sábado, 29 de junio de 2013

El día que la UE acabó con los astilleros españoles

Antes, la UE, cuando se cargaba un sector industrial español, lo hacía a largo plazo, comprando voluntades (hola kilómetros de autovías), de forma que no parecía evidente. Hoy lo hace de cara, sin esconderse. Es lo que viene a decir el Comisario de Competencia, Joaquín Almunia: se acabó lo que se daba, adiós a los astilleros. Fue bonito mientras duró.

Roma paga a traidores. Qué gran época nos toca vivir.
Me gusta tanto como al que menos, que los gobiernos subvencionen industrias: no me parece ético y además, esas subvenciones benefician al que lo hace mal y obligan al que lo hace bien a hacerlo mal. Salvar empleos con dinero público suele tener como principal efecto que al resto de sectores económicos les cueste más crear empleos. Dicho esto, hay que reconocer que el culebrón del tax lease no se refiere a una subvención directa, sino a una construcción legal por la que los actores acaban pagando menos impuestos (subvención indirecta propia del capitalismo clientelar).

Qué es el tax lease en diez segundos

Un armador encarga un barco a un astillero, pero los barcos son carísimos así que no lo paga a tocateja. En su lugar, se crea una sociedad bajo la fórmula de Agrupación de Interés Económico, donde se meten bancos, Inditex, Iberdrola, el Real Madrid, etc. Esta AIE pone la pasta y alquila por leasing el barco a otra empresa que a su vez alquila en leasing el barco al armador. Total: el armador encarga un barco que no compra, sino que lo alquila en concepto de leasing, las empresas de la AIE desgravan, y todos contentos. Al final el precio de amortización del barco resulta un 20% más barato que pagándolo a tocateja. Esto se empezó a hacer por el año 2002 y en 2011, después de 280 barcos acogidos a esta fórmula, legal en España, Holanda denuncia que es una subvención pública encubierta. La UE les acaba de dar la razón a esos herejes y los inversores tendrán que devolver lo que no pagaron en su día (porque en su día era legal no pagarlo).

En Barcelona es una visita imprescindible las Atarazanas Reales.
El resultado es graciosísimo porque esos inversores, si tienen que hacer frente a los 1.700 millones de mortadelos que se calcula que tienen que pagar, dejarán de invertir en barcos españoles durante décadas. Eso significa, directamente, el cierre de toda la construcción de barcos en España: de la noche a la mañana 80.000 empleos. Y miles más de empresas proveedoras de materiales, etc.

Almunia que, como toda la UE, nos toma por subnormales, dice que los astilleros no tendrán que apoquinar un duro. Como intentando quitar hierro al asunto. Ja, je, ji. Da igual quién tenga que poner el dinero.

¿Qué hacen en el resto de Europa?

Sobra decir que de forma directa e indirecta, nuestros competidores europeos dedican recursos públicos a la construcción de barcos. No solo mediante deducciones fiscales (como el caso del tax lease español) sino mediante "ayudas a la innovación". Entre 20 y 30 millones de mortadelos públicos anuales dedica cada país grande de la UE para la construcción de barcos por este concepto. También hay ayudas por la sostenibilidad, etc. Ah, la UE y su famosa doble vara.

Hijos de Barreras, astillero vigués. Supongo que lo sustituirán por una fábrica de Buen Rollo.
En 1970, España era la cuarta productora mundial de barcos (por tonelaje y en exportación). Venía de exportar barcos a sudamérica y ese subcontinente paulatinamente se fue al carajo (con perdón), así que España empezó a vender barcos en Europa. Mucha prisa se dieron algunos por meternos en Europa. Empezaron las famosas reconversiones industriales que en otros países salieron más o menos bien, aquí hicimos carreteras. Hay que decir que cuando España hacía muchos barcos, se tiraba dinero público a mansalva (la industria española durante el franquismo era mentalmente soviética). Pero otros países hacían lo mismo, por ejemplo, Alemania Occidental. ¿Qué ocurre hoy? Que en Europa, zona económica común, no se especializa por regiones, así que los eurócratas buscan la especialización a golpe de martillo.

En el contexto de crisis, estas cosas se pueden hacer a la cara, sin miramientos. Los españoles somos los nuevos negros. Nuestros líderes, tan avispados, siguen tratando a la UE como un cementerio de elefantes, cuando otros países competidores mandan lo mejor que tienen a las instituciones europeas. Sigamos así, que nos va de lujo.

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jueves, 27 de junio de 2013

¿El tamaño de un país importa?

Las fronteras internacionales, como construcciones arbitrarias del poder político, tienen efectos más allá del tiempo en que se dibujan. Existe un montón de causas tecnológicas y nematológicas que a lo largo de la historia parecen tener efectos debido al tamaño de los países y al establecimiento de fronteras.

Mapamundi japonés. Bien.
En el periodo que va del Congreso de Viena hasta el Tratado de Versalles, los países tendían a procurar una gran extensión de territorio. Bélgica u Holanda son paradigmas de esta moda: sus posesiones coloniales eran mucho mayores que sus metrópolis. Sin embargo, después de la Primera Guerra Mundial y sobre todo después de la Segunda, las viejas repúblicas parecen no buscar ampliar su territorio. Los viejos imperios y las viejas potencias coloniales se fragmentan en una miríada de nuevos países con soberanía sobre su territorio. Los últimos ejemplos en finiquitar ese afán por la extensión territorial los tenemos en la URSS y Yugoslavia. Conviene añadir que este proceso de partición soberana de la tierra que sobresale del agua no ha terminado: se da por hecho que en África aparecerán nuevos actores. Bueno, en realidad esto lo doy yo por hecho, no sé si alguien más. Mi idea es que los procesos de construcción nacional (un pasado glorioso, unos héroes nacionales, la invención de un enemigo histórico...) que se está dando en las repúblicas de Asia Central, se dará en los países subsaharianos en algún momento de las próximas décadas.

Zoom out: durante el siglo XIX tenemos pocos grandes imperios (y las naciones hispanoamericanas que debido a su casuística podemos tomar como un "imperio del siglo XIX"). Durante los últimos 100 años se multiplica por diez el número de países. ¿Por qué? ¿Acaso esto responde a algún plan? ¿O es la evolución natural de las cosas debido a condiciones del medioambiente tecnológico y mental?

Con esto estoy llamando tu atención.
El amalgamiento de los grandes imperios ocurrió en una época caracterizada por la revolución industrial. La acumulación de recursos naturales como base de una próspera industria era la forma de hacer progresar a un país. Japón, un país medieval y decadente, cambia de la noche a la mañana y se convierte en una potencia tecnológica que hasta gana una guerra a uno de los grandes imperios (Rusia). Tras esa victoria, son conocidos y estudiados los planes expansionistas japoneses en su "área de prosperidad económica".

En Europa, la principal consecuencia de la PMG es la fragmentación de sus imperios (Rusia, Alemania, Austria-Hungría): aparecen nuevas fronteras. Tras la SGM, los imperios coloniales se van fragmentando y en Europa, aunque no aparecen nuevas fronteras, las migraciones forzosas actúan como cierta re-designación de "fronteras humanas". ¿Qué ocurrió? ¿Por qué los países ya no buscaron poseer grandes recursos naturales para sostener a su industria? Debió ocurrir algún tipo de cambio tecnológico por el cual ya no era necesario hacer esto. Se puede incidir en la idea con el contraejemplo soviético: el atraso tecnológico soviético les hizo depender de un "imperio colonial" en forma de satélites.

Programadores comunistas (y probablemente franceses).
Tratados internacionales. Apertura comercial

La nueva política internacional dominada por los organismos internacionales, tratados de libre comercio, acuerdos de cooperación, etc., actúa sobre la capa basal de una sociedad política del mismo modo que antes lo hacía la expansión geográfica pero sin necesitar ésta. Es decir, los países obtienen los mismos resultados (p.ej. acceso a recursos naturales y clientes) sin la necesidad de expandir sus fronteras.

