domingo, 30 de octubre de 2016

Trapisonda en la investidura de Rajoy

El Congreso de los Diputados ha decidido que Mariano Rajoy repita como presidente tras casi un año de interinidad y después un debate bronco en el que no faltaron episodios de violencia verbal. Debate, por cierto, aderezado por una turba a las puertas del edificio que fue movilizada por un sector político que participa en las instituciones y que de hecho tiene representación en el Congreso, asunto en el que hay que insistir pues los lemas de la convocatoria apuntaban a la ilegitimidad del Congreso, a la ilegitimidad de los diputados y a la ilegitimidad de la votación del nuevo presidente. No puedo dejar de señalar la importancia de esta esquizofrenia política: te eligen diputado en elecciones libres, por ello puedes votar en la investidura del presidente pero lo que haces ese día es enviar dos buses de turba amental para tratar de reventar la votación en la que tú mismo participas. El soviet del Ipad le da un sentido nuevo a la expresión "tirar con pólvora del rey".

La banda del bate.
Bronco debate, como decía, protagonizado en parte por un diputado de la facción reaccionaria —"facción reaccionaria" creo que es un término preciso y económico para referirnos a la alianza impía de la política española—, un tal señor Rufián, señorito de provincias cuya única obra intelectual conocida son sus gañidos cuando ejercía de mascota en las ferias racistas de sus amos. Este señor, con aspecto de pasar demasiado tiempo leyendo revistas de camiones subido a un barril, al igual que sus homólogos dedicó su intervención a insultar al PSOE en primer lugar y a Ciudadanos en segundo lugar, partidos que con su servicio han posibilitado el desbloqueo político.

Como muestra de la categoría mental de este tamborilero de los camicie nere muestro una cita de su discurso:
¿No les da vergüenza darle el poder a uno de los partidos más reaccionarios de Europa junto con el cuñadismo neoliberal salvaje que, por ejemplo, dice que está en contra de rebajar el IVA veterinario porque hay sífiles (sic) en Barcelona?

Sí, el famoso neoliberalismo salvaje que está en contra de bajar impuestos. Qué más da todo.

Aspetta e spera che già l'ora si avvicina!
Quando saremo insieme a te
noi ti daremo un'altra legge e un altro Re!
El caso es que ese discurso estuvo dirigido al PSOE en un tono acusador porque el PSOE ha decidido romper el cordón sanitario contra el PP, de ahí que les haya llamado "traidores". Es decir, este desafortunado discurso es coherente porque forma parte del relato o descripción de la realidad que pretende imponer la facción reaccionaria, lo que en sus cursos de formación ideológica llaman "discurso contrahegemónico".

Que el tío que lee revistas de camiones (sospecho que en realidad sólo mira las fotos, como hace en el baño con las revistas porno) acuse al PSOE de traicionar a sus votantes y a la casa de sus padres y a los coros celestiales y a los muertos y a la sangre y a la raza no sentó muy bien entre las filas socialistas. El portavoz del Grupo Socialista se levantó para protestar y recordó a su señoría que entre otras cosas él pasó de porco a marrán por el sacrificio de muchos. Diputados del PSOE, PP, Ciudadanos, CC, UPN, Foro y PNV se levantaron a aplaudir, porque ésa es la respuesta de la dignidad que merece la indignidad.

Manuel Fraga en la manifestación de rechazo al 23-F, en 1981, entre Marcelino Camacho y Rodríguez Sahagún.
Se ha instalado en el discurso político el "vale todo" como medio para conseguir que nada tenga valor. Pero no todos estamos dispuestos a pasar por ahí. La ovación de la dignidad constitucional y democrática es el recuerdo a gente que no atendió en clase de las lecciones de lo que costó a todo un país llegar hasta aquí, hasta el momento de la historia de España en que los españoles vivimos mejor en el más amplio sentido de la palabra. Por tanto, opera aquí también un factor pedagógico: enseñar a los indignos, que aplauden al señor de Bildu y que insultan a los demócratas, que el actual sistema político que posibilita que ellos coman más marisco que nunca no cayó del cielo. Que el discurso "contrahegemónico" que nos vende que la Transición fue una simple continuación del franquismo y que todos nuestros representantes —excepto ellos, bendecidos por las musas— son corruptos porque el sistema es inmoral, no es cierto. En este país se pasó de una dictadura a un sistema representativo de gobierno que garantiza las más altas cotas de libertades civiles del planeta (¡y al mismo tiempo una de las mayores seguridades públicas!) y quienes más empeño pusieron en cargarse esto no fueron tanto los nostálgicos de la vieja dictadura, con su charlotada del 23f, como una organización terrorista que no soporta la libertad. Organización terrorista que es expresión de lo peor de la alianza impía porque justifica sus atrocidades con el mismo discurso que hoy los adanistas nos venden como novedoso: la democracia es una continuación del franquismo, etc. Organización con cuyos cuadros los adanistas han completado algunas de sus listas electorales. Es que ni siquiera son originales.

Pues bien, la alianza reaccionaria, coherentemente, no aplaudió la defensa de la dignidad de quienes hicieron sacrificios para proteger nuestro sistema representativo de gobierno que es el que garantiza nuestras libertades civiles (algunos pensamos que estas cosas sí tienen valor y que por tanto, no vale todo), pero sí aplaudieron el repugnante discurso de Bildu y un diputado de Ciudadanos que tiene gafas y que a mí no me gusta nada se lo echó en cara. "Estáis con los terroristas", o algo así les dijo a las prima donnas del eterno Operación Triunfo que es el populismo rancio de nuestro país.

Villegas me cae muy mal pero es un señor: a mí me pone la mano encima el Pelota Máximo de Eurasia y no sé.
¿Y qué hicieron el Coletas, la hermana pequeña de la asaltacapillas, el campeón del mundo de ser pelota y que no sabe afeitarse, la boliburguesa de Compistola y el Niño de la Beca? ¡Ofenderse mucho! (Por allí también andaba el malagueño aquel que se cargó Izquierda Unida y al que nadie le habla, con cara de emoji triste).

A ver si lo entiendo, let me get this straight, ¿después de reirle las bromicas al tío asqueroso de la sucursal de ETA, después de llamar "delincuentes potenciales" a los diputados-que-no-son-ellos, después de convocar a una turba violenta para presionar a un Congreso reunido en sesión, después de llamar corruptos y ladrones a todo el que no comulga con ellos, después de azuzar los insultos a los jubilados y a los gallegos por no votarles, después de llamar golpe de estado a una sesión de investidura, después de todo eso no soportan que les digan a la cara lo que son, no soportan que les pongan un espejo delante de sus caras para que vean lo podridos que están por dentro?

Nega Oficial Maiz (?) es un rapero, creo, que forma parte de la intelectualidad orgánica del que pretende ser partido único. Luego se retractó de este tuit pero no porque apestaba a matonismo sino porque "desempoderaba" a la diputada de Pablemos. La tontería siempre ataca por el flanco más sorprendente.
Igual es que al vivir toda la vida en sus circulitos endogámicos, montados en el trenecito del peloteo continuo y creciendo al amparo que da la arrogancia ideológica tienen la piel muy fina.

La jornada terminó, tras la votación, con la salida de los diputados de Ciudadanos por la puerta donde les esperaba una turba con los ojos inyectados en sangre lanzándoles botellas y monedas y llamando a las diputadas "putas". Esa misma turba fue la que recibió a los diputados de Pablemos, encabezados por el Niño de la Beca, con aplausos, cánticos y dazibaos. Recuerdo que durante la sesión alguno recordó a la gentuza que habían traído a una turba a las puertas del Congreso y el Niño de la Beca decía que no, que la manifestación la convocó la sociedad civil. Son como protagonistas de The Twilight Zone, quieren crear una realidad paralela y contrahegmónica-que-te-cagas-tía. Purrela.

No me digas que no hay un reglamento y no me sonrías, hijo de puta:


miércoles, 26 de octubre de 2016

Las resistencias de la construcción nacional

Llamemos modelo francés al proceso de construcción nacional que a partir de un estado administrativo previo levanta una identidad nacional. Llamemos modelo alemán al proceso de construcción nacional que sobre la identidad nacional levanta el estado. El modelo alemán es poco característico así que resulta más útil hablar del modelo francés. Los mayores países de la zona del mundo que importa han seguido el modelo francés y desde el fin de la SGM no se practica otro modelo de construcción nacional (pienso en la descolonización africana, en la descolonización asiática e incluso en las ex-repúblicas soviéticas que al fin y al cabo se construyen sobre partes políticas del imperio soviético).


