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León de San Marco. Vittore Carpaccio, 1516. (Pax Tibi Marce, Evangelista Meus). Un león con alas, imagínatelo peleando contra vampiros, comunistas u otros acólitos de Lo Que Mora en la Oscuridad. |
El norte de Italia fue una zona civilizada (civilis, del ciudadano) y urbana (urbs, ciudad) desde antes de su inclusión en la República Romana y pese a que cayó bajo el yugo bárbaro como tantas otras zonas de Europa no acabó de fraguar una unidad política. Tras la conquista de Carlomagno, sus sucesores tenían un imperio muy grande que para mantenerlo unido precisaba de amplia autonomía local. El norte de Italia constituía el llamado "reino de Italia" que no era sino un título más del emperador. La deslealtad y la sedición fueron frecuentes en Italia y acentuadas por los enfrentamientos entre el Papa y el Emperador (la célebre y secular querella entre güelfos y gibelinos). Con una importante población urbana, especialización profesional e influencia de comerciantes y pequeños burgueses; gremios y alianzas comerciales suponían un importante contrapoder y freno a las aspiraciones belicosas y personalistas de reyes, Iglesia y alta nobleza. La cordillera alpina también ayudaba, claro está y que el valle del Po fuera una zona templada y especialmente fértil tampoco molestaba.
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s. XV |
Venecia nunca llegó a formar parte del Sacro Imperio y nunca llegó a ser realmente una ciudad-estado (aunque los propios venecianos en su idea administrativa distinguían la ciudad Venecia de Terraferma, es decir, el territorio continental fuera de la ciudad, como un añadido). Lo que es más, Venecia no participó directamente en las disputas de las ciudades italianas con el emperador y en aquellas ocasiones en que les daba por expandirse hacia el Véneto y Emilia-Romagna se encontraban con tal resistencia que se les quitaban las ganas de volver a intentarlo. Ah, pero la expansión por el mar es otra historia. Aquello se les daba de perlas.
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Galeaza veneciana en un instante de "la más alta ocasión que vieron los siglos". |
El mar Adriático. El mar Adriático era la ruta más corta entre Bizancio y Europa Central. Los venecianos pasan a tener el principal puerto receptor de los productos de lujo de oriente y el principal emisor del oro y la plata de occidente. Paulatinamente van fundando refugios y fuertes en la costa Adriática y hasta llegan a un entendimiento con el Papa por el cual pasan a tener derechos exclusivos sobre la costa dálmata.
Bueno, nos hacemos una idea de que los venecianos tenían cierta independencia y prosperidad, dos maldiciones que atraen a los buitres. Y claro que había buitres. Allí ocurría lo mismo que en otras ciudades italianas: ciertas familias tenían mucha influencia y por lo tanto incentivos para coger el aparato del estado y ponerlo a su servicio. Aunque a diferencia de otras ciudades —Milán, Florencia— en Venecia el caldo estaba más repartido no por ello existía el riesgo de prevaricación. El caso es que como Venecia era autónoma desde la caída del Imperio Romano, las amenazas exteriores eran compartidas entre estas familias, existía la necesidad de compartir información (hombres de mar) y había territorio y negocio suficientes como para que los enfrentados no llegaran (demasiado) a las manos tuvieron la suerte de ir puliendo un sistema de gobierno único y especial. Un sistema de gobierno que pese a sufrir ciertas variaciones y correcciones les fue útil desde la época romana hasta la época de Napoleón. (Imaginaos por un momento que en lugar de tener una historia estándar inglesa, la tuviéramos veneciana, ¿cómo sería la caracterización de los periodos de la historia?).
El sistema político veneciano
La organización política de la República de San Marcos a lo largo de muchos siglos va variando, como es natural, pero siempre permanece la idea fuerte de equilibrios y contrapesos (o separación de poderes, pero nada que ver con lo que hoy entendemos por separación de poderes). El modelo maduro de esta administración es el que se establece entre los siglos XII y XIII (1297, Cierre del Gran Consejo) y será este del que hablemos con permiso de Juan Antonio de Vera y Zúñiga, Conde de la Roca, que en su obra de 1620 El Enbaxador, explica mucho mejor este tema.
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Sala del Gran Consejo o Consejo Mayor, en el Palacio Ducal. |
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Reunión del Gran Consejo, en un cuadro de Antonio Diziani de mediados del XVIII. |
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Sala del Senado, Palacio Ducal. |
El Consejo de Sabios era más pequeño y tenía una función ejecutiva. Cuando el Senado no estaba en sesión, ejercía sus funciones. Originalmente estaba formado por un magistrado representante de cada distrito (había seis) de la ciudad (posteriormente aumentó su número con la expansión a Terraferma). Los miembros se dividían las funciones por sectores de la administración de la república: estaba el encargado de la defensa, el del comercio, el del protocolo, el de la hacienda, etc. Rotaban en su puesto a los pocos meses.
Otro consejo era el Consejo Menor o Pequeño Consejo. Con un representante por distrito se encargaba de ayudar al dux a tomar decisiones. Ante la muerte del dux y hasta el nombramiento del siguiente este consejo pasaba a ejercer la autoridad del estado. También se encargaba de la organización de las elecciones a nuevo dux. El dinero que cada uno de estos consejeros podía gastar estaba limitado por ley.
