lunes, 10 de septiembre de 2018

Aniversario del golpe de estado pancista

El alzamiento violento contra los españoles y nuestra Constitución por parte del separatismo vivió hace un año su Rubicón. Tras la limpieza en el gobierno regional catalán de los que no apoyaban la unilateralidad (incluyendo a uno que sí la apoyaba pero que expresó "dudas" sobre su efectividad. Las purgas de estos tíos son de nivel horda mongola), el secuestro del parlamento regional por una turba alzada y con el necesario ruido de apoyo de organizaciones protofascistas ricamente subvencionadas para silenciar y amedrentar a los incómodos disidentes (dos líneas y todavía no tengo sujeto y predicado en esta frase), los separatistas (sujeto) decidieron darse a sí mismos poderes especiales sobre todas las leyes vigentes (predicado) al autoaprobar la ombliguista ley del referendum y la juanpalomista ley de trasitoriedad.

Típica Diada en Barcelona. Que las comunidades autónomas tengan días oficiales y banderas es algo que nadie se ha replanteado.
Y por esto es un golpe de estado. Un golpe de estado supone un cambio de régimen político de forma violenta (o con amenaza de violencia, que es en sí una forma de violencia). En el instante en que la minoría separatista (si fueran el 99,9% de la población daría exactamente lo mismo) se autoconcede poderes especiales, comienza el parque de atracciones de Mad Max.

Añádase a este un golpe paralelo que se analiza menos: el golpe a la inteligencia, a la estética, a la educación, etc. Toda la fanfarria, los disfraces, la gente que tiene serios problemas mentales, las mentiras de medios que viven de los impuestos de todos, los viperinos retorcimientos extremos de argumentos en filosofemas y silogismos imposibles, el absurdo gasto de neuronas (recordemos que el esfuerzo en desmontar una patraña es de un orden superior al esfuerzo en inventarla)... ese teatro diario también se debe analizar y detener.

Como vía paralela a todo esto tenemos los andamios del aparato que es la violencia y amenaza diaria y constante. Día sí y día también, las SA en chanclas recuerdan a sus vecinos que "no tienen derechos", que son "de fuera" o que son menos que ellos porque no siguen unas liturgias mágicas un tanto tontainas. Quien no comulgue con el separatismo es un traidor a una indescriptible idea metafísica de Cataluña. Y esta es una tragedia diaria: por mucho que nos intenten vender el cuento de que una región se enfrenta al resto de España, en realidad se trata de que unos paisanos no muy listos intentan separarse de otros paisanos dentro de pueblos, barrios y calles. No se trata de separación o ruptura sino de femto-guerra civil.

Tener claro esto último es fundamental y si eres de Madrid o Pucela lo puedes entender perfectamente (hasta el gorro estoy de "como no eres de aquí no lo entiendes") pero en mi caso al ser gallego añado la experiencia vital cotidiana: el desprecio del nacionalismo hacia los propios paisanos y vecinos, que trata de "iluminar" mediante la coerción, el retorcimiento de la palabra y el machacar constante de propaganda para lerdos sin recibir respuesta... porque a este lado la respuesta es la ley (tampoco ayuda que por parte de las autoridades siempre se mime al que patalea. Entiéndase "autoridades" como "PP y PSOE en Madrid").

El desprecio a la ley es un virus que se multiplica y lleva a la degradación del espacio público y de ahí a la degradación de la convivencia. Nadie evalúa la cantidad de consecuencias no previstas que encierra el desprecio a la ley.
La política del bipartidismo hacia el nacionalismo es importante tenerla en cuenta porque es munición gratuita para los malos: todas las imbecilidades de "hay que mimar a " o hay que "encajar a en España". Oigan, que en esa división administrativa o en ese topónimo también vivimos muchos otros, que estamos aquí, que existimos. Tenebrosa política de la sinécdoque.

Los leales en las provincias rebeldes somos incómodos para los traidores y para los acomodaticios que en Coruscant quieren deshacerse del problema y llegar a ententes (o usar el problema como combustible). Por lo tanto creo que a un año del golpe de estado la revelación de que hay una sociedad catalana que no va a dejarse pisotear es una excelente noticia. Como también es buena noticia que algunos instigadores del golpe estén en prisión. Pero en el haber de las buenas noticias no tenemos mucho más: con o sin intervención del gobierno autonómico la política autonómica catalana sigue secuestrada y paralizada, los medios de comunicación públicos siguen usándose como altavoces partidistas, del dontancredismo hemos pasado al bobaliconismo ("probemos a repetir lo que hemos hecho mil veces a ver si tenemos un resultado distinto") y seguimos encontrando metilfenidato en grandes dosis en la traída de agua pública de Cataluña.

¿Solución? Ninguna a la vista. ¿Pasos en la buena dirección? Condenas ejemplares a los cabecillas del golpe, apoyo a los leales y elecciones regionales y nacionales. El orden de los factores no altera el producto.

Más:
  • Andrea Mármol - Sin aceptación no hay rectificación. «Lo cierto es que se han autodenominado soberanistas pero lo que verdaderamente complica su plan antidemocrático -además de ilegal- es el propio demos catalán, cuya mitad no independentista, me atrevo a vaticinar, cada vez opondrá mayor resistencia a conceder nada, pues ya andan sin careta».
  • Miguel Giménez - Balance a un año vista del golpe de estado. «Porque si el orden público se ha deteriorado en Cataluña, si los medios del régimen han intensificado su propaganda al servicio del separatismo y si los políticos del gremio amarillo no han cejado ni un segundo en sus provocaciones, la sociedad civil, ese más del cincuenta por ciento de catalanes que no son separatistas, han sabido entender que había que salir de casa y plantar cara a aquellos que solo saben ejercer de matones, desfilar con antorchas e intimidar a sus vecinos».
  • Federico Jiménez Losantos - El sanchismo leninismo, con el golpismo catalán. «Doña Diáloga dijo como ante el de Artur Mas: que legalmente la votación no valía. ¡Como si jugara al parchís! Lo que no valía era lo que siguió haciendo el ruin gobierno de Rajoy, secundado por la abyecta oposición: hacer como que no había Golpe. Para no combatirlo».

1 comentario:

Martin Aguerrebere dijo...

La pasividad con que obran (y han obrado) las autoridades nacionales,puede considerarse desde negligente hasta criminal.Nadie, desde la cabeza del Estado,puede ignorar lo que debe hacerse en salvaguardia del Estado de Derecho...y sin embargo: nadie parece querer cumplir con su Deber.
Yo puedo entender que vivimos en un mundo soft,buenista,posmoderno ,donde nadie quiere aparecer como el malo de la pelicula; lo que no puedo comprender es que quien debe salvaguardar la sociedad y sus derechos,actue con tamaña ligereza y eluda sus deberes,en una actitud politicamente suicida.
Todos los sediciosos,todos, deben ser detenidos y juzgados. No hay abuso,nunca puede haberlo, en la defensa de la Integridad Nacional y el Estado de Derecho.
Me resulta extrañisimo ver el desenvolvimiento de la crisis catalana.Vivo en un pais,Argentina, que no es ejemplo de nada en materia de calidad dirigencial,pero nadie,nadie,ni el peor politico abdicaria alegremente y permitiria que un Estado miembro de la Union Nacional se declare en rebeldia y actue de la forma que lo hace Cataluña.
Si fuera ciudadano Español, me sentiria ultrajado, tanto por la actitud de los sediciosos,como por la desidia de los dirigentes nacionales.
Toda la situacion es profundamente lamentable.