sábado, 30 de enero de 2016

Apuntes sobre el relato

La narrativa ha sido adoptada por las mayores empresas del mundo como parte de su estrategia interior y exterior. La narrativa —storytelling— sirve hacia el interior para unir a quienes trabajan, focalizar objetivos, tener visión de conjunto y no perderse por el camino en datos asépticos o simples fórmulas de cálculo y sirve tambien de cara al exterior para formar ideas en las cabezas de clientes y socios. Hace años que en Estados Unidos han empezado a experimentar con una Narrativa Nacional Estratégica (PDF, 15 págs.) a imitación del relato que fabricaron a partir de la década de 1940 (aquel relato que apuntaba a que los EE.UU. eran el faro de libertad y tenían que encargarse de la contención del horror comunista).


La narrativa nacional estratégica no es asunto que sólo interese a las grandes potencias. Muchos países que han ido apareciendo en las últimas décadas están experimentando con la construcción de sus narrativas nacionales como parte de la labor de construcción nacional —nation building—, construcción que va más allá de "hacer carreteras".

La narrativa nacional en España es un asunto especialmente delicado. España no se distingue de otros países europeos occidentales por albergar tendencias políticas de caracter extremista, frívolo o separatista (y cualquier combinación de éstas), sin embargo sí es de los pocos países del mundo que a estas corrientes las alimenta, las protege y las impulsa. Así, entre los actores que escriben el relato nacional cuenta con agentes a quienes les interesa que este relato no exista o bien en caso de existir, que el relato sea oscuro para poder ser rechazado.


Otra dificultad que encontramos al relatar España deriva del problema del ser de España ("problema" en el sentido de problema matemático o problema filosófico). ¿Somos los españoles producto de un mestizaje o producto de una resistencia? ¿La España visigoda era ya España o todavía no? ¿La civilización española que cruza el océano es una vaga imitación de la España del viejo mundo o reúne —y por lo tanto enseña— lo esencial del ser español? ¿Hasta qué punto influye la idea romana o helénica de lo universal en la estrategia global de la Monarquía Hispánica? El debate sobre las esencias sigue abierto y sus derivadas históricas también. Esto, que no sucede en otros muchos países, se suma, como digo, a la dificultad de planetar un relato de España.

Otra piedra del camino es el objetivo del relato. ¿Se trata de representar simbólicamente el momento histórico que vivimos los españoles o se trata más bien de hilar la parte que corresponde a España dentro de un relato mayor? ¿Se pretende describir una historia reciente o se pretende trazar las líneas de una historia futura?

El relato también lo forman imágenes. De hecho, hoy sería el componente principal.
Como vemos, tan solo plantear la cuestión del relato de España plantea dificultades que no sólo van más allá de mis limitadas capacidades sino que tal vez expliquen por qué hoy carecemos un relato de lo español. Evitando el esencialismo podemos saltarnos algunas de estas dificultades y plantear el relato en términos más manejables: frente a quienes quieren liquidar la nación por tedio, por implosión o por fragmentación, el relato español debe servir para proporcionar herramientas discursivas que hagan contrapeso a los tan numerosos como divagantes relatos alternativos o competidores.

Acercando el zoom de este modo, no dejo de lamentar que un relato así de lo español tan sólo sea visto como mera herramienta política y por lo tanto desoladoramente efímero. Ojo, esto no quiere decir que un relato que se oponga a los discursos hostiles a España sea inútil, tan solo quiere decir que no aparecerá en el "gran libro" ni podrá formar parte del perenne debate abierto sobre España y que entretiene a filósofos e historiadores desde hace varias generaciones (tristemente sin trascender al público).

Pinceladas de un relato


Como romanos que somos debemos aceptar que no aparecemos en el mundo sin deudas ni herencias. Lo que hay es producto de lo que han hecho otros antes y nada viene de la nada. El mundo no es una pizarra en blanco esperando la acción del demiurgo. El mundo tampoco es un juego con el que experimentar. Tenemos que basarnos en lo que ya hay construido.

Hay en circulación aproximaciones a relatos de España. El más próximo al que aquí pretendo esbozar es el que utiliza la Fundación España Constitucional (que como el Instituto Woodrow Wilson en EEUU quiere crear un discurso estratégico nacional aunque no sé si lo tienen claro porque van a trompicones). Esta fundación que reúne a ex-miembros de varios gobiernos de diferentes partidos políticos defiende la historia construida con nuestra Transición Política. En una declaración de septiembre de 2015 se apuntan las líneas magistrales de este relato:

Nuestra Constitución de 1978 ha marcado un hito en la historia de España. Nos permitió superar pacíficamente una situación prolongada de dictadura por vías de consenso, con cesiones recíprocas entre unos y otros, hasta alcanzar un dilatado periodo de convivencia democrática.

Nuestra Constitución ha propiciado la creación de instituciones democráticas, con respeto a las libertades públicas, desarrollo económico, crecimiento del Estado de Bienestar y extensión de la educación a todas las capas sociales. También ha consagrado una amplia descentralización política, con un desarrollo inédito de las diversas culturas, lenguas y valores singulares, que constituyen nuestro común acervo histórico. En concreto nunca antes gozó Cataluña de instituciones políticas propias de funciones tan amplias, ni de una autonomía tan profunda. Nacionalistas, republicanos y socialistas han gobernado en Cataluña con libertad.

Durante este periodo, el conjunto de España además ha mantenido también un rumbo adecuado, ratificando su vocación europeísta, como integrante de la Unión Europea, y ha sorteado las amenazas provenientes del terrorismo y de un golpe de Estado militar.

En un comunicado más reciente aluden al "espíritu de la Transición" para que los actuales líderes políticos tomen las decisiones que a ellos les gustan. (Exactamente igual que harían los chamanes invocando al dios de la lluvia).

El problema de base de este relato es que diversos valores singulares no pueden constituir un acervo común. Donde falla —es decir, donde yo no estoy de acuerdo— el relato del 78 es en lo del encaje y en lo de la diversidad. Que nuestros gobiernos siempre nazcan a cientos de kilómetros (mentales) de las zonas donde se cuestiona la solidaridad que depende de la comunidad de intereses compartidos es algo que en estos 40 años ha impedido a nuestros patriarcas ver que no estamos ante un problema que se pueda solucionar.

"Totó, me parece que esto no es Kansas".
Ha transcurrido tanto tiempo de periodo democrático como de periodo franquista y sin embargo el franquismo de 1940 se diferencia mucho más del de 1975 que la democracia de 1978 de la de 2016. El relato del 78 deja de ser un relato con vocación de permanencia cuando se convierte en mero discurso conservador. Un relato de España no puede ser la continua revivencia emocional de una generación porque eso frustra a la siguiente generación, crea desapego y hace surgir del fango a los peligrosos adanistas.

¿Significa esto que el relato del 78 hay que tirarlo a la basura? No. Lo primero que dije es que somos ciudadanos romanos. No tenemos a nuestros pies un mundo esperando a nuestra magia y ocurrencia. Se trata, creo, de incluir el desafecto en el relato y de reforzar los lazos que unen a varias generaciones.

Políticamente el 78 resolvió muchos problemas: básicamente las libertades hoy inocentemente dadas por supuestas y la creación de foros de debate pacífico, la discusión libre en casi todo el país y en casi todas las universidades, etc. Como en todos los países hay problemas pero se van resolviendo más o menos. El caso es que quizás por un afán hiperdemocrático les fueron concedidas a posturas extravagantes cuotas de poder inadmisibles en países de nuestro entorno. En aras de tolerar "todas las ideas" se ha instalado la presunción de que todas las ideas son iguales o merecen el mismo espacio público y esto no es así en ningún lugar del mundo que pretenda mantenerse en el tiempo. A mi juicio un fallo crítico del 78 tiene que ver con el Título VIII de la Constitución y el dejar las puertas abiertas a que algunas administraciones públicas vayan más allá de las funciones que les son asignadas.

En el plano social el 78 quizás por la misma razón antes descrita ha perpetuado un sistema de diálogo social que ha dejado en manos de sucesivos gobiernos una cambiante legislación laboral en función de intereses efímeros. La evolución de la forma sindical franquista a nuestra actual forma sindical no ha podido adaptarse a dos cambios fundamentales: por un lado la singularidad tecnológica y por otro la plena integración en la economía continental. El raro problema laboral español afecta de forma muy desigual precisamente a dos generaciones que hoy votan de forma diferente. Así también se rompe un país (y puede que más rápido).

Manel podría publicar sus viñetas en El Alcázar perfectamente.
Se trata de recomponer lo que se rompe para tomar impulso y hacerlo de tal modo que no caiga en saco roto el esfuerzo de los que estuvieron antes (esta casi es la definición canónica de "relato nacional").

