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Valls y Renzi. |
Desde el BCE le dicen que se limite a cumplir con los objetivos de estabilidad que son iguales para todos. El primer ministro francés, el también socialista Manuel Valls viene de proponer un recorte del gasto público de 50.000 millones para los próximos tres años y una bajada de impuestos para animar la recuperación. ¿Qué hace que el gobierno francés se ciña al mandato europeo y el italiano busque tirar un poquito para casa? Me inclino a pensar en que es la propia política interna italiana la que evidencia estas diferencias. En Francia no están para bromas. El Frente Nacional le sopla en la nuca al gobierno y Valls, que es socialista pero no demasiado tonto, ha tomado la dificil decisión de marcar distancias con el discurso económico de los nacionalistas. Recordemos que la tropa de Le Pen pide directamente la salida del euro y recuperar la soberanía monetaria.
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Pepito Grillo y Nigel Farage. |
Una vez que los socialdemócratas europeos se han dado cuenta de que Valls no es el muñequito que agitar para crear la sensación de una alternativa política en Europa, han vuelto su rostro hacia Renzi. El italiano tampoco es que sea un caído del cielo ni un revolucionario. De hecho, él mismo se enfrenta a la oposición de los fundamentalistas de Pepito Grillo (y sus aliados nacionalistas) y si todavía sigue en el poder es por la descomposición de la derecha italiana (¿cuántos partiditos de diputados díscolos de la derecha van ya?). Pero que no parezca una estrella fugaz depende todavía de llevar a cabo reformas profundas. Está en ello, como atestigua la reforma electoral (ley electoral mayoritaria porque mi animal mitológico italiano favorito se llama "estabilidad política") y reforma territorial.
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Mola. |
Dixieuropa
No podemos pasar por alto ciertas similitudes entre España, Portugal, Italia, Grecia y Francia. En todos estos países que representan la mitad de Europa las alternativas socialdemócratas han desaparecido. Renzi gana muchas portadas porque todavía no ha comenzado a gobernar. Está por ver si tiene más alternativa que la que tuvo Monti en su día. Pero más allá de las medidas económicas que se dirigen al ajuste de ingresos y gastos, todos estos países ven la eclosión de cierto fundamentalismo político que ve en el euro un grave error. Le Pen, Pablemos, Pepito Grillo y los greconazis (todavía no parece en Portugal surgir un movimiento fundamentalista similar, tiempo al tiempo) representan exactamente lo mismo: la querencia por recuperar la soberanía perdida, la demanda de controlar la política monetaria para poner la máquina de imprimir billetes a toda pastilla y en definitiva la ruptura política con la UE.
Los partidarios de la libertad podemos (y debemos) criticar este programa, pero al menos reconocemos que es un programa. Los socialdemócratas, aparte de seguir lo que hacen los populares y conservadores, no sabemos muy bien qué quieren ser de mayores. Por supuesto que dentro del juego de los modelos políticos, no ignoramos que no existe una alternativa liberal, pero es que en Dixieuropa el liberalismo es pecado, como Sicilia o Andalucia demuestran cada día.
Dixieuropa no es Dinamarca o Suecia y eso nosotros lo tenemos asumido. Quienes no lo asumen son los socialdemócratas que tienen una alternativa: o hacer como Manuel Valls y Mariano Rajoy o hacer como Le Pen y Pepito Grillo. La elección es suya, pero deberían recordar que cuando la gente puede elegir, rechaza imitaciones.
Más:
- Simon Nixon - Why Draghi Blasted Renzi
- Crítica de Lucas
- J. M. Keynes - Economic Possibilities for our Grandchildren
1 comentario:
La falta de un proyecto claro por parte del consenso Socialdemócrata (incluyo aquí a los socialistas de orden y a los conservadores) se debe, en mi opinión, a la propia crisis del Estado - Nación, concebido en el siglo XIX.
El marco en el que dicho consenso Socialdemócrata se mueve es el del Estado - Nación, por lo que al deteriorarse éste, aquel deja de tener sentido.
Que los populismos tengan un proyecto claro, hombre es relativo. Siempre es mas fácil destruir, señalar los problemas y prometer el paraíso en la tierra, que cuadrar presupuestos, legislar sobre las Instalaciones Eléctricas de Baja Tensión y negociar con los representantes de la contrata de recogida de basuras, que es lo que un gobernante normal debe hacer.
En mi opinión estamos ante un cambio histórico de la magnitud del que tuvo lugar con la Revolución Francesa. No sé si el hito histórico arbitrario (como la toma de la Bastilla) que se tomará dentro de 200 años para señalar el cambio de era ha sucedido ya (¿11S?, ¿Lehman Brothers?,...) o está por venir. Tampoco sé si será un cambio mas o menos pacífico (como el Renacimiento) o habrá un baño de sangre (como en la mencionada Revolución Francesa). Lo que si se es que el mundo que conocemos está resquebrajándose, y la próxima generación se moverá en un marco completamente diferente al actual.
Lo que no es necesariamente malo. El Estado - Nación nos ha llevado a las dos guerras mundiales, así que no creo que se merezca derramar una lagrima por él.
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