El tema energético también se trata de una cuestión política. Liberalizar un mercado como ese y permitir que se convierta en un cartel es poner en manos de los latin king cosas que van desde factores fundamentales de competitividad industrial hasta el poder adquisitivo de quienes tienen menos ingresos. Si a esto le añadimos el modo en que el gobierno de Aznar decidió llevar a cabo en España la política energética marcada por la UE, nos resulta un buen lío. En concreto me refiero al Real Decreto 436/2004 que marca las primas y subvenciones a las renovables. Este Real Decreto es la herramienta con la que España alcanzará las cotas de producción de energías renovables marcadas por la UE. Cabe preguntarnos si este era el único modo de hacerlo. E incluso cabe preguntarnos si nos convenía aceptar las cuotas de producción renovable establecidas por el buró político de Bruselas. Nunca lo sabremos. Ni hubo debate público ni lo habrá. Bruselas es Camelot y aquí aceptamos todo lo que venga de Bruselas porque los eurócratas de alguna manera están imbuidos por un halo de santidad y sapiencia.
Con estos bártulos, España, bajo distintos gobiernos (cuyos ministros acaban en las mismas empresas energéticas o bancarias) decide primar mucho la producción de renovables. Estas primas no repercuten en la factura y se pretende que las pague la señora que viaja en el tiempo para traernos lejía. En el momento en que un productor instala una central de energía renovable, las distribuidoras eléctricas están obligadas a comprarle esa producción. Pero no a comprársela al precio de mercado sino un 575% más caro en el caso de las fotovoltaicas y un 50% más caro en el caso de las eólicas (creo recordar que hubo una reforma reciente de esto en concreto, pero la idea está ahí).
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El típico ecologista. |
Poco hubiera importado nada de esto si esos sobrecostes en forma de primas hubieran repercutido en la factura del consumidor final. La gente no es tan tonta y si puede tener lo mismo más barato, se cambiaría de compañía. Varios problemas: como dije, el gobierno hizo la regulación de tal forma que el sobrecoste no repercutiera en la factura y además, aunque te cambies de compañía las fuentes energéticas serían las mismas. Todas las compañías eléctricas que operan en España sacan la electricidad de los mismos sitios. Tampoco en esto hay competencia real. Acabemos con la tiranía y la opresión del viejo faraón, el nuevo faraón nos promete una nueva era de tiranía y opresión más modernas. Con esto quiero decir que cambiarte de compañía no tiene efectos en la factura que pagas. (Puedo añadir aquí que también estamos ciegos ante los distintos costes de distintas formas de producir energía. El precio que aparece en tu factura es universal para todo mix energético).
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Desengañémonos, cuando hablamos de energías renovables en España, hablamos de señores como este. |
Regresemos por un momento a los Poceros eléctricos. Quiero cambiar la imagen mental que nos evoca hablar de energías renovables. Insisto en que no se trata de hippies idealistas que pelean contra las megacorporaciones malvadas. Quienes se han forrado con las subvenciones a las renovables son precisamente esas megacorporaciones malvadas y sus imitadores. La forma de primar estas fuentes energéticas es un incentivo para que la instalación de estas centrales sea un reclamo monetario que no tenga nada que ver ni con la demanda real de energía eléctrica, ni con las necesidades de potencia instalada del país. Con las energías renovables, tienes que construir además algún tipo de sistema redundante. Cada megavatio que instales honrando a la Pachamama, significa otro megavatio en una central de ciclo combinado escondida detrás de los árboles. Estas centrales de ciclo combinado funcionan con un gas natural que importamos a precio de nuevo rico.
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País de nuevos ricos. |
¿Y cuánto vino a costar ese disparate de incremento de potencia instalada en la primera década de nuestro siglo? Se calcula que unos 70.000 millones de euros (el PIB de Ecuador o Marruecos). Imaginen por un momento que la mitad de los aerogeneradores que levantamos los hubiéramos vendido al extranjero. Dejen ya de imaginar, es una orden, o viene Montoro con la chirimoya.
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Sísifo, de Ernesto Blanco. |
Todo este drama nos cuesta un riñón que no tenemos (el precio de la factura de la luz se ha doblado en los últimos años y deberá seguir subiendo si queremos dejar de vivir en el mundo de la mentira). La guinda final del pastel es que la naturaleza volátil de las centrales de régimen especial —que suponen casi la mitad de nuestra potencia instalada porque semos uropeos— implica que sólo sean responsables de una tercera parte de la producción eléctrica. Napalm.
Europesadilla:
3 comentarios:
Existe un exceso de oferta y una baja demanda (pero con un mínimo que es fijo e irrenunciable) ¿por qué no bajan los precios? ¿no se puede guardar el exceso de energia eléctrica producida? o al menos provecharla en algo útil como fabricar un cohete o un robot gigante o una máquina para cambiar el clima...
La chica del futuro viene a enseñarnos a lavar la ropa con detergente o suavizante. Si utilizas lejía en la ropa de color se produce una catástrofe apocalíptica.
Los precios no bajan porque tú no pujas el precio que pagas. Es tu compañía la que te hace el estupendo favor de determinar el precio de venta. Básicamente las mismas compañías que producen electricidad son las que compran esa electricidad para comercializarla.
Evidentemente estas compañías no bajarán el precio, no porque sean malvadas, sino porque han realizado una inversión que tienen que recuperar y además porque responden a sus accionistas.
Algo que podría bajar un poquito el precio sería desmantelar toda la infraestructura solar (creo que alguien en la secretaría de estado de energía o en un negociado similar sugirió en su día que desmantelar las centrales fotovoltauicas y termosolares supondría una reducción del 10% en la factura). Claro que para que esto ocurriera, las compañías tendrían que asumir pérdidas.
También hay otra parte de la historia: cómo los impuestos afectan a los precios de la luz. Más de la mitad del precio de venta al público son impuestos, lo que no sé si está bien o mal, pero sí sé que eso afecta de forma regresiva a los hogares. Pero qué más dará, vivimos en un país que rehuye este debate.
Entonces, una vez que esté amorticada la hipoteca de la instalación de placas fotovoltaicas, el precio debería bajar, igual que los peajes de las autopistas, una vez recuperada la inversión. Ah, que no.
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