viernes, 29 de marzo de 2013

Campo de batalla la Tierra (2000)

Una de las peores películas que existen, pero no la peor (recordad que existen películas de los Power Rangers y de Tristán Ulloa). Téngase en cuenta que se contaba con un presupuesto muy ajustado, con unos actores muy irregulares y con la pretensión de hacer un blockbuster. Rebajar el nivel de expectativas y unos pocos cambios básicos, harían que esta película continuara siendo mala, pero no tanto.

uuuh, carátula seria!

Cambios muy básicos que habrían mejorado la película:
  • No filmar escenas con la cámara torcida.
  • Que no aparezca Travolta.
  • Sustituir el McGuffin de los alienígenas por algo que no sea oro.
  • Quitar la máquina de aprendizaje rápido.
  • Hacer que el protagonista no se lo tome todo tan a pecho.
  • No decir que la radiación del planeta Psychlo es inflamable.
  • Cambiar el final: no puede ser que los buenos ganen tan fácil.
  • Cambiar la música.
  • Quitar las escenas en cámara lenta.
  • Quitar a la novia del protagonista que no vale para nada.
  • Cambiar el vestuario.
  • Hacer que cosas que llevan 1.000 años apagadas no funcionen.

Puede que vaya demasiado rápido, veamos de qué va este truño.

De qué va

Mil años en el futuro o dos, dependiendo de en qué te fijes, unos alienígenas llamados Psychlo conquistan la Tierra en 9 minutos. Establecen en un sitio un campamento y otorgan una licencia a una Corporación Malvada para que extraiga oro de nuestro planeta. Los Psychlo dominan la técnica del teletransporte con lo que tienen energía ilimitada, pero aún así, les sale más barato conquistar un planeta y minar oro, que fabricarlo mediante procesos industriales a partir de asteroides.

Nótese que pese a poseer la técnica del teletransporte, andan flojos de pasta. Su civilización conquista miles de mundos con notable éxito, pero cada mes están mirando las cuentas para aumentar sus beneficios. Sorprende que sus obreros no monten sindicatos ante las continuas bajadas de salarios.

Esa es la mano de Travolta de verdad, no es atrezzo.
Los psychlo son más altos que los humanos, llevan rastas y piercings, se depilan las cejas y les mola el cuero. Es decir, la raza alienígena que Almodóvar pondría en una película si algún día hiciera una de ciencia ficción. No soportan nuestra atmósfera así que tienen que construir cubiertas de cristal para poder respirar sin ayuda de una mascarilla. Temperatura, gravedad, humedad y presión son estupendas para todos. Los humanos a su vez no pueden respirar el ambiente psychlo, con lo que cuando están con ellos se tienen que poner también una mascarilla.

Travolta es el jefe de seguridad de la colonia minera de la Tierra. Está deseando largarse del planeta porque es un destino de tercera. La Corporación Malvada sin embargo, le alarga el contrato porque en su día hizo algo sucio y alienígena con «la hija de un senador». Los psychlo tienen senado. Me pregunto si aceptarán propuestas de ley como por ejemplo prohibir películas mierder.

Un bendito día, andaba Travolta mareando por la base y se encuentra a su ayudante, Forest Whitaker, con lentillas amarillas y rastas. Resulta que Forest encontró una nueva veta de oro en una zona radiactiva nociva para los psychlo pero no para los humanos. Es curioso, conquistan planetas y no saben lo que es el control remoto. Travolta desarrolla un audaz plan: usar humanos para sacar oro y no decirle nada a la Corporación Malvada.

Oh, Señor, ¿por qué me elegiste a mi para ser una actor tan malo?
Por su parte, un tío muy pesado que vive en una caverna con otros tipos, decide salir a ver mundo. Por las ruinas de una ciudad se encuentra a otros humanos que para vivir en el paleolítico gozan de una salud excelente y un cuidado dental de primera. La vida en la naturaleza es dura, pero sin embargo todos se comunican en un perfecto inglés y tienen un comportamiento extrañamente civilizado. El protagonista y sus nuevos colegas se están haciendo muy amigos cuando llegan los psychlo en una nave-jaula y los cazan sólo por joder.

Los llevan a su base y el protagonista (no sé su nombre, lo llamaré Pepe) le roba el arma a un psychlo y lo mata. En estas llega Travolta, que estaba cagando, y en lugar de apiolar a Pepe, deja que Pepe mate a otro subalterno para demostrar lo loco que está y lo mucho que se merece que la
Corporación Malvada lo tenga en un puesto de tercera.

Total, que para ganar oro (¡oro! ¡me desorino!) Travolta coge a Pepe, que dio muestras de ser rebelde y lo suelta con sus amigos para seguirlo con una cámara y descubrir qué comen los humanos para así convencerles de que extraigan oro en la zona radiactiva. Después de esta escena que no vale para nada, los vuelven a recoger y llevan a Pepe, que parece el líder y el más peligroso del grupo de humanos, a una máquina de aprendizaje rápido. Por alguna razón que nadie entiende, Travolta cree que es buena idea enseñar su idioma, su tecnología y el uso de armas al humano peligroso que ya se ha cargado a dos psychlos.

La máquina de aprender muy rápido.
No contento con eso, coge y lleva a Pepe de picnic hasta las ruinas de la biblioteca de Denver (la única biblioteca que tiene Denver). Como los libros se conservan en un sorprendente buen estado, Pepe se lee la Declaración de Independencia y se inspira de valor y ansias de librarse de la opresión.

—¿Qué, ya acabaste de leer las mejores obras de tu civilización que hablan de libertad?
—Sí.
—Vale, pues nos volvemos a la base, escoria.

Enseñar a Pepe tu tecnología. Check. Enseñar a Pepe a manejar tus armas. Check. Enseñar a Pepe a pilotar tus aviones. Check. Darle de comer a Pepe una rata. Check. Llevarlo a una biblioteca para que lea la Declaración de Independencia. Check. ¿Qué más falta para acabar de convencer a Pepe de lo idiota que eres? Ah, sí, ponerle en el cuello a su novia una bomba.

Así, un grupo de humanos comandados por Pepe van al sitio del oro. Alucinantemente, Travolta les deja una nave. Claro, ellos la usan para viajar a una antigua base militar, recoger armas y entrenarse para pilotar aviones en un simulador de combate (sí, de algún modo hay luz eléctrica). Cuando Travolta viene a por el oro, le dan oro de Fort Knox, que es más fácil de recoger y que los psychlos no saben que existe porque tampoco han buscado mucho con sus detectores orbitales de oro. A estas alturas del rodaje creo que ya se habían suicidado dos cámaras y un iluminador.

Un inciso: los psychlo llaman a los humanos «animales humanos», pero a los perros, perros, no «animales perros». No me preguntéis por qué.

Total, que los seis humanos/cavernícolas que hay, se entrenan en técnicas de combate avanzadas y en pilotaje de aviones. Además, Pepe urde una estratagema muy rica: llevar una bomba atómica a la base psychlo, meterla en el teletransportador y enviarla al planeta de los psychlos para matarlos a todos. Así, consulta en la guía Michelín dónde hay bombas atómicas. Van a por una, la cogen y la traen. Fácil.

Del final no me acuerdo mucho. Creo que van a la base de los malos, la atacan con aviones y mientras tanto uno de los cavernícolas se mete en el teletransportador con la bomba. Supongo que hay algún duelo en la cumbre entre Pepe y Travolta. Con Travolta chillando como una loca (el doblaje castellano y la voz original de Travolta no se parecen en nada. Travolta tiene la voz de Valerón con helio). Total, que el planeta malo explota y a Travolta lo encierran en Fort Knox, rodeado de oro, en una especie de alegoría rara que no le importa a nadie.

Sobre el conflicto interespecies

Los psychlo son muy malos, pero cuando raptan personas, les quitan las pieles que llevan, los duchan y les dan monos y zapatos de su talla. Los humanos les agradecen el trato con un bonito genocidio.

Lo bueno
  • La película está basada en un libro. Concretamente en la primera parte de un libro. Faltan muchas cosas que contar de la historia y no parece que vaya a haber una segunda parte.
  • Han sacado mucho partido a un presupuesto muy limitado.
  • Escenarios de ciudades comidas por la vegetación.
  • Abuso de la cortinilla para separar escenas. Si lo hace George Lucas, los demás también pueden.
  • Una de las instalaciones alienígenas es un bar.
  • Los humanos viven en aldeas en zonas radiactivas y no se han muerto, lo que a la luz de la vida que se abre paso en Chernóbil, me parece correcto.
Lo malo
  • La humanidad pierde el control del planeta en nueve minutos, pero un grupo de miserables lo retoma en dos.
  • ¿Os acordáis de la serie sesentera de Batman? Aparecían los malos con la cámara torcida y era gracioso. En esta película no es gracioso.
  • Travolta contrata a una secretaria psychlo que tiene una lengua muy larga. No sé a qué vino esa escena (pista: esa actriz es la mujer-coartada de Travolta).
  • Travolta, como malo, cumple punto por punto todo lo que no hay que hacer.
  • La Corporación Malvada tiene intereses en muchos planetas, pero sorprendentemente contrata a inútiles del copón como Travolta.
  • Tiempo incoherente: se supone que han pasado mil años y los libros de la biblioteca se conservan bien, los aviones funcionan y la gente sigue hablando un perfecto inglés.
  • Si tiene algún mensaje cienciólogo, no lo he pillado.
  • Pepe aprende muy rápido, pero luego no deja usar la máquina a otros hombres.
  • La cámara lenta. Nunca, nunca, nunca pongas nada a cámara lenta. La cámara lenta es enemiga de todo lo bueno y bello.
Travolta, en plena forma:



miércoles, 27 de marzo de 2013

La pesadilla demográfica gallega 5

La Xunta viene de aprobar otro plan de dinamización demográfica más. Otro más de una larguísima lista de planes de dinamización demográfica que no han servido nunca para nada. Pero ahí están ellos, ufanos, en la foto. Y dando ruedas de prensa en las que, como si estuvieran dando el pésame a un pariente poco conocido, dicen que el demográfico es un problema estructural.

Tengo para mi que cada vez que un político galaico dice que algo es estructural, se debe estar creyendo que es Disraeli o Churchill. Cuando dicen que algo es estructural, realmente quieren decir que a) no saben cuál es el problema y b) no tienen ni pajolera idea de cómo arreglarlo. Lo que me lleva a c) el problema pasa a ser estructural ya que nunca se soluciona.


Veamos el último nuevo viejo plan:
  • Casas nido: esta chorrada escandinava consiste en imitar eso que se hacía antes en las aldeas: que tus vecinos echen un ojo a tus críos y les den de merendar mientras bajas al pueblo a emborracharte o a la farmacia. La novedad está en que los canguros serán «personal cualificado». Ya sabemos que para cualquier político gallego, «personal cualificado» significa tener un pariente en el negocio.
  • Servicio Público de Empleo: la Xunta va a aprobar un decreto en el que se recogerán funciones y actividades de ese Servicio. No tiene nada que ver con la dinamización demográfica, pero guay.
  • Cursos de formación. Alcanzará las 14.000 personas. Lo que en cristiano quiere decir que se borrarán 14.000 personas del paro aunque sigan igual de paradas que antes.
  • Incentivos a la contratación indefinida en la empresa ordinaria. Es decir, regalar dinero a la empresa de un pariente de alguien que trabaja en la Xunta, para que el contrato temporal que tiene el sobrino de alguien, pase a ser indefinido. Ok.
  • Financiación pública de la formación dentro de una empresa. Uno de estos acuerdos súper-transparentes entre la Confederación de Empresarios y la Xunta.
  • Creación de la marca «Coopera» para promocionar las cooperativas que destaquen en gestión medioambiental, responsabilidad social, etc. Me parece bien, pero me pregunto si esto no es capaz de hacerlo el sector privado. 
  • 25 millones para autónomos y emprendedores (de un par de años hacia aquí, apareció la categoría «emprendedor», como si Henry Ford no fuera un emprendedor, yo no entiendo a estos modernos de pastel). Incentivos a la contratación de 2º y 3er trabajador.
  • Educación infantil: se continúa creando plazas (esto no sé por qué forma parte del Plan).
  • «Estrategia para la detección precoz de la dependencia». Cágate lorito. Repartir juegos de dominó por los centros sociales como eje fundamental de la dinamización demográfica. Ahí es nada.
  • «Plan de modernización tecnológica de los servicios sociales», lo que en cristiano significa: tirar millones de euros en licencias de Microsoft cuando existen los mismos programas en software libre (y si no existen, se programan, cojones).
  • Constitución de una Comisión interdepartamental de coordinación de atención sociosanitaria de Galicia (recordad: el PP gallego está compuesto por funcionarios austrohúngaros).
  • Creación de la red autonómica de alerta temprana, dentro del marco de la nueva Ley de accesibilidad (en relación con las personas discapacitadas).
  • Aumento del 38% del presupuesto que se dedica a la Renta de Inclusión Social (esto lo venden como bueno, pero yo diría que es horrible: quiere decir hay más gente tirada en el arroyo). Por cierto, algún día habrá que hablar del ciclo de vida del RISGA de los viejecitos de las residencias públicas.
  • Deducción por hijo desde los 300€ de ahora, incremental hasta los 450€ en 2016.
En resumen, ni una sola medida no ya que afronte la pesadilla demográfica, sino que se acerque de perfil al tema. Son medidas que se resumen en dos: seguir prostituyendo la creación de empleo, y mantener en la subsistencia a los viejos dependientes. Punto. Ni dinamización ni leches. (Supongo que tampoco se puede aspirar a más, ya que no existe oposición en Galicia).

Ruinas del foro de Sepino (Italia)
Desde que Fraga inventó la consellería de Familia, Muller e Xuventude allá por el año 93, se han sucedido una serie de planes de dinamización demográfica que parecen fotocopias: guarderías, deducción por hijo, ayuda para transporte, etc. La forma caciquil de crear un Estado del Bienestar absurdo, regresivo y contraproducente como fórmula de perversión de los procesos electorales. Claro, viendo las estadísticas, ninguno de estos planes ha supuesto resolver ningún tipo de problema. Lo que más se acercó a una solución —por sus efectos—, fue cuando llegaron inmigrantes durante la burbuja. Alcanzar un pasmoso 5% de población inmigrante fue como ¡wow, mira un negro y ahí hay un chino!

Hay que decirlo más: ninguno de estos planes sirven para ninguno de los objetivos propuestos. Al contrario, son regresivos. Dedicar más recursos a los ancianos no sirve para que los jóvenes tengamos hijos.


¿Entonces qué es lo que puede funcionar? No soy ningún experto, pero yo empezaría por dejar de hacer lo que no funciona. Entiendo que nuestros políticos rancios nunca se planteen esto: ellos actúan racionalmente, de acuerdo a sus intereses cortoplacistas, al extraer riqueza de todos y proyectar una fracción sobre aquellos que les pueden votar. Teniendo presente este principio de la función política, cabe desarrollar dos ideas que pueden explicar en parte por qué no funciona lo que se está haciendo.

Pero antes me gustaría recordar una idea esencial en este tema: el cuidado de los ancianos no tiene NADA que ver con tener o no tener hijos. Es muy extraño encontrar casos en los que por cuidar de un abuelo, no se pueda tener niños, a pesar de lo que se invente la Xunta. Bueno, vamos a esas ideacas chanantes:

La desventaja de pertenecer a la clase media

Joven en edad casadera, con contrato indefinido, rara avis. Te planteas el gasto que supone la escolaridad y el cambio de vida que supone tener un hijo. Tu piso-picadero o tu piso compartido no te sirve, ya que no eres ruso, eres gallego y sabes que la vida requiere una serie de normas que vienen de hace siglos. Precios de alquileres, precios de hipotecas, situación y estado de casas en venta o alquiler. Todo mal. Empezamos bien.


Las viviendas en ciudades, cercanas a colegios, son para millonarios. Las que no son para millonarios están en un estado tan lamentable que cuesta el doble reformarlas. Bueno, supones que habrá ayudas para guardería y alquiler. Meec. Error. Haber ayudas haylas, pero, lamentamos comunicarle que sus ingresos anuales están por encima del máximo al que se le pueden ofrecer esas ayudas. Guay. Vamos a mirar la oferta privada. Más de lo mismo pero en sentido opuesto: no hay suficiente oferta y la que hay es extremadamente cara. No, no voy a apuntarme en una lista de espera y tener un hijo dentro de tres años.

Los únicos que pueden tener hijos están jodidos por todos lados. Esto es, la gente de menos de 35 años con contrato indefinido, todavía no tiene la suficiente experiencia laboral como para tener un buen sueldo con el que hacer frente a todas las dificultades que se les plantean. Vale, pongamos que se ponen a esperar. Mientras esperan, se acomodan a un estilo de vida que cuando se piensan lo de los hijos, ya tienen 40 palos y lo tienen que dejar.

Resumen: demasiado rico para tener ayudas públicas, demasiado pobre para permitirte los precios del sector privado. Este es el tema más importante para Galicia: la edad a la que se tiene el primer hijo. Da igual, para qué preocuparse por esto, cuando acabemos de extinguirnos como el dodo, los mamuts volverán a pastar por los montes.

Nota: la gente que no tiene contrato indefinido o empleo, es decir, la inmensísima mayoría, ni la menciono. O sea, que aunque esa clase media se decidiera a tener hijos, el problema no estaría resuelto ni de lejos.

Galicia como parque temático

¿Qué ha pasado en Galicia para que tengamos un problema muy bien identificado (sus consecuencias, al menos) desde hace 20 años y no se tomara ni una sola medida (no, hacer guarderías no sirve de nada) para resolverlo? La respuesta es tan sencilla como deprimente: los gobiernos de Europa, España y Galicia, han estado demasiado entretenidos convirtiendo a Galicia en una especie de parque temático.

