miércoles, 27 de enero de 2010

Empadronamiento de inmigrantes

Anda la gente encantada de sí misma por el tema del empadronamiento de inmigrantes sin papeles. Supongo que llegará el día en que toque hablar de por qué un banco cobra por comisión de mantenimiento de una cuenta corriente unos -pongamos- treinta euros al año si esa cuenta tiene -no sé- menos de doscientos euros.

Pero de los bancos mejor no hablar, ya que son para unos el "amigo invisible al que criticar con boquita de pichón" y para otros "la enajenación que salvará al mundo". Confieso que soy más del segundo grupo porque creo que en una economía libre la especia debe fluir. O sea, el capital. Y el proceso de créditos funciona de forma más eficiente cuando hay competencia bancaria.

Volvamos al tema de los negros, con perdón.

La esquizoide política de competencias que tenemos en España, deja claro que la política de inmigración recae en el gobierno central. Sin embargo, son los ayuntamientos los que deben registrar a las personas que viven en sus límites. Es decir, legalmente, se da la paradoja de que un inmigrante puede cometer crímenes o crear riqueza de forma ilegal en nuestro país, pero con constancia de la autoridad.

Yo tampoco lo entiendo.

Con este sistema, se consigue que en época de crisis y a un año de elecciones municipales, una desesperada alcaldía pueda tirar de tema inmigración para regocijo de las masas. No habría problema si esto no supusiera que el inmigrante no pueda matricular a su hijo en un colegio de la localidad. En el tema de la sanidad no me meto pues es bien sabido que para que te atiendan en España en un centro público, basta con pedir que te atiendan.

Aparte del cejijunto rédito electoral, ¿qué se consigue con impedir el empadronamiento de ilegales? ¿Borrar a gente de la sociedad? ¿Tapar un tema como el niño que rompe un vaso y esconde los cristales bajo una mesa?

Digo yo que un ayuntamiento deberá saber el número de personas que viven en él. Aunque solo sea para cosas tan prosaicas como la potencia del flujo de la traída de aguas, el que los bomberos sepan qué sitios están habitados y cuáles no, que la policía sepa por dónde empezar a buscar sospechosos habituales, etc.


Inmigración en el mundo

En Badalona, por ejemplo, se echan las manos a la cabeza cuando alguien un bendito día se da cuenta de que hay barrios con casi un 40% de población inmigrante (hablo de una importante ciudad catalana pero no me refiero con inmigrante a personas de Alpedrete). Una vez que el político arribista de tercera regional de turno lee el dato, le falta tiempo para llamar a un amigo periodista de un diario de provincias de tercera regional también y decir la frase mágica: "esto es una bomba de relojería" o "se debe controlar a las mafias". Bomba de relojería es lo que tenemos con esta clase de políticos botarates y mafia es la que padecemos desde hace bastante tiempo con esta clase de políticos y periodistas.

Para dar un buen servicio público, me parece de cajón que haya una estadística sobre qué personas viven en dónde. No solo para darles un buen servicio público a esas personas, sino a todos nosotros. Al mismo tiempo, hay que acabar con la esquizofrenia competencial del asunto inmigración ilegal. Para ello, una solución sería que el padrón municipal fuera competencia estatal, quedando las oficinas del padrón, como delegaciones del ministerio correspondiente.

Sé que a algunos les repatea la inmigración, curiosamente la inmigración ilegal. No les repatea la inmigración de astrofísicos porque de ésa en España no tenemos por ciertos problemillas estructurales de nuestro país. Quizás si en lugar de ponerle puertas al campo, exigiéramos un examen de ciudadanía (historia y lengua españolas) y dejáramos hacer a la Guardia Civil, otro gallo nos cantaría. Si viéramos a la inmigración como una oportunidad de mano de obra y crecimiento y no una fuente de conflictos azuzados por políticos analfabetos, otro gallo nos cantaría. Si el hecho de tener dieciséis años no fuera eximiente para cualquier tipo de comportamiento delictivo, otro gallo nos cantaría.

Comparando las estadísticas de natalidad en el mundo, la inmigración no sólo es un fenómeno con el que hay que apechugar, sino que es algo positivo y deseable. Eso sí, tratemos a los inmigrantes con el mismo odio y la misma ojeriza con que tratamos a los nacionales. Ni más ni menos. Y que no sean excusa para la hipocresía de políticos que los criminalizan pero que a continuación están dispuestos a probar butifarra de mandingo no vaya a ser que les tachen de algo que son, pero que niegan ser.

Nota: me ha quedado bastante progre el post. Espero que haya quedado claro que inmigración sí, pero con control y con bofetadas aleatorias de la Guardia Civil. Ahora vas y lo cascas.

2 comentarios:

Eduardo de la Fuente dijo...

No Pablo, no creo que el post sea progre. Puedes dormir tranquilo esta noche. Coincido en el hecho de que el lío de las competencias agrava el problema de la inmigración que para mí no es otro que derechos y deberes. Los inmigrantes (peones o científicos) residentes en España deben tener los mismos derechos y deberes que el resto de ciudadanos nativos, ni más ni menos. El sabio refranero popular dice que “la vaca es de donde pace, no de donde nace”, idea que suscribo.

Lo que me parece mal es la perversión del padrón (una herramienta de análisis estadístico necesaria). Si un inmigrante irregular se empadrona y dispone de seguridad social y escolarización para sus hijos ¿cómo demonio va a ser expulsado? Es de hecho una regularización y así no hay Dios que controle la inmigración. Y no nos engañemos: debe controlarse. Los delincuentes deberían ser expulsados inmediatamente (a los españoles delincuentes no los podemos echar pero no tenemos que aguantar a más chorizos de los que tenemos). De la misma manera, no creo en la tontería esa de multiculturalidad. Vuelvo al refranero: “allá donde fueres, haz lo que vieres”. Todos deberíamos ser capaces de que los inmigrantes que viven entre nosotros se integraran en la sociedad y en nuestras costumbres. Ello no les obliga a que renuncien a nada, sólo a que encuentren un equilibrio que desgraciadamente hoy no se da en muchos casos. Y los políticos de tercera, como dices, se han caído del tamarindo si creen que los guetos han salido hace dos días (en Palma pasa lo mismo y sospecho que en otros muchos lugares también)

Además, dadas las desastrosas tasas de relevo generacional, la carencia de medidas pronatalistas y el cada vez menor nivel profesional de los trabajadores españoles... O nuestra jubilación la pagan los hijos de los inmigrantes o nos podemos ir buscando un agujero en el que caer para morir de hambre.

La mayoría de los inmigrantes no son pendulares, no vienen aquí a hacer dinero y volver a su tierra. Buscan una nueva vida. Inmigrantes, sí. Todos los que permita el desarrollo del país, regularizados y controlados.

Un saludo

Pablo Otero dijo...

Suscribo.