Que dos regiones pertenezcan al mismo país significa —excepto en el caso de España— que les es más sencillo comerciar entre ellas que con el extranjero. Los tratados de libre comercio erosionan esta ventaja, haciendo que el comercio con el exterior sea más sencillo. En otras palabras, a mayor globalización económica, menor es la necesidad del estado-nación. Pero ojo, hay que incidir aquí en que la apertura comercial de un país pequeño es imprescindible si no quiere tener lo peor de ambos mundos. La aproximación desde el otro extremo también es válida: a mayor tamaño de un país, menor será su necesidad de abrirse al comercio internacional. Esta conclusión tiene muchas implicaciones. Como soy malvado, expondré la implicación malvada: potencias extranjeras interesadas en el comercio, defenderán movimientos secesionistas en otros países. Como nota pintoresca, os recuerdo que la guerra de los Balcanes sólo terminó cuando la Fuerza Aérea estadounidense encerró en una salita a los presidentes balcánicos y no les dejó salir hasta que se pusieran de acuerdo en el dibujo de un mapa.

En el Cáucaso se dan las dos circunstancias imprescindibles para la guerra: soberanías pequeñas y mercados cerrados. Bueno, en realidad tres: Rusia está cerca.

El tamaño no garantiza la paz

Llegados a este punto parece que lo ideal es un mundo de pequeños países comerciando activamente sin trabas. Parece que eso evita los conflictos. Sin embargo la realidad de las cosas es obstinada. Si bien la paulatina desaparición de los grandes imperios hace más difícil la ocurrencia de conflictos a gran escala, la aparición de múltiples entidades soberanas aumenta el riesgo de conflictos limitados. Es decir, en total habrá guerras más pequeñas pero en mayor número. Que un país sea grande, implica que lo que destina per cápita a defensa es menos que un país más pequeño. La economía de escala funciona para lo bueno y lo malo. Es matemáticas. Muchas naciones soberanas estarán gastando más en defensa que un supuesto imperio precedente que las tenía unidas. Quienes se sentían lejanos al poder imperial, en el nuevo país se sienten cercanos al nuevo poder. Pero esto nada nos dice de sus intenciones o moralidad.

Dejo a un lado el tema de minorías religiosas (o políticas o culturales) repartidas homogéneamente en un país malvado. Estas personas, aunque vivan en la capital, se sentirán muy lejanas de su país. Tampoco pueden organizar una secesión armada ni procesos políticos que les asegure una representatividad política. Nadie dijo que el tema fuera sencillo.

Referencias:
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martes, 25 de junio de 2013

Política exterior castellana en el siglo XV

Albergo cierta querencia por esa cueva de trolls que se llama Institut Nova Història. Me parece meritorio tratar de reescribir fomenkianamente toda la historia, aunque lamento que sea por motivos espurios. Así, cuando nos hablan de un "Imperio Mediterráneo" bajo los auspicios de la "Casa Real Catalana" moverían tan solo a risa, pero como lo hacen poniendo en perspectiva lo inepto que es el resto del mundo, ya no es tan gracioso.

Tache lo que no proceda.
Una de las afirmaciones de esta cueva de trolls es que el Reino de Castilla era el más pobre de Europa en el siglo XV. Basan sus afirmaciones en citas de descripciones de lo despoblada que estaba la Meseta Central. Sin embargo pasan por alto otro tipo de referencias. No se les puede culpar: hacen un análisis partiendo de unas coordenadas ideológicas que por una parte beben directamente de la Leyenda Negra, y por la otra extienden el concepto de España a Castilla, cuando durante la Reconquista, todos los reinos se decían españoles y no pocas casas reales aspiraban a tener la primacía de España. Además, esto ocurrió desde el minuto uno de la Reconquista, si no, ¿a cuento de qué los carolingios iban a llamar "Marca Hispánica" a los señoríos pirenaicos? Al tema, que me disperso.

Catedral de León.
Castilla en el siglo XV era el reino más próspero de Europa no por azar ni magia, sino por la historia precedente. En época de Fernando III se unen las coronas de León y de Castilla. El viejo reino del noroeste, León, protagonista de la primera mitad de la Reconquista, el territorio más poblado y con los lugares más protegidos de los asaltos de la morería (mirad en un mapa dónde están las cordilleras) se une a Castilla, un reino sólo un poco más joven, asentado en la Bardulia, justo en una localización geográfica clave entre los picos de Europa y los Pirineos. Estamos en el siglo XII y XIII, la lana era el petróleo de la época. Los reinos cristianos, obligados por la forma de hacer la guerra de los musulmanes, a depender de la ganadería, se unen en una única corona. La gran producción lanar de la meseta norte, encuentra en Castilla una salida natural al mar. Durante siglos, Bilbao es el puerto de Burgos. Las ciudades castellanoleonesas comercian con el resto del mundo usando los puertos vizcaínos. Este pujante comercio castellano con el norte de Europa, lleva de la mano aspiraciones políticas.

Fernando III se casa con Beatriz de Suabia, de la familia imperial germana. Sus descendientes aspiran, con motivos, al trono imperial. Tal es así, que Alfonso X le busca novia a su hermano Felipe (arzobispo de Sevilla). No le encuentra una hija despistada de un noble francés o lo emparenta con los normandos ingleses. No. Le casa con la heredera de Haakon IV de Noruega. Siglo XIII: Castilla estableciendo embajada en Noruega y los noruegos haciendo lo propio en Castilla. El objetivo era meterse directamente en la línea de salida del trono imperial. Vaya, parece que Castilla no era tan irrelevante. Pero incidamos en la idea.

Castillo de Almodóvar del Río (Córdoba).
Finales del siglo XIII, no solo existe un importante comercio castellano con el norte de Europa (de Flandes al mar Báltico), sino también por el Mediterráneo para traer especias de Oriente. El problema es que en el Mediterráneo los piratas turcos y berberiscos elevan los costes de transporte. Enrique III —según los trolls, el rey más pobre de Europa— aplica la máxima "los enemigos de mis enemigos son mis amigos" y envía unos embajadores a Samarcanda, en Uzbekistán (!!!). A ver cómo se podría aliar Castilla con la Horda para medirles el lomo a los turcos. Siglo XIV: Castilla estableciendo embajada en Asia Central. Esto choca bastante con la idea de que Castilla era el reino más pobre de Europa.  Payo Gómez de Sotomayor encabeza una embajada que cae en poder de los turcos de Bayaceto I. Sin embargo, para fortuna de mi paisano, los turcos sufren una importante derrota en Anatolia ante los mongoles, que liberan a los prisioneros castellanos y aceptan a la embajada.

Memoria histórica en el callejero uzbeko.
Las relaciones entre Castilla y el Imperio Mongol de Tamerlán se establecen con tal inteligencia y fortuna, que mi paisano Payo Gómez vuelve casado con una noble griega que también fue liberada de los malvados turcos. Enrique III, muy pobre él, arma naves en el Puerto de Santa María y envía otra embajada, esta vez más pertrechada para evitar a los turcos (o en caso de encontrarse con ellos, vender caras sus pieles). Esta segunda embajada es la famosa "Embajada a Tamerlán" capitaneada por Ruy González de Clavijo y de cuyas vicisitudes tenemos buena cuenta por el libro de viajes que se escribió al respecto, el cual, menos imaginativo que el de Marco Polo, no alcanzó la fama de este, entre otras cosas porque los encargados de dar a conocer tales hechos, prefirieron extender la Leyenda Negra hacia la Edad Media castellana.

Mausoleo de Tamerlán, Samarcanda (Uzbekistán).
Aparece en el Quijote el detalle de que en China y en España se tocan campanas pero por el medio no hay campanas. La pronta muerte de Tamerlán y la extraña política de administraciones públicas de la Horda hacen caer en saco roto las relaciones entre Castilla y los mongoles. El Mediterráneo continuaría siendo pasto de los piratas turcos hasta Lepanto, famosa batalla en la que mordieron el polvo. Retrasar la muerte de Tamerlán sería un interesante ejercicio ucrónico: el Quijote diría que las campanas suenan en toda Eurasia. Casi nada.

