miércoles, 7 de octubre de 2015

Sobre la extraña caída de los visigodos

Sin duda uno de los episodios nucleares de la Historia de España es la invasión musulmana del siglo VIII. Me llama la atención que con la relevancia que tiene porque gente en el pasado ha dicho que este episodio fue importante y porque efectivamente parece que tuvo ciertas consecuencias a largo plazo (al menos para esa minoría de la población de la que nos habla la historia), no se acentúe la carga de fantasía que tiene el episodio.

Crónica Albeldense, detalle. ¿Qué tiene Chindasvinto en la mano?
Sí, ya sé que la historia es un puñado de mentiras en las que nos ponemos de acuerdo y sí, no ignoro que el episodio de la invasión cuenta con imaginativos historiadores que como notas sueltas nos ofrecen interpretaciones heterodoxas (hola Olagüe). De esto ya hablé en cierta ocasión, hoy lo vuelvo a hacer.

Paso por alto los episodios fantásticos de las batallas de Guadalete y Covadonga y me permito abrir un poco el campo de visión: ¿en menos de diez años conquistar seiscientos mil kilómetros cuadrados (el reino visigodo llegaba a la Septimania) habitados dispersamente por —probablemente— algo más de un millón de personas y todo ello utilizando a un par de miles de soldados (en la estimación que hace Roger Collins)? ¿Una conversión rápida de ese millón de personas a una nueva lengua, idioma y religión? Las preguntas ya apuntan al requisito de un esforzado ejercicio de imaginación por parte de la audiencia.

Creo que la clave de la invasión de los moros está en sus victorias militares concretas. Igual que creo que la extraña caída del Imperio Romano de Occidente tiene mucho que ver con derrotas militares muy concretas, la extraña caída de los visigodos también la podemos relacionar con hechos de armas.

La Batalla de las Navas de Tolosa fue mucho después, pero me gustan las banderas.
A la muerte de Witiza el reino estaba hecho unos zorros (hay crónicas medievales que dicen que no, que todo estaba bien; recordemos que toda afirmación sobre los sucesos de esta época cuenta con su particular desmentido, lo que hace que casi cualquier historia nos valga). Existe un misterioso Concilio XVIII de Toledo que tuvo lugar durante su reinado que puede que aprobara una efectiva separación de la Iglesia de España de la Iglesia de Roma. Sabemos que a los últimos reyes visigodos tradicionalmente nuestra historiografía los puso a caer de un guindo porque se les responsabiliza de perder contra los moros. Sabemos también que nuestros cronistas solían atribuir a la sociedad del atardecer visigodo toda clase de comportamientos poco cristianos (cosa que tiene sentido si pensamos como un cronista altomedieval: la invasión es un castigo por nuestros pecados). Hay quien dice que en las actas de ese misteriosísimo concilio —del que nadie jamás escribirá una bonita novela con batallas, amor cortés y temor de Dios— se dejaría a los sacerdotes el emparejarse (en la cristiandad del siglo VIII no era un disparate) y lo que más me llama la atención: se aprobaría la poligamia. Ahí es nada (por cierto, lo de la poligamia nos suena a cierta otra religión ¿verdad?).

Tenemos noticia de que a Witiza le sucede Don Rodrigo. Apúntese que la monarquía visigoda no era hereditaria sino electiva. De hecho, lo normal en los reinos fundados por germanos y godos era la elección del rey entre los prebostes del reino (curiosamente también era la forma de elegir gobernante entre los mongoles. En términos reales había un puñado de familias nobles que se alternaban, no siempre pacíficamente, en el poder). Sé que estamos muy acostumbrados a hablar de monarquías hereditarias, pero esta es una de esas cosas que son más propias de la Edad Moderna que de la Edad Media. No me meto ahora en este tema pero aprovecho para cagarme en la destrucción que hizo Walt Disney de nuestra historia. Sigo.

