lunes, 30 de septiembre de 2013

Con dos títulos y limpiando mierda

Corre por las redes sociales la carta-denuncia de un tipo que está en Londres desempeñando un trabajo que considera no acorde a su cualificación académica. Este chico es camarero en una cafetería y en su viral carta se queja de varias cosas.

Robert Koch.
Una de las cosas de las que se queja es de la mala educación de los ingleses. Algo que no tiene sorpresa. El clasismo y la consideración social negativa que acompañan a servir cafés y limpiar baños públicos es consustancial a nuestra sociedad, que recompensa más a un tipo que le da patadas a un pedazo de piel de vaca o a una tipa que enseña el canalillo en las paradas de bus, que a quienes forman la primera línea de combate contra las epidemias que podrían terminar con la civilización.

Este chico deja claro que no tiene nada contra su trabajo. Él no es partícipe por tanto de ese clasismo que denuncia. Sin embargo, es partícipe de otro tipo de clasismo. El académico, por ejemplo, ya que dice que le gustaría plantar sus títulos en la cara a quien le desprecia. Pero no es ese el gran problema que veo en su discurso. El problema que veo es otro.

Insiste mucho este emigrante en un viejo mantra: la sociedad le debe cosas. «Nadie me ha dado una oportunidad en España», «yo creía que me merecía algo mejor después de tanto esfuerzo». Se ve que a base de decepciones la vida le ha enseñado que estaba viviendo una mentira. Vale, soy un poco exagerado, lo admito. Lo que quiero decir es que es un cuento chino eso de que por recibir un título académico alguien te tiene que devolver el ¿favor?


No es labor de la sociedad agarrar de la mano a la gente y llevarla, de la cuna a la tumba, por un camino marcado. Eso se intentó en muchos sitios y las consecuencias fueron horrorosas. Sí es cierto que la sociedad debe disponer de salvavidas para cuando alguien se cae al agua. Pero de estar todo el rato de la mano a tener salvavidas dista un mundo.

Es bueno que este tipo de denuncias se hagan virales y aumente la preocupación sobre el futuro de los jóvenes de este país, tan arrinconados, tan destrozados por redes de lazos no visibles que forman barreras efectivas a la hora de emprender proyectos de vida y crear prosperidad futura (y todo lo que conlleva la prosperidad: que los jóvenes en este país puedan desarrollar proyectos vitales es la clave de todo). Yo lo que lamento es la interpretación popular que se hace de este tipo de denuncias: "la sociedad se debe hacer cargo de la vida de estos jóvenes". Es ésta y no otra la parte esencial de una mentalidad que nos lleva a una miseria no sólo económica, sino incluso moral. Pretender que el esfuerzo, la suerte, la libre competencia, los enchufes, la motivación para desarrollar proyectos propios deben de desaparecer para dejar paso a una especie de ministerio socialista de empleo que garantice a cada uno un trabajo en función de su expediente académico (sea ese trabajo rentable o no), es justo lo necesario que nos hace falta para no salir jamás del pozo.


Este tipo de pensamiento es el mismo que vemos cuando preocupadísimos individuos del primer mundo se juntan para debatir sobre los problemas del tercer mundo en conferencias que llevan por temática "¿Por qué existe la pobreza?". Sin embargo, no veremos conferencias que expliquen la riqueza. Esas conferencias en las que tipos más blancos que yo hablan de los negritos como si los hubiesen parido. Eso sí, cuando durante la cena vemos cómo unos fulanos con machetes hacen esculturas callejeras con los miembros de sus vecinos, son los primeros en decir que ahí no debe haber un par de helicópteros Apache. La eterna doble vara de medir de la Gente Preocupada™.

Buena noticia por lo tanto, aumentar la preocupación por el tema de la precariedad y falta de oportunidades. Es horrible lo que los jóvenes españoles —en general— están viviendo. Por primera vez en la historia estamos ante una generación más pobre que sus padres. El desempleo en España seguirá en las dos cifras durante una década más como poquísimo. Millones de personas en el paro jamás volverán a trabajar (gente no tan joven como para moverse ni tan mayor como para no aparecer en la lista). Mientras tanto, los institutos y universidades continúan escupiendo a futuros parados a quienes se les ha vendido un cuento. Pero ojo, esas personas que fomentan esa mentira tienen nombres y apellidos. Curiosamente son las mismas personas encargadas de decirnos cómo será el país dentro de treinta años. Y no nos lo dicen. No tienen ni idea, esperando a que el viento cambie de dirección y poder seguir con lo de siempre. Pero lo de siempre me temo que se ha acabado.


sábado, 28 de septiembre de 2013

Los malvados Reyes Católicos en Galicia

Se suele decir que la historiografía nacionalista gallega bebe de Murguía y Risco. Un punto pivotal de esta historiografía es el de la guerra civil que enfrenta a Isabel de Castilla con Juana la Beltraneja. Lo que en las clases de historia, coñecemento do medio, lengua gallega y literatura gallega se da a entender como una conquista de Galicia por parte de Isabel, no es tratado de esta forma por Murguía ni por Risco. Es curioso cómo aquí ha triunfado más la tesis de Castelao. Parece como si de un mercado de ideas de la historia se tratara, el nacionalismo elige lo que le interesa y descarta lo que no. Nada que culpar, pues el relato histórico es una cuestión política y la política es ganar el discurso sobre la realidad presente y pasada que nos rodea. Si el nacionalismo ha ganado esta batalla, es por incomparecencia del contrario.

:D
¿Cuál es esa historia que triunfa a partir de Castelao? Resumidamente se trata de cómo los Reyes Católicos llegan a Galicia y destruyen una Arcadia feliz. Con la llegada de la reina Isabel de Castilla, se impone el castellanismo, se destrozan las viejas tradiciones gallegas, se prohíbe el idioma, se traen curas y oficiales de otras partes de España, etc. Hasta tal punto triunfa este relato fantástico, que a la época que va del siglo XV hasta el Rexurdimento se le llama "Séculos Escuros" (Siglos Oscuros). Que esto tenga poco que ver con la realidad parece no importarle a nadie.

Es harto infantil pensar que el inicio del reinado de Isabel suponga un antes y un después total en la costumbre social y política de Galicia. Basta poner sobre la mesa los medios disponibles en aquella época. Si leemos a los etnólogos franceses del XIX cuando nos cuentan cómo en Francia hay canibalismo, que muchos paisanos desconocen que el país ya no es un reino, que la mitad de la gente no habla francés y que todo el mundo rural cree en fantasmas y brujas; tendremos una lejana idea de lo que podía estar pasando por la cabeza del mundo rural gallego en el XV. Es por lo tanto inane hablar de un programa de exterminio de una minoría nacional en el XV.

Mucho insisten en decirnos que existía una "idea de Galicia" funcionando en Galicia antes de la llegada de los Reyes Católicos. La cosa es que antes del XIX no existe la "idea nacional". Este invento del liberalismo, estrechamente ligado al concepto de soberanía, está tan alejado de las mentes del XV que es delito de lesa inteligencia ligarlo a él.

Es muy importante, cuando se habla de un tema así, acudir a las fuentes y datar esas fuentes. En este caso, las fuentes son relatos históricos del primer tercio del XX, que nos hablan del XV. Es decir, fuentes secundarias. Claro, lo que se sabía en el primer tercio del XX sobre el siglo XV es mucho menos de lo que se sabe hoy. Ésta es la piedra de toque de ese discurso y con eso estaría todo dicho.

Una contradicción tan sutil como real es que los marxistas se basen en idealistas para articular un discurso transversal. Apelan a la nación cuando deberían decir que la nación es una expresión del poder de clase. Raro, raro, raro.
Ah, pero estamos aquí ante una cuestión fundamentalmente política (se trata de ganar la descripción de la realidad presente y pasada), por lo tanto, en este tema es necesario utilizar armas políticas. La más efectiva siempre ha sido —aparte de las armas, que no es el caso— exponer al contrario ante sus contradicciones. Y hay una contradicción muy grande en esa historiografía nacionalista.

Dicen que durante los Séculos Escuros se prohibió el gallego de tal forma que desapareció de la escritura. Que se relegó la lengua a un statu de baja extracción social y que sólo esa idea mítica nacional de Galicia —inexistente en todo el planeta en la Edad Moderna— hizo pervivir esta lengua por la tradición oral. Ante esto, cualquiera diría que antes del 1480 todos los campesinos gallegos estaban escribiendo cual César Vidal dopado. Lo cierto es que la vida del hombre de baja extracción no cambió en lo sustancial en lo que va desde Octavio Augusto hasta la universalización de la escolarización, bien entrado el siglo XX.

Oh, bueno, también está el pequeño e incómodo tema que no comenta mucho la historiografía nacionalista oficial: durante esos Séculos Escuros se siguió escribiendo en gallego. Pequeño detalle que es harto conocido y sobre el que se pasa de puntillas para poder decir que existió una efectiva persecución de todo lo que sonara a gallego y una imposición malvada de todo lo que sonara a castellano. Henos aquí ante esta otra contradicción: si tanto adoran la historia de la lengua gallega, ¿por qué relegar esa literatura a un rincón olvidado? La respuesta es evidente: no les importa tres higas la historia de la lengua. Como dije, es una cuestión política. La manipulación del relato histórico es herramienta lista para ser usada en esta batalla por la descripción de la realidad.


