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Foto de Yusnaby. |
Fue en la Transición cuando el PCE va perdiendo paulatinamente fuerza y presencia. Sobre todo tras el retorno a España de quienes se exiliaron por la guerra. Cuadros dirigentes alejados de la realidad del país, del trabajo de campo de los militantes indígenas, vuelven con la mentalidad de guerra y de las dos Españas y eso fue una herida mortal para el PCE. Aunque la estocada que acabó por destruir el PCE bien pudo ser la contemporización con los nuevos movimientos separatistas. Movimientos políticos cuyos objetivos eran diametralmente opuestos a los del partido pero con quienes por estrategia política decidieron aliarse e incluso asumir sus fines.
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No hay paridad. |
Otra anécdota de aquella época se dio cuando el PCE aceptó la bandera roja y amarilla. A la hora de hacer un mitin hubo quien llevaba la bandera tricolor de la segunda república. El servicio de orden del partido corrió a gorrazos a aquella gente. La disciplina todavía significaba algo. Y la dirigencia sabía que tenía que enviar un mensaje a la sociedad, más allá de fortalecer el control del partido.
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Palabras prohibidas de un tiempo que nunca existió.. |
La misma historia del PCE explica cómo se ha llegado a esta situación terminal. El PCE se funda poco después de la III Internacional Comunista y seguirá durante la guerra civil la estrategia frentista de buscar alianzas heterogéneas. Con la muerte de Stalin y la denuncia de su reinado en el XX Congreso del PCUS, el PCE asume la citada política de reconciliación nacional. Al final de los Treinta Gloriosos surge el eurocomunismo como estrategia de entrismo en los parlamentos y un cierto lavado de cara en occidente ante los evidentes crímenes que ni China ni Rusia podían ya ocultar. La caída del bloque del este fue la piedra de toque que acabó de difuminar la idea y los fines comunistas en España. Tras aquello tenemos extravagancia, nostalgia y postureo.
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Por un futuro preindustrial, a Himmler le gusta esto. |
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Colaborar en una tele teocrática, justificar el nacionalismo y calificarse de comunista. Vale todo. |
Guirigay que contrasta, insisto, con lo que todavía defendía el PCE a la hora de elaborar la Constitución del 78. Decía Solé Turá, ponente comunista de la constitución: «El artículo 2 no solo define a España, sino que define el techo político del cual no se puede pasar; y ese techo político es que es una nación indisolublemente unida, que es una patria común e indivisible». Hoy sus herederos políticos le llamarían facha y esto es lo dramático.
La alianza estratégica entre la extrema izquierda (donde a efectos discursivos ubico a los comunistas, aunque un comunista leído evidentemente me negará que es "de izquierdas") y el separatismo, es algo que no me deja de sorprender. España es esa excepción política en la que comunistas y nacionalistas cooperan como si este se tratara de un país en proceso de descolonización metido en el medio de la lucha por la hegemonía entre el bloque occidental y el bloque soviético. Ni existen esos bloques ni España está formada por colonias. Pero el burro en la linde.
Más sorprendente si cabe es este asunto cuando un mínimo análisis histórico nos informa de que el separatismo en España tiene su origen en el fenómeno de los nacionalismos de segunda generación. La descomposición de los grandes imperios europeos tras la Primera Guerra Mundial y el nuevo orden constituido sobre la base de los 14 puntos de Wilson, fomentó a movimientos nacionalistas que obtuvieron sus estados (centroeuropa, Balcanes). Estos movimientos nacionales eran precisamente el freno buscado por occidente para la contención de los movimientos revolucionarios liderados por Moscú. Los mismos rusos no dejaban de repetir que el nacionalismo era una herramienta de la clase explotadora para desunir al proletariado y hacer que se enfrente entre él mismo. Y es que para el comunista, la humanidad no se divide en naciones, sino en clases. Esto es de primero de comunismo. Rosa Luxemburgo, por ejemplo:
[La cuestión nacional] no puede solucionarse utilizando una especie de vago cliché, ni siquiera con una fórmula tan bien sonante como «el derecho de las naciones a la autodeterminación», porque tal fórmula expresa o bien absolutamente nada y, por tanto, es una frase vacía; o bien expresa, como mucho, el deber incondicional de los socialistas de apoyar todas las aspiraciones nacionales, en cuyo caso es simplemente falsa.En España, el comunista que dice estas cosas es un facha. Saturno dejándose devorar por los hijos de otros. Y es alucinante que sigan tirando hacia a delante con este batiburrillo en la cabeza.
(...) el deber de todo partido de clase del proletariado de protestar y oponerse a la opresión nacional no procede de ningún «derecho de las nacionalidades» especial —como, por ejemplo, la lucha por la igualdad política y social de los sexos tampoco procede de unos especiales «derechos de la mujer», tal como pretende el movimiento burgués de emancipación de la mujer— sino que éste debe proceder únicamente de una oposición general al sistema de clases y a cualquier forma de desigualdad y de dominación social, es decir, de los principios básicos del socialismo.
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Bomba atómica en un cartel de la Revolución Cultural. |
En fin, esto se alarga. Si me acuerdo, en el futuro desarrollaré alguno de los puntos mencionados. Ceterum censeo Carthaginem esse delendam.