martes, 22 de junio de 2010

Excursus



52. Hay quien piensa que la referencia a una moral objetiva, anterior y superior a las instituciones democráticas, es incompatible con una organización democrática de la sociedad y de la convivencia. Con frecuencia se habla de la democracia como si las instituciones y los procedimientos democráticos tuvieran que ser la última referencia moral de los ciudadanos, el principio rector de la conciencia personal, la fuente del bien y del mal. En esta manera de ver las cosas, fruto de la visión laicista y relativista de la vida, se esconde un peligroso germen de pragmatismo maquiavélico y de autoritarismo. Si las instituciones democráticas, formadas por hombres y mujeres que actúan según sus criterios personales, pudieran llegar a ser el referente último de la conciencia de los ciudadanos, no cabría la crítica ni la resistencia moral a las decisiones de los parlamentos y de los gobiernos. En definitiva, el bien y el mal, la conciencia personal y la colectiva quedarían determinadas por las decisiones de unas pocas personas, por los intereses de los grupos que en cada momento ejercieran el poder real, político y económico. Nada más contrario a la verdadera democracia.

53. La razón natural, iluminada y fortalecida por la fe, ve las cosas de otra manera. La democracia no es un sistema completo de vida. Es más bien una manera de organizar la convivencia de acuerdo con una concepción de la vida, anterior y superior a los procedimientos democráticos y a las normas jurídicas. Antes de los procedimientos y las normas está el valor ético, natural y religiosamente reconocido, de la persona humana. Más allá de cualquier ordenamiento político, cada ciudadano tiene que buscar honestamente la verdad sobre el hombre y la recta formación de su conciencia de acuerdo con esa verdad. Es una búsqueda que hace cada uno ayudado por la familia en la que nace y crece, guiado por el patrimonio cultural y religioso de su sociedad, en virtud de sus propias decisiones religiosas y morales. Las instituciones políticas no tienen competencia ni autoridad para determinar ni condicionar las convicciones religiosas y morales de cada persona. En una verdadera democracia no son las instituciones políticas las que configuran las convicciones personales de los ciudadanos, sino que es exactamente al contrario: son los ciudadanos quienes han de conformar las instituciones políticas y actuar en ellas según sus propias convicciones morales, de acuerdo con su conciencia, siempre en favor del bien común.

El otro tema es el de la excomunión del Rey. Firmar la ley del aborto (al menos dos veces) y otras leyes que el magisterio de la Iglesia rechaza, dicen que es motivo más que suficiente para que sea expulsado a las tinieblas.

El problema que yo veo es que la Iglesia perdió el toque fresco medieval. Al Rey, la Iglesia, le da dos palmadas en el hombro para a continuación escribir una nota diciendo que bueno, que vale, que las cosas deben mejorar, que o sea.

Una cosa es "cambiar con los tiempos", otra "cambiar todo".

Los curas, con tonsura y sotana. Aunque haya 35º a la sombra. Bueno, como vayan vestidos es lo de menos.

Eso sí, las conferencias de prensa de la CEE, al aire libre, en una plaza.

Las instrucciones pastorales diocesanas, nada de enviarlas como nota de prensa o leer en ese programa religioso de la mañana del domingo que nadie ve. No. Delante de la catedral, con megáfono, para a continuación arrear con el megáfono a esos turistas que entran en chancletas a sacar fotos. Si son ingleses o franceses, doble puntuación.

En chancletas solo entran los peregrinos.

2 comentarios:

Teseo dijo...

La verdad es que Marcoantonio era unico excomulgando.

El resto no tengo paciencia para leerlo, pero mola empezar poniendo un numerito como el 52, asi parece que va algo mas antes. Me recuerda a los 20 años de grandes exitos de Toreros Muertos (ahora casi 30). Casi voy a esperar para ver la pelicula.

Teseo dijo...

Memoria de Clemente I???

Mola mas la memoria de Alejandro Borgia de Jodorowsky.

Ups...