lunes, 30 de septiembre de 2013

Con dos títulos y limpiando mierda

Corre por las redes sociales la carta-denuncia de un tipo que está en Londres desempeñando un trabajo que considera no acorde a su cualificación académica. Este chico es camarero en una cafetería y en su viral carta se queja de varias cosas.

Robert Koch.
Una de las cosas de las que se queja es de la mala educación de los ingleses. Algo que no tiene sorpresa. El clasismo y la consideración social negativa que acompañan a servir cafés y limpiar baños públicos es consustancial a nuestra sociedad, que recompensa más a un tipo que le da patadas a un pedazo de piel de vaca o a una tipa que enseña el canalillo en las paradas de bus, que a quienes forman la primera línea de combate contra las epidemias que podrían terminar con la civilización.

Este chico deja claro que no tiene nada contra su trabajo. Él no es partícipe por tanto de ese clasismo que denuncia. Sin embargo, es partícipe de otro tipo de clasismo. El académico, por ejemplo, ya que dice que le gustaría plantar sus títulos en la cara a quien le desprecia. Pero no es ese el gran problema que veo en su discurso. El problema que veo es otro.

Insiste mucho este emigrante en un viejo mantra: la sociedad le debe cosas. «Nadie me ha dado una oportunidad en España», «yo creía que me merecía algo mejor después de tanto esfuerzo». Se ve que a base de decepciones la vida le ha enseñado que estaba viviendo una mentira. Vale, soy un poco exagerado, lo admito. Lo que quiero decir es que es un cuento chino eso de que por recibir un título académico alguien te tiene que devolver el ¿favor?


No es labor de la sociedad agarrar de la mano a la gente y llevarla, de la cuna a la tumba, por un camino marcado. Eso se intentó en muchos sitios y las consecuencias fueron horrorosas. Sí es cierto que la sociedad debe disponer de salvavidas para cuando alguien se cae al agua. Pero de estar todo el rato de la mano a tener salvavidas dista un mundo.

Es bueno que este tipo de denuncias se hagan virales y aumente la preocupación sobre el futuro de los jóvenes de este país, tan arrinconados, tan destrozados por redes de lazos no visibles que forman barreras efectivas a la hora de emprender proyectos de vida y crear prosperidad futura (y todo lo que conlleva la prosperidad: que los jóvenes en este país puedan desarrollar proyectos vitales es la clave de todo). Yo lo que lamento es la interpretación popular que se hace de este tipo de denuncias: "la sociedad se debe hacer cargo de la vida de estos jóvenes". Es ésta y no otra la parte esencial de una mentalidad que nos lleva a una miseria no sólo económica, sino incluso moral. Pretender que el esfuerzo, la suerte, la libre competencia, los enchufes, la motivación para desarrollar proyectos propios deben de desaparecer para dejar paso a una especie de ministerio socialista de empleo que garantice a cada uno un trabajo en función de su expediente académico (sea ese trabajo rentable o no), es justo lo necesario que nos hace falta para no salir jamás del pozo.


Este tipo de pensamiento es el mismo que vemos cuando preocupadísimos individuos del primer mundo se juntan para debatir sobre los problemas del tercer mundo en conferencias que llevan por temática "¿Por qué existe la pobreza?". Sin embargo, no veremos conferencias que expliquen la riqueza. Esas conferencias en las que tipos más blancos que yo hablan de los negritos como si los hubiesen parido. Eso sí, cuando durante la cena vemos cómo unos fulanos con machetes hacen esculturas callejeras con los miembros de sus vecinos, son los primeros en decir que ahí no debe haber un par de helicópteros Apache. La eterna doble vara de medir de la Gente Preocupada™.

Buena noticia por lo tanto, aumentar la preocupación por el tema de la precariedad y falta de oportunidades. Es horrible lo que los jóvenes españoles —en general— están viviendo. Por primera vez en la historia estamos ante una generación más pobre que sus padres. El desempleo en España seguirá en las dos cifras durante una década más como poquísimo. Millones de personas en el paro jamás volverán a trabajar (gente no tan joven como para moverse ni tan mayor como para no aparecer en la lista). Mientras tanto, los institutos y universidades continúan escupiendo a futuros parados a quienes se les ha vendido un cuento. Pero ojo, esas personas que fomentan esa mentira tienen nombres y apellidos. Curiosamente son las mismas personas encargadas de decirnos cómo será el país dentro de treinta años. Y no nos lo dicen. No tienen ni idea, esperando a que el viento cambie de dirección y poder seguir con lo de siempre. Pero lo de siempre me temo que se ha acabado.


9 comentarios:

tropo dijo...

Muy interesante la reflexión que planteas. Por que se habla de todas las carreras universitarias...Yo creo que se hace a propósito. Cuando es obvio que no todas tienen las mismas oportunidades. Pero la sociedad sigue escupiendo titulados y diciendo aquello de que elijas lo que te apetece o mas te guste. ¿Cuando una reflexión seria sobre en numero de títulos y su utilidad real?

Unknown dijo...

