viernes, 23 de noviembre de 2012

Sobre la clase de liberalismo políticamente aceptable en España

No tiene sentido hablar del liberalismo en una empresa o en un club de fútbol. Si hablamos del liberalismo debemos hablar de qué lugar desempeña en el Estado, en la política. Para eso hay que tener claro qué entendemos por Estado y por qué queremos que se gobierne de una forma distinta a lo que se entiende por políticas de izquierda.

Hay funciones del Estado que tanto la izquierda como la derecha se ven obligados a ejecutar de forma muy parecida: la seguridad ciudadana y la defensa nacional son los mejores ejemplos. Pero incluso en estas cuestiones hay ciertos matices. Respecto a la seguridad ciudadana, se puede mencionar ley de huelgas, ocupación del espacio público y privado y lo que se entiende por atentados contra la autoridad (todo lo que toca esta categoría). Respecto a la defensa nacional, se puede mencionar la cultura de defensa y la forma en que la defensa se relaciona con la política exterior. Es decir, por una parte se trata de ver cómo queremos que se relacione la policía con el ciudadano y qué papel juega para aliviar los conflictos entre los ciudadanos. Por otra parte, qué tipo de política exterior queremos y qué papel deben jugar aquí las Fuerzas Armadas.

Más allá de estos tradicionales roles del Estado, están aquellas políticas que tienen que ver con no dejar a la gente tirada en el fango. Nos debemos preguntar si queremos a una administración que construya un centro de la juventud o si por otra parte dejamos que la comunidad decida. Si desde la derecha liberal preferimos que no haya un programa estatal de centros de la juventud, lo que hay que plantear es que aquellos lugares que sí quieran tenerlo, se lo costeen con impuestos locales. En general, quienes pensamos que es ético dejar que la gente pueda escoger, rechazamos los programas estatales y la planificación. Y henos aquí que nos encontramos con el primer gran problema.

Puede llegar a darse el caso que sólo quien se los pueda costear, acceda a servicios que la comunidad entienda como básicos. En caso de que la oferta privada no cubra la demanda ¿es función del Estado proveer esos servicios? Se va viendo una cierta preferencia por presentar presupuestos públicos de base cero. Pero hay más: ¿qué ocurre cuando una actividad perjudica a terceros? Debe entrar un agente reconocido por las partes para mediar. ¿Qué ocurre cuando la actividad afecta negativamente a una mayoría? ¿Se impone la dictadura mayoritaria? ¿Cómo se respetan los derechos del que está en minoría? En miles de años de historia no hemos descubierto nada mejor que la imposición de la fuerza bruta. Esto es lo que nadie quiere oir, pero si el consenso no funciona, no queda otra. O se cambia la sensibilidad del afectado, o se nombra a un árbitro que establezca las reglas. Si el árbitro tiene cazas de combate, la gente está más dispuesta a hacerle caso. Sí, lo de los cazas lo digo para llamar la atención. Realmente, por fuerza bruta entiendo aburridas normas administrativas, con sanciones económicas que el Estado debe usar para... proteger a quienes no pueden elegir de quienes sí pueden elegir.

La libertad de comprar o no pan, sólo la tiene quien tiene el dinero para comprar pan. Para eso hace falta dejar a mucha gente en paz, sí, pero también, ofrecer oportunidades a quienes están en el arroyo. Aquí entra el tema de la igualdad de oportunidades. No los programas estatales de igualdad «de la cuna a la tumba», sino aquellas cosas con las que no contamos. Véase un terremoto. Sobre el papel, un infinito sistema de compañías de seguros puede proveer servicios, pero sobre el papel, también pueden quebrar todas a la vez (o no llegar a la quiebra pero estar en una situación que les impida responder como debieran). Tras un terremoto o un bombardeo, se necesita algo que no pueda quebrar (o eludir su responsabilidad), algo que pueda relocalizar los productos del trabajo para ser capaz de dar servicio a una gran cantidad de personas, de forma coordinada y sin que nadie discuta.


No necesitamos al Estado para ver un mensaje de esperanza en la sonrisa de cada niño, sino para estar ahí cuando todo se derrumba a nuestro alrededor. El Estado suele ser un incordio y es necesario limitar constitucionalmente hasta dónde puede meter sus narices. Eso no significa que el Estado sea algo intrínsecamente malo. En los lugares donde se deja a la gente emprender, la gente lo aprovecha y mejora su situación. No nos importe que los ricos se hagan más ricos, no nos importe que las empresas den beneficios: son cosas buenas para la comunidad. Nos debe importar que la gente se empobrezca no debido a su propia torpeza, sino a situaciones que no dependen de ella. E incluso en situaciones provocadas por la torpeza, pensemos qué tipo de ayuda pueden ofrecer el asociacionismo, las fundaciones sin ánimo de lucro y la caridad. Una sociedad próspera tiende a ver menos casos en que la ayuda al prójimo sea necesaria. Las sociedades prósperas están relacionadas -empírica, incuestionablemente- con pocas regulaciones de la esfera privada (social y económica) de la gente.

Se va viendo cómo estos temas requieren de métodos de toma de decisiones comunes. Desde hace miles de años, hemos estado probando métodos, el que mejor parece funcionar es aquel que incluye a cuanta más gente mejor en la toma de decisiones. No porque sea más «justo» sino porque te ahorras conflictos y células de inestabilidad. No es racional buscar un sistema político que haya que cambiar cada dos por tres. La estabilidad es buena.

También se va viendo cómo, si lo que nos preocupa es la libertad individual, para resolver posiciones conflictivas es necesario que la gente tenga la sensación de que es importante. Dotar a las personas de poder efectivo tanto en las decisiones que les afectan como frente a la arbitrariedad del poder, deben ser objetivos que aparezcan en la primera página de cualquier manifiesto liberal. Problema de esto: no puedes prever el comportamiento de la gente en las próximas generaciones. Volvemos a la necesidad de limitar la acción de gobierno en un texto constitucional.


Relacionada con la radicalidad democrática está la sensación de la gente de que el liberalismo tiene más que ver con banqueros y multinacionales que con pepitos que compran el pan todos los días. En general, la derecha es horrorosa en sus relaciones públicas. Se ha centrado más veces en desarrollar un discurso económico que en los aspectos éticos de la acción política. El liberalismo tiene que jugar con la radicalidad democrática para frenar situaciones de abusos de poder. No sólo cuando los abusos vienen de la administración, sino también de la esfera privada. Echo de menos a la derecha liberal cuando se trata de denunciar el control de precios que hacen cárteles empresariales (combustibles, leche y comunicaciones son ejemplos a la puerta de casa).

Y ya que hablamos de abusos de poder, podemos hablar de los privilegios. En sentido histórico, hablar de liberalismo político es hablar de acabar con privilegios. Bajo la caliente ala del Estado, prosperan cotos de privilegios cerrados a la aparición de nuevos actores: colegios profesionales, distribución de medicinas, sectores productivos que no pueden competir sin políticas proteccionistas,... Estos privilegiados no sólo hacen perder dinero a todo el mundo, sino que impiden que otros puedan ganar dinero o que la tarta se reparta.

Siendo esta una introducción a grandes rasgos del liberalismo que se puede permitir la sociedad a la luz de las actuales preferencias de los ciudadanos, nos encontramos con que nada o casi nada de esto se hace hoy en día en este país.
  • Siendo la seguridad y la defensa las funciones más críticas del Estado, sorprende que sean los funcionarios peor pagados. ¿A quienes les exigimos más, les ofrecemos menos?
  • Acerca del gobierno limitado, en España somos especialistas en no limitar la acción de gobierno. No quiero decir que el gasto público sea mayor que en otros países de nuestro entorno (no lo es), sino que pedimos al Estado que haga cosas para las que
    • no tiene dinero.
    • es más eficiente el sector privado.
    • afectan a la calidad democrática.
  • En España se rehúye el debate sobre el significado de la Seguridad Social. Quien recibe una pensión no lo hace en pago de los años cotizados, sino como una mera ayuda asistencial, independientemente de su contribución pasada.
  • ¿Quién paga qué? Varios niveles de la administración se encargan de las mismas cosas. Tenemos un sistema político descentralizado sobre el mapa de la administración central. En una misma calle puede haber una biblioteca municipal y una de la diputación provincial. El gasto público en este país se usa de forma electoralista. Los políticos aprueban servicios y no dicen de dónde van a sacar los recursos (de ahí que el gasto público afecte a la calidad democrática).
  • La mayor parte de los ingresos recae en una administración y el mayor gasto depende del resto. Los políticos carecen de incentivos para contener sus planes propagandísticos.
  • Sobre el Estado del Bienestar español sabemos muchas cosas, menos sus fines. En este país, el ser más desprotegido, seguirá estando desprotegido. Tenemos un Estado del Bienestar (educación, sanidad, desempleo...) que protege a la clase media que cotiza en el sistema. Quienes están por debajo, viven excluídos. En puridad no es un Estado del Bienestar, sino una mera situación monopolista de provisión de servicios a un sector concreto de la sociedad (una UTE de Movistar y El Corte Inglés podría sustituir a nuestro Estado del Bienestar en una semana).
  • Acerca del poder electoral, se podría hablar sobre la poca o nula capacidad de influencia del elector sobre el elegido salvo en periodos electorales.