El Estado Moderno en Galicia

Las reformas de los Reyes Católicos en Galicia no pueden separarse del contexto en el que se impone la reina Isabel a sus enemigos (por cierto, la reina Isabel cuya familia materna era portuguesa y muy probablemente hablara gallego). Que la nobleza gallega se colocara con la Beltraneja y las clases populares (básicamente los concejos, ya que los campesinos estaban tratando de sobrevivir y eran unos ignorantes con pocas aspiraciones, como en el resto del mundo, por cierto), con Isabel hizo que Isabel actuara de una forma y no de otra. A mi no me miréis, haber ganado la guerra, beltranejos.

Muy resumidamente, la reina se cepilla a la vieja nobleza gallega (excepto a quienes la apoyaron). Para los concejos que estaban en conflicto con esos nobles la alegría fue doble: no sólo hemos ganado la guerra, sino que nos quitan estas rémoras de encima. Será Galicia uno de los primeros lugares donde se experimenta algo nuevo en lo que a la administración pública se refiere: que los nobles dejen de ser mini-reyes y pasen a ser funcionarios. Ahí está el ascenso de la Casa de Lemos, con los Osorio y los Andrade, grandes almirantes de Castilla, coordinadores de la defensa costera, de la batalla contra el turco y, ya con los Austrias, virreyes de Nápoles.

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La pacificación del reino tenía un reto fundamental: que la justicia del rey fuera más directa, que la protección realenga a las ciudades libres se produjera sin interferencias. Se establecen las primeras escuelas de funcionarios y se crea la Real Audiencia del Reino de Galicia. Ésta institución junto a la Junta del Reino, serán las que alejen los conflictos internos: haciendo zoom out, es como si se dejara el poder público en manos de las ciudades (en contraposición al poder nobiliar de épocas anteriores). Pues eran las ciudades las que enviaban sus diputados a la Junta del Reino.

Con los ojos arrasados por sus lágrimas de cocodrilo, el nacionalista contará una historia horrible sobre cómo la reina le quitó su voto a Galicia en Cortes y se lo dio a Zamora. La contradicción aquí es evidente: el nacionalista parece desear que Galicia participara en la gobernabilidad de Castilla. Imaginaos a Arnaldo Otegui de ministro de Interior de España. Hay que decir sobre este punto —que carece de importancia— que el voto en Cortes lo recuperan las ciudades gallegas a mediados del XVII —por la época en que se estrenaban funciones de teatro en lengua gallega—. El voto en Cortes daba pase VIP para el palco del Bernabeu a un grupo muy reducido de funcionarios. Mientras tanto, lo que el campesino estándar veía era que las guerras se habían acabado. Y sí, es cierto que había levas e impuestos para pagar guerras y palacios. Lo mismo que en Murcia o en Sestao.

El balance general de la época de los Reyes Católicos en Galicia es esencialmente positivo. Se acaban las guerras, las ciudades cobran más importancia, aumenta la policía (politeia) con lo que se reduce la arbitrariedad del poder local y en general, pese a todos los avatares que quedan por contar, Galicia aumenta su población y su riqueza hasta la Guerra de Independencia más que en los siglos precedentes. Por lo tanto, la etiqueta "Séculos Escuros" y el juicio que se hace de los Reyes Católicos no pueden ser más injustos.

Un (polifónico) mensaje a los terroristas:




miércoles, 25 de septiembre de 2013

España no es una anomalía desde 1975

El problema de fiskear a Roberto Centeno es que no se le puede desmentir. Los pocos datos que afirma con su cómica rotundidad son, en este caso, correctos. El problema es que de ellos deriva conclusiones que están a años luz de esos mismos datos. Y Centeno los hila igual porque simplemente le da la gana hacerlo. Así, un diferencial de renta media de España respecto a la CEE que baja de 1975 a 1985, lo interpreta como una "traición" de "los políticos". El juicio moral a la generación de políticos de la Transición aparece como explicación total de una extensísima gama de problemas que venía arrastrando la economía española.


Recapitulo: me estoy refiriendo a lo que el señor Centeno escribe por aquí, que es lo mismo que escribía hace cinco años por acullá. La manida técnica de la imprecisión en los datos ("unos años después", "el PIB oficial es falso", "borde del colapso", "hundimiento económico") hace que sea muy difícil, por no decir imposible, contradecir (o no) lo que está diciendo. Algo que por cierto, no nos preocupa porque el señor Centeno tiene a su público, pero sí nos sirve para contraponer otra versión de la historia.

Ya sabéis cuál es mi opnión sobre las consecuencias de meter a España en la UE —por cierto, un proyecto al que los gobiernos franquistas siempre aspiraron, cosa que el señor Centeno no cuenta—. Dicho esto, mi opinión no debe influir (mucho) en presentar los datos. Los datos son datos, las interpretaciones vienen después.

La crisis setentera


Centeno viene a decirnos que a partir del día en que desapareció el fresco general proveniente del noroeste, todo se fue a hacer gárgaras. Permítanme que huya de las explicaciones totales a partir de un solo factor. Permítanme también poner en duda la gestión económica de los últimos gobiernos franquistas. Coloquemos sobre la mesa una serie de problemas arrastrados y no resueltos debido precisamente a que la Transición tuvo más de reforma que de ruptura: problemas relacionados con la falta de cultura financiera de los españoles, problemas relacionados con el estado social corporativo (la famosa mesa de diálogo social), problemas económicos inmediatos que se dieron precisamente durante los años de la Transición.


Detengámonos en este último punto. Enrique Fuentes Quintana aparecía en la tele explicando qué era la inflación. En 1977, la inflación española estaba en el 26%. Si hay que encontrar una causa de esta inflación disparada —que hizo coincidir una crisis económica del copón con el proceso de reforma política más complicado desde el año 38, cuando un grupo de colegas se inventó un país nuevo— la podemos hallar en la subvención a los precios de la cesta básica de la compra y de los combustibles. Fue en los últimos años del franquismo en que la intervención de precios cobró tintes rocambolescos. Tras la crisis del petróleo en el 73, se disparó el coste de las importaciones de petróleo, pero el litro de gasolina seguía teniendo más o menos el mismo precio de venta al público. ¿Cómo se financió este sobrecoste? Con deuda. ¿Qué decía y dice el manual sobre pagar deuda pública? Inflación. Si tu moneda vale menos y tienes que pagar lo anotado en una libreta, te costará menos. Al estado le salían las cuentas, pero la inflación toca a todo el mundo: los precios de todos los productos se dispararon y al campesino estándar le quedó menos dinero en el bolsillo. Caída de la renta disponible. Crisis setentera de libro. Como en el Reino Unido, por cierto, que en 1976 fue intervenido por el FMI, cosa que tampoco nos cuenta Centeno para no embadurnar con la molesta realidad su relato fantástico.

Subdesarrollo


El punto más importante que defiende este catedrático se centra en la renta respecto a los países de la CEE (pues toma como punto de comparación el año 75, año taumatúrgico y pivotal de la historia de España para quienes no les importa la historia de España o para quienes la cuentan como les da la santa gana).

Dice el amigo que en el 59 la renta española era el 55% de la media de los nueve países de la CEE (los nueve que había en el 75) y a eso le llama renta "propia de un país subdesarrollado". Bien. El 55% de la renta actual de esos países está en 28.000 dólares. Es decir, para Centeno Corea del Sur es un país subdesarrollado. Ok.

Desigualdad de ingresos


Preocupado por la desigualdad de ingresos, nos advierte este señor que en 1975 el 10% de la población acumulaba el 26% de la riqueza y que hoy el 10% acumula el 48% de la riqueza. Nuevamente, este resultado no se debe a que a España la "traicionaron" "los políticos". El aumento de la desigualdad de ingresos ocurre a partir de los años 70 en todas las economías desarrolladas. Cuanto más aumenta la renta disponible en un país, más aumenta la desigualdad de ingresos. Este fenómeno está estudiado y se llama "gran divergencia" (término que debemos a Paul Krugman).

Si el aumento de la desigualdad fuera algo "malo" sin fijarnos en nada más, Estados Unidos sería hoy un erial. En 1967, el 5% más rico de los estadounidenses disponía de un ingreso medio de 89.000 dólares, en 2003 eran 154.000. El aumento fue del 74%. Esto lo comparamos con el 20% más pobre, que pasó en el mismo periodo de 14.000 a 18.000, es decir, un 28%. Los más pobres aumentaron su poder adquisitivo, lo que ocurre es que los más ricos lo aumentaron mucho más. Como dije, este fenómeno se llama "gran divergencia" y ocurre en todos los países desarrollados. España, nuevamente, no es una excepción a esta norma. A ver si empezamos a dejar de tratar a España como un bicho raro, cosa que tanto les gusta a los bocazas (no digo que el señor Centeno sea un bocazas, aunque puede que lo piense, eso ya es cosa mía).

