jueves, 30 de julio de 2015

De la ridícula historia de Inglaterra X

El triunfo de la Revolución Incruenta de Guillermo III no sólo coloca al holandés en el trono de Inglaterra, sino que también da pie a la práctica del deporte nacional inglés: la venganza. Dejar atrás un funesto siglo de guerras civiles significa otorgar más poder al Parlamento pero esto no conlleva que la templanza y la tolerancia dominen la política inglesa sino más bien al contrario. La nueva predominancia del partido whig arrastra una nueva ola de dolor y pánico, consustanciales a la política inglesa de la época.

Nueva Ámsterdam, 1660.
Así, la nueva ola política consiste en perseguir a los jacobitas, a los católicos y a las pequeñas sectas cristianas que sobre todo buscaron refugio en las colonias de Norteamérica. El golpe de Guillermo III provoca de forma inmediata revueltas en Nueva York, Massachussets y Maryland. Estas revueltas no buscaban una mayor libertad y tolerancia —muchas veces son vistas como prólogos a la Revolución Americana, pero solamente se pueden considerar así en parte—, sino asentar el poder del nuevo sistema político —parlamentario— por medio de "Leyes de Tolerancia" que significaron la expulsión de todos los no pertenecientes a la Iglesia de Inglaterra de la esfera pública. Son las élites más próximas a Londres las que se levantan en América y ganan para satisfacción del Parlamento y el Rey.

No se queda en esto la nueva ola política sino que también el predominio del Parlamento logrará aprobar reformas económicas que tendrán duraderas consecuencias: aparece la banca inglesa, la bolsa de valores y el sistema de sociedades anónimas a imitación del holandés. Recordemos que durante el XVII la pequeñita Holanda practica con éxito lo que hoy podemos llamar "capitalismo popular": no había holandés con dos perras que no participara en alguna empresa mediante acciones. La capitalización holandesa coloca a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales en todo el mundo y en particular logra para ella el control del comercio de especias. Para hacernos una idea estas especias se obtenían en lo que hoy es el Mar del Sur de China y Holanda es una esqunita que en los mapas no coloreados situamos en Alemania (bueno, en cierto modo nunca dejaron de ser un cachito de Alemania).

El gambito holandés

NIGRITIA :___)
¿Qué hago hablando de Holanda cuando debería estar hablando de los perros ingleses? Sólo el subidón holandés explica la preponderancia que tendrá Inglaterra en los siglos posteriores. La historia de éxito de los holandeses dura cincuenta años, los ingleses imitan el modelo, lo multiplican por diez y les dura 150 años. Creo que es importante detenernos en este asunto.

¿Recordáis China? Esa línea de costa al otro extremo de Eurasia donde se concentra la cuarta parte de la población mundial que decidió en su momento pasar del resto del mundo y a quienes nunca se lo podremos agradecer lo suficiente ya que si no estaríamos comiendo perro y viendo telenovelas absurdas en tiendecitas llenas de cachivaches.

China siempre fue el objetivo de los europeos ya que sus productos de lujo eran los que más rendían en nuestros mercados. Los chinos además eran un buen complemento para nuestras exportaciones ya que siempre necesitaban de todo y en grandes cantidades. Además, los chinos tenían una cosa muy buena: no eran moros ni parecían interesados en disputas religiosas con los cristianos. Desde que se establece el Imperio Otomano en mitad de Eurasia, todo es una carrera en Europa por llegar a China: los portugueses rodeando África y los españoles yendo hacia la muerte del sol. Holandeses e ingleses les seguirán.

Qué simpáticos los holandeses pintando de amarillo a los tipos de la lancha del fondo.
Desde luego que Holanda era un país pequeñito y no podía competir con otras potencias. Así que se inventó los atajos para poder competir: el crédito y la Compañía Comercial. No fue "Holanda" la que armaba sus flotas de barcos y establecía colonias por todo el mundo, sino su Compañía Comercial, que no tenía las obligaciones de un estado. La Compañía no la dirigían nobles enchufados sino burgueses cuyo objetivo era aumentar el valor de las acciones. Sin los gastos propios de un estado de la época, la Compañía se volvió un negocio rentable y fiable. Tan rentable y fiable que obtenía préstamos a tipos de interés regalados en comparación con los estados de la época. Esto hacía que el coste de armar buques llegara a ser la mitad para los holandeses que para otros europeos con lo que si hacemos cuentas la pequeñita Holanda podía armar una flota similar a un país el doble de grande. A esto le unimos que Holanda era un país de ciudades —la ciudad tiene efectos de escala en la multiplicación del capital, por aquello de la comunicación y la información—, de comerciantes —inversores que calculan el riesgo— y sin revueltas internas apreciables —todos sus enemigos eran extranjeros fácilmente identificables por llevar estampìtas del Papa y el carnet del Real Madrid—.

A las innovaciones en el rudimentario capitalismo holandés se les unía un mayor conocimiento de lo que significaba el comercio internacional: en la China meridional los holandeses identificaban rutas comerciales asiáticas, mataban a toda su competencia gracias a su superioridad tecnológica —excepto en la guerra de Vietnam de la década de 1640 de la que salieron escaldados— y pasaban ellos a dominar esas mismas rutas comerciales. Es decir, usaron ampliamente el robo y la guerra como estrategia comercial mientras su gobierno podía asegurar que esos eran asuntos privados.

Más cosas: los portugueses habían llegado antes a ciertos puertos asiáticos y la población local no estaba muy contenta con ellos, con sus palos de fuego y sus dioses. Cuando aparecían los holandeses, sin hablarles de ningún dios y expulsaban a los portugueses, la población local era agradecida... por lo menos hasta que los holandeses apuntaban sus palos de fuego hacia ellos, los esclavizaban, y utilizaban sus campos para obligarles a explotar monocultivos para la exportación (como la deliciosa nuez moscada que incluso en nuestros días tiene cierto regustito a sangre de niños).

Plato de porcelana de la Vereenigde Oostindische Compagnie (VOC).
Antes de que se dieran cuenta —enviar un despacho y recibir una respuesta de Amsterdam a Yakarta —Batavia— tardaba dos años— la Compañía Comercial estaba haciendo cosas parecidas a las de los estados. En lugar de centrarse en los portes de las rutas comerciales, se propusieron controlar la producción lo que redujo sus beneficios porque producir en un ambiente hostíl requiere de soldados y armas.

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales había conseguido el monopolio del curry, la pimienta negra, el jengibre, el cardamomo y la canela, entre otros. Con esto hicieron las características casas y canales de sus ciudades que hoy visita la gente que quiere drogarse mucho y además una serie de preciosas pinturas barrocas que no debemos confundir con las aún más bonitas pinturas flamencas. Esta historia llegará hasta la época napoleónica en la que la corrupción de la Compañía y la caída de dividendos debido al cambio de gusto del consumidor y la competencia hacen que sea rescatada (absorbida) por el estado.

Bien, pues a todo esto cambiad nuez moscada por algodón, cardamomo por azúcar, canela por café y jengibre por tabaco, multiplicadlo por diez y tendréis la base de la preponderancia inglesa que empieza a despertar en el XVIII y se hará hegemónica durante el XIX.

Mejores enemigos

A un país le va mejor cuando sus enemigos son extranjeros. La verdad es que Inglaterra no levantó cabeza hasta el momento en que la amenaza del exterior fue superior a la amenaza del interior. Durante el XVIII hubo revueltas de los escoceses y los partidarios jacobitas patrocinados por Francia, pero los grandes adversarios fueron Francia y España, aliadas por los pactos de familia que dieron la vuelta como un calcetín a la política exterior europea.

El mundo se hizo pequeñito (quedaos con las ostiejas que hubo en Canadá, serán importantes).
Si en el XVII la moda era que los alemanes se mataran entre sí y todo el mundo odiara muchísimo a Francia (que tenía tanta población como el resto de Europa junta), en el XVIII con la alianza francoespañola el nuevo chico rebelde del barrio fue Inglaterra. Seguritos en su isla y haciendo barcos como locos, los perros ingleses eran un dolor de cabeza para el resto de potencias. Su agresiva política comercial a imitación de la holandesa y el no tener miramientos para usar a millones de humanos como esclavos les concedió una sobredimensionada ventaja sobre las otras dos potencias.