Durante el reinado de Enrique III, entre atacar bases terroristas en el norte de África, anexionar las Canarias, enviar embajadas al Gran Khan y casi nombrar a Benedicto XIII Papa, "el reino más pobre de Europa" todavía tuvo tiempo para participar en la guerra de los cien años, como su padre Juan I. Tanto ingleses como franceses sabían que el apoyo castellano era decisivo para su causa. En muchas ocasiones, que en las familias reales francesa e inglesa hubiera nobles españoles se usaba como artimaña para ganar la voluntad de las armas castellanas. Enrique finalmente tomó partido por las aspiraciones francesas. Gutierrez de Games da cuenta de una flota castellana de cuarenta y tres naves que toman la isla de Jersey, la de Wight, campean por Cornualles y llegan hasta Greenwich, en las afueras de Londres. Como Enrique IV de Inglaterra estaba emparentado con Enrique de Castilla la cosa no fue a más. El botín obtenido pagó la campaña y los franceses olvidaron pronto la ayuda castellana.

En fin, podría seguir hablando de órdenes de caballería castellanas levantando fortificaciones en el Danubio o de pararles los pies a Portugal (con la consecuencia de convertirles en una potencia marítima), pero valgan estas anécdotas para desmentir que Castilla llega al siglo XV como "el reino más pobre de Europa".


sábado, 22 de junio de 2013

¿Qué relación hay entre derivadas e integrales?

Esto viene a ser la respuesta a unas dudas planteadas por un amable lector. Tres prevenciones: la primera: trataré de evitar los cálculos, la segunda: puedo dar por sabidas algunas cosas con lo que el razonamiento puede sonar raro, y por último: puedo inducir a error, cosa que es muy graciosa cuando hablamos de matemáticas y el error no es una opción (no así si hablara de filosofía, donde el error es bueno y en cuyas facultades no se usan gomas de borrar).


Preguntar sobre la relación entre derivación e integración es preguntar sobre el Teorema Fundamental del Cálculo (o Primer Teorema Fundamental del Cálculo). (Muy resumido, nos dice que si integras la primitiva de una función, te devuelve la función original). Muy resumido, nos dice que si derivas la primitiva de una función, te devuelve la función original. Bien, esto no es siempre cierto. Mayormente porque la derivada de una constante es cero (una función constante es una función que no cambia, o que su cambio es cero. La pendiente en todos sus puntos es cero).

Constante de integración

Cuando a una función le sumas una constante (por ejemplo "2"), lo que haces es subirla dos peldaños en el eje de ordenadas. La variación de la función (máximos y mínimos, continuidad, etc) no cambia, sólo la has subido. También hay que recordar que toda integral (indefinida, aunque ahora este adjetivo nos da igual) lleva un "+ C" en su resultado, ya que si se puede derivar una función, todas las funciones iguales sumadas por constantes tienen la misma derivada (cambian al mismo ritmo, no importa a qué altura).



Integrales imposibles

Otra forma en que se relacionan integración y derivación aparece cuando te presentan funciones que "no se pueden integrar". Este caso es el que más relacionado está con la interpretación geométrica de la relación entre derivación e integración. Hay funciones que no pueden ser primitivas de otras funciones. Por ejemplo, seno de equis al cuadrado (senx²). Derivar una función nunca te va a dar como resultado senx². Por lo tanto, senx² no lo puedes integrar.

Ay amigo, pero sabiendo que las integrales son áreas bajo la curva, hay una forma de aproximarnos a un resultado. Recordad a Arquímedes midiendo superficies bajo parábolas. En este caso está la llamada Regla de los Trapecios.
Pincha para agrandar.
La parte inclinada de los trapecios es como si fueran polinomios de grado 1 por trozos. Hay otra regla que que tiene menos error, la Regla de Simpson, que trata de aproximar la integral usando polinomios de grado 2. Los errores esperados de ambas reglas se pueden calcular y comparar (cuantos más intervalos cojas, menor será el error, de aquí salen muchos temas de Métodos Numéricos, disciplina hija del Cálculo). Después de meses dejándote la salud haciendo integrales, te enseñan estas reglas y es como volver a 7º de EGB. La de ruedas pinchadas que se han llevado ineptos profesores de Cálculo por culpa de Thomas Simpson (1710-1761).

Integrales impropias

Esto no sé si está relacionado de forma concreta con la relación entre derivación e integración. Pero como la relación intrínseca entre estos conceptos se refleja en el Teorema Fundamental del Cálculo y la demostración de este teorema aparece en cualquier libro de Cálculo, voy a hablar de lo que sucede cuando el intervalo sobre el que queremos calcular un área no es finito. Oh, diréis, el área bajo una curva infinita es siempre infinito. Pues no, pero si queréis, idos a Filosofía y Letras que allá os dirán que sí.

El área bajo la curva de una función entre a e infinito, es igual al límite del área de esa función entre a y b cuando b tiende a infinito. Luego para resolver estas integrales, se integra entre a y b y a continuación se calcula el límite necesario. El área de 1/x² entre 1 e infinito es 1. El área de 1/(x²+1) entre 0 e infinito es π/2, etc.

¿Por qué son así las cosas?

Estoy dando vueltas al teorema que relaciona derivación e integración (y continuidad, pero no quiero liar al personal). Aún así no he respondido a qué relación hay entre el área bajo la curva y el ritmo de cambio de esa curva. Esta es una cuestión de Geometría Analítica y es una consecuencia del Teorema Fundamental del Cálculo. Yo creo que es evidente que según como cambie una función, así lo hará el área bajo su curva. Gente muy lista que usaba peluca descubrió que existía esta relación. Es un teorema. Los teoremas se demuestran y sus demostraciones son sólidas. De hecho, suelen ser ejercicios que se ponen a los estudiantes. Como digo, el Fundamental del Cálculo se encuentra en cualquier libro de matemáticas.

Rápidamente y sin ecuaciones:

Por un lado, calculamos la pendiente de la recta tangente como una aproximación que parte de la pendiente de la recta secante. Por el otro, calculamos el área bajo la curva como una aproximación del área del rectángulo.

Y esto, amigos, es lo que hace posible los viajes espaciales.



jueves, 20 de junio de 2013

Costes energéticos y competitividad

No sólo de pan vive el hombre igual que no sólo de costes laborales depende la competitividad de nuestra empresa e industria. Los costes energéticos de la industria pesada española, esa industria clásica de grandes plantas productivas muy volcadas a la exportación, llegan a suponer en algunos casos hasta el 50% de los costes productivos. Pensad en siderurgias, industria química, sector de gases licuados, etc. Esos tanques de confinamiento no se van a mantener a -170ºC por la acción del buen rollo.

Proyección de los costes laborales.
Todas estas industrias compiten internacionalmente al mismo nivel en ciertas cuestiones: la productividad del trabajador es similar (es más, el trabajador de la gran empresa en España es más productivo que otros), el precio de las materias primas se somete al mercado internacional, etc. Es la diferencia en la factura de la luz lo que marca la diferencia de competitividad de estas industrias. El aumento de la eficiencia energética tiene unos costes que, no trasladados al cliente, tienen un límite. Si al mismo tiempo, tus costes energéticos siguen aumentando porque aumenta su precio, llega un momento en que entra un señor con una carpeta en la sala y dice «nos vamos». Y entonces la gente llora, se manifiesta y pide subsidios.

Gas natural. Euros por gigajulio para el consumidor industrial. Eurostat, 2012.
Cuando una industria realiza todos los pasos de eficiencia energética que admite la tecnología y su situación financiera, el incremento de la factura de la luz redunda en una caída de la competitividad en una relación directa. ¿Cómo es posible entonces aumentar la competitividad una vez alcanzado el límite de mejora de la eficiencia energética y de la productividad? Haciendo que el coste energético no sea más alto que en países competidores. Y desde luego que no aumente más rápidamente que en aquellos.

Electricidad. Euros por kilovatio hora para el consumidor industrial. Eurostat, 2012. Me haría camisetas con esta gráfica.
El precio final de la energía que paga un cliente industrial depende absolutamente del marco regulatorio del país donde resida. Las tarifas de acceso en España funcionan de forma distinta a otros países de la UE (aquí somos europeos para algunas cosas y no para otras), con el efecto de que aquí son más caras y menos flexibles. Las cuatro suministradoras energéticas que hay en España son muy responsables de esta situación, pero también el estado, que a veces parece el chico de los recados de este lobby energético.