La identidad nacional ayuda al buen funcionamiento del estado, crea vínculos entre generaciones y hace posibles las políticas a largo plazo. Que una población en un territorio cambie de país cada diez años no parece muy buena idea. Tenemos ejemplos de periodos en los que aparecían y desaparecían países muy rápidamente: durante la época napoleónica y durante el epílogo de la Gran Guerra. A bote pronto no parece deseable imitar la coyuntura vital de estos dos periodos.

Mucho se ha estudiado sobre los conflictos que produce algo como la identidad nacional compartida en un estado. Las personas suelen tener innumerables capas de adscripción sentimental o identidades cuya fusión personifica a individuos únicos. En función de intereses diversos distintos grupos pugnan por convencer/obligar a la gente de que ciertas identidades son más bonitas, honorables o útiles que otras. Este trabajo se hace de forma paralela al de un estado que a su vez trabaja para mantener la adhesión a la identidad nacional. El caso de estudio más habitual es el del conflicto que se produce cuando una identidad nacional aleatoria trata de disputarle la lealtad a la identidad nacional del estado. Básicamente esto es lo que ocurrió en los Balcanes hacia el final del Imperio Otomano o en Austria-Hungría.

El desastre que es Bélgica es un ejemplo de competencia de identidades nacionales que tiene su reflejo en estos resultados electorales.
Menos estudiados son los conflictos que se producen dentro de una identidad nacional, digamos, oficial. Los conflictos o choques internos de una identidad nacional se suelen introducir  inmediatamente en el ámbito de la pugna política cotidiana porque los diferentes grupos que protagonizan la pugna política cotidiana suelen compartir la misma idea nacional. El problema se agudiza cuando esto no es cierto y grupos políticos defienden una identidad nacional-estatal diferente. Si el conflicto se agudiza mucho podemos tener guerra civil o algo parecido a la guerra civil. En la Europa del siglo XX tenemos varios ejemplos de conflicto civil entre la identidad nacional tradicional y la comunista (cuando los comunistas llegan al poder siempre promocionan una nueva identidad nacional-estatal). Incluso en algunas ocasiones se da el caso de un estado previo en el que una facción no acabe de controlar todo el territorio estatal y decida crear un nuevo país (Corea).

El célebre mapa electoral polaco muestra la Polonia A, de inmigración forzada hace unas décadas, más inclinada a votar partidos tecnócratas proeuropeos y la Polonia B más inclinada a votar opciones clericales y populistas. Aunque el primer impulso es explicar esto por la "exposición" de la gente a la "identidad prusiana", parece que tiene más que ver con la migración forzosa de la época estalinista.
Mapa de ferrocarriles polacos a comienzos de los 60, muy similar al del siglo anterior. Polonia A contaba con mayor electrificación y kilómetros de vías debido a la actividad minera e industrial alemana sobre todo en Silesia (sudoeste).
Primera ronda de las presidencials rumanas de 2014 y frontera de Austria-Hungría. En este caso la frontera húngara es una frontera natural dibujada por los montes Cárpatos.
Pese a las migraciones masivas de hace cien años, en Transilvania sigue habiendo una importante minoría húngara que vota opciones tecnócratas y proeuropeas a diferencia del este y del sur más inclinado a votar a los socialistas (regla de oro: en las antiguas dictaduras comunistas las opciones socialdemócratas son las opciones "conservadoras" y ser comunista-pop es ser facha-rancio).
Dejando a un lado los casos extremos que pueden desembocar en guerra civil, la pugna por la identidad nacional revela una debilidad fundamental. Esta debilidad es más evidente cuanto más liberal* haya sido (o sea) el proceso de construcción nacional.

*Con liberal me refiero a procesos políticos participativos, inclusivos, representativos y que erosionan privilegios naturales e históricos. Podemos criticar el voto censitario del siglo XIX por ser inválido para la época actual pero en aquel tiempo fue un cambio brutal, muy inclusivo.

Esta debilidad brilla en la tensión que se produce entre lo nuevo y lo viejo. Por un lado tienes a una burocracia, unos legisladores, unos industriales, unos editores y unos académicos creando una identidad nacional, creando lugares comunes, referencias sentimentales, inventando mitos y tradiciones, aprobando símbolos y textos oficiales, etc. Y por el otro tienes lo que había antes de la nueva nación: más tradiciones y mitos, otros símbolos, otras relaciones económicas, otros usos del suelo, otras "fronteras administrativas" (seculares y religiosas), etc.

La identidad nacional que se basa en "lo viejo" es esencialmente antiliberal. La creación de la "nueva" identidad nacional suele ser liberal. Que la construcción nacional sea un proceso propio del liberalismo del XIX quiso decir que las nuevas identidades nacionales se construían sobre la base de los derechos individuales. A un ciudadano le eran inherentes ciertos derechos naturales no por formar parte de la nación sino por ser persona. La nueva libertad era una protección frente a la comunidad, frente a la mayoría, frente a imposiciones externas. Claro, los nuevos dirigentes tenían que representar a la mayoría, imponer su voluntad y crear comunidad. El conflicto es evidente.

La educación obligatoria es la herramienta nacionalizadora más evidente.
Esto se puede ver de otra forma. Esto se puede ver como el conflicto que existe entre libertad negativa y libertad positiva. O entre derechos naturales y derechos positivos. Que la nueva nación se base en la reunión de sujetos con derechos naturales deja abierta la puerta a que parte de esos sujetos esgriman esos derechos naturales para oponerse a la nación. Así, la nación transforma a las personas o seres humanos en ciudadanos. Ya no tienes derechos por ser persona sino por ser ciudadano. El núcleo de la crítica reaccionaria al liberalismo es precisamente este y lo vemos en ejemplos muy triviales como cuando alguien dice "me da igual lo que ponga el DNI porque yo no me siento español sino pacense" o "no voy a pagar impuestos porque creo que son un robo".

La forma de soslayar los conflictos que se derivan de esta debilidad del proceso liberal de construcción de la identidad nacional es evitar que se relacione la identidad nacional con una doctrina concreta y que así adquiera tintes dogmáticos. Puede que la Tercera República Francesa sea el ejemplo más paradigmático de construcción nacional ya que logra que "Francia" y "la república" sean prácticamente sinónimos y que los "valores nacionales" sean "valores republicanos". No nos puede llamar la atención que los gobiernos franceses de esa época ya no se dedicaran a crear "ciudadanos" sino a crear "franceses". Distintos franceses podían tener distintas opiniones sobre lo que significaba ser francés pero todos pugnaban por ganar la definición de "francés" (ni de ciudadano ni de persona). Dreyfusards (Partido Radical, Liga de los Derechos del Hombre) y antidreyfusards (Liga de la Patria Francesa, monarquistas) hablaron de Francia, de los franceses, de la nación y de la identidad nacional, pero lo que tenían en la cabeza eran identidades nacionales muy diferentes. Insisto en que no se trata de una mera diferencia política, sino de enmiendas totales al significado de "ser francés".


En lo que va del general Boulanger hasta la década de 1930 tradicionalistas y reaccionarios escribirán sus mejores críticas a la nación. Las apelaciones a la pequeña comunidad, al mundo rural y a las normas de la costumbre al margen de la ley nacional (republicana, positiva) son constantes en este periodo. La enmienda a la nación, esa disputa a la identidad nacional "nueva", se hace mediante "lo viejo" y tiene características regionalistas ("ser Lorena" pide Barrès en Los Desarraigados), proteccionistas, antisemitas (como en toda Europa) y xenófobas (especialmente germanófobas).

La construcción nacional liberal por lo tanto, para no ser doctrinaria, no puede fundamentarse exclusivamente sobre el derecho positivo sino que tendrá que tomar elementos de "lo viejo" y además hará esto para tratar de limar asperezas en la pugna ideológica con los reaccionarios. Se asume que la nación no puede ser construida de la nada y se vuelve la vista atrás para identificar aquello que puede interpelar a más personas, a aquello que toca a todas las regiones, a cierto "lugar común sentimental". Ese lugar es el pasado campesino.

Ah, la imagen del pasado idealizado.
Y se produce algo que me parece curioso: mientras la población rural huía en masa a las ciudades y el campesino se transformaba en obrero, la élite intelectual urbana glosaba las bondades de la vida campestre y dibujaba al campesino como modelo ciudadano. La propaganda nacionalista de los siglos XIX y XX es básicamente propaganda campesina.
  • La película de 1983 El día después que trata de concienciar a los americanos sobre lo terrible de la guerra nuclear y para ello usa un pueblecito de campesinos como modelo que resume el Estados Unidos idealizado. Más aún, toda la idealización tradicional del "espíritu de América" se basa en la pequeña comunidad agraria.
  • El plan de las SS para Europa oriental era su colonización agraria: terratenientes alemanes dominando grandes fincas trabajadas por campesinos eslavos esclavos.
  • And did those feet in ancient time un poema de William Blake de principios del XIX que a partir de la Gran Guerra fue musicado cuenta entre otros versos con un On England's pleasant pastures seen. La canción es uno de los himnos nacionales de Inglaterra.
  • No hay lata de pastas danesas que no venga con el dibujo de unos niños campesinos y unas vaquitas sonrientes cuando en realidad esas pastas igual las fabrica una fábrica llamada Megaultronia llena de robots gigantes y agentes químicos.
  • En los 70 los comunistas camboyanos prohibieron las ciudades y mandaron a toda la población al campo matando a la tercera parte en el proceso.