La Batalla de Almansa (25-IV-1707) es el prólogo a la política europea de alianzas del s. XVIII.
En el XVIII, entre la unión con Escocia y las guerras napoleónicas se planean varias invasiones de Gran Bretaña por parte de Francia y España. La primera durante la Guerra de Sucesión Española, la segunda durante la Guerra de Sucesión Austríaca, otra durante la Guerra de los Siete Años y otra más durante la guerra de independencia de las Trece Colonias. El XVIII fue un siglo sólo una miaja menos sangriento que el siglo anterior: enormes territorios en América cambiaban de manos y los oficiales militares se profesionalizaban.


En lo que respecta al apartado bélico inglés, se debe hacer notar que durante este siglo empezaron a aprender a navegar en océano abierto. Pero el éxito de una armada no sólo depende de la sapiencia marina —conocer las corrientes, los vientos, la rocalla y demás les había dado una ventaja estratégica a los españoles durante los dos siglos anteriores— sino también de una inversión en medios técnicos y científicos. Será común durante el siglo de la Ilustración el espionaje militar.

Durante la Guerra del Asiento (de la que ya hablaré, supongo) tres fragatas inglesas (210 cañones en total) dan caza al navío Princesa (70 cañones) que mareaba disminuido de vela en la costa gallega. El español logra poner en fuga a uno de los ingleses y desarbola a otro, pero con 70 muertos a sus espaldas su capitán decide rendirlo (el capitán de la flotilla inglesa acaba invitando a su casa al capitán español y todas estas cosas del XVIII que son tan graciosas). Bueno, el caso es que llegados a Portsmouth los ingleses sacan la cinta métrica y la lupa y se ponen a escudriñar el barco botado en Guarnizo diez años antes. El Princesa era un 70 cañones del tamaño de un 100 cañones inglés. Con esta captura los ingleses mejoraron sus barcos e imitaron al español (que rebautizaron como HMS Princess). Así el Royal George, el Britannia y el Victory de Nelson, botado en 1765 siguiendo el modelo del Princesa construído en 1730.

Lo guapo del asunto es que a su vez los españoles tenían espías en los astilleros ingleses. Las mejoras que los ingleses hacían a los diseños españoles, venían a su vez de vuelta a España (a veces con los maestros navales ingleses y sus familias, que eran reubicadas en España en secreto). De todo esto Hollywood jamás hará una película.

Una temprana revolución industrial

Con el paleocapitalismo holandés, mejores barcos y rutas marinas más seguras, Inglaterra sacó pingües beneficios de las ubres de su imperio esclavista. Las ciudades costeras incrementaron rápidamente una población que tenía que calentarse y cocinar quemando madera. Una madera que también resultaba imprescindible para construir barcos y casas. Una madera que disparó su precio (aunque no tanto como para ser rentable importarla de las colonias). Cuando a finales del XVII se dispara el precio de la leña la gente empieza a utilizar carbón mineral, un producto de propiedades conocidas pero que hasta entonces no era empleado por ser menos saludable y limpio que su homólogo vegetal.

Tenemos así una primera demanda de carbón mineral por efecto de la sustitución energética y de la función de demanda. En Inglaterra había carbón a espuertas y el precio energético comenzó a caer en picado en una época en que la demanda se disparaba.

Campos de carbón listos para ser empleados como referencias sentimentales por autores vaguetes como Ken Loach y Ken Follett.
Por otro lado el aumento de población aumentó la demanda de empleo con lo que los salarios subieron y una fracción mayor de gente pudo ganar más dinero y comprar más cosas. A mediados del XVIII —según un tal Robert Allen, profesor de Historia Económica en Oxford— la renta media inglesa y neerlandesa eran bastante superiores a las del resto del continente y a la china, quienes en el XVI empezaron a quedarse atrás respecto a Europa.

El cambio demográfico también trajo cambios al campo. El aumento de renta incrementó la demanda de carne y muchas pequeñas explotaciones agrarias se convirteron en grandes explotaciones ganaderas. Estas mayores explotaciones ganaderas requerían a su vez de menos mano de obra por hectárea, que quedaba así liberada para ir a arrastrar los pies por las ciudades o alistarse en la armada. El cambio en la ciudad propició el cambio en el campo.

Doscientos años después y seguía habiendo carbón a espuertas. ¡Para generar el mismo calor cada vez se utilizaba menos cantidad!
Bien. Tenemos salarios "altos" y energía barata. Cada vez que en la historia se dan estas variables —recordad el final de la Peste Negra— el siguiente paso es sustituir esas caras bocas que alimentar por el empleo de esa disponible y barata energía. Innovación tecnológica.

En otros países en los que la energía era tan cara como siempre y los salarios tan bajos o inexistentes como siempre, no tenía sentido sustituir mano de obra por tecnología. Pero en Inglaterra sí: allí era mejor tener una fundición operada por tres paletos que desperdician la mitad del calor que una operada por cuarenta que son muy eficientes en el control del calor.

Durante el XVIII escaparon al continente multitud de jacobitas como refugiados políticos y emprendieron allí las mismas industrias que tenían éxito en Inglaterra: los materiales y los conocimientos eran los mismos pero el precio del carbón hacía que esas empresas no fueran rentables. Se abría una brecha de productividad y capital justo por el Canal de la Mancha de tal modo que la Revolución Industrial mejor puede ser llamada Revolución Industrial Inglesa. Solamente cuando la técnica siguió a la ciencia y los procesos de ingeniería lograron sacar más pesetas por kilo de carbón, esa revolución industrial comenzó a ser rentable en otras partes de Europa. A su vez, la enorme cantidad de mano de obra barata o gratuita disponible hizo que China, India y las colonias no tuvieran incentivos para el desarrollo tecnológico. Los EEUU de mediados del XIX son prueba de la coexistencia de estos dos sistemas de producción. Y así acabaron, a tortas.


lunes, 27 de julio de 2015

La columna de opinión del apocalipsis

Con lo caras que son las drogas no sé por qué hay gente que se sigue pinchando en lugar de leer las columnas de Roberto Centeno. Columna nueva, fin del mundo nuevo. Y es que incluso ignorando el lenguaje apocalíptico que recuerda a los sermones de las caricaturas de la inquisición española, el fondo de la idea de estas columnas sigue sin diferenciarse de un discurso que bien podía ser oído en los templos de Hieracómpolis en épocas más civilizadas como las de un par de milenios antes de Cristo.

El despacho de Roberto Centeno.
Es que estamos perdidos y nadie hace nada para remediarlo. Además, qué injusto es que las decisiones políticas no se tomen en función del perímetro testicular de los políticos. La gente que come carne hervida y acumula guacheras en las comisuras de los labios desea que alguien dé un golpe en la mesa, produzca testosterona y, guiada por la intuición, nos libere de esta situación que siempre está a punto de acabar con la vida en la Tierra.

Que ésa es otra: desde que Centeno escribía en 1976 en El País sobre la crisis energética, llevamos cuarenta años al borde de la desaparición de España y España, la muy pesada, se las ingenia para seguir existiendo. O nos gobiernan comunistas o nos gobiernan cobardones que no tienen ni idea de nada. Ya se sabe: los españoles somos especiales comparados con el resto del mundo. Y con especiales quiero decir "imbéciles". ¿O acaso alguien tiene otra teoría? Pues que se la calle porque no existen otras teorías que expliquen que Centeno falle más que una escopeta de feria y aún así lleve cuarenta años pontificando.


Supongo que es el mismo caso que el programa de Gran Hermano: todo el mundo sabe que es una mierda, pero aún así tiene su público. Me parece bien: algunos defendemos la libertad de escribir paridas con denuedo y de emitir programas de televisión que parecen un mercado de esclavos.

Es curiosa la transversalidad de la idea que postula que los españoles somos imbéciles. Como dijo alguien una vez: "y si habla mal de España, es español".

Lee: La excepcionalidad de España

Bueno, dicho esto, vamos a la última columna del mencionado autor en el que fusila un texto de García-Trevijano no sin antes hacer una pequeña introducción:

Antonio García Trevijano, el más importante pensador político de los últimos 60 años...

Uh, frena un poco que te la pegas.

...cuyas obras de Teoría Política son las únicas de un europeo actual existentes en la biblioteca del Congreso de los EEUU.