Como dicen en la Fundación España Constitucional estas décadas han sido las mejores de nuestra historia, sí, pero la experiencia de estos años debe servir para ajustar lo que está desajustado. Temas como la legislación laboral y el reparto del poder tienen que volver a ser planteados y para ello es necesario contar con el máximo número de voces, como se hizo en el 78, pero ahora sabiendo que no todas las voces se merecen la misma consideración.


lunes, 25 de enero de 2016

Estudiar al enemigo

De Sun Tzu y Starship Troopers aprendimos que para vencer al enemigo hace falta conocer al enemigo. Una guerra que se libra con palabras (aunque no sólo) en la que el enemigo parece ser el único preocupado por dominar el significado de las palabras es una guerra que se va a perder. Sí, se puede postergar la derrota mucho desgastando al enemigo con photoshops graciosos e insultos de parvulario, pero al final ya no habrá nada que hacer (aunque toda derrota se puede ver como el comienzo de la siguiente guerra, es decir, de la siguiente oportunidad de victoria).


Contexto

Los chavistas españoles llevan al menos diez años organizando su famoso asalto al poder. No es casualidad que los conceptos que hoy emplean estuvieran circulando por sus tesis doctorales hace unos diez años. El despertar político u origen de esta tendencia la podemos situar en el momento histórico inmediatamente anterior al 11S, un momento del que hoy nadie se acuerda. En los años 99-01 estaba de moda entre la extrema izquierda del próspero occidente la movilización contra la "globalización" y todo lo que ello conlleva.


La respuesta a la globalización por parte de la extrema izquierda no es algo que cayera del cielo. Es a finales de los 90 cuando definitivamente la socialdemocracia —muerta en vida desde los años 70— da sus últimos estertores y palma. Es el tiempo del nuevo laborismo o tercera vía de Tony Blair y Gordon Brown y de la Agenda 2010 de Gerhard Schröder. Los principales líderes socialdemócratas de los principales países estandartes del Estado del Bienestar transforman lo que quedaba de la socialdemocracia en una muleta divagante de los partidos conservadores y liberales.

Así, "la izquierda" de los principales países europeos pasa a ser indistinguible en su política económica de sus rivales de "la derecha". Como mucho lo que les diferenciará serán reclamaciones sobre minorías o medioambiente, es decir, cosas que no plantean ningún reto al sistema político-económico.

Con la segunda muerte de la socialdemocracia vuelven a la palestra las discusiones que se tenían durante la primera muerte. Los grupos antiglobalización recuperan a Althusser, Lacan y Laclau entre otros. La revolución pendiente del París de 1968 iba a llegar a su culmen en las calles del Seattle del 99. Evidentemente no fue así porque la gente tiene mejores cosas que hacer. Luego llegaron los atentados masivos contra las capitales occidentales y los enemigos exteriores cobraron más importancia que los interiores.

Pero no te olvides de Haití.
Para enfrentarnos mejor a los chavistas españoles hay que entender sus fuentes. El problema es que ellos no nos las van a explicar porque salvo la elitista casta que les dirige, el podemita de infantería está instalado en la bobadita de turno como fiel infantería y carne de cañón que es. Como digo, estos autores que sobre todo publicaron en los 70 y los resucitaron hace quince años —con incorporaciones como Žižek. Claro, Eslovenia en los 70 madre mía— contienen las claves últimas que manejan nuestros altramuces.

Estos autores son posmarxistas lo que no quiere decir "después del marxismo", sino algo así como "el marxismo traducido en la posmodernidad". Curiosamente "posmodernidad" sí se acepta como "después de la modernidad" y al ser un concepto que se suelta y se deja colgando conviene desmenuzarlo un poco.

Posmodernidad

Creo imposible hablar de posmodernidad separándola de la primera muerte de la socialdemocracia. Si triunfa el consenso liberal en la economía y la política se debe sobre todo a que la socialdemocracia es incapaz de enfrentar una nueva situación. En 1973 la crisis del petróleo pone en evidencia el modelo de crecimiento industrial, paralelamente existe una terciarización de la economía —son los años de los últimos "proletarios" europeos con "identidad de clase"— y finalmente el que de repente les abran las ventanas y les obliguen a salir al mundo exterior se los pone de corbata a los socialdemócratas: nunca antes la socialdemocracia había tenido que desenvolverse en un marco no nacional.

Es el desmoronamiento de los consensos de la posguerra europea los que dejan sin discurso a la socialdemocracia (y la incapacidad del keynesianismo entonces imperante para resolver la estanflación). Las ansias de libertad y pan que derriban la tiranía del Imperio del Mal y sus satélites hacen que ni siquiera se pueda justificar la existencia de la socialdemocracia como freno a la propaganda comunista en Europa.

Frente a la confianza en el crecimiento equilibrado basado en el desarrollo tecnológico de "la modernidad", la "posmodernidad" se caracteriza por un pesimismo en el que ya no hay lugar para la utopía. El cuestionamiento contínuo del liderazgo, de las ideas y valores occidentales y la sustitución de la ideología por mercadotecnia completan el cuadro.

De estos escombros humeantes que deja el retroceso de la socialdemocracia surgen estos fantasmas posmarxistas como los cenobitas de Hellraiser surgen de la Caja de los Lamentos.

Los típicos posmarxistas.
La pregunta que tratan de resolver es "¿cómo podemos seguir quejándonos de todo y vender libros para no dar palo al agua si la democracia liberal se revela como el sistema político-económico que más libertades, prosperidad y seguridad proporciona más rápidamente a más gente del mundo?". Y como la pregunta no tiene respuesta, se la inventan.

Es entonces cuando aparecen las explicaciones extraordinarias, los irracionales relatos pesimistas y las herramientas para ganar a quienes no se avergüenzan de los logros sin parangón del impresionante mundo libre en el que todos pueden salir adelante y si no pueden, se les ayuda.


Uno de los instrumentos clave para armar ideológicamente el relato pesimista e irracional contra la realidad de las sociedades abiertas es la idea de hegemonía de Gramsci. La hegemonía gramsciana vendría a ser el poder adicional del grupo dominante para hacer coincidir los intereses generales con los suyos (es decir, para que Paco Pérez piense y opine como la señora Botín). Un ejemplo de hegemonía operando a toda pastilla es cuando el pago de la deuda pública adquiere una dimensión moral. La hegemonía se ve operando cuando una decisión de naturaleza política no se discute (aunque sea política, es decir, materia de discusión). Hegemonía tiene que ver con "sentido común", con "lo lógico", con "lo razonable". Digamos que la hegemonía es coerción no coercitiva.

Esta idea de hegemonía como véis cuadra muy bien con el mundo posmoderno que mencionaba antes: las marquesinas de las paradas de buses muestran a señoras que no vas a conocer en tu puñetera vida como vecinitas de al lado accesibles, los anuncios de televisión te enseñan coches que con una flexible financiación puede tener cualquier pepito (aunque le valga tres salarios anuales); sobre todo en el mundo publicitario aparece una idea hegemónica: querer es poder. Esta idea es muy criticada por la extrema izquierda porque no todo el mundo puede, como sabemos. Sin embargo —y esto es lo que no te cuentan— si cambias ese Audi por un Seat y a Charlize Theron por la cuñada de tu colega, tampoco lo vas a pasar mal. La alternativa empírica es esperar 15 años por un Trabi (y siempre que no estés en una lista negra).

Discurso

La obsesión por tanto es cambiar la hegemonía y esto se hace empleando la Teoría del discurso (otra de estas herramientas chanantes que usa esta élite extremista). La Teoría del discurso es una herramienta de análisis político según la cual sobre los fenómenos operan diferentes interpretaciones. En antropología tenemos las interpretaciones emic y etic de Pike que desarrolló su teoría unos años antes que la Escuela de Essex la Teoría del discurso. Cuando bebes de distintas fuentes ves que las cosas se van mezclando. La antropología cultural es también una disciplina hija de la posmodernidad.

¿El análisis del discurso es sinónimo de relativismo? No. El análisis del discurso es una herramienta de interpretación política y allá cada cual con su pan se lo coma (sin duda la orientación metodológica de este tipo de aproximación al análisis político sí es relativista, pero una cosa es la metodología y otra cosa es el análisis). Y entonces ¿qué diantres es el discurso? El discurso es el relato permanente que crea adscripción de carácter político. Discurso es lo que hace Beiras cuando dice que Galicia se parece a una colonia. Discurso es lo que hace Rajoy cuando atribuye a su gobierno la salida de la crisis que se comió con patatas el sector privado. Discurso es lo que dicen los altramuces cuando corean al unísono que X personas son tan ricas como el Z% de la población. Discurso es lo que hacía Manuel Fraga al reunir a miles de gaiteros en el Obradoiro en sus tomas de posesión.