La palabra «restauración» me parece que describe mejor que «reconquista» lo que sucedió.
Don Rodrigo sucede a Witiza pero la arqueología (¡monedas!) nos dice que contemporáneo a Don Rodrigo había un tal rey Argila al menos en la Tarraconense y en la Septimania. Cuando los moros toman toda la península, el sucesor de Argila en la Septimania, Ardón, es el último rey visigodo del que tenemos noticia que sigue pelando contra los moros (y probablemente muere en batalla contra ellos, apenas unos meses antes de la famosa batalla de Covadonga).

Lo más importante para los invasores era el hecho de que los visigodos estaban viviendo cierta guerra civil. Esa guerra civil pudo haber sido un poco más seria que las habituales guerras civiles entre los nobles visigodos de años atrás: no sólo estaba el conflicto sucesorio, sino también el apuntado problema religioso del que no tenemos mucha noticia. A esto hay que sumar dos problemas militares frecuentes para los visigodos: la expansiva amenaza bizantina, los levantiscos montañeses y los francos que no se podían estar quietos. Curiosamente los musulmanes les resolvieron uno de sus problemas de política exterior a los visigodos con la toma de Cartago en 698. La conquista musulmana de su provincia de África —que pasaron a llamar Ifriqiya— llevó al Imperio Bizantino a unos años de inestabilidad política —muchos emperadores arrastrados por el Hipódromo, mutilaciones y cabezas en picas— y los hizo retroceder al Mediterráneo oriental. Recordemos que bizantinos y visigodos se enfrentaron en batalla varias veces y el sureste de España con las Islas Baleares llegó a ser parte del Imperio de los griegos romanos.

Interior de la iglesia de San Juan en Santianes de Pravia (s. VIII).
Apúntese que en las crónicas nos dicen que a la hora de la invasión el rey Rodrigo estaba peleando contra los "pamploneses". La región de los montañeses, de frecuente conflicto, es una región fronteriza con el hostíl reino de los francos. Si los visigodos tenían algo parecido a un ejército, lo suyo es que estuviera ubicado en esa zona, lo que dejaba campo libre para el indefenso sur.

Nótese también qué tipo de ejército tenían los visigodos: un ejército compuesto por miembros de las familias nobles que apoyaron la elección del rey. La monarquía visigoda era un poder básicamente judicial y militar. Ciudades y villas contribuían al sostenimiento del rey por medio de tributos, pero su aportación terminaba ahí. El propio rey era un líder militar en batalla. Y esto hace que cobre sentido mi hipótesis de que la invasión puede darse gracias a una singular victoria de los moros contra los godos.

Musa y Tariq, conquistadores de la península, acabaron fatal: uno asesinado y otro en la miseria.
Por una parte tenemos a un grupo de bereberes que unen sus fuerzas con godos que no quieren a Rodrigo de rey. Al otro lado tenemos el ejército del rey encabezado por el propio rey al que siguen las familias nobles que le son leales. La derrota visigoda no sólo supone la desaparición de la cabeza del reino, sino la desaparición de una importante parte de su nobleza así como el cuantioso rescate de algunos de los herederos más ricos del reino. El singular combate que tienen visigodos y moros es un golpe de gracia, una victoria decisiva. Después de ésta, allá corrió la morisma hacia Toledo, sede real, que capituló y cuyos tesoros fueron arrebatados para pagar a las tropas. La entrada de los moros en Toledo es una de esas escenas de la historia que bien se merece una bonita película con sacerdotes escondiendo el tesoro real, traiciones viles, concejales corruptos y joyas procedentes de la India.

Pero incluso así no se explica la fulgurante conquista de Hispania. ¿Por qué?

Como se ha dicho, existía otro rey visigodo en el norte (Argila y luego Ardón). Pasan casi diez años hasta que los invasores derrotan a su ejército. En esa loca segunda década del siglo VIII, las fuerzas invasoras encabezadas por Muza y su segundo, Tarik —Tareco, probablemente godo y cristiano, ya que era un liberto y su nombre es godo— ciertamente van domeñando plazas. Unas veces conquistan a sangre y fuego (la violación en masa y el botín de guerra suelen subir la moral de tus tropas) y las más de las veces las plazas capitulan (según la ley musulmana, la plaza que se rinde pasa a rendir vasallaje y no es importunada).


Recordemos que muchas ciudades y villas tenían una lejana relación con el rey visigodo. A sus gobernantes tanto les da pagar tributo a un fulano que a otro. En esta conquista que ya no podemos seguir llamando conquista, hay un caso especial, el de Teodomiro. Un puñado de ciudades desde Valencia a Lorca eran propiedad de un tal Teodomiro, importante duque godo que capituló todo el sureste de España cambio de pagar tributo. Al capitular, sus habitantes siguieron profesando el cristianismo y continuaron con sus vidas sin mayor problema. No creo exagerado pensar que esta fue la tónica general de la imprecisamente llamada conquista.

El tema de los tributos es importante. Hubo nobles godos que para no pagar el molesto impuesto de capitación (los musulmanes ponen un impuesto especial a quienes no son musulmanes), decidieron convertirse al islam. En un mundo en el que no existen derechos civiles, si tu señor se convierte a otra religión, tú también te conviertes. Esto tampoco sería un gran trauma para mucha gente: no olvidemos el fuerte sustrato arriano que probablemente existía en parte de la nobleza goda. El islam y el arrianismo coinciden en negar la divinidad de Cristo y la gente no sabía leer, así que qué más les daba.


Hay que decir que durante esta campaña de desigual avance por la península, el pequeño ejército bereber-godo tuvo muchas pequeñas derrotas: según avanzaban por la meseta se les revolvían las ciudades andaluzas. Algunas, como Sevilla, tuvieron que volverlas a poner bajo asedio. La mayor presencia de tropas invasoras en el sur respondió a que era una zona vulnerable para los moros y además una zona desde la que podían recibir refuerzos desde África. Igual por eso, en los primeros años de conquista los omeyas decidieron establecer su capital provincial en Sevilla y posteriores reinos andalusíes en Córdoba.

WAT
En este contexto convulso de guerra civil y resistencia ante invasores, un noble partidario del derrotado rey Rodrigo es el que acaudilla a los godos en Asturias (seguramente un lugar de refugio y coordinación de tropas para la contraofensiva) y tiene éxito en rechazar al invasor. Un tipo extraño, Pelayo, por tener un nombre hispanorromano y no godo. Su yerno, Alfonso, aprovechará la revuelta de los abásidas contra los omeyas y la guerra de estos contra los carolingios para recuperar para la cristiandad la esquina noroeste de la península. Un noroeste que se repoblaría a costa del vaciamiento de la frontera con el moro y que sentaría las bases de nuevos reinos que a partir de entonces llevarían casi siempre la iniciativa militar (sólo alterada por nuevas oleadas invasoras en las fitnas o guerras civiles que tenían los propios moros, que los cristianos aprovechaban y sobre las que nunca nos hemos detenido mucho porque nuestros mitos fundacionales tienen que dejar al enemigo borroso y en la oscuridad, si no dejarían de ser mitos).


10 comentarios:

Triste figura dijo...

Un factor que deja de lado en la consolidacion del minusculo reino de Asturias es las continuas tensiones, que mas de una vez llegaron a la guerra abierta, entre arabes, que se creian la raza superior y bereberes que es los que habian pueto el musculo, que se helaban las pelotas montando la guardia en las fortificaciones de la Meseta y a los que los arabes pretendian hacer pagar la Jizya como a vulgares cristianos y a judios.

Tambien que la conquista no debio ser tan pacifica como lo dice ya que mas de un caudillo arabe se jacta de no haber dejado Iglesia en pié, varios documentos hablan de horrendas matanzas en las ciudades que se resistian (lo cual debio incitar a las otras a no resistir) y la cronica arabe se jacta de que treinta mil mujeres de gran belleza fueron vendidas como esclavas. De gran belleza significa que no habian sido capturadas para lavar la ropa.

Por lo demas la cifra de dos mil invasores no es creible: como guarnecer el territorio conquistado y al mismo tiempo proseguir el avance con dos mil hombres?
A Cortéz que disponia de una gran superioridad tecnologica y tecnica de la que no disponian los musulmanes, 1,500 hombres no le fueron suficientes y nunca hubiese conquistado Mexico sin los Tlzcaltecas que fueron los que le proporcionaron el numero para ocupar el terreno y guardar sus lineas de comunicaciones. Ciertos historiadores se empeñan en desinflar los efectivos hasta extremos ridiculos. Un dia de estos va a salir uno diciendo que Alejendro conquistó el imperio persa el solito.

Jarenito dijo...

Pero si en el texto habla de que sangre y fuego a las plazas que no se rendían. ¿Te has leído el artículo?

Salvador Mariezcurrena dijo...

Como siempre, interesante el artículo. Si bien, la escasez de fuentes hace que podamos defender una tesis y su contraria. La importancia de la derrota militar de Rodrigo creo que es el único dato seguro que podemos sostener de la conquista islámica. El carácter más o menos rápido de ésta (entre 10 y 15 años tampoco parece muy rápido) y sobre todo incruento (¡se trataría de la única conquista incruenta de la Historia!) se sostienen en un número muy escaso de documentos. De las posibles capitulaciones de ciudades godas, solo tenemos el ejemplo del Pacto de Teodomiro, que bien mirado nos indica qué le sucedería a las que resistiesen (destrucción de iglesias, muerte, esclavitud...). Existe una crónica islámica que afirma que Teodomiro lograría el acuerdo tras engañar a los musulmanes y convencerles de que su resistencia todavía podía ser muy duradera (disfrazó a las mujeres de guerreros). Es muy probable que el texto de la crónica no sea más que una invención posterior para dejar de respetar el pacto, pero en cualquier caso las crónicas islámicas no presentan la conquista exenta de violencia.
De Ardo solo conocemos su nombre en una nómina de reyes godos; Pelayo es un nombre griego, si bien sus hijos Fávila y Ermesinda portan nombres germánicos. Que Pelayo fuese rey de Asturias es difícil de creer (aunque sí sería un personaje con raigambre en la región, lo que le otorgaría la jefatura militar, aunque difícilmente podríamos considerar ésta una monarquía), habrá que esperar a Alfonso I para poder ver restaurada la institución monárquica en la España cristiana.
El arrianismo como banderín de enganche de facciones godas es poco probable, toda vez que tras la conversión de 589 desaparece de las fuentes y ya no hay obispos arrianos en el siglo VII; si un noble godo quería prosperar, debía ser católico.
Es, como vemos, un tema apasionante para especular y te animo a continuar con estas interpretaciones históricas tan desprejuiciadas y divertidas.

Pablo Otero dijo...

Hola Salvador:

Hay un montón de leyendas sobre estos años que dan para escribir unas cuantas novelas (sin ir más lejos, se menciona la mesa de Salomón en Toledo, cosa que tiene su puntito).

Pelayo es un nombre griego, pero creo que no era común que un godo tuviera un nombre griego ¿no?, de ahí que diga que no descarte que fuera hispano.

No comento que las familias de conquistadores y conquistados enseguida empiezan a mezclarse. Creo que no es un detalle menor.

Sobre el arrianismo entiendo que ha pasado más de un siglo desde Recaredo y a nosotros nos parezca mucho tiempo pero los problemas sobre la naturaleza de Cristo todavía están presentes en esta época (siguen convocándose concilios en Constantinopla sobre esta cuestión y como apunto, también en Toledo: las herejías debían de estar a la orden del día, ¡tendré que repasar la España Sagrada!).