¡Pamba! Te avisé. La Biblioteca del Congreso tiene 24 millones de publicaciones —según Wikipedia—, es decir, no destaca por ser un sitio en el que haya un gran filtro (eso es cosa de revistas especializadas). La afirmación de que García-Trevijano es el único europeo actual que tiene sus obras disponibles en la mencionada biblioteca es cuanto menos no cierta o, si lo preferís, mentira. Un niño de siete años puede hacer una búsqueda aleatoria por nombre de autor en su sitio web y encontrar por ejemplo por la "A" de "anormal", el apellido Abrams. De los primeros resultados aparece un tal Paul Abrams que es un profesor inglés de Urología. Este fulano tiene docenas de publicaciones en la Biblioteca del Congreso. ¿Seguro que no va a haber ningún inglés, francés, alemán, español o italiano que trate de filosofía política o de ciencias políticas en esa biblioteca? Lo dudo. Además, es una biblioteca que no destaca por su chauvinismo: el 70% de sus adquisiciones no son norteamericanas.

Felipe González.
Ok, seguimos. Una de las aficiones favoritas de cierta corriente política española de la que Centeno no es ajeno es darle capones al rey. Y no me refiero a los republicanos de izquierdas, que esos son más monárquicos que Francisco José I de Austria. Uno pensaría que siendo la monarquía una institución conservadora por naturaleza, la derecha sería uno de sus pilares, pero no. En España tenemos la picha ideológica hecha un lío (somos el único país del mundo junto con Turquía donde los secesionistas pueden definirse de izquierdas y la gente no se lleva las manos a la cabeza) y por ello hemos logrado que el principal sostén político de la monarquía no sea la derecha política. Ciertamente esto tiene que ver con nuestra historia reciente: durante la Transición Política se produce la famosa "traición" y por eso desde entonces la monarquía sólo está segura cuando gobierna la izquierda.

Otro de los lugares comunes de esa corriente política de la que Centeno tan solo es representante es el de atribuir los males de España a los políticos. A mí no me miréis, yo creo que es muy sano sospechar de los políticos. Creo en los equilibrios y contrapesos, en la división del poder, en las garantías constitucionales, en la descentralización, el co-gobierno, etc. Aunque como creo en todo eso también creo que hay que pagarlo, afirmación que tal vez era sofisticada en la década de 1850 pero que hoy debería de ser el abecé de la política.

Rajoy de vacaciones en Galicia.
Y como los políticos son "malos", fíjate tú por dónde, siempre coincide que tenemos el peor gobierno de la historia. Así por ejemplo en la más reciente columna tenemos: "En este momento histórico transcendental con el peor Gobierno y un monarca a juego". Pero en 2009 también encontramos: "el peor gobierno en 200 años". En 2008: "Tenemos sin duda el peor gobierno imaginable, y la peor oposición posible". Ok, los dos últimos se referían al mismo gobierno de ZP. Pero en 2011 ya había cambiado la composición del ejecutivo y no cuesta encontrar: "el peor Gobierno en tiempos de paz, desde la época del felón Fernando VII". Contra ZP nos quejábamos mejor.

No puedo evitar llamar la atención sobre algunas perlas que me voy encontrando en las Columnas del Apocalipsis, como ésta de febrero de 2015: "La victoria aplastante de los ultraizquierdistas de Syriza, que han formado gobierno en 48 horas con la derecha nacionalista de To Potami...". Hala, con un par. Syriza formó gobierno con ANEL y To Potami, que es un nombre que mola, se quedó en la oposición (en el Parlamento Europeo se sientan con los socialdemócratas, que es el típico lugar donde encuentras a la derecha nacionalista ¿?).

Hay más sobre las referencias y fuentes empleadas por el Quinto Jinete:

Bloomberg acaba de advertir de que las reformas que los partidos políticos están preparando para encontrar “un encaje de Cataluña en España” van a conducir a la desintegración del Estado español.

No he podido encontrar en Bloomberg esa referencia. A todo lo más llego a Catalan Separatist Faces Party Revolt After Losing Barcelona, que es un artículo que cuenta justo lo contrario de lo que dice Centeno. Da igual: Bloomberg puede decir misa. Cualquier frase fuera de contexto es válida para atacar al adversario, el problema es que a veces no sabemos muy bien quién es nuestro adversario, aparte de los comunistas y de los separatistas, claro. Por eso quizás los giros retóricos de Centeno nos resultan cuanto menos desconcertantes, como en la frase:

Este grupo de insensatos, de los que Camilo José Cela dijo que, “si tuvieran honor se habrían pegado un tiro”, puso en marcha un mecanismo infernal único en el mundo...

Afortunadamente Centeno no es un nihilista que se queda en la queja, también aporta soluciones, o lo que sus lectores creen que son soluciones. Por ejemplo (2015):

Es imprescindible un cambio político radical, porque la regeneración es imposible: nunca en la historia ha sucedido. La oligarquía política que nos ha llevado a la ruina debe ser destruida.

O esto que encuentro en el blog de Ynestrillas (de 2012, pre-Pablemos):

Solo hay ya una respuesta posible: echar al monarca, a Rajoy y a la casta como sea y plantar cara a los nacionalistas y a los empresarios que les apoyan, con la Ley y la Constitución en la mano.

Esto de las oligarquías financieras y las soluciones rápidas a problemas complejos es algo bastante frecuente entre los jefes de estado centroafricanos. Así les va.

Adenda: veo en los comentarios que la gente está de acuerdo con "adelgazar" o "quitar" —como si fueran lo mismo—  las comunidades autónomas (algunos llevan con eso cerca de 40 años, con ningún éxito). Digo yo que independizando a todas se ahorraría más dinero, ¿no? Eh, eh, vale, sólo era #bromi.


miércoles, 22 de julio de 2015

Concursos de meadas autonómicas

Uno de los graves problemas políticos de España que nadie parece dispuesto a afrontar una vez que se sienta en un trono es el territorial. Y no hablo del diámetro de la boina de nuestros cerriles habituales sino del tema territorial que importa: el del dinero del contribuyente. ¿Cuál es la forma óptima de lograr que converjan diferentes lugares de un país? ¿Cómo lograr que la asistencia pública sea percibida de igual modo por todos los ciudadanos del país con independencia de su domicilio? ¿Cuál debe ser el objetivo de una buena política territorial? ¿Qué tipo de modelo descentralizado queremos? En definitiva, ¿cuál es el aspecto que debería tener el modelo territorial español?

Hay que explicar suavemente que algunas cosas tienen que cambiar.
Daniel Lacalle apunta en un reciente artículo hacia la deseable competencia fiscal. Mientras las CC. AA. solo se encarguen de repartir gastos y no se hagan responsables de ellos ciertamente los incentivos perversos generados son un problema que creamos artificialmente. El autor apunta hacia los incentivos perversos de caracter autonómico pero no hay que dejar de lado que en lo político igualmente se generan perversos incentivos, si cabe, todavía más graves que los económicos.

Se trata de un viejo asunto: la crítica al modelo económico no puede ir desligada de la crítica al modelo político. La redistribución estatal beneficia más a los que peor lo hacen —hablamos de políticas públicas, no de personas— y al mismo tiempo crea incentivos para que se produzcan conflictos de caracter político: si digo "nacioncita de la señorita Pepis" seguro que sabéis por dónde voy.

Afganistán: nation building literal.
La desleal actitud de los gobiernos autonómicos dirigidos por nacionalistas y su correspondiente dispendio en asuntos para los que no tienen competencias es una faceta más del problema territorial español, que pese a la poca atención que le prestan los economistas no se puede dejar de lado o comentar de pasada con un "las regiones tienen características únicas y especiales". Y es que en el análisis político se ve claramente dónde hace aguas el diagnóstico exclusivamente economicista del asunto: cualquier superficie aleatoria de terreno tiene características especiales y únicas. Y mal que les pese a los cerriles habituales las comunidades autónomas no dejan de ser superficies de terreno arbitrarias sobre las que arbitrariamente se establecen administraciones de caracter político. Sí, en teoría sucede lo mismo con los estados, pero la diferencia es que la calidad de "estado" lleva aparejada una cosa que se llama soberanía (que a su vez puede ser nacional o no, en el caso de España, soberanía nacional, en el caso de Cuba, soberanía de una organización criminal que llamamos Partido Comunista de Cuba).

Ciertamente cuando comparamos aportaciones de las CC. AA. al estado unas aportan más de lo que reciben y otras no. Es una cosa muy dificil de entender que se llama media aritmética: se suma el total de aportaciones, se divide por el número de participantes y unos quedan por encima de la media y otros por debajo. Si la diferencia entre quien más recibe y quien menos fuera de una peseta, también habría comunidades por encima y comunidades por debajo de la media.

