CASILDA ¿Que son los reyes de carne y hueso?
COSTANZA Pues, ¿de qué pensabas tú?
CASILDA De damasco o terciopelo.
COSTANZA ¡Sí que eres boba en verdad!
Lope de Vega, Peribáñez y el Comendador de Ocaña, Acto Primero, Escena XXIII. Fragmento.
Tanta gente tan lista me abruma. En unos años, los listos se atarán hígados de vaca a la cintura y proclamarán que son extensiones cerebrales. Habrá competiciones en las que se ofrecerán corazones de ballena azul para sustituir al hígado de vaca. Lo siguiente será ver por las calles regueros de sangre, así sería más fácil saber por dónde ha pasado un listo.
-Mira, por ahí va un listo, fíjate cómo arrastra su extensión cerebral.
Los listos están por todas partes. Asfixia estar rodeado contínuamente por listos, listillos y listezas imperiales. En los paritorios que aún existan, los médicos tirarán del tobillo de una criatura y elevándolo en el aire, justo antes de golpearle -regalo de bienvenida-, les dirán a las progenitoras B: "Señora, ha tenido usted un listo".
Las calles estarán llenas de colas, no solo por la escasez, sino porque a los listos les encantan las colas. Estar detrás de un mostrador y tener la cola más larga que tu compañero, es signo de listeza. Pero en la cola también hay listos, que esperarán con la mirada perdida durante horas para, al llegar a la tercera posición, irse a casa o colarse. Los listos.
Los bares serán uno de los últimos bastiones frente a los listos. Pero aún así, el listo tiene una gran capacidad de adaptacion al medio. En lugar de TAB, solysombra o Mirinda, se "ofrecerán" -del verbo "vender"- bebidas polisinápticas avanzadas, esencias de alegrías primaverales y la nueva-vieja bebida refrescante de burbujas, con una receta totalmente nueva a base de lo mismo de siempre pero con una etiqueta de otro color.
En los restaurantes, los comensales serán clientes, y en la mesa del cliente no hay mantel porque un listo decidió que no era "cool". En su lugar hay una franja de plástico-tela de color granate -para disimular las manchas de vino y ahorrar en el tinte-. La comida será olida porque un listo decidió que había que hacer disfrutar los cinco sentidos, como si un señor-cocido-de-toda-la-vida no tuviera olor. En ese ambiente, al listo le encanta hacerse amigo del camarero en veinte segundos. Sonríe porque cree ganárselo con facilidad. En la cocina, el camarero le escupe sobre el plato -cuadrado- de "olor de pollo al ast". Cuando el camarero es el comensal, actúa exactamente igual que el listo al que le acaba de escupir en su plato. Y otro camarero a su vez le escupirá en el suyo. El intercambio salivar provocará enfermedades.
A los listos les encanta tratar a los enfermos como a niños y a los niños como a enfermos. El listo no desaprovechará ninguna ocasión para poder meter miedo a enfermos y a niños, así creará un vínculo de necesidad. Al listo le aterra estar solo, quiere que todo el rato le llamen por teléfono. Adora las aglomeraciones, cuanto más sudorosas y apretujadas, mejor. Y da igual si hablamos de la BCM de Palma o del Museo del Prado. Las gogós y Goya representan lo mismo en su cabeza: oportunidades para oler y ser olido.
Los listos tienen sus problemas. Los tienen contínuamente porque cualquier estupidez es un reto y una oportunidad para molestar a los demás. Igual que el escupitajo del restaurante, los problemas de los listos van rotando. Hasta que no implica al último vecino del pueblo, el problema no se considerará solucionado. En una orgía de apertura emocional y de sinceridad mal entendida, los listos comparten hasta los detalles más escabrosos de sus vidas. Si pueden salir por la tele, será un gran día para ellos. El listo no distingue entre la autohumillación pública y el éxito social.
El listo apenas distingue a una persona de una cosa. La cosificación implica violencia descarnada. Un listo lo mismo le prende fuego en un cajero a una persona, que aprueba una ley para "ayudarla". Al listo solo le importa él mismo. No dudará en vender a su abuela en el foro a los mercaderes persas para conseguir comprarse un coche que de otra forma no se podría permitir.
Tampoco dudará en vender el coche para comprar la gasolina.
Al listo le encantan las modas efímeras: repetirá hasta la saciedad una coletilla, se pondrá pulseras y se vestirá como sus iguales para reconocerse en el espejo. Cuando tenga claro que todos son iguales a él, rechazará esas modas e irá a por otras. Es estar a la última, es comportamiento gregario. Da igual como le llamemos.
El listo se queja mucho, asegurándose que todo el vecindario se entere, porque el fontanero, que es otro listo, le ha cobrado 100 euros por cambiarle el filtro a un grifo. El listo es incapaz de cambiar un filtro de grifo. Y se siente aparentemente estafado. Eso sí, a la hora de dar un préstamo en el banco no duda en endosar seguros de hogar y seguros de vida -a otro listo- para llevarse unas perras por comisión. El ciclo de la queja del listo continúa y adquiere vida propia.
El listo es el primero en proponer que se ponga una rampa en las escaleras del portal de la comunidad de vecinos. Y luego es el último en sujetar la puerta a alguien que empuja un carrito de bebé. Le gusta crearse una imagen de sí mismo e ignora cómo le ven los demás.
Es el primero en llamar a la policía porque le molesta el botellón de los ruidosos listos adolescentes. También es el primero en dejar a su hijo encerrado en el coche, en el aparcamiento del Mercadona a 40º. Luego vienen las lamentaciones. Lamentar algo es la forma lista de enfrentarse a los problemas. Asumir la responsabilidad, nunca. "Responsabilidad" no aparece en el diccionario de los listos. Tampoco "sentido común", "decencia", "tolerancia", "tranquilidad" y muchas que se os están ocurriendo.
Por hoy es suficiente, que me caliento y no paro.
1 comentario:
Je, se te han vuelto a colar en la fila del supermercado.
El Jabato esta bien hasta la saga de Kimberlan. Y se puede leer hasta que aparece Fideo de Mileto. A partir de entonces es un pestiño... De todas maneras, es bastante mas anacronico El Capitan Trueno.
Uno cualquiera de ellos coge a Batman y lo abolla.
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