jueves, 22 de abril de 2010

El velo y las normas

Oh, cielos. Oh, madredelseñorhermoso. El drama. El apocalipsis. Hay una niña en Pozuelo a la que no dejan asistir a clase y a la que pisotean sus derechos constitucionales. La cosa tiene su enjundia, lo reconozco, porque cuando se habla del velo (¿el velo no es lo que tapa la cara? De "velar", "ocultar" la cara.), se habla de la religión católica. Creo que los sagaces prohibidores del pañuelo en la cabeza lo tendrán dificil el día que los progres aprueben la Ley de Coartación Religiosa, para dejar que haya imágenes católicas en centros educativos concertados y públicos.

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La solución a estas dramáticas y aparatosas polémicas, es bien sencilla: libertad. Que cada centro tenga autonomía para decidir su regulación interna (añadiría que incluso libertad curricular, y que luego compitan y se especialicen). Claro que por encima de la norma de un instituto está la Constitución. Pero incluso por encima de la Constitución está la interpretación con sentido común de la misma.

 Ah pero, ¿acaso hay que elegir?

En el caso del instituto de Pozuelo, la normativa dice que "en el interior del edificio no se permitirá el uso de gorras ni de ninguna otra prenda que cubra la cabeza". ¿Vulnera esto la libertad religiosa de quienes su religión les obliga a llevar un pañuelo? ¿Es llevar un pañuelo parte de la doctrina fundamental de la religión islámica? No, no lo es. ¿Forma parte de la doctrina fundamental de la religión católica que haya un cuadro de la Virgen María colgado en una pared? No, no forma parte de la doctrina esencial. ¿Entonces -pregunta del millón- por qué no tratar a todo el mundo igual? Y la respuesta ganadora es: porque no somos todos iguales. No solo en la calle, sino en el colegio, en la mezquita y en la consulta del médico.

 Parecen de ETA

Cuando meten a un desafortunado en un aparato de tomografías, le mandan sacarse la medallita de San Apapucio. "¡Oh qué vulneración de mi libertad religiosa!", seguro que piensa el desafortunado paciente. O quizás solo piense en huir del hospital cuanto antes y que no le descubran ninguna cosa extraña.

En Tailandia, para entrar en los templos budistas, dejas los zapatos en la puerta. Y si no te apetece sacártelos, te quedas fuera. En Malta, al entrar en la catedral de La Valetta, ves a unos individuos en la puerta que filtran a quienes pueden pasar: mujer con los hombros descubiertos no entra (le ofrecen un chal-pañuelo), hombre con sombrero se lo tiene que sacar, los adultos no pueden enseñar las rodillas, etc. Es decir, en todo el mundo hay normas según la situación. Las propias reporteras de televisión cuando van a países islámicos, se cubren la cabeza. Normal.

Está sacando la lengua

Vestir como a uno le da la gana forma parte de la libertad de expresión, pero hay sitios que tienen normas de vestimenta y nunca a nadie hasta hoy, hasta estos años de tontería, se le ha ocurrido que estas normas vulneraban sus derechos fundamentales.

Bien, ¿y entonces qué hacemos con ese cuadro de la Virgen colgado en el aula? Pues según la norma del centro se dejará colgado o no. Pero nadie puede llegar y decir "¡quítenlo!", porque debe haber normas y éstas no pueden ser arbitrarias. Justo pasó algo parecido hace poco: en Palma del Río (qué buenas naranjas, por cierto), retiraron un crucifijo de una sala de curas porque ofendía a un paciente.

Conclusión: en ese instituto te quitas el pañuelo para entrar en clase. Si eso te supone una incompatibilidad crucial con tu vida, entonces tratas de cambiar la norma o te cambias de centro. Punto.

Pero claro, tienen que montar el drama unos y el espectáculo otros. Los primeros compiten por ver quién logra el suicidio colectivo más grande, y los otros por ver quién consigue cabrear a más personas a la vez.

2 comentarios:

Teseo dijo...

En tu colegio el padre Robocop te echaba de clase si llevabas pantalon rojo...

Teseo dijo...

De todas formas y para elegir bien, habria que ver a la jamaca de azul con el bikini rojo. A ver que pasa.