Discurso de fin de año de un señor que no sé yo por qué tiene que dar discursos de fin de año. Sonríe como Chandler.
Bromas aparte, incluso en aquellas comunidades que tienen un saldo negativo con el estado (si es que eso tiene algún sentido) no es dificil encontrar municipios con una situación mucho peor que otros de comunidades con un saldo positivo. Y al contrario. La comparación de las balanzas fiscales autonómicas nos sirve para analizar la evolución de las distintas regiones y poco más. Me acuerdo que cuando los nacionalistas reclamaban la publicación de las balanzas fiscales esto se criticaba desde Madrid como una absurda comparación de la potencia del mear y que sólo iba a servir de excusa para el discurso victimista de los cleptócratas privilegiados.

Sin embargo hoy cierto olor a victimismo es el que sale de Madrid: en la prensa madrileña, que en nuestro país coincide con la prensa nacional, se ponen grandes titulares comparando el chorro de la meada madrileña con el chorro de la meada de los sediciosos cleptócratas. Entiendo que el uso político de las balanzas ficales que se hace en Madrid es diferente al pretendido por los nacionalistas, pero aun así —y sé que esto no va a gustar— esa orina huele a espárrago.

Fraga iba por las noches con un pico a hacer autopistas sin que nadie le viera y por eso las inauguraba.
Es como si cada vez que alguien crea un problema, otro viene a solucionarlo creando a su vez otro problema. Y no salimos de ahí porque la frase "en mi taifa mando yo" no es exclusiva de los nacionalistas y nos negamos a verlo.

Por algún tipo de intoxicación colectiva que altera nuestra percepción pensamos que los que no se definen como nacionalistas no hacen nacionalismo de su parroquia pero eso no es así. Exactamente el mismo tipo de política clientelar y la misma instrumentalización partidista de la administración pública encontramos en los turnistas y en los cerriles tradicionales. Los que se supone que están en contra del nacionalismo han comprado las coordenadas políticas por las que creen que deben moverse y así tenemos por ejemplo a Feijoo diciendo exactamente lo mismo que diría un nacionalista gallego pero delante de una bandera de España para recordar a la gente que él no es nacionalista. O sin ir más lejos: libros de texto para escolares que nos hablan de la historia romana de Andalucía, que es una cosa que mataría de la risa a los romanos antiguos.

Ah, qué únicas las fiestas de <>.
Salió hace poco un tal Revilla, que es un señor con bigote conocido por tirar el dinero en el puerto deportivo de Laredo y que reina sobre Cantabria, diciendo que los cleptócratas catalanes se anden con cuidado porque el Ebro nace en tierras cántabras. Bienintencionado o no, vemos que trata de solucionar un problema creando otro problema: ni el Ebro es suyo ni existen las tierras cántabras, no al menos como él las intenta patrimonializar.

Más allá de la muy sofisticada queja de que quien más gana más paga es inevibale ver que hay otros problemas y que como apunta Lacalle pueden verse aliviados por una mayor responsabilidad fiscal de los territorios. Si los sátrapas autonómicos dieran la cara por la presión fiscal de sus electores, puede que no tuvieran tanto tiempo libre para jugar a hacer nacioncitas de la señorita Pepis ni concursos de meadas. Si los sátrapas autonómicos mientras ascienden de puerco a marrano tuvieran que exprimir a sus vecinos para pagar cada aparato de resonancia magnética que con tanto boato inauguran, igual tendríamos más alternancia en el poder autonómico.

Otro día hablamos de las diputaciones.
Es que para hacernos a una idea de las implicaciones colaterales de nuestra actual política territorial podemos comparar los años de presidencia autonómica de algunos políticos con presidencias de similar duración:

Nursultan Nazarbayev (Kazajistán): 26 años.
Islam Karimov (Uzbekistán): 26 años.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra (Extremadura): 25 años.
Manuel Fraga (Galicia): 25 años.
Isaias Afwerki (Eritrea): 24 años.
Jordi Pujol (Cataluña): 23 años.
Aleksander Lukashenko (Bielorrusia): 21 años.
Manuel Chaves (Andalucía): 19 años.
Denis Nguesso (Congo): 17 años.

No me parece una lista deseable.

domingo, 19 de julio de 2015

El eje cutre del mal

A ver si lo entiendo: "moderarse" en España significa desplazarse hacia la izquierda, pero "moderarse" es algo que nos recuerda a la conservación de lo que hay, a la tendencia a adoptar posiciones conservadoras, que según el inefable eje ideológico, querría decir desplazarse hacia la derecha. Parte de la confusión que tenemos en política viene por el uso de una vara de medir que carece de referentes fundamentales. Si apoyar a la URSS fuera de izquierdas y apoyar a los EEUU fuera de derechas, hablaríamos de desplazamientos ideológicos con puntos de referencia comunes, visibles, señalables. Hoy carecemos de referentes y cuesta meter las ovejas en el cercado.


Anda la cochambre entusiasmada por su derrota en Grecia. El gobierno heleno gana un referendum de adhesión al líder y de insulto a la UE para al día siguiente acordar una nueva petición de dinero (es la tercera vez que los europeos salvamos a Grecia de la bancarrota). Y mientras en toda Europa —especialmente duros los socialdemócratas— se critica a los populismos neofascistas y neocomunistas, en España algunos periodistas y políticos hacen malabarismos para tratar de hacer pasar como opción política respetable lo que es visto en el resto del continente como posiciones extremistas incompatibles con un régimen de libertades occidental. Es el problema de mirarnos mucho el ombligo: se pierde la perspectiva.

A mí no me sorprende este fenómeno de bizquería política. Al fin y al cabo España es ese país en el que se ven como algo propio del establishment político a grupos que abogan por la desintegración del país. No se trata de fundamentalistas que están en el límite de la representación política y que por ende son tratados como los locos del barrio, no, se trata de grupos políticos que se ven como respetables e incluso cuentan con representación política en distintos niveles de la administración. Tenemos a gente que dice por un megáfono que quiere destruir el sistema y lo dice desde dentro del sistema.


Sé que no viene mucho a cuento y que cada país tiene sus cuitas pero no me imagino yo al partido regionalista de Auvernia abogando desde sus escaños por la independencia de Auvernia, por el robo de derechos políticos a todos los franceses y por la desaparición de la república. Es más, es que dudo que pudiera llegar a existir ese partido.

En su lugar los gabachos tienen a los populistas de Le Pen que han medrado de forma ventajista sobre la noqueada socialdemocracia que en un continente sin fronteras ni aranceles no sabe muy bien cómo defender pagas públicas a unos obreros nacionales que ya no existen.


Aquí en España nos va la marcha (recordad que somos el único país que experimentó con todos los sistemas políticos del siglo XX ¡al mismo tiempo!) y tenemos los dos tipos de populismos: por un lado a los jamados que quieren destruir el sistema constitucional y establecer una especie de Rumanía de Ceacescu con tintes caribeños y por otro lado a los tarados que sorprendentemente están protegidos por la ley —cuando no hacen ellos mismos las leyes— y que pretenden destruir el sistema para sustituirlo por una especie de competición de boinas enroscadas en las que los ciudadanos dejarán de ser ciudadanos y se convertirán en paisanos, borrando de un plumazo doscientos años de derechos civiles, valores republicanos y soberanía nacional.

Ya sabéis que para mí tanto unos como otros están fuertemente relacionados. Se trata de la vuelta del Antiguo Régimen, se trata de volver a establecer barreras entre los ciudadanos, se trata de levantar muros que dificulten la expresión y prosperidad de una robusta sociedad civil. Se trata del servilismo, se trata de la reacción.

No comparto la idea de que la historia se repite —como mucho se imita a propósito—. Pero no me resisto a pensar que cada vez que la política española descubre algo salvable aparecen las resistencias al cambio, los reaccionarios, dispuestos a arrasarlo con la inestimable ayuda de una población ignorante y amedrentada. La misma gente que consume entretenimiento televisivo disfrazado de debate político es bombardeada por lacrimógenos shows noticiosos en los que las palabras tienen significados perversos. Y no digo que esto responda a una conspiración: probablemente quienes encargan y construyen esos programas también son palurdos con un miedo atroz. Es decir, no lo hacen a propósito. Los bacilos vacilones que se desplazan por la placa de Petri no lo hacen a propósito: simplemente no conocen otra forma de estar en el mundo.