Esta idea se ve más gráficamente en las facturas de la luz de los hogares. Llama la atención que a la potencia contratada y a la energía consumida (más bien transformada, ya que la energía no puede desaparecer) se le aplique un impuesto a la electricidad y, este impuesto se vuelva a sumar a los anteriores gastos para aplicárselo al IVA. Es decir, se paga un impuesto sobre otro impuesto. Dramatización:

—Para cruzar el puente hay que pagar un impuesto de dos maravedíes, parroquiano.
—Espero que merezca la pena ya que la saca no me pesa, alguacil. Toma.
—Eh, eh, no tan rápido. Existe un impuesto sobre el impuesto del puente.
—Pero si ya le he pagado el impuesto.
—Ah, yo no escribo las leyes.

El paisaje no se acaba aquí. Si vamos a la dependencia exterior de combustibles fósiles, es decir, la diferencia entre consumo y producción, vemos que España arroja cifras propias de los países insulares sin petróleo ni uranio (Malta, Chipre, Irlanda...). Recordemos que lo que España paga por importar crudo es una barbaridad (en comparación con países competidores). Siempre fue una barbaridad, pero con el barril a más de 100 dólares, duele más. Once países de la UE tienen un precio de la gasolina inferior al español, quince lo tienen mayor (hablo después de impuestos). Nuevamente es la fiscalidad interna de cada país la responsable de esta diferencia. Y, en el caso español, esta diferencia, como la de la factura de la luz, se exagera por la presencia de muy pocos competidores.

Dependencia energética. Eurostat, 2011. Quizás volviendo a emplear barcos a vela... claro que son muy lentos. :(
Me gusta tanto como al que menos que el estado intervenga un mercado. Pero cuando el mercado es una merienda de patos de cinco listos, no se trata de un mercado, sino de un cartel. Intervenir en un cartel no es atacar al mercado libre. El cartel es lo menos libre del mercado. Es una intervención privada en el mercado para evitar competidores y para evitar que los consumidores puedan marcar precios según su demanda. Ahora que está tan de moda elevar la productividad apuntando a los costes laborales —algo que hay que hacer, ya que en España el coste laboral tendía a ser superior que otros países competidores—, no estaría mal pensar en cómo aumentar la competitividad por la vía de reducir los costes energéticos, transversales a toda la economía.

Fuentes energéticas no convencionales

Parafraseando a Ana Mato (creo): queremos reducir nuestra dependencia energética y mantener el nivel de gasto energético y las dos cosas no pueden ser. Existe un extendido mito sobre cómo las energías renovables convencionales nos redimirán. Me gustaría saber cómo sacas de una central solar la pintura con la que pintar tu bonito coche eléctrico.

:__)
Hay que hacer un gran esfuerzo por regresar al mundo real. Y algo muy importante: la gente no es tonta, pero tiene poco tiempo. Expuesta a un mito, siempre se agarrará al mito, pues abrazar el logos supone invertir un tiempo precioso que valora más emplearlo en otros menesteres. Además, es mucho más tentador esperar que los aviones salgan a su hora cantando el kumbayá a aceptar que alguien nos diga que nos quedan muchas décadas de feas chimeneas. Es más fácil pensar que una gran industria se quedó en la imagen de Dickens, que asumir que seguramente sea más eficiente energéticamente que los botellones del grupo ecologista estándar. Contaba Tim Harford que todo lo que necesitaba conocer de una reunión ecologista era saber cuántos miembros habían llegado en bicicleta. Mito y logos.

Matemáticas, frías y horribles: es posible llegar a un punto en que tengamos salarios tercermundistas y que, debido a los costes energéticos, sigan deslocalizándose industrias. Ah, la realidad, siempre jodiendo nuestros sueños.

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lunes, 17 de junio de 2013

Sobre los fines de la Unión Europea

Cuando hablo de cambiar nuestra relación con la Unión Europea, hablo de cambiar la propia Unión Europea. Fines, bases, instituciones y forma de relacionarse con los estados miembros, los recursos naturales, otros agentes internacionales y los ciudadanos. Como es un tema que supera el formato presente, tendré que dar brochazos gordos. Los brochazos gordos siempre son burdos y torpes. Valga la advertencia.


Finalidad de la UE

En primer lugar, todas las declaraciones de los eurófilos apuntan a una «más perfecta unión». Es como si sobre las aguas de la dorsal atlántica se alzara un gigantesco espejo y Europa tuviera que imitar la conformación de un nuevo país formado por partes antes divididas a imitación de los EE.UU. Esto no resiste ni el más mínimo análisis histórico. Lo que lleva a la creación de los Estados Unidos es una situación colonial, de dependencia de la metrópolis y el sentimiento de lucha contra el enemigo común, Inglaterra. Cuando comienza la integración europea sí es cierto que los enemigos eran evidentes: el horrible pasado y el incierto futuro en un mundo bipolar. Hoy la situación ha cambiado. Hoy tenemos museos y el mundo lo domina una potencia hegemónica (cuando menciono la hegemonía no me refiero tanto a poder militar sino a estrenos de cine).

El hecho de que existan varias instituciones internacionales que no chocan con la soberanía de los países (OMC, OTAN...), es decir, cuya membresía se acomoda a lo que los parlamentos nacionales deciden, apunta a la posibilidad de que la creación de artificios con nuevas soberanías no tengan que ser necesarios. Esta idea choca frontalmente con la idea de una Europa soberana y al mismo tiempo se amolda exactamente a lo que dice el artículo 93 de nuestra moribunda constitución.

Son muchas las razones que se esgrimen para defender este «imperio no imperial». Dejando a un lado las razones derivadas de un juicio histórico discutible, que por culturales pueden cambiar en el tiempo (es decir, razones del tipo «hay que evitar una nueva guerra en Europa» o «hace falta un actor internacional con peso para defender la paz en el mundo»), nos quedamos con razones de caracter práctico: apertura de fronteras, negociación aduanera con terceros países, estandarización industrial, etc. ¿Estas razones pro-europeas de caracter práctico exigen la construcción actual del entramado europeo? No. Tal vez se necesiten instituciones comunes permanentes por áreas temáticas y una reunión periódica de los gobiernos de los estados miembros. Pero desde luego que este tipo de relación próxima entre los países no exige la creación de un parlamento o una comisión.


La eurofilia nos dirá que si un estado miembro no quiere cumplir un acuerdo concreto sobre un tema, se crea un problema. Es cierto, pero ¿acaso no es mayor problema hacer desaparecer las constituciones nacionales al crear una nueva? ¿No es acaso más costoso y problemático? Lo es y los eurófilos lo saben. Por eso tienen un truco: la moneda común.

Las monedas nacionales responden a una idea del XIX. Son instrumentos de nacionalización y construcción del estado-nación moderno. Cumplen una función similar a las leyes educativas, la mili o el ancho de vía. Un banco central que emita deuda nacional es una institución relativamente reciente que más o menos funciona. Un BCE que no emite deuda obliga a los estados participantes a ajustar sus cuentas. Esto es positivo si algunos países son manirrotos, pues les obligas a comportarse como personas civilizadas: evitar el despilfarro público crea sociedades prósperas y con sistemas políticos más robustos.


El caso es que para que un monopolio de moneda funcione en un territorio, esta moneda debe contar con un gobierno que emita una deuda nacional: esta deuda nacional es la que posibilita el crédito internacional. Ésta al menos era la idea cuando empiezan a aparecer los bancos centrales. La UE sin embargo, hace al revés este proceso: primero crea una moneda y luego espera a que alguien pida una deuda europea. Para que exista una deuda europea es inevitable que exista un gobierno europeo. Es decir, lo que los países han hecho costosamente tras librarse del Antiguo Régimen e inventarse la nación política, Europa lo hace saltándose el paso previo de tener un gobierno soberano. ¿Se debe esto a la torpeza? No. Se ha buscado esto a propósito porque todos sabían que ningún país iba a ceder su soberanía por motivos tan escuálidos como la paz en el mundo o el imperio no imperial.