Aunque la tradición inventada y la idealización de lo rural sean construcciones de élites urbanas, instruidas y escasas cabe preguntarnos por qué eligen esto y no otra cosa —la ciudad industrial por ejemplo— para "pintar" la nación. La respuesta creo que tiene que ver con la demografía: por mucho que nadie hable de ello, la sociedad occidental ha dejado de ser predominantemente campesina hace dos generaciones escasas (salvo Inglaterra, quizás). Pese a las oleadas de revoluciones industriales que nos cuentan profesores universitarios encantados de conocerse, en Europa vivía en 1950 una proporción de gente en el campo similar a la del Imperio Romano. El paisaje, el elemento compartido, la incomunicación, el trabajo, las relaciones familiares, etc. eran lugares sentimentales comunes en los fabricantes de imágenes nacionales. Y si ellos en su infancia no vivieron en el campo probablemente sus padres vivieron en el campo.

En más de doscientos años hemos pasado de una sociedad agraria a una industrial y en menos de cuarenta años hemos pasado de una industrial a una de servicios. Si identidad nacional y campesinado están fuertemente ligados, la desaparición del campesinado haría temblar la idea de identidad nacional. El multilateralismo en el proceso de terciarización parece que me da la razón en esto: ahí está la "construcción europea" que mientras fuimos países campesinos no se podía hacer. Ah, pero la historia para quienes rechazamos el determinismo es muy perra: la mitad del presupuesto de la Unión Europea se dedica a... ayudas agrarias. Como si de una broma histórica se tratara, con guerras mundiales por el medio, con dramitas importantísimos cada dos días, en cierto modo seguimos estando donde estábamos cuando se publicó aquel poema de William Blake.


Ciertamente hace poco se aprueba ponerle punto y final a la Política Agraria Común pero sin tratados comerciales lo que vamos a tener es proteccionismo, es decir, nacionalismo (económico). Y como sucedía hace cien años son las élites urbanas, formadas y escasas las que reclaman este proteccionismo, las que, sin saberlo, nos hablan como Maurice Barrès y los reaccionarios acerca de "la tierra y los muertos". A mí me gusta mucho cuando la masa que siempre está renaciendo/renovándose trabaja con ahínco para alcanzar objetivos contrarios de los que se propone. (Hoy los reaccionarios van más allá de lo que nunca se atrevieron a hacer: hablan de huertos urbanos y autoconsumo, es decir, adelantan por la derecha a Charles Maurras... y estaríais alucinando como yo y otros cuatro de mis lectores si supiérais quién fue Maurras).

En algún momento tendré que acabar y para ello diré que, ante la reedición de las viejas coordenadas políticas que enfrentan al cosmopolitismo con el populismo, el replanteamiento de la identidad nacional es una pastilla amarga que hay que analizar. El problema no está tanto en inventar una tradición o un lugar sentimental compartido —en el contexto europeo no parece muy dificil— sino en mirarnos en el espejo y ver hasta qué punto se puede ceder ante la reacción para desactivarlos por el método de la inclusión. Esto nos lleva a políticas comunitarias de control de fronteras. Creo que por ahí va la cosa aunque habrá tiempo para darle vueltas a ese pescado.

Referencias:
  • Tom Nairn, La maldición del ruralismo: los límites de la teoría de la modernización.
  • Tony Judt, Pasado imperfecto. Los intelectuales franceses 1944-1956.
  • Roger Griffin, Modernismo y fascvismo: la sensación de comienzo bajo Mussolini y Hitler.
  • Arno J. Mayer, La persistencia del Antiguo Régimen.
  • Max Roser, La gente confía más en la policía que en el vecino - No es una referencia pero lo enlazo aquí por ser revelador del éxito nacionalizador.

lunes, 24 de octubre de 2016

Populismo y teoría de la conspiración

Ceteris paribus se puede dar el caso de que un país como España tenga pleno empleo y no pueda pagar las pensiones de jubilación sin acudir a su financiación vía impuestos generales (con lo que desaparece el sistema de reparto). ¿Por qué? Por la tendencia actual: a finales de 2016 tenemos el mismo número de cotizantes que en 2009, sin embargo las cotizaciones son de 5.000 millones de euros menos y los que reciben pensiones sufragadas con esas cotizaciones son un millón de personas más. La demografía hace el resto: perdemos población y cada vez vivimos más años. Calculad en qué clase de melonar estamos metidos.

La faceta económica del problema se discute desde varios puntos de vista: fórmulas para aumentar la natalidad por una parte (lo que a largo plazo significa mejorar la proporción cotizante-pensionista) y fórmulas para aumentar la productividad por la otra (procurar que aumente el empleo que cotiza más dinero). Esta es la madre del cordero pero no me meto aquí ahora, tan solo expongo esto para introduciros en el contexto de la emergencia populista.

Populismo y conspiración

When you're tired of how bad things are it's nice to sit back and remember things from your past that were good and made you happy. It's nice to remember. Member? Member Chebwacca? Aww, it was cool.
En la pugna actual entre nacionalistas e internacionalistas (o populistas y cosmopolitistas, o irredentistas y globalistas, tendremos que buscar algún nombre) los nacionalistas suelen señalar el tema de la tendencia demográfica como parte de la conspiración de Soros, los mercados financieros y la banca judía para exterminar a Occidente y la raza blanca (lo pueden disfrazar como quieran pero es esto). Debido a la tendencia demográfica según la cual Occidente pierde población y envejece, la solución al problema pasaría por aumentar la inmigración y de paso diluir a la raza blanca, acabar con lo que dio lugar a la Gran Divergencia de Huntington y así conseguir ??? y luego PROFIT. (Es que no sé por qué los gobiernos judío-reptilianos en la sombra van a tener este plan, eso es lo que nunca explican los racistas).

El plan de los gobiernos en la sombra, del Gobierno Mundial Sionista, de Hillary Clinton, George Soros, Mark Zuckerberg y de LOS MERCAOS. Member los mercaos?
A esta teoría conspirativa yo le veo algún fallo que otro. En primer lugar porque el origen de esta teoría que une internacionalmente a todos los populistas de diferente signo y condición es conocido: se trató de un proyecto de la policía zarista de hace poco más de cien años. Los documentos inventados por los rusos luego fueron usados por los nazis como parte de la justificación para matar a todos los judíos, luego la cosa evolucionó a los poderes fácticos y de ahí a las quejas contra los tratados de libre comercio. Cualquiera que sepa un poquito de historia puede trazar una linea continua desde las protestas de Seattle contra la Organización Mundial del Comercio hasta el affair Beilis, pasando por Auschwitz.

La teoría, más allá de basarse en un invento, tiene otros fallos pedestres: faltan definiciones de conceptos y aclaraciones varias. Por ejemplo, habría que definir qué es raza blanca, un concepto que coloquialmente pertenece exclusivamente al ámbito de lo intuitivo. A mí siempre me hacen gracia los nazis rusos, por ejemplo, ya que tradicionalmente son catalogados por los nazis alemanes como sub-humanos. Hay hasta racistas morenos que dicen defender la raza blanca en Perú y Colombia. Aunque igual el ejemplo más contradictorio de esto fue la "ley de una gota": todo aquel que tenga algún antepasado negro es negro. ¡La de gente en el KKK que tendría que pegarse a sí misma!

Member when there were no blacks in the imperial army? Member? Awww.
Está también el problema de definir Occidente. Para los populistas Occidente no es un concepto político-económico e histórico sino un concepto cultural y racial (recordad que los finlandeses no son occidentales porque son mongoles) así que Occidente es lo que cada uno quiere que sea, como Dios, el Real Madrid o la Navidad. Antes de toda esta gente se manejaba el concepto de Dominium Mundi u orbe cristiano universal. Los historiadores, especialmente los que tratan el Medievo, nos pueden hablar de la idea política de imperio cristiano, del sacerdotium y el imperium como partes constitutivas, separadas y yuxtapuestas de la christianitas. En algún punto de nuestra historia cristiano y romano significaron lo mismo, de ahí a europeo y de ahí a occidental. Como véis, el uso de estas palabras hace muy sencillo caer en la grandilocuencia y en el hacerse pasar por listo. Lo cierto es que la mitad de las veces se habla de cosas aleatorias porque la doctrina es lo de menos. (En cierto modo se podría señalar a la ilustración oscura y a los neorreaccionarios como un movimiento estético y no político, el problema es que eso sería pecar de ingenuos).