¿Discurso es sinónimo de mentira? No. El discurso es un relato explicativo que tiene una intención política (buscada o no. Puede haber un discurso sin intención política que pueda ser interpretado políticamente, v.g. las muestras de "arte degenerado" de los nazis, aquellos artistas no tenían la intención de crear una identidad política, pero se la crearon los nazis a posteriori).

El discurso, como herramienta política, puede ser —es— empleado sobre fenómenos, en principio, no políticos. El naufragio del Prestige creó discursos políticos que poco tenían que ver con la resistencia de los materiales, la eslora del barco, el puerto de partida (descripciones objetivas) y mucho con el responsable de Salvamento Marítimo, el ministro de Fomento, el seguro del barco, el ahorro de costes del armador, la disponibilidad y medios de los servicios de emergencia, etc. Se construye un relato con intencionalidad política cuando la gente puede señalar con el dedo y decir "esos son unos cabrones" o "esos tienen razón, los cabrones son otros". Cuando aparece la palabra "cabrón", aparece la agrupación de carácter político y con la agrupación se identifica a quien se opone e incluso a quien no está agrupado ("pasar" de un tema político o politizado, es una forma de participar en política. El silencio es dejar hablar a otros. El silencio es tomar partido). Estas agrupaciones políticas respecto al conflicto se pueden llamar "posiciones".


Ante un conflicto y distintas posiciones se pueden medir e identificar diferentes relaciones de fuerzas. Estas relaciones de fuerzas son cambiantes, heterogéneas y al final del día crean un sujeto político que define la frontera del grupo y su posición en el espacio político (su distancia al poder). El problema de esto es que pese a que la Teoría del discurso y la actualización gramsciana tratan de superar el problema de la "falsa conciencia" que decía Carlos Marx, sigue tratándose de una explicación totalizante del poder (de la política), atribuyendo a las sociedades abiertas una característica como mínimo discutible. El análisis del discurso hegemónico en la sociedad abierta, participativa e inclusiva necesitará de vez en cuando acudir a manos negras y conspiraciones (curiosamente esta forma de análisis creo que sí puede funcionar muy bien en una sociedad totalitaria, donde no hay inclusividad, hay unicidad del poder y las fronteras políticas están muy marcadas).

Hegemonía


Aquí enlazamos con Gramsci que es el autor al que "actualizan" los postuladores de la Teoría del discurso: los conflictos en torno a los que se mueven las posiciones están presididos por la tensión entre lo particular y lo universal. Cada posición política trata de llevar su reclamación al plano de lo universal, del interés general. Ahí es cuando aparece la hegemonía de una posición y la subordinación del resto de posiciones. Una posición es hegemónica cuando encarne la voluntad general.

¿Y cómo lograr que la posición, el discurso, de tu grupito de colegas encarne la voluntad general, es decir, se vuelva hegemónica? Gramsci, viendo los acontecimientos de la revolución bolchevique (que no fue una revolución, sino una larga guerra civil (la tercera guerra europea del siglo XX en número de muertos)) identificó dos formas de hacer política. La primera en los estados orientales (Rusia), atrasados, campesinos, sin clases menestrales, sin herramientas de canalización del descontento, sin instituciones inclusivas. Ahí la lucha por la hegemonía podía darse como conflicto militar directo: asaltar el poder por la fuerza. La segunda forma en los estados occidentales (Italia) donde existe una sociedad civil que canaliza el descontento, donde el poder se comparte en alguna medida con los demás, en los que existe cierta inclusividad, el poder se toma mediante la guerra de posiciones, la disputa por las lealtades, ir construyendo la hegemonía paso a paso hasta que se aísla al anterior poder y se minoriza (y entonces es cuando no necesitas al Ejército Rojo, sino que te basta la Cheka).

Ruptura

A ver si estos niños respiran un poco más de pintura. ¡La revolución de los pijos no puede esperar!
Discursos subordinados al discurso hegemónico sostienen diferentes demandas en un principio aisladas entre sí. Quien está en el poder puede bregar con algunas de estas demandas usando la lógica de la diferencia: satisface alguna demanda particular y se reduce el nivel de riesgo. Ahora bien, las demandas subordinadas pueden utilizar la lógica de la equivalencia y agruparse por la frustración común que plantean.

Si la lógica de equivalencias se extiende a un número suficiente de discursos subordinados y estos discursos pasan a poner en primer plano la frustración contra el poder entonces lo que prima no es la reclamación particular de cada grupo sino una reclamación universal. ¿Y cómo articular la reclamación universal susceptible de ser compartida por grupos que más allá de la frustración no tienen nada en común? Mediante el uso de significantes vacíos. Aquellos conceptos esencialmente discutidos que se han ido vaciando de contenido por su uso sobrecargado pasan a estar disponibles para su nuevo relleno con nuevos significados. Esos significantes vacíos que construyen el discurso contrahegemónico son los habituales de "democracia", "pueblo", "patria", etc.

Laclau al enlazar todo esto con el populismo afirma que el significante vacío supremo es el nombre del líder. Gente con reclamos dispares puede hacer política unidos por la identificación con el líder. Esto es terrorífico pero es a lo que se dedican nuestros chavistas y los gobiernos subdesarrollados.

Pues en el extranjero no veas.
Significantes vacíos exitosos son "pueblo", "gente" y "nación". Las mismas palabras indican "una gran cantidad de personas" y esto es esencial para quienes en principio son minoritarios. El populismo y el nacionalismo no serían por tanto ideologías sino construcciones de identidades políticas. Esto es, el pueblo o la nación no preexisten, son construcciones para alcanzar el poder. La intencionalidad de estos términos también aparece cristalina cuando sirven para expulsar al otro.

El intelectual orgánico


Hegemonía y —en caso de haberla— contrahegemonía no sólo necesitan tener un discurso sino que en las sociedades abiertas necesitan trasladarlo a la opinión pública. La hegemonía parte con ventaja porque el "sentido común" ya es suyo. Un director de cine hace una película que refuerza el discurso hegemónico sin pretenderlo. Infinidad de maestros de escuela transmiten el discurso hegemónico a sus alumnos incluso sin percibirlo. Aunque la hegemonía necesita emitir de forma constante su relato del mundo puede caer en la autocomplacencia, ser estúpida y cometer errores, no calcular su correlación de fuerzas interna (la hegemonía no es una sustancia homogénea ni mucho menos, el conflicto es permanente). Una forma de evitar el desmoronamiento es emplear a intelectuales orgánicos: gente que traduzca y transmita el discurso hegemónico al lenguaje "llano" (imágenes, símbolos, juegos de palabras reconocibles para todo el mundo).

La contrahegemonía —ya aquí como bloque opositor pero no confundir con bloque opositor electoral— necesita igualmente un universo de imágenes, símbolos, palabras "llanas" y su emisión permanente para no desmoronarse. La contrahegemonía lo tiene más complicado porque no dispone de los recursos hegemónicos. Un ejemplo muy claro de esto se ve con Ciudadanos en Cataluña. Aunque Ciudadanos no es el bloque contrahegemónico, su discurso opuesto a la hegemonía nacionalista (significante vacío "nación") tiene que competir con el universo de símbolos hegemónicos: actos públicos, programación de televisión, declaraciones de equipos de fútbol (!), etc. Para Gramsci la contrahegemonía tiene que producir intelectuales orgánicos que "infecten" a los intelectuales "tradicionales" para reproducir su discurso.

Utilidad


Todo esto sirve para que gente muy vaga mate arbolitos y rellene páginas de libros. También sirve para que alumnos vagos de ciencias políticas rellenen créditos de libre elección en seminarios que se parecen a monólogos del Club de la Comedia.

Más allá, la actualización posmarxista de Gramsci puede servir para explicar la contienda política como la sucesión de movimientos entre grupos enfrentados por alcanzar el poder. ¿Por qué en los estados débiles puede triunfar el populismo? ¿Por qué un cambio electoral en un estado fuerte no produce una ruptura con lo anterior?

Si aceptamos que esta sea la aproximación política de los chavistas españoles, entonces tenemos que tener presente que se trata de un plan a largo plazo. Un plan que no llega a su fin con una posible victoria electoral (no se trata sólo de llegar al poder, sino de ejercerlo y para ejercerlo es precisa una nueva hegemonía). También esto es útil para renovar la idea posmoderna de la política como espectáculo. El político tiene que seducir a la masa igual que un cantante. Esto no es nada nuevo, lo vimos en las primeras elecciones que gana Reagan.