Beatriz Mato, conselleira de traballo e benestar: «todo va de perlas».
Esas marquesinas de los buses tan bonitas, esos jardines delante de un edificio oficial tan bien cuidaditos, monumentos al escozor, miradores con todas las medidas de seguridad imaginables, paseos marítimos que te hacen volar la imaginación y soñar con que estás en el mundo desarrollado, sellos de calidad de productos gourmet, rutas de senderismo que aparecen en guías europeas editadas en idiomas extraños, rehabilitación de viviendas hechas en piedra para sacar una foto promocional chupiguay, piscinas climatizadas por energía solar en municipios con 200 días de lluvia al año, centros de interpretación del melocotón volador, infraestructuras que dividen por la mitad pueblos y que luego no usa la gente de esos pueblos...

Hombre, en honor a la verdad, hay que apuntar que todo esto no se hizo a cambio de nada. Los gallegos tuvieron que pagar todo esto. ¿Cómo? Mandando a tomar viento los sectores industrial y primario. No es que el mercado gallego evolucionara libremente a nuevas formas de prosperidad, es que llegaron dos reconversiones industriales y no hubo alternativa. Ojo, que yo me alegro mucho por la vaca holandesa con su Mozart y su wifi. Europa nos ha venido estupendamente y no se discute porque es un axioma y vale ya.

Claro, de aquellos polvos, estos lodos. Galicia a principios de los 80 no apuntaba a evolucionar a como está ahora demográficamente. Operó la desindustrialización incentivada y también la larga tradición de emigración que viene de antiguo. Inyectar dinero ocultó un proceso de evolución demográfica muy contraproducente.

Elefante en la sala

Cómo se truncó la evolución demográfica es algo difícil de estudiar. Yo le pediría al presidente de la Xunta que apareciera en prime time con un gráfico. Nada moderno: un cartón y un rotulador. Y que me presente, por favor, la edad a la que se tenía el primer hijo y la renta per cápita en 1960. A continuación, que trace una línea continua con su evolución hasta 1980.

Después que haga lo mismo de 1980 a hoy.


Os puedo adelantar más o menos que la edad a la que se tenía el primer hijo pasó de 1960 a 1980 de los 26 a los 23 y la renta per cápita aumentó un 150%.

De 1980 a hoy en día, la renta per cápita aumentó un 100%, sin embargo, la edad a la que se tiene el primer hijo pasó de los 23 a los 31.

La idea extendida y preconcebida nos dice que a mayor renta, más tarde se tienen hijos. Los datos empíricos nos demuestran que eso no siempre es verdad. Se puede aumentar la renta y reducir la edad a la que se tienen los hijos, al mismo tiempo. Por favor, que alguien haga un graffiti con esta idea en la puerta de la Xunta.

Esta idea es fundamental, porque no sólo nos sirve tener hijos, sino que hace falta aumentar la renta media. Es más, incluso poniendo a Feijoo a pinchar condones, no conseguiríamos revertir el proceso de extinción iniciado si no se logra atraer a población foránea. Y no hablo del 5% de inmigrantes de los años de la burbuja. Si Galicia no tiene un 20% de inmigrantes, para asegurar la variación por edades y la reversión consiguiente de la pirámide demográfica, no conseguiremos resolver el problema (nota: el 20% lo digo a voleo).

Vale, listo, y tú qué harías

Si pretendes buscar soluciones en un blog, es que estás muy desesperado. Aunque si insistes haré honor a la memoria de los arbitristas. Yo dejaría de hacer planes demográficos. Dejaría de dar dinero público a ciertos grupos muy concretos y muy cercanos al poder. Me replantearía todo el sistema de ayudas públicas: no puede ser que la clase media, que es la que da soporte al sistema, esté expulsada del sistema. En líneas generales, las medidas para revertir la pesadilla demográfica son las mismas que para crear prosperidad: baja los impuestos. Una vez bajados, baja las tasas que paga la gente en ventanilla. Una vez hecho esto, vuelve a bajar los impuestos a la gente normal. Y después, quita las bonificaciones, deducciones y puertas traseras al impuesto de sociedades de las grandes empresas. Con libertad absoluta para hacer el gamberro (es decir, con un ejército de zombies-robots-ninja que me protejan de magnicidos), diría «Amancio, paga la droga» y establecería un impuesto especial para tiempo de guerra y ante desastres naturales que afectara no a los ricos, sino a los muy ricos (¿puede haber un impuesto del 300%?). Con el extra recaudado, compensaría en parte las bajadas de impuestos a la gente normal.

¿Cuándo voy a conocer a mis bailarinas twi'lek?
Tampoco se trata de gastar exactamente lo mismo que antes: probablemente se esté recaudando poco y mal. Cualquier reforma que no pase por tener una mejor financiación, por ejemplo, para servicios públicos básicos (básicos eh, muy básicos), será un error. No creo que aguante mucho esta ficción de pretender continuar con las políticas de gasto a nivel autonómico sin tener maniobrabilidad en la parte de ingresos. Bueno, y lo de tener la zona económica exclusiva para vender derechos de explotación a multinacionales malvadas ya sería la repanocha.

Ah, y ya que estamos: prohibición total de que cualquier oficina pública use software privativo. Desarrollo interno de software de gestión. Paralización y bombardeo de todos los polígonos industriales en construcción. Quitar competencias sobre urbanismo a todos los ayuntamientos. Cambiar los 315 ayuntamientos por las 52 comarcas y a quien proteste tirarlo de un avión en mitad del océano.

Y ahora que he cogido carrerilla: semanas de diez días y días de cien horas. Poner todo en la tele en versión original. Hacer anuncios de lencería en braille (ya basta de discriminar a los invidentes).

«Last days of the gilded age».
No, en serio, no existen las soluciones fáciles. La gente busca lo mejor para sí misma y a veces falla. El truco está en que haya un ambiente propicio para la prosperidad, que se respeten los contratos, que se dejen de usar los recursos públicos para establecer castas clientelares, que se reduzcan los niveles de la administración (¿por qué tenemos que aguantar a las diputaciones provinciales?) y en general, que la clase media no le pague los vicios a los más ricos. Dejemosles libertad para que se paguen ellos mismos sus vicios.

Y lo de las ciudades, para qué hablar. Parte del problema que es ver a gallegos huyendo como ruandeses, está en las ciudades. No se pueden tener los centros urbanos decrépitos como se tienen y la periferia entremezclada con viviendas sociales de la gente que se quitó del chabolismo. Es que así no te va a ir la gente normal ni al centro, ni al suburbio. En serio, dejad de condenar a la clase media.

Tengo que desarrollar la idea de que Lugo es Alabama, y Murcia, Dakota del Norte.
Bueno, y eso de que en muchos lugares los únicos negocios sean el tanatorio y el ayuntamiento, que me lo expliquen. Que la principal fuente de ingresos de comarcas enteras sean las pensiones públicas, es alucinante. Claro, yo esto lo veo como problema, el cacique de turno no.

Resumen: que haya trabajo. No un poquito de trabajo, sino mucho. Que tengan que venir oleadas de negros o de catalanes a trabajar aquí. Eso sería lo ideal.


Más:
El sentido de la vida. Parte 2. El tercer mundo: Yorkshire



*Nota: tener hijos y adoptar viene a ser parecido.

lunes, 25 de marzo de 2013

Eurocresía

De los Pirineos al Vístula, diferentes países sólo tienen Europa como plataforma continental. De ahí que el discurso a favor de «más Europa» tenga cierto sentido para ellos. El caso es que encuentro hipócrita ese discurso.

El presidente alemán insistía hace poco en construir una identidad europea. Ya sabéis: una unión política más fuerte que se asiente sobre ciertos constructos culturales que la gente sienta como propios. En resumen, podríamos decir que el presidente alemán aboga por la creación de una especie de nación europea (algo que es tan inoperante como pretender una «nación mundial»). El bueno de Gauck echa de manos la falta de un mito fundacional común (imposible no dejar de pensar en lo alemán que es pensar en el mito como cimiento/cemento nacional).

Es cierto que no hay un mito fundacional europeo. Al contrario, hay un hecho fundacional europeo que es el único que sirve de excusa (o argumento) a la Unión. Ese hecho se llama Auschwitz. Y constituye no sólo el único pilar sobre el que basar la Unión Europea, sino además, la política mundial y las relaciones internacionales para todas las épocas futuras.

«Sin una política fiscal y económica común, una moneda común lo tendrá muy difícil para sobrevivir»*, es dificil no estar de acuerdo con esta afirmación. Ahora bien, cabe preguntarnos por qué si todos estamos de acuerdo en eso, de las dos alternativas que hay para que los estados miembros no quiebren, siempre se escoge la que supone «menos Europa».


Me explico: no dejar quebrar a un país da lugar a dos vías de actuación por parte de la UE. La primera: rescate conjunto del FMI, el BCE y la UE (es decir, un rescate que además de dinero europeo, necesita dinero americano, ruso, árabe, chino y japonés). La segunda: un rescate exclusivamente europeo por medio de la mutualización de todas las deudas soberanas de los estados miembros. Sabemos que la UE sólo se plantea la primera de las opciones. Esto quiere decir que el manido discurso de «más Europa», tiene una letra pequeña del copón.

Más Europa hasta cierto punto, más Europa sólo si no perdemos por el camino, más Europa pero con el FMI de la mano, más Europa pero a los bajitos y morenos los sentamos al fondo de la mesa. En serio, ¿nos vamos a tragar este discurso europeísta cuando sus actos indican una dirección opuesta? ¿Cómo nos vamos a fiar de los eurófilos utopistas, si ellos mismos no se creen su perorata?