Yendo a asuntos más inmediatos tenemos el tema de los solicitantes de asilo. La inmigración supuestamente descontrolada que sufre Europa lleva aparejada un aumento de los delitos, un pico de violaciones a mujeres y niños y un mayor temor a atentados terroristas como los que se producen de un tiempo a esta parte. Las autoridades de algunos países no parecen estar ayudando: si hacemos caso a lo que nos llega de Suecia y Alemania, la policía recibe instrucciones para no hablar de crímenes cometidos por inmigrantes musulmanes para no calentar los ánimos.

Un McDonald's en Sarajevo.
El problema que plantea esta inmigración (decir que no plantean un problema es pecar de ingenuos) tiene consecuencias electorales. En muchos países europeos partidos políticos obtienen apoyos gracias a discursos que hablan de inmigración e inseguridad. Esta historia es más o menos conocida porque es la pequeña parte del debate que trasciende a la opinión publicada. Estos discursos se suelen contrarrestar con gráficas que muestran cómo disminuye el número de atentados terroristas cada año (en los 70 y 80 coger un avión al Líbano o a Egipto era una lotería y organizaciones indígenas europeas como el IRA y la ETA operaban con gran libertad).

Quienes identifican esta inmigración como un grave problema que forma parte de una conspiración pasan por alto los recursos empleados en interceptar a los inmigrantes ilegales, el combate a las mafias de tráfico de personas y las deportaciones. Pasan por alto esto para poder insistir con su discurso de "los gobiernos globalistas no hacen nada" cuando la verdad es que se hace y mucho (podríamos discutir si es suficiente o hay alternativas pero es otro tema).

El Kremlin
politico.eu, 2016
Hemeroteca de El País, 1979.
Nos puede llamar la atención el éxito de los conspiracionistas porque básicamente defienden un relato inventado que se apoya en pruebas inexistentes, en ignorar la realidad y en el cherry-picking de las noticias que les interesan (normalmente obtenidas en tabloides amarillistas que se enlazan unos a otros). Sin embargo hay buenas razones que explican la pervivencia de este discurso. No podemos ignorar que Rusia y el resto de neodictaduras están muy interesadas en propagar relatos que menoscaben la imagen y autoridad de las democracias liberales. Tienen razones muy prosaicas e inmediatas para querer esto, normalmente resumidas en el mantenimiento de su statu quo: las neodictaduras son regímenes muy débiles y muy expuestos a que su población trate de imitar los modos de las democracias liberales y por tanto derribarlos. Por esta razón, el populismo conspirativo cuenta con medios como Telesur o Russia Today en los que basar parte de su descripción alterada de la realidad.

Este cartel, que tanto vale a comunistas como a nazis, es de primero de Pablemos.
Otra razón que explica la fortaleza de este relato es que en buena medida se trata de un conjunto de patrañas demasiado burdas como para que la gente piense que no son verdad. Si RT propagara medias verdades menos gente estaría dispuesta a tragárselas, es necesario que las patrañas sean completas. Se me ocurre como ejemplo esa historia del poder militar ruso cuando ese país es incapaz de alimentar a toda su población (en el Cáucaso hay partes de Rusia con una renta per cápita centroafricana) y la tecnología militar empleada en Siria es equivalente a la que teníamos en Occidente hace cuarenta años.

Foxtrot Alpha - Syrians Are Paying A High Price For Russia’s Cheap Bombs
Para el populismo pro-ruso la vieja retórica estalinista es síntoma de fortaleza y no de debilidad. Los casos de persecución a medios opositores, a homosexuales y a minorías étnicas se venden como actos de defensa contra la decadente interferencia occidental. Llama la atención que aunque la política exterior rusa se base en la defensa escrupulosa de la soberanía de los países (el anti-intervencionismo) no dude en invadir otro país como Ucrania y empantanarse en una guerra de la que no sabe salir. Precisamente una guerra en la que Occidente no ha perdido un solo soldado y en la que mediante sanciones está drenando la economía rusa. La guerra de desgaste más tonta de la historia. Buen trabajo, Vladimiro.

Marxismo cultural

Manifestación polaca contra el gobierno populista. (vía The Guardian). Podía ser en Barcelona.
¿Qué es esta decadente interferencia occidental de la que trata de protegerse Rusia y hasta cierto punto Polonia, entre otros? ¿Qué es esa figura sin rostro que los populistas señalan como su enemgo? Ya se ha apuntado antes que el enemigo de esta gente es una especie de gobierno en la sombra que maneja los hilos. Sin embargo no basta con la retórica de decir que los poderes financieros, los mercaos, los judíos, el establishment, las agencias de calificación y las multinacionales son las responsables de todo lo malo; hace falta ponerles rostro.

Así, cada movimiento populista en cada país se adapta a sus circunstancias. En Estados Unidos Trump habla del establishment y de los medios de comunicación (cuando él mismo debe su fama a esos medios que hoy denigra), en Reino Unido el UKIP habla de una Unión Europea que no rinde cuentas ante nadie y que carece de control (cuando en la UE las decisiones importantes se toman por los gobiernos electos de los países miembros, también del Reino Unido), en España Pablemos habla de un "régimen del 78" que nos estaría privando de representatividad (cuando los partidos constitucionalistas representan a más del 70% de la población). Cada agente de esta ideología global es my adaptable pero mantiene ciertas características en común: que si nos han robado un futuro prometido (cosa curiosa porque nunca habíamos sido tan ricos, sanos y libres como hoy), que si nuestros gobiernos no nos representan (jamás la humanidad participó de gobiernos y leyes tan inclusivas como las que disfrutamos hoy y en el caso español con muchísima más razón) y que si los poderes fácticos tratan de mantenernos adormilados y maleables con lo que Marx llamaría el control de la superestructura.

Art Young, The Liberator, 1923. No sé si es propaganda comunista o nazi. Mmm.
Y aquí voy a lo que considero una paradoja muy curiosa. Los populistas (a falta de un nombre mejor, habrá que buscar uno, digo yo) insisten en que las ideas y conceptos que el hombre común utiliza responden a un programa inoculado por quienes controlan las opiniones: dueños de prensa y televisiones, actores de cine, profesores universitarios, escritores, etc. Este programa dificilmente definible es lo que llaman "marxismo cultural".

El marxismo cultural sería la razón por la que no recibimos a inmigrantes morenos a puñetazos, la razón por la que se acepta que una persona se opere los genitales para estar a gusto con sí misma, la razón por la que se deja a Arabia Saudí construir mezquitas en Europa, etc. Sería un totum revolutum que habría establecido una cadena de contravalores o antivalores en Occidente con el fin de destruirlo.

Lo curioso es que el origen del concepto de marxismo cultural está en el bolchevismo cultural que era la acusación que hacían los nazis del llamado arte degenerado. Ciertas manifestaciones artísticas eran incompatibles con la vida alemana porque promovían antivalores. El mayor antivalor de todos sería el multiculturalismo. Este concepto de "lo degenerado" llega a nuestros días bajo los epítetos de multiculturalismo, marxismo cultural y corrección política. Hasta tal punto son reconocibles estas etiquetas que se empiezan a usar sin vergüenza (los discursos contra lo políticamente correcto empiezan a emplear estos términos sin eufemismos, términos que tienen un origen nazi. Recordemos que el nazismo sería el actual populismo en un estado químicamente puro).

La estética de manga es una movida especialmente retorcida.
Y si lo curioso es que acusar de marxismo cultural se trata de un invento nazi, lo paradójico es que se trate, en la práctica, de un concepto marxista. El marxismo cultural no comprende los medios y relaciones de producción pero sin embargo los determina e influye en ellos, ergo se trataría de la superestructura que describe Carlos Marx en Una contribución a la crítica de la economía política (1859). Los populistas que se quejan de "la corrección política multiculti que destruye Occidente" están siendo revolucionarios en sentido marxista. Por supuesto, ellos no son conscientes de esto (probablemente los populistas de izquierda sí son conscientes, pero son minoría y poco tardarán en ser tragados por la corriente principal de racismo nazi. Les faltan cinco minutitos para ser asimilados).

