miércoles, 29 de agosto de 2012

La descentralización política como base irrenunciable del liberalismo

El rescate a Cataluña, como era de prever, nos está dejando jugosas conclusiones propias de los arbitristas del siglo XVII. En general, la crisis se muestra como un saco de patatas que carece de aristas. La simplicidad del diagnóstico y por tanto de su tratamiento consigue que la gente suelte lo primero que se le viene a la cabeza. Da igual si dentro de la crisis cuentan cuestiones de carácter crónico (como la dualidad del mercado laboral) o que desbordan el ámbito de soberanía del reino (la construcción europea).

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Lo que más éxito tiene, entre socialistas de derechas y -a la chita callando- entre las bases de los socialistas de izquierdas, es esa idea un tanto extraña de la racionalización. No quiero ser pesado con el tema, pero es que me llama mucho la atención cómo a todo un programa ideológico perfectamente identificable y discernible de otros, se le intenta hacer pasar por lo normal, lo que hay que hacer, lo lógico, etc. Resumo mucho pero seré muy gráfico al decir que este programa se basa en tomar la descentralización política como causa de los males de España. Los nacionalistas son peores que los ingleses que molestan en Gibraltar y, en definitiva, una serie de recetas no dirigidas a salir de la crisis, sino a "salvar a España". Es, en definitiva, el programa de alguien que no entiende por qué hay españoles que no están a gusto con la actual concepción política de España. Es el tipo de gente que piensa que un estado nacional puede sobrevivir por el efecto mágico de una ley que diga que debe existir, ignorando los lazos afectivos que realmente crean una comunidad nacional, el sentimiento de pertenencia y las cuestiones relacionadas con la igualdad de servicios de todos sin importar dónde se vive (este último punto es más sutil, pero no pocas veces he oído a gente reírse de que Almería tenga un Palacio de Deportes).

Se confunde al personal por malicie o molicie al decir que tal palacio de deportes es un lujo y una concesión excesivamente graciosa, en lugar de centrarse en señalar irregularidades en la concesión, líos judiciales, burradas en el aparcamiento, etc. Es decir, las cuestiones de carácter técnico o técnico-económico que sí deben ser revisadas con luz y taquígrafo se confunden en la miasma ideológica para llegar a la cumbre del intelectualismo que desemboca en la frase "es un lujo inasumible que Almería tenga un Palacio de Deportes". A continuación, ya puesto el espectador en el plano de la mala leche, se suelta el número de pensiones de mierda que se pudieron haber pagado con los millones que costó el complejo deportivo. Tal desarrollo intelectual propio de un mustélido es el que se repite más de lo que a mi me gustaría escuchar.

Y es que si tanto preocupa el gasto público en la dotación de servicios, el paso lógico es defender cierto principio de política liberal. Sin ir más lejos, dejar que sea el mercado el que dote de servicios públicos buscando un lucro monetario. Además, defender esta postura lleva aparejado el fin de mucho enchufismo y caciquismo. Ah, pero de la derecha socialista eso no lo escucharemos. En el fondo, de lo que se trata es que Madrid sí puede tener un Palacio de los Deportes porque se lo puede permitir, pero Almería no porque es una capitalilla de provincias. Es así cómo funciona la mente de mucha gente (por cierto, ¿desde dónde se emiten los programas de radio y televisión?). El análisis que jamás veremos es el de la búsqueda de las causas de la riqueza de unos territorios frente a otros.

