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LAV Galicia-Madrid. |
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Lubián. |
El caso es que hoy como hace setenta años, cruzar media España en tren es una pequeña ventana a un mundo ignoto y desconocido. La de pueblos que cruzas y la de tierras y ríos que hay es impresionante. Los estereotipos humanos con los que compartes vagón, se repiten en cada viaje, como los pueblos que ves pasar a paso de tortuga en el renqueante tren de última generación y velocidad decimonónica.
Algunos tipos
El trabajador frustrado de la RENFE: es aquel individuo que, siguiendo el método de prueba y error, aprende algún truquito y luego se pasa el viaje enseñándoselo a los demás, como demostrando su know-how ferroviario para unas oposiciones que jamás tendrán lugar. Por ejemplo:
- Encender la luz de lectura sobre el asiento. Es un gran botón que hay sobre el asiento y su función es bastante obvia.
- Abrir las puertas de los vagones. Son puertas automáticas como las de la Enterprise. Para abrirlas hay que pulsar el botón "ABRIR" y no tratar de abrirlas golpeándolas o insultándolas como hacen algunos (nota: esos métodos también funcionan).
- Pasear. Más o menos se puede pasear por el pasillo, pero si no se sufre ninguna circunstancia hemodinámica, no hace falta hacerlo cada dos minutos. Ya sabemos que eres capaz de mantener el equilibrio cuando el tren modernísimo del siglo XXI atropella una oveja y provoca una turbulencia. Vamos, fijo que te contrata el Circo del Sol.
- Estar en la cafetería. Se disculpa bastante el abuso de este truquito, ya que todos sabemos que es esencial que el hombre esté en el bar con sus amigotes hablando de Mourinho y las señoras haciendo el equivalente cotilleando con gente que conoce vagamente (y si embargo sacándoles el Libro de Familia a los cinco minutos).
- Levantarse 10 minutos antes de la parada, recoger los bártulos y plantarse delante de la puerta. Este truquito es idéntico al que vemos en los aviones. Gente muy lista que consigue apelotonar la salida. Existe una relación directa entre premura por salir y torpeza/lentitud al salir.
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Cafetería de un Alvia. |
La pareja mayor entrañable: entrañable hasta que se ponen pesados. Normalmente es la mujer la más pesada, quedándose el marido entre cactus y espectro.
El miembro de generación joven inseguro de su futuro estatus social: también llamado «moderno de mierda». Una vez me tocó al lado una chica que iba como disfrazada de submarinista y leía un libro amarillento de alguien japonés. Zapatones de color estridente, gafas de pasta y lo que debía de ser un mundo interior muy rico, condimentado por una bebida isotónica (o su primer orín de la mañana). Este tipo de gente que no puede vestir normal, peinarse de forma normal, leer cosas normales y actuar de forma normal. Lo tiene que hacer todo especialito antes de que el tiempo pase y lo transforme en uno de los hermanos López.
Terra incognita
Tierra situada entre dos puntos de civilización, donde los mapas marcan «aquí hay dragones». Más o menos lo que va de los alrededores de La Coruña (Santiago) hasta las afueras de Madrid (Segovia). En esos sitios donde el tren pasa de 300 a 30 por hora, se ven pueblos maravillosos. Casitas, campanario, plaza. De 600 km de viaje, hay 300 km donde vuelves al siglo XIX. La foresta, los niños-mono, costumbres ancestrales... y un desconocimiento total y absoluto de lo que sucede por ahí. Menos mal que hay internet, veamos qué pasa por la terra incognita:
- Brime de Urz (¿conocéis un topónimo más maravilloso y fantástico que este?): en 2010 hicieron un centro social con un bar, financiado un 70% por fondos europeos. En 2012, el ayuntamiento está buscando a alguien que se encargue del bar (no hay otro en todo el pueblo).
- Sayago: la Guardia Civil le toma las huellas a la oposición, porque el alcalde recibió amenazas de muerte. Cuando no había Guardia Civil, esto se arreglaba de otro modo.
- Urueña: inauguran la exposición «La provincia de Valladolid, 200 años de identidad». Cuánto daño ha hecho Pujol.
- Salamanca: ligero repunte de 10 cts. en el precio de lechazos y corderos. Se acerca la Semana Santa y no perdona.
Embalse de As Portas. |
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El tramo del INFIERNO. |
El cambio de vías
Es gracioso que haya que cambiar de vía. Un gran método para ralentizar el movimiento de tropas enemigas (otro gran método es que no haya 3G durante cien kilómetros de trayecto). El caso es que también ralentiza el movimiento de tropas amigas.
El baño
Un poco más grande que el de los aviones. Lo importante es: ¿cómo diablos consigue la gente ir en manada al baño a los cinco minutos de salir? ¿Cómo puede ser que esté todo guarro constantemente? ¿Por qué, con los precios europeos de la cafetería, hay que aguantar que falte papel o jabón? ¿Por qué es el único lugar donde la clase turista puede recargar el teléfono? Se lo preguntaré a Iker Jiménez, ya que si se lo pregunto al barman igual me suelta un leñazo.
¿Conclusión?
Para viajar unos cientos de kilómetros, un tren a 300 por hora intuitivamente tiene que ser capaz de ganar —comercialmente— al avión. No hay (muchos) retrasos, lleva a más gente y se viaja más cómodo. Claro que, como pasa con todo, si se sigue eternizando el viaje, el tren perderá su oportunidad. Ahora que los aeropuertos tienen problemas y las aerolíneas se han vuelto una especie de tabernáculo oscuro y degradante, el tren tiene que aprovechar la oportunidad de hacerse un sitio. Si no, lo perderá para siempre.
1 comentario:
Tapa ojos o anteojeras, creo.
Je, otra vez te tocó ir en tren.
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