Una actitud que respeto tolero ante este panorama es la de quienes teniendo ocasión, capacidad y motivo no dedican una fracción de su energia para iluminar la oscuridad. Tal vez tengan razón cuando piensan que la cosa no es tan grave. Tal vez mi análisis sea exagerado: desde luego que los malos de hoy tienen como única aspiración elevar el patrimonio de su casa a costa del caudal público y ese es un objetivo de vida tan simple como el de una ameba. Además está la cosa de que nuestros enemigos no son especialmente listos —aunque la tele nos diga todo el día que son listísimos porque hablan bajito—: todo movimiento político que hace apología de la diferencia lleva en su seno la chispa de la disensión y como dijo un chino una vez: en ocasiones sólo hace falta sentarte a la orilla del río y ver pasar flotando el cadaver de tu enemigo.

Pero ¿y si estoy equivocado? Si algo sabe todo antropoide que haya estado a menos de diez kilómetros de un libro de historia es que no existen las reglas históricas: el comportamiento humano no es predecible. No se puede dar por hecho que la gente actuará siempre de forma racional. Cuando los intereses están divididos, la forma racional de unos se convierte en la irracional de otros (y para acabar de complicarlo, estas coordenadas cambian con el tiempo).


¿De dónde habrá salido esa idea tan loca que dice que cuando una nación alcanza cierto grado de prosperidad ya no tiene vuelta atrás? ¿O esa otra idea que proclama que una vez logrados ciertos derechos civiles estos ya no pueden ser revocados? En 1920 Argentina era la quinta economía del mundo. En 1938 Checoslovaquia era más rica que Austria. Hoy no puedes ni soñar con publicar las portadas de los comics precode y después del "nunca más" en los Balcanes tenemos otra guerra en Europa.

Moragas.

Sí, es un machete.
No se trata de pesimismo, se trata de no bajar la guardia. En un show televisivo sentaban a unos monstruitos de Jipis Vaciamadrid, de estos que están de moda, y hablaban de hadas y de lugares mágicos y delante de ellos para darles la réplica había unos fulanos que se supone que estaban en contra pidiéndoles perdón por existir. ¿Qué circo es ese?

La esperanza blanca del PP se vuelve una borrosa manchita marrón en unos calzoncillos.
En fin, han pasado dos meses desde que los populistas tomaron algunos ayuntamientos gracias al PSOE y desde que los nazis tomaron el gobierno navarro. En este tiempo hemos visto cómo se echaban para atrás en su programa electoral, soflamas antisemitas, enchufes de parientes y un órgano de delación a la prensa en Madrid. De forma interesante quienes más daño les hacen no son los neoyernistas de encefalograma plano del PP —Partido de los Pensionistas— sino la extrema izquierda agonizante que sale ahora con una nueva "candidatura de unidad popular" para robarles la merienda. Todo muy cutre y salchichero, sí, pero que nadie piense que nuestros sistema de libertades se va a defender por inercia simplemente porque los malos son estúpidos.


lunes, 13 de julio de 2015

Haití: 500 millones para levantar seis chabolas

Las series de televisión que menos me gustan son aquellas con capítulos autoconclusivos. Los famosos "monstruos de la semana" con que rellenaban la temporada series como Expediente X o Doctor Who. Esto del monstruo de la semana me recuerda mucho a las lecciones morales de los ególatras progres. Ellos también tienen sus monstruitos de la semana y cuando se aburren del monstruito saltan al siguiente monstruito.

Este es un zygon, pero para un progre puede ser un refugiado de Sudán del Sur.
Sobre todo después de que alguien se inventara el concepto de "crisis humanitaria" ahora cada jueves tenemos una crisis humanitaria. Lugares exóticos que nos trasladan la emoción de los colonizadores de África, causas de fin de semana, revoluciones concentradas en un retuit y fotos en blanco y negro en los dominicales que al día siguiente servirán para envolver el pescado.

Se cumplen cinco años y medio desde el terremoto de Haití y cuatro años desde que Forges se olvidó de recordarnos que no nos olvidásemos de Haití. Hoy ese país sigue sin recuperar ni siquiera su situación calamitosa previa al terremoto y si preguntas a un progre seguramente la culpa sea tuya.

Ah, la merma.
En este tiempo Haití se ha convertido en un gran laboratorio que en el medio plazo ya da resultados empíricos sobre la forma estúpida que tienen los bienintencionados de resolver los más graves problemas del mundo. Se han cumplido todas las expectativas de quienes pensamos que ésta no es forma de resolver los problemas: tuvimos oleadas de voluntarios y donaciones, "grandes esfuerzos" por enviar ayuda en la primera fase, la implicación de la ONU con unidades bisoñas y nada profesionales que cuando el foco de atención fue hacia otro monstruito fueron sustituidas por tropas de países que están prácticamente igual que Haití (¡hola Nepal!), esto provocó una epidemia de cólera y el robo por parte de los propios cascos azules de la ayuda humanitaria lo que a su vez agudizó el ya complicado problema de esclavitud sexual que sufría el país.

Lee: La muerte de Eric Garner y el resto de cosas que están mal

Tras cinco años de ayuda solidaria Haití está peor de lo que estaba inmediatamente después del terremoto. Para lavar sus conciencias —pues al fin y al cabo hablamos de egolatría y de pomposos programas teóricos de ayuda que sobre la mesa de un despacho con aire acondicionado pintan de maravilla— publicistas de las ONG presentan listas de objetivos cumplidos: la construcción de tal hospital, el reparto de tantas tiendas de campaña, etc. El problema es que no tenemos forma de saber si eso que nos cuentan es o no verdad y, si lo es, si realmente sirve para algo.

Fe: creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por la fama pública.
Al fin y al cabo construir un hospital es bastante fácil: basta con levantar un galpón de cuatro paredes y ponerle un cartel a la entrada que ponga "hospital". La verdad es que ni a Forges ni al editor del dominical que nos echa la culpa de las cosas que pasan les importa demasiado el asunto: ya están entretenidos con otro monstruito y desconocen la necesidad de evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos de las ONG. El ególatra progre occidental tiene fe ciega en las ONG —financiadas en un 80% por los estados— y no hace preguntas. Si en lugar de ONG habláramos de sociedades anónimas los accionistas se encargarían de formular preguntas diariamente. Ah, pero eso no lo veremos, no puede haber ánimo de lucro en las operaciones de construcción de infraestructuras y de distribución de vituallas porque lo dice Dios o algo. Bueno, no, Dios no dice eso: las ONG cristianas y judías que operan en Haití parece que son las únicas cosas que funcionan allí y dan resultados.

El caso es que algunos gringos comenzaron a aplicar la accountability a las ONG que operan en Haití y se encontraron con resultados que no veremos en las viñetas de Forges: con los casi 500 millones de dólares que recaudó la Cruz Roja Americana para Haití, se construyeron seis chabolos.

Probablemente este señor no se lava las manos, pero no nos importa porque lleva un casco de color azul.
Ostiás. Yo comprendo perfectamente que parte del dinero que recibe una ONG tiene que ir a fotocopias y billetes de avión y no es poca cosa pero aquí estamos hablando de algo muy distinto. Y no hablo de robar, ojo. Los periodistas de la NPR y ProPublica descubrieron que los trabajadores de la Cruz Roja no sabían en qué gastar el dinero. Bien está que 100 millones se fueron directamente a cubrir el déficit que tenía esa ONG el día del terremoto, pero es que en el resto de movidas ves toda una sucesión de inoperancias y confusiones que asustan: desde la imposibilidad de adquirir títulos de propiedad para comenzar las construcciones hasta la falta de población local con las mínimas habilidades o capacidades para colaborar. También se encontraron con que no se cubrían vacantes en los puestos de trabajadores occidentales y por eso decidieron ofrecer sueldos de seis cifras para jefes de proyectos muy básicos de construcción que aquí te hacen aparejadores en un fin de semana tonto.

Todas estas cosas a su vez crearon nuevos problemas. El flujo de dinero de la Cruz Roja Americana se controla desde Washington y ante la incapacidad de trabajar in situ deciden "subcontratar" a otras ONG solamente para darse cuenta al cabo de unos meses de que el dinero ha volado. Más aún: los exorbitantes sueldos de los directivos de ONG que están en Haití han creado a una nueva clase alta de extranjeros en Puerto Príncipe que acaparan una importante parte de los recursos, que llegan y se van del país en el mismo día. Los extranjeros ricos de las ONG sorprendentemente no tienen su dinero en bancos haitianos (oh qué sorpresa). Con esto el país sigue sin capitalizarse, que es un concepto malvado para los pijiprogres, pero una condición sine qua non para la reconstrucción.


Se produce además una paradoja muy curiosa en la ex-colonia esclavista francesa y es que Haití se ha convertido en estos últimos años en el país con los servicios sociales más privados del mundo. Con un gobierno débil, corrupto e incompetente, toda ayuda social haitiana se canaliza a través de organizaciones privadas —ONG— que no responden al mandato politico de los ciudadanos haitianos ni tienen que rendir cuentas ante sus instituciones, pero sí dependen de otros estados.

Lo lamentable del caso de la Cruz Roja Americana —no confundir con otras organizaciones de la Cruz Roja: la española sí ha completado proyectos y parece útil— es que evidencia una vez más que no nos importa a dónde va el dinero público, ni el cumplimiento de objetivos y además dan mala fama a las organizaciones que sí parecen útiles ya vengan de otros países o de organizaciones religiosas.

sábado, 11 de julio de 2015

Terminator Genisys (2015)

Hay que parar a Hollywood. Tenemos que plantarnos y decirles que ya basta, que no somos sus peones en el juego de destrucción y dolor que pretenden llevar a cabo. Los ríos se han secado, los campos están yermos, la casa de nuestros padres se ha venido abajo, las murallas de Bizancio se hacen añicos y arde París. Basta ya.


Los psicópatas inhumanos en que se han convertido las grandes productoras y los desalmados guionistas de Hollywood están llevando a un nuevo nivel su plan de destrucción del universo. No se conforman ya con violar las franquicias clásicas de los años 80 sino que ahora insisten en violarlas y hacer reboots, reinicios, es decir, desintegrarlas, hacer como que nunca existieron y sobre sus cenizas construir sus monumentos infinitos a la falta de ideas y de originalidad.

Aquellas películas que marcaron a una generación y crearon un mundo fantástico de referencias pop que ayudaron a construir una mitología contemporánea que rompió fronteras y contribuyó a la paz en el mundo fueron como esos descubrimientos de mesones de carretera que te dejan como nuevo. Hoy, un Hollywood sin ideas y sin ningún respeto por el espectador crea productos que recuerdan más a la cocina congelada de microondas. Calentar y listo. Calentarles la cara era lo que había que hacer a los listos.

De qué va

Voy a contar de qué va añadiendo cosas que los guionistas y director revelaron en alguna entrevista. Tengo que empezar diciendo que todo lo que habéis visto en las anteriores cuatro películas de Terminator no existió.

La típica cara que se le queda al espectador.
La posibilidad de los viajes en el tiempo hace que nuestro universo sea uno de los infinitos posibles. En este multiverso existe Skynet, que es una inteligencia artificial que no tiene mejor cosa que hacer que procurar la extinción de los seres humanos. En múltiples iteraciones de líneas temporales Skynet ha sido derrotada una y otra vez y una de las versiones de Skynet llega a la conclusión de que el motivo de su derrota es la existencia de John Connor, líder de la resistencia humana contra las máquinas, quien siempre parece ir por delante de los malvados planes de Skynet.

(¿A que ya os habéis perdido completamente? Es que ahora Terminator es esta mierda. Las cuentas, al maestro armero).

En uno de los universos posibles, mientras la resistencia acaba con el centro de Skynet, John Connor y su grupo asalta las instalaciones donde Skynet construye una máquina del tiempo. Oh, pero llega justo después de que la AI enviara un Chuache al pasado. Por las grabaciones que le dejó su madre Connor sabe que el Terminator que acaba de enviar Skynet al pasado tiene la misión de matar a su madre. Pide voluntarios para viajar en el tiempo y elige a Kyle Reese, que es su colega, pero también su padre.

Se monta Kyle en la máquina y cuando empiezan los rayitos y los colorines ve cómo un Skynet con forma humana asalta a John Connor. Esta imagen provoca que Kyle pase a tener recuerdos de dos líneas temporales diferentes y si esto te parece estúpido te informo que a los propios guionistas de la película también se lo parece.

A la mierda con todo ya.

Pamba. Aparece el T-800 en Los Ángeles de 1984. ¡Hey es el comienzo de la primera peli de Terminator! No, qué va. Sarah Connor y Chuache (?) se cargan al T-800 de forma muy fácil. ¿Eh qué pasa aquí? Mientras tanto, Kyle llega a 1984 y empieza a perseguirle un T-1000 (el robot de metal líquido, antagonista de T2: El día del juicio). Sarah y Chuache salvan a Kyle y se cargan al T-1000. Todo esto en la primera media hora de película. Es decir, los dos antagonistas de las dos primeras películas de Terminator (las buenas), que recuerdo que eran enemigos temibles y los protas las pasaban canutas, son tratados aquí como camareras de un tugurio de los arrabales de Panama City.

Por si fuera poco, después de estas primeras escenas de acción donde los protagonistas no corren ningún peligro ni existe ningún tipo de tensión, la película frena en seco quince minutos para vomitar información al espectador (típico recurso del guionista vago). Sarah Connor explica a Kyle —quien se esperaba encontrar a una camarera con el pelo cardado— que cuando era niña Chuache la salvó de un ataque de un Terminator y desde entonces lleva toda su vida entrenando para acabar con Skynet. A su vez Chuache no puede decir quién le envió a los años 70 con la misión de proteger a Sarah Connor porque esta película no siente el mínimo respeto por el espectador.

¿Por qué no un Terminator y el Conde Drácula?
Bien, todo explicado ¿no? ¿NO?

Además por casualidad Chuache y Sarah Connor estaban construyendo una máquina del tiempo (tengo ganas de echarme a llorar) con la que ir a 1997 —año en que (creen) se activa Skynet— para evitar el día del juicio. Ah, pero Kyle les convence rápido de que en lugar de ir a 1997 deben ir a 2017 porque mientras viajaba en el tiempo adquirió nuevos recuerdos según la recomposición de la nueva línea temporal.

*Pausa para vomitar*

Pamba. Kyle y Sarah aparecen en el San Francisco de 2017, los detiene la policía —aparecieron desnudos en mitad de una autopista aunque a Daenerys no se le ve nada— y los llevan a un hospital donde descubren que la nueva aplicacion de Android que se llama Genisys se va a convertir en Skynet.

En estas, de pronto aparece John Connor en plan colega. Venga vamos a acabar con Skynet, decidme vuestro plan. Y aparece Chuache —que no podía viajar en el tiempo así que se quedó 23 años esperando— y dispara a John. Oh, qué movida. Resulta que John es un Terminator avanzado al que Skynet sustituyó todas las células de su cuerpo y envió al pasado para desarrollar la killer app de Android.

John Connor es malo, como el director y su madre.
Los tres buenos van a un refugio a proveerse de explosivos para reventar las instalaciones de Android y John Connor los persigue. ¡Explosiones! ¡Persecución! ¡Emocionaje! Total que llegan a Android, colocan las cargas, Sarah y Kyle se esconden en un búnker que tiene Android en sus oficinas (?) y Chuache y John Connor pelean dentro de un prototipo de máquina del tiempo. Explota todo y afortunadamente Chuache se salva porque cae en una marmita de polialeación mimética que le otorga el poder del metal líquido.

Cero sensación de peligro.
Una vez evitado el día del juicio viajan a casa de Kyle para que Kyle le diga a Kyle-niño que recuerde que Genisys es Skynet. Aunque ese niño ya está salvado junto a toda la humanidad, así que la visita dominguera no tiene ningún sentido.

Empiezan los títulos de crédito y te los cortan de pronto para enseñarte una bola roja que se supone que es Skynet que está en algún sitio escondido. Fin.

El almanaque de Biff Tannen

Al menos Regreso al Futuro no se toma en serio.
Kyle va a 1984 y se encuentra con que Hill Valley ha cambiado. Existe una nueva línea temporal, Sarah Connor es una guerrera y tiene a un Terminator que la protege desde que era niña. Esto sienta la base de la película pero en ningún momento te explican por qué esto es así.

Las tres primeras de Terminator tenían cada una un antagonista superior al anterior: Chuache, Metal Líquido y Terminatrix. En estas aparecen variaciones de los tres pero en ningún momento son un rival dificil: sólo hay que disparar y ya. De hecho, algo malo de la película es que no existe la sensación de peligro en ningún momento.

Emilia Clarke. No es lo peor de la película (aunque un papel protagonista todavía le viene grande), pero se trata de una Sarah Connor que ya no nos importa mucho. Sarah era la protagonista de las dos primeras de Terminator y de hecho existió una justificada evolución del personaje: de la camarera punk que necesita ser salvada a la guerrillera medio loca con pocos escrúpulos. Ahora la nueva Sarah lleva toda su vida sabiendo que existe el día del juicio y se ha vuelto una redicha insoportable. Bueno, insoportable no porque es Daenerys de la Tormenta.

Un Skynet bien hecho.
Skynet. Skynet aparece con forma humana (de uno de los últimos Doctores Who) lo que me parece un tremendo error. Lo bueno que tenía Skynet es que es El Horror Sin Forma. Una especie de entidad malvada que envía a sus avatares a matar a los humanos. La omnipotencia y omnipresencia de Skynet lo hacía dificil de eliminar, como a Sauron.

John Connor. John es la figura mesiánica de la franquicia, es El Héroe Prometido que redimirá a la humanidad. Una buena revisita a la saga no tendría ni que enseñar a John Connor, era mejor dejarlo como figura semi-mítica o a lo sumo solamente enseñarlo en el futuro dirigiendo a la resistencia. En esta película un John Connor transformado en Terminator por Skynet viaja al pasado para construir a Skynet, es decir, se cargan el mito del héroe y ni siquiera los guoinistas saben muy bien por qué lo hacen (si existen infinitos universos con infinitos Skynet ya nada tiene sentido).

Chuache. Buf, en serio, entiendo que tengas que pagar la hipoteca pero si te quieres reir de ti mismo haces otra película de Los Mercenarios y nos dejas tranquilito al robot del futuro. Se nota demasiado que Chuache ya no está para trotes y las escenas de acción son sustituidas por animación por ordenador con un resultado que pretende ser espectacular pero se queda en grotesco.

Lo bueno:
  • La banda sonora original, de 1984.
  • Cuando JK Simmons quiere ayudar a Sarah y le pide que le explique qué está pasando, Sarah le dice que quiere salvar al mundo. Simmons, que ha visto a los Terminator en acción, acepta esa respuesta y no hace más preguntas.
Lo malo: 
  • No explican quién envió a Chuache a los años 70.
  • No explican por qué Kyle tiene recuerdos de dos universos.
  • Una película de 150 millones no puede tener peores efectos que los de Parque Jurásico 1.
  • Los malos no sólo no dan miedo, es que no son rivales.
  • No me acabó de agradar la escena en la que los guionistas violan a Chuache.
  • La cuenta atrás para que se active Skynet. A estas alturas este cliché no está justificado en la saga.
  • Saber que pretenden hacer otras dos películas con esta nueva continuidad. 
  • Saber que no será un fracaso en taquilla y que Hollywood seguirá sin aprender.
Ojete Calor - Cuidado con el cyborg:



viernes, 10 de julio de 2015

¿Para qué sirven las elecciones en Grecia?

Para este viaje no hacían falta alforjas. Tras tantos juegos de palabras con "dracma" y "drama", tras tanta sangre derramada en los significados de la tragedia, tras tanta alharaca con la llegada de los jinetes del Apocalipsis, tras tantas tertulias de indocumentados —si creéis que la de La noche en 24 horas es mala, esperad a escuchar la de 24 horas en RNE—, tras tanta extraordinaria demostración o expresión con que por ligero motivo se manifiesta la vehemencia de algún afecto, como de ira, queja, admiración o alegría en el asunto de la crisis griega; al final volvemos a la casilla de salida.

Griegos trabajando.
No exactamente a la casilla de salida, ya que por el camino hubo un impago al FMI y ahora los acreedores tienen que ser más exigentes con Grecia. Por no mencionar que el espectáculo de insultos que han recibido los países de la UE por parte de los tarados del gobierno griego tampoco ayuda a que las nuevas reformas sean apoyadas en el resto de países.

"Gobierno griego". Puede que este sea un sintagma demasiado aventurado. Grecia no conoce gobierno desde la época de los Paleólogos. Hablamos de un país del que uno de sus ex-ministros de Hacienda decía que si cerraban los ferrocarriles y le pagaban un taxi a todos los pasajeros el estado ahorraría dinero. Un país que en 1980 con 10 millones de habitantes tenía medio millón de funcionarios y que veinte años después con 11 millones de habitantes llegó al millón de funcionarios.

Un país que básicamente buscó la paz social tras la dictadura por el método andaluz del enchufe y de la instrumentalización político-mafiosa de sus débiles instituciones. Un país en el que orgullosamente circula una explicación histórica al hecho de que esté mal visto pagar impuestos: aluden a la resistencia silenciosa en la época de ocupación otomana. Un motivo de orgullo patrótico griego es no pagar impuestos.

Atenas, 1967.
Es que en ese país que tiene bula progre para matar ballenas y extraer petróleo que es Noruega lo que constituye un orgullo patriótico es pagar impuestos.

En Grecia dicen que trabajan 4 millones de personas, de los que un millón lo hace en el sector público, dos millones en el sector privado y otro millón son autónomos. Aunque escuchemos a políticos indocumentados decir que los autónomos son hérores randianos que crean riqueza, si vamos al contexto fiscal parece que tener una gran proporción de autónomos no es lo mejor a la hora de recaudar iimpuestos (parece que hay alguna evidencia al respecto). En "La deuda odiosa de Grecia" Jason Manolopoulos (jaja) esgrime que tampoco se puede afirmar que dos millones de personas sostengan a Grecia ya que de esos dos millones sólo unos 300.000 ganan lo suficiente y son lo bastante honrados como para efectivamente pagar sus impuestos.

Para los de letras: estoy diciendo que esto es como si la población de Vigo sostuviera al estado portugués.

Si en tu país usáis una palabra concreta y no genérica para hablar de sobornos, sabes que tu país está perdido. Es el caso de la mordida mexicana y del fakelaki griego (literalmente "sobrecito"). Sobornos que se emplean en comprar licencias públicas, hacer que los funcionarios hagan la vista gorda y lograr por ejemplo que en un hospital público atiendan a tu abuelo de 90 años veterano de guerra aquejado de cáncer terminal.

Sobornos y corrupción son cosas distintas al fraude fiscal y a la economía sumergida, pero aún así se puede calcular el coste que supone y en el caso griego estamos hablando del 1,75% del PIB. No sé, imaginaos que Andalucía fuera un país. Buf.

La Grecia de Venizelos (y del Tratado de Sèvres).
Con este panorama lo cierto es que tanto a mí como a las instituciones europeas nos debe dar bastante igual el punto porcentual donde el "gobierno griego" sitúe sus impuestos. Da igual poner impuestos altos o bajos, nadie los va a pagar. Es decir, si hablamos de reformas no podemos quedarnos en la tabla de Excel, hay que ir a cosas más complicadas —que no imposibles— de cambiar como lo que tiene que ver con la moral o costumbre de la res publica.

Sería un gran fracaso colectivo que Grecia dentro de veinte años continuara siendo una especie de paraestado cuya vida pública se pareciera bastante a las zonas italianas controladas por la mafia durante la Segunda Guerra Mundial (una suerte de extraños aliados sobre los que hacer la vista gorda mientras te permitan desembarcar tropas en un conflicto con una tercera potencia).

Si vamos a lo efímero y cortoplacista del asunto que tenemos entre manos podemos observar que la propuesta griega de reformas para pedir dinero es prácticamente igual que las reformas que propuso la Comisión Europea antes del circo que montaron con el referendum:
  • IVA general al 23% (incluyendo la restauración que ahora lo tiene al 13%). El IVA superreducido baja del 6,5% al 6%.
  • Suspensión de los beneficios fiscales para las islas.
  • Impuesto de Sociedades pasa del 26% al 28%.
  • Aumento de impuestos a embarcaciones de recreo.
  • Recorte en Defensa de 300 millones.
  • Creación de impuesto sobre la publicidad en televisión.
  • Vender licencias de 4G y 5G.
  • Impuesto del 30% a los terminales de lotería electrónica.
  • Jubilación a los 67 años.
  • Terminar el subsidio a las pensiones más bajas.
  • Desincentivar la jubilación anticipada.
  • Publicar estadísticas sobre corrupción.
  • Publicar estadísticas sobre productividad de los funcionarios.
  • Crear una agencia de impuestos independiente.
  • Reforma laboral.
  • Liberalización de profesiones.
  • Liberalización del sector hostelero.
  • Privatización de la empresa pública de distribución de electricidad.
  • Privatización del "INI girego".
  • Privatización durante 40 años de 14 aeropuertos regionales.
  • Privatización de los puertos de El Pireo, Tesalónica y Hellinikon.
  • No hablar de la quita de deuda.
Es un bonito programa electoral para el Pablemos griego, el problema es que apenas se mueve de la propuesta previa de la Comisión y, como dije antes, ahora esto no vale. Y tampoco debe valer para los griegos que al fin y al cabo votaron en un manipulado referendum mayoritariamente en contra de estas medidas.