Ser, es bonito.
Nadie explica en voz alta que el periodo formativo es un gasto público (estrictamente sin ingresos), que el periodo de vida laboral tiene lugar donde está la mayor demanda y que, las pensiones se vuelven a cobrar -no pocas veces-, en el lugar de origen (nuevamente, gasto farmacéutico y sanitario). Es decir, no existe un análisis que diga que la prosperidad de unas regiones se basa en la inversión de otras. Nadie explica claramente que el contribuir a la caja común, al desarrollo de todos los lugares de España no es una concesión graciosa en la dirección ricos-pobres, sino más bien un pago de los servicios realizados. Así pues, cuando Mas-Colell habla de "solidaridad excesiva" de Cataluña con España, me dan ganas de abrirle la boca y cagarle dentro. Porque es un argumento muy injusto y es el mismo argumento de los arbitristas mesetarios cuando pretenden salvar a España de los gastos de esa pandilla de "independentistas traidores y antiespañoles".

Porque ésa es otra. Si hablamos de equipamiento cultural, deportivo o de infraestructuras, aún se toma con ciertas dudas: al fin y al cabo se trata de cosas que se pueden usar y tocar. Pero cuando hablamos de programas culturales, de promoción económica, de la educación en otra lengua que no sea el castellano, de la ordenación del territorio, etc. (las cosas que no se palpan), estamos hablando de "fomentar el odio a España". Esta ramplonería es la que se nos está vendiendo como defensa de España y de la igualdad de todos, etc. La obviedad de que no somos iguales parece no importarles. El hecho de que España sea tan rica que en ella conviven al menos tres idiomas, se toma como algo folclórico o anecdótico ("ay, mira que acento tan gracioso"). Incluso sin meternos en el barro, los medidores estadísticos comparativos de las regiones de España indican que la descentralización funciona. Este argumento a mi no me gusta emplearlo. Defiendo firmemente que sin un análisis de si funciona o no (según los muy variados objetivos que se puedan marcar), el derecho político de los ciudadanos a tener distintas representaciones públicas para salvaguarda de sus derechos (entre los que se cuenta el de la propia representación política), es inalienable. El sistema de contrapesos, de equilibrio de poder, de supervisión y demás, es algo que protege las libertades ciudadanas. Cuando tienes gobiernos autonómicos capaces de presentar recursos ante el Constitucional, cuando tienes libertad política para cambiar el equilibrio de poder a mitad de legislatura, cuando te pueden atender los funcionarios en el idioma que hablas en tu casa, cuando puedes votar opciones políticas que propugnan el cambio de relación de la comunidad inmediata con el estado central; puedes decir que tienes un sistema robusto, más complicado de ser tiránico (esto también va en el sentido contrario: toda la historia de España es un continuo apelar a la justicia del Rey frente a los poderes locales), un sistema en el que cabe más gente. Lo contrario, la centralización total supone cargarte los equilibrios de poder, aumentar la corrupción política, reducir la capacidad política del ciudadano (básicamente, la historia del liberalismo político es la historia de aumentar la capacidad política del ciudadano).

Ante esto, un roedor me puede tirar a la cara las cincuenta embajadas de la Generalitat. Quien está en la Generalitat puede hacer la política que le dé la gana mientras tenga apoyo popular. Si hay cincuenta embajadas catalanas, esto se debe a que existe una demanda política detrás. A mi, como a muchos otros, no me gusta ni un ápice. Yo, como tantos otros, priorizaría la sanidad a la influencia cultural y económica, por ejemplo. El caso es que estemos de acuerdo o no con lo que haga Barcelona (o Santiago o Mérida), no significa que los instrumentos para hacerlo deban desaparecer. En todo caso son esas políticas las que deben desaparecer, pero no los instrumentos que las hacen posible. Para cambiar de políticas, es necesario que exista un ámbito político de actuación. Es necesario que exista un mercado de ideas, que la gente debata y explique sus opciones. ¿O acaso alguien piensa que sin CC.AA. e ilegalizando a los nacionalistas (es debatible que se deban presentar al Congreso de los Diputados) se va a arreglar o ahorrar algo?