Dicho esto, un partido liberal que aspire a ser algo más que un club de petanca, se encuentra ante un país donde todo esto realmente importa poco. Lo que importa a la gente es que haya trabajo. Que haya trabajo no es una cuestión de vicio (no tenemos problemas con vivir en un país donde toda la población sea rentista), sino de supervivencia. Nuestro bulímico mercado laboral deja desprotegidos a los que parten con desventaja. Y una vez desprotegidos no pueden acceder a la cobertura pública del Estado del Bienestar. Si cotizas discontinuamente, no tienes seguro de desempleo. Si has cotizado décadas, al margen de lo que hayas ahorrado, sí tienes cobertura pública por desempleo. Si has cotizado mucho a lo largo de tu vida, es más probable que hayas ahorrado o cuentes con una jubilación privada, pero aún así, recibirás la jubilación pública más alta. Se protege al protegido y se desprotege al desprotegido. Se hace lo contrario de lo que nos venden.


Mercado laboral y Estado del Bienestar son los grandes temas donde se han aplicado las políticas menos liberales. Y sépase que no es una cuestión de quién va a gobernar mañana, es una cuestión de que corremos contra la demografía.

Un partido de derecha liberal que se presente para gobernar y no para hablar de las últimas novedades en el mundo de la petanca, debe hablar de reformar el Estado del Bienestar y debe estar preparado para salvar obstáculos. Tiene que hablar del mercado laboral dejando atrás las políticas socialistas del franquismo, establecidas para frenar la respuesta social. En Dinamarca, Holanda, Suecia y otros paraísos «neoliberales» o «neocomunistas» (según con quién hables), la indemnización por despido es cero, y la protección del desprotegido existe para sacarlo de esa situación, cosa que redunda en la prosperidad de todos.

¿Hay otros métodos para llegar a una sociedad próspera y libre? Probablemente sí, pero ésa es una pregunta incorrecta. Antes, se trata de ganar y para ganar hay que convencer a la gente y no hablarles en chino. Por tanto la pregunta sería ¿de qué forma políticamente aceptable se puede vender una política liberal? Dicho de otro modo, ¿cuál es el mínimo común múltiplo entre el liberalismo político y las preferencias de los españoles?


jueves, 22 de noviembre de 2012

Calma chicha en corruptolandia

En abril, Montoro presenta el plan antifraude por el que los españoles tienen que informar del dinero que guardan en el extranjero. En noviembre, en plena campaña electoral (o lo que sea que hacen) catalana, surge una noticia que implica a Artur Mas con una trama de robo de dinero, debido a que aparecen cuentas en Suiza. Siete meses.


Como siempre pasa con estas cosas, nadie se preocupa por el informe policial original. El foco de atención está en los teatreros que ponen caras compungidas y de sorpresa. El lamentable espectáculo que está ofreciendo la oposición en Cataluña solo es comparable a la patética defensa del tipo «gato panza arriba» de la que hacen gala Mas y su famiglia.

La implicación de Mas en el asunto, por lo que se sabe, está cogida por los pelos. Dicen que del dinero que cobraba su padre como testaferro, una parte iba a él. Creo que Artur Mas es el menos implicado en esta trama y sería una pena focalizar la atención en él y su mentón. Lo interesante es la trama de enriquecimiento ilícito que toca a la familia Pujol y riega por aspersión a la cúpula de CDC.


E incluso más interesante es la mención, en esta trama, de un tal Arturo Fasana. Este señor no es sólo que esté relacionado con la trama Gürtel (caso de corrupción que no se investiga mucho porque toca a PP y PSOE en todo el país), es que ya desde la época de «los Albertos» aparece en los sumarios judiciales. Es decir, nos remontamos a hace veinte años. Una larga historia de empresas que son dueñas de empresas para defraudar a Hacienda. Larga historia basada en un éxito económico que hunde sus raíces en el fango del latrocinio y la mentira.


Una de las cosas que reveló un poquito la trama Gürtel, es que el tal Fasana organizaba la ingeniería financiera de muchas grandes fortunas (se habla de 54 lombrices con 15.000 millones de euros evaporados). Recibía el dinero en el Credit Suisse de Suiza y de ahí lo hacía desaparecer en otros bancos o en paraísos fiscales como Liechtenstein (que por cierto, se menciona en el caso Palau-Millet-Pujol-Mas).

Como no hay datos -y no va a haber datos- sólo nos queda dejar volar la imaginación. Yo me imagino a gente muy bien avenida, que sólo se insulta en las portadas de los periódicos, pero que luego quedan para jugar al dominó e ir a espectáculos sórdidos. Los entretenimientos de la pequeña burguesía les saben a poco y buscan ir más allá.

Más:

martes, 20 de noviembre de 2012

¿Qué clase de derecha política queremos?

Parece que lo menos importante para un partido político es su programa o sus principios ideológicos. Como se ha visto con UPyD, lo importante es contar con caras que salgan en la tele para atraer a la gente. Pero si no tienes caras que salgan en la tele, lo tuyo no será un partido, sino un club de petanca.


¿Por qué digo esto? Porque creo que mucha buena gente está cometiendo el error de comparar lo que debe ser un partido liberal con un club de petanca. Si se postula por un partido liberal, se debe hacer para ganar representación cuanto antes e incluso para gobernar en algún sitio si cuadra. No se puede decir ni en sueños que como la gente no es liberal, puede que alguien que no sea de tu familia te vote dentro de ochocientos años. Tú debes convencer a la gente. Si el objetivo es que te voten, debes explicar por qué quieres que te voten, qué ves mal, qué quieres cambiar, por qué otros partidos no defienden tus ideas, qué te diferencia... No hablar todo el día con el círculo reducido de gente que ya comparte tus minoritarias ideas.

El contraargumento de esto último es que en el 77 nadie conocía a los políticos que no venían del régimen anterior. Ahí entran en juego los talonarios. Parece que a la gente le da repelús hablar de dinero en política. Primero consigue caras conocidas, después consigue dinero y cuando tengas estas dos cosas, puedes empezar a hablar de política. Pero no de política de club de petanca, de cosas que no le interesan a nadie, ni de descripciones de la realidad poco relacionadas con la realidad, sino de temas que están en el debate público. Puede que en el camino te des cuenta que no hace falta una nueva marca política porque ya existe quien defiende esas ideas. Si es el caso, usa tu motivación para colaborar. Si no acabas de coincidir con otra marca política, pero la gente tiene la percepción de que esa marca política defiende tus ideas, quizás la fórmula del entrismo funcione en pequeñas agrupaciones.


Soy incapaz de presentar una lista de características que logran crear la percepción de que la clase política es uno de los principales problemas de los españoles. E incluso pienso que hay gato encerrado en esa percepción. Si, literalmente, millones de personas piensan que la política apesta, ¿por qué no hay un partido que abogue por la desaparición de los partidos? Arrasaría.

La gente repudia la política española actual, pero no quiere que desaparezca. A la luz de las últimas encuestas, se produce una caída del bipartito y un aumento de otras opciones. Es decir, hay una evolución previsible, pero sigue habiendo una inmensa cantidad de personas que gusta de tragárselas dobladas.


El caso es saber hasta qué punto aguanta la rana en el matraz de agua calentándose. Si por arte de magia aparece una demanda de otra forma de hacer política y de otras políticas, muchos actores se verán obligados a cambiar el discurso.

Lo que no puede ser es que sigamos esperando que sean otros los que tomen la decisión de cambiar o no. El gran ejemplo que tengo en la cabeza es lo del aumento del IVA. No se vosotros, pero yo sigo en estado de shock. Esos manchasábanas llegaron a hacer una campaña nacional. Recorrieron el país recogiendo firmas. Mientras tanto, en el despacho, su primera opción para corregir el déficit era subir el IVA. No podemos permitir que les salga bien la jugada. Porque, incluso tras la subida del IVA trataron de darle la vuelta al argumento y venderse como «responsables»: las condiciones, sabusté, la responsabilidad de gobierno, sabusté, los otros mintieron muchísimo, etc.

No se puede premiar a la mentira. La mentira en política es un fraude público. El único castigo que veo, aparece en las encuestas. Pero ¿qué ocurrirá en las próximas elecciones? Que veremos a unos y a otros y correremos asustados a votar por los que parecen menos mastuerzos. Juegan con eso y, no sé vosotros, pero creo que este juego tiene que ir acabando.

Hay que buscar una forma de escapar del bucle. Lo más sencillo es meterse dentro de la concha de la tortuga y esperar que todo pase. Pero eso justamente es lo que más hará por que nada cambie. Y no sé vosotros, pero un vistazo a fracaso escolar, riesgo de pobreza infantil, la pirámide demográfica, el crecimiento de otros países, las cuentas de la seguridad social, el gasto sanitario por persona mayor, la incapacidad de absorber fuerza de trabajo, el problema energético y tantas otras cosas, son indicativas de que se necesitan proyectos a largo plazo. En este país sacamos una nueva ley educativa cada tres años, en algunos sitios se han congelado las tasas universitarias y en todo el país aumentan las de FP. Parece que mezclo cosas pero es todo lo mismo. He visto a alcaldes cazurros ganar elecciones por levantar farolas una semana antes de las elecciones. Y seguimos para bingo.

Desde la derecha política alguien tiene que hacer la pregunta: «¿por qué queremos gobernar?». No puede ser que la única respuesta sea «para que no gobiernen otros», sobre todo cuando la única opción de la derecha está haciendo no ya una política de izquierda extravagante (con la subida del IRPF, el PP dijo aquello de que habían dejado «descolocada a la izquierda»), sino una que supera a Izquierda Unida (la misma reforma del IRPF es más radical que la propuesta por IU en las últimas elecciones generales). Por la Santa Madre del Amor Hermoso y todos los Coros Celestiales, menuda tropa.

