martes, 15 de julio de 2014

Retales generacionales

Dice Raúl Minchinela que la política puede ser explicada por las películas de Regreso al Futuro. Al presentar la primera parte de esa trilogía como el espejo de los programas conservadores y la segunda parte como el espejo de las acciones de los progresistas, cualquiera que haya crecido con las películas puede comprender a qué se refiere cuando afirma que los conservadores prometen viajar al futuro pero siempre regresan al pasado y que los progres prometen un gran cambio en el futuro pero siempre se quedan donde estaban.

Sin embargo, esto que es tan sencillo de comprender para mi generación, pasa por galimatías inexplicable para quienes construyen la política realmente existente. Vuelvo una vez más sobre el tema del problema generacional.

Hablo de esto.
Parece una bobada y a los aficionados a la historia el cuento les sonará, pero tal vez no falle mucho el tiro si digo que estamos en una época de transición. Sí, ya sé que en cada momento de la historia se dice que se está en transición y también sé que en términos mundiales tal vez Fukuyama no haya fallado el tiro y realmente se haya producido el fin de la historia. Pero al menos a nivel local no se puede ignorar cierto cambio en nuestra sociedad.

Cuando en la guerra del 14 se acaba el siglo XIX, finaliza con él el campesinado. El campesinado fue el sector demográfico protagonista desde el Neolítico. Cuando el mundo libre gana la Tercera Guerra Mundial, se acaba con él el proletariado o el obrero industrial. El obrero industrial fue el gran protagonista del siglo XX. Sobre todo tras la posguerra fue la mejora de condiciones de vida del obrero lo que hacía funcionar la maquinaria. Hoy se acabó eso y no sabemos a ciencia cierta sobre qué ejes pivotará la historia.

Este baile como pollos sin cabeza lo vemos muy bien en nuestro país. Frente a quienes creen que seguimos en los años 70 estamos quienes hemos desarrollado nuestras referencias en las últimas décadas. No conocemos un mundo sin microondas ni viajes al extranjero. Claro, las apariencias juegan en nuestra contra porque ahí siguen los mismos. Y no se trata mi postura de una queja banal sobre conceder poderes mágicos al hecho biológico. No. Yo reconozco que la edad no tiene nada que ver en esto o que tiene poco que ver. Conozco a ancianos de 30 años y a jóvenes de 60. Confieso que los jóvenes de 60 me suelen provocar una mezcla de pánico y asco, pero ahí están.

La Pasarela Gaudí es cultura. En la foto Xavier Trias, Stacy Keibler, Alberto Palatchi, Petra Nemcova, Artur Mas y el mentón de Artur Mas.
Hablo de la desconexión. Y el término desconexión no lo elijo arbitrariamente. Como tampoco eran arbitrarias las pancartas del 15M con sus referencias a la sociedad digital ("reiniciando el sistema",  "instalando democracia", ¿os acordáis?). Hay otro lenguaje, otros modos de relación que están como delante de un muro que no pueden escalar. Este muro lo construyen quienes nos quieren salvar de nosotros mismos. Este muro, en una época en la que ya no existen los movimientos románticos, provoca la petición que puedo resumir en la frase "dejadnos cometer errores".

Desde luego que para mí, que me gusta la prudencia (virtud precristiana) y que rechazo el dinamismo jovial impostado (pues aparentar ser joven y dinámico es lo más viejuno y ridículo que pueda haber), tiene más peso el aspecto estético que el fondo. El fondo al fin y al cabo obedece a reglas conocidas y en las que todos nos movemos (solamente los tramposos y los botarates quieren jugar sin reglas). Es la estética, en un mundo ligado a la imagen y a lo instantáneo, el más reciente campo de batalla político y social.

El juez Javier Gómez Bermúdez, junto a su nueva pareja, Carolina Moreno Marín (VANITY FAIR). Muy setentero, pero sabiendo que su ex-mujer es la tertuliana pescadera, chapó por su señoría.
Y cada mes que pasa los estertores de lo viejo que no acaba de morir se nos muestran más claros. Tenemos por ejemplo en la llamada "cultura" (ese cajón de sastre que no se puede definir pero que está en boca de todos) conflictos sobre supuestos derechos adquiridos entre quienes están "dentro" y quienes están "fuera". La facturación del cine en España está en torno a los 500 millones de euros y la facturación de los videojuegos supera los 750 millones, pero en el telediario siguen dedicando más tiempo al cine que a los videojuegos. Se nos vende un mundo inexistente. Podría hablar de One Direction, que es un grupo juvenil que se supone que produce basura, pero sin embargo consigue una entrega de sus seguidores que ya les gustaría a los Rolling Stones en sus mejores días. Sin embargo, la prensa nos muestra a esas adolescentes como idiotas, cuando quien aprueba esas noticias había que verlos en los guateques de barrio, entre mirindas y heroína.

Se nos vende un mundo inexistente en el que hagamos lo que hagamos las cartas ya están repartidas y a nosotros nunca nos tocan los comodines. Pero como en los buenos juegos de cartas, el azar no ha tenido nada que ver: quien reparte las cartas es el que se lleva la mejor mano.

La pregunta es: ¿realmente se nos vende un mundo inexistente o es que nosotros vivimos en un mundo invisible? Cuando sales del metro y miras el tuiter para saber si el dépor ha ganado el partido de esa jornada, te encuentras con la noticia de un fulano en China que logró comer gratis durante un año en la zona vip de un aeropuerto. Nunca antes en la historia de la humanidad fue posible que tú mismo por tus medios, en mitad de la calle, tuvieras noticia de una insustancial anécdota ocurrida al otro lado del mundo. Y no te hace falta un servicio de espionaje mundial, ni un satélite propio ni grandes alardes. Tu fuente de noticias la llevas en el bolsillo, no se ve, es invisible.

Hablo de esto también.
Es más, no sólo llevas tu fuente de noticias y chismorreos en el bolsillo sin que se te note. Es que llevas en el bolsillo una docena de bibliotecas de Alejandría. Y no sólo llevas esas bibliotecas, sino que además, las llevas ya marcadas con la posibilidad de ir a lo que en concreto te interesa o necesitas. Creo que todavía algunos no han digerido esto. Las propuestas legislativas sobre propiedad intelectual —a cada cual más cazurra— dan fe de ello.

La desconexión de la que hablo no sólo crea dos mundos que conviven en el mismo espacio, sino que además de vez en cuando se pone en evidencia como le ha pasado a cierto alcalde recientemente. Alguien debería de estar echando un vistazo a los datos. Datos que refuerzan mi idea de "transición":


En ocasiones los datos sirven para hacer predicciones sobre el futuro. A nosotros nos queda la capacidad de distinguir entre moda y futuro. Hay modas pasajeras y hay fenómenos que llegan para quedarse. Saber distinguir entre estas dos cosas es la facultad que hace a alguna gente muy rica. ¿Os acordáis hace unos años cuando se decía que el hidrógeno iba a sustituir al petróleo como fuente energética de nuestra sociedad? Se vendieron libros por un tubo. El caso es que aquellos libros y aquellas entrevistas en La 2 Noticias las hacían fulanos que sabrían mucha sociología, pero nadie preguntó a ningún físico. Oiga, para transportar hidrógeno por hidrogenoductos tienes que mantenerlo a 250 grados bajo cero y presurizarlo. ¿Estamos consumiendo hoy hidrógeno para hacer filloas? No. Se saca petróleo del esquisto. EEUU ya es exportador neto de petróleo y los árabes han perdido un comodín. Modas y futuro, insisto. Y quien maneja coordenadas de hace 40 años, está fuerísima, porque su futuro es nuestra moda.

Se supone que ahora enciendo fuegos artificiales, repican las campanas y hablo de nuestro futuro. Pero no hay fuegos artificiales ni campanas. Si a alguien le interesa nuestro futuro, puede comenzar por el Critón de Platón y continuar a partir de ahí. Sé que no os lo esperabais, pero así están las cosas: huyamos de los jóvenes que quieren seguir siendo jóvenes toda la vida. Peste de tíos.

Report: 95% Of Grandfathers Got Job By Walking Right Up And Just Asking



2 comentarios:

Enrique dijo...

Hombre, fans de One Direction y "beliebers" las ha habido siempre y es difícil retratarlas a la puerta de una biblioteca. El problema no es ese sino darle el mismo tratamiento a la gira de Sabina y Serrat. Rabiosa actualidad. Pero incluso dentro de lo que cabe con esos grupos no existe tanta "desactualización". Al fin y al cabo son grupos de radiofórmula. Quien más quien menos conoce por ejemplo a Shakira o Lady Gaga.

El abismo real se nota cuando se trata de artistas fuera de ese circuito. Es decir, grupo del que no se ha hablado nunca en ningún medio (ni en sus programas musicales) pero que resulta que tiene un éxito tremendo e incluso suena su música a todas horas en esos mismos medios (anuncios, cortinillas, videomontajes).

¿Por qué ocurre eso? Pues porque el tipo que escoge la programación no es el mismo que el becario que edita los vídeos. Para uno no existe nada de lo que no haya oído hablar antes. El otro sabe que está a un click de distancia de la música de moda, y que no necesariamente es la que suena en las radios.

spartan dijo...

Si miramos los telediarios te tengo que dar la razón, pero es que las teles en algunos aspectos (como la música) lleva desfasada desde los 80 o 90s. Y si ya vamos a la información general, yo siempre las he visto retrasadas o por lo menos muy insuficientes porque yo leía periódicos (no todos los días, pero si comía fuera lo leía y los domingos me lo compraba). Y ahora por supuesto leo en internet. Pero la tele sigue siendo importante mal que nos pese.

Además hay que pensar quién ve la tele. Los que nacieron en los 30, 40, 50s. Posiblemente el cambio finalice con los niños que ahora tienen 1o annos, puros nativos digitales. Los treintaañeros del 15m conocieron relativamente los cassettes y hasta el 2000-2005 internet no era tan masiva como ahora (y era aún 1.0).