El rechazo público a los ajustes que se piden por estar en el euro, tan sólo son consecuencias buscadas para apoyar esa «unión más perfecta». Descartando el salir del euro debido a su alto coste, lo único que nos queda es un gobierno europeo.

Una UE que no buscara una unión monetaria no habría provocado los incendios en Atenas ni las protestas en Lisboa. Tenemos una moneda común pero ni se produce la especialización regional ni el movimiento de dinero se comporta como si tuviéramos una moneda común. Atenas sigue queriendo fabricar barcos y el dinero se refugia en Alemania. ¿Por qué? Porque el euro no es una moneda sino un instrumento político.

¿Es posible que nadie viera venir esto? Lo dudo. Lo que sí sabemos es que la incorporación a Europa de los países del sur, se hizo comprando a los países. Miles de millones de euros que durante los últimos veinte años llegaron en forma de fondos de cohesión. Unos fondos que bien empleados (es decir, que compensaran una posible bajada de impuestos que hiciera a nuestras empresas más competitivas) nos dejarían en una posición mucho mejor de la que estamos. El fantasma de la abundancia que se vivió en la primera década del siglo corriente indica que el euro es inocente de todo cargo, que el BCE nunca ha manejado los tipos de interés y que Alemania nos tiene manía. Por eso nuestros próceres desfilan diciendo que necesitamos más euro, más competencias para el BCE y de paso más poder para Alemania. Creo que en psiquiatría esto tiene un nombre.


La imposibilidad de la representatividad política europea

Un diputado de Coventry defiende los intereses de los electores de Coventry. Un diputado de Cuenca defiende los intereses de su partido y de forma indirecta de toda la nación española. Desde hace cierto tiempo decimos que la nación la forma su población y es soberana. Esta soberanía se expresa más (Reino Unido) o menos (España) en un parlamento. En Europa, la existencia de parlamentos responde a la previa existencia de naciones, a las que se les presupone una voluntad (de ahí que se tomen decisiones políticas y que haya un debate público, aunque en España no vemos mucho de esto, menos mal que tenemos parlamentos regionales para solventar esta carencia. Aunque también es verdad que quizás tengamos demasiados parlamentos regionales).


La Unión Europea, que mimetiza el proceso (republicano-francés) de creación del estado-nación, tiene un parlamento que sin embargo no representa una soberanía europea. Ni reformando este parlamento podrá nunca representar a la soberanía europea porque previamente no existe una nación política europea (la UE no surge de ningún estado previo del Antiguo Régimen ni tampoco su territorio forma parte de un imperio mayor). De ahí el eufemismo de Barroso de imperio no imperial. Dar la apariencia de nación política a algo, no convierte a ese algo en una nación política.

Es cierto que de cara a las próximas elecciones europeas se han dado pasos para profundizar esta farsa. Sin embargo, si vamos a los órganos ejecutivos de la Eurocosa, las contradicciones son todavía más evidentes: por una parte tenemos una Comisión, organizada por áreas temáticas, a imitación de un consejo de ministros. Por otra, tenemos un Consejo, que al ser la reunión de los jefes de gobierno de los estados miembros, pasa por ser un gobierno colegiado de la UE. En la práctica, es el Consejo Europeo el órgano que marca las directrices de la política comunitaria. En teoría, cada país tiene voz y voto, pero en la práctica, las diferencias de peso son evidentes, conformándose a veces grupos cambiantes en función de los intereses particulares de cada país. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que a la hora de la verdad, pese al teatrillo, la UE no deja de reconocer que está formada por países, y no por personas (no existe el «ciudadano europeo»). Si esto lo llevamos a sus últimas consecuencias, el ahorro de tiempo y dinero sería formidable: reuniones periódicas de los gobiernos y acuerdos mediante tratados multilaterales. Punto.

***

Como avisé, esto es una opinión de brocha gorda y habría mucho que matizar. Sobre todo detecto un problema sobrevolando el tema: no existe en la opinión pública un discurso alternativo al oficial, con lo que todo debate sobre el futuro de la Unión acaba siendo un juego de máximos sin tener en cuenta matices. La incansable propaganda eurófila acaba convertida en un europeísmo banal: todos quieren más Europa pero muy pocos me pueden decir el nombre de tres comisarios o de diez europarlamentarios. Menudo éxito el de esta Europa. Qué pies de barro tan bonitos tiene esta democracia europea tan llena de anatemas y ostracismo.

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sábado, 15 de junio de 2013

La pesadilla demográfica gallega 6

Hay una herramienta de consulta de las pirámides de población de los ayuntamientos gallegos muy interesante. Un vistazo aleatorio a municipios del sur de Ourense y de las montañas de Lugo, hace que me replantee llamarle a eso pirámide de población y no embudo de población.

Nogueira de Ramuín
Montederramo
Samos
Ames, limítrofe con Santiago, pasa por ser un ayuntamiento muy sano desde el punto de vista demográfico. Sin embargo, esto no es consecuencia del movimiento natural de población. En veinte años van a tener que cambiar las guarderías por geriátricos a lo bestia.
Hay gente a la que le hace falta un impacto visual para enterarse bien de lo que ocurre a su alrededor. Gente de poca fe a quienes no les basta con ver los números. (O que no sabe lo que es un número). Cuando en la tele vemos a noruegos o moros comprando aldeas abandonadas, o a lobos y jabalíes haciéndose con el poder político y cultural de pueblos no ha mucho habitados, no se trata de cosas que fueron siempre así y que no van a seguir ocurriendo. Hay ayuntamientos, con su alcalde, concejales, tanatorio municipal, veterinario y bar que tienen los días contados. No contados en plan «vais a ir a peor». Sino contados en plan «dejaréis de existir físicamente, los tojos invadirán los panteones de vuestros padres, las ventanas se romperán, los tejados se vendrán abajo y jamás seréis recordados».

El estudio demográfico hace que sea posible datar matemáticamente el año en que docenas de ayuntamientos dejarán de existir. La falta de renovación generacional y los esfuerzos de las instituciones por evitar la movilidad geográfica, la creación de iniciativas de negocio y por consiguiente la formación de familias, están ya cambiando el paisaje humano. De forma acentuada en comarcas rurales pero extendiéndose ya su efecto a zonas urbanas. Dos fenómenos distintos con un mismo fin: por un lado, los rigores propios del mundo rural, por el otro, la imposibilidad económica de asentarse en las ciudades. Son las zonas periurbanas las únicas que plantean alguna dificultad para datar la fecha de su desaparición. Pero acabará llegando por efecto cascada. Cuando los costes de las empresas distribuidoras se disparan y los servicios públicos dejan de ser eficientes para dotar a poblaciones mínimas, tanto la iniciativa privada como la esfera pública se repliegan, dando paso a una aceleración del proceso de vaciamiento.

Este proceso de vaciamiento físico, de desaparición de la gente (pues no se trata de un proceso de migración interna, sino de falta de reemplazo), conlleva una serie de consecuencias muy variadas. Destaco el efecto sobre la renta media (que es un indicador muy potente si nos importa mínimamente la posibilidad de establecer negocios y actividad comercial). Las áreas de vaciamiento están viendo decrecer su renta media de forma alarmante. Las pensiones de jubilación pasan a ser la principal fuente de ingresos de muchos ayuntamientos y alguna comarca. La carencia de facilidades y los esfuerzos de las administraciones por imposibilitar una generación de actividad económica realista para estas zonas (sí existen facilidades para grandes empresas, pero estas grandes empresas sólo se pueden establecer en muy contadas localizaciones: el interior escarpado jamás verá a una de estas empresas), convierten a muchos núcleos de población en una especie de residencias de ancianos. Ahí la perspectiva social es esperar la hora de la muerte.


Dicho esto, me sorprende el nivel de maldad pura de muchos políticos locales, que prefieren salvarse a ellos antes que tratar de retrasar la desaparición de sus pueblos (digo «retrasar» y no «evitar», porque el proceso de extinción se realimenta y no tiene marcha atrás. Esto no se puede decir en ningún sitio, pero en la Xunta ya hay gente que te puede decir el día en que abrirá la última guardería de Galicia).

