La alianza impía
(Tomado de un blog sobre Premín de Iruña). |
La reclamación de privilegios de las élites y la búsqueda de la justificación política en un pasado inventado o adornado (por ejemplo, que un trozo de un país actual fuera la propiedad de un señor feudal en la Edad Media o que en los años 60 se pudiera caminar "tranquilamente" por la calle) es a la izquierda política —en cualquiera de sus acepciones, generaciones y facetas— lo que el binomio de Newton a mis zapatillas. Si por algo se ha caracterizado la izquierda política ininterrumpidamente desde su invención hace doscientos años es precisamente por la denuncia de los privilegios de vecindad, labor, renta o nacimiento. Estos privilegios "naturales" eran la base de lo que conocemos como Antiguo Régimen. A mediados del XIX, con el Antiguo Régimen cayendo a trozos, se establece una nueva centralidad y las coordenadas políticas cambian. La nueva izquierda pasará a categorizar a la sociedad política en distintas clases, pero sin recuperar nunca la demanda de privilegios "naturales" (al menos en teoría).
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Que levante la mano quien tenga pérdidas de orina. |
Creo que la cuestión se entiende mejor si se explica que la disgregación es un residuo reaccionario de los procesos de nacionalización de hace ciento cincuenta años. No es casualidad que en la historia del conflicto obrero de Estados Unidos y de la lucha por los derechos civiles, los agentes federales tuvieran el papel de hacer de freno frente al poder local del gobernador de turno. En España la primera ley que vagamente universaliza la educación tuvo que venir "impuesta desde Madrid" y la Guardia Cvil —otra cosa ajena a la costumbre provinciana— fue la que paulatinamente acabó con el bandolerismo en aquella España de guerras civiles entre liberales y reaccionarios.
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Como aparece Mahoma hoy la izquierda censuraría esto. |
El cordón sanitario
La segunda cosa que nos hace diferentes y quería comentar se apunta en este artículo. El conocido como "cordón sanitario" que la mayoría de partidos políticos importantes le hacen al Partido Popular. Esa palometa constante a un partido político que ha gobernado varias veces este país y que gobierna la mayoría de sus administraciones. Un ostracismo impostado que se queda a medio gas pues en ocasiones por motivos de avidez de poder inmediata ni PSOE ni IU han tenido reparos en buscar su apoyo. Un apoyo que por cierto el PP no rechaza (el ostracismo no existe en la otra dirección).
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Entrevista en ElMundo a Agarzón (4-V-15). «Yo soy partidario de las mesas porque creo en las mesas» (la entrevistadora tampoco estuvo fina). |
La antidemocrática respetabilidad de este "cordón sanitario" tiene derivadas que se dejan notar en los medios de comunicación. Así, se aceptan con normalidad las notas de humor que en prensa y televisión dedican a miembros del PP. Cosas que serían inaceptables aplicarlas a miembros de otros partidos o de otras profesiones se pueden aplicar a miembros del PP bajo la excusa de la aceptación de este ostracismo público: meterse con defectos físicos (como pueden ser defectos en el habla), reírse de atentados terroristas sufridos (como el atentado que sufrió el ex-presidente Aznar), hacer chistes sobre accidentes fortuitos (como aquel aparatoso accidente de helicóptero) y dedicar hasta espacios fijos al PP en programas diarios de entretenimiento mostrando cualquier comentario de cualquier concejal de pueblo como un asunto de gran importancia que por sinécdoque se extiende a todos los miembros de ese partido.
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"We do hate race mixing". Peñistas del Athletic de Bilbao. |
Reformas higiénicas
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Hace mucho que no pasáis por Lugo. |
Desterrar estos dos vicios de nuestra vida pública no impedirá que izquierdas y reaccionarios puedan pactar donde les venga en gana y que continúen existiendo motivos de peso (motivos políticos, no de fe) para no llegar a acuerdos con el PP. Pero al menos las razones para hacer estas cosas tendrán más sentido para los adultos, escaso grupo de electores en los que algún día habrá que pensar.