Me da la sensación de que la derecha en este país no solo vive atenazada por el miedo (un miedo irreal, que se basa en un montón de complejos debidos a que partimos de una dictadura calificada como de derechas), sino que evita definir aquellas medidas concretas sobre las que tomar decisiones. Todo el mundo piensa que liberalizar un sector o bajar impuestos son medidas de derechas. Ahora bien, la derecha ha sido especialmente torpe en estos aspectos que son fácilmente vendibles como positivos. Ahí están las últimas subidas de impuestos y sobre la liberalización, parece que va a haber algo porque lo pide el Memorándum de Entendimiento y sobre liberalizaciones pasadas me acuerdo de algo relacionado con un compañero de pupitre de Aznar.

Luego están otros temas, como la inmigración, la relación Iglesia-Estado, la financiación autonómica, las tradiciones... Aquí parece que las grandes líneas discursivas están bien asentadas en la derecha, sin embargo, yo veo que en estos temas puede haber más conflictos entre una sensibilidad conservadora o democristiana y otra liberal. Como el PP lo tapa todo, no hay forma de saber dónde se encuentra cada uno. Se roba un debate a los ciudadanos. Y robar debates a los ciudadanos en este país parece que es bueno, porque se evitan conflictos. Oiga, bienvenidos sean los conflictos que invocan a la capacidad discursiva de las ideas. Bienvenidos sean los choques de ideas de los que podamos sacar puntos en común, porque crean espacios de estabilidad política. Si bien ciertas ideas están en el dominio de las familias de la derecha política, sólo la disciplina de partido consigue que luego se ejecuten unas u otras. Se trampea.


Démonos cuenta de la necesidad de dejar definirse a las distintas derechas. El PP ya cumplió su función histórica de demostrar que era posible una derecha democrática después de Franco. En los próximos años hay que levantar el telón de la gaviota y ver lo que hay detrás. Dentro del propio PP esto no tiene que ser visto como una amenaza, dividir a la derecha puede resultar en una mayor representación (o no, pero eso depende de los electores).

Insisto en la pregunta: ¿por qué debe gobernar la derecha?, ¿qué clase de derecha?, ¿qué medidas concretas, diarias, se deben defender? Si estas cosas no están claras, es que la derecha solo sirve para calentar sillas y hacer lo que hace la izquierda extravagante en un costoso juego de marketing político.


lunes, 19 de noviembre de 2012

Incorruptibles: nadie puede inducirlos a hacer justicia

Carezco de una opinión lo suficientemente informada como para tratar el asunto del éxito financiero de la familia real catalana. Que se cobren o no sobornos al más alto nivel político no es un asunto que se pueda tomar a la ligera. De lo que sí podemos hablar es de eso que cuentan del debate de TV3. Dicen que el debate entre los candidatos fue más interesante por lo que no se dijo que por lo que se dijo.


La impunidad ante la corrupción no sería la misma de no haber un silencio no pactado entre los agentes. Una sociedad no es más corrupta o menos por el número de denuncias en los juzgados, ni por el monto total de lo que se roba. Una sociedad mide su corrupción por la cantidad de personas que viven a expensas de los lazos de confianza generados al margen de la actividad pública.

La permanencia en el tiempo y la profundidad de estas redes de dependencia dependen directamente del pacto tácito entre los implicados. Tú no hablas porque yo puedo hablar, y viceversa. La corrupción puede existir mientras haya sistemas de seguridad redundantes en la gestión de la información.


¿En Cataluña se da esto de forma especial? No tengo la sensación de que la clase política catalana sea especialmente corrupta. Eso sí, allá tienen un comodín que les facilita las cosas: la construcción nacional. Cuando existe un objetivo común, transversal entre distintas familias de poder, la interdependencia que se establece es más fuerte y los sistemas de seguridad de la información son más robustos.

Esto no es solo teoría. Afortunadamente disponemos de un ejemplo delicioso en las malvadas hemerotecas:
PASQUAL MARAGALL. - La malicia de sus palabras me demuestra que ustedes tienen un problema y que se han sentido atacados por una acusación que de alguna forma ustedes mismos deben notar como verídica porque de otra manera no se explicaría que usted haya salido con el tono de falta de respeto que ha usado (...). Han roto hoy una regla que en este Parlament se había respetado siempre, que era el respeto entre los diputados. Y en esto la historia les pasará la factura.
ARTUR MAS. - Me tendría que explicar en qué le hemos faltado al respeto. Lo que pasa es que puede ser que usted tenga la piel tan fina y el orgullo tan lleno y el amor propio tan inflado que al final resulta que cualquier crítica, aunque sea expresada en terminos absolutamente correctos, le molesta (...). Estoy absolutamente alucinado que usted se levante en este Parlament en una sesión como la de hoy y hable de todo menos del Carmel.
P.M. - Si, muy brevemente porque pienso que efectivamente hemos tocado un punto clave. Ustedes tienen un problema y este problema se llama tres por ciento.
A.M. - Usted ha perdido completamente los papeles. Si era para esto, se podía haber ahorrado esta intervención. Yo le pediría una cosa, y se lo digo con toda la modestia, entre ustedes y nosotros, hemos de hacer cosas muy importantes en los próximos meses al servicio de este país. No lo olvide. Para hacer estas cosas importantes es muy necesario que un cierto círculo de confianza entre ustedes y nosotros siga existiendo, (...) y no se rompa, y con su última intervención esto se rompe. Usted envía la legislatura a hacer puñetas. Supongo que es consciente de ello, y le pido formalmente que retire esta última expresión.
P.M. - Accedo a su demanda por una sola razón, porque usted acaba de decir una cosa muy importante, que interesa más el país que todo lo que nos ha dicho antes (...). Espero que ustedes esten en condiciones de cumplir su parte de obligación en los meses que vendrán en los cuales se jugará el Estatut, la Constitución y, en buena medida, nuestro futuro.
A.M. - Yo le agradezco señor Maragall esta rectificación que es buena, no le humilla en absoluto, pero les vuelvo a decir que si en algún momento ustedes tienen alguna sospecha, al margen de lo que se ha dicho hoy, sobre lo que sea, hagan el favor de ir a los tribunales.
Círculo de confianza, interesa más el país, nos jugamos el futuro... La construcción nacional como comodín para no hablar de corrupción.

Con esto queda mucho dicho, pero no todo. Algún día tocará hablar del sentido de la oportunidad para denunciar la corrupción. Quienes denuncian la corrupción en un tiempo político muy concreto, lo hacen para crear una esfera de experiencias común y una perspectiva que canalice a la opinión pública. A su manera, quienes denuncian la corrupción instrumentalmente, son colaboradores de esa corrupción.

Y luego hay otro tipo de corrupción que se encuentra en el tuétano y que ni siquiera se identifica con la palabra «corrupción», algo que va mucho más allá.


viernes, 16 de noviembre de 2012

Vetos en la comisión de secretos oficiales

ERC tiene pocos amigos en el Congreso de los Diputados. Así se explica que por tercera vez un diputado de su formación no haya obtenido plaza en la comisión de secretos oficiales. Necesitaban 210 votos para meter ahí dentro a un garrulo o garrula y sólo consiguieron 91. La primera vez que lo intentaron, obtuvieron 132 votos. Tienen pocos amigos y encima los van perdiendo.

Vía.
El argumento utilizado por el portavoz del PP no ha variado mucho en los últimos diez meses: hay que proteger al Estado, ERC no es de fiar, etc. Es el mismo argumento que emplea el PSOE para vetar a Amaiur en esa comisión (cómodamente, conociendo el veto pepero, hoy pueden votar a favor del ingreso de ERC: les sale gratis y se venden como hiperdemócratas cuando están haciendo lo mismo con otro grupo político, pero bueno).

Dentro del Grupo Mixto, se acordó enviar a esa comisión a un miembro de ERC. Parece que el PP no tiene problemas en que el grupo envíe al diputado de UPN o a la representante de Coalición Canaria. Supongo que esos sí pasan el corte: puedes salir a comer con ellos, se comportan, no se defecan encima y se tiran de los pelos gritando cosas sobre los extraterrestres, etc.

El razonamiento es lógico: gente que quiere destruir el país, no debe tener acceso a información sensible relacionada con estructuras críticas e inteligencia. El caso es que CiU, PNV y los neocomunistas tienen acceso a la comisión. Compartiendo fines, representando lo mismo, ¿por qué unos sí y otros no? Es más, incluso sorprende la presencia de la portavoz socialista, conocida por no ser precisamente el lápiz más afilado del lapicero. Esto y otras cosas, me hace pensar que esa comisión no trata asuntos sensibles. Esa comisión más bien será análoga a otras en las que se aprueban partidas para pagar gastos extraordinarios sin dar muchas explicaciones. Si es así, no tiene sentido vetar a ERC o a Amaiur para «proteger al Estado», si no es para venderte a tu electorado como «protector del Estado».

Los malpensados, podemos tirar del hilo y sospechar que ni PSOE ni PP son los más propicios para «proteger al Estado». Al fin y al cabo, son grupos de resistencia al cambio, con intereses muy fuertes en proteger cosas diferentes al Estado (¿os acordáis de De la Vogue perdonando a Botín y Botín apoquinándole una jubilación dorada, con ONG a medida en el paquete?). Los malpensados, sospechamos que los grandes partidos tienen otras lealtades diferentes al Estado, exactamente igual que los casos de ERC y Amaiur.

Pero no hay que ser malpensado. Es tan solo anecdótico que los partidos primero se protejan a sí mismos, luego a sus acreedores, después a sus negocietes y en último lugar al Estado. Eso no pasa.

Lo que pasa es mucho peor.