La idea de combatir la corrección política está estrechamente vinculada a la idea de subvertir el orden establecido. Así, para el populista las actuales instituciones no responden a lo que "de verdad" necesita la comunidad política (pese a ser representativas de la comunidad política, cosa bastante rara). La obligación, por tanto, es crear nuevas instituciones que respondan a lo que "realmente" necesita la gente.

Decía una convocatoria de Bildu, Pablemos, BNG, ERC y otros de hace seis meses: «nuestra labor como pueblo es defender en la calle lo que en las instituciones no parece posible». Ahí está operando la desconfianza hacia el poder establecido que vincula a todo el populismo moderno. En ese mezclar calle e instituciones o sacar las instituciones a la calle tenemos la enmienda al sistema propia de todos los que hablan de incorrección política.

Oh, inmigrantes
Está muy bien este tuit porque mezcla stalinist diplospeak ("un país que X es aquel que Y") y un member-berry ("carbón autóctono").
La masiva llegada de inmigrantes a Europa debido a la Guerra Infinita de Oriente Medio y África y la campaña electoral americana donde el candidato Trump habla de construir un muro con México hace de la inmigración y sus derivadas uno de los principales temas con los que se entretiene la chavalada populista.

Apuntaba antes que buena parte de este asunto se trata en realidad del viejo racismo de toda la vida. Yo no veo a ningún populista austríaco quejándose de la inmigración islandesa. Aunque en España el tema se trate de refilón porque somos un país católico y de emigrantes aquí también vemos ciertos reflejos de este asunto. Ahí está nuestra izquierda reaccionaria aprovechándose políticamente de los inmigrantes en los Centros de Internamiento y aprovechándose económicamente de los inmigrantes al grabar soporíferos y lacrimógenos documentales.

Luego tenemos el asunto del racismo interno. Aquí tenemos a racistas que hacen apología de la diferencia con sus paisanos de otras regiones. Viejo asunto del que suelo escribir así que no me extiendo.

En el gran angular de las cosas la inmigración se ve como una amenaza que diluye la raza y la "cultura" y que favorece la "diversidad" que es un concepto de lo políticamente correcto. Como apuntaba antes, la tendencia demográfica supone la lenta desaparición de la población autóctona europea y su sustitución por gente bárbara que reza a la Meca. Se insiste mucho con esto y parece que no se puede contraargumentar.

La verdad es que hay un contraargumento muy fuerte. Los nacionalistas repiten constantemente nuestros datos demográficos: tasas de fertilidad por debajo de la tasa de sustitución, envejecimiento de Europa, retraso de la edad del matrimonio, aumento del número de divorcios, etc.

De lo que no hablan tanto es de los datos demográficos de los países de origen de los inmigrantes. Claro.

Lo que no se suele recordar

Gogós en la inauguración de White Beirut, una discoteca de Beirut.
Desde la Segunda Guerra Mundial las mayores caídas de la tasa de fertilidad se produjeron en países de mayoría musulmana: Oman, Irán, Kuwait, Argelia y Libia. En Bahréin, Irán, Líbano, Qatar y Túnez la tasa total de fertilidad está por debajo de la tasa de sustitución (2,1 hijos por mujer). El crecimiento de la población en Oriente Medio está por debajo del 2% excepto en las tiranías del Golfo Pérsico que reciben una fuerte inmigración de Bangladesh, India, etc. Precisamente son los países que hoy están en guerra —Siria, Irak, Yemen— los que presentan una evolución más lenta.

Lo que quiero decir es que los países moros y los subsaharianos (de donde viene la inmigración a Europa) están pasando por la misma transición demográfica que pasamos nosotros con la diferencia de que ellos pasarán en una generación lo que nosotros pasamos en tres. En líneas generales en todo el planeta se produce el mismo fenómeno: la reducción de la tasa total de fertilidad, el aumento de la escolarización femenina y el retraso de la edad del matrimonio. Y esto se produce gracias al comercio internacional, a la apertura de fronteras y al aumento de la planificación familiar, es decir, gracias a aquello que combaten los populistas.

No digo que con esto se vaya a frenar la inmigración (es más, en el medio plazo aumentará porque aumentará la renta per cápita de los países de origen y los jóvenes desempleados) pero sí que la reubicación poblacional no va a ser infinita. Igual —esto es absoluta especulación— en pocas décadas nuevas oportunidades de trabajo especializado aparecen en zonas del Trópico de Cáncer y habrá un nuevo populismo africano que diga "que no vengan los demonios blancos" (autores de ciencia ficción, tomad nota).

El mundo está cambiando y cada día lo hace de forma más rápida. Las ideas y miedos que pretenden sacar una foto estática del mundo y hacernos quedar ahí son inútiles. Está claro que grandes problemas requieren grandes soluciones y hoy parece que funciona el pensamiento pequeño y flácido. Ante el pensamiento pequeño la estética fuerte puede resultar muy atractiva pero yo creo que no soluciona nada. Y además estoy en contra del determinismo. Fin.


miércoles, 19 de octubre de 2016

Alsasua contra los derechos civiles

En un pueblo de Navarra cuatro personas tomaban algo en un bar y varias docenas de abertzales les dieron una paliza que los mandó al hospital. Este es el resumen de la historia, a partir de ahí cada uno tira del hilo que más le conviene: unos insisten en la profesión de dos de los tipos que estaban en el bar (guardias civiles), otros recuerdan que el ayuntamiento racista permite fiestas públicas de escarnio al Jefe de Estado y los cuerpos policiales, hay quien señala incidentes previos relacionados con la lucha antidroga en ese pueblo (recordemos que los proetarras no viven del aire). En fin, los hechos concretos de este suceso no nos importan demasiado.


A donde me dirijo es a los satélites que orbitan este suceso. ¿Cosas que a mí me parecen relevantes? A mí me parece relevante que se permita alegremente la actividad de plataformas discriminatorias y racistas en nuestro país. Me parece relevante que incluso entre quienes no comulgan con esas plataformas se comulga un poquito con esas plataformas: me refiero a la parte de las conversaciones que se sobreentienden. A la parte de los discursos y declaraciones que no se dicen porque no hace falta decir. A la parte de las imágenes que van calando. Pongo ejemplos muy prosaicos: los mapas del tiempo en las televisiones autonómicas, los nombres de las secciones de los diarios, los nombres de los grupos parlamentarios, la insistencia en decir que aquellos tipos eran guardias civiles (esa microjustificación: "lincharon a un hombre", "¿cómo?", "era negro", "ah"), las constantes declaraciones de cargos públicos y presentadores de la tele (la tele es el mayor instrumento de aprendizaje que hay) aludiendo a que en su pueblo son diferentes. La apología o defensa de la diferencia que se hace constantemente aunque sea una diferencia inventada que responde a intereses partidistas. Y por fin, la permisividad de diferentes gobiernos centrales hacia este estado de cosas (que es lo que a mí me produce más arcadas).

La configuración administrativa del estado no ayuda en nada de esto: las administraciones regionales forman parte de la estructura del estado pero se dedican a crear lealtades alternativas a la del estado. Una vez que la gente es más leal a su aldea endogámica que a su país tienes un problema de aplicación de la justicia en esa aldea. Esto sucede en Guipúzcoa, en el Lebensraum vasco de Navarra y en otros lugares pero nadie parece tener prisa por arreglarlo. Es más, ni siquiera se intenta solucionar porque está mal visto. Luchar contra la discriminación y el discurso del odio en España —y me refiero a la discriminación real no a las chorradas de salvar a la foca monje— está mal visto. (Una inexistente educación filosófica también opera aquí: la gente no sabe qué significa "tolerancia" o "ley", por ejemplo).

Antes de entrar en un sitio en el que no hay derechos civiles leed bien los carteles.
¿Por qué está mal visto? Buena pregunta. En primer lugar existe una tendencia del estado en mantener el statu quo: todo estado es conservador por naturaleza (que Navarra sea una Comunidad Foral es consecuencia de un anexo de un tratado de paz de una guerra civil de hace 180 años). En segundo lugar, existe un interés partidista: "yo dejo que tú hagas ahí si tú me dejas hacer aquí a mí". En tercer lugar está la configuración de los mitos políticos españoles: en las izquierdas se relaciona la defensa de España con la defensa de la dictadura franquista y en las derechas tenemos los pactos silenciosos mencionados en la anterior oración.

Existen obviedades que tocan este asunto que tienen muy mala prensa y por eso no se discuten. Las leyes de concierto económico son dos excepciones que se otorgan a dos regiones y parece que es pecado quitarlas (o extenderlas al resto de regiones). Se da por hecho que es una región la que decide cómo se financia el resto en lugar de ser el parlamento nacional (ya que cómo se financia una región afecta a todo el país). La apología de la diferencia de la que hace gala una sociedad enferma como la de Alsasua existe en el resto del país tan solo un grado por detrás.