Incremento de renta

Yo mantengo que la incorporación a la UE y la Transición no fueron cosas inocentes (hay víctimas, opacidad, mentiras y no se airea el tema, cosa que no me parece bien), pero de ahí a afirmar que justo tras la muerte de Franco España se fue a la mierda, dista un mundo. España, pese (o gracias) a "los políticos" lo ha hecho relativamente bien. Digo "relativamente" porque no sé muy bien con qué nos debemos comparar. Si nos tenemos que comparar con el grado excelente, sería con Alemania, pero en ese caso lo hemos hecho impresionantemente bien, cosa que no me cuadra, claro que hay que tener en cuenta que por el camino aparecieron 16 millones de alemanes que vivían en un gigantesco estercolero.

Así por ejemplo podemos comparar los incrementos de las rentas per cápita de España y Alemania entre 1970 y 2001. En el caso alemán se pasó de los 11.700 dólares a los 21.400. En el caso español se pasó de los 7.000 dólares a los 15.200. Es decir, Alemania tuvo un aumento del 200% y España del 250%. Si miramos la tabla de países de la UE del 2001 (la UE-15) podemos ver que a España sólo la superan Finlandia, Irlanda, Luxemburgo y Portugal. Ciertamente la medalla de oro se la lleva Irlanda (460%), que durante estos años dejó de ser un patatal inmundo para llegar a convertirse simplemente en un país mediocre e irrelevante.


Conclusión

Hoy el PIB per cápita de Irlanda es un 29% superior al nuestro, pero como el PIB oficial es falso y está sobrevalorado en un 30%, la realidad es que la renta per cápita española sería un 46% inferior.
Roberto Centeno, lol

España aparece en la Transición con una crisis económica del copón que comparte con otros países de su entorno. A su vez, como el resto de países, arrastraba problemas particulares: las regalías públicas del último franquismo que contribuyeron a disparar la inflación, sobre todo en lo que se refieren a importaciones petroleras, continúa siendo una cuestión muy delicada en lo que afecta a nuestra economía (deberíamos estar haciendo agujeritos en todas nuestras costas o algo similar). Otros problemas ya mencionados como el corporativismo (la negociación de los convenios, el poder sindical y patronal) son herencia directa del franquismo. En este caso sí que los políticos de la Transición cometieron graves errores al no transformar la negociación laboral franquista. El patrimonio y presencia del Sindicato Vertical, pasó a manos de los sindicatos del PCE y del PSOE, la influencia de la patronal en la legislación se mantuvo intacta. Todos contentos. Es sin duda muy fácil decir ahora lo que se hizo mal en aquel entonces. Pero en lugar de jugar a las ucronías podríamos participar en el proceso público para tratar de cambiar hoy lo que pensamos que hoy está mal.

No quiero irme sin insistir en la idea de que España no es un país "traicionado" o con una especie de maldición gitana encima de la cabeza. La perspectiva histórica de los últimos 40 años es francamente positiva. Aunque siempre habrá críticas nostálgicas ("no se puede pasear de noche sin que te atraquen"). En este punto, es gracioso recordar que la izquierda secesionista y la derecha social comparten la idea de que España "está mal hecha". Pues no, no está mal hecha, España es un país normal, con problemas gravísimos, pero en general normal. Cosa que de la que da fe cualquier viaje al extranjero.

Lo dejo aquí. Me imagino que todo esto es parte de una conversación más larga que continuaremos en el futuro.


Referencias:


martes, 24 de septiembre de 2013

Inception (2010)

Esta mezcla de Matrix y Narnia está muy bien, pero tiene ciertas premisas torpes. De hecho, lo que dispara la trama no se sostiene. Luego también tiene un error de principiante durante las tres horas de película: no se puede disfrutar completamente porque te están explicando todo el rato lo que está pasando.

Personajes

Si no has visto la película y te pongo esta imagen, tu cabeza puede explotar.
La película la protagoniza un grupo de acción que es básicamente el reparto de Batman (recordad que Nolan dirigió dos películas buenas de Batman).
  • Leonardo DiCaprio: el protagonista. Se dedica al espionaje industrial con notable éxito, pero no tiene recursos para contratar a una canguro que le lleve a sus hijos (o convencer a su padre, Alfred, de que se los lleve de vacaciones a su casa). La movida es que no puede volver a los EEUU porque le acusan del asesinato de su mujer loca (que se suicidó).
  • Ken Watanabe: empresario étnico que contrata a Leo para que le meta en la cabeza al Espantapájaros la idea de vender su empresa.
  • Espantapájaros: acaba de recibir en herencia la empresa familiar que es competencia directa del chino. Él es a quien hay que meterle una idea en la cabeza (hacerle un inception: lo que hacen los profes de secundaria en Cataluña a sus alumnos).
  • Robin: se crió en un orfanato y por eso comprende muy bien a Batman. Se pasa toda la película explicando al espectador lo que está viendo. Podría ser sustituido por una voz en off.
  • Kitty Pryde: alumna de la Escuela de Jóvenes Talentos del profesor Xavier. En esta película no atraviesa paredes, sino que estudia arquitectura en el Cesuga y como era la más guapa de la clase, la elige Leo, que sabe latín. Se pasa toda la película preguntando qué está pasando, para que así alguien (Robin) dé información al espectador sin que parezca que habla con el espectador.
  • Dos tipos más que no nos importan mucho.
De qué va

Existe una tecnología para compartir sueños, cosa que mola mucho. Los sueños tienen una mecánica propia: dentro de un sueño el tiempo se ralentiza: veinte segundos de sueño equivalen a un segundo durmiendo. Se puede soñar dentro de un sueño, con lo que se dispone de más tiempo para hacer cosas. Leo por ejemplo, se dedica a usar esta tecnología para robar secretos corporativos. Ah, pero también la usó para estar con su mujer en un sueño muy profundo y compartir los dos juntos "50 años" jugando a las casitas. Resulta que al despertarse, la loca de su mujer creyó seguir en un sueño y se suicidó aparentando que Leo la mataba para convencerle de que se suicidara con él (y así despertar). Esto te lo cuentan al final, pero hay que saberlo al principio.


El chino contrata a Leo para convencer al Espantapájaros de vender su empresa. Se reúne un grupo de acción y, después de cincuenta minutos de explicarte la mecánica de los sueños, se ponen al lío. Se meten en un avión con el Espantapájaros y lo duermen. Pasan al Sueño Uno.

En Sueño Uno, secuestran al Espantapájaros, lo meten en una furgoneta y se vuelven a dormir todos (un inception necesita un sueño muy profundo). Pero el Espantapájaros fue adiestrado para tener defensas en su subconsciente, que son parecidos a esbirros con metralletas. La furgoneta choca en un puente y se va a caer al agua de un río mientras están en el Sueño Dos.

En Sueño Dos, están en un elegante hotel. Leo habla con el Espantapájaros y le dice que está soñando porque alguien lo ha secuestrado, pero que él fue metido en su subconsciente para ayudarle. Buena estrategia. Lo convencen para meterse en una habitación y soñar para así poder despertarlo o algo, total, que pasan a Sueño Tres.


En Sueño Tres están en la guarida de montaña de un archivillano de 007. Todavía nadie ha soñado con helicópteros de asalto ni con volar, sino sólo con pistolitas. Se meten en la fortaleza y llegan a una cámara acorazada, que es la manifestación onírica del subconsciente más profundo del Espantapájaros (cosa que es un buen detalle). Horror, ahí Leonardo DiCaprio sueña con su mujer loca, que la lía a tiros y manda al chino al "Limbo" (el lugar más profundo de los sueños del País de Narnia). Leonardo, con un alto sentido de la responsabilidad, se lanza al Limbo a rescatar al chinorri, Kitty Pryde le sigue, porque no todos los días se conoce a Leo DiCaprio y no le quiere perder de vista. Mientras tanto, el Espantapájaros ve en la cámara acorazada a su padre moribundo y decide que es buena idea deshacerse de la empresa y dedicarse a una vida de playboy multimillonario.


En Limbo, Leo y la chica hablan con la proyección de Leo de su loquísima mujer (en serio, Leo se pasa toda la peli imaginándose que su mujer es la persona más tarada del mundo, cosa que es graciosa cuando lo piensas). Kity Pryde, en un crossover rarísimo, coge al Espantapájaros y se tira por una ventana para despertarse. Leo se va nadando hasta encontrar al chino, al que convence de que se pegue un tiro para despertarse (ésta es la primera escena de la película, tócate las narices). Total, que de forma coordinada, van saliendo todos de cada sueño escalonado.

Se despiertan todos en el avión, aterrizan, y Leo va a su casa donde está Alfred con los niños. Todo bien.

Qué premisas son torpes


Entiendo que estas premisas torpes no empañan el resultado de lo que es una película de acción muy bien ejecutada (imaginaos una peli de Matrix no dirigida por adolescentes atolondrados y cambiasexos). Toda la misión de Leo se basa en que quiere "limpiar su expediente" para volver a ver a sus hijos. Es decir, existe una tecnología para compartir sueños pero la policía no es capaz de distinguir un suicidio de un asesinato. El abuelo, que está con los críos, supongo que no puede coger un avión e ir a visitar a Leo porque pierden cole o algo así. Son premisas muy torpes... que no están relacionadas con la mecánica de los sueños y la parte de ciencia ficción que tiene la película.