Una mayoría de grupos consideran a otros grupos no aptos para conocer información sensible. Sin embargo sí los consideran aptos para presentarse a las Elecciones Generales, legislar, obtener financiación pública, etc. Es ésta la paradoja que deben explicar y dejarse de titulares y de marear al personal como si fuéramos imbéciles.


jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Qué políticas públicas favorecen la productividad?

Hay principalmente dos bloques de medidas que se pueden realizar para aumentar la productividad. El primer bloque tiene que ver con la desregulación del mercado: eliminar barreras, reducir la burocracia, abrir sectores a la competencia, promover I+D privado y facilitar los intercambios entre los agentes económicos (Nicoletti y Scarpetta 2003). El segundo bloque está más relacionado con invertir en capital humano: tener seguro de desempleo, permisos de paternidad, incentivos a la formación... (Bassanini y Venn 2008).

De los estudios que se centran en analizar qué tipo de políticas públicas tienen un efecto positivo en la productividad, me interesan los que tienen que ver con la formación. La formación no depende sólo de la política educativa, sino también de la empresa privada. En España hemos sido, durante demasiados años, expertos en despilfarrar dinero en educación sin tener un retorno de la inversión.

No hablaré aquí del problema de la universidad, en el que la intervención pública trastoca la percepción del coste y hace que la gente alegremente pueda elegir entre estudiar filología húngara o danzas orientales. Hay estudios (Sakamoto 2012) que indican que es más fuerte la relación que hay entre productividad y escolaridad preuniversitaria.


La tasa de fracaso escolar en la educación secundaria es la piedra de Sísifo de nuestro sistema económico. No voy a extenderme en qué hay que cambiar (doctores tiene la Madre Iglesia), tan solo señalar que de todas las estadísticas comparativas que en clasificaciones colocan a España en el furgón de cola de lo que sea, tenemos que darle más importancia a las relacionadas con un sistema educativo que hace aguas.

Gasto por alumno en 2007. Vía.
Hay un montón de factores incorregibles. Pero otros tienen que ver con la percepción de la realidad. Al contrario que en otros países, en España dudo que se perciba el alto coste educativo como una barrera, luego existen otros factores que determinan que al estudiante o a su familia le viene mejor abandonar los estudios que seguir en ellos. Habrá un montón de factores, como digo, pero hoy señalo uno: casi nadie con menos de dieciocho años puede trabajar. No hay mucha oferta de mecanismos por los que un chaval al terminar la educación secundaria pueda comenzar una carrera laboral. Esto no es culpa directa de nadie: la educación secundaria enseña poco y mal. No existe la percepción de estar preparados para el mundo laboral. En los últimos tiempos se ha estado aumentando la inversión por alumno en cosas peregrinas como un ordenador por pupitre en lugar de analizar los programas y proponernos objetivos menos pretenciosos y más útiles. Cualquiera que haya pasado por la universidad conoce casos de alumnos que llegan (y salen) sin saber leer y escribir (ya no digamos dividir con decimales).

También están las barreras de entrada al mercado de trabajo. Tema que paradójicamente se encuentra con más defensores (que incluso hacen huelgas) que detractores. Es de locos.

Pongamos, a mayores, exámenes de sexto de primaria (6ºEGB) a alumnos de cuarto de ESO (2ºBUP). Quien no apruebe no obtiene el título y deberá recuperar. ¿Cuántas horas de clase recibe un alumno a la semana? ¿Qué instrumentos de apoyo externo existen para recuperar? ¿Por qué las bibliotecas públicas compran libros al peso y se convierten en lugares donde ligar y fumar petardos en el baño? ¿Por qué demonios, ya que tenemos docenas de televisiones públicas, éstas no tratan de ser un servicio público? ¿Por qué los proveedores de servicios de internet fijan los precios como un cártel? Veamos lo que funciona y lo que no, y tratemos de no seguir incentivando lo que no funciona (ejemplo original: el I+D público no tiene efecto sobre la productividad, el privado sí; Sakamoto 2012).

La mejora de la productividad está relacionada con el crecimiento económico. Hoy en día, hay gente que lanza tesis antidesarrollistas alegremente y hay que explicar por qué queremos crecimiento económico. La obviedad de que a mayor crecimiento mejora la calidad de vida, los servicios recibidos y aumenta el tiempo que se puede dedicar al ocio (la historia de la humanidad es la historia de cómo el hombre dedica cada vez menos tiempo a trabajar para comer). Algo no tan obvio, y que precisamente a los antidesarrollistas tenía que preocuparles, es que el crecimiento económico reduce la desigualdad.

Una cosa que no entiendo del tiempo que nos toca vivir es la extravagancia de la izquierda (Gustavo Bueno tiene media docena de libros sobre el tema, pero la izquierda moderna prefiere leer a Sampedro o Hassel). ¿Cómo pueden darles minutos de micrófono a una izquierda que prefiere proteger el medioambiente o la cultura oficial a costa de aumentar las desigualdades económicas (y por tanto, sociales)? Es como si la derecha (en aquellos países donde hay derecha) dejara de abogar por la autonomía personal y la responsabilidad fiscal, para postular candidatos que hablan con Dios y desean construir muros en las fronteras.

Más:

Convergencia desigual en las comunidades autónomas

Existe la teoría extendida que dice que cuanto más pobre eres, más recorrido por delante tienes para prosperar. De hecho, los países que más crecen suelen ser países o bien arrasados o bien no arrasados pero que soportan a una muy importante parte de su población viviendo en la miseria (recordad cómo los alemanes después de la guerra necesitaban comprar y fabricar prácticamente de todo).

Dentro de un país que se proponga igualar los niveles de renta (los estados miembros de la UE son un buen ejemplo de países que se han propuesto eso), las regiones ricas (por encima de la media) tienden a acercarse a la media nacional reduciendo su distancia y las pobres (por debajo de la media) también. Así, basta con que las regiones por debajo de la media nacional crezcan un poco más rápido que las ricas, para tender hacia una convergencia estable en el tiempo sin que ninguna se vea perjudicada.

Y luego están los casos de País Vasco, Navarra, Murcia, Comunidad Valenciana y Canarias. Ninguna se ha comportado en la última década como debía. Las dos primeras tenían en 2000 un PIB per capita a precios de mercado de 122,5 y de 127,3 (siendo España 100) para acabar en 2010 con 135,8 y 130 respectivamente. Las otras tres estaban por debajo de la media en 2000 y durante la siguiente década se alejaron de la media. Esto no quiere decir que se hayan empobrecido, simplemente que no han crecido lo suficiente como para converger con la media.

Crecimiento

El crecimiento medido como la variación del PIB per capita tiene truco. Ahí está el caso de Guinea Ecuatorial. Pero también podemos observar cómo se comportó el crecimiento en las autonomías y su tasa de ocupación para tratar de ver si cuanta más gente trabaja está estrictamente relacionado con el crecimiento de la renta.

Si tu tasa de ocupación supera a la media nacional y tu renta per cápita es inferior, debes preocuparte, ya que significa que eres poco productivo (Galicia). Por otro lado, si tu productividad es inferior a la media y tu renta per capita es superior, también debes preocuparte, significa que tu renta se explica por tu tasa de ocupación, con lo que estás expuesto a cosas que no dependen de ti (Islas Baleares).

Por otra parte, si eres más productivo y aún así tu renta es inferior a la media, significa que las barreras al trabajo te están matando dulcemente (Cantabria).

Por último, si tanto tu renta, como tu ocupación son inferiores a la media, pero tu productividad está más o menos en la media (Andalucía), puede que tus trabajadores estén empleados en sectores poco productivos. Cosa que tiene difícil arreglo, pero no imposible.

Detrás del empleo

El empleo explica mucho del crecimiento, pero no nos cuenta toda la historia. La importancia que tiene la productividad a la hora de comparar niveles de renta me parece lo suficientemente importante como para abrir telediarios. Montoro tendría que pagar a Mourinho para que en rueda de prensa hablara de esto.

Entiendo que el dato del desempleo siempre sea noticia, pero lo que hay detrás (de forma ostensible en Canarias y Comunidad Valenciana) es una pérdida progresiva de productividad en los últimos años. Sólo esto explicaría -creo yo- que no estén convergiendo.

Dicho esto, habría que hilar más fino e identificar la estructura productiva de cada autonomía para saber qué sectores son los más productivos, dónde está empleada la gente y que resistencias existen para aumentar la productividad (formación, tecnificación, ahorro...).

Desde luego que lo que hay que evitar es sacrificar productividad por elevar el empleo, ya que eso es un billete sólo de ida a la miseria.

Más:

martes, 13 de noviembre de 2012

Desde la dictadura se ha reducido la desigualdad entre los españoles

Al leer la intervención de Santi Abascal en el proyecto de Reconversión, hay un par de cosas que me chirriaron. Lo de que las comunidades autónomas han creado desigualdad entre españoles y lo de que necesitamos un «destino común». Lo segundo no tiene arreglo, pero lo primero, como chocaba contra la idea que tenía (la España autonómica ha reducido la desigualdad), me ha hecho buscar datos.

Me interesa ver datos anteriores a la última década, ya que la crisis y las burbujas han alterado todas las estadísticas.
Yo pensaba que en las últimas décadas, la desigualdad entre los españoles, medida en términos de renta disponible, había bajado. Y en efecto, ha sido así. La diferencia que hay entre ricos y pobres no ha dejado de bajar en nuestra reciente historia democrática. Tan solo ahora, en esta época de crisis, ha repuntado la desigualdad. Aunque sin llegar a los atroces resultados del tardofranquismo, que algunas personas que se califican de liberales o conservadores, para vergüenza de los liberales y conservadores, pueden estar echando de menos.