Abrazo de Vergara.
A resolver el entuerto no ayuda nada que las izquierdas hayan decidido no tener una teoría del estado, una posición política sobre el estado más allá de los cuatro lugares comunes de botellón adolescente ("¡federalismo!", "¡confederalismo!", "¡que todo el mundo vote todo con el móvil!", etc). Tampoco ayuda nada que aquellos que parece que defienden ese principio liberal de que la acción del estado llegue a todas las esquinas de la nación lo hagan por mera pose estética, en mayúsculas y con avatares en tuiter con la bandera del pollo (o del águila de San Juan según a quién preguntes).

Sinceramente no sé lo que tiene que pasar para resolver un entuerto que cumple 100 años pero sí sé que ir postergando el problema igual no es buena idea.

Qué combatimos

En algunas capitales europeas hay barrios que llaman "no go zones" o sitios a los que no ir. Incluso algunos ayuntamientos tienen leyes especiales para ciertos barrios: se prohíbe pasear a perros (os recuerdo que el Islam prohíbe los perros si no son para el pastoreo), cierta indumentaria y muestras de afecto para no "perjudicar la convivencia" (igual alguien debería de definir el concepto de convivencia).

Cartel electoral de AfD que alude a las "zonas a las que no ir".
La creación de guetos endogámicos tiene que ver con procurar mantener la homogeniedad fuera del gueto. El principal problema de esto es que... tienes guetos. Ciertamente estos casos no tienen mucha relación con nuestros irredentistas locales pero sí hay ciertas similitudes entre la aspiración de los predicadores salafistas y la aspiración de los que quieren "derecho a decidir": a ninguno de los dos le gusta la Guardia Civil, ni los símbolos del estado, ni que autoridades externas supervisen el cumplimiento de la ley y su base doctrinaria son nubes de colores (en resumen: particularistas e irracionalistas).

A los que sí se parecen más nuestros racistas locales es a los racistas de la vieja tierra del algodón. De hecho, en la misma Alsasua, existe una organización cuyo fin es expulsar a la Guardia Civil del pueblo. Esa organización —con el visto bueno del ayuntamiento, claro— hace fanfarrias populares donde queman muñecos de guardias civiles y la gente se echa unas risas mientras los niños tienen día de fiesta.

El aspecto de una sociedad enferma


En los condados de Wayne o Forsyth del estado de Georgia también "quemaban cosas" para que "ciertas personas" se fueran del pueblo. Por supesto con la aquiescencia del ayuntamiento.

Si son cuatro gatos no hacemos nada porque son cuatro gatos y si son muchos no hacemos nada porque son muchos. A mí esto no me sirve.
Uh. Si los proetarras ven que los comparo con el Klan igual no les parece tan gracioso. A mí me da un poquito igual lo que les parezca o deje de parecer. A mí me preocupa más la acción de la autoridad y ver cómo se repite siempre la misma historia. La historia del odio.

Después de la Guerra de Secesión se aprueban unas enmiendas a la Constitución de los EE.UU. y se extienden los derechos de ciudadanía y voto a la población negra. El caso es que los negros tuvieron que pasar cien años más sin ser completamente ciudadanos porque las autoridades locales escribían las notas al pie de las leyes. Así, un ciudadano negro del sur tenía derecho a voto pero la ley local exigía el pago de una tasa. La población negra con menor poder adquisitivo no se la podía permitir y a los blancos que iban a votar el colegio electoral no les decía nada si no pagaban esa tasa. Si un trabajador negro protestaba en su trabajo se le despèdía y el resto de empleadores locales recibían aviso de no contratarlo. La diferencia de salarios y la imposibilidad de obtener ascensos para los trabajadores negros los mantenía en una posición subalterna. Las leyes de segregación les reservaban peores lugares en los espacios públicos con el objetivo de "preservar la pureza racial" y perpetuar s condición de ciudadanos de segunda. Las escuelas de negros estaban peor financiadas que las de blancos. Etc.
Sobre el papel negros y blancos tenían exactamente los mismos derechos pero el papel no aguanta la realidad. Fueron las autoridades locales del sur las que mantuvieron el racismo oficial hasta que el gobierno federal empezó a mandar allí precisamente a la Guardia Ciivil.

—No nos interesan sus historias sobre el viejo Mississippi, ¿por qué motivo se marchó?
—Bueno quería... cambiar de paisaje. Ya sabe: el pan de maíz empezaba a sentarme mal.
—Si tan mal le sienta, señor hombrecito del FBI, ¿por qué no se acaba la cerveza y vuelve con sus jefes comunistas del norte que tanto aman a los negritos?
—Ja, ja, seguro que no conoce a mi jefe, el señor Hoover. A él no le gustan los comunistas en eso estaría de acuerdo con usted.
—Me importa un carajo con quién esté de acuerdo su señor Hoover. Sólo sé que tenemos cinco mil negros en este condado que todavía no se han inscrito para votar y haré lo posible para que no se inscriban jamás. Así que dígales a esos pijos de mierda de Washington que no nos van a cambiar ni un tanto así... o pasarán por encima de mi cadáver y el de un montón de negros.

Este tipo de conversaciones se dan todos los días en multitud de lugares de nuestro país. Hay como burbujitas de excepciones a la igualdad ante la ley o lo que es lo mismo a la autoridad del estado y se deja correr. La analogía con el viejo Dixie es inmediata si atendemos a lo que hacen las autoridades locales.

Para muestra la declaración del ayuntamiento de Alsasua depués de que algunos protestaran contra el Klan (si nadie dice nada ni habrían sacado un comunicado ya que "el sur es así" y "estas cosas pasan").


Yo espero poder ver este documento algún día en una vitrina del Museo del Odio que tanta falta nos hace. En la audioguía de ese museo podremos escuchar cómo se pone el acento en que de las cuatro personas que recibieron la paliza dos eran guardias civiles, recordándonos a esos titulares tipo "tres hombres y un chino..." que permiten apreciar cierta peste nauseabunda.

El ayuntamiento de Alsasua, Mississippi, 1947, condena "todo tipo de violencia" incluyendo "las pequeñas violencias" "vengan de donde vengan". Es decir, ahí les parten la cara a dos chavales y a sus novias (¿cuántas quejas de las feministas de guardia? ¡cero!) y el ayuntamiento condena la disputa por Cachemira y la guerra de Sudán del Sur. Si el ayuntamiento fuera una persona se le diagnosticaría una psicopatía.

El ayuntamiento muestra su solidaridad con los guardias civiles agredidos junto a sus novias... al mismo tiempo que seguirá apoyando a la organización que demanda la expulsión de la Guardia Civil del pueblo. Cabalgar contradicciones supongo que es esto.

El ayuntamiento apuesta por la convivencia. Yo diría que tiran el dinero porque apuestan por algo que ellos mismos se esfuerzan por perder.

"El ayuntamiento muestra su rechazo..." ahora sí, ahora es cuando vas leyendo y te esperas encontrar "muestra su rechazo hacia los racistas e intolerantes que usan la violencia y el miedo para imponer su cerrada idea del mundo sin respetar la integridad de nadie que no piense como ellos", pero no. Muestran su rechazo "a la prensa por dar una imagen equivocada del pueblo". Ya sabéis: esos amigos de los negros del Washington Post y del New York Times. El Ombligo de Alsasua es toda la prensa que ese pueblo necesita y si no te gusta el pan de maíz te largas.

El quinto punto es gracioso: al ayuntamiento le preocupa que la policía investigue el linchamiento. En Endogamialandia cuando la víctima es negra la investigación del crimen es mala para la convivencia de los blancos. Claro.

En el sexto punto dicen que quieren avanzar hacia la paz y la convivencia pero que si no te gusta el pan de maíz ¿a qué esperas para largarte de su pueblo, amigo de los negritos?

Los tontos útiles


Pasan los días y se van sucediendo las réplicas del terremoto. Básicamente todas se concentran en la idea de que si a una chica la violan la culpa es suya por llevar falda. Ahí está el jefe del círculo Podemos de "policías trabajadores demócratas" (sic) diciendo que la culpa era de las víctimas por estar en un bar donde él cree que sólo pueden entrar gente que comparte cierta opinión política. Y este señor fue policía.

La presidenta de Navarra fue a visitar a los heridos al hospital y condenó los sucesos y a continuación volvió a reunirse con sus socios de gobierno de EH Bildu, partido que considera estos sucesos una pelea de borrachos. Vamos, el comportamiento normal de una persona cuya brújula moral está desnortada.

Añado que el gobierno de Navarra tiene una consejería de "Convivencia y Paz" cuyas competencias alguien me las tiene que explicar con un osito de peluche señalando las zonas donde le ha tocado.