¿Haces votar a la gente en contra de una movida que presentas dos días después? Con "estos tipos toman a la gente por idiotas" me quedo corto. Y esto seguro que no lo pienso sólo yo: ahora varios parlamentos europeos —España no, claro, porque aquí jugamos con la carta de "El parlamento es de débiles y cobardes" que tan bien nos funciona— deberán aprobar este paquete de medidas y recordemos que allá en la lejana y alienigena Europa muchos gobiernos son de coalición (o tienen diputados que pueden votar en contra de su grupo, (oh menudo movidón)).

Malta mola.
Como vemos, el "gobierno griego" necesita una mayoría en la cámara para aprobar su propuesta, todo parece indicar que habrá desavanencias entre los syrizos, pero curiosamente los de To Potami apoyarán en esto al gobierno, así que presumiblemente será aprobado ante una audiencia griega que se rascará la cabeza preguntándose para qué diantres fueron llamados a votar en el referendum... y en las elecciones. Es más ¿para qué sirven las elecciones en Grecia?



lunes, 6 de julio de 2015

Ad calendas graecas

En seis meses el gobierno neocomunista griego ha conseguido devolver al país a una situación de incertidumbre que no se veía desde hace tres años. No sólo la última declaración del Eurogrupo no contó con la participación de Grecia (lo que los coloca técnicamente fuera del euro) sino que además la necesidad política del gobierno de coger oxígeno y aumentar su popularidad recurriendo al nacionalismo mediante un referendum de afirmación nacional y reválida al gobierno los ha colocado también políticamente en contra de sus acreedores, es decir, de mí y de ti.

Personas trágicas.
Pero el comodín del nacionalismo tiene poco recorrido. Llega un punto en que las banderas y los discursos sentimentales no ponen lentejas en el plato. Sólo un inconsciente o un sociópata puede pensar que los acreedores de los helenos de pronto van a decir que sí a todas las idas de olla que se les ocurran a los populistas.

Existe una desconexión de la realidad muy curiosa estos días con el asunto griego. Mientras Syriza, los nazis, Le Pen, Beppe Grillo, los narcoterroristas venezolanos, Putin, el Kichi, el Coletas, los eurófobos británicos y lo mejor de cada casa celebra con entusiasmo las banderas griegas, los insultos a quienes no son griegos, el corralito y el más vale honra sin barcos; los acreedores de la deuda griega se rascan la cabeza y se preguntan qué ha cambiado. La respuesta es inmediata: nada ha cambiado.

Poor Greeceball!
Es necesario ser un tarado para pensar que el pensionista eslovaco que escarba en busca de raíces para cenar tiene que pasar todavía más hambre para que el gobierno griego abra otro canal de televisión pública.

Esta desconexión de la realidad se hizo más patente que nunca la noche del referendum de adscripción al líder heleno. Mientras los periodistas extranjeros y los turistas hacían botellón en la plaza Syntagma de Atenas, el canal público alemán ARD emitía un programa especial sobre la salida de Grecia del euro.

El PIB griego está por debajo de los 250kM€, echad cuentas.
Cantar "na na na na lídeeer" es gracioso y divertido, pero Grecia ya ha fallado un vencimiento de deuda con el FMI (que hace que el FMI ya no pueda prestarles más dinero, con lo que el resto de acreedores tienen que aumentar sus préstamos) y necesita que el BCE aumente su techo de liquidez. Un envío de dinero que tiene que venir acompañado de un nuevo préstamo.

La cosa parece sencilla pero no lo es: Grecia no sólo no está en posición de devolver préstamos sino que es incapaz de pagar nóminas y pensiones. El país, hasta que llegó Syriza al poder estaba en superávit primario, con perspectivas de crecimiento y en seis meses vuelve a estar en bancarrota. Si hubiera algún adulto responsable en el gobierno heleno procuraría lograr un acuerdo con los acreedores cediendo en algo, pero a lo que se ha dedicado el gobierno ha sido a insultar a los acreedores y a hacerle el amor a su bandera.

Seis meses de Syriza.
Además circula una lisérgica y disparatada idea que dice que el Eurogrupo no puede permitir que se de la salida efectiva de Grecia del euro ya que eso sentaría un precedente y provocaría inestabilidad, etc. Grecia lleva una semana de corralito (60€ tope diario de efectivo) y un nuevo acuerdo no está a la vista. Los grandes capitales ya abandonaron el país en los últimos años y hoy son los pepitos griegos los que corren a guardar bajo el colchón los pocos euros que tienen mientras les dejan hacerlo. Los bancos griegos están en una situación límite y es buen momento para recordar al personal que el dinero que tiene un pepito en un banco es dinero que se ha convertido en un préstamo a ese banco. Sin aumento de liquidez, sin un nuevo rescate, los bancos griegos quebrarán y el gobierno griego lo sabe. Hoy el debate no está donde quiere Syriza —condiciones más flexibles para un rescate— sino donde no lo quiere nadie: la posible nacionalización/concentración de la banca privada griega.

Naturalmente que en otras condiciones este sería un resultado deseado y buscado por los neocomunistas: poder controlar el sistema bancario es el principal objetivo de todo gobierno autoritario que se precie. El problema que tienen es que acabarán controlando un sistema bancario que tiene las arcas vacías.


La ilusión de que la mayoria de los griegos —tras una campaña en la que se vetó a quienes estaban en contra del gobierno y no se dejó votar a los residentes en el extranjero ni por correo— respalda a su gobierno no significa nada para los acreedores letones y eslovacos. Sin duda que el referendum y el desfile de banderitas griegas sólo se explican en términos de la política interna griega y por eso los parados letones y los pensionistas eslovacos seguirán exigiendo a sus gobiernos que no cedan en las condiciones para enviar un nuevo préstamo a los jubilados griegos de 50 años. Pero si el gobierno griego se ha fumado un pimiento y cree ahora que su posición está reforzada no parece que vayan a ceder. Y sin ceder no habrá préstamo y sin préstamo Grecia tendrá que inventarse algo que parezca dinero.

Curiosamente, entre tanta fanfarria ha pasado desapercibido un apunte del ministerio de economía heleno: la creación de pagarés y el aumento de las restricciones en el control de capitales (robar a la gente todo lo que tenga por encima de los 8.000€ en el banco). Hasta alguno en el gobierno griego —intoxicado por un yogur en mal estado— ha metido la patita al decir que el gobierno puede aplicar las provisiones de emergencia del Tratado de Lisboa, entrar en el Banco de Grecia y darle a la máquinita de emitir billetes de euro (actualmente Grecia es uno de los países que imprime billetes de 10€). Dicen que podrían llegar a este extremo metiéndose en litigios legales ante la situación de emergencia. Yo también puedo decir que soy el embajador de Prusia en Siam.

Usar pagarés como los de California tiene un pase si eres California, tienes a Sillicon Valley y un PIB que te coloca como octava potencia económica del mundo.
Muchas cosas están en el aire (yo no descarto que el gobierno heleno llegue a un nuevo acuerdo con sus acreedores) pero lo que sí sabemos seguro es que en una semana Syriza tiene que decidir si paga nóminas o devuelve un préstamo de 465 millones al FMI (faltó al anterior pago y lo razonable es pensar que vuelva a impagar). A finales de mes les vence un préstamo de 3.500M€ del BCE, para eso fijo que no tienen dinero si no les empiezan a llover pepitas de oro. No pagar al BCE es algo muy distinto a no pagar al FMI. No pagar al BCE supone la expulsión del euro porque el euro exige de unas obligaciones que cumplir. Igual en unas semanas estaremos hablando de si la salida del euro supone también la salida de la UE, que ésa es otra. O estaremos hablando de los avales que hemos concedido a los griegos y hemos perdido porque aquí atamos lo perros con longanizas.

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