También hay que decir, que la variación de la desigualdad no se ha repartido homogéneamente, ni por el territorio, ni en el tiempo. Hay un trabajo del Instituto de Estudios Fiscales llamado Desigualdad y bienestar en la distribución intraterritorial de la renta, 1973-2000, del año 2001, que aporta datos en este sentido.

No me detengo tanto en los datos crudos de la Encuesta de Presupuestos Familiares (que es la fuente principal del estudio), sino en la información que aporta la manipulación de esos datos. En concreto, destaco una medición que me pareció muy curiosa: la contribución a la desigualdad que aporta cada comunidad autónoma. Es decir, el peso que tiene cada comunidad autónoma respecto a la desigualdad total, en términos relativos y absolutos. Me ha parecido muy revelador este dato (tomado en los años 1973, 1980, 1990 y 2000) porque muestra a las claras que la reducción de la desigualdad no ha sido en absoluto uniforme y dispara en contra de las ideas preconcebidas con las que partía (no de todas, pues no estaba errado cuando pensaba que las CC.AA. más receptoras de fondos europeos han reducido más su desigualdad interna).

Si nos fijamos en aquellas comunidades en las que ha aumentado su contribución a la desigualdad: Andalucía, Canarias, Islas Baleares, Cantabria, Cataluña, Comunidad Valenciana y Madrid; podríamos decir que éstas son las comunidades que peor lo han hecho en términos de desigualdad. Sin embargo, yendo a los datos cronológicos, vemos por ejemplo que Cataluña disparó (el peso estatal de) su desigualdad en los años 80, para bajarla a lo largo de los años 90 (el estudio llega hasta el 2000). Ciertamente, al ser datos relativos a un total, que unos bajen significa que otros suben, pero aún así, choca un poco ver cómo Madrid y Andalucía han sido las grandes perjudicadas en el proceso de igualación de las últimas décadas. ¿Lleva eso a crear incentivos en esas dos comunidades para frenar el proceso de transferencia competencial? Yendo al indicador absoluto de desigualdad, se ve que Andalucía queda bastante por encima de Madrid en términos de desigualdad de renta.

Andalucía

No puedo entender que Andalucía sea la que peor lo haya hecho a la hora de aliviar las desigualdades de renta disponible: ha tenido transferencias de la UE, ha tenido 40 años de socialismo preocupado por la desigualdad y salió del franquismo siendo una región con menos desigualdad que otras comunidades como Aragón, Asturias, Islas Baleares, Canarias, CyL, Cataluña, Com. Valenciana, Extremadura y Madrid. Es decir, a la hora de redistribuir, Andalucía lo ha hecho calamitosamente mal. Ciertamente redujo su desigualdad -como todas las CC.AA., en contra de lo que dicen en Reconversión- pero otras lo hicieron mucho mejor, partiendo de una peor situación.

Por su parte, Extremadura, Galicia, Islas Baleares y Castilla-La Mancha son las que mejor han sabido aplicar políticas redistributivas... aunque habría que valorar hasta qué punto tener paga del Estado o petróleo influye en la igualación de renta (la intuición me dice que en tres de esas cuatro comunidades la asistencia del estado es muy fuerte y en la cuarta tienen petróleo en forma de guiri borracho). En teoría, tener a un montón de pensionistas y funcionarios es un método más para igualar rentas. En la práctica, no se contribuye así a la creación de riqueza (¿de qué nos sirve eliminar desigualdad si aumentamos la miseria?).

Conclusión y dudas

Como conclusión tras echar un vistazo rápido a los datos, se puede afirmar que se han reducido las diferencias en la desigualdad de la distribución de la renta interna de las CC.AA. a lo largo del tiempo y que la contribución de cada región a la desigualdad total se ve más afectada por la variación poblacional (donde más crece la contribución es donde más crece la población. Nota: el estudio que he leído dice que la relación existe aunque no es estricta). Me surge la duda de si a igualdad de crecimiento de población en las regiones, las contribuciones a la desigualdad total habrían permanecido más estables a lo largo del tiempo.

Lo planteo de otro modo: tener regiones con similar variación de población e incluso con similar población, ¿haría que el descenso de la desigualdad fuera más homogéneo? ¿Y si las regiones más extensas y menos pobladas tuvieran una inyección de población de comunidades uniprovinciales limítrofes muy pobladas, es decir, se fusionaran, cómo afectaría a la evolución de la desigualdad? ¿Se puede extrapolar el caso a la UE?

Estas son preguntas que me surgen y se van un poco del tema que nos ocupa: se ha reducido la desigualdad entre los españoles, al menos, hasta antes de la crisis. Y como las comunidades autónomas no han aparecido en los últimos cuatro años, podemos dudar de que sean causa del reciente crecimiento de la desigualdad (cosa que no las exonera de un montón de responsabilidades, sobre todo en cuanto a gasto y excesos). Por lo tanto, las medidas correctoras deben partir de otro razonamiento (inversión, salarios, desempleo, ingresos públicos, mercado laboral, caída de la inmigración...).
Durante los Treinta Gloriosos, los más ricos ganaban menos (y seguían siendo ricos). Hoy la diferencia de salarios en una misma gran empresa es más acentuada. No lo entiendo.
Otro comentario
Pero la reordenación competencial y territorial y la racionalización, administrativa y financiera del Estado autonómico ya no son las únicas fórmulas posibles ante su ineludible crisis. Hay otras, como la restauración de un Estado unitario de base provincial, con posibles Mancomunidades de Diputaciones, y con regímenes especiales para el reconocimiento en sentido estricto de los tradicionalmente llamados "hechos diferenciales" (pluralidad lingüística, foralidad, insularidad), a modo de los antiguos "apéndices forales" de nuestra codificación civil, que permitieron culminarla con éxito hace más de un siglo. Propuesta que, sin duda, merece ser analizada con respeto e inteligencia por dos razones esenciales; porque responde mejor a la realidad histórica de España, y porque responde a los deseos de una parte importantísima y creciente de la opinión pública ya que, según los últimos datos, un 30 por ciento de los ciudadanos españoles -el grupo mayoritario según la reciente encuesta del diario El País- prefieren un “Estado unitario sin autonomías”. 
Problema que le veo: es precisamente en las comunidades con «hechos diferenciales», donde la encuesta del CIS se diferencia más de la media nacional (aquí datos).


lunes, 12 de noviembre de 2012

Principios de la neodictadura

El mundo es cada vez un lugar mejor y cada día más y más personas adquieren más poder sobre su libertad de elección en aspectos vitales como lo que quieren hacer con su vida, el modo en que eligen representantes y su forma de relacionarse con los demás. Cada día más personas son capaces de asumir las riendas de más aspectos de su vida frente a la imposición de terceros.

Paralelamente, aquellos que se creen con derecho a decidir sobre la vida de los demás, no descansan.

Cuando las sociedades alcanzan cierto grado de prosperidad, no se pueden permitir el lujo de romper la vajilla. El autoritarismo, el dirigismo y la censura a formas de vida, de asociación y expresión de ideas, tiene poco recorrido en lugares que cuentan con una clase media de cierta importancia demográfica. Esto no quiere decir que los autoritarios asuman una derrota y se integren en formas políticas y sociales que respeten el principio de la autodeterminación individual, el respeto de lo ajeno y la tolerancia. Tan solo significa que se ven obligados a hacer un ejercicio de marketing y venderse con otra cara.

Los regímenes autoritarios que se ven obligados a adoptar cierta imagen de apertura los llamaré neodictaduras.

¿Cómo identificar una neodictadura?

Una neodictadura no se puede identificar por sus programas gubernativos. Tanto los dirigentes de una neodictadura como de una democracia, deben tomar decisiones sobre el alcantarillado y la seguridad vial. Por lo tanto, sería un ejercicio inútil tratar de ver tendencias en programas de gobierno concretos. Sin embargo, sí hay algunas características significativas en la forma de relacionarse con su población, con otros países y los efectos transformadores en sus sociedades, que se diferencian de los estados democráticos.

Elecciones libres

La primera preocupación de una neodictadura es procurar que la población no sepa que vive bajo un regimen autoritario. Para ello, es necesario que exista un espejismo de elección de líderes. Suena paradójico, pero toda neodictadura tiene elecciones libres. Es más, incluso aceptarán la visita de observadores internacionales que, incansablemente darán fe, una y otra vez, del proceso electoral abierto, libre y plural.

Entonces, si hay elecciones libres ¿por qué hablo de «espejismo»? Por todo lo que rodea al proceso. Si el regimen cuenta con una fuerte presencia en los medios de comunicación públicos, y obliga, por ejemplo, a todos los medios privados a informar de las actuaciones del gobierno; se está haciendo un plus de propaganda electoral para los candidatos oficialistas en detrimento de los opositores. Es muy dificil distinguir un anuncio electoral de una información del gobierno. Y si hay quejas, estas son fácilmente respondidas: la autoridad pública está obligada a informar a la población y ser transparente en su gestión. La exigencia de publicidad de la acción del gobierno y de transparencia de su gestión, son características de las sociedades libres. Sin embargo, si se obliga a la prensa privada a repetir incesantemente la propaganda del gobierno, se está privando a la gente de la libertad de prensa y su derecho a recibir información veraz

La neodictadura no sólo llama a comicios libres, sino que lo hace constantemente. La neodictadura vive en casi perpetua campaña electoral. Poco importa que sutilmente las elecciones no sean libres.

