lunes, 18 de octubre de 2010

La izquierda abertzale y su complejo de 'reina del baile'


El cuestionario que Carlin envió a Otegi, es un compendio de circunloquios muy característicos del lenguaje de los cobardes. Es una muestra de la forma de describir la realidad por parte de los nacionalsocialistas vascos. Cada vez que me encuentro con piedras como: "Frente a esta realidad de desconfianza multidireccional hemos adoptado una posición de principio que nos permite avanzar: el adoptar decisiones y desarrollarlas de forma unilateral, depositando en nuestro pueblo y en la comunidad internacional la confianza y garantía única de la evolución del proceso democrático. El proceso democrático en esta fase no depende, pues, de la existencia de compromisos previos, ni de la confianza en determinado Gobierno". Pienso en el niño que no hizo los deberes y le dice a su profe que se los zampó su velocirraptor.

Se puede coger cualquier párrafo y ver que la versión nazi del terrorismo etarra -porque Otegi solo reproduce expresiones del ambiente político nazi vasco-, no se corresponde en ningún punto con la realidad.

¿Soy yo tan listo como para saber todos los detalles de la política vasca o española? No. Evidentemente se me escapan muchos detalles, pero sí conozco -igual que vosotros- unos brochazos orientativos, suficientes para saber de dónde viene el tufo.

El hecho de que en un sitio haya unos bailes regionales característicos y unas romerías de caracter particular, no crea un "conflicto político". Un "conflicto político" lo tenemos cuando hay justicia y reglas de juego. De esto hablaron Platón, Hobbes, y otros; y conecta con la definición del hombre político, con un escenario de reglas, con la gnoseología política, etc. En el momento en que llamas "conflicto político" a tener gastronomía regional, estás haciendo el ridículo.

Me puedo imaginar reuniones y "acuerdos" (Otegi cita varios, pero, ¿acuerdos entre quiénes?), ponencias y más ponencias, puntos a desarrollar y miles de hojas de papel y litros de saliva gastados en concursos infinitos de retórica soviética. Y es que cuando la razón no acompaña, la huida hacia adelante consiste en meter paja. Aquí no existe un conflicto político -por definición-, sino tan solo un complejo de "reina del baile" de una ideología totalitaria que cree que por tener cien mil votos potenciales, debe ser escuchada. Lo que no entienden Otegi y compañía, es que ni con el 99,9% de apoyo popular (no ya en el País Vasco, sino en toda España), deben ser escuchados ni tenidos en cuenta.

La trampa del fundamentalismo democrático ha servido en las últimas décadas para dar voz a minorías -cosa que está muy bien-, pero también para extender la peregrina idea de que hay que escuchar a todo el mundo.

Aquí no se trata de dar la palabra a los nacionalsocialistas, sino de que una organización terrorista acabe disuelta con sus miembros en la cárcel. No hay diálogo posible con el totalitarismo, al totalitarismo se le vence. No existen "espacios de diálogo", "acuerdos de mínimos", ni farrapos de gaita. No se puede hablar con el entorno batasuno -¡son totalitarios!-, ni muchísimo menos con una organización criminal de paletos y analfabetos (hay que ser analfabeto para aspirar a apretar gatillos en lugar de arreglar motores de coches, por ejemplo).

Otegi, en el cuestionario, se nos revela como una persona flipada que suelta un montón de palabras que tienen un eco mediático, sí, pero recordemos que Gran Hermano también lo tiene. Sin embargo, todo lo que dice es inútil. Sería útil si dijera dónde hay pisos francos, depósitos de armas, etc. Esos sí son datos para un fin, lo demás es una logorrea cansina propia del que se siente culpable.

1 comentario:

Teseo dijo...

El Gordo tiene verborrea confabulatoria. No es una novedad. A lo mejor la culpa la tiene la porqueria esa que destilan en la trena. Y el deficit del complejo B.

Y los farrapos de gaita SI existen.