Desde que se comienzan a estudiar los cohetes de forma seria hasta que los americanos colocan al primer hombre libre en el espacio, pasan casi dos décadas. Dos décadas caracterizadas por una carrera espacial entre las dos mayores potencias: el prestigio, la supremacía militar y la capacidad de crear nueva tecnología producían una competencia que aceleraba las ansias de contar con un programa espacial robusto. Desde que JFK plantea colocar al hombre en la Luna, hasta que el Águila lo hace realidad, pasan menos de nueve años. En menos de nueve años se pasa de no saber casi nada del viaje a la Luna, a enviar con seguridad a un par de astronautas. La gente en los años sesenta tenía que pensar que todo era posible. Con razón antes los estudiantes se abalanzaban motivados sobre las matemáticas, la física, la ingeniería... «Hacer cosas». Cosas de metal y que hacen ruido. Cosas con lucecitas parpadeantes. Cosas con ruedas, palas o alas.
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¿Os acordáis de cuando nos decían que el futuro iba a molar? |
Y sin embargo, a comienzos de los setenta, todo se fue al garete. ¿Quién podía prever que se iba a tirar a la basura el programa Apollo? ¿Cómo justificar que un programa que hoy costaría 150.000 millones de dólares iba a ser descartado como un trapo viejo? Racionalmente, una alternativa mejor justificaría el abandono de la ambiciosa misión de exploración espacial. Pero no hubo una alternativa mejor.
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Lo arruinaste todo, patán (Foto: STS-134). |
Pero hoy parece que la ingeniería ha retrocedido. En la intrincada red que forman las ciencias y la técnica, parecen tener más demanda aquellas discilpinas relacionadas con los procesos de información, en lugar de aquellas relacionadas con la plasmación y creación. Como hemos descubierto que dedicar más recursos al análisis y diseño ahorra costes en la implementación y pruebas, parece que hay una especie de hiperespecialización en las primeras fases de los ciclos de desarrollo. Parte de la culpa la tiene la informática. Hoy es más seguro y barato realizar simulaciones que construir un motor gigantesco y tenerlo encendido durante horas. Básicamente se evita el riesgo de explosión. «Se evita el riesgo». Como si el riesgo no existiera. En esta nueva época espacial, la explosión del Challenger o del Columbia demuestran que el riesgo sigue existiendo. Pero hacemos como que no. Huerfanitos de astronautas en la tele no ayudan a ganar unas elecciones.
«¿Telemetría? Check. ¿Lucecitas parpadeantes? Check. ¿Poner brazos en jarras? Check. Estamos listos, jefe». |
Bien. Dejando esta nueva inyección monetaria aparte, para ser conservador y además no tener que buscar datos de muchas fuentes, me centro en el dinero de la NASA. Si el programa Apollo costó unos 150.000 millones y cada año hay 20.000 de presupuesto... podemos hacer un programa Apollo cada siete años y medio. La cosa se pone calentita si tenemos en cuenta que en los programas de la NASA hay un tercio del dinero que no se emplea en el vuelo espacial. Recordemos que durante la Era Dorada se llevaron a cabo los programas Pioneer, Surveyor, Mariner, Viking... Investigación científica pura, desarrollo tecnológico en ramas como la ingeniería de materiales, la óptica, la química, la geología, la física, la aeronáutica, las comunicaciones... en definitiva, lo que entendemos como «ciencia espacial» y todas sus aplicaciones a nuestra vida diaria.
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Rover lunar del Apollo XV (1971). Fabricado por la Boeing y GM. |
Y para eso estaba (gracias por nada, Irak) el Programa Constellation. Si la nave Apollo -los tres módulos unidos- tenía una masa de unas 47 toneladas (que ponía en órbita el maravilloso Saturno V), el Ares V podría poner en órbita 65 toneladas. Eso significa más astronautas por misión, con más herramientas y más víveres para misiones más largas.
Volver a la Luna
Lo triste es pensar en las casi cuatro décadas que hemos perdido. Eso sí, se me ocurre que ahora ya «no hay prisa» (lástima!) y los desarrollos previos se pueden hacer con más calma (y con un montón de simulaciones informáticas que nos eviten funerales). Así, tras un paréntesis de 40 años de retraso, volveremos a pisar la Luna. A partir de aquí hay dos opciones:
1.- Centrarse en construir una colonia lunar.
2.- No centrarse en la colonia lunar y mirar a Marte.