Cosas bien
  • Las escenas de acción no son insultantes: con la excusa de "es un sueño" se pueden ver cosas molonas, como un tren atravesando una ciudad, un montón de agua anegando un hotel, un mundo lleno de edificios rotos como una partida de simcity abandonada...
  • La banda sonora ya es un clásico imitado en muchas películas, sobre todo el BAAAAM.
  • Es Matrix para una nueva generación de frikis más maduros, ya de vuelta de todo.
  • Muchos críticos de cine muy listos no la entendieron y se pueden leer críticas de la película diciendo que está mal explicada o que se trata solamente de un espectáculo visual. Esos críticos de cine, como Fernando Ónega, pertenecen a un mundo que está muerto. Bailemos sobre sus tumbas.
Cosas no tan bien
  • Entiendo que las explicaciones intrapelícula sean necesarias, pero dan demasiadas explicaciones que son inútiles.
  • La historia de Leo con su mujer: si sabes que sueñas con tu mujer loca, quizás no debas aceptar esa misión, Leo.
  • Del grupo de acción me sobran dos o tres fulanos que tienen dos líneas de diálogo.
  • Jugar con lo de "¿ahora sueñan o están en la realidad?" está bien hacerlo una vez, pero no más.
  • Nadie sueña con sexo, ni con volar, ni con robots gigantes. Ni con una combinación bizarra de las tres cosas. Parecen Fernando Ónega: el hombre sin sueños, sin iniciativa, sin ideas propias, el agujero negro de la tristeza y el dolor, que destruye las motivaciones que nos hacen levantarnos cada mañana.




viernes, 20 de septiembre de 2013

Boceto de escala temporal logarítmica de percepciones de singularidades tecnológicas

Si las singularidades tecnológicas se producen cada vez más rápido, la percepción del campesino estándar sobre los logros de su civilización puede ser cuantificable en una escala logarítmica. Una escala de estas características puede ser interesante a la hora de construir un relato de ciencia ficción o de fantasía que incluya al menos dos civilizaciones con diferente grado de desarrollo tecnológico. Además, es útil para salvar esa suerte de "stasis" que me molesta tanto ver en tantas historias: la idea de la negación de la singularidad tecnológica.

Ejemplos rápidos de negación de la singularidad tecnológica los vemos en las obras más comunes de ciencia ficción y fantasía. Por ejemplo, en La Guerra de las Galaxias existe muy poca diferencia tecnológica entre la época de las Guerras Mandalorianas y la época de la Batalla de Yavin, y hablamos de 4.000 años de diferencia. En el Señor de los Anillos, desde la caída de Isildur hasta que se junta cierto equipo de acción en Rivendel, pasan unos 3.000 años.  En Canción de Hielo y Fuego Bran el Constructor levanta el Muro 8.000 años antes de la saga actual. Bien, en esas obras de fantasía la magia puede explicarlo todo, pero es que en la ciencia ficción, ocurre lo mismo y seguro que conocéis ejemplos. Dicho esto, simplemente pensad en nuestra Edad Media. Un castillo del año 1000 no tiene nada que ver con uno del año 1300. El primero es una torre de guijarros y madera sobre un promontorio, el segundo tiene varias torres y altos muros de cantería. El avance tecnológico existe, y más aún, la singularidad tecnológica también existe: pensad en cómo influyó el uso de la pólvora o la sofisticación de las relaciones económicas y políticas en el diseño de los castillos.


Dicho esto, ¿cómo hacer una escala temporal que nos sirva de referencia para obtener impresiones subjetivas del paso del tiempo de un campesino estándar? Tirémonos a la piscina y comencemos por ver una singularidad tecnológica obvia: el ferrocarril. El ferrocarril es sin duda una singularidad tecnológica crucial: por primera vez desde tiempos de Octavio Augusto se acortaban las distancias de los viajes terrestres. Marquemos el año 1830 como el de la aparición del ferrocarril y llamemos T0 a ese momento. Ahora, de forma arbitraria, establezcamos una serie de puntos temporales respecto a T0 basándonos en lo que podía pensar el campesino estándar del ferrocarril.


Así tenemos:
  • T0 (1830) el ferrocarril está funcionando.
  • T-1 (1829) el ferrocarril está funcionando.
  • T-10 (1820) el ferrocarril está siendo investigado con bases sólidas.
  • T-100 (1730) el ferrocarril no existe, pero se experimenta con el motor a vapor y se usan carriles en las minas para reducir el rozamiento de las vagonetas. El ferrocarril, teóricamente, es posible.
  • T-1.000 (830) la gente encuentra mejores usos para el escaso hierro en circulación que para ayudar a mover a una bestia de fuego. El ferrocarril es un relato fantástico.
  • T-10.000 (8.170 a.C.) el ferrocarril es incomprensible.
Para ver si es correcta esta escala para algo del siglo XIX, pongamos otro ejemplo del siglo XIX: la teoría de la evolución de Darwin.
  • T0 (1860) la teoría de la evolución está abriéndose paso.
  • T-1 (1859) la teoría de la evolución está abriéndose paso (se edita El origen de las especies).
  • T-10 (1850) el lamarckismo (herencia de caracteres adquiridos) está funcionando: existe constancia de que las especies no son inmutables.
  • T-100 (1760) scala naturae: todos los seres vivos (es decir, los animales) se ordenan en función de su complejidad, desde el más simple hasta el hombre. Se podría sugerir la posibilidad de cierta evolución en reducidos círculos de investigación.
  • T-1000 (860) Dios crea al hombre el año 4.026 antes de Cristo. Tres días antes crea a todas las bestias (y también al hombre, porque en el Génesis Dios crea al hombre dos veces, supongo que la primera vez se refiere a vampiros o morlocks). Nadie niega en público esta historia, no por temor a la Iglesia, sino por temor a que le tomen por idiota. La evolución es un relato fantástico.
  • T-10.000 (8.140 a.C.) la evolución es incomprensible.
Habría que probar más ejemplos, pero demos por suficientes estos. Respecto a las singularidades del XIX tendríamos una escala logarítmica de percepciones de singularidades tal que así:
  • T-1: vulgar
  • T-10: común
  • T-100: poco común
  • T-1.000: fantasía
  • T-10.000: incomprensible
Bien, como la singularidad tecnológica de un instante T0 está a su vez insertada en una escala logarítmica de tiempo, las percepciones del campesino estándar no siguen estáticamente este patrón de tiempo. Consideremos una singularidad del siglo XX como es el vuelo a motor y veremos que los márgenes dados para el siglo XIX ya han cambiado.
  • T0 (1910) primeros mensajes de radio de un avión en pleno vuelo.
  • T-1 (1909) Louis Blériot cruza el Canal de la Mancha y gana un premio  de 1.000 libras del Daily Mail.
  • T-5 (1905)  Wilbur Wright, en el Flyer II, vuela durante 40 minutos y no se mata.
  • T-10 (1900) Zeppelin lleva a sus primeros pasajeros en el LZ1. Numerosos inventores locos prueban sus planeadores con notable éxito, muchos buscan ponerle motor a sus aparatos y poder controlar el vuelo.
  • T-100 (1810) globos aerostáticos sin estar amarrados al suelo. Gente no suicida empieza a diseñar planeadores.
  • T-500 (1410) dibujos de ornitópteros y gente que salta de campanarios y minaretes. El vuelo a motor es una fantasía.
  • T-1.000 (910) el vuelo a motor es incomprensible.
La escala para una singularidad de la Belle Époque sería algo así:
  • T-1 vulgar
  • T-5 común
  • T-10 posible
  • T-100 imaginable
  • T-500 fantasía
  • T-1.000 incomprensible
Para que algo sea considerado "fantástico" bastan 500 años, no 1.000. Y para que algo sea "posible" bastan 10 años, no 100. Es decir, según nos acercamos al momento presente, los cambios son mayores, la percepción de los cambios es mayor y la posibilidad de aceptar los cambios también es mayor.


Ahora pondré de ejemplo Internet para ver dónde nos situamos y cuál será nuestra percepción (aquí somos nosotros los campesinos estándar) de las singularidades futuras.

T0 (2000) burbuja de las punto com, cientos de miles de millones desaparecen en nubes de humo, lo que provoca cambios en la regulación financiera internacional.
T-1 (1999) Napster mola. Se publican las especificaciones del IEEE 802.11, lo que conoces como wifi.
T-2 (1998) aparecen Google y PayPal. Los cursos de "Internet" y de "Office" son una plaga malsana. Cuando estás en Internet no escuchas el teléfono. Internet es común.
T-18 (1982) se publican las especificaciones del protocolo TCP/IP. Todo lo que necesita Internet ya está inventado, pero el hardware es demasiado costoso para su popularización.
T- 31 (~1969) tras años de investigación y desarrollo, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos conecta de forma distribuida sus bases (ARPANET) para que un ataque de misiles soviético no les impida reducir Moscú a cenizas. El sector bancario es el primero en aplicar este modelo de comunicación. Internet es imaginable.
T-54 (1946) la Fundación Rand se separa de Douglas Aircraft y comienza a desarrollar la teoría de que la guerra nuclear se puede ganar. Para ello un requisito es no perder comunicación con la línea de mando. Algo parecido a Internet es muy común en la ciencia ficción.
T-100 (1900) la telegrafía sin hilos es común, se experimenta con la radio. Internet es una fantasía.
T-200 (1800) Internet es incomprensible.