Sociedad polarizada

Un efecto de la neodictadura es la polarización de la sociedad. Quienes están en el Estado se sitúan en un extremo. Al contrario de lo que sucede en las sociedades libres, en las que el Estado tiende a estar gobernado por posiciones moderadas (regímenes en los que efectivamente funciona la elección democrática). Esta polarización es instrumental: sirve para unificar a la tribu y crear una falsa sensación de posición mayoritaria que pretende desmovilizar a la oposición. Además, cuando se mezclan los objetivos del Estado con los de una posición ideológica extrema, se consigue que quienes están fuera de esa opción ideológica se conviertan, con el tiempo, en enemigos del Estado. Así, es mucho más efectiva la acción de gobierno: sumas apoyos, identificas al enemigo, desmovilizas a la oposición y realimentas tu posición política utilizando la maquinaria estatal.

Instituciones a medida

Al mezclar opción ideológica y Estado, la neodictadura necesita construir instituciones hechas a su medida. Mientras que en las sociedades libres las instituciones públicas suelen ser similares (equiparables) y dedicarse a lo que es propio de la acción del Estado en su tradición (hay muchas diferencias, pero lo más importante a lo que se dedica el Estado -asistencia, obras públicas y seguridad- no varía mucho en las sociedades libres). Las neodictaduras crean instituciones que se salen de los esquemas esperables en un sistema libre. Así, algunas tienen policía religiosa, otras, un llamado poder electoral... todas ellas cuentan con oficinas cuyo objetivo es el de justificar la acción del Estado. Una democracia no necesita una oficina que justifique la acción de gobierno porque esa acción se justifica o no por sí sola con elecciones plurales, abiertas y libres, con prensa libre y con asociaciones libres en lo social, lo laboral y lo cultural. La neodictadura crea instituciones que pasan a desarrollar el papel que se reserva a la sociedad civil en las sociedades libres.

Globalización del mal

Otra característica de la neodictadura es su crítica a la globalización. En general, su crítica se fundamenta en señalar el poder hegemónico de los Estados Unidos, de la Unión Europea y de las instituciones globales tipo Banco Mundial, OTAN, FMI... La neodictadura fomenta un relato de cómo está el mundo y por qué la población no puede aspirar a más. Existen poderes ocultos que manejan las grandes decisiones del mundo y que impiden el progreso y desarrollo del pueblo. Con esto, la neodictadura se justifica como «freno» ante esos poderes y descarga la responsabilidad de su mala gestión en actores externos sobre los que la población no tiene control.

Paradójicamente, la neodictadura sabe que el mundo es un lugar pequeño. Una neodictadura no puede permitirse el lujo de vivir en el ostracismo internacional, por lo que usara todo el poder diplomático del que disponga para intervenir en la escena internacional y procurar alianzas y acuerdos con otros países. Naturalmente, sólo otra neodictadura o una dictadura tradicional puede dar cobertura a una neodictadura. Así, los regímenes autoritarios crean alianzas muy extrañas (acuerdos entre Irán y Venezuela, acuerdos entre Guinea Ecuatorial y China, acuerdos entre Bielorrusia y Bolivia). Los países libres, por su parte, crean alianzas más explicables por la historia diplomática de sus países (acuerdos Estados Unidos y Reino Unido, acuerdos Australia y Nueva Zelanda). Las neodictaduras critican a la globalización y son los regímenes que más uso hacen de ella.

Instrumentalización de la violencia

Una quinta característica de la neodictadura, es el control político de la violencia. Una neodictadura debe tener el apoyo de su propia población, por lo que jamás la veremos sacando el ejército a las calles. En esto se diferencian cristalinamente de las dictaduras tradicionales. La neodictadura no usa directamente la violencia física. Puede tener un gran cuerpo policial paramilitar que reprima las actividades antipatriotas o antirreligiosas (es decir, de oposición política al régimen), pero es comedida en el uso de la violencia. En su lugar, usará la violencia al margen del Estado. ¿Qué quiere decir esto? Bandas de delincuencia organizada son permitidas y utlizadas políticamente para mantener el miedo entre la población y justificar todavía más la represión velada que ejerce el poder. Las bandas criminales pueden ser señaladas desde una oficina del poder como «delincuencia común», mientras que otra oficina las empuja a actuar sobre lugares o personas no adictas al régimen. Esta forma de actuar tiene cierta semejanza a lo que ocurría en los imperios hidráulicos: imperios de la antigüedad que controlaban el sistema de regadíos, premiando y castigando a sus provincias llevando el hambre o la abundancia.

Un objetivo del miedo político mediante la violencia permitida es desactivar a las capas más organizadas, formadas y poderosas del país que puedan ser la alternativa opositora. La violencia desorganiza a la oposición, la debilita; al mismo tiempo que justifica, más aún, las acciones de gobierno que van en contra de las libertades civiles. La neodictadura necesita justificarse continuamente debilitando a la sociedad. Así, la sociedad demandará más régimen para protegerlos, lo que a su vez, fortalece al poder.

Tenemos que ganar nosotros

Índice de Libertad Económica 2012. The Heritage Foundation. Vía.
Como vemos, el panorama es desolador. La neodictadura utiliza los medios de comunicación, la globalización, la violencia y todo lo que está a su alcance para desmotivar a la oposición. La neodictadura ha leído la historia de las dictaduras tradicionales y perfecciona sus métodos. La neodictadura es demandada por ciertos sectores de su población que la avalan en constantes convocatorias electorales semi-libres. Este aval es usado como carta de presentación y respetabilidad al mundo. Quienes vivimos en sociedades libres tenemos la obligación ética de exigir a nuestros gobiernos que no concedan ni un ápice de justificación a las neodictaduras. También nosotros debemos perfeccionar nuestros métodos para apoyar a los movimientos de oposición contra la tiranía.

Índice mundial de percepción de la corrupción 2010: Transparency International. Vía.
Tenemos que ganar. En una neodictadura es más probable que un padre entierre a su hijo que un hijo a su padre. En una neodictadura todos los indicadores de pobreza, educación, violencia, renta, corrupción, salud y bienestar son peores que en las sociedades libres. Si en las democracias tratamos con problemas relativos a minorías, en las neodictaduras las minorías son directamente ignoradas, cuando no perseguidas.

Ellos juegan con ventaja al tener países sobre un mar de petróleo o gas natural (riqueza de la que sólo se aprovecha el Estado, bien mediante monopolio, bien mediante acuerdos con multinacionales que respaldarán a los tiranos). Pero aún así, aunque jueguen con cartas marcadas, no podemos permitirnos el lujo de abandonar la partida. Si el relato de la neodictadura vence en el mundo, las siguientes en caer serán las democracias más débiles. No olvidemos que algunas neodictaduras surgieron en países que tenían sistemas democráticos consolidados. No pensemos que es imposible caer. No demos por garantizadas para siempre nuestras libertades. La libertad no se hereda, la libertad se ejerce.


sábado, 10 de noviembre de 2012

Relacionar autonomías y nacionalismo

Hay gente que cree que las autonomías sólo sirven a los intereses de los partidos nacionalistas. Hay gente que piensa en serio que la existencia de las autonomías sólo se explica como compensación o cesión a los partidos nacionalistas.

Ceremonia de entrega de la patrullera «Conejera» a la Armada Senegalesa (Cartagena, febrero de 2012).
Se trata, creo, de la misma gente que caga sentencias sin mirar los datos o pararse a preguntar.

En Galicia, un 74% de la población no se considera nacionalista. En teoría, siguiendo el argumento de los antiautonomistas mencionados, un 74% de la gente quiere acabar con el estado de las autonomías. Pero el dato nos dice que esa proporción de gente se sitúa en el 21%. Seamos generosos y abramos el campo a la suma de quienes quieren quitar las autonomías y quienes quieren ver reducidas sus competencias. En ese caso estamos ante el 31% de la población.

Qué curioso: un 74% no es nacionalista y sólo un 31% quiere reducir las autonomías. Es decir, dentro de quienes no son nacionalistas, menos de la mitad quieren reducir las autonomías. Dentro de quienes no son nacionalistas, tan solo una minoría quiere acabar con ellas.

¿Por qué?

Especulo: hay dos motivos principales por las que alguien va en contra de la construcción autonómica.
  • El motivo ideológico: España está mal hecha, debemos tender hacia una homogeneización que nos dará felicidad y nos hará «normales» (problemazo: para mi lo normal sería que la Policía Nacional, en Madrid, me hablara en gallego. Báilalo ahora).
  • El motivo económico: La construcción autonómica está mal hecha porque las CC.AA. se encargan de las políticas de gasto y no de las de ingresos, la transferencia de competencias parece infinita y eso crea desigualdad. Además, se tira dinero pagando la construcción de miniestaditos de la señorita Pepis, tenemos universidades en cada provincia y la financiación autonómica es un sindiós.
El motivo ideológico no tiene arreglo. El económico sí. Yo todavía no he visto a esa mayoría de personas que no se hacen oír, exigiendo cambios en la forma del estado autonómico para corregir las ineficiencias del sistema. Desde luego los políticos no pedirán un cambio en este sentido. Para ellos es mejor mantener el Senado tal cual está y que no sea una cámara de representación territorial en la que los senadores, representando a las autonomías, puedan participar en el proceso de creación o veto real de leyes.

Pero ganamos la Eurocopa.
Nadie, en este sentido, menciona el conflicto que supone tener órganos legislativos regionales que chocan constantemente con la legislatura nacional. A nadie se le ocurre que no hay una única solución para resolver estos conflictos -cargarnos las autonomías-, sino que existen otras soluciones que pasan por la reforma del Senado, el cogobierno, la limitación competencial y el poder mágico de nuevas leyes electorales.

Pero, sorprendentemente (¡es la mayoría de la gente!) no veo propuestas en este sentido. Entiendo que la posición fácil es culpar de todo a los malvados nacionalistas que quieren romper esta España mía, esta España nuestra (¡pero eso lo dice una minoría, inferior en número a los propios nacionalistas!). Entiendo que una solución pasa por recentralizar a tope y conceder graciosamente a la gente de provincias su día regional en el que disfruten como animalitos de sus bailes típicos. Lástima que la inmensa mayoría de los españoles no quieran esto, sino otra cosa que no logro identificar (en Galicia, el 47% quieren que no cambie nada, pero al mismo tiempo, la mayoría no está de acuerdo con cómo van las cosas, la clase política, etc).

Y es que el cacao es bastante grande cuando la quinta parte de los españoles hablamos otra lengua española aparte del castellano (por poner el típico ejemplo). En términos políticos, yo mismo no soy ajeno a ese cacao: creo que las legislaturas regionales cuentan con legitimidad democrática y constitucional y no son meras concesiones graciosas de Su Majestad que se pueden dar y quitar a voluntad. Al mismo tiempo, que partidos nacionalistas se presenten en el Congreso nacional, pienso que crean incentivos perversos (la aprobación de leyes se convierte en un mercado persa cuando el gobierno no tiene mayoría absoluta).

Como véis, la cosa está complicada si decidimos huir de esquemas simples.




viernes, 9 de noviembre de 2012

Cara de pan pide aplicar con sensibilidad la reforma laboral

La ministra del paro ha pedido a los agentes implicados en el plan de reducción de Iberia, que apliquen la reforma laboral, aprobada por su gobierno, con «sensibilidad».


Aprueban una ley y luego piden que se aplique flojito, no vaya a ser. Y yo me pregunto, si su reforma laboral no es útil en los términos especificados, ¿por qué la aprueban? Si este gobierno ni siquiera se fía de sí mismo a la hora de legislar, ¿cómo pretende convencer a nadie de que son útiles? Ellos mismos reconocen su inutilidad al evidenciar que cuando saltan escollos, son los primeros en achantarse.

La ministra con cara de pan sabe muy bien lo que implica el plan de IAG (que acaba de lanzar una OPA para quedarse con el 100% de Vueling) para Iberia. Sabe, como todos sabemos, que habrá huelgas, y que las huelgas en los aeropuertos dan muy malas portadas. Quizás por eso trata de avanzar con el pie izquierdo situándose al mismo tiempo en el gobierno que aprueba la reforma laboral y entre quienes piensan que la reforma va demasiado lejos. Un imposible metafísico que pone de manifiesto que a algunos el puesto de ministro les queda grande.

La última reforma laboral fue presentada con varios objetivos. Los principales: restar poder a los convenios y reducir costes laborales. Precisamente los (malos) gestores de Iberia se basan en esto para recuperar su empresa (si una empresa pierde un millón de euros al día, sólo se arregla con un bazooka, piensan ellos). Ahora llega la Báñez y dice que eso no está del todo bien, que lo suyo es negociar y ser flexibles y amorosos. Pues no haber aprobado esa reforma, lista. Que no se puede estar al plato y a las tajadas.

Anda, hazle un favor a tu peluquera y márchate a tu casa, cara de pan.


jueves, 8 de noviembre de 2012

El sueño húmedo del socialismo chileno

Quienes profesan la fe de la posibilidad del cálculo económico socialista, tienen en el proceso de datos a un gran aliado. Si existiese un sistema que recopilara en tiempo real toda la información económica de un país, hiciera proyecciones y dotara a los científicos socialistas de capacidad de decisión para corregir desviaciones, tendríamos ante nosotros el Valhalla Cibersocialista.

Así, llama la atención que los socialistas reales no se esfuercen por conseguir mejoras en la captación, transmisión y proceso de datos. Quizás en el fondo sepan que la acción humana hace imposible cualquier tipo de cálculo perfecto de la economía de un país. Otros pensarán que simplemente esa pornografía tecnosocialista nunca se intentó.

Pues sí que se intentó.

El Chile de 1971 era una país con una historia democrática más estable que Francia o Alemania. Con el gobierno de Allende, sin embargo, comienza a haber mucha protesta, huelga, nacionalizaciones, escasez, etc. Las quejas de sabotaje de la CIA no colaban y algo había que hacer. El gobierno de Allende, deslumbrado por la ciencia socialista, estaba al día de los avances tecnológicos e incluso contaba con gente joven muy motivada para crear un estado socialista que no cayera en los errores de otros (en aquel tiempo llegaban noticias escalofriantes de China, por ejemplo). Así, una vez nacionalizadas un montón de empresas, con el objetivo de controlar la economía y hacer que todos los chilenos vivieran mejor y alcanzaran la felicidad, decidieron aplicar la última tecnología informática al sistema de toma de decisiones.

Por aquel entonces, un tal Anthony Stafford Beers había desarrollado un modelo teórico de transmisión de información en la empresa, el Viable System Model (VSM) que consistía en obtener datos de producción, comunicarlos a quienes toman las decisiones, devolver la información y a su vez volver a devolver el feedback para corregir desviaciones. Hoy en día este tipo de sistemas de gestión en las empresas están más desarrollados y todo el mundo entiende que son positivos y aportan eficiencia, pero en ningún momento nadie piensa que un modelo así sirva para controlar la economía de un país. En la época del LSD, la gestión informática estaba en pañales, así que se pensó que el sistema podía ser válido para aprehender el futuro.

Se entiende la idea, ¿no?

El plan

El maravilloso plan consistía en conectar las empresas del país a un centro de control donde los científicos socialistas verían todos los datos y tomarían decisiones, enviando órdenes directamente a las empresas. En concreto, se establecieron varios proyectos:
  • Cybernet: una red de transmisión de información entre las oficinas del gobierno. Una especie de internet chilena setentera.
  • Cyberstride: un software que traducía la información que producían las empresas a datos crudos que serían enviados a la Sala de Control Central en la que media docena de científicos controlarían el presente y el futuro de millones de chilenos.
  • Checo: (chilean economy) un programa de simulación económica futura.

Problema de implementación

Lamentablemente, la tecnología iba un poco por detrás de los sueños húmedos de la ciberplanificación estatal. Se instalaron 500 máquinas de telex en fábricas y empresas. Cuando la información llegaba al Centro de Control, los informáticos debían introducir a mano los datos en el ordenador (un IBM 360/50). Este proceso conllevaba un retardo considerable que ni se tuvo en cuenta, ya que sobre el papel, los terminales de las empresas estaban conectados directamente al ordenador central.

Una máquina de telex.
Otro problema residía en decidir qué información había que transmitir. En principio, cosas sencillas como ingresos y gastos, pero nada de huelgas, paradas por mantenimiento, etc. Es decir, se manejaba poca información y mucha de la información que no se manejaba tampoco se podía prever.

Total, que en el momento en que en la Sala de Control se tenía un cuadro de la economía, esa economía ya había cambiado. Esto me recuerda a las batallas en alta mar de la época moderna: en ocasiones los países firmaban la paz pero sus capitanes todavía no lo sabían, con consecuencias hilarantes, claro.

Problema de la necesidad de propaganda del socialismo

Otro problema que ningún informático puede prever, es la necesidad de los socialistas de venderse al público. Cybersyn construyó una Sala de Control más parecida al puente de la nave Enterprise que a un sitio donde tomar decisiones. De hecho, en la sala ni siquiera había un maldito teléfono, no digamos ya lápiz y goma.

Factor cinco, señor Sulu.
En los paneles de las paredes se veía información que era colocada manualmente por los burócratas que estaban detrás. Los esquemas eran dibujados a mano y en general nada funcionaba de forma computerizada. Los botones de las sillas sólo servían para avisar al ejército de funcionarios que debían de cambiar algún panel. Eso sí, para los fotoperiodistas aquello era delicioso.

Una pequeña victoria

Sería injusto no reconocer que Cybersyn sí tuvo una aplicación práctica. En la huelga de transportistas de octubre de 1972, la comunicación por télex sirvió para que 200 camiones controlados por el gobierno pudieran sortear a los piquetes. Es decir, el mayor éxito del cibersocialismo fue... reventar una huelga.

El fin

Los nostálgicos acusan a la dictadura chilena de destruir Cybersyn porque representaba algo mítico y sagrado. Lo cierto es que el sistema era inútil para su propósito y redundante para la simple comunicación (que se podía hacer por teléfono). Además, aunque la propaganda esgrimiera el alto nivel de sofisticación del sistema, en realidad necesitaba una legión de trabajadores para tratar los datos, es decir, resultaba caro tenerlo por la pura propaganda.

Por su parte, Beers acabó desconectando del mundanal ruido y se trasladó a vivir al campo para escribir poesía (con los bolsillos llenos, eso sí).

Más:


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Skyfall (2012)

La última película en la que se basa el próximo videojuego de James Bond, es probablemente la película del espía inglés con más acción de la saga. Y con acción quiero decir explosiones, destrucción y fuego. Sorprende que el director sea Sam Mendes (American Beauty) y que el antagonista de Bond (que aparece a mitad de la película y es gay) sea también antagonista de la libertad en el mundo real.

A continuación desvelo detalles de la trama.

¿De qué va?

James Bond está en Estambul, con la señorita Penique, persiguiendo a un malo. Se trata de la primera fase del tutorial del videojuego, en el que manejamos a Bond corriendo por los tejados y aprendemos los controles de saltar, agacharse, apuntar, disparar, puñetazo flojo y puñetazo fuerte. Como suele suceder en las pelis de Bond, la persecución causa disturbios en la ciudad y las fuerzas del orden público resultan inútiles. En esta especie de prólogo, Bond se enfada porque M le obliga a perseguir al malo y dejar a un compañero, que no nos importa nada, muriéndose desangrado. La persecución está bastante bien porque de pronto vemos cómo pelean en el techo de un tren (techo sobre el que hay armas aleatorias, como un trozo de cadena) y cuando el malo desengancha el vagón donde está Bond (Sam Mendes vio Indiana Jones y la Última Cruzada), nuestro espía inglés favorito se monta en una excavadora que va en el tren y la engancha al vagón de delante con su pala excavadora.

Daniel Craig haciéndole el amor a distancia a una albanesa desde Estambul.
La señorita Penique (es la que hace de Calipso en Piratas del Caribe), sigue en un Suzuki Santana al tren hasta colocarse con un M40? sobre una loma y trata de disparar al malo que pelea con ostiejas normales con Bond sobre el tren. No tiene un blanco limpio, pero M le ordena disparar igual porque es muy importante obtener un disco que lleva el malo colgado al cuello. En el disco están los datos de todos los agentes secretos de la OTAN, organización internacional de defensa que desconoce lo que es no sólo el almacenamiento seguro, sino el uso de ondas electromagnéticas para borrar el contenido de un disco a distancia. Total, que la chica dispara y, como es española, falla y le da a Bond, que cae de un puente a un río y después nadie se pone a buscarlo y todo el mundo en el Reino Unido da por muerto a su mejor agente secreto. El MI6 es la T.I.A., pero sin morcillas colgadas de las paredes.

El fracaso de esta misión y la presunta muerte de 007, provoca el caos en el MI6 porque el 10 de Downing Street está lleno de progres. Hasta tal punto llega el caos, que una explosión en la sede secreta del MI6 -un zigurat colosal en medio de Londres- se carga a varios funcionarios, algunos interinos, los pobres. Esto hace que inexplicablemente el gobierno británico dude de la continuidad del pilar básico de defensa de su país.

Como el MI6 está lleno de informáticos de CCC, también les cuelan un virus que recuerda al virus que el Hombre-Mosca mete en la nave alienígena en la inmortal obra Independence Day.

Daniel Craig pensando en sexo.
A todo esto, James Bond, herido dos veces de bala, sobrevive y se va a un sitio paradisíaco a hacer el amor muy fuerte con chicas muy atractivas y tomar cócteles todo el día. Desencantado y estresado por su trabajo de playboy internacional del misterio, tan solo vuelve a Londres porque es un patriota y no soporta a los malos.

En una ocurrencia así como tonta, se le ocurre quitarse unas esquirlas de bala con un cuchillo, porque se conoce que no hay cirujanos en el Reino Unido. Yo tampoco me dejaría operar en el Reino Unido así que esto es perfectamente razonable. Resulta que esas esquirlas que llevó Bond en el pecho durante semanas, eran de uranio empobrecido. Como 007 bebe mucho, es invulnerable al envenenamiento por uranio y la oficina de balística determina que esa bala solo la usa un señor que está en Shanghai.

Allá va Bond a China, dispuesto a enseñarles a los chinos lo que es un hombre. Sigue al malo haciendo su trabajo de asesino con un rifle en lo alto de un edificio. Pelean, el malo se cae al vacío y Bond observa cómo en el edificio de enfrente hay una mujer a la que le hace el amor muy fuerte a treinta metros de distancia. Bond se tira a las tías con la mirada, porque el videojuego debe ser para todos los públicos. Total, que revisando la mochila del malo, encuentra una ficha de un casino de Macao.

«Te la voy a meter tan hasta el fondo, que cuando me desenganche, seré nombrado rey de Inglaterra».
En el casino, Bond se encuentra en su salsa: gente elegante, cócteles, animales en peligro de extinción a modo de guarida de Jabba el Hutt... Ahí encuentra a la chati que se tiró a distancia. Le hace un análisis clínico completo poniéndole morritos y quedan en un barco. James Bond no deja el casino sin antes dar de comer esbirro fresco a los dragones de Komodo que hay en el garito.

En el barco, la chati se está duchando y el vaho de la ducha le llega justo hasta el cuello. Bond aparece desnudo, se mete en la ducha y hacen el amor muy fuerte. Varias veces. Amanece al día siguiente nuestro héroe de acción y del amor, con la boca oliéndole a ojete de perrete chico. El barco se dirige a la guarida supersecreta del malo, la isla de Hashima, que la tuve que buscar en internet porque me sonaba haberla visto, pero en la película no la llaman así.

Bardem coqueteando. A Daniel Craig le parece bien.
El caso es que por fin vemos al malo jefe: Javier Bardem, que tiene el pelo teñido y fue un ex-agente del MI6 (como Sean Bean en Goldeneye). El protagonista de peliculones como Huevos de oro o Jamón, jamón, tiene aquí un registro que a quienes no hayan visto a Heath Ledger haciendo de Joker, les parecerá original. Resulta que el español es multimillonario debido a sus negocios con el terrorismo internacional, pero en el fondo lo que le mueve es el deseo de venganza contra M porque se conoce que no le computaba todas las peonadas y las horas extra y eso fastidia. Es decir, que al menos tiene una motivación, no como el jefe malo de Spectra o el Doctor No. El malo mata a la chati y, después de las preceptivas hostias contra un puñado de esbirros, llega el SAS y arresta a Javier Bardem.

«¿Quieres salami?»
Ay, pero Bardem es un malo listo, que si no, de qué se iba a escapar a Hollywood con la Pe. Dejarse arrestar era parte del plan supersecreto de matar a M. Bardem se escapa de la nueve sede del MI6, cuya seguridad parece la de la granja de La casa de la pradera y Bond lo persigue por los túneles del metro. Como el MI6 es la T.I.A., no detienen toda la red de metro y cierran todas las estaciones (un protocolo de seguridad muy plausible desde los atentados del 7J). En su lugar, dejan que haya una persecución con velocidad y explosiones, poniendo gratuitamente en peligro a miles de transeúntes y camareros españoles.

Bardem, que vio la peli de Carlos el chacal, se disfraza de policía y entra con sus esbirros en el Parlamento de Westminster, en el que hay una sesión de control de la Comisión de Inteligencia, con miembros del gobierno, pero que cuenta con sólo tres guardias en la puerta. Nuevo tiroteo, caos, esbirros muertos y Bond logra huir con M. El plan de Bond, en lugar de ir a una base aérea y llamar a la infantería de marina, es llevarse a su jefe a la casa abandonada de sus difuntos padres (pero en Sólo se vive dos veces, James Bond dice que no conoció a sus padres, que para algo me estoy tragando el «ciclo Bond» que echan por la tele, para daros información fresca del año 1967).

En esa casa escocesa (Skyfall) tiene lugar la fase final de la película/videojuego. Aquí se nota que se les agota el presupuesto, porque Bond, M y el guardés de la casa se tienen que enfrentar con escopetas y trampitas contra la primera oleada de esbirros que llegan en coche. Todas las trampas funcionan (Solo en casa y Solo en casa 2) y entonces llega el jefe final en un helicóptero, se baja, y empieza a tirar bombitas de fuego por las ventanas. Hay que tratar de esquivar las zonas de fuego y aprovechar todos los botiquines que te encuentres, mientras colocas la dinamita en la bombona de queroseno (mantener pulsado X en la xbox o el triángulo en la play). La explosión acaba con el helicóptero y pasas a una capilla familiar por un túnel subterráneo, donde grabas la partida.

¡Booom!
En Escocia no hay cobertura, así que nadie llama por el móvil a la Guardia Civil, con lo que 007 tiene que cruzar un lago helado, cargarse sumergido en el agua gélida a un esbirro y entrar en la ermita. Ahí, Javier Bardem tiene unas palabras finales con M, que está herida. Afortunadamente llega Bond totalmente seco y sin un principio de hipotermia y le lanza un cuchillo por la espalda. Lamentablemente no puede evitar ver morir a M en sus brazos, con lo que David Cameron, que en el ínterim gana las elecciones, nombra a Ralph Fiennes nuevo M, quien a su vez nombra a la señorita Penique secretaria. El muy sátiro.

Pros
  • Las chicas Bond.
  • ¡BOOOM! ¡CRAAASH! ¡FUOOSH! ¡BAAANG!
  • Javier Bardem intenta matar a Bond lanzándole un convoy del metro a la cara.
  • El Aston Martin del 64. Bonito homenaje a Goldfinger.
  • La música.
  • 007 tira una bengala submarina para saber por dónde salir del lago helado.
  • El epílogo.
Contras
  • La sensación de estar viendo un videojuego.
  • El nuevo Q, «genio de la informática», es innecesario para la trama.
  • El médico del MI6 diagnostica a Bond alcoholismo, pero nunca le vemos con el mono. (Cosa que explica por qué alegremente le devuelven su licencia para matar).
  • Javier Bardem envía a un asesino a sueldo con un rifle al edificio de enfrente donde tiene a una víctima rodeada de sus propios hombres, a quienes les basta con meterle un calcetín sudado en la boca para matarlo. O darle muy fuerte con un martillo en la cabeza.
  • Que Bardem enseñe su cara desfigurada de forma gratuita.
  • 007 no tiene ni idea de informática pero tiene mucha intuición para descubrir claves ocultas en dos segundos mirando un porrón de números y letras.
  • Justo cuando Bond atrapa a Bardem, éste sabe que un metro se acerca y hace coincidir una explosión con su huida.
  • El epílogo.