La nueva política espacial de Obama, pretende una misión a Marte para finales de 2030. Con eso y a falta de que los yanquis elijan a un presidente republicano en 2016 que vuelva a proponer un programa molón («hacer cosas»), nos podemos ir olvidando de la colonia lunar durante la primera mitad de este siglo.
Tratando de sacar el máximo rendimiento a cada euro invertido en la ISS, no estaría mal que cuando finalice su vida útil (que será en concurrencia con las misiones a la Luna), se lleve la ISS a la órbita lunar y de algún modo se despiece para ayudar en la construcción de una pequeña, obamita y poco ambiciosa base lunar. Una vez ejecutado el mayor gasto de las primeras fases de desarrollo, parte del presupuesto se quedaría para continuar las misiones a la Luna (relevo de selenitas, aprovisionamiento, turismo, etc), pero otra gran parte del presupuesto se podría dedicar a alejarnos mucho más de la gente que odia el espacio (—es que queremos escuelas públicas. —Anda ya, roja, con lo que molan las naves espaciales).
Se calcula que una misión a Marte hoy necesita una masa de 500 toneladas. Eso son seis lanzamientos del Ares V. Casi 18.000 millones de dólares. Como las ventanas de lanzamiento abren cada dos años y pico, podríamos calcular un coste de 9.000 millones al año (menos de la mitad del presupuesto de la NASA). En la década de 2030 podría haber cinco misiones a Marte (manteniendo las misiones a la Luna e incluso quedando dinero para visitar algún asteroide errante. La búsqueda de exoplanetas no la menciono porque en comparación cuesta menos que invitar a Calatrava a un café bebido).
Incentivo político
La exploración espacial, lamentablemente, es una cuestión política. No es técnica. Digo lamentablemente porque entiendo que es complicado explicar a políticos analfabetos el concepto «retorno de la inversión en el largo plazo». Aunque al ser una cuestión política tiene un punto a su favor: ¿y si existen incentivos políticos para la exploración espacial? Se me ocurre que por ejemplo a la Unión Europea le interesa poner en el mismo barco a todos los países y tener algo en común más allá de una triste historia de guerras brutales.
Una misión europea a la Luna, en colaboración con la NASA y empresas privadas puede ser una bendición para los eurócratas. A día de hoy la Agencia Espacial Europea dedica a la exploración espacial la quinta parte de lo que lo hace la NASA. Por su parte, Rusia, que gasta dinero en cosas muy raras, puede poner a trabajar a su legión de ingenieros-esclavos durante 25 horas al día y con algunos cacharros llegar a la Luna para luego cobrar a los millonarios estancias en zulos.
Una carrera espacial... privada
Lo más probable es que no haya un escenario de carrera espacial sino más bien esfuerzos conjuntos que hagan muy baratas las misiones. El precedente de la ISS es reseñable en este aspecto. En este sentido, es de esperar que en la Luna se reproduzca a pequeña escala lo que sucede en la Antártida: aunque los países se lleven mal, en entornos difíciles, la gente que no es de letras suele colaborar.
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Un Falcon 9 despega de Cabo Cañaveral. |
¿Y más allá de Marte?
Como dije al principio, prever a muy largo plazo se confunde con soñar. Desde el punto de vista de la ingeniería, los pasos futuros se darán de forma incremental y ajustados a presupuesto. El siguiente paso lógico después de Marte es el cinturón de asteroides. Hasta ahí se pueden prever razonablemente las cosas en términos de tecnología y dinero. Más allá, hay que contar con otro tipo de tecnología de la que no disponemos hoy (a no ser que seamos rusos y la vida de los astronautas nos de igual), pero el consenso científico indica que el siguiente escalón sería el sistema joviano (y ya no estamos hablando de superar el reto de llegar en un plazo de tiempo razonable, sino de afrontar el tema de la radiación, la falta de luz solar, etc).
Superar el escalón que supone el sistema joviano significará la puerta abierta para salir del sistema solar con una misión tripulada. Con Alpha Centauri a 4,5 años luz, necesitamos mucha velocidad y energía... y simular la gravedad y probablemente saltarnos las leyes de la inercia. Pero eso ya son cosas que, en ausencia de una singularidad tecnológica, se las dejamos a los nietos de nuestros nietos (si es que sobreviven a la Época de las Bombas Atómicas y la moda punk-decadente que la acompañará).