Muchas gracias por tu comentario. Saludos.

Pablo Otero dijo...

Triste Figura:

Si vamos a una interpetación estricta de las historias que se cuentan, el duque de Cantabria tendría un rango superior a Don Pelayo. Creo que como apunta Salvador, el primer rey serio tras la invasión sería Alfonso I. De todos modos, todos estos estaban emparentados y tenemos pocas noticias de ellos así que los nombres y los hechos bien pudieron haberse mezclado.

A mi dos mil no me parecen pocos. Se trata de un contingente militar, no de una fuerza de ocupación (de todos modos, enseguida comienzan a llegar tropas de refresco para establecer guarniciones). Algunas plazas conquistadas siguen en manos de sus anteriores dueños pagando tributo. Me pones el ejemplo de Cortés, pero yo te puedo poner el ejemplo de la invasión mongola del XIII. Realmente no tienes que estar en todas partes al mismo tiempo para considerar tuyo un territorio. Basta con pasarte a cobrar impuestos.

Curiosidad: si hoy España tiene 50 millones de habotantes y un ejército de 100.000, nos sale la misma proporción que los 2.000 de Musa en un reino de un millón.

Saludos!

Salvador Mariezcurrena dijo...

Hola Pablo:
Como esto es divertido, voy a darle un par de vueltas a tus apuntes. Pelayo es un nombre poco común entre los godos, pero también como nombre hispano. Además, creo que para el siglo VIII no deberían de existir diferencias entre godos y romanos, pues lo que comentas para la invasión islámica (la mezcla familiar, no en vano Abd-al-Aziz casó con la viuda de Rodrigo, también se dio entre los visigodos y muy pronto: Teudis tuvo una esposa hispano-romana y ya la legislación leovigildinana que abolió la prohibición de matrimonios mixtos da la impresión de que elimina una norma a la que no se hacía mucho caso) debió de producirse con intensidad entre godos y romanos.
En cuanto a los problemas cristológicos, sí seguían animando las tertulias de la época, pero creo que el arrianismo era una bandera muy pasada (serían los visigodos carlistas, o algo así). Quiero decir que para cuestionar la legitimidad de un rey, no se podía abrazar el arrianismo. Recuerda que cuando la iglesia asturiana rompe con Toledo y reafirma su independencia y la del reino astur lo hace abrazada al catolicismo frente al adopcionismo de Elipando de Toledo. Creo más posible ver las disputas entre familias por hacerse con el trono como base de las discrepancias, que diferencias teológicas aunque, como ya dije, de esto no sabemos nada a ciencia cierta y por eso podemos divertirnos especulando.
Un saludo.

Omar Little dijo...

Este documental explica sin épicas la conquista, reconquista y cómo se vivía en Al-Andalus. Guzmán el Bueno era moro (sale su descendiente, una marquesa, enseñando los documentos que lo acreditan en la biblioteca familiar), y desmonta unos cuantos mitos más:

https://www.youtube.com/watch?v=PM8HnvuKbAo

Pablo Otero dijo...

Salvador:

Disputas familiares por el poder que tienen más en común con la mafia que con las relaciones de los estados modernos. Sí, tiene mucho sentido. Existe desde hace tiempo la tendencia historiográfica a explicar los incentivos de la gente del pasado en términos casi exclusivamente materiales, prosaicos. Algo de esto tiene que haber, pero creo que no le damos suficiente importancia a factores que para nosotros son alienigenas: el factor religioso, en mi opinión, creo que es el factor que mejor explica muchos de los incentivos políticos del pasado hasta hace pocos siglos. Y recordemos que la tolerancia religiosa era la excepción.

Es fácil ver hoy por ejemplo cómo se comportan los partidos políticos y trasladar eso a bandos en disputa en el pasado. Sin embargo, yo prefiero fijarme más en cómo se comportan los cárteles de la droga o las maras salvadoreñas. Creo que eso da más luz sobre la visión del pasado.