Aquí se pueden consultar proyecciones de los embudos de población por comarcas. Si queréis saborear una precuela de Mad Max, pinchad en las comarcas orientales y meridionales.

Otra sórdida consecuencia de este vaciamiento viene por la parte del gasto público. La gente mayor de 80 años (para mi deja de tener sentido hablar de mayores de 65 años) supone un gasto per cápita en ayudas sociales y sanitarias muy superior que el de gente de 30 años. Los mismos análisis que alertan sobre la insostenibilidad del sistema de pensiones se pueden aplicar al gasto sanitario y a la ayuda a la dependencia.

No es que la actual administración tenga que buscar recursos para los actuales beneficiarios de las ayudas. Es que cada año la cosa irá a más. Sin discusión aquí. El peso del gasto social sobre el total de los presupuestos, año a año, irá creciendo. Nuestros próceres se esfuerzan por hacer juegos malabares por la parte de gastos. Eso está bien, pero lo crucial es mejorar la parte de ingresos. Que el número de receptores de ayudas no deje de aumentar (y a su vez el gasto per cápita), hace que medidas como buscar una mayor eficiencia en el gasto, introducir el copago en algunos artículos, etc. sean solo brindis al sol. No sólo se comen medidas impopulares, es que son medidas inútiles.

O se toman decisiones para que deje de ser una heroicidad generar nueva actividad económica con la que aumenten los ingresos públicos y se atraiga población o en treinta años la FAO va a tener que distribuir comida.
Ideas felices

Me enternecen mucho esos expertos que hablan sobre un renacer del mundo rural gracias al teletrabajo. Estamos en 2013 y ni siquiera la cobertura 3G es completa en el territorio. En España las conexiones a Internet están entre las más caras del mundo desarrollado (en general, todo lo relacionado con la tecnología es terriblemente caro). Una estrategia de implantación de las TIC no puede ser un bus enseñando a los paisanos a mover el ratón. El teletrabajo requiere la existencia previa de empresas que puedan ofrecer esos puestos y de una infraestructura no solo de red, sino también de distribución de productos y equipamientos.

Glups!
Otros dicen que los productos ecológicos nos redimirán de nuestros pecados. No quiero parecer un abonado al No, reconozco que hay un gran potencial inexplorado en esta área. Pero volvemos a lo mismo: usar una plataforma logística para la distribución aunque sea a muy pequeña escala, exige un estudio previo de la demanda que te envía directamente a las grandes ciudades. Es decir, a la casilla de salida. El mundo rural consume estos productos desde la época de los romanos, frecuentemente por medio del autoabastecimiento.

Existe la extendida manía de tratar de buscar soluciones. Soluciones mágicas. Estamos muy mal acostumbrados a que nos digan lo que tenemos que hacer. Seguimos queriendo que otros piensen por nosotros y dejamos de pensar. Medievalismo. Es como lo de Pescanova, ¿a santo de qué tiene que aparecer la Xunta a buscar ningún tipo de solución? ¿A santo de qué aparecen demandantes de soluciones públicas? Esta perspectiva de las cosas marcada a fuego en la opinión pública nos está matando (literalmente). No esperemos soluciones mágicas. No le pidamos a la Xunta organizar clústeres productivos. Tan solo pidamos a nuestros políticos que traten de no molestar, que se aparten. Y que solo aparezcan para cobrar impuestos con los que poder pagar entierros masivos en fosas comunes, con los que cambiar las bombillas de los semáforos y con los que limpiar las cacotas de perro de los parques. Qué digo que aparezcan, si los políticos no recaudan impuestos, son los funcionarios de Hacienda los que recaudan. Los políticos de hoy que se vayan a sus casas y sean sustituidos por otros menos vergonzantes. Es que por favor, que no se hable todos los días de la crisis demográfica es alucinante. ¿Qué otro problema más grave hay que la extinción?



viernes, 14 de junio de 2013

Última hora: en Internet se espía

Coincido moralmente con aquellos que ven un abuso en el uso de los sistemas de inteligencia en todas nuestras comunicaciones. Hay algo sórdido y que está muy mal, lo mires como lo mires, cuando un tipo en un cubículo de algún contratista de Wichita puede acceder a tus correos, escuchar tus conversaciones telefónicas e incluso encender remotamente tu webcam para verte la cara.


Me parece tan sucio y tan mal, que sabiendo que eso se hace, no me quiero enterar. Está claro que hay gente malvada por el mundo y esta gente malvada usa medios electrónicos para organizarse. Desde luego que los servicios de inteligencia deben poder actuar para acabar con los malos pero aún así hay una parte de maldad intrínseca en vulnerar la privacidad de la gente. Tampoco ignoro que el abuso o el mal uso de este espionaje universal no siempre responde a los más altos estándares de honorabilidad y transparencia. De todos modos, puestos a ser espiado, prefiero que lo hagan los buenos, es decir, los servicios de inteligencia del mundo libre o semi-libre.

Sí, ya sé que estos recursos algunas veces son empleados para beneficiar a ciertas empresas: ahí están los contratos de China con la Boeing en detrimento de Airbus. El sistema no es perfecto. Es muy jugoso tener este gran poder de interceptación de comunicaciones como para no usarlo a veces en tu beneficio. Sabemos que usar estos recursos para el espionaje industrial o para recabar información privilegiada con la que invertir en bolsa, se aleja de los fines para los que se crean los sistemas de inteligencia de señales. Afortunadamente, los servicios de inteligencia están supeditados a leyes y controles. Cuando estos controles fallan, incluso puede salir un agente con acné y llamar a un periodista, cambiar el apoyo público a estos programas y hacer que los políticos les limiten el presupuesto. Alivia un poco saber que existe este mínimo equilibrio hidrostático. Cosa distinta sería que este espionaje universal lo hicieran los rusos o los chinos. Ahí sí que no habría equilibrio ni porras. El propio Putin, preguntado por el caso Snowden, poco menos que llamó boyscouts a la NSA. Miedito.

Rasgarse las vestiduras

Una vez dicho que sí, que esto es una guarrada, que no me quiero enterar de lo que hacen. Conviene mirar la sobrerreacción de la gente. Este fenómeno psicológico me parece la mar de interesante. Tipos que se escandalizan en las tertulias de batalla. Gente que se pone papel de aluminio en la cabeza para que los satélites no les lean los pensamientos. Personas que creen que a los terroristas se les mete en la cárcel ofreciéndoles un flor y una sonrisa.


Me gustaría que se rebajara el nivel de escandalera. No vamos a tirarnos de los pelos a estas alturas ¿no? Sobre todo en un país en el que los ministros reciben Blackberrys. Todo el mundo sabe que la contraseña de root de estos terminales reside en la casa matricial. Es decir, que ni siquiera hace falta un sistema de inteligencia de señales para saber lo que hacen los ministros con sus teléfonos. Me imagino a un Pepe Blanco o a una Ana Mato en un consejo de ministros colocando el teléfono sobre una carpeta. Y se supone que las deliberaciones de los consejos de ministros son secretas. Jajá y jejé. Aplíquese lo mismo a cualquiera que recibe un teléfono, tableta u ordenador por motivos de trabajo o debido a su cargo en la administración. Vamos hombre, los espías nunca lo tuvieron más fácil.

James Bond ya no va a hoteles de lujo a darles palmadas en el trasero a voluptuosas indígenas. Hoy en día James Bond es un tipo al que le mola Juego de Tronos, que come galletitas saladas en su cubículo y que es un millón de veces más efectivo que aquel macho alfa con bisoñé.

No vale quejarse de que la NSA tiene nuestros datos cuando tenemos cuentas en Facebook que creamos sin leer los términos de uso. Es decir, ¿regalamos nuestra información a Facebook para que se la venda a empresas de marketing y nos escandalizamos de que esa información la use la NSA para atrapar terroristas? Un poquito de por favor.