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Ah, el futuro. Cualquier locura es posible en el futuro. |
Más:
- Ares V (el nuevo cohete)
- SLS (el sustituto del transbordador)
- David S. F. Portree, Humans to Mars: Fifty Years of Mission Planning, 1950–2000, NASA Monographs in Aerospace History Series, Number 21, February 2001.
6 comentarios:
¿Seguro que llegaron a la Luna? Cuando Neil baja las escaleritas de la nave... ¿quién estaba grabando con la cámara?
¿Qué estudios dicen que la empresa privada es más eficiente que la pública?
Como humanos la eficiencia depende de nuestro trabajo y no somos mejores o peores por trabajar en empresa pública o privada. ¿Iberia? o ¿alguna empresa privada ha conseguido una eficiencia similar al sistema chino de donantes de órganos? vale, un poco bestia; pero qué hace que Obama quiera un sistema sanitario que se parezca al público que tenemos mientras nos esforzamos en estropear el nuestro y como muestra www.cafeambllet.com
Los estudios de la NASA:
NASA expects that purchasing commercial space transportation services will be more economical than developing government systems of comparable capability. This could free up additional resources for lunar missions and other activities beyond low-Earth orbit.
http://www.nasa.gov/exploration/news/COTS_selection.html
Y el famoso estudio sobre cuánto costaría el Falcon 9 si lo hiciera la NASA:
Follow-up research and a revised estimate—based on SpaceX’s early success with the Falcon 1 rocket and other factors—led to lower cost figures but the same giant disparity between the privatized model ($443 million) and the NASA way of doing things ($1.4 billion).
Aquí tienes el resumen: http://www.nasa.gov/pdf/586023main_8-3-11_NAFCOM.pdf
Voy a intentar leerlos; pero intuyo que están referidos a la forma de trabajar de la NASA. Hay más onanismos púbicos en el universo (sistema español de transplantes....).
AENA ha sido privatizada para que determinadas personas obtengan más beneficios ¿mejorará su rendimiento? de momento no han cerrado ningún aeropuerto y así de memoria me sale que sobra una docena. La sanidad en Madrid o Cataluña. ¿Felipe González ha sido fichado por Gas Natural por sus inmensos coñocimientos en hidrocarburos?¿Urdangarin en Timofónica?¿la privatización del sistema ferroviario británico para republicarlo después? (reconozco que hay ejemplos en los dos sentidos pero llamar eficaz a una empresa que vive de dinero público...).
Creo que tiene que ver con el control que se puede ejercer sobre la gestión, si te puedo vigilar de cerca es más probable que gestiones mejor los recursos; pero en eso no veo diferencia entre privado y público. La empresa de control Suiza(privada) puso a un menda a llevar ruta y aproximación (en dos posiciones a mi modo de ver incompatibles) cuando en Santiago se quiso hacer lo mismo los controladores se negaron y la empresa pública AENA les sancionó por ello (por suerte en el juicio posterior se toparon con un juez con dos dedos de frente o miras la pantalla radar o miras la pista por la ventana) ¿en una privada como va la cosa? Los suizos mataron a un puñado de niños.
Que sí que es exagerado, que es muy improbable; pero está ahí ¿como quieres que controlen tu avión? Siendo improbable que choquen dos aviones lo que han tenido que hacer para conseguir lo del Lago Constanza.
Prefiero gestión transparente, si es privada o pública dependerá de cada caso, en cosas que requieren seguridad a lo mejor me inclino por pública. O no.
Saludos
A mí me gusta éso que dices de "hacer cosas"
@borino:
Quienes saben mandar cosas al espacia son la NASA y la NASA dice que es más eficiente hacer las cosas desde el sector privado. A partir de ahí, si buscabas una declaración categórica sobre "todo lo público es malo o es bueno", pues yo como tú, tendré que ver cada caso.
Pero en este debate me gusta traer la ética. Una cosa pública puede ser más eficiente, sí, pero ¿es ético que sea pública? Es decir, ¿debe haber un mecanismo de exacción de riqueza para todo el mundo y así hacer esa cosa? Con los bienes públicos (monopolios naturales) no tengo mucho problema, pero con otro tipo de cosas sí.
@Saturnino:
No sé si usted vio las dos películas de La máquina del tiempo. En la primera, de los años 60, los eloí son unos indolentes hippies que se merecen ser comidos por los Morlocks. En la segunda, del año 2001, los Morlocks son malvados depredadores de los buenos eloí que conviven con la madre naturaleza.
Creo que esas películas definen el cambio de paradigma.
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