En el verano de 1945, las potencias aliadas y la URSS emprenden la tarea de desnazificación mediante comités de nombramientos en universidades, supervisión en fábricas y centrales energéticas, educación a la población, etc. Supervisaban algo más que un alto el fuego: supervisaban un cambio de mentalidad en la sociedad alemana. Existen otros numerosos ejemplos de "auditorías de paz" en África, Asia y Centroamérica.
Sin embargo, Currin y sus chicos, aparecen en un escenario donde no se acaba de producir una guerra. En España hace décadas surgió una banda terrorista que ha matado, extorsionado, torturado, secuestrado y provocado el exilio a miles de personas. Una organización terrorista que extiende sus tentáculos a la vida política, sindical, social y cultural de unas zonas de un país como España que vive bajo un régimen de libertades. Es por tanto un insulto a estas libertades crear unilateralmente cualquier comisión que verifique la "paz".
Además, la banda terrorista ETA declaró una tregua indefinida, lo que dista años luz de dejar las armas y cesar su actividad (el descubrimiento de un proceso de rearme con las advertencias de expertos en lucha antiterrorista, confirman mi tesis). Esta comisión, por tanto, no tiene objeto definido. Tampoco viene respaldada por el derecho internacional.
Más aún: este tipo de ideas peregrinas equiparan en cierto sentido a una organización terrorista con un estado de derecho. Algo que nadie en sus cabales con un mínimo de decencia puede defender. Un estado que defienda la libertad, la igualdad ante la ley y que cumpla la máxima de proteger a sus ciudadanos no puede tolerar en modo alguno ninguna "mesa" donde se equiparen sus acciones a las de una banda terrorista. Por eso la idea feliz de Currin es casi tan execrable como la negociación con los terroristas que apoyó el Congreso en su día.
Mi propuesta de comisión de verificación del alto el fuego
Con el ánimo de ser constructivo yo lanzo mi propuesta de lo que debería ser una comisión de verificación del alto el fuego. La comisión se establecería una vez que todos los etarras y sus cómplices rindan cuentas ante la justicia. Esta comisión estaría formada por funcionarios de prisiones. Su actividad consistiría en llevar el recuento en las cárceles para asegurarse que ningún etarra se ha fugado. Asimismo, se deberían de desamortizar los bienes públicos cedidos a organizaciones vinculadas con el terror y dedicar esos fondos a la compensación de las víctimas. También sería necesaria una intervención en el sistema educativo para "desnazificar" la sociedad. No hablo de programas cansinos de Educación para la Ciudadanía, basta con que las víctimas de ETA hablen a los niños. En general, la labor de desterrar el odio sería un camino largo y costoso. Pero el primer paso pasaría siempre y de forma inexorable por la derrota total y definitiva de ETA, la incautación de sus bienes y la dignificación de las víctimas.
Así que de paracaidistas y experimentos, ni hablar del peluquín.
Más:
- Los trece puntos de ETA - Historias de Hispania
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