Con la nécora vemos cómo funciona el precio. Se dispara la demanda, aumenta el precio y también aumentan los chanchullos para vender la nécora mala. Empieza a ser rentable el riesgo de vender calidades inferiores.
¿Cómo es posible que se produzca este fenómeno teniendo al país en bragas, en un oscuro callejón, con la nariz sangrando y los tipos de la mafia buscándolo?
Hay varias explicaciones. La más corriente es la matemática: la gente que no tiene ABSOLUTAMENTE NADA (ni casa, ni NADA, nought, niet, cero) es una minoría. La mayoría de la población sí tiene recursos como para disparar el precio de la nécora. También hay un incremento marginal de personas (pocas), que uniendo fuerzas y aprovechando la economía de escala, puede demandar nécoras. Esta es la explicación más oída.
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¿Ensalada? Será una broma... |
Mi generación está a dos generaciones de la guerra. Pero mi generación no es la mayoritaria, es mi anterior generación la mayoritaria, que está a su vez a una sola generación de la guerra. La cantidad de gente que tiene información de primera mano sobre el hambre aumenta si contamos los años de la posguerra.
«Más alto, Klaus, no se te escucha». Origen. |
Ponderamos agudeza, ingenio y expedición por el tamaño de la bolsa de la compra de nuestro vecino. Este comportamiento solo es criticable en parte, ojo, el éxito se vende en gran medida como apariencia-de y tenemos poco tiempo para juzgar y valorar; luego actuamos de forma racional. Pero. ¿Es deseable esta valoración del éxito? En el pasaje de la Última Cena, Jesús se pregunta quién es más importante: ¿quien sirve la mesa o quien se sienta a ella? (Lc 22:27). Por otro lado también está nuestra herencia evolutiva: es más deseable cuidar mejor de los tuyos que no hacerlo.
No tengo una conclusión para el tema. Sólo una pregunta, ¿hasta qué punto es deseable procurar el propio éxito teniendo en cuenta que este éxito te puede alejar de lo éticamente deseable (asumiendo una ética cristiana, claro)?
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El general Patton os desea una Feliz Navidad desde 1944. |
2 comentarios:
Pues hombre, yo creo que casi todas las sociedades han celebrado sus fiestas a base de jartarse de comer, así que la hipótesis de la "cercanía generacional" a la guerra no me convence.
La evolutiva quizás sí. Al fin y al cabo las que suelen preparar las cenas (comidas, etc) suelen ser las mujeres, y las mujeres -creo yo- tienen la pervivencia del clan grabado a fuego en el ADN. En especial las madres. Un hombre, si prepara una comida, te insistirá en que comas por quedar bien o por orgullo (la comida la ha cocinado el, ¡debe estar buena!). Una madre lo hace porque quiere que te críes hermoso y gordo como un cerdete.
San Lucas el evangelista era de casa rica. No debió pasar hambre en su vida...
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