Plaza de San Pedro, ¿ahora qué, podemita?
Lo que me pregunto ahora es qué tipo de plan a largo plazo tiene el sistema para perpetuarse. Probablemente una sociedad abierta como la nuestra sea la forma más perfecta de convivencia política que haya en la historia, el problema es que en política dar por sentadas las cosas significa dejar que otro te coma la tostada. Los datos crudos de avance sin par en calidad de vida, poder adquisitivo, libertades públicas parece que nunca van a contentar a los grupos de odio. Es por eso que aun ganando hay que defender la victoria: la política nunca es estática. (Y luego están las pequeñas derrotas, pero ese es otro tema). La lección que quizás tenga que aprender la hegemonía es que la libertad, seguridad y prosperidad aceptadas como algo "bueno" por "todo el mundo" no se defienden solas (y también que ahí la palabra "bueno" es una afirmación política). 

Referencias:
  • Reseña de William Leiss de Towards a New Society de Ulrich Beck.
  • Luis Enrique Concepción Montiel, El análisis del discurso y su relevancia en la teoría y en la práctica política (2009) [PDF], Universidad Autónoma de Baja California. 
  • Íñigo Errejón, Sobre el populismo y la negación de la política, Rebelion.org.
  • Íñigo Errejón, El 15M como discurso contra-hegemónico (2011) [PDF], Universidad Complutense de Madrid.
  • Seminario Discurso y hegemonía, Universidad de Gerona.

viernes, 22 de enero de 2016

Contra el gobierno aritmético

Tradicionalmente cada lunes por la mañana se comentan los resultados de la liga de fútbol con los compañeros de trabajo o de estudios. Una tradición que tiene su origen en las aldeas premodernas en las que la única ocasión para cruzarte con el vecino e intercambiar chismes era a la salida de misa de doce del domingo. Ahí se comentaban, por ejemplo, las últimas aventuras del tonto del pueblo.

Hoy el tonto del pueblo es Pablo Coletau y la salida de misa de doce es todos los días.

La típica rueda de prensa podemita.
Circula por los mentideros de la corte la idea de que el líder supremo de Pablemos desea reventar una negociación con el PSOE para formar gobierno antes de que se produzca. Esto explicaría que en rueda de prensa la coleta más cara de Teherán aparezca con un gobierno ya formado, planteando exigencias inasumibles para el PSOE (ni para el PSOE ni para nadie en su lugar) e incluso hablando en nombre de Izquierda Unida, que hasta donde yo sé es un partido que no dirige. Una posición de máximos que el PSOE se vería obligado a rechazar y así, ante la audiencia de La Secta (que parece que es el cuerpo electoral español), las coletas podrían poner caritas tristes y decir que el PSOE es esto o aquello. La estrategia desde luego tiene como fin evidenciar el sorpasso de los chavistas españoles sobre los de Ferraz. Pese a lo que indican las encuestas unas nuevas elecciones no acabarían de ser mal vistas entre los coleteros (ya sabéis que a mí tampoco me parecen mal).

Luego está la otra opción: que en la cháchara vacía con la que Pablemos torturó a los periodistas en rueda de prensa encontremos lo que de verdad quiere Pablemos que suceda: un gobierno minoritario de coalición con la participación de los tres partidos. Este sin duda no es el peor escenario para el soviet de Vagolandia. Los dos años anteriores a inventar Pablemos, la coleta suprema se paseó por todos los garajes del país dando charlas sobre qué quería ser de mayor (antes de que empezaran a borrarlos, había miles de vídeos en youtube). En aquellas charlas no hablaba de política, sino de instrumentos políticos. A Coletau le preguntas sobre compaginar el poder adquisitivo de las pensiones con la crisis demográfica sabiendo que España tiene de los esfuerzos fiscales más altos de Europa y huye a Vladivostok.

De lo que sí hablaba —y mucho— era de técnicas discursivas y mediáticas para alcanzar el poder. De ahí que en la rueda de prensa citada no olvidara su viejo mantra de tener el control de la televisión pública. Esto es lo que me hace pensar que tal vez haya una parte de realidad en lo que dice.

Pablemos negociando la formación de gobierno.
Tratándose de un comunista ninguna persona cabal puede fiarse, sin embargo lo podemos plantear de otro modo: se forme ese gobierno o no, Coletau tiene algo que ganar. Por su parte, el coste para el PSOE no es el mismo en las dos opciones. El problema, una vez más, es que no te puedes fiar de esta gente. Y no digo "no te puedes fiar" como cuando escuchamos:

—No te puedes fiar de Joaquín el pescadero, apoya el dedo en la báscula cuando pesa las piezas.
—Ay Señor dónde iremos a parar.

No, no te puedes fiar porque tenemos declaraciones en las que afirman:
  1. Todo acuerdo postelectoral tiene que ser votado por las bases del partido.
  2. Nunca formarán parte de un gobierno presidido por el PSOE.
El problema que se le plantea al PSOE a la hora de tratar con esta gente no es un problema de programas. El programa de Pablemos es de una llaneza que abruma, escrito en modo tal que cabe ahí cualquier cosa. No. El problema es que firmes lo que firmes con esta gente al día siguiente les entra el aire y cambian completamente de parecer (graciosamente no son castigados por ello por sus electores, aunque sí por sus cargos intermedios: no hay día en Pablemos en los que no haya purga interna).

Socialdemocracia escandinava a tope.
Dejando a un lado las aventuras del tonto del pueblo, el problema que una negociación así nos plantea a la inmensa mayoría de gente normal del reino es muy diferente. Son graves asuntos difíciles de transmitir para quienes creen que un sistema político cae del cielo. Graves negocios que no se acaban nunca de explicar bien para quienes dan por sentadas las libertades civiles. El común ciudadano no se preocupa mucho por la política porque da esos asuntos por garantizados gracias a la omnisciencia de un ser supremo incorpóreo que navega transparente entre las nubes del cielo guardando que todo esté bien.

Por eso en un bar no puedes explicar lo grave que es que unos tipos que quieren entrar en el gobierno de España lleven a proetarras en sus listas. Claro, a la gente esto no le afecta cuando sale del bar y va a la estafeta a sellar la primitiva. En esos diez minutos es un anónimo peatón, su vida transcurre plácidamente (como la vida de las vacas que pastan en el campo: gloria bendita). En esos instantes de pasto, si preguntas por el tema, las frases "todos los políticos son iguales" y "todos los políticos están corruptos" son instantáneas.

Si no ves ahí la plurinacionalidad confederal fraterna es que necesitas gafas.
En lo que tal vez no se ha detenido a pensar el anónimo peatón es en que los invisibles lazos que unen a una comunidad no son realmente invisibles. Nos parecen invisibles porque son muy chiquititos. Y de chiquititos, con la tensión del tira y afloja, se pueden romper. Lo que pasa después ya lo conocemos pero quiero ir al preciso instante anterior.

Si rompes algo y te haces daño, no te pases el día diciendo lo guay que sería romper ese algo. Y como sé que las metáforas tienen un recorrido limitado diré que el problema grave de este grave negocio no es tanto que Pablemos quiera nacionalizar un sector estratégico como es el aceite de oliva, la harina de trigo, el vino el gas natural. El problema tampoco es que lleven al país a la quiebra incumpliendo con los acreedores de deuda pública. Yo puedo comprender que ésas sean posiciones políticas (y soy diametralmente opuesto a ellas, como sabéis). Lo que deja de ser una posición política legítima es el desconocimiento de los principios últimos sobre los que se construye el escenario de discusiones como estas.

No me resisto a otra metáfora. Si nuestro sistema político es una barca con pasajeros que levantan la mano para decidir en qué dirección remar, no se puede escuchar a la gente que quiere hacer astillas la barca para fabricar palillos. No se puede desconocer la barca.

Momento "Dear Prudie".
Volviendo al imperfecto e incómodo mundo de las no-metáforas, la alianza impía de la izquierda extrema con el peor irracionalismo reaccionario tiene consecuencias directas y fulminantes en nuestra vida diaria. La primera es que los momentos anónimos de placidez peatonal se reducen. Sabemos que cambiar el sistema necesita un alto grado de proselitismo ideológico. Esto se traduce en un gasto extraordinario con el que no contamos, pero el asunto del dinero es casi lo de menos. Colocar a quienes desconocen la Constitución y niegan a España en puestos de responsabilidad de gobierno es pegarnos un tiro en el pie. Nuestro sistema político, nuestras libertades civiles, las cosas que damos por caídas del cielo dependen al final del día en el compartir una serie de principios intrínsecos al propio sistema.