Capitalismo clientelar.
Todo el mundo entiende que hay que hacer sacrificios: los pobres políticos mafiosos que especularon con la vivienda en España, los pobres multimillonarios del norte que sufrieron muchísimo en sus carnes una década de ajustes para pagar la incorporación de Alemania Oriental al primer mundo, las pobres grandes cuentas de Goldman que vieron cómo bajaba el valor de sus opciones sobre estimaciones de posibles valores futuros, y una larga lista de víctimas de esos cabrones del sur de Europa que querían tener unas bonitas vacaciones mientras nadie les alertaba de nada. Claro, todo el mudo se ha visto perjudicado por esta crisis, de acuerdo. Si Europa, como proyecto común de la gente que por casualidad ha nacido en este lugar del mundo, vale para las duras, me pregunto por qué no vale para las maduras.

Da que pensar, la verdad, que las noticias muestren estas horrorosas medidas de la troika, Zapatero, Rajoy, Pasos Coelho y similares, como si estuvieran afectando a todo el mundo por igual. El continente que sufre en común. El mito fundacional que necesita Europa. Las mismas protestas en todas partes. Es todo tan de a-be-cé que hasta da vergüenza verbalizarlo. El sectarismo europeo de hablar de proyecto común cuando hay cuatro gatos que se lo llevan crudo, o de hablar de libre circulación de personas, capitales y servicios, cuando pensamos en el eurocorralito y a los rumanos y búlgaros se les trata de apestados... Pero hombre, libre circulación habrá de las grandes empresas anticapitalistas con el sudeste asiático, más o menos, y de ella sacan ganancias cuatro listos. Pero al 90% de la población la empobrecen, en un mercado profundamente controlado y con unas expectativas de futuro muy limitadas. Y cuando hablo del 90% de la población, me refiero de España, Chipre, Alemania y de todas partes. La distribución de la riqueza en los diferentes países es algo como para alquilar balcones: es la misma siempre. Ahí sí que hay integración: en el reparto de la miseria y la extracción de la prosperidad. Acabáramos.



* Tengo una pregunta que a lo mejor es muy tonta: ¿cómo es posible que las mentes más brillantes de la economía europea propusieran una moneda común sin antes establecer una fiscalidad común y unas instituciones de gobierno comunes? Llevamos veinte años preguntándonos esto. Y digo yo, ¿y si las mentes más brillantes no fueran tan tontas? ¿Y si se buscó adrede primero hacer una moneda para DESPUÉS hacer aparecer la demanda de instituciones políticas comunes? Echad un vistazo a Europa, ¿cómo íbamos los europeos a demandar una unión política desde cero? Nos tuvimos que tragar el euro y ver lo mal que funciona para ahora reclamar la unión política. Y bueno, desde el punto de vista de un español, esto es algo de lo que se suda bastante (Europa es una fantasmagoría que flota por el aire), pero imaginaos cómo convencer a un polaco de recibir órdenes de un alemán. Je.

Más:


viernes, 22 de marzo de 2013

Neoliberalismo y Estado del Bienestar ¿quién los inventó?

Repasar las hemerotecas es un trabajo sucio, pero alguien lo tiene que hacer. El neoliberalismo, ese conjunto de políticas más o menos establecidas en el llamado Consenso de Washington (y que nadie ha leído), no fue obra de malvados grandes empresarios. Tampoco los primeros en ejecutarla fueron firmas de inversión oscuras y vampíricas. No, tampoco Reagan ni Thatcher se lo inventaron en una extraña conspiración anticomunista. Y por supuesto, no, no tiene nada que ver con el liberalismo (salvo por la aversión a la inflación, pero vamos, a nadie le gusta la inflación).


Esta última idea es necesario desarrollarla. Ante la propaganda comunista (hace nada, el comunismo tenía esclavizado a más de medio mundo y era necesario ofrecer una alternativa en el campo de las ideas), la respuesta liberal fue inventarse el Estado del Bienestar.

De cómo los liberales inventaron el Estado del Bienestar

David Lloyd en 1911
Empezaba el siglo XX, Teddy Roosevelt aprobaba leyes anti-trust y sentaba a Rockefeller en el banquillo, dando término al periodo de libre mercado en el que se basó la expansión de los grandes magnates americanos (Vanderbilt, Rockefeller, Carnegie...), y de las grandes empresas coloniales británicas. En los suburbios, la propaganda levantisca de los nuevos sindicatos ganaba adeptos. La izquierda democrática era apenas indistinguible de los comunistas que trataban de prender la chispa de la revolución en todos los países desarrollados. Los anarquistas, que por aquella época todavía pintaban algo, se entretenían disparando a la gente, poniendo bombas y provocando las dos guerras mundiales.

Un tal David Lloyd George, nacionalista galés, del Partido Liberal británico, empezó a pensar en cómo resolver la cuestión social. Cómo diablos aplacar la amenaza revolucionaria sin derramamiento de sangre. El mundo cambiaba rápidamente, las viejas fórmulas no servían. David miraba los números. La tecnificación, la mejora de las comunicaciones, el aumento de la esperanza de vida iban de la mano de un estancamiento en las condiciones de vida de los obreros y un aumento sin precedentes de los beneficios de las grandes familias. Al tipo se le ocurrió una idea chispeante: poner impuestos a productos de lujo para pagar a los inválidos y los enfermos la consulta con el médico.
  • Reacción de los laboristas: otro engaño más de la oligarquía capitalista. Hay que socializar los medios de producción y castrar a los lores.
  • Reacción de los conservadores: aumentar los impuestos a los terratenientes y empresarios, aumentará el paro y será peor el remedio que la enfermedad.
El bueno de David tardó dos años en conseguir que aprobaran sus reformas. Inglaterra evitó la revolución, la gente que estaba en la miseria tuvo acceso a ciertos servicios básicos y la City continuó siendo el centro financiero del mundo. Los ricos igual de ricos y algunos pobres un poco menos miserables.

Es decir, ante la amenaza comunista la respuesta liberal no fue «desregular la economía», sino aumentar el gasto público y los impuestos. Eran otros tiempos, claro.

Vengamos un poco más p'acá.

De cómo los laboristas inventaron el neoliberalismo

Años 70, Reino Unido tiene pleno empleo y el gobierno mete al país en la Comunidad Europea. Surge cierto jaleo con los sindicatos y el gobierno laborista de Harold Wilson firma el llamado Contrato Social con los sindicatos: ciertas reducciones salariales a cambio de renegociar los convenios en las empresas públicas. Bueno, vale, todos contentos.

El caso es que el periodo conocido como posguerra europea está llegando a su término. La crisis del petróleo es más seria de lo que parecía y al Estado le empieza a faltar el dinero. ¿Qué hace? Tirar de inflación, pero no es suficiente. El gobierno tiene que empezar a recortar unos pocos gastos, nada importante: reducir la comida subsidiada, aumentar el precio del transporte y esas cosas que hace un gobierno cuando tiene muchas empresas públicas. Respuesta de los sindicatos: otro engaño más de la oligarquía capitalista. Hay que socializar los medios de producción y castrar a los lores. Fenomenal, genios.

«No VAT, no cuts». Mola QUERERLO TODO AL MISMO TIEMPO.
Aún con todo, los laboristas ganan las elecciones de 1976. Gobierno en minoría de James Callaghan, un veterano político bien considerado por todos. El Partido Laborista llega a un acuerdo con los liberales: no apoyeis las mociones de censura de los tories a cambio de hacer referendums en Gales y Escocia. Ok.

Pero como un tren que se oye a lo lejos, la inflación no paraba de subir y llegó un momento en que el Estado se encontró sin la forma de poder mantener el poder adquisitivo de los millones de empleados públicos británicos y con dentaduras descuidadas.

Pidieron un préstamo al FMI. Era el Reino Unido. Era un gobierno laborista y era la hiperbóera era de 1976.

Pidieron 2.300 millones de libras. El FMI no tenía tanto dinero. Eran otros tiempos. El FMI tuvo que pedir prestado para poder prestar. Y ahí fue el rescate, al reino de Isabel II. Claro, para que te presten hace falta tener algún aval o demostrar que eres capaz de devolver el préstamo. ¿Educación? ¿Sanidad? ¿Pensiones? ¡A tomar viento! ¿Trabajadores públicos? ¿Mineros? ¡Que les den! El consenso keynesiano tuvo un bonito entierro. Lo ofició el Partido Laborista británico.

We used to think you could spend your way out of recession and increase employment by boosting government spending, I tell you, in all candour, that that option no longer exists. And in so far as it ever did exist, it only worked on each occasion… by injecting a bigger dose of inflation into the economy, followed by a higher level of unemployment as the next step…

James Callaghan, Labour Party Conference 1976

La gente todavía llegaba con velitas a casa de James Callaghan y le decía que la austeridad iba a acabar con el país. Pero se trataba de una recesión provocada por el propio gasto público. No hubo ningún boom inmobiliario, ningún Pocero, ni ningún idiota al frente de Reyal Urbis o la CAM. El único culpable de recalentar la economía británica fue el propio Estado británico.

