jueves, 14 de octubre de 2010

Sobre el caracter pseudocientífico de la huella ecológica


En 1972 se publica Los límites del crecimiento a instancias del elitista Club de Roma. En él se postula que el consumo exponencial de recursos y el aumento lineal del desarrollo tecnológico nos conducirán a un suicidio colectivo. A partir de esa época abundan los eco-paracientíficos que nos advierten continuamente que estamos al borde del abismo. Desde 1972 a 2010, cientos de millones de personas en decenas de países se incorporaron a los hábitos de consumo de los países más desarrollados, aprendimos el concepto de "singularidad tecnológica" (por ejemplo, internet) y el desarrollo de nuevas técnicas de consumo energético, de producción energética, de producción agrícola y de comunicación; y a cada nuevo paso, vemos la posibilidad de dar dos más.

Pero los amigos del abismo insisten.

Ahora ya metidos en numerosos gobiernos o instituciones paraestatales, con cuidadas campañas de márketing y expertos en psicología de masas, continúan haciéndonos sentir culpables por un delito que no hemos cometido. Un delito que hace que cada vez más niños vayan a la escuela, cada vez viajemos más rápido y cómodos en compañías que no son Iberia y que cada vez podamos cultivar más en menos espacio.

El discurso actualizado de Los límites del crecimiento, es lo que llaman "huella ecológica". Una definición romántica podría ser: "dícese del trozo de Pachamama que te cargas por querer repetir ese plato de macarrones". Esta huella ecológica la calcula cada cual como le viene en gana: cogiendo a voleo algunas medidas de consumo de energía, sus fuentes, medias locales de uso del terreno, superficie que pasta una vaca en un año, cantidad de bosque que es capaz de absorber tu malvado CO2; y dejando descartadas otras muy pertinentes para intentar hacer más serio un cálculo implícitamente imposible (la absorción oceánica de CO2, el efecto de los gases de traza, la caca de cachalote, etc). Su caracter paracientífico -al nivel de las siempre divertidas psicofonías-, es velado por un inmediato interés político y mediático.

Vende titulares, que es lo que cuenta y contribuye al infinito flujo de subvenciones públicas a grupos de presión y empresas que si se llamaran "Asociación de unicornios zurdos abducidos" no recibirían ni un duro.

Es tal la falta de rigor científico -oculto, insisto, bajo muchos cálculos-, que se pueden decir absolutas barbaridades como la de este artículo de El Mundo que sirve de altavoz a un estudio paracientífico de WWF:

necesitaríamos 3,5 Españas para satisfacer la demanda de recursos naturales y absorber las emisiones de C02 [sic], según advierte el 'Informe Planeta Vivo', que ha sido presentado este miércoles por WWF. Se trata de un exhaustivo 'chequeo' al que la organización ecologista somete a nuestro planeta cada dos años

Toman consumos medios, dividen entre toda la población, eligen al azar 2.500 especies de vertebrados (?) y por el camino se inventan nuevos medidores como "Índice de Planeta Vivo" o "capacidad regeneradora del planeta", no falsables, para llenarnos de terror. Es un juego en el que siempre ganan: pueden cambiar las variables a su antojo para dar los datos que quieran. Cónstese que WWF es sólo un ejemplo y entre sus actividades hay cosas que sí me gustan, pero con los cuentos de brujas hay que marcar distancias.

Como gran parte de la población no tiene tiempo, o ganas, o formación como para criticar aspectos de este tipo de estudios paracientíficos, se dan la libertad de apabullarlos (apabullarnos) con números redondos que buscan un titular fácil.

Desde 1970 ha desaparecido el 35% de las especies de agua dulce.

Claro, uno si tiene ganas, tiempo o formación, puede responder que desde la extinción masiva del Pérmico-Triásico se extinguió el 90% de toda la vida en el planeta. Y que la vida no deja de evolucionar y adaptarse: no sabemos muy bien cómo pero la vida siempre se abre camino.

500 millones de personas se han visto perjudicadas por la construcción de presas.

¿Desde cuándo? ¿Qué millones de personas? ¿Dónde? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Cuántas se ven beneficiadas de forma constante en el tiempo? ¿Qué externalidades positivas se han derivado de la construcción de presas? ¿Cuánta gente ha accedido a agua potable corriente y energía eléctrica? ¿Cuántas toneladas de madera y carbón se han dejado de quemar?

WWF pide combatir la pérdida de recursos naturales mediante cambios en el modelo energético actual (consiguiendo que el 95% de la energía sea renovable) y en nuestra alimentación, consumiendo menos carne y lácteos. Según sus cálculos, si la humanidad redujera el consumo de estos productos en un 9% se lograría reducir la Huella en un 35%.

Lo cierto es que sin cambiar mucho nuestros hábitos de forma consciente, el desarrollo tecnológico logra que los procesos industriales sean más eficientes -se despilfarra menos energía, se recicla, se reprocesan desperdicios industriales- y que el deseo de muchos de estar más guapos y sanos hace que haya aumentado el consumo de yogures de soja (por ejemplo). Es el deseo egoísta de aumentar el valor de nuestra empresa, conquistar a la chica que nos gusta o simplemente sentirnos mejor ante el espejo el que cambia nuestro modo de relacionarnos con el entorno no al revés.

Westinghouse:

1 comentario:

Teseo dijo...

Si claro. El truco es que no sea falsable.

Noventa años despues del descubrimiento de la tumba del rey Tut, todos los profanadores estan muertos. Sin duda, la maldicion del faraon niño arrastro sus pecadoras almas al infierno.

Y ademas padece usted un sindrome palindromico. Solo existen dos casos conocidos, precisamente en el mismo bloque. Pero, ojito, usted esta 245,37 veces mas grave que su amiga de ir a misa.

Y hablando de palindromos. In girum imus nocte et consumimur ignI. O algo asi.

Por cierto, al comienzo del documental sobre el inventor de neveras bigotudo, aparecen un monton de calaveras en la esquina inferior derecha...