En resumen:
  • T-1 vulgar
  • T-2 común
  • T-18 posible
  • T-31 imaginable
  • T-54 inalcanzable
  • T-100 fantasía
  • T-200 incomprensible


Si proyectamos esta escala del año 2000 hacia el futuro, tendremos las posibles percepciones del campesino estándar sobre una singularidad tecnológica que podemos llamar Proyecto Tau.
  • En 2000 el Proyecto Tau es incomprensible. No podemos ni imaginarlo.
  • En 2100 el Proyecto Tau es una fantasía («—Molaría que existiera algo como el Proyecto Tau. —Déjate de historias y acaba las lentejas»).
  • En 2146 el Proyecto Tau es inalcanzable, pero los problemas que solucionaría están identificados. La ciencia ficción predice el Proyecto Tau recurriendo a la fantasía.
  • En 2169 el Proyecto Tau es imaginable: ya hay algo que no está claro si desembocará en el Proyecto Tau.
  • En 2182 el Proyecto Tau es posible y existen investigaciones dedicadas a conseguirlo.
  • En 2198 el Proyecto Tau es común.
  • En 2199 el Proyecto Tau es doméstico y vulgar.
  • En 2200 se produce la burbuja del Proyecto Tau, cientos de miles de millones desaparecen en nubes de humo, lo que provoca cambios en la regulación financiera interplanetaria (probablemente se introduzca el tipo de interés negativo para compensar los efectos de la dilatación temporal de los viajes espaciales en las rentas de capitales).
Ok, pero aquí hay un problema que los más listos ya habéis detectado: las singularidades se producen en escala logarítmica (cada vez más rápido), luego las percepciones sobre ellas también cambiarán más rápidamente. Aclarado esto, podemos reducir un grado de magnitud estas percepciones sobre el Proyecto Tau y tener:
  • En 2000 el Proyecto Tau es incomprensible. No podemos ni imaginarlo.
  • En 2050 el Proyecto Tau es una fantasía («—Molaría que existiera algo como el Proyecto Tau. —Déjate de historias y acaba las lentejas»).
  • En 2075 el Proyecto Tau es inalcanzable, pero los problemas que solucionaría están identificados. La ciencia ficción predice el Proyecto Tau recurriendo a la fantasía.
  • En 2087 el Proyecto Tau es imaginable: ya hay algo que no está claro si desembocará en el Proyecto Tau.
  • En 2093 el Proyecto Tau es posible y existen investigaciones dedicadas a conseguirlo.
  • En 2096 el Proyecto Tau es común. Madrid organiza los JJ. OO.
  • En 2097 se produce la burbuja del Proyecto Tau, cientos de miles de millones desaparecen en nubes de humo, lo que provoca cambios en la regulación financiera internacional.
Elegid una singularidad y poned a prueba las escalas, ved que las escalas varían respecto al punto de partida de la singularidad (T0). También se puede observar que una civilización puede tener varias tecnologías en distintas fases respecto a sus singularidades. Otra característica es que posibilita comparar el grado de desarrollo de dos civilizaciones (por ejemplo, el Imperio Romano y la dinastía Han) respecto a la misma tecnología.



martes, 17 de septiembre de 2013

Occidente no quiere experimentos raros

La confirmación de lo que ya sabíamos, que una Cataluña independiente se arrojaría a la dialéctica de estados sin paracaídas, nos viene de la mano del portavoz del Parlamento Europeo (esa cosa desconocida que hay en Bruselas —creo— y de la que parten el 90% de nuestras leyes). El tal Jaume Duch y la portavoz de la Comisión vienen a decir que salir de un estado miembro de la Eurocosa significa salir de la Eurocosa. Ésta es tan solo una parte de la patita que asoma por la puerta. Hacer un país nuevo en occidente, tiene muchas implicaciones para el resto de países. Países a los que no les gusta jugar con las cosas de comer.


¿Alguien les habrá contado a los fanáticos serviles directores de la programación infantil catalana que no entra en los planes de ningún país permitir la eclosión de un país nuevo por rotura de otro previo, antiguo y de fronteras históricamente muy estables? Sí, Sudán del Sur se ha independizado, pero a nadie le importa ese pedazo del Sahel que no deja de ser la finca de un cártel petrolero. Otros países de reciente independencia son resultado de uniones previas de lo que estaba desunido o colonias como Timor Oriental (por cierto, desde su independencia Timor Oriental está silenciosamente ocupado por el ejército australiano, cosa de la que nos podemos enterar por la prensa extranjera). Ninguna de estas situaciones son aplicables a Cataluña: ni existe país previo, ni es colonia de nadie y sí es importante para la comunidad internacional que no exista.

Todo país con pulsiones separatistas en su interior va a vetar por activa y por pasiva cualquier tipo de acercamiento o contemporización con el despiece que pretenden los cleptócratas catalanes. Simplemente no pueden aceptar dar alas a cualquier grupo de paisanos que piensen que los zuecos de su pueblo son motivo suficiente para entronar a cualquier fulano y crear una nueva soberanía. Otra de las realidades con las que la fantasía secesionista choca es la OTAN. El izquierdismo popular antiamericano del que bebe el pulso secesionista hace pensar en un rechazo a su presencia en esa alianza militar que sostiene la parte del mundo libre que hay en Europa. Me pregunto si ERC y sus comparsas adolescentes saben que no tienen más remedio que aceptar formar parte de la OTAN. ¿Eso lo saben los de las CUP? Tan enfangados en su pueril fantasía tal vez desconozcan que las soberanías no son completas y que estar en la OTAN no es una elección. En esta parte del mundo se está en la OTAN y si para eso hace falta burlar algún proceso electoral, se burla.


Digo todo esto por dos motivos. El primero: la grave confusión respecto a los poderes taumatúrgicos de la palabra democracia. Democracia no es votar, democracia no es "poder decidir". Democracia es la sucesión electiva de los gobiernos con limitación del poder de esos gobiernos (y por tanto, limitación del poder del electorado y de las leyes que se puedan aprobar). Algo tan sencillo como esto es constantemente ocultado. Las ingentes cantidades de dinero público dedicadas a la propaganda secesionista se saltan este detalle fundamental: en democracia no todo vale. Entiendo que se lo salten pues al fin y al cabo, como digo, la gente que sale a la calle envuelta en los colores de su soñada comunidad política, no distan mucho de alocados adolescentes el día de paga.

El segundo motivo por el que comento lo de la OTAN (y podría hablar de la OMC en similares términos), es porque los actos tienen consecuencias. Sólo a un tarado mental se le puede ocurrir que lo que afecta a Cataluña sólo tiene consecuencias en Cataluña. Que Cataluña se convierta en una especie de Nagorno Karabaj afectará a las exportaciones españolas, afectará al peso internacional de España (en consecuencia, al prestigio de los organismos con presencia española, que son los del mundo libre frente a la barbarie moscovita, pequinesa e islamofascista), creará un agujero en el Espacio de libertad, seguridad y justicia de la UE, dejará a los actuales catalanes fuera de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE (en cristiano: los Mossos podrán dar palizas a cualquier detenido sin que nadie pueda decir ni mu, y os recuerdo que en Cataluña hay mucho inmigrante que no sabe ni cómo pedir un abogado), partirá a Italia en dos (todos los países europeos tienen pulsiones separatistas, ninguno con tantas mercedes concedidas como el nuestro, que se lo puede permitir porque es muy homogéneo en comparación con otros),... la lista podría continuar con citas del Apocalipsis bíblico, pero paso: creo que entendéis mi punto.


Como juego teórico se me ocurren argumentos para defender una secesión de un cachito de España. No los mencionaré porque no pienso trabajar para el inglés, pero sí puedo apuntar algo relacionado con la competencia fiscal, con hacer las cosas de acuerdo a las leyes vigentes (y no basándome en la funesta oclocracia que pretenden los serviles), con la explicación de las consecuencias para los demás (cosa que los cleptócratas ombliguistas no hacen porque no les sale de la punta de la nariz) y sobre todo, con el hecho de que en la globalización ya no importa tanto la cantidad como la calidad. Ah, pero no veo a ningún exportador catalán no clientelar (es decir, que no viva del BOE) saliendo a la calle enfundado en un trapo. A quienes veo en la calle es precisamente a antiamericanos y antiglobalización. Subproductos de una educación estabularia, llena de lugares comunes, repeticiones de dogmas y a quienes se la traen al pairo los sistemas de contrapesos y equilibrio de poder que son requisito esencial para existir en occidente.

Penosamente pienso que algunos secesionistas se equivocaron de continente y de siglo. Y que más daño hacen a quienes deseamos una mayor descentralización dentro de España que a los jacobinos, de quienes se realimentan mutuamente.