Y sí, por si preguntáis, yo también pienso que el Título VIII es un horror, incluso que las autonomías uniprovinciales no deben existir. Pero porque opino eso en función de los principios que defiendo, no le ando diciendo a nadie que mi postura es indiscutible y la única válida. Es más, creo que la competencia en educación -de lo que más preocupa a los racionalizadores- no debe regresar al estado central... porque pienso que ningún poder político debe tener competencia en educación (más allá de los instrumentos que garanticen el acceso a todo el mundo, cosa que ya no es estrictamente asunto educativo, sino ayuda social de nivel municipal si me apuráis). Y sí, estoy en contra de los privilegios que disfrutan País Vasco y Navarra, quienes, por el sofisticadísimo método de editar una hoja de excel, se meten en la buchaca 2.600 millones de euros al año. Hay que hablar de la financiación autonómica porque hay que hablar de poner límites al poder, a todo poder. Claro que el tema ya exige una neurona más de la que tiene un mustélido racionalizador.
Hoy, el liberalismo es un fantasma alanceado por sus enemigos, pero acaso porque es mucho menos activo, menos visible, menos temido que durante la Guerra Fría. Motejado de neo o de salvaje, según los socialistas que lo bauticen, el liberalismo es algo más que un monigote teórico para hacer vudú pero también algo menos de lo que debería ser. Arrecogidas en el beaterio académico se acomodan dos clases de intelectuales: los que bajo el marbete liberal habitan un rincón acotado, una cuota, (...) y aquellos que relegados al desván de la vida académica se dedican al liberalismo como otros a la paleontología. En ambas tribus, el liberalismo no aparece como una idea viva, cambiante, que está detrás de las mejores instituciones forjadas por la humanidad en los dos últimos siglos (...)

Federico Jiménez Losantos, La Ilustración Liberal nº1
(...) hay un cierto tipo de liberales que podríamos llamar liberales a cuenta, que proclama como base de la salud pública la necesidad de que el Gobierno rinda cuentas hasta el último céntimo del gasto público, pero que no se preocupa por las razones esgrimidas por ese Gobierno para llegar al Poder y mantenerse en él. Como si fuera más importante la administración técnica de los recursos públicos que la legitimación del acceso al Presupuesto y la razón de su usufructo.

Federico Jiménez Losantos, La Ilustración Liberal nº2
 

14 comentarios:

Elentir dijo...

Caray, qué decepción. Después de leer tu advertencia en Twitter yo ya venía preparado con una remesa de tomates con fines balísticos, y ahora me los voy a tener que comer triturados con arroz. Ya te vale. ;-)

En fin, lo que defiendes aquí me parece bastante razonable. Lo que no entiendo es que se confunda unitarismo con liberalismo. En el siglo XIX en España se desarrolló un modelo provincial basado en el argumento de que los antiguos fueros estaban obsoletos y eran incompatibles con la igualdad ante la ley. El problema es olvidar que lo mismo que existe un país surgido con naturalidad de una realidad cultural, territorial e histórica concreta -país que llamamos España-, dentro de ese país también hay otras realidades naturales que merecen consideración.

Yo no entiendo, por ejemplo, que hoy se hable de suprimir comunidades autónomas para ahorrar dinero juntando, por ejemplo, a Navarra con el País Vasco, o a Galicia con Asturias y otras ocurrencias por el estilo. Yo no soy nacionalistas, pero creo que dentro de España gallegos y asturianos somos dos realidades históricas, territoriales y culturales peculiares y distintas, y es lógico que cada una tenga un marco administrativo propio, al margen de que todos seamos españoles. Lo mismo con las demás.

Por otra parte, creo que una democracia saludable tiene que incluír el desarrollo del principio de subsidiarierad, no sólo en la relación sociedad-Estado, sino también en lo que respecta a los distintos niveles administrativos: municipal, provincial, autonómico y nacional. Entiendo que se critiquen las duplicidades administrativas, pero no que pretendan ventilarse éstas eliminando un escalón -las regiones- simplemente porque no cuenta con las simpatías de algunos. En fin, puestos a eliminar, creo que muchos de aquí podríamos decir que nos sentimos vigueses, gallegos y españoles, pero ¿quién carallo se siente pontevedrés sino los nacidos en la capital provincial? Eso por poner un ejemplo, y no me enrollo más.

Pablo Otero dijo...

@Elentir

Incluso podría poner de ejemplo un país grande como RD Congo. En ese país, la descentralización también podría jugar un papel importante en su desarrollo. O EE.UU., donde se descentraliza a distintos niveles y no parece que nadie ponga en duda que manda el Congreso. Si encima, como es el caso de España, hay regiones más o menos cohesionadas, eso simplemente facilita las cosas. Yo al menos lo veo así.

Pablo Otero dijo...

Y es evidente que estoy de acuerdo con eliminar duplicidades. Cae de cajón. Lo que no cae de cajón es quién se queda con la competencia.

bastiat dijo...

Pues lamentablemente creo que el titular del artículo no refleja lo que sería cierto según el en tu exposición. La descentralización política no es la base irrenunciable del liberalismo si esa descentralización política conlleva aparejada la multiplicación de mas poderes. Las comunidades, las diputaciones, los cabildos... etc.

No porque haya que prohibirlas sino porque han de surgir de la base. El poder es uno y dividirlo significa determinar qué parte de las instituciones hacen según qué cosas. El gobierno, el parlamento, que crea leyes, y la justicia que vela por su cuimplimiento.

Por ello, la descentralización política ha de separar lo que son, ami entender, claro, cuestiones comunes y separarlas aquellas de las que son particulares. Y no creo que la provincia sea la marca de identidad de ningún pueblo, como dice Elentir un pontevedrés es el de Pontevedra no el de Lalin y menos el de Vigo. Podríamos decir que son gallegos pero lo mismo en Ribadeo tienen alguna duda como pueden tenerlo los de Castropol. Es una raya en el agua que vale lo que valen las leyes que se escriben y que se cambian a discreción.

NO, la unidad básica de la administración es el Ayuntamiento y partiendo de esa premisa subimos. Pero subimos desde la libertad que esa unidad básica tiene en función de los deseos de quienes lo forman de unirse para según qué cosas a sus vecinos.

¿Por qué ha de ser importante la diputación o la comunidad autónoma?

La diputación tenía sentido antiguamente cuando las comunicaciones eran mas difíciles y la cercanía administrativa del Estado una necesidad. Pero a día de hoy su función queda marcada por el sesgo político en la realización de su labor hasta el punto de llegar a avergonzar a quienes dediquen un mínimo tiempo a seguirla. La cantidad de denuncias de parcialidad de unos contra otros es lamentable. Mientras que si surgieran convenios intermunicipales para la realización de determinados servicios, como ahora mismo hay en las comarcas, sin generar estructuras paralelas a los municipios y dependiendo su funcionamiento de las aportaciones de los participantes en ellos....La cosas quedaría mucho más ágil y clara. Pero obviamente tiene que haber una suficiencia fiscal como para poder llevar a cabo las labores que los ciudadanos de cada municipio consideren.

¿Y la comunidad autónoma? Lo dicho para Ribadeo y Castropol en el caso de la provincia vale igual para las comunidades. Máxime si la cuestión lingüística se considera identitaria y uniformadora. Está el caso de determinadas poblaciones de la comunidad Valenciana, en las que la lengua predominante es el castellano y se intenta imponer el valenciá para lograr esa uniformidad.... ¿tiene sentido? No creo.

Pero ahondando aún mas en algunas de las expresiones que has hecho.... ¿Cómo es que la diversidad Lingüística es una riqueza?.... ¿Es que no poder entenderse entre los ciudadanos de un mismo país, ¡qué de un mismo país! el no poder hablar entre dos hombres de cualquier parte del mundo es una riqueza....?

Tampoco lo creo. Lo que importan son las ideas, el tener el límite del idioma lo que hace es que unos se impongan sobre otros y las ideas vayan mas despacio. A día de hoy, cuando la comunicación es mucho más rápida, la principal barrera están siendo los idiomas.... No veo que eso sea una riqueza por ninguna parte.

Pablo Otero dijo...

No digo que sea la base, sino una base, algo propio de. Desde luego que hablar de descentralización política puede hacerse en función de los tres poderes. Aquí se trata de coger esos tres poderes y dividirlos para debilitarlos. Esto suena muy mal, me explico: debilitarlos para evitar los abusos, para que deban moderarse y para que unos vigilen a otros. Todo esto teniendo en cuenta que la ley y las instituciones son básicas e irrenunciables y, en ningún caso, debe olvidarse la precedencia y la jerarquía.

Sobre que saber idiomas limita, no puedo estar más en desacuerdo. Saber idiomas te quita límites. Si de lo que se trata es de comparar perversamente castellano y gallego (por ejemplo) y tratar de convencer a alguien que el conocimiento de uno "quita espacio" al conocimiento del otro, el argumento se cae por sí solo. Su Santidad habla siete idiomas y no veo que eso le haga caer en el pozo de la incomunicación. No sé, creo que es un argumento muy débil ante los que hablamos varios idiomas.

"Lo ideal es que todo el mundo hable el mismo idioma". Puede. El caso es que algunos somos testarudos y tratamos de aprender más idiomas, o en nuestras casas se nos ha educado en varios idiomas.

bastiat dijo...

Lo lamento Pablo pero no debo haberme explicado bien.

La descentralización política no puede llevar aparejado el que un poder le pise al otro en sus competencias. Cada uno debe tener su ámbito de actuación limitado y constreñido por las leyes. No es de recibo que, por poner un ejemplo, el Estado imponga una norma sobre el suelo y las comunidades autónomas se lo puedan echar abajo. No digo que esté mal, sino que lo que está mal es el reparto de funciones. Si las comunidades autónomas pudieron echar abajo la reforma de Aznar fue porque Aznar se metió en competencias que no eran suyas, no que ambos poderes se contrapesen. No hay contrapeso, hay mala ejecutoria por parte del Estado en el caso concreto o lo que hay, que es lo que yo creo, es una mala distribución de las competencias en cuanto a la descentralización. Por tanto, el ejemplo que te pongo no es un contrapeso entre poderes, sino una mala praxis.

En cuanto a los idiomas yo no he dicho que sea malo saber idiomas, lo que digo es que la abundancia de idiomas no es para nada una riqueza y mucho menos cuando en unos territorios, no he hablado de Galicia en este caso sino de la comunidad valenciana y en los pueblos limítrofes con Castilla- La Mancha, se trata de imponer una lengua para uniformar a la población. ¿Es eso riqueza? Me pregunto.

Pues creo que no. Que no porque cada cual puede hablar en la lengua que le parezca. Y creo que no porque si cada cual hablamos una lengua distinta no podemos comunicarnos. Bien es cierto que en una aldea aislada de los Picos de Europa se puede hablar una forma del Bable que date de los tiempos prerromanos... y allí todos se entiendan y mientras no tengan contacto con otras gentes no tendrán problema... Pero.... en cuanto quieran salir... ¿no crees que de riqueza nada sino mas bien de inconveniente y freno a la comunicación y la expansión de las ideas?

Cierto que se puede aprender otro idioma. Lo que digo es que si para comunicarnos con los demás tenemos que aprender todos los demás idiomas.... Pues ocurrirá que aquel idioma que tenga mas prevalencia en el ámbito que te muevas será usado como lengua común. Eso, en definitiva, es lo que facilita el comercio, la transmisión de cocimientos, la libertad de movimiento y la asimilación más rápida de aquellos que llegan o donde uno llega.

No creo, por tanto, que la diversidad de lenguas pueda verse como una riqueza nada más que por los nacionalistas irredentos.

Pablo Otero dijo...

Vale, el caso español es una descentralización muy mal diseñada. Yo no me canso de repetir que en el Título VIII de la CE debía constar un límite al traspaso competencial, y sin embargo deja las puertas abiertas, lo que sumado a no especificar claramente de qué forma se deben financiar las CC.AA. nos lleva a un caos que era previsible.

Sobre los "territorios irredentos" (Bierzo, Franja de Aragón, etc) esta "imposición" va en detrimento de la libertad de elección como cualquier otra imposición (no elegir tu médico, normas urbanísticas, etc). Es por ello que yo estoy en contra del concepto de "lengua oficial". Es más, apuesto pincho de tortilla y caña a que sin lenguas oficiales, la gente seguiría comunicándose con normalidad.

¿La lengua más extendida acaba desplazando a la minoritaria? No lo sé, supongo que de eso saben los filólogos. El caso es que un idioma es un mero instrumento y su uso no nos da datos sobre la ideología de sus usuarios. Otra cosa es que grupos interesados usen la lengua como arma, ahí estamos de acuerdo en que eso es una cochinada. Pero ojo: esa cochinada se puede usar en ambas direcciones. Creo que en España existe un nacionalismo español o unas ideas nacionalistas españolas que han medrado al albur del resto de nacionalismos españoles.

bastiat dijo...

El problema, Pablo, es que usas la palabra descentralización mal para ejemplificar sobre lo que quieres decir. La descentralización del poder no es la descentralización de la administración. El caso español o cualquier otro lo que debería buscar, al menos desde mi óptica liberal, es el establecimiento de parcelas definidas para esa descentralización del poder. Pero para ser verdaderamente liberal lo que hay que hacer es limitar el poder, definir aquellas parcelas en las que el Estado, o el poder efectivo de la ley y quienes la definen, tienen su ámbito de actuación. Es decir, establecer los límites y luego los contrapesos entre poderes, no descentralización. Contrapesos entre poderes. Limites. Controles.

Los territorios irredentos como los llamas, enumerando los mas llamativos, pero no hace falta ejemplificar tanto, la cosa es muy normal entre muchas poblaciones limítrofes en los que una raya en un mapa condiciona la vida dentro de un país. Es por eso que no es que el título VIII sea una obra inacabada... Es que la estructura del Estado, esa descentralización de la que hablas sería verdaderamente efectiva si eliminamos los organismos intermedios entre el poder del Estado, que está para lo que tiene que estar, garantizar la seguridad, la defensa, la justicia y establecer el marco jurídico igual para todos, y la administración de la cosa cotidiana llevada a cabo por los ayuntamientos… Y eso sí sería descentralización y estaríamos hablando de división y clarificación de lo s poderes puesto que la famosa división del estado de Montesquieu sigue teniendo validez.

Y la lengua. La lengua oficial es necesaria tanto en cuanto es la forma en la que el Estado se comunica con sus ciudadanos. El código en el que se realice esa comunicación ha de permitir que las normas sean entendibles por el pueblo. Otra cosa es que se obligue a los ciudadanos a expresarse de una determinada manera.

Tengo amigos gallegos. Y se quejan de que les impongan en su comarca palabras del gallego oficial en vez de las que ellos habían usado toda la vida. No dejan de tener razón pero no deja de ser necesario para esa claridad en la comunicación entre el Estado y los súbditos. El problema no es ese. Yo no niego la necesidad de la existencia de una lengua “oficial” sino que niego que la diversidad de lenguas sea considerada como una riqueza, algo a defender.

Existe un nacionalismo español. Por su puesto. Yo me siento muy español. Otra cosa es definir qué es ser español y como se es un buen español....

Pablo Otero dijo...

Efectivamente, mezclo descentralización administrativa con descentralización del poder. No creo que eso invalide mi idea. España es un país diseñado para que el poder parta de la estructura administrativa (sobre todo cuando se trata de crear nuevos órganos, programas, etc). Según se sube la jerarquía, los cargos van relacionándose más con el poder, con lo político; por lo tanto, romper una pirámide única me parece que da más garantías al ciudadano.

Y en todo caso, de lo que se debate es de si las CCAA generan más gasto inasumible. Más allá de reconocer que se hicieron las cosas muy mal, dudo que ahorremos de forma importante sin autonomías.

Además, se suele pasar por alto que guste o no, existe una demanda de poder regional al menos en algunas regiones. La estructura del Estado creo que debe responder a las aspiraciones de los ciudadanos.

bastiat dijo...

Toda estructura del estado debe y de hecho corresponderá, en democracia, con las aspiraciones de los ciudadanos. Pero no estamos hablando de las aspiraciones de los ciudadanos sino de liberalismo, el cual esperamos, o al menos yo espero, que sea a lo que aspiren la mayoría de los ciudadanos, y para eso hay que hacer propuestas liberales.

Y la estructura de poder establecida entorno a la creación de parcelitas de poder local, provincial, regional y estatal no concuerda para nada con la idea de una administración eficaz, que no digo yo que tenga que ser sólo liberal, pero si garante de los derechos de las personas y acorde con los deseos de asociarse para lograr objetivos. Que en el fondo es lo expresas cuando dices: “Además, se suele pasar por alto que guste o no, existe una demanda de poder regional al menos en algunas regiones”.

La cuestión es que con una estructura simple, Estado-Ayuntamientos, se garantizan derechos iguales para todos, y de los mal llamados naturales sobre todo, y la posibilidad de que las poblaciones se asocien con aquellas con las que compartan identidades o simplemente la prestación de servicios compartiendo gastos.

Con ese sistema el estado garantiza la libertad individual al no permitir normativas diferentes que se impongan por parte distintas administraciones, y permite dicha asociación. ¿De qué manera? Pues impidiendo lo que mis ejemplos quieren recalcar, que un pueblo limítrofe con Castilla-La Mancha se vea obligado a usar una lengua que no le es propia. En el fondo es calificar como la unidad territorial básica el Ayuntamiento y no la provincia ni la región. Es el Estado, el representante del total de territorio, el que garantiza esa libertad individual y el ayuntamiento el que se ocupa de los asuntos cercanos.

En cuanto al gasto.... Creo sinceramente que este sistema ahorra mucho al común de los ciudadanos y garantiza que eso que muchos nacionalistas aborrecen, la solidaridad interterritorial, quede reducida a la mínima expresión. Sobre todo se si lograra instaurar el cheque escolar y la mutualización de la sanidad pagada por el Estado con compensaciones locales.

Pablo Otero dijo...

Como poco, es dudoso que los liberales se tengan que desentender de las aspiraciones del conjunto de los ciudadanos. En segundo lugar, ¿la creación de parcelitas no tiene que ver con una administración eficaz? ¿Qué hay de todo el desarrollo del federalismo fiscal (que surge precisamente cuando se ven inoperantes las grandes burocracias)?

"Tu" estructura Estado-Aytos, en el momento en que permita la posibilidad de que «las poblaciones se asocien con aquellas con las que compartan identidades o simplemente la prestación de servicios compartiendo gastos», ya sería mi modelo. Yo no digo que se deba imponer una forma de Estado contra la voluntad de los ciudadanos. Yo planteo la duda de que un modelo que no deje esa asociación sea más eficiente con los recursos que uno que sí deje A partir de ahí, si hay gente que no quiere tener una administración intermedia, allá ellos; creo que será peor para ellos pero sean libres.

Planteando el asunto de otra manera: ¿por qué los ayuntamientos deben de poder elegir a su junta de gobierno? ¿Por qué los concejales no pueden ser delegados del Gobierno? (Hago la pregunta extrema para saber la diferencia entre una administración que nunca se discute con otra que sí).

bastiat dijo...

Hombre... eso así dicho podría ser un eslogan para el PSOE o para el PP. Que tanto monta monta tanto. Los liberales, y de hecho cualquier fuerza política que se precie no es que deba o no desentenderse de las aspiraciones del conjunto de los ciudadanos sino que tienen que proponer a los ciudadanos otras formas otras ideas que les diferencien en algo de sus competidores en la arena política para que les voten y, si obtienen la mayoría organizar la vida pública conforme a los criterios que han votado los electores eligiendo a un partido u otro..

La creación de parcelitas, como lo llamas, es establecer la unidad básica de la organización territorial. Y no sólo eso, por lo del federalismo fiscal, si no que igualmente se procura que el ayuntamiento, en virtud de una autonomía fiscal adecuada pueda gestionar sus presupuestos conforme a su capacidad normativa y recaudadora.... Vaya. Que no hace falta la existencia de diputaciones o gobiernos regionales para tal cosa. El Estado recauda por un lado lo suyo y por otro los Aytos lo que le corresponda.

Eso nos lleva a tu siguiente cuestión... Por supuesto que debemos permitir que los distintos ayuntamientos se asocien con aquellos que consideren y para lo que consideren.... pero dentro de las leyes. Es decir, si el Estado es el garante de los derechos individuales, si la fuerza de la ley pertenece al Estado en materia de derechos fundamentales y, como te cuento, en materia educativa y sanitaria, de organización de territorio, telecomunicaciones y todo aquello que suponga ámbitos territoriales amplios los ayuntamientos pueden juntarse para la defensa del bable, por ejemplo, con su dinero, es decir explicando sus ciudadanos que se van a gastar parte de lo recaudado en editar libros, doblar películas o lo que sea, menos imponer una determinada lengua en colegios, empresas o a cualquier individuo. La cuestión pues es que cada sensibilidad puede manifestarse como considere, la calle de las ciudades, pertenece a los ayuntamientos, a los ciudadanos que vota a sus alcaldes, conforme a lo que dictan las leyes del estado e iguales para todos.

Y por ultimo. Lo que yo planteo si es una verdadera descentralización. La capacidad normativa, las leyes, la defensa de los derechos básicos, la organización básica del territorio, la organización sobre transportes y telecomunicaciones corresponde al Estado. Los servicios básicos de la comunidad a los ayuntamientos. Porqué va el estado va a elegir quienes gobiernan los ayuntamientos. Preguntas extrema pero respuesta simple.

Pablo Otero dijo...

Creo que nadie se debe desentender de lo que sucede a su alrededor, cosa que no es lo mismo que gobernar a golpe de encuesta.

Bien, eso de juntar ayuntamientos ya lo tenemos y se llama comunidad autónoma. A partir de ahí, ¿debatir sobre sus límites de acción? Por supuesto. Ese debate tiene que llegar, pero olvideémonos de que aquí vayan a desaparecer las comunidades autónomas, ni de grandes cambios.

bastiat dijo...

Pablo. Por supuesto que no hay que desentenderse de lo que pasa alrededor y de ahí que no haya que proponer cosas que sean irrealizables en el corto o medio plazo. Pero yo al menos no pienso dedicarme a las labores de gobierno y si, sin embargo, a pensar cual sería una estructura del Estado mas libre, mas garante de los derechos individuales y viable económicamente a la par que generadora de riqueza. Un estado pequeño permite generar mas riqueza que uno grande.

Y no es lo mismo que se creen estructuras de poder como las comunidades autónomas desde arriba que se creen libremente asociaciones de ayuntamientos para la prestación de servicios y asumiendo el coste de su funcionamiento todos y cada uno de ellos conforme a lo que acuerden. Creo que no es lo mismo.

Y desde luego que no tienen porqué darse grandes cambios pero no está de más pensar qué se ha hecho mal y cuales podrían ser las alternativas. Ese es nuestro divertimento.