Escena nueve
UN CAPITÁN, HAMLET, RICARDO Y GUILLERMO, SOLDADOS
- Hamlet
- Caballero, ¿de dónde son estas tropas?
- Capitán
- De Noruega, señor.
- Hamlet
- Y decidme, ¿adónde se encaminan?
- Capitán
- Contra una parte de Polonia.
- Hamlet
- ¿Quién las acaudilla?
- Capitán
- Fortimbrás, sobrino del anciano Rey de Noruega.
- Hamlet
- ¿Se dirigen contra toda Polonia, o solo a alguna parte de sus fronteras?
- Capitán
- Para deciros sin rodeos la verdad, vamos a adquirir una porción de tierra, de la cual (exceptuando el honor) ninguna otra utilidad puede esperarse. Si me la diesen arrendada en cinco ducados, no la tomaría, ni pienso que produzca mayor interés al de Noruega ni al Polaco; aunque a pública subasta la vendan.
- Hamlet
- Sin duda, ¿el Polaco no tratará de resistir?
- Capitán
- Antes bien ha puesto ya en ella tropas que la guarden.
- Hamlet
- De ese modo el sacrificio de dos mil hombres y veinte mil ducados no decidirá la posesión de un objeto tan frívolo. Esa es una apostema del cuerpo político, nacida de la paz y excesiva abundancia, que revienta en lo interior; sin que exteriormente se vea la razón porque el hombre perece. Os doy muchas gracias de vuestra cortesía.
- Capitán
- Dios os guarde.
- Ricardo
- ¿Queréis proseguir el camino?
- Hamlet
- Presto os alcanzaré. Id adelante un poco.
Escena diez
HAMLET solo
- Hamlet
- Cuantos accidentes ocurren, todos me acusan, excitando a la venganza mi adormecido aliento. ¿Qué es el hombre que funda su mayor felicidad, y emplea todo su tiempo solo en dormir y alimentarse? Es un bruto y no más. No. Aquél que nos formó dotados de tan extenso conocimiento que con él podemos ver lo pasado y futuro, no nos dio ciertamente esta facultad, esta razón divina, para que estuviera en nosotros sin uso y torpe. Sea, pues, brutal negligencia, sea tímido escrúpulo que no se atreve a penetrar los casos venideros (proceder en que hay más parte de cobardía que de prudencia), yo no sé para qué existo, diciendo siempre: tal cosa debo hacer; puesto que hay en mí suficiente razón, voluntad, fuerza y medios para ejecutarla. Por todas partes halló ejemplos grandes que me estimulan. Prueba es bastante ese fuerte y numeroso ejército, conducido por un Príncipe joven y delicado, cuyo espíritu impelido de ambición generosa desprecia la incertidumbre de los sucesos, y expone su existencia frágil y mortal a los golpes de la fortuna a la muerte, a los peligros más terribles, y todo por un objeto de tan leve interés. El ser grande no consiste, por cierto, en obrar sólo cuando ocurre un gran motivo; sino en saber hallar una razón plausible de contienda, aunque sea pequeña la causa; cuando se trata de adquirir honor. ¿Cómo, pues, permanezco yo en ocio indigno, muerto mi padre alevosamente, mi madre envilecida... estímulos capaces de excitar mi razón y mi ardimiento, que yacen dormidos? Mientras para vergüenza mía veo la destrucción inmediata de veinte mil hombres, que por un capricho, por una estéril gloria van al sepulcro como a sus lechos, combatiendo por una causa que la multitud es incapaz de comprender, por un terreno que aún no es suficiente sepultura a tantos cadáveres. ¡Oh! De hoy más, o no existirá en mi fantasía idea ninguna, o cuántas forme serán sangrientas.
3 comentarios:
Prefiero el Ser o no ser de Sexpir
Aunque no pasando na, ser eres
Cuatro pipas son. Cuatro y empiezo a ser.
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