Antes de irme a merendar y a leer el Mortadelo, quiero añadir otra cosa más: si este conflicto político está fabricando tarados cerca de mi pueblo, yo lo quiero saber. La infinita galería de tontos útiles que pueden cometer un lamentable error amparados por la impunidad que concede la dejadez capitalina —en Madrid el nacionalismo es algo lejano y folclórico, como ir a clases de tango—, no deja de aumentar. En este país —puede que por escarnio del franquismo— se ha dejado pensar a la gente que todas las ideas valen. Y no, no vale la aplicación de todas las ideas. Lo democrático es cortar de raíz aquellas acciones que atenten contra el propio sistema. Esto es básico. Sólo es legítimo ir contra el sistema si este no tuviera mecanismos internos de transformación. Pero los tiene. Y hay ideas que están fomentando el surgimiento de una nueva hornada de salvapatrias egresados de la Universidad de Santiago (alguno dando clase) que escriben en sus revistitas revolucionarias ciertas alabanzas a la "alegría armada". Pero sigamos mirando para otro lado.

Más:


domingo, 15 de septiembre de 2013

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Lo de los cleptócratas oclócratas catalanes en los medios extranjeros es para mear y no echar gota desde dos perspectivas. La primera: están contando una historieta como les da la gana. La segunda: no hay presencia de desmentidos. La primera idea responde a que al fin y al cabo los medios publican lo que les manda publicar el que paga. Nada objeto contra ello. Me parece saludable y legítima la parcialidad en la información. La segunda idea es responsabilidad directa del gobierno de España. A todo lo que llegan esos engolados de Madrid es a lo de Margallo diciendo que le da pena que haya muchos catalanes que quieran romper otro cachito de España. Y a Soraya diciendo que hay leyes. Ya, Soraya, ya sabemos que hay leyes, pero si las leyes no vienen acompañadas de ideas, al final, pierdes.

Tenemos al portavoz de una famiglia catalana escribiendo en el New York Times perlas como la que sigue:

The history of Catalonia goes back centuries, when Iberian tribes traded with Greeks and Carthaginians along the Mediterranean coast.

Con un par. Luego sigue diciendo que el idioma catalán estaba prohibido y continúa con el mito de siempre. A continuación, el señor Mas esgrime como razón del descontento que Cataluña aporta más al resto de España de lo que recibe —esto suele pasar si tu renta media está por encima de la media del país— y se muestra partidario de entrar en la UE como miembro no receptor. Es decir, que quiere dar a Bruselas lo que no quiere dar a Madrid. ¿Será que le gustan las coles más que el cocido?

Thomas Jefferson y John Adams.
Es en The Economist donde la cosa se pone más calentita, porque el siguiente artículo no lo firma un conocido cleptócrata. Titula el semanario británico «Nothing to lose but their chains», lo que en una lengua más cara al oído humano significa «Nada que perder salvo sus cadenas». Porque se ve que en Cataluña hay cadenas. Ahí se encuentran referencias a la guerra de sucesión, que los británicos tratan como si fuera un conflicto de Cataluña con el resto de España:

...three centuries after the Catalans lost a war against Spain’s new king
...exactly 300 years after Philip V’s troops squashed the Barcelona revolt

Mienten quienes tratan la guerra de sucesión como un conflicto de los derechos milenarios de una Cataluña imaginaria contra los malvados mesetarios a las órdenes del Papa. A partir de aquí podéis dejar de leer porque me voy a poner pesado.

La guerra de sucesión en minuto y medio

Con la muerte de Carlos II se produce un problema sucesorio que se dirime como Dios manda: a palos. Así tenemos a Felipe de Borbón y al archiduque Carlos de Hasburgo poniendo patas arriba la piel de toro. A un bando lo llamaré francés y al otro alemán.

Carlos II
Con Carlos II muy mal de la cabeza, los alemanes enviaron tropas a Madrid para defender a la reina, la quisquillosa Mariana de Neoburgo, objeto de burlas y chascarrillos como era y es habitual. Los madrileños y la corte no estaban muy por la labor de aguantar a los espadones del príncipe de Hesse-Darmstadt, quien acabaría siendo nombrado virrey de Cataluña. Todo lo malo que recibió ese príncipe alemán en Madrid, lo recibió de bueno en Cataluña, entre otras razones porque los catalanes estaban hasta el gorro de las frecuentes invasiones francesas y todo aquel que repartiera capones a los gabachos, se convertía en su amigo. Por eso, cuando un ejército de alemanes e ingleses desembarca en la península, lo hace en Barcelona, donde se establece una especie de corte de pitiminí. No tardan nada el archiduque Carlos y el príncipe de Hesse-Darmstadt en hacer migas con una parte de la nobleza catalana. ¿Qué método utilizaron? La incautación de las propiedades de los catalanes no residentes. Así, todo comerciante catalán que estuviera, pongamos, en Sevilla de viaje de negocios, se quedó sin nada en Cataluña. Esas propiedades revirtieron a los nobles residentes allá que con gran fruición apoyaron a la nueva autoridad. Menuda reivindicación soberana y nacional.

Felipe V
Felipe de Borbón por su parte, tenía el apoyo de los gabachos, sí, pero también de las instituciones españolas y de los alemanes católicos. Frente a estos estaban los aliados del archiduque: alemanes protestantes, portugueses, ingleses, holandeses y austríacos. Es decir, gente con muy buena consideración en toda España. Como Carlos de Habsburgo se establece en Barcelona (donde sería conocido como Carlos III de España), recibirá el apelativo burlón de "rey de los catalanes", en referencia a que en su ejército no había españoles. Las batallas de esta guerra tienen lugar por toda España. Las tropas del archiduque llegan a entrar dos veces en Madrid. La segunda no se quedaron mucho, pero la primera vez se quedaron el tiempo suficiente para recibir agasajos y honores... de los barceloneses que estaban refugiados en Madrid y que buscaban la recuperación de su patrimonio. Sobra decir que las tropas de ocupación alemanas habían dejado infausto recuerdo en la población y que, aunque sólo fuera por joder, el pueblo gritaba vivas a Felipe V al paso de la comitiva del archiduque.


Cuando los franceses reagrupan a su ejército en Guadalajara, los alemanes empacan, se llevan todo lo que pueden —la quema de conventos y saqueo de iglesias es una vieja tradición madrileña— y dejan tirados a esos barceloneses que, ante las presumibles represalias, pasan a jurar fidelidad a Felipe en menos de dos segundos. Por cierto —para que veáis cómo son las cosas— el archiduque Carlos visita a su prima Mariana de Neoburgo (viuda de Carlos II) en Toledo y la deja ahí como la encontró. Las visitas, como el pescado, huelen a los tres días.

Archiduque Carlos.
Total, que en Almansa hay una batalla de la que Hollywood no hará películas y de ella salen los francoespañoles con una victoria decisiva. Cuatro años después, muere el hermano del archiduque con lo que él pasa a ser emperador del Austria y el tema español deja de importarle. Con el fin de la guerra se firma el Tratado de Utrecht y los alemanes abandonan Barcelona. Lo único relevante para Felipe V en ese tratado era la garantía de ser rey de España. Tras todas las pérdidas territoriales, Felipe V no quería ni oír hablar de las mercedes concedidas por el archiduque a la nobleza catalana. "¿Tengo un país y ni siquiera puedo gobernar en él? De ninguna manera". Lógicamente en sus planes no contemplaba la permanencia de ningún fuero ni tratamiento especial a los catalanes. Estos, también actuando lógicamente, defendieron a sangre y fuego sus privilegios. Al final ganó el más fuerte. Muchos exiliados catalanes pudieron regresar y recuperar sus propiedades, en algunos pueblos hubo ajustes de cuentas... y en la mayoría de aldeítas de montaña nadie se enteró de que había habido una guerra.


Bien, ésa fue la guerra. Hoy, el pesado revisionismo nacionalista quiere reinterpretar los hechos del pasado: dando y quitando razón a los bandos. Que acontecimientos de hace 300 años sean razones políticas actuales dice mucho de la falta de capacidad política de los implicados. También es una bonita lección: cada conflicto es semilla del siguiente conflicto y tan dados somos al cainismo que jamás pararemos este círculo vicioso.

¿Por qué siguen insistiendo en querer suspender las clases de historia con sus infumables anacronismos en lugar de hablar de política? Es cierto que la financiación autonómica es horrible. Es cierto que las comunidades autónomas no pueden continuar ocupándose de la política de gasto sin tener en sus manos la política fiscal. Es cierto que no existe un debate por el cual se pueda poner punto y final al café para todos sin que ello signifique la desaparición de todas las autonomías. Es cierto que el origen de este problema no está en la muerte de Carlos II sino en los apoyos que se buscaron para aprobar la Constitución. Entre anacronismos y falsos dilemas se hurta un debate público. De eso no se habla, pero de que Cataluña tiene su origen en el comercio de griegos e íberos sí. Que se vayan a pastar, pesados.