Más:

miércoles, 12 de junio de 2013

Un Alfred Bosch fácil

Hay que reconocerle a Alfred Bosch un punto argumentativo a su favor. Este diputado se pregunta cómo es posible que no les dejen hacer una consulta por la independencia si los partidos políticos independentistas pueden ser votados en las elecciones. Claro que esta contradicción tiene una solución que el señor Bosch no contempla: prohibir los partidos que propugnan la secesión de un cacho del país.

Alfred Bosch
Como hacer esto sería un drama, lo que la ley establece es que un referéndum para la creación de dos o más países en lo que ahora es España es posible. Muy difícil, pero posible. Esto es lo que los independentistas no cuentan a los periodistas extranjeros que les entrevistan. La ley española tiene los medios legales para hacer desaparecer el Reino de España. Por esta misma razón, es engañoso decir que unos españoles se sienten oprimidos por España porque no les dejan hacer dos países nuevos (el suyo, a su medida, y el que nos queda al resto de españoles y a los españoles que se encuentren, de la noche a la mañana, secuestrados en territorio hostil ese primer día de la independencia). Así, el mantra tantas veces repetido que en España relaciona independentismo con libertad, es una manipulación del concepto de libertad (política). Sí es cierto que hay muchos ejemplos de luchas secesionistas relacionadas con la libertad, por ejemplo, Finlandia en 1917. Pero el hecho de que en Cataluña los españoles tengan los mismos derechos y obligaciones que en Murcia, hace que no sea este el caso de una romántica lucha por la libertad. Atendiendo a nuestra historia, se diría que se trata más bien del clásico tirar de la cuerda de unos caciques locales. La historia moderna de España siempre ha experimentado esa dialéctica centro-periferia. Una dialéctica que entre otras cosas responde a la extraña forma en que se distribuye la población por el territorio.

Se dice que hay un tira y afloja entre los malvados jacobinos amantes de las diputaciones provinciales, y los aguerridos defensores de la libertad de prohibir a un paisano rotular su comercio como le dé la gana. Sí es cierto que en los últimos meses, tras aparecer mucha gente llorando en varias de las televisiones públicas regionales de Cataluña, las encuestas de opinión son cada vez más favorables a establecer los pasos necesarios para sentar el ámbito de comprensión de una consulta sobre la posibilidad de hacer, en un futuro indeterminado, un referéndum no vinculante en el que se indague, siempre desde el cariño, la capacidad o no de los catalanes para organizar, llegado el caso, una consulta sobre la potestad, desde el ámbito del autogobierno que les otorga el opresor gobierno fascista de España, de formular una pregunta que no sea una pregunta, pero a la vez requiera una respuesta cuyo fin apunta a cambiar el número de estados miembros de la Unión Europea. Claro que si hablamos de encuestas de opinión catalanas, habría que decir que nuestros paisanos son muy dados a responder sondeos, pero luego en no ir a votar sobre su autogobierno, sólo les superamos los gallegos. ¿Qué quiero decir con esto? Que los sondeos tienen un alcance limitado.

Esto no ocurrió nunca.
Dice el señor Bosch, que las carencias democráticas son un impulso para la creación de nuevos países, como sucedió con las repúblicas bálticas. Nuevamente cuenta la historia como le conviene. Si hay que hablar de déficits democráticos, podemos apuntar detalles curiosos como que la prensa subvencionada por el gobierno regional catalán, publicara en comandita el mismo editorial. Sin duda un ejercicio de libertad y de protección del derecho a la información. O cómo en un programa de la tele pública regional catalana, unos tipos disparaban a fotos puestas en dianas. Cosas normalísimas, oiga, que sin embargo evidencian taras democráticas en algún sitio.

Termina el señor Bosch aludiendo a la factura española que pagan los catalanes. Ese tema ya se me escapa, igual que se escaparon de Galicia miles de paisanos para ir a trabajar en la industria catalana durante buena parte del siglo pasado. Para ir a trabajar, casarse, formar familias, etc. Es decir, para acabar contribuyendo al desarrollo económico catalán al que alude el diputado. Pasar por alto el hecho de que el crecimiento económico de cualquier lugar se fundamenta —entre otros factores— en un flujo migratorio con saldo positivo. Y que en el caso catalán, este flujo migratorio viene del resto de España, es un detallito no menor que el señor Bosch no nos cuenta, ya sea por ignorancia (que lo dudo) o por maldad (alejar a la gente de la verdad es una definición válida para el mal).

Que sí, que obligar a la gente a formar parte de un país está feo, pero que tampoco todo vale, hombre.

Más:
  • Colón, miembro de «la familia real catalana». En versión paquete turístico. En versión grafólogo. Y en versión chiringuito. Ah, y no olvidéis que los Pinzones y el marino de Santoña, Juan de la Cosa, hablaban catalán.
  • Cervantes también era catalán. Al menos así lo dice el libro «Gais i lesbianes de la història de Catalunya».
  • El oscense Miguel Servet también era catalán. Por si hay dudas, aquí nos explican que nació en una población catalana «de administración aragonesa».
  • Leonardo da Vinci resulta que también fue catalán.
  • Lucrecia Borgia, hija del célebre Alejandro VI, nacido en Játiva, hablaba catalán. Es más, en la Roma del XIV se hablaba catalán. (Nótese cómo el hablar en catalán ya caracteriza al personaje. Esto es algo muy curioso que sólo ocurre de forma muy reciente en Europa, donde afortunadamente el concepto de «grupo étnico» está cayendo en desuso. En la India o China, si un idioma definiera a una persona, se volverían locos).
  • El reino más rico de Europa en el siglo XV resulta que era el más pobre. Es decir, lo del comercio con lana por toda Europa y lo de  enviar embajadas a Moscovia, a Nóvgorod y a la Horda son invenciones muy curradas.
  • En serio, ¿qué hay que hacer para fundar un instituto fomenkiano de historia? Yo también quiero jugar a esto, parece divertido.


lunes, 10 de junio de 2013

Misión a Marte (2000)

Tienes presupuesto, un director reconocido, actores meritorios, una trama que incluye un viaje espacial, alienígenas, una explicación del origen del hombre... con todo esto, hacer un mojón de película es un crimen. Son muchas y variadas las causas que hacen que Misión a Marte se estrelle.

En primer lugar, tienes a Brian de Palma, un director sobrevalorado que ciertamente dirigió algún peliculón (El precio del poder, 1983). Sin embargo, se trata de un director que lo pones a hablar de Marte y de cosas molonas y se pierde. Su famosa generación de directores que subieron muy alto muy rápidamente en los 70 y 80 —Lucas, Palma, Scorsese...— es uno de los grandes engaños de Hollywood. Estos directores son de género: igual que no pones a George Lucas a dirigir Scarface, no puedes poner a Brian de Palma a dirigir a unos astronautas. No le mola el rollo y se nota.

Luego están los actores, encabezados por el teniente Dan y Tim Robbins. Confiamos en Tim Robbins para que salve una película que nace herida de muerte y ¿qué ocurre? Que nadie se cree a Tim Robbins de astronauta. Es más, se lleva a su mujer en la misión y se pone a bailar con ella en gravedad cero. ¿Qué me estás contando Tim Robbins? Anda, vete a hacer de granjero y despluma un pollo poniendo cara de "la vida es muy dura". Pesado.

Típico espectador cuando empieza la película.
¿De qué va?

Tim Robbins está haciendo una barbacoa en su casa —en serio, empieza así, ¿por qué? porque quien hizo esta película odia la ciencia ficción, el espacio y todo lo bueno y bello que existe—. La fiesta es por la primera misión a Marte e invita a sus amigos astronautas. Mientras le da un cachete en el culo a su joven y atractiva esposa, le pone una mano en el hombro al teniente Dan, que acaba de perder a su mujer tras meses de horribles estertores y sufrimiento.

—Eh, tío, sabes que siento mucho lo de tu mujer y que me tienes aquí para lo que sea. Pero discúlpame un momento que ahora tengo que besar muy fuerte en la boca a mi esposa —Tim Robbins es así.