Forma parte del mismo discurso voluntarista de "soy artista y tengo derecho a vivir de mi arte".

Quizás a toda esta gente que se pasa el día llorando por lo que "alguien" les debe dar, les vendría bien reflexionar por qué no "le dan" lo que desean. A lo mejor es que quien podría contratarlos no se fía de lo que le han enseñado en la universidad (yo, después de ver qué se enseña en muchas carreras y de recordar mi paso por allí, tampoco lo haría), o que viene de un país en el que contratar trabajadores es un deporte de riesgo (sólo apto para temerarios, desesperados o infractores), o puede que el problema esté en él mismo...

Y además, zarandajas a parte, si nadie le da un trabajo. Puede montárselo él. Ya, sí, es difícil, se necesita mucho tiempo, mucho esfuerzo y muchos disgustos (lo sé, tengo experiencia), pero pienso que es mejor que lloriquear... Aunque el lloriqueo es más sencillo, claro.

Zuppi dijo...

Es el colofón de la expansión de los "derechos" que estamos padeciendo. Primero se considera que se tiene derecho a un título universitario sufragado por todos y luego que ese título universitario da derecho a un trabajo bien remunerado y gratificante.
Total, que la universidad universal genera universitarios que saben poco y descontentos con su trabajo ¡qué éxito!

Pablo Otero dijo...

Detrás de esto hay una idea mitológica sobre el poder mágico de tener una universidad en cada provincia.

Creo que todo el mundo de acuerdo a su capacidad académica y a sus preferencias debe tener la oportunidad de estudiar en la universidad, pero tampoco se le puede robar la oportunidad de elegir otras cosas.

Todos conocemos la extraña descompensación entre lo que pide nuestro mercado de trabajo y lo que escupen las universidades. Universidades que debido a su naturaleza son establos, como los institutos y las escuelas.

Pero cuando un chaval llega a la uni ya está perdido. El cambio de mentalidad debe producirse antes.

Unknown dijo...

Comentaban que el tío no habla correctamente inglés , no lo se ¿es eso cierto? y que su titulación era ... tachán....Periodismo. ¿pero tenía o no tenía un nivel C de valencianete?
La Universidad está para pagar los sueldos de los que dan clase en ella: los becarios que investigan no cobran y los profesores que descubren algo en general no patentan porque las trabas para hacerlo parece ser que son fantásticas, o eso me han contado. NO para prestar un servicio útil a la sociedad. Eso es un casual efecto colateral.

Teseo dijo...

Tío Cuacuá tampoco encontraba trabajo y al final opositó a tonto de pueblo... Y Matt Dammon en la peli esa del bueno de Will era el conserje fregona de un colegio, resuelve una matriz dificilísima y cuando le quieren dar trabajo en la CIA los manda a freir puñetas...

Enrique dijo...

En España tenemos una obsesión típica de las repúblicas bananeras con tener un 100% de la población con titulaciones universitarias. Claro que para llegar a eso se tienen que dar una de dos posibilidades:
- Que toda la gente que nazca salga muy lista y con ganas de estudiar.
- Que sea tremendamente fácil pasar por la universidad, y animar a todo el mundo a hacerlo.

Lo primero sólo se puede dar usando magia. Lo segundo se da a costa de empeorar las universidades y el sistema educativo en general.

Arq. Pfunes dijo...

Yo llevo dos años viviendo en Londres, trabajando acorde con mi formación. Me vine aquí con los deberes hechos, hablo el idioma (sin tener título oficial) y lo primero que hice al llegar fue firmar el contrato, puesto que busqué el trabajo desde España.

Ahora bien, tengo que decir que existe un desfase tremendo entre la vida real en Londres (el resto de Reino Unido está sólo un poco mejor que España y sobreviviendo gracia a subsidios) y lo que se dice por internet, en sitios españoles, que es la vida en Londres. Y mucho me temo que este chico ha caído presa fácil de un bulo que le han vendido, o que el mismo ha querido comprar: que en Londres se encuentra trabajo y aquí se atan los perros con longaniza.

Efectivamente, encontrar trabajo es fácil, pero si no dominas el idioma sólo aquellos de baja cualificación. Cualquier título oficial español no sirve de nada aquí si no te sabes expresar correctamente, de hecho, vale igual un titulo de la escuela oficial de idiomas que el de la academia de inglés de tu pueblo (a 1500 km no se nota la diferencia). Así que si te vienes "a la aventura" y a "aprender el idioma" lo normal es que formes parte del último eslabón de la cadena productiva.
Y lo mismo para cualquier título de cualquier universidad española (sin distinción), porque apenas hay homologaciones entre títulos españoles y británicos.

Yo me pregunto si este chaval sabía dónde se metía cuando reservó el billete de avión. No obstante, y sintiendo ser un poco malicioso, la estancia en Reino Unido está suponiendo una cura de humildad para muchos que durante años han estado mirando por encima del hombro a sus semejantes por razones geográficas o acentuales.

Un saludo.

Pablo Otero dijo...

Excelente aportación, Arquitecto.