Imagen de contexto histórico.
En 1978, el sindicato de trabajadores públicos protagonizó el llamado «Invierno del descontento», allanó la campaña para los tories y hubo una moción de censura en la Cámara de los Comunes. El gobierno no la superó y la Thatcher, portavoz de la oposición conservadora, fue elegida primera primera ministra del Reino Unido.

Sutil cartel electoral de las elecciones de 1979. ¿Qué querrá decir?
Es cierto que la campaña conservadora se basó en dejar que las cifras del paro hablasen por ellos. Pero no es menos cierto que el paro no bajó rápidamente y que la situación continuó siendo lamentable para muchos. La Thatcher tenía todas las papeletas para que la echaran a patadas. Sin embargo, no la echaron. Al contrario, fue muy popular. Margaret Thatcher aportó algo más que cifras económicas. Tras la humillación al antiguo imperio que supuso el rescate soberano del FMI, la gente buscaba alguien que les dijera que no eran el último mono. Y Thatcher, antes y después de ser elegida, hablaba de valores. Por ejemplo, recadito a Moscú:

Ponen las armas antes de la mantequilla, mientras nosotros ponemos casi todo antes que las armas.

O:

Donde haya discordia, llevemos la armonía. Donde haya error, llevemos la verdad. Donde haya duda, llevemos la fe. Y donde haya desesperación, llevemos la esperanza.

Los conservadores hablaban de la Gran Sociedad —discurso que le había funcionado a Lloyd George setenta años antes— y de no dejar caer a la gente. Redujeron el hipertrofiado aparato público de posguerra y volvieron a situar al Reino Unido en el mapa. Luego vino el petróleo en Canarias Escocia y la guerra de las Malvinas y el empujoncito moral que supuso para un país gris y triste. Los laboristas no olieron el 10 de Downing Street en 18 años. Muy mal no lo debió hacer.

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jueves, 21 de marzo de 2013

Viajar en tren

Ahora que volvemos a llevar bolsa de la compra o carrito, que devolvemos los cascos vacíos de las botellas, que cruzamos España en un renqueante tren que va a paso de tortuga, que vemos anuncios de elixires en la prensa y que en lugar de alcaldes tenemos caciques; parece inexcusable recuperar a los clásicos.

LAV Galicia-Madrid.
Algo que me llama la atención es cómo cuando peor están las cosas, más agudizamos el ingenio. Supongo que todavía hay que tirar a más gente al arroyo para que veamos buena literatura en los escaparates de las librerías. Todo se andará. De momento, las librerías están en la red y nosotros volvemos a ese Viaje a la Alcarria que escribió mi paisano hace setenta años. Para los que son más veteranos, podemos decir que volvemos a Santa Teresa: «ándese vuecencia con cuidado, que andan los tiempos recios, no vayan a levantarle algo y llevarlo a la Inquisición».

Lubián.
Lo normal es no salir de tu pueblo o de tu barrio en toda tu vida. Puedes cambiar de localización geográfica, pero el mundo que te rodea es una copia idéntica de ese mundo del que procedes. A los caballos les ponen unas cosas que tapan su visión periférica (no sé qué nombre tienen), a los viandantes no les hace falta. Es el progreso, supongo. O Europa, o yo qué sé.

El caso es que hoy como hace setenta años, cruzar media España en tren es una pequeña ventana a un mundo ignoto y desconocido. La de pueblos que cruzas y la de tierras y ríos que hay es impresionante. Los estereotipos humanos con los que compartes vagón, se repiten en cada viaje, como los pueblos que ves pasar a paso de tortuga en el renqueante tren de última generación y velocidad decimonónica.

Algunos tipos

El trabajador frustrado de la RENFE: es aquel individuo que, siguiendo el método de prueba y error, aprende algún truquito y luego se pasa el viaje enseñándoselo a los demás, como demostrando su know-how ferroviario para unas oposiciones que jamás tendrán lugar. Por ejemplo:
  • Encender la luz de lectura sobre el asiento. Es un gran botón que hay sobre el asiento y su función es bastante obvia.
  • Abrir las puertas de los vagones. Son puertas automáticas como las de la Enterprise. Para abrirlas hay que pulsar el botón "ABRIR" y no tratar de abrirlas golpeándolas o insultándolas como hacen algunos (nota: esos métodos también funcionan).
  • Pasear. Más o menos se puede pasear por el pasillo, pero si no se sufre ninguna circunstancia hemodinámica, no hace falta hacerlo cada dos minutos. Ya sabemos que eres capaz de mantener el equilibrio cuando el tren modernísimo del siglo XXI atropella una oveja y provoca una turbulencia. Vamos, fijo que te contrata el Circo del Sol.
  • Estar en la cafetería. Se disculpa bastante el abuso de este truquito, ya que todos sabemos que es esencial que el hombre esté en el bar con sus amigotes hablando de Mourinho y las señoras haciendo el equivalente cotilleando con gente que conoce vagamente (y si embargo sacándoles el Libro de Familia a los cinco minutos).
  • Levantarse 10 minutos antes de la parada, recoger los bártulos y plantarse delante de la puerta. Este truquito es idéntico al que vemos en los aviones. Gente muy lista que consigue apelotonar la salida. Existe una relación directa entre premura por salir y torpeza/lentitud al salir.
Camareros: quienes trabajan en la cafetería del tren. Son indistinguibles del trabajador estándar de un bar cualquiera. Acaso una mayor indolencia se abata sobre ellos. El espectro es variado: desde el veterano perro viejo que cuando te sirve un café parece que te está haciendo un favor, hasta la poligonera que reproduce punto por punto la etología propia del aparcamiento de la Fabrik los días de rave. Ellos no lo saben, pero tanto el barman de 60 palos como la choni, son la misma persona. Los dos tienen que ser interrumpidos de sus funciones esenciales (una ligar con alguien, el otro hacer pasatiempos en un periódico grasiento) para reaccionar de algún modo con esos pasajeros tan pesados que piden café o cerveza. Como sucede en todas partes, el pasajero (por cierto, RENFE llama a los pasajeros, «clientes», como si un tren fuera un burdel cualquiera o una sucursal bancaria) acude a ellos para resolver dudas: cuándo llegaremos, qué retraso llevamos, cómo se reclama tras un retraso. Claro, como el barman no tiene ni idea, cada vez inventa una respuesta diferente. Lo que sea con tal de que dejen de molestarle. En cierta ocasión me quedé comiendo un bocata en la barra y pude oír hasta tres respuestas distintas a la misma pregunta. Qué más dará. Peor iban los judíos a los hornos. Venga, vamos a hacer unas olimpiadas. Hala. Qué más dará. Este cacho del mostrador está mojado, pero qué más dará, ya secará solo. Todo así. Ah, con la bola extra de no saber los productos que tienen (detrás suelen tener un cartel enorme, pero los camareros jamás lo miran).

Cafetería de un Alvia.
Los hermanos López: siempre hay un grupito de cuñaos. Yo creo que los pone la propia RENFE para que te den el viaje. Gente que lleva muy mal los cuarenta. Alopecia, barriga, hijos de la retórica, infantil sentido del humor y cero normas de urbanidad.



La pareja mayor entrañable: entrañable hasta que se ponen pesados. Normalmente es la mujer la más pesada, quedándose el marido entre cactus y espectro.

El miembro de generación joven inseguro de su futuro estatus social: también llamado «moderno de mierda». Una vez me tocó al lado una chica que iba como disfrazada de submarinista y leía un libro amarillento de alguien japonés. Zapatones de color estridente, gafas de pasta y lo que debía de ser un mundo interior muy rico, condimentado por una bebida isotónica (o su primer orín de la mañana). Este tipo de gente que no puede vestir normal, peinarse de forma normal, leer cosas normales y actuar de forma normal. Lo tiene que hacer todo especialito antes de que el tiempo pase y lo transforme en uno de los hermanos López.

Terra incognita

Tierra situada entre dos puntos de civilización, donde los mapas marcan «aquí hay dragones». Más o menos lo que va de los alrededores de La Coruña (Santiago) hasta las afueras de Madrid (Segovia). En esos sitios donde el tren pasa de 300 a 30 por hora, se ven pueblos maravillosos. Casitas, campanario, plaza. De 600 km de viaje, hay 300 km donde vuelves al siglo XIX. La foresta, los niños-mono, costumbres ancestrales... y un desconocimiento total y absoluto de lo que sucede por ahí. Menos mal que hay internet, veamos qué pasa por la terra incognita:
Encuentro la toponimia de esos lugares muy superior a las buenas traducciones de Canción de Hielo y Fuego. No entiendo cómo no hay cuatrocientas sagas de literatura fantástica inspirada en la Vieja Castilla, coparían la lista de bestsellers del New York Times.

