lunes, 14 de noviembre de 2011

Biocombustible no, gracias

Directivos de Iberia, AENA y Repsol posan ufanos en la foto. Hasta invitan a blogueros al vuelo inaugural del primer avión de Iberia que usa un 25% de "biocombustible". En el país de la sonrisa, perdón, de la biosonrisa, todo es alegría.


Se trata de meterle a un Airbus una mezcla de combustible convencional con un biocombustible elaborado a partir del tratamiento del aceite de la camelina. Una vez más, detrás de las biosonrisas se esconde la realidad. En la revista de Iberia, el mileurista de turno nos cuenta que se reducen no sé cuántos kilos de emisión de CO2. Estupendo. Dice también que la camelina, al no ser apta para consumo humano, no influye en los precios del grano comestible. ¿Seguro?

Situémonos delante de una extensión de terreno fértil y pensemos qué plantar. Si dentro de veinte años se populariza la camelina, un agricultor decidirá que le resulta más rentable cultivar camelina que trigo ¿esta decisión no afecta al precio del trigo? Sí. Afecta tanto como si se empleara el propio trigo como combustible (os remito a la producción de bioetanol a partir del maíz en Iowa: biocombustible súperverde, súpercaro y súpercontaminante que sólo defienden los proteccionistas lobbies agrarios). También es falaz el cansino argumento de que el biocombustible no contamina. Concedo que se emite menos CO2 en el momento de su combustión, pero, al cultivarlo necesitamos fertilizantes (petróleo), maquinaria (petróleo), transporte (petróleo) y energía para su procesamiento (petróleo, carbón). Se insiste en que no afecta al ecosistema, cuando el mero hecho de plantar algo, ya modifica el ecosistema. Además, resulta cuanto menos sospechoso que no se hable de la extensión de terreno necesaria para que se produzca una cantidad de biocombustible perceptible en las emisiones (se calculan necesarios 700 km2 para producir sólo el 1% de las necesidades actuales de combustible de aviones comerciales).


Por otra parte, tenemos cada vez mejores motores e investigaciones sobre la aerodinámica e ingeniería de materiales que sí afectan decididamente a un consumo cada vez más bajo de combustible tradicional. La mejora del refinado del petróleo deja cada vez menos residuos, con lo que se alarga la vida útil de los motores y los periodos de revisión.

Una persona preocupada por el medioambiente y por el hambre en el mundo debe defender que se siga investigando lo que ya hay. El futuro inmediato no pasa por cubrir Castilla de campos de camelina, sino por que en Castilla se levanten laboratorios de investigación para mejorar el refinado de nuestras refinerías (del "que inventen los demás" nos podemos ir olvidando o caeremos en el pozo). El cambio de fuente energética no depende de una directiva comunitaria sino de emplear un sustituto del petróleo cuando éste iguale su precio al de otra fuente energética como el agua del mar o el aire (u otra cosa que todavía desconocemos). No existe ninguna conspiración que impida el uso de agua de mar (concretamente del hidrógeno del agua) como combustible, tan solo es una cuestión de precio: de momento es mucho más barato consumir petróleo. Ya llegará el día en que sustituir el petróleo sea rentable. De momento, tenemos que saber que el biocombustible falaz no es alternativa a nada.

Sigamos investigando. Desconfiemos de los políticos/empresarios que tratan de establecer la revolución energética a golpe de burocracia. Dejemos de perder el tiempo. No existe ninguna razón para pensar que el futuro es sombrío y hay que "arreglarlo" desde un despacho.


2 comentarios:

Zuppi dijo...

¿De verdad se llama "camelina"?
Es tan fácil el juego de palabras...

Pablo Otero dijo...

:))