De los estudios que se centran en analizar qué tipo de políticas públicas tienen un efecto positivo en la productividad, me interesan los que tienen que ver con la formación. La formación no depende sólo de la política educativa, sino también de la empresa privada. En España hemos sido, durante demasiados años, expertos en despilfarrar dinero en educación sin tener un retorno de la inversión.
No hablaré aquí del problema de la universidad, en el que la intervención pública trastoca la percepción del coste y hace que la gente alegremente pueda elegir entre estudiar filología húngara o danzas orientales. Hay estudios (Sakamoto 2012) que indican que es más fuerte la relación que hay entre productividad y escolaridad preuniversitaria.
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Gasto por alumno en 2007. Vía. |
También están las barreras de entrada al mercado de trabajo. Tema que paradójicamente se encuentra con más defensores (que incluso hacen huelgas) que detractores. Es de locos.
Pongamos, a mayores, exámenes de sexto de primaria (6ºEGB) a alumnos de cuarto de ESO (2ºBUP). Quien no apruebe no obtiene el título y deberá recuperar. ¿Cuántas horas de clase recibe un alumno a la semana? ¿Qué instrumentos de apoyo externo existen para recuperar? ¿Por qué las bibliotecas públicas compran libros al peso y se convierten en lugares donde ligar y fumar petardos en el baño? ¿Por qué demonios, ya que tenemos docenas de televisiones públicas, éstas no tratan de ser un servicio público? ¿Por qué los proveedores de servicios de internet fijan los precios como un cártel? Veamos lo que funciona y lo que no, y tratemos de no seguir incentivando lo que no funciona (ejemplo original: el I+D público no tiene efecto sobre la productividad, el privado sí; Sakamoto 2012).
La mejora de la productividad está relacionada con el crecimiento económico. Hoy en día, hay gente que lanza tesis antidesarrollistas alegremente y hay que explicar por qué queremos crecimiento económico. La obviedad de que a mayor crecimiento mejora la calidad de vida, los servicios recibidos y aumenta el tiempo que se puede dedicar al ocio (la historia de la humanidad es la historia de cómo el hombre dedica cada vez menos tiempo a trabajar para comer). Algo no tan obvio, y que precisamente a los antidesarrollistas tenía que preocuparles, es que el crecimiento económico reduce la desigualdad.
Una cosa que no entiendo del tiempo que nos toca vivir es la extravagancia de la izquierda (Gustavo Bueno tiene media docena de libros sobre el tema, pero la izquierda moderna prefiere leer a Sampedro o Hassel). ¿Cómo pueden darles minutos de micrófono a una izquierda que prefiere proteger el medioambiente o la cultura oficial a costa de aumentar las desigualdades económicas (y por tanto, sociales)? Es como si la derecha (en aquellos países donde hay derecha) dejara de abogar por la autonomía personal y la responsabilidad fiscal, para postular candidatos que hablan con Dios y desean construir muros en las fronteras.
Más:
- Giuseppe Nicoletti & Stefano Scarpetta, 2003. "Regulation, Productivity and Growth: OECD Evidence," OECD Economics Department Working Papers 347, OECD Publishing
- Andrea Bassanini & Danielle Venn, 2008. "The Impact of Labour Market Policies on Productivity in OECD Countries," International Productivity Monitor.
- Takayuki Sakamoto, 2012. Productivity, Human Capital Formation Policy, and Redistribution:Do Government Policies Promote Productivity? APSA 2012 Annual Meeting Paper.
4 comentarios:
En la tablita de Sakamoto y Al. no aparece ni Estados Unidos ni Japón ni China, que creo que estan bien de productividad (mejor que Malta o Chequia)
Lo de las barreras de entrada al mercado laboral me parece sangrante a todos los niveles. Uno puede acabar dos carreras pero no tener absolutamente ni idea de qué hacer si le dejan solo en un despacho.
Encima es algo que se agrava con la crisis. Antes, las escuelas podían soltarte sin tener ni idea (incluso no tener ni título) que empezabas a trabajar y la empresa se podía permitir el lujo de pasarse una semana ó un mes formándote para tu puesto.
Ahora acabas igual sin tener ni idea, pero las empresas no tienen margen para formarte y hay doscientos parados con más experiencia compitiendo por el puesto. Gracias a eso aparecen los ni-ni, y los ingenieros que sirven hamburguesas.
Se dice que en Cuba los taxistas son ingenieros y médicos, y lo venden como algo bueno.
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