Por fin llegamos al dux (doxe, en veneciano, doge en italiano). Su Serenidad fue el Jefe de Estado desde el siglo VII hasta casi el XIX. A diferencia de innumerables reyes continentales este título no siempre era codiciado debido a las infinitas limitaciones que conllevaba. Si eras elegido ya no podías ejercer actividad privada, debías deshacerte de propiedades de fuera de la ciudad, no podías casarte con extranjeras, no podías abdicar (el nombramiento era de por vida), tu familia directa no podía tener ningún cargo público, no podías nombrar obispos (de eso se encargaba uno de los consejos) y encima el Abogado del Estado te podía llevar a los tribunales (no había aforamiento ni inviolabilidad y esto es importante ya que existía un cuerpo independiente de policía encargada de vigilar a la administración).
Las elecciones a dux
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Sala del escrutinio, Palacio Ducal. (Hay que imaginarse a un niño —¡Es Navidad, señor!— en medio de muchos señores barbudos). |
Bien, ¿cómo se elegía al nuevo dux? Supongamos que el viejo dux muere entre estertores y esputos sanguinolentos en su aterciopelada cama del Palacio Ducal (un edificio que no era tanto un palacio como una sede administrativa del gobierno lleno de funcionarios). Mientras se organizan las correspondientes misas de difuntos y se envían correos con la noticia, un miembro del Consejo Menor asume con interinidad las funciones del dux. A continuación se repasa la lista actualizada del "censo electoral", un librito llamado "Libro de Oro" donde está la relación de las grandes familias venecianas. Se localiza al miembro de menor edad del Gran Consejo y se le encomienda la primera tarea de las elecciones: ir a rezar a la Basílica de San Marcos. Una vez que este señor acaba de rezar sale a la plaza y debe agarrar al primer niño que vea. Según la tradición el niño recibe un nombre "balotino" (algo así como "votito", creo). El consejero se lleva al niño a palacio y pregunta si alguien tiene algo que objetar contra el niño.
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Procesión de la Vera Cruz en la plaza de San Marcos (Bellini, 1496). |
Este sistema tiene varios aspectos a comentar. En primer lugar llama la atención cómo intercala votaciones conscientes con sorteos aleatorios. Cada sorteo reduce el cuerpo electoral y cada votación lo vuelve a aumentar exigiendo mayorías muy reforzadas. Lo bueno que tiene el sistema de sorteo es que un interesado lo tiene muy complicado para manipular la aleatoriedad. Pero a su vez, como la aleatoriedad puede resultar en la elección de una acémila, hay votaciones intermedias que aseguran —quebrado el interés partidista— la elección de gente popular o capaz. Es realmente complicado que una facción sea tan poderosa como para que sus partidarios cuenten con mayoría en varias iteraciones. Y aunque contasen con ella, tendrían que tener siete partidarios en grupos aleatorios de nueve o nueve en grupos de once. Como mínimo haría falta conseguir la lealtad de 3/5 partes del Gran Consejo (+1.200 personas de las familias más ricas de la república) y aún así tampoco tendrías una probabilidad de 1 (es decir, no tendrías garantizada la elección).
Como apunté antes, el puesto de dux no siempre era deseado y hubo momentos en los que se conspiró para evitar ser elegido. Estos sistemas de seguridad no podían impedir el uso de resquicios de libertad a la hora de votar. Por ejemplo, siendo el cargo de dux un cargo de por vida, los votantes tendían a elegir nombres de entre los más ancianos para así garantizar que al menos no durasen mucho en el cargo.
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Palacio ducal. |
Psicología del Estado y teatro de seguridad
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El campanario de San Marcos, del XVII, se cayó en 1902 y fue reconstruido en 1912. |
Puede que en el sistema de elección del dux haya algo parecido a esto. Puede que haya tantos contrapesos para hacer creer a la gente que el sistema es realmente incorruptible. Además, la República de San Marcos era especialmente ceremoniosa (había mucha influencia bizantina ahí funcionando). Una de las más altas magistraturas del estado era la del tío que organizaba las fiestas en la ciudad, no lo olvidemos.
O también podía ser esto tan ceremonioso como operación publicitaria. Venecia era una república mercantil, con presencia de negociantes de todo el mundo que tenían contratos con los patricios. La elección del dux era un hecho especial en la vida pública de la ciudad y servía como excusa para hacer procesiones, reuniones de empresa, hablar de negocios y de política, etc. Los patricios podrían demostrar su seriedad en los negocios haciendo alarde de su obligación política.
O igual se trata de una mezcla de todo esto. Lo que sí debemos tener claro es que Venecia fue un régimen complejo, funcional, exitoso al menos hasta las Guerras de Italia en el XVI y una conexión directa desde la Antigüedad Clasica hasta la Revolución Industrial. Casi nada.
4 comentarios:
Muchas gracias por el interesante resumen de ese lío formidable que supone el gobierno de la Serenísima República.
Gracias a ti por leerlo, Plaza! ^_^
Hola, Pablo.
Magistral repaso de la política veneciana. un placer leerte.
saludos!
Vaya, pues muchas gracias!
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