Está claro que se me puede contraargumentar muy fácilmente: Pablemos y sus amiguitos secesionistas y proterroristas no quieren acabar con nuestras libertades civiles porque en los ayuntamientos que dominan —gracias al PSOE— se limitan a colocar a parientes y cambiar los nombres de las calles. Y esto es cierto, pero esto sólo es cierto porque no tienen todo el poder. Viendo qué clase de neodictaduras les pagan y a qué grupos de narcoterroristas asesoran yo no estoy por la labor de comprobar qué aspecto tendría el país si asumieran todo el poder.

Por eso el problema no es la posición política sino la infinita ambición de poder. Con unos puntos programáticos similares a mí no me escucháis criticar con las mismas palabras a Coletau que a Agarzón (Agarzón es el chico de Izquierda Unida que se está volviendo gordito).

Que no mirase tus ojos,
que no llamase a tu puerta,
que no pisase de noche,
las piedras de tu calleja.
En el momento de crear la III Internacional Comunista, los bolcheviques se encontraron con un curioso problema: sólo había en Rusia la clase de comunistas que querían. Durante los siguientes años tuvieron que fabricar bolcheviques para exportar la revolución. De ahí todos los pronunciamientos, golpes de estado y revoluciones de fin de semana que a inicios de los años 20 provocaron miles de muertos en Europa. El conflicto no era de programa político (v.g. salario de los maestros, construcción de vivienda pública), sino de desconocer los principios en que se basaban las democracias europeas.

Pese a los esfuerzos de los reaccionarios, de los terroristas y de los populistas últimos en subirse al carro del "cambio del sistema", nuestro sistema contiene todos los instrumentos homologables en el selecto grupo de países con mayor prosperidad y libertad del mundo para ajustar las tuercas. Pero una cosa es ajustar las tuercas —hay tuercas que ajustar— y la otra es llevar el coche al garaje de tu primo torturador-de-ETA-que-pidió-perdón y convertirlo en un pelapatatas. (Y perdón por la metáfora, pero es que me salen solas).


domingo, 17 de enero de 2016

Ucronía: un mundo sin islam

Vamos a jugar a historia alternativa y a plantear el escenario de un mundo sin islam. Por lo que veo en Internet está muy extendida la idea de que el mundo islámico sin islam se trocaría por una especie de sustitución de esa religión por el cristianismo ortodoxo y que poco cambiaría ese universo alternativo respecto al real (salvo quizás una redoblada influencia de Rusia).


Cuando se plantea una historia alternativa que "quita" algo estamos obligados a pensar en qué es lo que aporta a nuestra historia la existencia de ese algo. En este caso tendríamos que preguntarnos en qué influyó el islam en la historia real. Sin embargo hay un atajo que aun complicando más las historias alternativas yo creo que las hace más interesantes. Es lo que hace Stanley Robinson en Tiempos de arroz y sal: en ese libro no "quita" simplemente el cristianismo sino que pasa a ser un remanente residual en una Europa prácticamente vacía de población.

En nuestra historia alternativa yo tampoco haría desaparecer simplemente el islam, creo que sería más interesante que permaneciera de forma residual. Al fin y al cabo en la Arabia del siglo VIII se daban condiciones propicias para un sincretismo religioso por la influencia y mestizaje del crsitianismo y de las religiones preislámicas. Nuestro "quitar el islam" lo sustituimos entonces por un "el islam no es una fuerza unificadora". Es decir, en nuestra historia podrá predicar Mahoma todo lo que quiera y existir el islam pero este no se desarrollará ni se expandirá.

La influencia territorial del islam en el mundo real no va mucho más allá de la que tenía a comienzos del siglo IX —quitando su expansión hacia el golfo de Guinea y hacia los grandes archipiélagos de la región indomalaya (debidos a la conquista mongola de China mucho después del primer califato). En nuestra historia alternativa el islam será el conjunto de sectas irreconocibles entre sí que en realidad es, pero quedará fijado en el occidente de la península Arábiga, en la región histórica de Hedjaz o Hiyaz. Quién sabe si como religión minoritaria ante la presión tectónica del cristianismo bizantino y del zoroastrismo persa este islam engendrará un sentimiento de resistencia e incluso un mayor mestizaje. No sería demasiado extraño que en este mundo alternativo el islam acabara siendo considerado prácticamente una secta cristiana o una derivación del judaísmo mesiánico. Mi idea es que para el resto del mundo su importancia e influencia no vayan más allá del cristianismo no calcedoniano.

Funeral zoroastra en Chicago (Zaratustra, detrás, me recuerda a alguien). (Imagen de Sally Ryan).
Quitado el islam del medio de Oriente Medio lo interesante es ver qué pasaría con el choque entre sasánidas y bizantinos. En la tercera década del siglo VII el choque entre los dos imperios estaba en su punto culminante. Con la alianza que los persas forjaron con los bárbaros de los Balcanes —búlgaros, ávaros, turcos oghuzes que venían de Crimea y la Transoxiana—  se logró poner sitio a Bizancio. Las murallas resistieron y las tornas de aquella guerra mundial cambiaron completamente: el ejército bizantino persiguió a las huestes persas por los desiertos de Siria y siguiendo el curso del Tigris llegó a amenazar la capital persa (cerca de la actual Bagdad). El emperador Cosroes sufrió un golpe de estado y el nuevo emperador (hijo del anterior) firmó rápidamente la paz. El victorioso Heraclio tomó para sí el título persa de Rey de Reyes y empezó también a utilizar el de Basileus. Heraclio devolvió la gloria a Bizancio.

Heraclio devuelve la Vera Cruz a Jerusalén.
Lo que ocurrió en la historia real fue que a partir de esta gran guerra ambos imperios quedaron muy debilitados frente a los muchachitos de la cimitarra y el turbante. No sólo el número de muertes, las carencias y la destrucción de infraestructuras propiciaron el rápido éxito del islam, sino que la guerra deja un resquemor por los altos impuestos que fue aprovechado por los primeros califas (la mitad de la expansión islámica no fue militar, sino de cambio rápido de lealtades de gobernadores persas y bizantinos).

En nuestra historia alternativa el imperio persa queda debilitado frente a las incursiones bárbaras de la confederación Heftalita —algún día habrá que estudiar los parecidos razonables entre los nómadas turcomanos y los nómadas nativos americanos o incluso esquimales—, como ocurrió en los siglos IV y V en el Imperio Romano de Occidente, podemos pensar que una Persia débil pudo verse obligada a pactar el asentamiento en sus fronteras o acuerdos de vasallaje —foederati— de estas tribus que por aquella época pululaban por las actuales Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Algunas de estas tribus lo tendrían más sencillo para instalarse con buen asiento en el imperio persa ya que también eran persas, otras crearían mayor conflicto pues aunque por las monedas empleadas sabemos que conocían el griego —¿recordáis a cierto macedonio que conquistó Eurasia?—, se tratarían de pueblos turcos dados a la beligerancia (una beligerancia que en la historia real significó la aparición el Imperio Otomano).


Como sucedió con el Imperio Romano, la cesión de tierras correspondería a las más complicadas de defender, las más pobres o a la frontera expuesta. Si yo fuera emperador sasánida procuraría ubicar a los correosos turcos en el desierto Sirio y en Anatolia oriental (cosa que en la historia real hicieron los selyúcidas trescientos años después). Cualquier nuevo conflicto con los bizantinos pasaría antes por la domesticación de los pueblos bárbaros en la frontera. Estos nuevos pequeños reinos podrían cambiar sus lealtades con el paso del tiempo. Y aquí entra nuevamente la religión.

Templo de fuego en Yazd, Irán. El palomo es Ahura Mazda.
La Persia zoroastra no tenía excesivo interés en convertir a los pueblos vecinos a su religión. El imperio comprendía desde los cristianos de Siria hasta los budistas del Baluchistán y en su interior existían numerosas sectas y religiones de no poca importancia. Todo esto es más gracioso si añadimos que el imperio tenía religión oficial y que la libertad religiosa no se inventaría hasta los tiempos de Carlos V en Europa.

Por su parte los cristianos siempre tuvieron la cosa esa de universalizar la religión, evangelizar, y el Imperio Bizantino era un imperio extremadamente religioso, herencia de la costumbre romana (cuando un presidente romano de la Xunta inauguraba un pantano tenía que hacer un sacrificio). Es más probable que los turcos de Siria se convirtieran al cristianismo a que conservaran su religión o se convirtieran al zoroastrismo. Esto tampoco significa que al compartir la religión todo el mundo vaya a ser amiguito, ni mucho menos: hay una cosa que lo demuestra. Se llama historia.

