lunes, 20 de septiembre de 2010

La boda de Arístegui, el crucero de Toxo

Básicamente quiero hablar de cómo las noticias de actualidad se parecen cada vez más a la prensa del corazón. En puridad se trata de amarillismo. ¿Vale todo para vender periódicos? Todo, todo, no.


Ahora bien, una actitud tolerante con la reducción de la calidad periodística es mucho mejor que la que la condena y al mismo tiempo hace verdaderos truños. ¿Ejemplos de truños que pasan por periodismo y critican a los demás? Podemos empezar por La Noria de Telahínco y no parar hasta llegar a los terroristas suicidas de Gabilondo (por cierto, el Gabilondo tiene un hermano ministro, sospecho que es la vicevogue).

Ahora bien, lo del grupo intereconomía es como para decirles en voz bajita "oye, a veces os pasáis un huevo". Y no es tanto por el contenido como por el tono. Es más, creo que desmontar la falsa imagen pública de Bono fue un acierto, lo del piso de Bermejov también. Convertir en escándalo las vacaciones del Toxo ya no viene mucho a cuento. Viendo -mejor dicho, suponiendo- su patrimonio no hay que ser un lince para saber que un crucero de una semana se lo puede permitir tranquilamente y que el hecho de ser líder de la casta sindical no le impide disfrutar de las comodidades pequeñoburguesas. Es más, lo convierte en un parásito pequeñoburgués.


A todo esto añadir que decir que "preparó la huelga durante el crucero" es ya cachondearse del personal. ¿La preparó con su mujer, que es Mendez afeitado o cómo va la cosa?

Sin embargo, este tema que no pasaría de ser una noticia inventada -porque no es noticia-, ha hecho hablar a gente más seria, dándoles una maravillosa oportunidad de derrapar y caerse por la cuneta. Vean si no el ejemplo de Santiago González en su columna de El Mundo. En general suscribo el artículo, pero hay una cosa que chirría muchísimo:

Un crucero es en la España de hoy como el apartamento en el Mar Menor o en Castro o Laredo, un sueño razonable de la clase media-baja. Desde que la televisión emitió la serie 'Vacaciones en el mar' (El barco del amor) la clase obrera empezó a acceder masivamente a los cruceros, con la esperanza de compartir travesía con el capitán Stubing o la simpática Julie McCoy.

Dudo mucho que la clase media-baja vea como alcanzable el crucero o el apartamento en Laredo. La clase media-baja en este país es un rumano que trabaja dos semanas pintando fachadas y se pasa las tres siguientes buscando el siguiente trabajo. Es más, el apartamento en Laredo es ya impensable para la clase media: la última vez que intentó comprar uno, resultó una estafa de multipropiedad. Además, es suficiente con entramparse en una hipoteca como para pedir otra.

Y el otro tema: el Arístegui se casa con una marroquí y hay quien cree que poco más comete un crimen de lesa patria. En esto suscribo a Fernando Blanco cuando dice que los periodistillos que hacen sangre con cualquier cosa "dan asco".

7 comentarios:

José dijo...

Voy a intentar plantearte la misma cuestión a ti que a retroferran, quien no ha tenido a bien publicar mi comentario, veamos si contigo tengo mejor fortuna. La boda de Arístegui con una mujer musulmana no es solo un tema de prensa rosa, me explico haciendo mía la tesis de Krohn quien afirma que “la ley islámica (chaira), en cualquier país de religión musulmana (de cultura árabe o sin serlo) del que se trate, no se anda con bromas en la materia: la mujer musulmana -soltera o divorciada- no puede esposar -bajo pena de exponerse a las consecuencias más graves y a las penas y sanciones más draconianas imaginables- más que un (buen) musulmán, de nacimiento o converso de días aunque sea”.

Por tanto, Gustavo de Arístegui necesariamente se ha convertido al Islam, aunque solo haya sido a efectos legales y no por convicción. Sea como fuere son obvias las implicaciones, ¿es necesario enumerarlas?

Pablo Otero dijo...

¿Realmente piensas que Arístegui va a empezar a vestir babuchas?

José María, los matrimonios religiosos, que responden a una tradición y al agrado de la familia, necesitan una serie de ritos. Una boda con una musulmana (nuestro caso), requiere que el esposo sea musulmán. Curiosamente el proceso de conversión al islam es el único proceso de conversión que no es un proceso de conversión. Basta con decir que eres musulmán para serlo.

¿Consecuencias funestas? No soy adivino, no lo sé, pero por mi como si se hace Hare Krishna.

PD: ¿Hace falta recordar cuántos musulmanes ya hay en la política española? ¿Hace falta recordar cuántos musulmanes son españoles y sienten más España que cualquier ateísta o catolicista? La patria y la religión mejor no mezclarlas. Que por cierto, la mora esa se viene a vivir a Madrid con el barbas, así que creo que de conjura anticristana y antiespañola nada. Comerán jamón y beberán tinto, créeme.

Un saludo.

José dijo...

Pablo, si realmente se ha casado Arístegui (que no estoy seguro de que así haya sido) es importante saber si su conversión es sincera o no, si no ha sido sincera su conversión, es que ha mentido, si para ti mentir no tiene importancia pues allá tú con tu sistema de valores.

Si su conversión es sincera nada tengo que objetar.

Pablo Otero dijo...

Ah, que el problema no es que se haga musulmán, sino que de hacerse, sea sincero.

Es una forma de verlo.

Sr. IA dijo...

Le felicito Pablo, coincido en que los señores de la Gaceta se pasan.
Suponer que Aristegui se ha vuelto "renegado" por casarse con una marroqui es una burrada. Lo del crucer está sobredimensionado. No es nada frecuente pero cada año se casan en España entre 20 y 100 mujeres marroquies con españoles.
Por otro lado, en Marruecos hay minorias religiosas, católicos, protestantes, testigos de jehova, laicos, judios... La ley islámica y el código civil marroquí son conceptos bien distintos. Eso no quita para que, efectivamente, un matrimonio musulmana-cristiano esté muy mal visto socialmente como bine dice José María

Monsieur de Sans-Foy dijo...

(Bueno... la verdad es que Laredo no es lo que era, si es que alguna vez fue algo. De hecho, que Santiago González lo frecuente, es uno de sus pocos atractivos)
Pero estoy con Vd:
El tono del periodismo en este país va por la pendiente abajo.
Y si Cuatro y La Sexta apestan por lo sectarios, los de Intereconomía parecen copiar el modelo, cambiando sólo las dianas.

¿Lo que pide el público?
Ni hablar. Nos dejan elegir pesebre, pero todo el pienso sabe a lo mismo.

Saludos

Unknown dijo...

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