lunes, 11 de enero de 2010

Odisea

(foto de Aereoo)

Vuelo de vuelta a Madrid, capital de España, Occidente, primer mundo, ya se sabe. Vuelo que sale a las cinco y media de la tarde de un domingo. Llego a las cuatro y media, cola para facturar, todo muy bien. Me compro "Mitos y falacias de la historia de España" de don César, 21 euros, en el kiosco del aeropuerto. Subo a la zona de tránsito.

A la hora prevista embarco en el avión. Un airbs 320, asiento del medio, bueno, vale. El avión se sitúa en la cabecera, caen unos copos de nieve. Nada importante, enseguida cuaja y se quedará todo tan mojado como ha estado en estas pasadas navidades en La Coruña. Parece que el avión va a empezar a despegar pero no. Nos dice el piloto, muy simpático, pero sin tener mucha idea de inglés (tradición en Iberia) que no les funciona una parte del motor auxiliar del grupo neumático de no se qué. Así que van a traer un grupo neumático en un vehículo y que esperemos pacientemente. Esperamos, esperamos. Nos dice que el grupo neumático no funciona. No hay forma de arrancar el avión. Se nos informa que va a llegar un técnico a repararlo. Bien, más espera. Esperamos, esperamos. Se nos dice que no hay ningún técnico y que bajemos del avión. Genial.

Bajamos del avión, y un simpático trabajador de AENA con bigote nos dice que nuestro avión no va a funcionar y que esperemos a uno que traerán a las diez de la noche. Yupi.

A las nueve y media, nos dicen que ya podemos coger nuestro vuelo. Abren la puerta de embarque y no me encuentro con un finger o con un mísero bus. Hay que ir andando hasta el avión por la pista mojada. Caminamos. Los pasajeros parecemos una estampa de una película de judíos. De noche, sombras se desplazan en fila india.

Subimos al avión. Oh, sorpresa, es el mismo que cuatro horas antes no funcionó. Alguien pregunta a un azafato que si nos van a dar de cenar. El chico, muy amable, no se nos rió en nuestras caras de atribulados clientes. Dijo que eso lo teníamos que haber reclamado en la terminal y que lo que tenían a bordo era de pago. Bueno, vale. Pero que alguien nos eleve por los procelosos cielos de una santa vez.

En lugar de despegar inmediatamente, nos dicen que dadas las condiciones en Barajas, presumiblemente habrá que esperar dando vueltas, por lo que hay que llenar de combustible el aparato. Con nosotros dentro, claro. Cuando el piloto dice a los pasajeros que van a llenar de combustible el avión y que todo el mundo se desabroche el cinturón, ya empiezas a ver un tanto grisácea la cosa.

Sin más contratiempo, despegamos a las diez y media. Una hora después, llegamos al cielo de Madrid y nos ponemos a dar vueltas. El piloto nos dice que una pista de Barajas está cerrada. Cuando por fin parece que vamos a aterrizar, el piloto nos avisa de que como hay nieve en la pista, va a tener que aterrizar cayendo a plomo (supongo que para tener más adherencia). La gente se ríe por no llorar.

Sorprendentemente el avión aterriza de forma muy suave. Fantástico. Lástima que con todos los aviones que hay en una sola pista y con varios aparcaderos colapsados por la nieve, nos dejen tirados media hora más dentro del avión. Por fin nos dan un finger y bajamos. Vamos a buscar las maletas pero ¡oh sorpresa! estamos en la terminal 4 satélite. Hay que coger el metro del aeropuerto para coger las maletas. Llegamos a la T4. Caos. Me entero de que hay gente que lleva esperando una hora sus maletas. Afortunadamente a mi solo me toca esperar media hora larga. Son las doce y media de la noche.

La Comunidad de Madrid, abre la línea 8 (la del aeropuerto) toda la noche. Algo es algo. Voy al metro, llego a Nuevos Ministerios. Por los pelos llego a tiempo para coger el último metro a Príncipe Pío. La línea 10 opera hasta las dos de la mañana. Muy bien.

Llego a Príncipe Pío. Tengo que coger un bus, voy al intercambiador subterráneo -con la que está cayendo no tiene sentido que lo tengan cerrado-. Lo tienen cerrado. Salgo al exterior.

Teníais que ver aquello.

Ciudad fantasma, cubierta de nieve, arrastrando la puta maleta abriendo un surco como aquellos extras de El día de mañana, una de los mejores trabajos de Denis Quaid, por cierto, junto a Enemigo Mío. Llego a la marquesina. Frío. Me encuentro con tres personas bastante ateridas. Casualmente vamos al mismo sitio. Perfecto, compartimos taxi los cuatro desconocidos.

El taxista, rumano (diez años en Madrid, o sea, madrileño), una chica brasileña, un chaval mexicano y un chico de Barcelona. Y yo, que soy de La Muy Noble y Muy Leal.

Total, que llego a casa a las dos y media pasadas de la madrugada. Y calculaba llegar antes de las ocho de la tarde.

Yo creo que de estas cosas hay que sacar lecciones. No se puede tener Barajas hecho un desastre, no se puede tener Madrid colapsada sin máquinas quitanieve, no se puede cerrar todo el metro ni los intercambiadores. Cuatro bajo cero. Esta noche seguro que alguien muere de frío en Madrid. Tercermundismo.

Los ciudadanos asistimos paralizados a una dejación de funciones por parte de los responsables de todo esto. Hay que tener algún plan específico para esto. Si yo que no soy un experto sé que hay que tener un plan, coño, ¿para qué les pagamos un sueldo a esta gente?

4 comentarios:

Unknown dijo...

Bah, no te quejes. En Londres llevamos semanas con nieve, nieve helada, hielo nevado, y demás combinaciones, ningún ayuntamiento tiene lo que se conoce como "grit", mezcla de sal, tierra y nosequemásmierda, y todo está medio bloqueado y parado.

http://news.bbc.co.uk/1/hi/uk/8447023.stm es lo que tenemos por aqui, así que no te quejes ;)

Y, al menos no te hicieron pasar por esta mierda: http://news.bbc.co.uk/1/hi/uk/8438355.stm

así que considerate afortunado, chico.

Pablo Otero dijo...

En la nevada Londres ya es tradicional que nieve. Que las cabinas de teléfono sean rojas no es casualidad.

Ah, y no, no he pasado por el escáner ese, a mi no me ve en bolas ningún gualtrapas del aeropuerto.

Gaspar Duarte dijo...

¿Cómo eres capaz de gastarte 21 euros en un libro de César Vidal?

Hay que ver.

Pablo Otero dijo...

No tenía libro para leer en el avión. Podía haberme comprado la Muy Historia o un libro del Paulo Coelho (lol), pero me hace más gracia César Vidal.

Eso sí, después de leerlo, creo que ese libro lo podía haber escrito yo.

Y por último: criticar que alguien se gaste dinero en lo que le dé la gana es síntoma de pertenecer a la Conspiración Comunista Mundial.

:)