Alfabeto copto.
Entonces tenemos a lo que son las actuales Siria, Irak, este de Turquía y el Caúcaso formando varios reinos de turcos cristianos que hablan griego, turco, persa, arameo, etc. Al no expandirse el islam, el árabe no se normaliza en un idioma unificado ni se expande con la liturgia y las copias del Corán. En la Palestina romana se seguirá empleando el arameo y el hebreo. En los puertos egipcios sería frecuente todavía el copto, facilitando el contacto con Etiopía y quién sabe si una expansión bizantina hacia el cuerno de África.

Sin islam el norte de África occidental continuaría bajo el área de influencia visigoda, la invasión musulmana a Europa no tiene lugar, el Imperio Carolingio no forma la Marca Hispánica y Portugal jamás existirá. La historia del centro y norte de Europa será bastante parecida a la real, tan sólo con la frontera oriental asegurada, quién sabe si los bizantinos podrían expandirse por los complicados y belicosos Balcanes y llegar a asegurar los puertos comerciales de Crimea y Azov.

Soldaia, fortaleza genovesa en la actual Ucrania.
Sin islam podríamos tener Imperio Otomano igualmente sólo que sería un Imperio Otomano cristiano. Claro que esto ya es complicado de defender pues el ascenso de los otomanos tiene mucho que ver con la caída de una debilitada Bizancio. Y aquella Bizancio estaba debilitada por la pujanza de Venecia y Génova. Sin embargo, un Imperio Bizantino que controla los Balcanes —la costa iliria, principalmente— pondría en apuros a la República de Venecia, y un Imperio Bizantino que controla la península de Crimea pondría en apuros a la República de Génova.

¿Tiene sentido pensar que el Imperio Bizantino mantendría el peso que mantuvo el otomano a partir del siglo XV? Cuanto más nos alejamos del punto de divergencia más imaginativos hay que ser. Yo supongo que al no existir un reino tapón de infieles que cortara la ruta de la seda el comercio continuaría sin necesidad de que España buscara ua ruta alternativa por el occidente. Al mismo tiempo es importante señalar que las Cruzadas no tendrían mucho sentido si se mantiene cierta unión de la Pentarquía cristiana. Mucho me temo que, en ausencia de un enemigo común, la tensión entre el occidente latino y el oriente griego provocaran una competencia y un cisma que puede a su vez llevar a una especie de Cruzadas no contra el infiel sino contra el hereje. A Inocencio III no le tembló la voz al llamar a los buenos cristianos a una Santa Cruzada contra los malvados cátaros. No sé, también hay que tener en cuenta que se odia más al pequeño enemigo que tienes cerca que al gran enemigo que tienes lejos.

Bueno, a veces los cruzados eran un ejército de mercenarios a sueldo de Venecia para acabar con el comercio bizantino.
Por lo demás, sin Cruzadas en Palestina y Egipto puede que no hubiera Peste Negra. Y sin la caída de Bizancio en manos de infieles las condiciones que propiciaron el Renacimiento en Italia puede que no se dieran. Es dificil especular, como digo, según avanzan los siglos. En la época del Imperialismo no me cabe duda de que las grandes potencias europeas tratarían de sacar partido del proyecto del Canal de Suez, pero insisto, los renglones se tuercen cada vez más según nos alejamos del punto de divergencia. Queda en manos del lector fantasear con su propia versión de esta historia alternativa.


jueves, 14 de enero de 2016

Punto de no retorno de la Revolución Francesa

Siempre se regresa a los puntos críticos de nuestra historia porque nunca estará todo dicho de ellos. Es amplísima la bibliografía disponible acerca de la discusión de estos momentos cruciales y la producción de teorías, explicaciones y debates no hace más que aumentar. Me gustaría tratar de destilar estos complejos procesos de transformación histórica en sus puntos de no retorno.

La línea recta es la civilización.
Diversos autores tienen sus momentos favoritos de la Revolución Francesa, los momentos matriciales, los del punto de no retorno. Los instantes universales que marcan el antes y el después. En la Revolución Francesa tenemos para elegir: el momento en que el Tercer Estado se encierra en el Juego de la Pelota y jura no salir de ahí hasta dotar a Francia de una Constitución. El momento en que la Guardia Nacional que protegía al rey se pone de parte de los insurrectos y gira los cañones hacia el palacio de las Tullerias. Y por supuesto el momento del 18 de Brumario.

Para los cínicos y en general la gente de buen diente, el momento que distingue el antes y el después entre el mundo previo a 1789 y el posterior a 1804 tiene que ser la batalla de Valmy.

La batalla de Valmy, pintada por Juan Bautista Mauzaisse en 1835.
La batalla de Valmy es la primera batalla que enfrenta a la Francia revolucionaria con la llamada Primera Coalición. El cuñado de Luis XVI ya había avisado que no se asaltara el palacio de las Tullerías —como acabó pasando— y que al rey se le restituyera su poder legal (su poder legal en aquel momento, constitucional). Entre la excursión a Varennes, la quiebra del estado y las presiones de clérigos contumaces —quienes se negaban a jurar la Constitución Civil del Clero, también había otros clérigos que eran revolucionarios, claro—, el choque (militar) era inevitable.

Viendo la negativa imperial a aceptar el dinero que la Asamblea ofrecía a Austria para evitar la guerra —eran revolucionarios, no tontos—, la Asamblea decide declarar la guerra a Austria y avanzar hacia los Países Bajos Austríacos. Los gañanes holandeses que ven pasar al ejército revolucionario no se animan a juntarse a la muchedumbre armada —como esperaban los franceses— que cuando llega a la vista de los ejércitos de Austria y Prusia se bate en una desorganizada retirada durante la cual llega a asesinar a varios de sus generales.

Danton en el Club de los Cordeliers (Fred Zeller).
Por su parte, el ejército de la coalición bajo las órdenes del duque de Brunswick entra en Francia y ocupa algunas plazas en su camino a París —notablemente Verdún, que os sonará porque se cumplen 100 años de una célebre carnicería que tuvo lugar allí—. Austria, Prusia, Brunswick y otros emiten una proclamación en la que piden a la Asamblea Nacional que protejan al rey Luis, que restauren trono y altar y que si alguien trata de asaltar el palacio de las Tullerías destruirán París. Los aliados esperaban que con esta proclamación el sector moderado tuviera buenos argumentos para hacerse con el control de la Asamblea y de las principales ciudades.

La proclama tiene justo el efecto contrario al que se buscaba, pues en cuanto comienza a circular por París, una multitud de gañanes —principalmente gañanas, llamadas las Furias— pone rumbo a las Tullerías. La turba asalta el palacio con ayuda de la Guardia Nacional que protegía el palacio y solamente La Fayette —a la sazón general de la Guardia Nacional— evita que hagan albóndigas con la carne de la familia real. Llevan a esa familia al Temple de París y los escoltas del rey que se quedan en las Tullerías —guardias suízos— son comidos, creo, por la turba. Aquella noche en París debió de ser digna de ver.

Robespierre, algo pachucho, la noche del 9 de termidor.
Cruzado pues el Rubicón, aparece una mayoría clara en la Asamblea que llega a la conclusión de que a partir de ahora será el todo o la nada. La turba armada espoleada por los cordeleros y los jacobinos se dedica a partir de entonces a matar a sus conciudadanos y el ejército francés queda libre de la chusma para poder actuar como un ejército de verdad. En Valmy el ejército francés no es destruído y los prusianos además deciden retirarse. En otro puntos los generales franceses avanzan —Niza, Worms, Maguncia...—, la supervivencia y los tempranos éxitos militares son una importante inyección de moral para los revolucionarios que deciden abolir la monarquía y juzgar al ciudadano "Luis Capeto" (una de las acusaciones es la matanza del Campo de Marte, que fue ordenada por la propia Asamblea).

Coincidentemente la batalla de Valmy y la conversión de la Asamblea en Convención —proclamación de la república, del nuevo calendario y abolición de la monarquía— tienen lugar el mismo día.

Mi punto es que todo dependió del resultado de Valmy.

Antes de Valmy el gobierno francés seguía siendo una monarquía. Una monarquía con problemones y con un legislativo en el que era dificil ser moderado, pero en Europa existían precedentes de monarquías parlamentarias —notablemente el Reino Unido—, así que de continuar el régimen de la Asamblea no se hubiera producido el cisma político fundamental que supuso el funeral del Antiguo Régimen.

Monumento en recuerdo a la batalla en Valmy.
Por otra parte, una victoria prusiana en Valmy habría abierto el camino a París. Si un ejército monarquista entra en París, los partidarios del Rey —incluyendo a los revolucionarios moderados— no tendrían demasiadas dificultades para tomar la capital. Es tentador comparar esta ucrónica situación con la reacción termidoriana que pone fin al Régimen del Terror. Sin embargo la contrarrevolución del verano del 94 sólo se pudo dar después de un año de represión jacobina.