Si haces girar esa rueda, el resto de la ISS giraría en sentido contrario. Pero EH.
Total, que el teniente Dan no puede ir en esa misión porque tiene depresión y Tim Robbins y su mujer tampoco van porque esperan ir en la siguiente misión. Quien sí va es Paul Rusesabagina, gerente de un hotel en Kigali. La misión va estupendamente y el teniente Dan y Tim Robbins, junto a más personas, monitorizan la misión desde una estación espacial que tiene gravedad mágica y acepta turistas.

Como los satélites y telescopios no existen, cuando los astronautas ven un cristal raro en una montaña, van a averiguar qué es. Y van todos al mismo tiempo, porque ninguno fue adiestrado correctamente y se pasan los protocolos de las misiones espaciales de la NASA, conocidos desde tiempos del Apollo, por el belfo. Se acercan a la montaña y algunas piedras empiezan a flotar. En lugar de salir como alma que lleva el diablo, siguen avanzando.

—Vaya, aquí hay un fenómeno desconocido, sigamos todos juntos avanzando —dice uno.
—No tenemos otra cosa que hacer —contestan los demás.

Todo bien.
¿Y qué ocurre? Que surge una especie de mini-huracán malvado que engulle a los astronautas y les da vueltas en el aire hasta destrozarlos. Afortunadamente el hutu que hizo hostelería sobrevive y consigue enviar un mensaje a la estación espacial en la órbita terrestre. Traumatizado por ver morir horriblemente a sus compañeros o por el guión tan malo que le obligan a recitar, apenas da ninguna información y luego, la transmisión se corta.

Ojo al monitor de la derecha.
Fácilmente los astronautas de la siguiente misión se ponen manos a la obra y la NASA decide que el teniente Dan ya está listo para ir a Marte. Se montan en la nave y van a Marte. Por el camino, el teniente Dan, horriblemente traumatizado por la muerte de su mujer, el pobre hombre sin levantar cabeza, tiene que soportar cómo Tim Robbins y su mujer bailan en gravedad cero y están todo el día haciéndose arrumacos.

—Eh, teniente Dan, que de verdad somos colegas —le dice siempre Tim Robbins mientras agarra por la cintura a su santa.

Cuando llegan a la órbita marciana, una lluvia de meteoritos rompe el depósito de gasolina de la nave y empiezan a suceder cosas terribles y mágicas. La nave deja de ser útil porque está muy mal y deciden salir al espacio y enganchar un módulo de reavituallamiento que —menuda suerte— andaba por ahí cerca. Salen al espacio con los trajes y como parece que no van a llegar, Tim Robbins usa su jetpack para alcanzar el módulo y engancharle una cuerda. Mágicamente consigue enganchar la cuerda al módulo pero se pasa de frenada (chúpate esa, Tim Robbins). Su mujer, desconsolada y viéndose ante la posibilidad de ser viuda y tener que tratar con un montón de abogados para arreglar los papeles de su marido astronauta. Usa su jetpack para tratar de alcanzar a Tim Robbins. Pero Tim Robbins sabe que no tiene gasolina para volver, así que no ve mejor forma que sacarse el casco y morir para que su mujer vuelva con los demás al módulo. Sorprendentemente para quien sabe un poquito de termodinámica, Tim Robbins se congela al instante. Es cierto que en el espacio te acabas congelando, pero no es algo inmediato ya que no hay nada a lo que transmitir el calor. Pero EH, al diablo la termodinámica.

Los astronautas logran amartizar con el módulo de reavituallamiento al lado del campamento base de la primer misión y el teniente Dan pasa a ser el macho alfa. Investigan un campamento que parece abandonado y llegan a una especie de invernadero con plantas donde se puede respirar. Radiación, presión y temperatura no parecen ser problemas a tener en cuenta. Un par de macetas y respiras. Olé tú, Brian de Palma.

Con esto en Marte, la película ganaría mucho.
Ahí se encuentran al hostelero hutu, que se volvió medio loco porque alguna magia hace que ningún satélite marciano funcione. Afortunadamente logró sobrevivir seis meses cultivando tomatitos cherry y pasando de hacer uso de las provisiones reservadas para la misión original de cuatro astronautas. Ok, le gustan los retos.

Como todos los locos en Marte, no se afeitó la barba ni pasó un mal trapo por su traje de astronauta, así, la gente que se ha dormido viendo la película sabe identificar quién es el que sobrevivió al huracán maligno. Después de tratar de matar al teniente Dan, decide dejar su impulso homicida a un lado y les explica que la montaña emite un código musical que lleva escondido un código genético. El caso es que a ese código le faltan dos cromosomas. ¡Dos cromosomas! Yo de genética sólo se lo de los guisantes, pero me basta para, ante esos dos cromosomas, darme a la bebida.

En minuto y medio completan la secuencia genética y deciden enviar un robotito a la montaña para que la emita. Muy bien, Flanagan. El robot la emite y se abre una puerta. Dejan al becario en la nave de escape por si algo sale mal, que regrese a la Tierra y cuente lo que pasa, y los otros tres se meten por la puerta.

Musa dorada, de Constantin Brancusi.
Dentro de la montaña hay mucha luz blanca y está todo limpito. Es como la sala del tiempo que usa Songoku para entrenar. De pronto, se apagan las luces y resulta que están en un planetario que les muestra una animación en 3D. La película se pasa los últimos diez minutos con música de Ennio Morricone contándonos una historia: hace mucho tiempo, Marte estaba habitado, llegó un asteroide muy gordo, reventó el planeta y muchos marcianos salieron en sus naves. Una de esas naves dejó un poco de caviar en la Tierra antes de salir del sistema solar. Esas huevas de esturión mágicas dan pie al inicio de una evolución que comprende millones de especies durante miles de millones de años. De ahí es de donde salimos los humanos, porque todo el mundo sabe que la adaptación al medio de la evolución no tiene en cuenta la aleatoriedad de múltiples mutaciones a lo largo de infinitas generaciones. No, estamos dirigidos desde que nuestros abuelos amebas pululaban la sopa primordial. Si en lugar de los marcianos, fuera Dios el que deja el caviar y arranca nuestra evolución dirigida, la película estaría censurada.

Brian de Palma, ve a que te de el aire un poquito, anda.
A continuación aparece una cuenta atrás. El teniente Dan cree que el planetario es una nave, se despide de sus compañeros que se van al módulo y él se queda ahí porque sí. Al final resulta que ciertamente se trata de una nave y el teniente Dan se va con los marcianos, a donde huyeron hace millones de años, a una galaxia donde nadie oyó jamás hablar de Tim Robbins.

Lávate las manos antes de comer.
Termodinámica y Ley de Gases

Tim Robbins se congela en el espacio y sabemos que eso no sucede así de rápìdo (el espacio está casi vacío). También, en un momento dado, cuando los meteoritos agujerean la nave espacial, abren una lata de refresco para que desde fuera Tim Robbins pueda localizar el agujero. La película muestra cómo el refresco se congela dejando una estalactita saliendo de la superficie de la nave. Igual que con Tim Robbins, el refresco no formaría hielo tan rápido. Es más, antes herviría, ya que no hay presión en el espacio (por esto mismo también los pulmones de Tim Robbins dejarían escapar su aire cuando se saca el casco. Creo que la culpa es de Boyle-Mariotte o de Gay-Lussac, no estoy seguro). Por cierto, espero que al ingeniero que haya diseñado los tanques de combustible sin chivatos que avisen de dónde hay una fuga, haya sido fusilado al amanecer.

Típico espectador después de ver la película.
Más cosas que están MAL
  • Uno de los astronautas (uno que se parece a un presentador del Club Disney, pero yo no quería abrir este melón, porque muchos os perdéis) ve una secuencia de nucleótidos en un monitor y exclama «¡Es ADN humano!». No, a ver, no puedes saber si es humano, un simple galimatías o ADN de un caballito de mar.
  • La película marciana muestra a los humanos como cúspìde del proceso evolutivo en la Tierra, pero el sistema de defensa de la nave alienígena mata a tres humanos porque no los reconoce si no meten una clave. Los marcianos son profundamente malvados y no van a Misa.
  • El cielo marciano no es tan ocre si no hay una tormenta de arena que ponga partículas en suspensión. El cielo marciano es blanco.
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