Embalse de As Portas.
Lo que veo mal es esa modernidad que entra con calzador y subvención. Jornadas tecnológicas muy raras, electrolineras para que vayan los ratoncitos a morder los cables... y mientras tanto, lo importante, la gente, ante el inapelable hecho biológico: despoblación, envejecimiento y vaciamiento. Una lástima. En Galicia pasa igual: lo urgente tapa lo importante. Puedes inaugurar los museos de la lechuza moteada que quieras, pero la gente se te sigue marchando, por emigración o por muerte. ¿Cuál es la solución de nuestras fuerzas vivas? Abrir guarderías. Una auténtica lástima, porque no hablo de un proceso natural que responde a las expectativas de la gente. Está bien que si la gente se traslada del campo a la ciudad, fuera porque libremente así lo deciden. Se trata de que no hay alternativas. Y sin alternativa, no puede haber decisiones libres. Pero venga, hagamos más olimpiadas y más electrolineras. Hasta reventar.

El tramo del INFIERNO.
Como decía, cuando llegas al Cuello, el tren pasa a ir a 30 por hora. La bienvenida a Galicia te la da un graffiti gigante que pone «FARLOPA», justo en medio de las obras del AVE. Obras que por cierto llevan una década de retraso. El primer plan que contemplaba esta obra es de antes del Prestige. Con el famoso y olvidado Plan Galicia (aquel New Deal del gobierno Aznar para aliviar el subdesarrollo galaico) se le cambió de nombre al Plan, pero la cosa siguió igual. Luego llegó la que se perdía en Barajas y Pepe «el gasolineras». En serio, dan ganas de bajarte del tren y coger una pala, ayudar un poquito y volverte a subir.

El cambio de vías

Es gracioso que haya que cambiar de vía. Un gran método para ralentizar el movimiento de tropas enemigas (otro gran método es que no haya 3G durante cien kilómetros de trayecto). El caso es que también ralentiza el movimiento de tropas amigas.

El baño

Un poco más grande que el de los aviones. Lo importante es: ¿cómo diablos consigue la gente ir en manada al baño a los cinco minutos de salir? ¿Cómo puede ser que esté todo guarro constantemente? ¿Por qué, con los precios europeos de la cafetería, hay que aguantar que falte papel o jabón? ¿Por qué es el único lugar donde la clase turista puede recargar el teléfono? Se lo preguntaré a Iker Jiménez, ya que si se lo pregunto al barman igual me suelta un leñazo.

¿Conclusión?

Para viajar unos cientos de kilómetros, un tren a 300 por hora intuitivamente tiene que ser capaz de ganar —comercialmente— al avión. No hay (muchos) retrasos, lleva a más gente y se viaja más cómodo. Claro que, como pasa con todo, si se sigue eternizando el viaje, el tren perderá su oportunidad. Ahora que los aeropuertos tienen problemas y las aerolíneas se han vuelto una especie de tabernáculo oscuro y degradante, el tren tiene que aprovechar la oportunidad de hacerse un sitio. Si no, lo perderá para siempre.



miércoles, 20 de marzo de 2013

Banderas para todos, patria para algunos

No sé si se puede llamar «fracaso a medias» de los doceañistas el hecho de que la caída del Antiguo Régimen y la desunión administrativa del imperio se produzcan de forma paralela. El poco éxito práctico de la Constitución de Cádiz (no así en sus consecuencias políticas), sugeriría que la creación de España como estado-nación tiene lugar de forma escalonada en diferentes momentos del XIX. Ahí está la Constitución de 1837, como intento de —una vez patente la desunión de buena parte de la España transoceánica— recuperar la constitución del 12 para que exista cierta base política o legal sobre la que construir el nuevo país.

Esta es la idea.
Es inevitable pensar que cuando algunos próceres inventan una patria que sea algo más que una mera designación geográfica, esto no se produce por decreto de la noche a la mañana, sino que tarda. Así, teniendo en cuenta que cuando tú te inventas un estado moderno a imitación del francés, es decir, lo de «ciudadanos», «nación» y «patria»; este concepto tenga más fuerza allá donde hay instituciones cercanas al poder que donde no las hay.

Un ejemplo gráfico de esto puede ser contraponer a los oficiales de la Armada en Manila y al campesino de Puebla de Sanabria. Geográficamente, los primeros están mucho más alejados del centro generador de la nueva patria, pero sin embargo, están infinitamente más cercanos institucionalmente del nuevo país que a duras penas intentan crear los próceres.

Es cierto que ese campesino de Puebla de Sanabria tiene a un alcalde designado por un gobernador civil a su vez designado por un gobierno. Sin embargo, el capitán de navío que en el otro extremo del mundo tiene que darle zapatilla a piratas chinos, probablemente tenga una idea más real de su lugar en el mundo y de su relación con la patria.

Intramuros, fortaleza, Manila, Filipinas.
El estado-nación lleva aparejado no sólo instituciones políticas y estructuras económicas, sino que indefectiblemente ha de crear una abstracción mental. Para el nuevo ciudadano, la patria es un lugar en el mundo, en el ámbito geográfico y de las ideas, que lo distingue de otros. La bandera que lleva su barco pasa a significar algo más que una mera distinción de procedencia en alta mar, sino un conjunto de valores nacionales creados sobre el papel.

Puebla de Sanabria, Zamora. Río Tera.
El campesino sanabrés tarda mucho más en aprender el concepto de patria. Para él hay un lugar en el mundo que es su pueblo o su parroquia. Este lugar lo distingue del resto y tan extranjero es el señorito de Zamora que va a darse baños de salud al lago, como el vendedor ambulante portugués que llega en ferias.

También es verdad que el cambio de significado de las palabras a lo largo del tiempo da lugar a equívocos de los que no estoy vacunado al tocar el tema. Sin embargo, seguir el hilo del razonamiento me lleva a una paradoja fundamental: las ciudades fundadas en Nuevo Mundo, son probablemente «más españolas» que las de la Vieja España (por seguir la terminología de los historiadores del XIX). Plantear esta paradoja excita sexualmente a los secesionistas, sin embargo, el ejemplo de Puebla se puede hacer con cualquier pueblo de cualquier provincia rebelde, respecto a cualquier patria imaginada. Un fulano de la montaña de Lérida (o Lleida o como quieras), tenía tan poca conciencia de pertenecer a España como de pertenecer a Aragón o a Cataluña.

Para esta mayoría de habitantes de Vieja España, existía «el país» (así, tenemos «queso del país» o «vino del país») que era más o menos su comarca o su parroquia. Para el médico del pueblo, que sabia leer, sí podía haber una España y una Corona. El primero, cosa geográfica; la segunda, la lealtad. Es cuando de país pasamos a patria o estado nacional, cuando los paisanos pasan a ser ciudadanos (incluso aunque no vivan en la ciudad, más cercana al centro de poder o delegación suya).

Que un papel diga que eres ciudadano de un estado no cambia la vida de nadie ni a mejor ni a peor. Por lo tanto, debemos convenir en que el nuevo estatus lleva aparejado una serie de características que sí cambian la vida de la gente. ¿Qué cambia más la vida de un paisano? No lo sé, pero me la juego a decir que la imitación del estilo de vida del centro de poder.

Así, es el cambio de costumbres del día a día las que crean el estado-nación. No se puede afirmar con rotundidad que sea una imposición insoportable. Si este fuera el caso, con un país tan incomunicado y vacío como España, el estado, a mediados del XIX habría fracasado. Debe haber, por lo tanto, una serie de mejoras para que los ex-paisanos vayan aceptando la nueva situación.

Rue de Merde. Paris, 1789.
Mi pregunta es: ¿cuánto de esto se debe al buen hacer de los próceres y cuánto no se debe al mero avance de la tecnología? Sin duda la mejora del nivel de vida en el XIX debido a nuevos métodos sanitarios, de salud pública y de educación, se deben a mejoras en el ámbito de la ciencia y la tecnología. Donde se hace más evidente esto es en las nuevas fábricas industriales (El capitalismo y los historiadores, editado por Hayek). Insisto con mi pregunta: ¿sería posible la construcción del estado-nación sin una revolución industrial paralela que inventase también cierta clase media? ¿Sería posible que sin identificar el fenómeno del pauperismo existiera la nación soberana?

El pauperismo

Que el 90% de los paisanos vivieran en la subsistencia, hacía que vivir en la subsistencia fuera lo normal. Por lo tanto, la pobreza no existía ya que es el estado natural del paisano. Una vez que aparece el obrero industrial como modo de mejora del nivel de vida, se produce una quiebra. El obrero del alto horno vive mejor que el jornalero de la aceituna. La vida en la ciudad se vuelve más deseable que la vida en el campo. La ciudad pone en contacto a las personas y da acceso a un mayor mercado de bienes. El mundo del ciudadano se muestra más grande en la ciudad. El mundo del paisano siguen siendo los diez kilómetros cuadrados que eran en época de los romanos.

El estado-nación se hace fuerte en la ciudad y por nuevas instituciones empieza a tender sus tentáculos por la periferia rural. Aparece el partido judicial, el recaudador de impuestos, y un caballo de hierro que le mató dos ovejas al Sigesmundo. Pero estos pequeños cambios no creo que sean más que anécdotas que tardan en condensar y solidificar.

En las revistas gráficas de los años 20 y 30 del siglo XX, aparecen reportajes de aldeas que viven en la subsistencia. Es un fenómeno nuevo: por primera vez existe la conciencia de que hay ciudadanos que no son exactamente ciudadanos. Es el retrato del pauperismo. Unas pocas décadas antes, casi todo el mundo vivía así. Sin embargo, en esa época, el hombre de ciudad ya está acostumbrado a unos modos, costumbres, conceptos y lenguajes que resultan alienígenas para el paisano, que mira con rechazo y desconfianza las modas ajenas.