Voy acabando

No tengo solución para curar la enfermedad de odio y miedo que cubre con un tétrico manto pueblos enteros de nuestro país pero podíamos al menos fijarnos en cómo solucionaron en otros sitios problemas similares. Ahí está JFK federalizando la Guardia Nacional de Alabama y cuidando que todo apareciera en televisiones de todo el país. Un plan con dos patas: hacer presente al estado allá donde se discute y procurar que todo el país esté informado y participe de ello.

Un ejemplo anterior lo tenemos en la desnazificación de Alemania, un proceso que hizo pasar por el juzgado a millones de personas y no había Internet. Yes we can.






sábado, 15 de octubre de 2016

El nivel de victoria aceptable

Cuando los lados de un conflicto aceptan que las condiciones de victoria y derrota no pueden ser pactadas el conflicto sólo se soluciona con perdedores y ganadores. O mejor dicho, la postcondición del conflicto es que cada participante cambie su estado de participante a perdedor o ganador. La cuestión es definir qué significa victoria, asunto que variará según los objetivos planteados por cada participante. De manera clásica y al estilo chino la victoria se logra en el momento en que el enemigo deja de querer combatir.

«Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo no temerás el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo pero no al enemigo, por cada victoria sufrirás una derrota. Si no conoces al enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla» (El arte de la guerra)..
Era un partido de la liga infantil local, de su segunda división concretamente. Niños de doce años del Montañeros B y del Eirís se enfrentaban con el objetivo de alcanzar la victoria en un partido de fúbol. Montañeros B es un equipo muy superior al del Eirís y no le costaba marcar goles al contrario. Con una diferencia de goles abultada a la hora de ir al descanso, se dio instrucciones a los jugadores de bajar el ritmo "para no abusar": jugar atrás, tocarla mucho, etc. Esto hizo que en la segunda parte la defensa del Eirís se adelantara, dejando todavía más oportunidades al contrario para marcar todavía más goles. Al término del encuentro el Eirís había encajado 25 goles y el Montañeros ninguno. Clara victoria para el equipo visitante. Una pachanga más entre chavales que carece de importancia ¿verdad?

No.

Sería una pachanga más entre chavales si estuviéramos, yo qué sé, en 1960, en plena transición demográfica, en un mundo en el que las fábricas echan humo y se acepta y donde el concepto de límite permitido de consumo de alcohol para conducir es una idea graciosa. Un mundo donde en los largos viajes en avión los cubiertos son de metal y a los niños se les regalan navajas por su cumpleaños. Pero ese no es nuestro mundo. En nuestro mundo se escucha las advertencias de los pedagogos sobre cómo se traumatizan los niños por perder una pachanga de fútbol. En nuestro mundo tenemos psicólogos que llegan casi antes que las ambulancias cuando sucede una catástrofe. En nuestro mundo la comprensión y la tolerancia son conceptos que desbordan su significado original y se emplean en todas las facetas de la vida.

Ceutíes antiguos jugando a algo parecido al fútbol.
Así, resulta que los niños que participaron en ese encuentro "no aprendieron ningún valor". Yo esto lo pongo en duda: los niños aprendieron que cuando uno juega mejor que otro, gana. A mí me parece una lección muy rica e imprescindible precisamente para los niños (en la infancia sucede todo, dijo alguien). Ah, pero no. Resulta que una victoria abultada no es útil para que los niños aprendan disciplina, esfuerzo, trabajo en equipo, solidaridad, el respeto a los demás, etc.

Se pretende que el objetivo educativo de un partido de fútbol entre chavales sea solidarizarte con el adversario, jugar mal a propósito, dejarte marcar goles... borrar los conceptos de victoria y derrota. A estas alturas del texto muchos ya sois conscientes de que no estoy hablando de partidos infantiles de fútbol (si os interesa el tema os diré que a partir de ese encuentro se estudia cambiar las normas para evitar resultados abultados. Esto no es nuevo: cuando sucedió algo similar entre Australia y Samoa Americana (31-0) a Australia la pusieron a jugar en la competición aisática).

Yo no tengo opinión formada sobre qué reglas deben regir en una competición infantil pero sí me gustaría pensar sobre las reglas que rigen la formulación de esas reglas porque esta anécdota es uno de esos fogonazos que reflejan muy bien nuestra época y pasan desapercibidos. El fútbol es un deporte en el que existen condiciones de victoria y aquí lo que tenemos delante es un debate sobre qué constituye una victoria aceptable. Es decir, aquí se está manejando la idea de "victoria inaceptable". Esto puede funcionar en partidos entre niños (los niños no hacen las reglas igual que en las peleas de gallos los gallos no hacen las reglas, la condición de victoria la pactan agentes externos al conflicto) pero no puede valer para conflictos de mayor entidad.

En el mundo real las condiciones de victoria no se pactan. No existen comités que puedan imponer condiciones a los participantes. Cuando esos niños sobrevivan a años de pedagogía y salten al mundo desarmados, amedrentados y serviles se enfrentarán con otra gente cuyo nivel de victoria aceptable es totalmente diferente.

—Señor adversario al que tolero respeto y comprendo, puede dejar de golpearme, ya ha demostrado su punto.
—No. Voy a seguir golpeándote.

La modulación de la idea de victoria (derrota) lleva aparejada la modulación de la idea de enemigo (amigo, aliado) e incluso de conflicto (guerra, choque). Si estiramos mucho el significado de victoria puede que en los conflictos del futuro nuestros enemigos no sepan que han perdido o incluso que nosotros no lo sepamos. Esto se ve mucho mejor con la idea de guerra: en nuestra época no sabemos cuándo estamos en guerra y cuándo no. Antiguamente había declaraciones de guerra y tratados de paz. Hoy estamos metidos en una suerte de pequeña guerra continua cuyas condiciones de victoria nadie nos explica y parece que lo aceptamos.

Lo normal en medio planeta es que "policía" o "ejército" sean otros nombres que reciben grupos armados aleatorios.
Yo sospecho que aquí está funcionando algo parecido a la superstición: no nombrar algo logra que ese algo no exista. Sin embargo, quienes no estamos tan encantados de conocernos como los pedagogos y los cantautores—permitidme que los coloque en la misma categoría— sabemos que ahí fuera las ideas de guerra, victoria, derrota, enemigo, etc. están siendo utilizadas constantemente y que nuestra paz, solidaridad y tolerancia son asuntos de consumo interno.

Por ejemplo, la idea de paz. Para nosotros la paz es la ausencia de conflicto pero para un wahabista atolondrado la paz es que todo el mundo sea devoto del profeta. Si tú firmas un tratado de paz con un wahabista esperas que ninguno de los dos dispare pero el wahabista espera que te conviertas a su versión del islam. ¿Cuál es entonces el nivel de victoria aceptable para uno y otro? Tate.


Y ahí, en el problema del nivel de victoria aceptable tenemos a los niños de aquel partido de fútbol. Los que pierden 25-0 aprenderán que siempre habrá un colchón para dulcificar su derrota (lo importante es competir, etc.) y los que ganan 25-0 aprenderán que ganar no es el objetivo de un conflicto y que a veces es lo mismo que abusar.

Qué queréis que os diga, a mí me bastaba con aquello de ser humilde en la victoria y orgulloso en la derrota, pero claro, para que los niños aprendan esto los que les enseñan deberían saberlo.

Relacionado: Philip Max, autor teatral



jueves, 13 de octubre de 2016

Un mundo feliz (1932)

Antes de escribir Un mundo feliz Aldous Huxley era un autor satírico. En sus libros de la década de los felices 20 describía a la clase alta de su época con no poco cachondeo y criticaba el cinismo de intelectuales y artistas de renombre que navegaban en una sofisticación circunscrita a ambientes elitistas mientras el resto del mundo se recuperaba del horror de la Gran Guerra y era intoxicado por la fiebre totalitaria y la nueva moda de la política dirigida a la masa.


De su obra más conocida se han escrito innumerables trabajos. Con Un mundo feliz sucede lo que con todas las obras clásicas: todo el mundo ve ahí lo que quiere ver. Nada tengo en contra de las conclusiones que saca el personal al fin y al cabo los juicios surgen del conocimiento y experiencias de cada uno. Lo que sí echo un poquito en falta es recordar que la motivación primera de Un mundo feliz no era la de ser ninguna fábula sobre los riesgos del consumo en masa, del progreso, del desarrollo de las técnicas de eugenesia y condicionamiento psicológico sino el ser otra sátira más, en este caso... de las fábulas sobre las virtudes y vicios del progreso que tuvieron éxito en las primeras décadas del XX.

Me explico. Por una parte la interpretación común de Un mundo feliz es la denuncia del progreso. Quienes así lo interpretan nos advierten de los peligros del hedonismo social y de poner la ciencia al servicio de los placeres humanos. Al mismo tiempo hay una crítica a la sociedad de consumo cuando en el libro nos dicen que al tener todo disponible ya nadie quiere nada. Un mundo feliz sería así una distopía que nos enseña un mundo futuro en el que se ha construido una utopía —todas las necesidades están cubiertas y el conflicto no existe— por la que la humanidad ha tenido que pagar el precio de desconocer el amor, el arte, la inventiva, etc.

Pero es que por otra parte podemos interpretar la obra en el contexto de la carrera literaria previa de Aldous Huxley. Así, esta novela vendría a ser un juego satírico, casi humorístico y con la vista puesta en el éxito comercial ya que la pretensión no iría más allá de la inspiración en obras como las de H. G. Wells —Una moderna utopía, por ejemplo— o los ciclos de espada y planeta o los ensayos del socialismo científico en los que innumerables autores nos describen la sociedad "como se supone que debe ser".

El gafapastismo y cejijuntismo de interpretar Un mundo feliz como una llamada de atención ante la deriva egoísta y narcisista que toma la sociedad desaparece en el momento en que pensamos la obra como una sátira de la gente que se pasa el día advirtiéndonos del egoísmo y narcisismo de la sociedad.

Tomad por ejemplo Las uvas de la ira o incluso La cabaña del tío Tom. Obras clásicas de las que han surgido infinidad de trabajos derivados y debates sobre las injusticias y calamidades de sus épocas que son las injusticias y calamidades de todas las épocas (por eso son clásicas, vaya). Imaginaos versiones satíricas de estas obras. Mejor aún: imaginaos que descubrimos documentos de sus autores en los que confiesan que todo era una sátira sobre los tíos pesados que se pasaban todo el día hablando de las calamidades de sus épocas. Claro, la interpretación cambiaría totalmente y mucho listillo se enfadaría.

"We're not too stupid and we're not too bright. To be a gamma is to be just right".
En el fondo mi problema es la manía que tienen muchos de sacralizar cosas. Un mundo feliz no es una novela de ciencia ficción donde se explora cómo cambia el ser humano en un ambiente en el que se aplica cierta tecnología (fecundación in vitro, condicionamiento psicológico, reparto obligatorio de droga, estratificación social, etc.) sino una denuncia del rumbo que está tomando la humanidad, es decir, una novela que ya no es de ciencia ficción sino moralizante. Y ahora pienso en los listos que no pisan una iglesia pero que apestan a púlpito.

Lamentablemente nada de esto es exactamente así. Aunque la motivación inicial de Aldous Huxley era la de escribir una sátira de las historias de Wells, por el camino experimenta con el sentido moralizante y se da cuenta del potencial que tiene. Posteriormente, ya labrada su fama, Huxley continuará explorando esa (jugosa) vía en sus múltiples apariciones públicas y obras, denunciando el rumbo que toma la humanidad (creo recordar que se convierte al hinduismo, cosa que hacen los occidentales que no están muy bien de la cabeza, añado).

Si hay algo que caracteriza el pensamiento humano es la disonancia entre cómo son las cosas y cómo cree que son las cosas. Disonancia que crea un espacio intermedio que cada uno rellena con el cómo deberían de ser las cosas. Sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial y pese al trabajo de algunos autores de la edad de plata de la ciencia ficción que nos hablan de la tecnología puesta al servicio del hombre, la descripción del rumbo futuro de la humanidad ha sido cubierta por un manto oscuro.

Así, si anacrónicamente interpretamos Un mundo feliz como una distopía, pero una distopía luminosa en el sentido de que la población general no lo pasa mal, 1984 vendría a ser una distopía oscura donde la población general (al menos la mayoría) lo pasa muy mal. No son pocos los trabajos que comparan las dos obras y a estas alturas sería un repetitivo ejercicio de pereza mental el insistir en ello. Sin embargo, es necesario hacer notar que las distopías a partir de 1984 pasan a ser todas oscuras y que el modelo de utopía lo mata la propia 1984. A partir del horror de las bombas atómicas ya no existen trabajos relevantes sobre descripciones utópicas del mundo al estilo de Wells o de los viejos anarquistas. Ciertamente hay destellos de estas utopías en algunos trabajos pero ya no forman un género propio.

¡Por Ford!
Y reconecto sutilmente con el tema de la disonancia apuntado antes. Me llama especialmente la atención que precisamente después de la Segunda Guerra Mundial no se explore el género utópico porque lo que nos ha demostrado la historia es que el mundo no está condenado a un futuro tecno-lúgubre. Tal como se describía la extrema pobreza en los años 80 hoy podemos decir que está erradicada; la alfabetización, la longevidad, la desaparición de enfermedades, el número de víctimas y desplazados por los conflictos, la renta, el tiempo libre,... cualquier indicador que mida la calidad de vida en cualquier lugar del planeta se ha disparado y cada vez los cambios son más rápidos. La realidad contrasta con la insistencia del relato del oscuro futuro que nos aguarda. Habría que explorar el por qué de esto.

Volviendo al libro de Huxley y dejando a un lado la cansina lectura como fábula que explica lo malos que somos los seres humanos, la obra tiene algunos puntos que la hacen particularmente interesante. Por ejemplo, me gusta mucho el asunto de la estratificación social de la cuna a la tumba cuando todavía no se había descrito la teoría genética basada en la molécula de ADN y cuando tendrían que pasar 40 años hasta la primera fecundación in vitro. Huxley usa todo lo que se conoce en su época (1932) para explicar cómo son las personas en ese futuro fantástico. Y ahí mete la selección de rasgos, el condicionamiento pavloviano, el preconsciente de Freud y después en la organización social de los individuos adultos tira del hilo de la producción en cadena de Henry Ford y de la teoría de la gestión de la empresa industrial de Taylor. El viejo Aldous lo usa todo.

"Epsilon minus semi-moron".
Otra cosa. El salvaje aprende a leer con las obras completas de Shakespeare y cuando visita Londres expresa parte de su pensamiento recitando versos de ese autor. ¿Os habéis fijado que sibilinamente eso se ha convertido en un cliché? Recuerdo que en Mensajero del futuro (vagamente del mismo género) el malo cita a Shakespeare para distinguirse de la soldadesca que le sigue.

Más. Dejando a un lado el antisemitismo descarnado de Henry Ford, el industrial americano que en Un mundo feliz pasa a ser una figura semi-religiosa, no es sólo conocido por poner en práctica la producción en cadena sino por bajar mucho los precios de sus automóviles haciéndolos asequibles para el gran público y al mismo tiempo por subir los salarios a sus trabajadores y mejorar sus condiciones de trabajo. No sé si es una anécdota real de Ford pero se cuenta que aspiraba a que sus obreros pudieran comprar los mismos coches que fabricaban. Este tema está presente en la novela de Huxley: consumo y producción como dos caras de la misma moneda. Incluso se podría decir que la relación que tienen los felices con el salvaje es de producirlo (es hijo de dos de ellos) y consumirlo (se acaba suicidando por la presión derivada de su contacto con los felices).

Los delta dan un poquito menos de asco que los épsilon pero aún así, tela.
La línea argumental del salvaje es tan importante como la descripción de la sociedad feliz. Se diría que es una historia mesiánica, redentora, pero truncada, inacabada. El salvaje tiene un punto de vista más parecido al del lector de 1932 y en manos de cualquier autor perezoso sin duda sería el hilo conductor de la redención o liberación de esa sociedad feliz. Pero no existe tal redención (parece que lo intenta en un momento dado cuando empieza a destrozar un puesto de reparto de soma) pues al salvaje lo exilian, lo convierten en una caricatura y después se suicida. Dije que no iba a entrar en comparaciones con 1984 pero si me permitís os recuerdo que Winston Smith es también un mesías truncado: al final de la novela O'Brien logra que Winston ame al Gran Hermano. La secuela del primer libro continuaría con el mundo feliz y sus mujeres neumáticas y la del segundo libro continuaría con la guerra infinita y la omnipresente Ada Colau con (más) bigote.

Hoy en día está prácticamente prohibido que las historias no acaben bien. Como nos insisten continuamente con lo mal que va el mundo, en la ficción necesitamos que las cosas acaben bien debido a nuestra necesidad de cierto desahogo espiritual o debido a alguna otra razón menos rimbombante y menos improvisada.

Recapitulo: la cuestión es no tomar Un mundo feliz como una distopía sino como una crítica a la utopía y tratar de diferenciar las dos cosas. Cuesta un poquito más, pero.