Podemos distinguir algunas características del arte de la guerra y de la idea de batalla durante estos cuatro o cinco siglos.
Para empezar: los cambios que se producen comienzan a ser cada vez más rápidos. Pese a que en la época antigua y en la medieval la inventiva y los saltos cualitativos son innegables, el tiempo que se tarda en su adaptación es más alargado, ahora por la dependencia mutua entre los reinos europeos y por la extensión del uso de la fuerza mercenaria los cambios tardan menos en ser adoptados. Esto tiene una consecuencia inmediata: se producirá un equilibrio tecnológico de sur a norte y de oeste a este (en el espacio europeo, que es el que nos incumbe y cuyo arte de la guerra al final de esta época acabará imponiéndose como estándar planetario).
Mel Gibson, espabila, que aunque te guste matar ingleses los holandeses también han dicho cosas malas del Papa. |
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La fortaleza flotante holandesa "Fin de la guerra", llamada por los españoles "Los gastos perdidos". |
Aparte de las armas y de las formaciones tenemos otra pista de la herencia clásica en las unidades empleadas: los tercios españoles de las guerras de Italia (el Real Madrid de las batallas de la época) emplearán estradiotes (Στρατιώτες), que fueron una caballería ligera directamente importada de las cenizas humeantes del Imperio Bizantino (de hecho algunos oficiales que sirven bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba son descendientes de la aristocracia bizantina, contribuyendo así a cierta idea de transmisión de la misión imperial que Hollywood jamás nos contará porque en caso de hacerlo la Anglosajonía se derretiría como los malos de En busca del arca perdida).
Sentada la idea de continuidad y de que los cambios se producirán a mayor velocidad podemos ir ahora a lo que más llama la atención de la batalla de esta época, algo que a ojos de un humano que vive en la época de la ametralladora, el misil y el avión llama mucho la atención: ¿cómo es posible que en un mundo donde ya hay armas de fuego se mantengan las formaciones compactas de infantería?
Hay varias razones que explican esto: por un lado debemos tener en cuenta que en esta época el objetivo de la guerra no era la aniquilación completa del país enemigo. Es más, tu rey no estaba en guerra con otro país sino con otro rey. La destrucción del producto del trabajo y tener objetivos civiles son un invento muy reciente. Así, los ejércitos combatían contra otros ejércitos en batalla campal. Algunas veces se quedaba con el enemigo para combatir en algún lugar y otras veces el enemigo era interceptado (cuando movías miles de soldados tenías pocos caminos para elegir así que no era raro prever el movimiento del enemigo). Este es un punto importante ya que sólo al final de esta época aparece la guerra de guerrillas.
Otra razón —acaso la más importante— para la permanencia de la formación compacta (hombro con hombro) cuando el enemigo se acerca con arcabuces o mosquetes la tenemos en las características de estas armas de fuego.
Arcabuz
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No sé qué cuadro es, Internet me dice que es Gravelinas. Se podría hacer un estudio sobre el humo en los cuadros de batallas. |
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"Diálogos militares" de Diego García de Palacios (1583). |
Más: Tercios de Flandes - El arcabuz
Mosquete
El mosquete aparece después del arcabuz (de forma independiente, no es una evolución de este sino un arma en principio concebida para la defensa de una posición estática, como en unas murallas) y convivirá con él hasta que le come la tostada a comienzos del XVIII. Se distingue principalmente por ser un arma pesada y grande. El mosquetero necesitará una horquilla donde apoyar el cañón para poder disparar. Si el arcabuz pesaba cuatro kilos el mosquete pesará el doble y por lo tanto el mosquetero tendrá que aligerar su carga y no llevar coraza. Como ventaja tenemos un mayor alcance (debido a su largo cañón, que puede alcanzar el metro y medio, casi la altura de un soldado de la época). Esta ventaja es importantísima ya que poder alcanzar al enemigo sin que él te alcance mejora la moral de la tropa amiga y empeora la del enemigo. El mosquete incorporará la llave de pedernal a finales del XVII (se vuelve más seguro su uso ya que un soldado llevando una mecha prendida cerca de un montón de frasquitos de pólvora no parece muy buena idea) y reducirá su peso hasta hacer inútil la horquilla, con lo que el arcabuz pasa a ser un arma de caballería y el mosquete se estandariza para la infantería que ahora será mosquetera. Su alcance será variable pero superior en todo caso al del arcabuz: a finales del XVII podemos estimar un alcance de 250 metros.
El mosquete no parará de evolucionar y sofisticarse: cañones más largos, más ligeros y bala y pólvora compartiendo cartucho. El soldado ya no llevará frasquitos de pólvora sino cartucheras con hasta cuarenta proyectiles. Ya no hay que baquetear tres veces el arma sino solo dos (para limpiar y para cargar) con lo que la cadencia de tiro aumenta una barbaridad. También la salida de gases por la recámara será un importante invento pues mejorará el alcance del arma. Con todo, todavía estamos en un punto en que el acierto era una cuestión de suerte, el campo de batalla con dos líneas de tiradores enfrentados a pocas decenas de metros enseguida se llenaba de humo que hacía muy dificil no apuntar a bulto. Las líneas se mantenían compactas, hombro con hombro y en ocasiones para aumentar la cadencia de tiro se disponía una primera línea con rodilla en tierra para doblar los disparos. Tras el disparo los soldados se sustituían por los que venían detrás, que tenían que estar muy cerca para hacer el relevo rápidamente (ya que en ese momento estaban expuestos al dar la espalda al enemigo). Así, la formación compacta también lo tenía que ser en profundidad. Había nacido lo que en las academias militares del XIX se llamó cuadro napoleónico que era la disposición en cuadrado de cuatro líneas de infantería para atacar y protegerse —de un rápido ataque de caballería— al mismo tiempo.
Más: Tercios de Flandes - El mosquetero
La bala Minié
El gran problema de todas estas armas de fuego era su falta de precisión y su alcance limitado. A mediados del XIX el ejército francés desarrolló un nuevo tipo de proyectil para usarlo en cañones de ánima rayada. El ánima rayada era conocida desde el XVII y se sabía que la rotación del proyectil sobre el eje de disparo aumentaba su alcance. El problema era que al disparar pelotas parte de la pólvora se quedaba en las estrías del cañón haciendo muy peligroso su uso si no se limpiaba con esmero (algo que reducía muchísimo la cadencia de tiro). La nueva bala Minié (recibe el nombre del inventor) era una bala cilindro-cónica, estriada y con una cavidad cóncava en su base. Al disparar, la base cóncava del proyectil se abría y así se aprovechaba toda la fuerza impulsora y no dejaba rastros de pólvora en las estrías del cañón. Enseguida se sustituyó el ánima lisa por el ánima rayada (en inglés "rifling", de ahí rifle). En muy pocos años los mosqueteros serían sustituidos por rifleros: tanto en la guerra de Crimea como en la de Secesión ya se emplearon con profusión estas nuevas armas de mayor alcance.
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Balas Minié de la Guerra de Secesión americana (1861-1865). (Fuente: Metal Detecting In The USA). |
La fiel infantería
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Fotografía de un cuadro de infantería durante la guerra civil americana. |
2 comentarios:
Gracias por el interesante artículo
¡Sabe a poco!
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