Otra razón por la que Valmy "lo cambia todo" es que al estar hablando de política, hablamos de la relación de los estados con los ciudadanos y de los estados entre sí. Tras Valmy, a las monarquías europeas no les queda más remedio que tratar con la República Francesa. Solamente un año después se produce el tratado de paz entre Carlos IV de España y la república (tratado que entre otras cosas provocará la revolución en Haití así como la única liberación del último familiar directo de Luís XVI, su hija María Teresa). Pasando la Convención, Directorio, Imperio y Monarquía Parlamentaria de Luís XVIII, Francia ya existirá de forma independiente de su forma de gobierno y de su gobernante. El Estado que surge de las cenizas del Antiguo Régimen no es una ficción sino una realidad presente. Como todos los Estados a partir de entonces.

Mi punto es que al final dan igual las proclamas, las poses y las declaraciones. Casi siempre en todos los grandes cambios humanos que dan forma a nuestra realidad existe un momento pivotal que suele ser protagonizado por tipos armados. Por lo menos a mí me cuesta encontrar contraejemplos, pero estoy abierto a sugerencias.


sábado, 9 de enero de 2016

Hay que triturar el discurso de los reaccionarios separatistas

La culpa es mía por ponerme a escuchar a los altramuces sin cinturón de seguridad, lo reconozco. Pero es inevitable si se quiere hacer frente a la ola de oscurantismo reaccionario que nos asola el atender a lo que dicen. En ocasiones, al practicar este deporte de riesgo, se acaban conociendo mejor las ideas locas de los particularistas reaccionarios que ellos mismos.

Dice X. M. Beiras que hay naciones sin estado, bien (aquí podríamos mencionar a la Orden de Malta que es un estado sin nación, pero en fin). El problema es que mi paisano trata de construir una gran explicación histórica de la cuestión nacional remontándose a la época en la que no existían las naciones políticas. Así, para Beiras hubo una especie de "reparto" de estados a partir de la Revolución Francesa en el que "naciones" como los quechuas o los aymarás (son familias lingüísticas, pero Beiras ya se sabe) se quedaron "sin estado".

El hilo del que tirar está claro: en el planeta Tierra hay conjuntos de personas que tenemos que llamar naciones porque así lo dice Beiras (sé que no sale de él la cosa, podemos ir a los austro-marxistas y más atrás hasta los Discursos a la nación alemana de Fichte). Además, estas naciones son preexistentes al estado contemporáneo, existen desde la noche de los tiempos. Primer problema: a lo largo de la historia las poblaciones no se han mantenido en el mismo lugar (mestizaje y migración), los lenguajes evolucionaron (la misma definición de lenguaje es problemática fuera de los idiomas estandarizados, que son una minoría) y las propias poblaciones no eran susceptibles de ser definidas en términos nacionales porque simplemente el concepto de nación política no se había inventado y no es un concepto que se pueda aplicar históricamente con caracter retroactivo (como otros conceptos igualmente maltratados: capitalismo, democracia, paz, etc.) .

Sí es cierto que la palabra latina "nación" fue empleada por los romanos para distinguir a las aldeas galas, por ejemplo. Y yo me imagino que si los romanos descubren América, emplearían igualmente ese término para criticar (separar) a los nativos americanos. Sin embargo esta es una de las muchas formas de distinguir a alguien que no reconoces como miembro de tu comunidad.

Pese a la reaccionaria y aldeocéntrica visión de Beiras y su tropa, existe no ya un desarrollo en la filosofía política de lo que se puede interpretar como nación política y de la influencia que la aparición del estado contemporáneo tiene en ello, sino la experiencia de que precisamente las ideas felices de los austro-marxistas fueron descartadas por su inaplicabilidad. Es el caso por ejemplo de la Austria-alemana o el caso de la independiente República Popular Ucraniana, estados beirísticos que duraron no sé si meses en un momento en que todos los locos de Europa se inventaban sus estados porque bueno, desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta que las potencias trazan las nuevas fronteras de Europa pasan unos cuantos años en los que millones de personas estaban sin país.

Deutschösterreich, Austria alemana. Para comprar el pan tienes que llevar pasaporte.
Y este es un tema que mola bastante —soy consciente de que me desvío del asunto. En Baviera por ejemplo, hay un grupo de colegas que funda la República Soviética de Baviera. Tenemos la correspondencia de algún ministro de esta república que se quejaba a otro porque no podía comprarle flores a su mujer ya que se había abolido la propiedad privada y ya no había floristerías en Munich. Otro día un ministro declaraba la guerra a Suíza porque los suízos pasaron de regalarles 60 locomotoras en nombre de la "revolución socialista europea". Y luego está lo de la República Soviética Húngara, que no acabó de matar de hambre a su población porque fue invadida a tiempo por el ejército rumano (!). Sí se puede.

Continúo. Y me voy a China.

Dicotomía Hua-Yi

Aunque el estado contemporáneo en China aparece hace poco más de cien años (!), antes ya estaba funcionando una idea de nación (aunque al hablar de China el término no sea preciso y si se empieza a usar en China es por la propaganda japonesa durante la guerra. Quicir, en la segunda guerra sino-japonesa Beiras sería un oficial japonés separando a los chinos en nuevas "naciones" inventadas). Tradicionalmente en China se establece una distinción esencial entre quien es más o menos chino y quien es un bárbaro incivilizado. La distinción es muy loca pero no genera ninguna duda: es chino (Hua) quien está bajo el emperador y es bárbaro incivilizado (Yi) quien no lo está. Punto. Práctico, sencillo y fácil.

"Ayuda mutua entre Japón, China y Manchukuo. Por la paz mundial". Millones de esclavos, decenas de miles de muertos en experimentos humanos y la mayor fábrica de drogas de la historia. Bienvenidos al nacionalismo manchú promovido por Japón.
Desde luego que esto tenía consecuencias: muchas veces la expansión china se basaba únicamente en civilizar a los bárbaros. "Bárbaros incivilizados" que normalmente hablaban chino, tenían las mismas religiones que los chinos y vivían en ciudades indistinguibles de las del resto de China. No ignoro que esto hay que entenderlo teniendo presente la influencia del confucianismo y que al conquistar ciudades a sangre y fuego realmente creían que les estaban haciendo un favor a esas ciudades. (En esto los chinos no se distinguían de aquellos que como Beiras hacen apología de la diferencia por los motivos inventados más lisérgicos que se nos puedan ocurrir).

Siguiendo con la loca idea de Beiras de las "naciones naturales y eternas" podemos hablar de las migraciones bantúes.

Expansión bantú

Resulta que en el África Subsahariana empiezan a "aparecer" reinos en el siglo XV no sabemos muy bien por qué. Algunos de estos reinos tendrán cierta importancia, como es el caso de Mutapa, en la costa de Mozambique, en cuyos puertos comerciantes indios y árabes intercambiaban productos. Los zulúes ya en el XIX y un poquito más al sur nos suenan más: van uniendo tribus bajo un estado centralizado y organizan un ejército al estilo de los de nuestra época clásica.

Grupo lingüístico Congo-Níger.
Desde Camerún hasta Angola y desde Tanzania hasta Suazilandia en toda esta gran franja africana se hablan lenguas de la familia bantú, cuyo origen está en lo que hoy es Nigeria —si hay algún filólogo de bantú en la sala, que comprenda que no puedo extenderme en el tema—, pero, ¿qué hay de los "pueblos orginarios"? Lo curioso de las migraciones bantúes es que lo que se desplazó fue el idioma, no tanto la población. Junto al nuevo idioma venía la agricultura y la especialización del trabajo. Los hombres de las cavernas que vivían en el siglo X d. C. en el África central constituirían, según Beiras, cada uno un grupo nacional con "derecho a la autodeterminación".

Por el comercio de esclavos británico y por la colaboración con los boers, poblaciones bantúes acaban introduciéndose en el Estado Libre de Orange y en El Cabo. Hoy esas poblaciones inmigrantes reclaman derechos de preexistencia y propiedad sobre esas tierras. Pero si los boers llegaron antes el derecho de autodeterminación sería de los boers. Quicir, si Beiras estuviera en Sudáfrica en los años del apartheid alabaría a John Vorster.

No son unas bonitas cartas de presentación, pero cuando se defiende un discurso retorcido y se hace apología de la diferencia como Beiras y su tropa, se acaba confraternizando con los japoneses de la invasión a Manchuria y con los afrikaner del ala nazi del Nasionale Party. Cositas.