Dramatización:




jueves, 12 de septiembre de 2013

Sobre la imposible neutralidad del estado liberal

Es curioso cómo toda reflexión que inicio para tratar la identidad nacional en los parámetros del estado liberal, acaba siendo una reflexión sobre las libertades negativa y positiva dentro de la sociedad política.


Si en el estado liberal, el átomo esencial es el individuo, toda otra consideración del individuo más que como miembro de la sociedad política queda relegada a un segundo plano. El individuo, dentro de la sociedad política, pasa a ser ciudadano. No importa que sea del Barça, que tenga los ojos azules ni que su color favorito sea el marrón ni que hable suajili ni que adore a una piedra en el campo. Si existe una identidad nacional en el que se pueda meter al ciudadano, esa identidad la otorga la propia pertenencia a la comunidad política. Dicho de otro modo, la identidad nacional del ciudadano es la identidad que le viene dada por someterse al estado.

Entiendo que este tipo de identificación sea muy débil. La identidad nacional vendría dada por compartir una cierta vida jurídica y política con tus vecinos. Así, ver la bandera del estado liberal en un pueblo, significaría que en ese pueblo existen una serie de normas y de leyes (ahí hay politeia, πολιτεία) y mecanismos para que se cumplan, no que la gente es del Barça o habla suajili. Esto digo que es débil porque si preguntas por la calle, la gente se identifica antes con ser del Barça o con hablar suajili que con el estado que les define como ciudadanos.

No desconozco que la historia del surgimiento de los estados liberales tiene poco que ver con este planteamiento. Cuando a partir de principios del XIX aparece el estado liberal, este se dedica a crear (o reforzar sobre otras) identidades basadas en la participación política (había maneras de adquirir la ciudadanía para los extranjeros), sí, pero también en rasgos étnicos, costumbristas o artísticos: se establecen pesos y medidas comunes, el mismo horario para todo el país, leyes de educación nacional, servicio militar, etc.


«La perfecta libertad no existe. El hombre debe saber bien en qué mundo vive. Y en este momento, el mundo es Roma» (Ben Hur).
La moral del estado liberal

Pero si el estado liberal es tan solo la comunidad de participación política en la que el ciudadano redacta y cumple las leyes, ¿es este estado amoral? Como el ciudadano es el átomo esencial del estado liberal, el bien del ciudadano será el bien que persiga el estado. No existirá por lo tanto un bien común que sea ajeno a cada uno de los ciudadanos, sino más bien un bien común que sea el bien de cada uno de los ciudadanos (¿esto lo decía Aristóteles? bah, da igual). Asimismo niego que exista el bien del estado (el estado no es una persona con inquietudes, sino una construcción política. Otrosí digo que el estado busca su eutaxia, pero ese es otro tema) o el bien de quienes tienen las magistraturas del estado por tener esas magistraturas (en cuyo caso hablaríamos de corrupción y monarquismo y sería lícito empujarlos por la Roca Tarpeya).

No se puede negar que hay un problema cuando los fines de los ciudadanos son contradictorios. ¿Qué debe hacer en ese caso un estado que procure el bien de cada uno? Tratar a todos igual. Combinar las preferencias de los ciudadanos de tal modo que por ello nadie deje de ser ciudadano. Al vivir en una comunidad la vía es de dos sentidos: es irremediable que el bien de los demás choque en algún punto con el bien propio, por eso se necesita la política y -esto es personal- prefiero que la política se haga de tal manera que todos participen.

Sobre la neutralidad del estado liberal

Más que con el ciudadano, el conflicto del estado liberal es con los grupos definidos. Si existen identidades (futboleras, lingüísticas, cromáticas...) que compiten con la identidad nacional, es importante ver de qué modo se debe actuar. En principio, el estado liberal es neutral hacia estas identidades. Los miembros de cada una de esas identidades son ciudadanos y participan en la vida política común. El problema es que si el estado es lo bastante grande, no será tan homogéneo como para que la mayoría no afecte a la minoría. Voy a poner un ejemplo.

Supongamos un pueblo en el que se decida si sufragar el próximo fichaje del Real Madrid. Una mayoría del pueblo es madridista, pero existen otras identidades que unidas pueden vetar la decisión. La resolución de esto es muy sencilla: que cada aficionado pague de su bolsillo y no acuda al estado para hablar de fichajes. Pero la cosa se complica si tenemos un sitio donde se hablan varios idiomas y se ha de decidir la lengua de la enseñanza. En el proceso de construcción de los estados liberales, las autoridades del momento eligieron una lengua sobre otras. ¿Es inevitable que el estado sea reflejo de la mayoría? Si los domingos son festivos es porque la mayoría de la gente es cristiana. ¿Hasta qué punto es real la neutralidad del estado liberal? Hasta el punto que marque la mayoría, me temo. La buena noticia para los minoritarios (y todos pertenecemos a una minoría u otra) es que hay muchas formas sofisticadas de que opciones minoritarias convivan con las mayoritarias. Dos prevenciones rápidas se me vienen a la cabeza: una, que el estado se encargue de "pocas" cosas (que no decida sobre fichajes de fútbol, por ejemplo) y dos, que dentro del estado haya varios lugares deliberativos (que haya varias "asambleas").

Partir el bacalao

Por mucha neutralidad que quieran los ciudadanos que tenga su estado, sin instituciones que guarden a las minorías, el proceso de homogeneización es imparable. (No juzgo aquí si la homogeneización es buena o mala). En Bélgica, España o Suiza, aun siendo todos los ciudadanos iguales (eso ponen en sus constituciones, démoslo por bueno), cosas como la enseñanza de lenguas minoritarias son asuntos que tratan gobiernos regionales o municipales. En tanto todos los ciudadanos son iguales en el estado, las minorías ven así colmadas sus aspiraciones de no someterse a la homogeneización. (No niego tampoco que exista una homogeneización supraestatal, por ejemplo, con el inglés y la comida basura). Que las leyes lingüísticas no choquen con los principios constitucionales es algo que también debe resolver la política. No niego aquí que a nivel municipal o regional, se puedan dar choques. Al estado eso le va bien porque consigue delimitar geográficamente el problema. Los diseños institucionales no son inocentes, los construyen personas con nombres y apellidos que buscan ciertos fines.


Si en concreto comparamos el caso suizo con el español, vemos cómo distintas construcciones institucionales tienen efectos diferentes. En España surge una cierta competencia entre lealtades o adscripciones nacionales y en Suiza no. Paradójicamente, en Suiza los cantones forman parte esencial del estado (de hecho, cogobiernan el país) y da igual si uno habla italiano o alemán, ninguno se imagina dejar de ser suizo (bueno, quizás el que habla alemán sí, jeje). ¿Cómo es posible que el estado más descentralizado consiga mayores cotas de lealtad al conjunto? La pregunta no es retórica, me gustaría saber la fórmula del éxito suizo.

El autogobierno de una comunidad es visto desde el centro del estado -las más de las veces- como una alegre concesión a la riqueza de tipo folclórico del país. Desde la periferia, el autogobierno es visto como la compensación de una situación de desventaja. Suiza nos enseña que el autogobierno no está reñido con el compartir un compromiso de vida política en común. La proximidad a una comunidad inmediata no excluye la posibilidad de pertenencia a una comunidad mayor. En el fondo, el problema es geométrico: dónde poner los límites. En esta época, cada día que pasa el problema se va difuminando. Van adquiriendo más importancia los organismos supraestatales y van surgiendo paradojas como que los argumentos de una comunidad dentro de un estado sean usados por ese estado dentro de una organización internacional a la que pertenece. En definitiva, muñecas rusas.

No mucha politeia:




miércoles, 11 de septiembre de 2013

La cadena catalana como insulto

El 23 de agosto de 1989, dos millones de personas juntan sus manos y se unen en la cadena humana más larga de la historia. Esta cadena unía las tres capitales bálticas y constituía un mensaje claro a Moscú: dejadnos vivir en paz y en libertad.

Estonia, Letonia y Lituania siempre van en el mismo paquete por puro azar y comodidad occidental. Lo cierto es que no tienen en común nada excepto su triste supervivencia bajo la bota militar soviética, nazi y otra vez soviética. Sufrir juntos une mucho, compartir el dolor por la pérdida forja vínculos extraños de explicar, por eso a nadie le sorprendió que cuando la cosa estaba a punto de caramelo, las tres pequeñas repúblicas reclamaran con una sola voz lo mismo: libertad sin sangre.

100.000 bálticos fueron enviados al GULAG tras la SGM. El 72% mujeres y niños.
La pálida copia de la célebre Cadena Báltica por parte de los grupos secesionistas catalanes, es como un escupitajo en su cara. Escribo esto sin saber qué resultados tiene, cosa que tampoco me preocupa demasiado. Los bálticos —hoy libre y soberanamente dependientes de nuestro patio de vecinos UE y OTAN— no querían la independencia por tener idiomas "propios" (todos los idiomas son propios: si aprendo moro, ese será otro idioma mío propio, de mi propiedad y uso), tampoco organizaron al 25% de su población (!) en esa manifestación por tener unos bailes folclóricos muy chulos, no la organizaron por odiar a los rusos, ni siquiera —aquí viene lo guapo— querían la independencia. La independencia de la URSS era la consecuencia lógica de lo que realmente querían: una condena pública del pacto Molotov-Ribbentrop, la apertura de los archivos de la KGB, la liberación de los presos políticos, derechos civiles (reunirse, sindicarse, libertad de comercio, libertad de prensa, derecho a la información, derecho a la representación...)... Nada de esto lo podían esperar de Moscú, así que no les quedaba otra que recuperar la independencia perdida en 1940 cuando gracias a los nazis entraron los tanques del ejército rojo, desapareció el abuelo y a la semana lo encontraron junto al farmacéutico, el cura y un cabrero, con un tiro en la nuca, detrás de un pajar.

