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Para ganar hace falta querer ganar. |
Hay una parte en la izquierda a la que le cuesta entender lo que significa el Estado de derecho. Quizás por ello no dudan en alejar todo lo posible al departamento de márketing de ETA del resto de la empresa. A este departamento de márketing etarra lo tenemos en las instituciones y esto ya se da como "algo que no tiene remedio". Una vez asumido que esta excepción democrática y grave falla en el sistema no tiene marcha atrás, sólo resta tratarlos como a uno más. En nombre de "un nuevo tiempo" se hace tábula rasa y la marca política de ETA entra en el juego: ¿de qué si no estaría ahora el PSOE planteándose llegar al gobierno navarro? Saben que ni tras las próximas elecciones tendrán los votos, pero ya calculan lo que pueden hacer con el apoyo del partido etarra. En Galicia, cualquiera diría que un acercamiento a los planteamientos etarras supondría una muerte política, pero el BNG decide ir con ellos a las elecciones. Pequeños trazos de un cuadro que, tomados con perspectiva, hacen que nos preguntemos quién está ganando aquí. Y sobre todo, por qué se permite esto.
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"No se le puede quitar la representación a cientos de miles de personas". Claro que se puede. |
¿Cuál es la justificación última de estos episodios tan terribles? La consideración de la Constitución como una putita. La campaña de los cleptócratas catalanes por el derecho a decidir y la publicidad que le dan al hecho de que "hay que dejar votar lo que sea porque es democrático" es en última instancia el paraguas argumental bajo cuya sombra el moho etarra prospera. Lo democrático, dicen, es dejar votar todo. Argumento tan repetido y facilón que cala entre quienes nunca estuvieron cómodos con este sistema y entre quienes rechazan todo esfuerzo mental.
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No sólo se pueden cambiar las cosas, sino que se debe hacerlo. |
¿Cuál es esta agenda antiliberal? Decir que se pueden constituir sociedades políticas no basadas en la identidad que da la ley. Dicho de otro modo: no es lo mismo un paisano que un ciudadano. El ciudadano pertenece a una sociedad política y es igual a otro ciudadano de esa sociedad al margen del resto de consideraciones: el de ciudadanía es un criterio objetivo. El paisano, por otra parte, es un transeúnte, un vecino, un tipo mirando a las vacas que identifica perfectamente a quien no es paisano suyo. Lo que pretenden al equiparar la Constitución con una putita es hacernos regresar a la aldea primordial donde lo más parecido a la justicia son dos fulanos con palos muy gordos.
En conclusión: truncar el lavado de cara etarra y rechazar las aventuras anticonstitucionales es la misma cosa. Así que cuando Rubalcaba dice que no se puede estar cada cinco minutos dando vivas a la Constitución no sé cómo no lo corren a palos. Es precisamente el no haberlo hecho en su día y el no insistir hoy lo que nos lleva a arrastrar crisis políticas que ponen en cuestión la existencia misma del estado.
2 comentarios:
Esto pasa porque en España se entiende erróneamente que si vota más gente hay "más democracia". Y porque hay una obsesión enfermiza en conseguir consensos, incluso con minorías chaladas que no ceden ni un ápice sus planteamientos.
No hace falta irte a los etarras, ni al señor Mas con su irrenunciable consulta. Es que hace un par de meses el congreso en pleno instó al gobierno crear una ley para que todos los discapacitados mentales puedan votar. Sí, gente que pide la incapacitación porque no puede valerse por si mismo cree que es una injusticia que no se le deje votar. Y ojo, que el congreso aplaudiendo unánimemente.
Tremendo.
Es cierto que busco ejemplos extremos, pero lo hago para ser gráfico y que se entienda bien.
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