Pasaría por alto esta burrada corporativista si no fuera por la acumulación en los últimos días de ciertos hechos sobre el tema que dan que pensar. Por ejemplo, está el caso de doña Lucía Etxebarría, quien se quejaba en twitter de no tener una caseta donde firmar sus libros en la Fiesta del Libro de Barcelona. Corriijo: no se quejaba de no tener caseta, se quejaba porque Belén Esteban tenía una caseta y ella no. La diferencia es abismal. Para doña Lucía el agravio residía en que Belén Esteban disfrutase no sólo de una caseta, sino de éxito editorial con su libro.
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Una escritora dedicando un libro. |
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Huid, un fundamentalista religioso. |
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Carrera, master e idiomas tienen que garantizar por ley un trabajo no manual y bien remunerado o algo. Cada vez que un país intenta eso, mueren millones y no hay pan. |
Si una bosta de vaca con apariencia de libro lo firma un creador oficial, recibirá mucha más publicidad que aquellos libros que no conocemos. La publicación editorial es un negocio que funciona como el resto de los negocios. ¿Alguien se imagina que el telediario público abra con la "noticia" de la entrega de premios a los mejores refrescos de cola? ¿Qué ocurriría con el resto de refrescos si año tras año el ministro de turno o el gran visir de turno le concede el premio a una de entre tres marcas de refrescos? Con la escritura pasa lo mismo, pero la gente tiene fe ciega en que hay una diferencia entre un refresco de cola y un libro. En general, la gente cree lo que le dicen que debe creer. Y si aparece en el telediario tiene que ser verdad. Ah, pero si se trata de la guerra de Irak entonces no. Lo de los premios literarios y los homenajes a escritores todo el mundo se lo traga con patatas, lo otro ya no porque el mecanismo mental con el que procesamos la información varía.
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¿Aparecieron los mapas de la Biblioteca Nacional? |
¿Y qué sabe la gente acerca de cómo funcionan los premios literarios? ¡Nada! La gente cuando ve una entrega de premios no se toma la molestia de esperar a conocer el contenido del libro premiado. Tampoco piensan en que ser el primero no garantiza calidad, ya que ser el primero en tercera regional no es ser especialmente bueno. Por último, y lo más complicado, la gente no entiende cómo el negocio editorial en España se lo reparten curiosamente los grandes grupos de comunicación. Cómo en caso de carecer de división editorial, un grupo de comunicación estará a merced de la jugosa publicidad de las editoriales. Revoloteando por encima de este páramo siempre encontraremos un ministerio, una consejería o una fundación privada de interés público de las de guiño-guiño.
En este tema como en el de los residuos nucleares y en el de la defensa del pueblo inuit, basta seguir la pista del dinero. Hace nada salió el gobierno extremeño con un "bono cultural" por el que dan tu dinero (¡pringao!) a los chavales extremeños para "consumir cultura" en Extremadura. Esta es la forma que tiene el gobierno pepero extremeño de sacarte a ti tu dinero para dárselo a los "creadores" oficiales para que hablen bien de ellos. Esos creadores oficiales parten ya con la ventaja de tener megáfonos públicos. Y si no alaban al gobierno, al menos no lo criticarán tanto. ¿Alguien se imagina un bono público para consumir refrescos de cola a elegir entre dos marcas?
A esto le llaman cultura: obras faraónicas, guateques, corporativismo, servilismo y caciquismo. Y mientras tanto, docenas de iglesias abandonadas en medio del monte y paisanos que hacen sus pajares con las piedras Rosetta del idioma íbero.
Escenón: