martes, 3 de junio de 2014

De lengua de élite a lengua de campesinos

Hasta época recentísima, jamás la lengua determinó la nación. Cuando una élite europea de burgueses se inventa el concepto de nación política, no lo hace en función de ningún criterio lingüístico. Es más, la multiplicidad de lenguas era un obstáculo para la construcción nacional. Pero tampoco el mayor obstáculo. Era simplemente un obstáculo más. Y probablemente uno con el que al comienzo de la Edad de las Naciones ni siquiera contaban por no darle excesiva importancia.

Padre Nuestro en glagolítico, catedral de Zagreb. El glagolítico es el alfabeto con el que Cirilo y Metodio evangelizaron a los pueblos eslavos.
Regreso a un tema que constantemente sobrevuelo: el análisis presentista de la Historia. Hasta la mecanización, la inmensa mayoría de la población vivía en pequeñas comunidades rurales, era analfabeta, profundamente supersticiosa y empleaba medio año en trabajar y el otro medio en estar de fiesta. El lector actual sí tiene posibilidades de conocer algunos pensamientos del pasado gracias al milagro de la palabra escrita (milagro en el sentido de que funciona como una máquina del tiempo), pero ese pensamiento del pasado es tan solo una pequeña parte de lo que expresó la élite culta de mayor éxito (ni siquiera de toda la élite culta).

Así las cosas nos resulta imposible conocer las aspiraciones y motivaciones del campesino analfabeto. Por eso le resultó muy sencillo a la élite culta rellenar ese vacío. Recordatorio: ninguna idea campesina que nos venga del pasado nos la transmite un campesino analfabeto del pasado. La élite culta del pasado nos transmite un reflejo de la vida del campesino inculto, y sospecho que en ocasiones esa descripción es una descripción interesada (los cronistas del pasado, puestos a contar la historia de su presente, la contaban como les daba la gana).

Detalle del tapiz de Bayeux que muestra a un sacerdote dándole un puñetazo a una señora al lado de un cohete espacial y con un dragón y un tío zurriendo mierdas en primer plano. La Edad Media era una época muy loca.
En estas condiciones, ¿cómo iba la lengua a determinar ninguna nación cuando la aplastante mayoría de la población ni siquiera sabía de la existencia de más lenguas que la de su aldea? Acepto que en la aldea, en misa, el cura usaba el latín, pero ¿hasta qué punto para el paisano ese latín no era un adorno mágico más de las extrañas cosas de Dios? Hasta la "popularización" de la imprenta, ni el bajo clero ni la baja nobleza seglar pensaban en la lengua como ningún tipo de agregador identitario. Lo que les distinguía era estar bajo un rey u otro. Es decir, bajo una u otra obediencia legal.

Tras la imprenta, efectivamente comienza a surgir una élite culta reducidísima que empezará a tener noticias del mundo. Es esta minoría la que acabará inventando, ya en la Edad de las Naciones, el concepto de lengua nacional. Pero ni siquiera esta idea se puede tomar como ley histórica: el éxito de unas lenguas sobre otras responde a innumerables factores.

«Dominus est non gradus anus rodentum». "El jefe vale menos que el culo de una rata". Ah, Roma, madre de la civilización.
Solamente de forma muy nebulosa, muy indirecta, podía el concepto de lengua significar algo más para el campesino que la mera forma de comunicarse con el vecino de la casa de al lado. Se rompe aquí la idea herderiana de "comunidad cultural" que tanto gusta al nacionalista étnico actual. En una zona catalogada como "reino" o "provincia" por una élite hay identificación grupal o "voluntad de ser" cuando las referencias van más allá de las fronteras y comprenden el concepto de Pueblo de Dios o el de Verdadera Religión (Cristiandad, Roma, Iglesia Ortodoxa, etc). Cuando un extranjero de un lugar a cincuenta kilómetros llega a una aldea hablando otro idioma (u otro dialecto), se le dedicaba la misma ojeriza y desconfianza que si fuera un extranjero venido de mil kilómetros de distancia. En este sentido no se conocía la xenofobia ni el racismo, pues no existía un "nosotros" que delimitara un "ellos". Conforme el estado gana presencia en los asuntos cotidianos, esta idea germinará en la mente de nuestros antepasados. Pero también me gustaría recordar que la historia está llena de excepciones y que no sería raro que un extranjero se pudiera ganar la aceptación y confianza de la gente de la aldea. Aquí habría que apuntar también a la diferencia entre los asentamientos costeros y los del interior.

Salta una pregunta al terreno de juego y nos empieza a regatear: si la lengua no le importaba un carallo al "pueblo", ¿cómo es posible el triunfo del gusto de una élite a la hora de imponer una lengua nacional? Es decir, ¿por qué una lengua y no otra? Recordatorio: cuando aparece el Reino de Italia, solamente algunos vecinos de la Toscana hablaban italiano (el italiano es el toscano. En Italia se hablaban docenas de lenguas y dialectos). Es más, hasta la Primera Guerra Mundial la mitad de los italianos seguían sin conocer el italiano (estos son los detalles de la Historia que no se publicitan y que a mí me encantan: le rompen los esquemas a la gente que sale de casa con su maleta llena de ideas tan preconcebidas como falsas. Y, amigos, salir de casa con la maleta llena de ideas preconcebidas es una forma horrible de ser la cena servil de los manipuladores).

Lengua de élite

Botellón antiguo.
A nadie le importaba una higa lo que hablara el campesino analfabeto. No por maldad, sino porque técnicamente era imposible ponerlos de acuerdo. Pero de alguna forma la élite culta, para poder operar necesitaba algún tipo de idioma común. Durante mucho tiempo, en Europa occidental esta lengua fue el latín. Supongo que hay muchos estudios que explican por qué el latín deja de ser lingua franca. Evidentemente no puedo entrar en esos estudios. Pero puedo apuntar al sentido práctico del continuo dialectal, por ejemplo, en el caso de España. Rápìdo, ve al siguiente párrafo.

Que el castellano se convirtiera en lingua franca sobre otros idiomas que tenían más hablantes cuando aparece, pudo responder más a que surge en un lugar de paso. Un lugar —el sur de la actual comunidad autónoma del País Vasco— que estaba en mitad de un continuo dialectal. Variedades lingüísticas situadas en territorios colindantes muestran una gran inteligibilidad mutua. Dicho en otras palabras, un paisano de Valencia y otro de Coruña tenían más dificultades en entenderse que cualquiera de los dos con un fulano de Vitoria. Eso por un lado.

Hace dos días Francia no era ni un concepto difuso.
Por otro lado está la aparición del estado moderno. La lengua del rey en ocasiones pasaba a ser la lengua en la que se publican las leyes (es el caso español, pero no el inglés. Los reyes ingleses hablaban francés e incluso hoy el lema de la casa real británica está en francés: Dieu et mon droit). El francés moderno no deja de venir de la lengua de la capital, una de las docenas de variantes de las lenguas de oíl al norte del Loira.

Luego está el tema del prestigio. Los promotores del Risorgimento italiano eligen el toscano como la lengua que unificará Italia porque era la lengua en la que escribieron Dante y Petrarca. Igual que ocurrió en la década de 1990 con Songoku y el gallego, en la Edad Moderna los teatros "normalizaron" las lenguas (a Shakespeare se le atribuye el origen de miles de palabras del inglés. Hilando muy fino, sin Shakespeare Inglaterra tardaría más en tener la revolución industrial).

Lengua de élite, lengua del pueblo

Toda historia tiene un comienzo.
Que estas lenguas solamente fueran empleadas por élites muy concretas paradójicamente supuso la causa de su éxito y por tanto el ser tomadas como un rasgo identificativo de una comunidad humana diferenciada. El inmenso número de lenguas y los cientos de dialectos que existían en cada reino de Europa occidental complicaban que de forma "natural" alguna de ellas se elevara al rango "nacional".

El hecho de que se publicara sobre todo en una lengua de élite contribuyó decisivamente a que surgieran gramáticas, correctores, vocabularios y a que se estandarizara la norma. La publicación forzosa de sentencias judiciales, la aparición de academias navales y el éxito del teatro itinerante son algunos de los instrumentos previos a la educación reglada con los que se va alcanzando el rango de "nacional" de lo que en muchos casos eran lenguas minoritarias. A partir de ahí, en los estados modernos la burocracia hizo el resto. Es importante traer aquí el concepto de estado moderno, pues en la formación de lenguas "nacionales" se observan distintos grados de éxito en función del éxito del propio estado moderno («Que siempre fue la lengua compañera del imperio», diría Antonio de Nebrija). Y señalo con el dedo a países como Noruega o la ex-Yugoslavia que siguen a día de hoy renqueando en este sentido porque llegaron muy tarde al estado moderno.

2 comentarios:

Enrique dijo...

"Es importante traer aquí el concepto de estado moderno, pues en la formación de lenguas "nacionales" se observan distintos grados de éxito en función del éxito del propio estado moderno."

Añadiría a la relación un tercer concepto que tiene mucho que ver con los otros dos: el grado de "implicación" del ciudadano dentro del propio estado. Es decir, que el estado saldrá adelante en gran medida si encuentra una colaboración de los ciudadanos; y a su vez, existirá una mayor colaboración en la medida que la lengua oficial se adapte a la de los ciudadanos. Y aunque tampoco tiene por qué ser la lengua uno de los elementos de "construcción nacional", es requisito indispensable que el estado vaya en la misma onda que los ciudadanos. A la gente no le gusta oír que se equivocan por hablar en su propia lengua.

Precisamente los dos ejemplos posteriores fracasan por eso. El "Nynorsk", por intentar construir una normativa que en la práctica no usaba nadie. ¿Qué sentido tiene basarse en los dialectos locales cuando sus potenciales usuarios son analfabetos, y mientras que las "élites cultas" de las ciudades están usando otra normativa? Y el "serbocroata", por intentar unir en una única lengua dos comunidades culturales que ya funcionaban de forma independiente. Puede que tus hablantes se entiendan al 100%, pero si una mitad utiliza tradicionalmente el alfabeto latino y la otra mitad el cirílico, cualquier decisión al respecto va a darle la espalda a una mitad.

Y no hace falta irse tan lejos teniendo aquí el ejemplo valenciano/catalán. ¿Por qué la "construcción nacional" catalana ha fracasado en Valencia (y en menor medida, Baleares)? Pues porque se hizo de espaldas a los referentes culturales que ya había allí. No puedes decirle a unas élites, que desde el s.XV ya hablaban de "lengua valenciana", que se equivocan todos y que en realidad lo deberían llamar "catalán". Como tampoco puedes intentar arraigar una "cultura oficial" completamente distinta a lo que representan Blasco Ibáñez y Sorolla en sus obras, que precisamente tienen un gran éxito siendo costumbristas. Y, por supuesto, no puedes pretender que escritores y lingüistas valencianos acepten una gramática creada por políticos catalanes y al margen de su opinión.
Y ojo, porque ese éxito no se puede forzar (salvo que lleguemos a niveles norcoreanos de control estatal). Sin una demanda social, meter el "catalán normativo" en la televisión y universidades sólo contribuye a tener mínimos de audiencia y matriculados en filología. Y poner requisitos a los funcionarios sólo consigue que la única función de la lengua sea aparecer en el currículum. Por ejemplo, en Baleares se eliminó el catalán como requisito en las oposiciones (ahora "sólo" es un mérito que equivale a un doctorado), y un año después se redujo el número de alumnos en las escuelas de idiomas un 66%.

PD: A Noruega lo que le ocurre también es que tiene una demografía horrible. Eso de que la gente no sale de su aldea durante toda su vida allí es rigurosamente cierto, y hasta hace nada era incluso peor (concretamente desde que descubren petroleo).
Claro, no significa eso que el estado noruego no llegue a los pequeños pueblos. Sino que en esos lugares la gente tiene contacto con el estado principalmente a través del Ayuntamiento, y pueden utilizar el "Nynorsk" porque el funcionario de allí también lo utiliza (también contribuye a ese uso que cada ciudad tenga acentos tan distintos que hasta en ocasiones les cuesta entenderse a ellos mismos).
No obstante, actualmente no existe conflicto ninguno. Y a medida que las cosas cambian, el "Bokmal" se convierte de facto en la normativa oficial (no encontrarás ninguna escuela de "Nynorsk", por ejemplo). Todo eso sin poner una pistola en la cabeza de nadie.

Enrique dijo...

Y mil disculpas, porque últimamente escribo unos tochos...