Un momento de la Cadena Báltica (archivo del parlamento lituano).
Un país es independiente si cumple dos premisas: primera, que otros países lo reconozcan como un igual, que estén de acuerdo en que esa parte de la superficie del planeta es independiente del resto. Segunda, tener un ejército (propio, de pago o prestado por otro país) que defienda esa independencia. Hacer unos zuecos de madera muy bonitos no es razón para que nadie se tome un minuto en reconocer ninguna independencia. "Es que en mi pueblo tenemos una forma graciosa de hablar". Bienvenidos a la India con sus 30 lenguas y 2.000 dialectos. O mejor, bienvenidos a China, con sus 300 lenguas.

Otra cosa relacionada con la primera premisa: los países tienen agendas e intereses. Las repúblicas bálticas jamás recuperarían la independencia perdida si no hubiera un apoyo decidido del mundo libre. El mundo estaba en guerra, al Imperio del Mal le caían cascotes y era necesario darle un empujoncito. Si occidente diera la espalda a los bálticos, los T-72 rusos entrarían en Riga y acabarían con la fiesta en dos minutos. Lo hicieron antes en Budapest y en Praga. Sin despeinarse. El dictador de Alemania Oriental, Erich Honecker, propuso a Moscú enviar los tanques, afortunadamente no le hicieron caso.

Ataúdes con las banderas bálticas delante de otras banderas.
A Europa no le gusta tanto España como para tener dos. En Cataluña no tiene lugar ningún tipo de persecución, ni están los derechos civiles conculcados. No sólo los catalanes comparten los mismos derechos y deberes que el resto de españoles, sino que los propios grupos políticos que hoy piden la secesión, formaron parte del gobierno del estado y es posible que vuelvan a formar parte en el futuro. No, poner a un señor cagando en el Belén por Navidad, no va a hacer que ningún delegado en la ONU ceda el atril a Oriol Junqueras para que le explique a Samoa Occidental que Cataluña vive bajo una opresión que sólo existe en su imaginación.

Diputados votados en Cataluña se sientan en el Congreso. La mitad son abiertamente secesionistas e incluso hacen gracietas con el presidente de las Cortes, llevando banderas y camisetas de fútbol, sacándose fotos delante, haciendo pucheritos justo antes de compartir un venado en un buen restaurante con sus supuestos asfixiantes opresores. A cualquiera que se le cuente esto ahí fuera, por esos mundos de Dios, le entraría la risa tonta. Cataluña tiene un gobierno regional que entre otras cosas se ocupa del sistema educativo y de subvencionar a la prensa afín a su poder regional, nada más lejos de lo que ocurría en las repúblicas bálticas y en todo el orbe soviético. Bien harían los secesionistas en buscar un relato que no pase por escupir en la cara a nadie.

Más:

domingo, 8 de septiembre de 2013

Madrid 2020: nos tienen manía, fijo

No puedo decir que me alegre o me dé pena que Madrid no sea sede de los JJ.OO. en 2020. No tenía una opinión formada. Sé que los Juegos son un despilfarro enorme, sé que lo de tener las infraestructuras muy avanzadas es un cuento para tontos, pero también sé que el deporte es algo muy inocente que crea actitudes gregarias, unión de voluntades, solidaridad intragrupo y todas estas cosas de la psicología del comportamiento que son aprovechadas por los amigos de quienes inflan los presupuestos. Algo así como objetivos de segunda generación.


Tal vez no haya sido la mejor idea del mundo enviar a un cortador de jamones a Buenos Aires. De los casi 100 miembros del COI que votaban, hay unos quince que pudieron considerar eso bastante insultante. Es lo que llamo el problema de ser un paleto. Pensar que en todas partes la gente se comporta y busca lo mismo que tus amigotes. Otro motivo para la vergüenza ajena lo encuentro en imitar a los Rústicos en Dinerolandia y desembarcar una delegación de casi 200 personas, incluyendo a gente tan vinculada con el deporte como Amaia Salamanca o mi archienemigo, la infanta doña Pilar. Gente tan poco simpática como los japoneses tenían una delegación que era la mitad de la española, ¿en qué diablos estaban pensando? ¿En obtener la sede por pena? ¿En ganar Miss Simpatía?

Hay algo profundamente malo en vender tu país como la Casa de la Alegria. Sí es cierto que España tiene muchas cosas que ofrecer en los deportes y posiblemente Madrid sea uno de los mejores sitios del mundo para organizar unos JJOO, pero no sólo cuenta eso. No basta con ser el graciosillo, insistir en la matraca de sol y fiesta nos está matando. Mientras las autoridades continúen con la idea de la posguerra de vender este país como un lugar donde tomar una relaxing cup of café con leche, nadie nos va a tomar en serio.

Todo el país puesto como un escenario donde se interpreta una farsa. Miles de personas en la Puerta de Alcalá imbuidas de espíritu olímpico que en cuanto escucharon la decisión del COI empezaron a corear "¡hijos de puta! ¡hijos de puta!". El país-corrala. La aldea primordial donde un analfabeto le abre la cabeza de un sillazo a su vecino por moverle el mojón que marca sus lindes.

Cuando veo esas presentaciones de por dónde irán teóricos carriles-bici conectando teóricos estadios de volley-playa súpermodernos, no dejo de pensar en que hace tan solo tres generaciones por esos lugares se estaban pegando tiros. Ciertamente en todas las capitales europeas se estaban pegando tiros hace ochenta años, sin embargo, unos países decidieron dar un paso adelante y nosotros decidimos conformarnos con el cura, el farmacéutico y el cacique. Estados Unidos no es un país simpático: declara guerras unilateralmente, es objeto de crítica constante, fríe a retrasados en la silla eléctrica y sin embargo todos los cerebritos del mundo mojan sus bragas por ir a trabajar en alguna de sus universidades. Alemania es un precioso país lleno de nietos y bisnietos de oficiales de las SS y sin embargo hoy tiene el liderazgo político de Europa. Parece que las prioridades fuera de España son distintas. Ser simpático no le importa a nadie.

Leía a alguien que decía que tan acostumbrados están nuestros políticos en tratarnos como a imbéciles que se piensan que pueden hacer lo mismo con los extranjeros. Estoy de acuerdo con esa frase. ¿Dónde vas a un evento internacional a vender un producto sin tener ni pajolera idea de otro idioma que no es el tuyo? Ojo, que no está nada mal saber castellano y tiene más sentido como lengua olímpica que el francés, pero aún así, allá donde fueres haz lo que vieres. Nada, ni eso. La alcaldesa por accidente sin pizca de gracia, el presidente que tenía que leer su discurso, un montón de botarates egresados de nuestra decimonónica idea de la administración pública y delante de todos el príncipe de Asturias.


Muy preocupantes los mensajes en twitter alabando al príncipe: qué bien habla, etc. Ostrás, lo único que tiene que hacer es hablar, si eso no lo hace bien, apaga y vámonos. ¿Alguien pensaba que iba a desabrocharse la camisa y seccionarse un pezón con un abrecartas?

En Atenas te cuentan que gracias a las olimpiadas tienen nuevas infraestructuras que resultaron muy útiles para la ciudad. Al mismo tiempo lamentan que la mitad de los estadios son hoy carísimos picódromos que todavía están pagando. Eso no sería problema en Madrid, ya que se pueden "reinventar" y "poner en valor" como "contenedores culturales". En serio, hay una subespecie de extraterrestres relacionada con el poder que nos está volviendo a todos más tontos por momentos. Dicen que un nuevo modelo de crecimiento para España estará fuertemente basado en el diseño y siempre que leo algo al respecto me pregunto por dónde se fabrican las cosas que sirven para diseñar.

Pero no quiero que parezca esto un lamento por la oportunidad perdida. Yo no he perdido nada, ni el 90% de los españoles que —a la prensa nacional le sorprenderá— no somos de Madrid. En este sentido, la idea de la oportunidad perdida está ciertamente relacionada con un manido mantra del victimismo nacional: el del contubernio internacional. Pues no hay ningún contubernio: tras el empate con Estambul, quienes apoyaron a Tokio pasaron a apoyar a los agarenos porque eran el rival más débil. Simple aritmética.

Otra idea que algún día habrá que tratar: no podemos estar en la eterna montaña rusa de creernos los mejores cuando ganamos y los peores cuando perdemos. Este es un país bastante normal, con unas cosas muy buenas y otras malas.

Por cierto, que alguien le diga a esta señora lo que cuesta un café con leche en la plaza Mayor de Madrid: