepto de impuesto directo, el político responde a sus demandas estirando a una minoría que aporta la mayoría del ingreso.

Vale, sé que el IRPF no es la única fuente de ingresos del estado, sé que todo el mundo paga IVA y que existen innumerables tasas, además de otros impuestos especiales. Continúo.

Volviendo al 2011. El 81% de la gente declaró rentas inferiores a los 30.000 euros. Es decir, si ganas 30.000 euros brutos estás en el exclusivo grupo del 19% de ricos de este país. Para ser gráfico: cambiar de automóvil cada diez años y comprate un televisor en color te coloca en un grupo exclusivo de ricochetis.

Me temo que no, amiga.
Declarar 30.000 euros no es ser clase media, es estar en el cuartil superior con Amancio y el espíritu de Jaime de Mora y Aragón. Y mi punto es que esto no lo reflejan nuestras leyes del IRPF. Si hay una línea que puede orientar lo que es la clase media, es la mediana de las declaraciones de rentas (15.000 euros).

Cada situación personal es un mundo y se conocen las diferencias de rentas por unidades de consumo y por hogares. No es lo mismo ser un trendy-single-hispter-pesado que tener dos niños y a la suegra con gota empantanada en el sofá. Aunque esos dos hogares declaren 15.000 euros, parece que el primero lo tiene mejor que el segundo (de hecho, el segundo hogar del ejemplo está por debajo del umbral de pobreza).

Si eres español y crees que esto es barato, perteneces a un minúsculo porcentaje de la población. Enhorabuena.
¿Qué hay de los megarricos? Volviendo a los datos de 2011, un 0,29% de las declaraciones fueron superiores a los 600.000 euros. Este grupo significó el 2,2% de la base imponible de aquel ejercicio. En España no parece haber muchos ricos... porque los ricos están ganando 40.000 pavos y los metemos en la clase media. En España no tenemos muchos ricos porque no llamamos ricos a los ricos, los llamamos clase media para así poder llamar clase media a los que están por debajo. Todo el mundo es clase media ¡viva la clase media!. Hemos llegado a una situación en que cambiar de coche en un tiempo razonable es un privilegio.

Nos hacemos trampas al solitario al meter en el mismo furgón a quienes declaran 15.000 y a quienes declaran 30.000. Si definimos la clase media como la clase de personas cuyos ingresos se acercan a la media, esa clase media está sobre los 20.000... y ya prácticamente no paga impuestos.


De lo que se trata, si de verdad queremos dejar de trampearnos a nosotros mismos, es de poner negro sobre blanco la realidad de nuestra situación. De 20 millones de personas que declararon su renta a Hacienda en 2011, el límite exento —con caracter general— mandaba a su casa al 70% de la gente. Dicho de otro modo, 6 millones fueron lo bastante ricos como para pagar IRPF. ¿Con estos hilos queréis hacer una manta? Nos hundimos.

Resumen

Mi bala de plata es la cosa más odiosa y menos debatida que habréis leído en vuestra vida: subirles los impuestos a los más pobres. En idioma políticamente correcto sería algo así como flexibilizar la universalización de las contribuciones de caracter general de las personas físicas. Se trataría de algún modo de bajar el límite exento e incluso establecer un nuevo tipo para las nuevas rentas más bajas, que según el ejercicio de 2011 podrían colocarse en el 20% de las declaraciones (a partir de 5.000 euros).

Sí, ya sé que hay hogares que ingresan 35.000 euros y las pasan canutas y no tengo que imaginarme lo que sucede en los casos en que la renta anda por los 16.000, vivo en una comunidad en la que definimos la clase media por ferrados y fanegas. Es evidente que ante rentas tan bajas deben existir deducciones y exenciones con caracter especial. Pero con caracter especial, que más gente pague impuestos directos debería ser la norma.


Básicamente la razón importante que doy para subir los impuestos a las rentas más bajas, es que en este país las rentas son más bajas. Y los impuestos no tienen una única función de recaudación, sino también la función de crear la comunidad política. Si el número de personas a las que les duele ese nuevio macrofestival de la rotonda canina aumenta en solo un millón de personas, los resultados de las elecciones sufrirían un dramático cambio. Y yo creo que ese cambio sería para bien. Que más gente esté implicada en el sostenimiento del estado del bienestar y de los servicios públicos de caracter general, evitaría en el futuro algunos de los problemas del pasado y cambiaría los incentivos para la clase política.


lunes, 5 de enero de 2015

Cuando un tren es algo más que un tren

El tema es que en año electoral se van a conectar no sé cuántas ciudades por AVE. Hay gente que está a favor y hay gente que está en contra. Las similitudes con la polémica de la tortilla de patatas con o sin cebolla son evidentes. Pero supongo que al tratarse de infraestructuras públicas, el debate merece al menos unas líneas.


Creo que es evidente que hoy existe una mayor preocupación sobre el gasto público que antes de la crisis, cosa que sin duda es buena. Por ello, cuando un político gordito promete hacer una línea de alta velocidad, la gente se pone en alerta. Ya hemos visto más casos de estaciones en medio del desierto y de aeropuertos fantasma de los que nos gustaría reconocer. Mi aproximación al tema, por tanto, no es muy diferente a la común entre los peatones: cada euro cuenta, no hagáis barrabasadas, etc.

Muchas veces al debatir sobre el gasto en infraestructuras públicas de transporte, se habla de la rentabilidad económica del proyecto en cuestión. Es lo que os decía el otro día sobre el asesinato del siglo XX: hoy el debate político se reduce a un sumatorio en una hoja de Excel. ¿Será esta línea de AVE rentable? ¿Cuánto se tardará en amortizar? ¿No hay alternativas más baratas? Todas esas preguntas me parecen legítimas y yo las comparto. Pero aunque yo no pueda desgajarme del actual consenso de concebir la política como una mera discusión contable, trato de ir más allá y me pregunto por otro tipo de costes y beneficios que no se pueden contar con unidades monetarias.

El futuro iba a molar. Ahora ya no mola tanto.
El caso de las líneas de ferrocarril es tal vez el ejemplo más usado por la academia para explicar cuáles son los límites de la acción privada y dónde comienza la necesidad de un estado proveedor de servicios. Y resulta paradójico que esto sea así, pues en origen los ferrocarriles estaban todos en manos privadas. Supongo que cuando Cornelius Vanderbilt era el dueño de las líneas de ferrocarril que conectaban Nueva York y un día decidió bloquear la ciudad, alguien pensó que tenía que buscarse la manera de que la autoridad pública pudiera regular un servicio que afecta a un amplio público y que por lo tanto tiene una larga lista de externalidades que afectan a terceros.

Las líneas de ferrocarril, aun en sus comienzos privados, fueron surcos por los que transitó eso que llaman algunos "comunidad de intereses compartidos". El estado moderno tardaría mucho más en madurar de no ser por inventos que se popularizaron justo cuando debían popularizarse: tren, telégrafo, la iluminación nocturna de las ciudades, etc. El tren ha constituído algo más que un mero medio de transporte a lo largo de dos siglos. Prueba de ello es que incluso hoy en día hay países que se definen por sus líneas de tren. Es el caso de Rusia, India, Suiza o Japón.

Hemos cometido el error de regalarles la idea del tren a los comunistas.
El tren es probablemente el único medio de transporte que nunca ha pasado de moda. Es feo con el paisaje, muy complicado de cambiar su trazado, y las estaciones urbanas siguen exactamente donde se levantaron hace cien o más años porque es excesivamente farragoso cambiarlas de sitio. El tren sin duda tiene muchos puntos en su contra: no es el medio más rápido ni tampoco el más práctico (tienes que ir antes a una estación para coger el tren y como no tienen aparcamiento, probablemente tengas que coger un asqueroso taxi).

Pero en los países donde la revolución industrial tuvo lugar cuando tenía que tenerla, el tren ha estado ligado a la propia evolución de esos países. Y no hablo de la evolución tan solo en términos económicos. Hablo de la creación del estado-nación, hablo de la organización de la sociedad y hablo también de la velocidad a la que se expandían ideas, personas y nuevos productos. Para millones de europeos de comienzos del siglo XX, una línea de tren era el testimonio de la presencia de un mundo mucho mayor que la aldea primordial. El tren no sólo hablaba de modernidad, sino que era la constatación de la existencia de otras personas muy diferentes. Y pese a las diferencias, la constatación de formar parte de un todo mayor. Un todo mayor en el que la autoridad ya no era Don Segismundo con su vara y donde el único que podía leer las cartas ya no era Don Faustino, el párroco.

Roma Termini.
El tren ayudó a que la gente saliera de su aldea primordial, convirtió a villas del interior en ciudades costeras. El aumento del capital humano resultado de la mezcla y el intercambio fue exponencial y a él le debemos buena parte de nuestra prosperidad actual. Ese capital humano es imposible meterlo en una hoja de Excel.

Pero no sólo las ideas y los bolsillos se vieron beneficiados por el ruidoso y humeante tracatrá del tren, también el sentido de pertenencia a una comunidad. Mantener conectada a la gente —aunque esta gente no se mueva, basta con ver la parada y la línea del tren— fue un nuevo abandono del particularismo para abrazar el universalismo. El tren fue el latín de nuestros abuelos. El tren fue el instrumento que ponía en comunicación e igualaba a comunidades muy alejadas.

Gare du Nord, París.
Hoy en día todo el mundo tiene claro que hay viajes en los que el tren no puede competir con el coche o el avión. El mejor ejemplo lo tenemos en el país desconocido: la crisis portuguesa se llevó por delante su tren de alta velocidad. Todo él. Adiós. El coste estimado por pasajero y kilómetro de Porto-Lisboa y Madrid-Lisboa era similar al del billete de avión. Claro que con las obras ya empezadas al final hubo que pagar sin tener tren. En España el caso no es tan miserable —en general la crisis en España no es tan horrible como en Portugal, donde está repuntando la tuberculosis— aunque frente a quienes quieren cerrar líneas ya comenzadas, alguno alerta de que eso también cuesta dinero.

Ir más allá del cálculo económico al hablar de gasto público nos lleva a un debate político sobre el fin de ese gasto. Si la política fuera el resultado de una hoja de Excel, el sueño comunista habría triunfado. El gasto público por lo tanto (el gasto público en trenes, no lo que hace el mezzogiorno andaluz) tiene un fin diferente al que tiene el gasto privado no altruista. Cuando un estado traza sus líneas de tren y sus autopistas, está trazando las vías por las que llega ese mismo estado y el resto de los habitantes a todas las casas y empresas. Está conectando aldeas primordiales. Retraer estas líneas de tren y volar viaductos supone la reaparición de las aldeas primoridales y el regreso al particularismo.

"El tren" (1964). Con este fotograma ya sabemos de qué va la película.
Sé que hoy en Europa la reacción nacionalista está de moda (sólo hay que mirar a Francia o a Holanda) y frente a ella solamente se le puede oponer esa idea de los intereses compartidos, ese sentirse parte de una comunidad más amplia. Cuando el estado, que es lo único de lo que todos formamos parte, conecta líneas de ferrocarril y carreteras, está haciendo algo más que tender catenarias y echar chapapote sobre descampados. Está haciendo algo más que robarte el fruto de tu esfuerzo y expropiar perales. Está diciendo que tú formas parte de algo más grande. Una línea de AVE es hoy lo más parecido a ver al FBI entrando en una reunión del Klan.

Claro, esto nos lleva a una discusión más amplia sobre el fin último del estado. El estado, en occidente, es una cosa tan gorda, que su capacidad de hacer el mal es infinita en comparación con la capacidad de hacer el mal de tu vecino que juega con canicas a las tres de la mañana. Frente a quien rinde pleitesía al estado por ser estado, hay que pensar en ir más allá. Hay que pensar por ejemplo qué rol desarrolla el regreso al particularismo que está viviendo Europa en estos momentos. Hay que hacer frente también a la corriente irracionalista cuya moda desde Rabindranath Tagore parece no tener fin. Por eso, el tren, como una máquina que exige una ingeniería y que es hijo de la física y de la matemática, como una máquina además que conecta —y lo hace de forma visible, no como la fibra óptica, que no vemos— es uno de los últimos muros de contención de lo malo que tiene occidente.

La típica diputación provincial de la meseta.
Vuelvo a la cuestión del estado. Al problema que plantea el estado. Zonas con población rural muy dispersa, bus escolar. Un bus que hace 1.000 kilómetros al mes para llevar al cole a cuatro niños. Entre bus escolar, ambulancia y correos, sale más a cuenta pagarles un alquiler en la ciudad a esas familias. ¿Seguimos buscando tan solo la eficiencia económica en el gasto público o aceptamos que hay otras cosas?

Sí, sé que plantear esta pregunta conlleva un problema: polideportivos, centros de interpretación de la almeja furibunda y rotondas con esculturas horribles en todas las aldeas. Palacios de diputaciones provinciales, acarreo de votos e infinita infelicidad. Por eso tal vez sea una buena idea volver a plantear los fines del estado. Preguntarnos qué queremos que el estado sea cuando sea mayor.

Comunismo infinito: