Hay que decir que el IRPF es un invento muy reciente. Su origen se remonta a menos de hace 40 años cuando se aprueba la Ley sobre Medidas Urgentes de Reforma Fiscal. El IRPF aparece por tanto como una "medida urgente" en un periodo concreto de la historia de España. Y tal como se planteó así quedó. Las innumerables reformas posteriores no cambiaron un ápice el "espíritu de la ley".
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Los típicos funcionarios de Hacienda. |
Pongamos que hay 20 millones de personas que declaran su renta a los Oompa Loompas de la Agencia Tributaria. Sumando las partes general y del ahorro de las bases imponibles que declaran esos 20 millones de fulanos, por los ordenadores de Hacienda desfilan unos 400.000 millones de euros. Lo que significa una media de rentas de 20.000 euros por Pepito.
Aquí viene mi primera bola número ocho: si en lugar de colocar sobre un eje lo que declara la gente, se colocara a la gente, la perspectiva cambia. El Pepito número 10 millones ¿cuánto creéis que declara a la Agencia Tributaria? ¿Unos 20.000 euros? Si está en la mitad del eje, declarará sobre la mitad del eje ¿no? Clase media in da house ¿verdad?
Pues no. Y aquí viene la nota importante. El Pepito número 10 millones declara unos 15.000 euros. Media y mediana están notablemente separadas. A falta de una explicación mejor, yo sospecho que de aquí parten algunos de nuestros pegajosos problemas. La distribución de rentas tiene poco que ver con una distribución normal en la que media y mediana coinciden. La distribución de rentas se parece más bien a una distribución gamma.
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Distribución gamma. |
Datos aproximados del 2011 (pdf). Más de la mitad de los contribuyentes declaraban rentas por debajo de los 16.500 euros y aportaban el 21% de la recaudación de este impuesto. Solamente de esta frase puede escribirse un libro. La clase media en España es un mito, es una sombra. Un fulano que declaraba en 2011 22.000 euros, estaba en el límite exento. Y más de la mitad de la gente declaró menos de eso.
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Vía ICTlogy |
A la hora de establecer un debate público o tenemos la distribución de rentas del país en la cabeza o mejor vamos a pescar fanecas. Cuando hablamos por ejemplo de políticas públicas y del coste del estado del bienestar no estamos teniendo en cuenta la distribución de ingresos. Y de forma secundaria aparecen además otros problemas, como que estemos lejos en este país de ser una comunidad de intereses compartidos porque simplemente la mayoría de la población vive ajena al coste de la comunidad. No hablo aquí de la bobada de "hacer gasto y no aportar" (es razonable que quien no aporta haga más gasto, suelen ir de la mano estas cosas). Hablo de los incentivos desviados que se generan, de las externalidades negativas. Supongo que no soy el primero en ver una relación entre la costumbre política de su país y su distribución de rentas.
Simplemente tener al 60% de la población reclamando servicios y derechos sin que les toquen ni una micra los costes crea una costumbre política que nos mata. Nótese que no me meto con estas personas: al fin y al cabo actúan de forma racional. Me meto con la respuesta que provocan en el legislador. Ante una gran masa electoral que vive ajena al concepto de impuesto directo, el político responde a sus demandas estirando a una minoría que aporta la mayoría del ingreso.
Vale, sé que el IRPF no es la única fuente de ingresos del estado, sé que todo el mundo paga IVA y que existen innumerables tasas, además de otros impuestos especiales. Continúo.
Volviendo al 2011. El 81% de la gente declaró rentas inferiores a los 30.000 euros. Es decir, si ganas 30.000 euros brutos estás en el exclusivo grupo del 19% de ricos de este país. Para ser gráfico: cambiar de automóvil cada diez años y comprate un televisor en color te coloca en un grupo exclusivo de ricochetis.
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Me temo que no, amiga. |
Cada situación personal es un mundo y se conocen las diferencias de rentas por unidades de consumo y por hogares. No es lo mismo ser un trendy-single-hispter-pesado que tener dos niños y a la suegra con gota empantanada en el sofá. Aunque esos dos hogares declaren 15.000 euros, parece que el primero lo tiene mejor que el segundo (de hecho, el segundo hogar del ejemplo está por debajo del umbral de pobreza).
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Si eres español y crees que esto es barato, perteneces a un minúsculo porcentaje de la población. Enhorabuena. |
Nos hacemos trampas al solitario al meter en el mismo furgón a quienes declaran 15.000 y a quienes declaran 30.000. Si definimos la clase media como la clase de personas cuyos ingresos se acercan a la media, esa clase media está sobre los 20.000... y ya prácticamente no paga impuestos.
De lo que se trata, si de verdad queremos dejar de trampearnos a nosotros mismos, es de poner negro sobre blanco la realidad de nuestra situación. De 20 millones de personas que declararon su renta a Hacienda en 2011, el límite exento —con caracter general— mandaba a su casa al 70% de la gente. Dicho de otro modo, 6 millones fueron lo bastante ricos como para pagar IRPF. ¿Con estos hilos queréis hacer una manta? Nos hundimos.
Resumen
Mi bala de plata es la cosa más odiosa y menos debatida que habréis leído en vuestra vida: subirles los impuestos a los más pobres. En idioma políticamente correcto sería algo así como flexibilizar la universalización de las contribuciones de caracter general de las personas físicas. Se trataría de algún modo de bajar el límite exento e incluso establecer un nuevo tipo para las nuevas rentas más bajas, que según el ejercicio de 2011 podrían colocarse en el 20% de las declaraciones (a partir de 5.000 euros).
Sí, ya sé que hay hogares que ingresan 35.000 euros y las pasan canutas y no tengo que imaginarme lo que sucede en los casos en que la renta anda por los 16.000, vivo en una comunidad en la que definimos la clase media por ferrados y fanegas. Es evidente que ante rentas tan bajas deben existir deducciones y exenciones con caracter especial. Pero con caracter especial, que más gente pague impuestos directos debería ser la norma.
Básicamente la razón importante que doy para subir los impuestos a las rentas más bajas, es que en este país las rentas son más bajas. Y los impuestos no tienen una única función de recaudación, sino también la función de crear la comunidad política. Si el número de personas a las que les duele ese nuevio macrofestival de la rotonda canina aumenta en solo un millón de personas, los resultados de las elecciones sufrirían un dramático cambio. Y yo creo que ese cambio sería para bien. Que más gente esté implicada en el sostenimiento del estado del bienestar y de los servicios públicos de caracter general, evitaría en el futuro algunos de los problemas del pasado y cambiaría los incentivos para la clase política.