Nosotros vivimos en un mundo que coopera y se comunica: nos es sencillo buscar lo que tenemos en común con nuestro vecino y sabemos que cooperando las dos partes pueden salir beneficiadas. El caso es que hasta hace bien poco el vecino del pueblo (aldea) de al lado era un desconocido, cuando no un enemigo. Las graciosas rivalidades locales que hoy perviven son un pálido reflejo de seculares enfrentamientos.

Aunque es imposible hacerlo, creo que tratar de aproximarnos a la visión del pasado dejando de lado los comportamientos, motivos e incentivos que hoy nos parecen normales nos sería de gran ayuda a la hora de explicar la historia.

Esto no sé si es una respuesta, pero ahí queda. Un saludo.

+-+-+-+-

Muchas gracias por el aporte, Omar.

Anónimo dijo...

Por que consideras fantastico lo de Covadonga? Mas que nada, porque de ser a si, a mi personalmente me parecen hechos mas imaginarios la Batalla de Otomba o el Sitio de Cartagena de Indias.

Otra cosa es que los numeros que se llegan a comentar sean un desproposito. Cosa que tambien podemos aplicarlo a las Termopilas, donde los persas si eran 50.000 y los otros 6000 da gracias a Dios o en Troya, que lo venden como una gran batalla y lo mas seguro es que fuese una escaramuza y poco mas.

psurz dijo...

Saludos.
Antes de nada, felicitarle por su excelente artículo (y por otros que ya he leído). El caso es que pasaba por aqui, y leyendo esta entrada, un enlace me llevó a otra anterior en la que hace referencia a la tesis de I. Olagüe según la cual la invasión musulmana no fue tal, sino una suerte de asimilación cultural. Me llamó la atención que uno de los argumentos que ofrece el autor en favor de su teoría (el número 12, concretamente) es que los árabes no conocían la herradura. Ya, los romanos tampoco, y tenían, entre otras cosas, un servicio de mensajería urgente que funcionaba de p_m_ (habían inventado el Pony Express mucho antes de que Buffalo Bill empezara allí como becario).
¿Que a santo de qué vienen los romanos? Pues al hecho de que lo de la herradura no solo no es un motivo a favor de la teoría del autor, sino que incluso puede serlo en su contra. No se si sabe lo que voy a contarle, porque como le digo, he leído pocos artículos en su blog. En cualquier caso, tome las referencias con pinzas, puesto que cito de memoria sobre algo que leí hace ya algún tiempo. Creo recordar que era Isaac Moreno Gallo (no se si como autor único), en un trabajo sobre la infraestructura viaria en Hispania, quien ofrecía una explicación al hecho de que los musulmanes se hubieran hecho tan rápidamente con el control de la península. La tesis era que en año 711 la red viaria romana, que en Hispania contaba con muchas y todavía bien conservadas vías, tanto principales como secundarias, cuyas características constructivas habrían permitido que alcanzasen objetivos muy lejanos en plazos muy breves. Hablamos de varias jornadas a caballo, por supuesto, pero el caso es que se te plantaba Almanzor, Cádiz-Santiago de Compostela en quince días, y al volver iba repartiendo collejas por lo que quedara de Asturica Augusta, Emerita Augusta y aún le daba tiempo a comer un cochinillo en Segobriga y llegar a casa a la hora de la merienda. Si no recuerdo mal, también en este trabajo se indicaba que los árabes conocían las obras de los romanos, a quienes se identificaba como "los antiguos" por parte de algunos autores árabes a los que se hacía referencia.
Me despido, y aprovecho para decirle que los artículos que he leído me parecen, además de interesantes e instructivos, bien fundamentados e ingeniosamente expuestos. Ya va siendo atípico encontrar a alguien que ofrezca en el mismo lugar razones en favor de sus argumentos y referencias para su propia refutación, y encima, bien redactado. Le felicito.