Galicia

El Segar's Roll inglés de hacia 1282 es por el momento la representación más antigua de un escudo de armas para Galicia (Galyce).
Vayamos más cerca, a Galicia. Como los reaccionarios gallegos hablan más de Galicia que de otras cosas merece la pena aplicar los principios del grouchomarxismo-beirismo a esta tierra identificada por el Santo Grial de la Última Cena de Nuestro Señor Jesucristo (sí, amigos: en cada párrafo hay que pinchar).

Bien. En los albores de la Humanidad, los primeros grupos humanos vivían en la región de los grandes lagos de África central. Allí estaban mezclados los quechuas, los gallegos, los inuit, los sajones y los malayos entre otros. Cada uno con el código de barras en la frente. Como la población humana no podía ser de muchos millones de individuos supongo que habría varias "Evas primordiales" con la potencia de dar a luz naciones. ¿?

Durante cientos de miles de años diversas migraciones extienden la humanidad por Eurasia. En el territorio de la actual comunidad autónoma de Galicia se establecen unos cuantos gallegos eternos, portadores de la esencia nacional. Se ponen a tener hijos y comercian con los vecinos. Comercio, especialización, revolución agrícola, en un visto y no visto llegan unos tipos de fuera y se encuentran con los gallegos eternos. Esos tipos eran muy simpáticos, algunos llevaban pompones en los cascos y además hablaban como se habla en las misas preconciliares.

Parece la foto de un Carrefour, pero en realidad es el Museo Arqueológico de Olimpìa. La de gente que tuvo que morir para que hoy podamos decir imbecilidades.
Los de fuera siempre definen a los de dentro. Ocurre lo mismo con las personas: uno no puede decir de sí mismo lo que es, se lo tienen que decir, porque si no el mundo estaría lleno de superhéroes. Los romanos se encuentran aquí a un montón de tribus. La Península Ibérica era un lugar muy despoblado y los romanos se preocuparon principalmente por la costa mediterránea y por la Andalucía occidental donde sorprendentemente había cierto grado de civilización avanzada nativa (aquellos gaditanos eternos aparecen mencionados en el Antiguo Testamento).

El caso es que los romanos tienen burocracia y necesitan poner nombres a las cosas. Al noroeste de la península le llaman Gallaecia inspirándose en el nombre que un geógrafo griego había puesto a uno de los cientos de comunidades que había por la zona. Como todavía era una época en la que la gente no protestaba si encontraba oro, los romanos se quedan, hacen puertos para las escalas marítimas, hacen carreteras, fundan nuestras ciudades y docenas de pueblos y hasta se demuestra superior la estandarización de su idioma que no tarda en desplazar a los cientos de idiomas que se utilizaban originalmente.

Una de estas señoras no es de Carballo porque a Beiras no le da la gana. O sí, depende de cómo le sople el viento.
Entonces hubo un periodo de unos siglos en el que los gallegos eternos fueron exactamente romanos. ¿Romanos eternos? Ah, no. Tiene que ser lo que Beiras diga. Luego Roma se va transmutando en una nueva organización del territorio. Lo que un día fue el Imperio de Occidente da paso a un reparto del territorio entre terratenientes y la Iglesia. Los gallegos dejan de ser romanos y pasan a ser visigodos durante unos siglos. ¿Visigodos eternos? No, no, tiene que ser lo que Beiras diga.

Como ocurrió con el fin de la Britania romana y los anglosajones, por un contrato con tropas mercenarias que sale mal, llegan los muslimes a la península y se traen a la parienta. Historiadores moros de varios siglos después (!) explicarán la Reconquista como un combate contra los gallegos (o los cántabros). Esto le gusta mucho a Beiras porque demuestra la existencia del gallego eterno. El caso es que estos mismos historiadores musulmanes no tardan en llamar españoles a la gente que les peleaba. Esto a Beiras ya no le vale y tiene que ser lo que Beiras diga.

El Don Quijote en árabe. #next
Había unos terratenientes de los que se reparten Europa occidental que por líos de herencias van dividiendo sus fincas entre sus hijos. En un momento dado uno de estos rentistas le da a un pariente una finca que llama Galicia porque era el nombre visigodo/romano/griego por el que se conocía a esta parte del mundo. Tate, ahí está: que un fulano en la Edad Media fuera el dueño de esta finca demuestra que mil años después los actuales habitantes formemos una unidad de destino en lo universal.

Luego viene la concentración parcelaria y el dueño de esta finca también lo será de otras. Al final acaba el siglo XVIII con la idea de que ya está bien, qué va a ser esto y nos invaden los franceses (no sé si eternos porque ya era la Francia revolucionaria y precisamente cuando aparece la nación política es cuando Beiras niega la nación política). El estado existente del Antiguo Régimen que todo el mundo llamaba España pasa a ser un estado contemporáneo al quitarle al rey su soberanía por la gracia de Dios y la población atribuirse la soberanía sobre el territorio y sobre la decisión legislativa. Es en esta Guerra de la Independencia en que aparece la Junta Suprema de Galicia en ausencia del Rey (como aparecían otras juntas patrióticas en otras partes del país).

Hay que hacer notar que los doceañistas no tenían la misma idea que los afrancesados. Los doceañistas beben de la historia de España y construyen sobre lo que ya hay. Muchas juntas provinciales se establecen en función de las divisiones de fincas del Antiguo Régimen, es el caso de Galicia. Nadie en aquel momento pone en duda que si hay una soberanía nacional —en 1808 todavía llamada "voluntad nacional"— ésta es de todos los españoles (de todos los españoles de ambos hemisferios).

Juan Díaz Porlier.
A lo largo del XIX, pese a los conflictos con los reaccionarios absolutistas amigos de Beiras, Coruña por ejemplo se distinguirá como ciudad liberal y dará unos cuantos litros de sangre a la causa de la libertad. Y como en Coruña, el mismo conflicto político se reproducía en el resto de España.

A finales del XIX se va formando Alemania y el idealismo alemán será una bella vía de escape para quienes atrapan la idea de soberanía nacional y la retuercen en función de sus intereses. Hay que recordar que los primeros regionalistas gallegos eran caciques locales próximos al absolutismo. La primera prensa escrita en gallego circulará para hacer campaña política a favor de los candidatos de los caciques. Detallín que no se estudia en las escuelas gallegas hoy.

Al mismo tiempo la moda del nacionalismo se reparte por toda España igual que pasa en otras partes del mundo. El nacionalismo fue el arma más efectiva del Imperio Ruso para desmembrar al Imperio Otomano en los Balcanes. Paradojas de la vida, esta misma arma fue empleada contra Rusia tras la Primera Guerra Mundial. La Revolución Bolchevique tuvo más de guerra civil para recomponer los gajos del Imperio zarista que otra cosa.

El beso blanco de Dmitri Shmarin.
En los locos años 20 y 30 la Sociedad de Naciones que aparece tras los humeantes rescoldos de los campos de batalla europeos coquetea con el "principio nacional". Más o menos de ahí nos viene la idea de nación que, con variaciones, nos llega hasta nuestros días: si hablas un dioma minoritario eres miembro de una comunidad nacional. Los nacionalistas gallegos de la época trabajarán en esta línea promovida por los Estados Unidos y el Reino Unido. Los alemanes continuarán esta política hasta sus últimas e inevitables consecuencias: la limpieza étnica, que es una forma florida de decir "matar y torturar a quien te de la gana por las razones que te den la gana". Siempre fue así y repetirlo no va a hacer que cambie.

Ciertamente en 1936 se vota mayoritariamente en referendum a favor de un Estatuto de Autonomía para Galicia, pero hay una guerra civil que detiene el procés y los ganadores de la guerra se quedan con el país como si fuera su finca particular. Los golpistas se decían españoles eternos exactamente igual que cuando Beiras habla de las esencias de la patria. Esto a Beiras (nacido en el 36) no le sirvió para aprender que las esencias nacionales de las que habla el idealismo alemán se oponen frontalmente a las libertades democráticas que heredamos de la derrota del Antiguo Régimen. Tampoco los inventos de los austromarxistas —herramientas de una época muy particular para una Austria muy particular—, con su "cada uno es de la nación que quiera y todos podemos convivir en el mismo estado sin colisiones" parece que sirvan para un país como España que como tantos otros asume la libertad de idioma —al fin y al cabo se trata de esto— lo mismo que la libertad religiosa.

Xavier Vence es portavoz del BNG. "Seguiremos" y la foto de un petroglifo. Esta gente está grillada.
Queda para otro día volver con el "problema" de que haya varios idiomas o varias religiones en un mismo territorio. Pero, ¿a que cuando hablo de religiones ya todos tenéis en la cabeza que no hay (mucho) problema? Pues por ahí van los tiros. Pero es que hay gente que madre mia. Un mírame y no me toques.