Amienemigos

A comienzos del XX, aparecen en España los nacionalismos tradicionales: «hablamos otro idioma por tanto queremos otra relación diferente con el centro». Sin embargo, esta gente es indistinguible de quienes desde el gobierno civil o desde las Cortes, tienen el propósito de construir el estado-nación.

No creo que una autonomía catalana quisiera dejar de dar licencias de ferrocarril o que una autonomía gallega, quisiera dejar que el cura del pueblo siguiera dando clase a los chavales. Por tanto, todos ellos eran básicamente las mismas personas con diferentes acentos.

En todas partes cuecen habas.
Donde realmente hay diferencias es con el que vive ajeno a este lenguaje moderno. Todos aquellos que viven incomunicados del nuevo mundo, que contemplan con ojeriza el avance tecnológico y desconfían del cambio de costumbres. Son los que el ciudadano moderno llama «pobres», los que viven de forma independiente al estado. Y que como siempre han vivido con independencia, nunca han tenido conciencia de querer ser independientes de un país u otro. Les pueden decir que de apoyar a unos o a otros mejorarán sus vidas. Pero el paisano vive en el mejor de los mundos posibles. Vidas cortas, con niños raquíticos y con unas fronteras con el mundo que se establecen donde alcanza la vista.

Es esta misma gente la que no escribe los tratados de política o describe su país. Siendo esto así, la historiografía pasa por alto lo cotidiano de la miseria —en ocasiones, con el hilarante contra-efecto de alabarla— o directamente ignora lo que no quiere que estropee su bonito libro. Hallo que esta actitud es más acentuada cuanto con más ahínco se quiere construir un estado-nación. Así, aquellos países que surgen de la descolonización inglesa (Australia, Estados Unidos, etc), pasan por no tener campesinos en su historia. Anomalía ésta que ha producido estados-nación homogéneos a diferencia de los viejos países del sur de Europa (creo que la razón de la diferencia no es religiosa, sino de instituciones económicas y políticas). Pero este es otro cantar que será escuchado en ocasión más propicia.

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lunes, 18 de marzo de 2013

Chipre y el efecto espectador

A «los estados nunca quiebran» y «la vivienda nunca baja» les podemos sumar «los depósitos son intocables». El rescate a Chipre, nada del otro mundo dado el tamaño de su economía, viene a romper uno de los totems infranqueables con los que suponemos que funcionan las cosas. Este nuevo rescate lleva consigo la condición de que los depositantes en bancos chipriotas den parte de sus ahorros, bajo amenaza, para que la troika se sienta segura.

No se trata de que los accionistas o quienes compraron preferentes en esos bancos carguen con el aval al rescate del sistema financiero chipriota, no. Se trata de que todos los depositantes chipriotas, por orden ejecutiva, se convierten en accionistas de sus bancos y por el camino pierdan parte de sus ahorros.


Claro, al poner en práctica esta medida, el chipriota normal piensa «no me cojeran con vida» e irá a retirar sus fondos. Cachis. Los gremlins ya habían pensado en eso: tate, corralito para todos. En la Unión Europea. En la Europa sublime. En este proyecto europeo que redimirá los pecados de nuestros padres.

España no es Grecia, pero Chipre sí es un poquito Grecia. Acaso pensarían los chipriotas que su país tiene alguna importancia para Europa. Acaso creerían que con la tarjeta de socio comunitario iban a tener un tratamiento diferente al de colonia al que tan acostumbrados están. Sin controlar la mitad norte del país, pues la gente se arrancaría los ojos, con dos de las mayores bases militares inglesas manteniendo estatuto de extraterritorialidad y siendo destino de vacaciones de la oligarquía rusa, Chipre pudo pensar en su día que refugiarse bajo el paraguas europeo le reportaría un tratamiento especial. Ahí tienen su tratamiento.


La normativa europea indica que los depósitos de hasta 100.000 euros son intocables excepto cuando no. Los gremlins que redactan las normas europeas tienen un negro sentido del humor. Ante su actividad, el ilustrado ciudadano de esta república europea de las ideas, dará una calada a su pipa, se ajustará el monóculo y dirá «es mejor no hacer preguntas».

Cada día que pasa, los intentos de la UE por sobrevivir a sus contradicciones parecen más inútiles. Cada día la gente descubre que acaso no tengan tanto poder como les prometieron. Puede que algo falle cuando el frutero de la esquina ve perder el 3% de sus ahorros y el oligarca de turno con cientos de millones, un 12%. Quizás, si se trata de repartir la miseria, los pedazos del pastel no se estén repartiendo todo lo equilibradamente que es recomendable (a ver quién es el guapo que toca la cuenta de un ahorrador alemán). A lo mejor algún comisario de economía debería decirle a la gente que el banco no es su amigo, que el banco de toda la vida es una empresa y que no se limita a guardar bajo llave sus ahorros, sino a hacer negocio. Y que en los negocios a veces se pierde. Pensar que el dinero está guardado en una caja a disposición del depositante es una ilusión, un espejismo. Fantasmagoria ésta tan solo comparable con aquella que nos dice que todos los ciudadanos europeos somos iguales.

No, no somos iguales. Chipre, como colonia europea, no tiene la más mínima oportunidad de defenderse. Las condiciones del rescate chipriota son inimaginables para un país del centro.
La distancia a Bruselas y Frankfurt determina el estatus.

Lo más gracioso de todo el asunto, si es que algo hay de gracioso en este sainete, es que no existen alternativas. Bueno, la única que hay es el rescate estatal del sistema financiero, asumiendo un agujero de tal magnitud que haría quebrar al Estado. Un estado quebrado que tendría que salir del sistema euro y ponerse a imprimir una nueva moneda que no valdría nada, provocando inmediatamente la entrada al país de ayuda humanitaria. Claro, a nadie le gusta ese escenario, por lo que están (estamos) dispuestos a tragar con lo que sea. Y yo me pregunto, ¿que diferencia a esta actitud de la actitud del esclavo? Sólo hay libertad si se puede elegir. Y no podemos elegir.



sábado, 16 de marzo de 2013

Crisis del XVII

Sería muy complicado hablar de lo que la Escuela de Salamanca y sus seguidores apuntaban en relación a las importaciones de metales preciosos. Baste presentar el problema someramente. La llegada de metales preciosos a partir del XVI, produce un aumento general de precios debido a que no se producía un aumento de los productos y el trabajo. Es decir, si tienes que repartir más monedas de plata en una economía que no crece. Las monedas de plata valdrán menos y se necesitarán más para pagar lo mismo. Es lo que conocemos como inflación.

Antonio de Pereda. El sueño del caballero. 1670.
Hambre

Materias primas y mano de obra aumentan su precio en España, lo que causa miseria. Las exportaciones españolas no pueden competir con otros productos extranjeros y además, el gasto público en armas y ejércitos no ayudan a aliviar la situación. Las crisis del XVI se vuelven crónicas en el XVII, mientras sigue la despoblación interior y las ciudades crecen con hordas de harapientos. Este crecimiento urbano hace que aumente la demanda de tierras de cultivo y pastoreo en lo que se conoce como «hambre de tierras». No pocas rivalidades entre ciudades vecinas comienzan en esta época: las ciudades literalmente robaban tierras que habían quedado abandonadas.

Las manidas guerras de religión de los Austrias por todo el mundo, no es el único efecto que se ve de su política de apoyo a la verdadera Fe. En España, las ciudades se pueblan con conventos y monasterios. Sobra decir que estas instituciones religiosas quedaban eximidas del pago de impuestos, lo que a su vez repercutía en la presión tributaria contra las clases menestrales. Ahondando en la miseria.

Castroañe (León). Fiestas de San Andrés de 2011.
Hay gran testimonio documental de los litigios de los concejos de las ciudades, pidiendo a los reyes que hiciera leyes para prohibir la mendicidad de quien pudiendo trabajar prefería pedir limosna («si el vicio merece castigo, merece respeto el infortunio»).

Cortes de Toledo, 1559:
«Otro-sí decimos que una de las cosas que causa haber tantos ladrones en España, es igualmente disimular con tantos vagamundos, porque el reino está lleno de ellos, y son gente que muchos de ellos traen cadenas y aderezos de oro y ropas de seda, y sus personas muí en órden sin servir á nadie y sin tener hacienda, oficio ni beneficio, y sacado en limpio unos se sustentan de ser fulleros y traer muchas maneras de engaños, y otros de jugar mal con naipes, y otros de hurtar, y hay entre ellos capitán de ladrones que trae sus cuadrillas repartidas en las ferias y por todo el reino... y muchos de ser rufianes, que es la mas perniciosa y mala gente».

Mucho se ha hablado sobre esos hidalgos que veían mal el trabajo manual. Supongo que a esta idea habrá de unírsele al menos la carestía de vida, que esos hidalgos eran cuatro y el de la flauta y que había un dramático despoblamiento interior. No es que la gente no quisiera trabajar, es que no había gente para trabajar y responder a las demandas de una creciente población urbana en un ambiente de aumento de precios.

Pero lo de ver mal el trabajo tampoco es que no existiera. Adivinad quién no pagaba impuestos. Exacto. Tener un pequeño título y llegar a ser hidalgo era nuestro equivalente actual a tener un primo en la diputación. Con los eclesiásticos pasaba algo parecido: muchas familias enviaban a uno de sus hijos al seminario por dos razones: primera, no darles de comer (si bien es cierto que en muchos casos había que pagar una generosa matrícula, luego los muy pobres no podían ser curas. A lo sumo monjes trapenses). Segunda, tener una bonita parroquia significaba rentas. Otros hacían carrera eclesiástica porque en las bibliotecas diocesanas podían estar tranquilos pintando muñegotes y leyendo pornografía sin que nadie les molestara. Esos eran los menos.

Siempre hubo clases
También la propia institución del mayorazgo contribuyó a este estado de cosas. El mayorazgo hacía que el primogénito recibiera la casa petrucial y todo bien raíz de sus padres. Los siguientes hijos tenían que buscarse la vida emigrando, metiéndose en un convento o en el servicio de armas.

Se ha tratado de mostrar el imperialismo castellano como forjador de la ociosidad de carácter del español. Esto se debe a que las tierras de Castilla, Extremadura y Andalucía, tenían que ser trabajadas por gallegos, vizcaínos, catalanes y valencianos (no sólo, pero ayudados por). La siega y la siembra del cereal, recoger la aceituna, plantar las viñas... eran actividades de gran estacionalidad que realizaban estas gentes. Pero no es cierto que esto se deba a la ociosidad del castellano. Se debía a que no había gente. Entre un pueblo y otro podían pasar decenas de kilómetros. Una jornada entera a pie. ¿Cómo iban a explotar los campos sin importar mano de obra?

Van probes e tornan probes,
van sans e tornan enfermos,
que anque eles son como rosas,
tratádelos como negros.
¡Casteláns de Castela,
tendes corazón de aceiro,
alma coma as penas dura,
e sen entrañas o peito!
Cantares gallegos, Rosalía de Castro, 1863

Poco se ha hablado de cómo alemanes y franceses venían a España en peregrinaje a Santiago. Poco se ha comentado de la obligación de dar limosna al peregrino. Y casi nada he visto de cómo los pordioseros de Europa decían que venían a hacer el Camino, y no acababan de hacer el Camino hasta tener un buen saco de monedas con el que volver a sus casas de amancebados, ligeras y herejes. Estas cosas hay que comentarlas, pues también son excluidas de los manuales de historia que leen los niños. Seguro que se trataba de poca cantidad, pero en Bienes del honesto trabajo y daños de la ociosidad, Pedro de Guzmán (1614) habla de 70.000 extranjeros que pasaban por Burgos. Número inflado, pero indicativo que en aquella época el tema preocupaba.

Otal. Huesca.
En el XVII el pauperismo debió ser evidente a ojos del menos listo del pueblo. La novela picaresca tanto en la Vieja España como en Flandes, da cuenta costumbrista de los ardides de los pordioseros para vivir de no hacer nada. Así, los había que fingían estar cojos o tuertos, otros se envenenaban para ser ingresados en el hospital...los casos más extremos son los de los padres que cegaban a sus hijos o les rompían las piernas. Calculo que esta práctica se dio hasta bien empezado el siglo XX, pues hasta época muy reciente llega la absoluta miseria y subsistencia en muchas partes del país. 

Demografía desigual

El vaciamiento interior no es el único tema de importancia cuyas consecuencias llegan hasta hoy. El movimiento de personas no se reparte por igual en todo el país. Así, las levas y la emigración al Nuevo Mundo, se hacían sobre Castilla. En oriente, no hay tanta emigración a las Indias. Al contrario: hay inmigración occitana. Téngase en cuenta que si Castilla con entre 4 y 5 millones de habitantes estaba vacía, la Corona de Aragón, con 800.000, le iba a la zaga.

Bernardos (Segovia). 2010.
Si las estimaciones de 40.000 emigrados al año son ciertas. Estamos hablando de un 1% de castellanos que iban al Nuevo Mundo. Como vemos que las ciudades aumentan su tamaño, esta emigración tendría que centrarse en localidades de menor tamaño o que perdían importancia en favor de las de la costa. Resultado: comarcas del interior perdieron población muy rápidamente.

Peste

La Peste Negra oculta que hubo otras muchas pestes en los siglos posteriores. A comienzos del XVII, la peste bubónica se ceba especialmente en Castilla. Se puede seguir su estela como si fuera una franja que uniera los puertos de Castilla en Vizcaya y llegara hasta Ciudad Real. Después, hay una discontinuidad hasta Andalucía y el Algarve. Esa discontinuidad yo la achaco a que en Castilla la Nueva en los albores del XVII no había nada. Nada relevante, entiéndase (la zona está esporádicamente poblada desde la noche de los tiempos). 

También me gustaría tocar el asuntillo de los puertos de Castilla. Resulta muy curioso que los puertos castellanos estuvieran en lo que hoy se conoce como Vizcaya y Cantabria. Ni Asturias ni Galicia tuvieron una buena comunicación terrestre con la Meseta. ¿Se ha analizado este asunto? ¿No sería este detalle más causa de la pervivencia del gallego que la historia esa del irredentismo?

Una primera aclaración

No debemos olvidar que a pesar de la miseria en el Siglo de Oro, se pusieron las bases de la civilización en Nuevo Mundo. Se comenzaron a escribir los estudios científicos modernos sin los que el progreso del XVIII sería imposible. Y cada quince días, los barcos españoles hundían corsarios ingleses, holandeses y franceses. Que esas batallitas también mola contarlas (no había Mundial de Fútbol, y de haberlo, habríamos ganado igual). Es cierto que se forja la leyenda negra y que la persecución a los protestantes españoles ayudará a que se expanda por España. Pero no es menos cierto que hoy tenemos capacidad de desmentir esa leyenda (y sin caer en la leyenda dorada, tal como se hizo hace cien años y por los propagandistas del franquismo).

Curioso: a falta de fuentes en las que basar sus invenciones, los indigenistas fanáticos se basan en... procesiones de Semana Santa que llevaron los españoles. Con un par. Y luego hablan de tradiciones ancestrales. ¡Y tanto!
Tampoco es cierto que todo el mundo era horriblemente malvado. Pese a los infinitos testimonios de aumento de la criminalidad, también hay testimonios de actos honrosos más allá del deber (no los encontré, pero eso se debe a mi indolencia, no a que no los haya). No es cierto que los españoles tuvieran tanta mala fama en Flandes: los autores flamencos imitaban la novela picaresca española. Los pintores, se metían la zancadilla para poder ir a pintar al Escorial. Las obras de los arbitristas, médicos, geógrafos y literatos españoles eran traducidas a una decena de idiomas y circulaban por Europa como los bestseller de la época. No había corte en Europa que no recibiera al embajador español de turno con todo tipo de alhajas.

Es una dicotomía extraña la de esos años.

Una segunda aclaración

Por lo expuesto hasta aquí, se puede interpretar erróneamente que el proceso de despoblación de Castilla o de falta de crecimiento, se produjo muy rápidamente y por factores fácilmente identificables. Nada de eso. No podemos ver la historia como una montaña rusa en que tras cada época de gloria le sigue una de apuros. Si en el XIV Castilla tiene mejor pinta que en el XVII, se debe a cómo nos la han pintado. Hasta que aparece la clase media no se puede hablar de que un país está mejor o peor. Es cierto que los autores españoles ya identificaban el problema de la pobreza, de la inflación, de la falsa mendicidad, etc. Sin embargo, no podían comparar la situación con una época mejor.

Tanto en el XIV como en el XVII elegir al azar a un paisano, supone elegir a un tipo que conocía poco más que a sus vecinos. Un tipo que pese a su juventud, tenía achaques que hoy identificamos con la senectud. Un probable raquitismo, unas costumbres aberrantes, una ojeriza por todo lo ajeno y una desconfianza total por lo desconocido. Esto unido a una superstición fomentada por la propia religión (casi su único contacto con la civilización). Esta era la mayoría de la gente.

 España y yo somos así, Alcantarilla.
Cuando leemos «el pueblo hizo esto y lo otro», es una cagada monumental. Un fraude. El pueblo no tenía muchas más preocupaciones que saber qué iba a comer al día siguiente pues tal era la miseria, que incluso con la crisis del Siglo de Oro, la mayor´çia de la población no sabía que estaba en crisis. Hay que tener algo, para perderlo y echarlo de menos. 

El ejemplo más gráfico (y famoso) de esto que digo, es la toma de la Bastilla. A la toma de la Bastilla fueron cuatro animales de bellota, miembros del lumpen. A su vez el fuerte estaba defendido por otros gabachos desdentados que apenas sabían identificar su nombre cuando los llamaban. 

Oh, y qué me decís de las batallas. Desde hace miles de años y hasta hace nada, a los ejércitos les acompañaban hordas de botarates para reciclar lo que tenían de valor los muertos y de paso llevarse carne (de caballos, mulas o personas, ¿qué más daba?).

Dan ganas de escribir una «Historia cutre». A ver si alguien se anima.