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Destacar entre los demás |
Nadie plantea de una forma mínimamente seria, las razones por las que la gente se va a comportar como debería comportarse. Se espera que la nueva deuda refuerce la posición de nuestros bancos con lo que podrán culminar procesos de fusión, de venta de patrimonio y de despidos masivos para recomponerse; esto se supone que los predispondrá favorablemente para abrir el puño y conceder más créditos (hay que recordar a los periodistas exagerados que los bancos en ningún momento dejaron de conceder créditos... a empresas que cumplen, claro). Bien, el papel lo aguanta todo. Ahora, ¿esas empresas, que están esperando nuevos créditos, han cambiado lo que tenían que cambiar para ganar más, más rápido y a un menor coste? ¿Están las empresas -por la administración pública ni me molesto en preguntar- dispuestas a dar servicios de valor añadido? Acostumbrados a movernos en un ambiente económico-productivo en el que un analfabeto que pide un préstamo, compra un prado y después lo vende mas caro, es un empresario; yo mucho me temo que para cuando salgamos de la crisis -tras mucho tiempo y soportando muchas bajas-, no habremos hecho los cambios de mentalidad necesarios.
En las crisis cíclicas, el paso que va antes del optimismo-sin-memoria es precisamente el olvido que surge de la culpa. Nuestro cerebro funciona orientado a la supervivencia: tendemos a olvidar lo malo y recordar lo bueno (y encima recuerdo e imaginación van de la mano, es decir, rellenamos lo que no recordamos). Mucho me temo que en cuanto surja algún indicio de recuperación (apuesto pincho de tortilla y caña a que se deberá a dinero exterior), tendremos que soportar paletos a paladas. Puede que el mercado laboral bulímico también se reproduzca en la clase empresarial, y con nuestros empresarios (rancios, lentos, estraperlistas: escoged dos de estas tres). Es el mismo proceso que se produce en el cerebro de las colgadas melancólicas: les ponen los tarros cuarenta y tres veces hasta que deciden cortar y, tras dos semanas, vuelven a ignorar que su nueva pareja les está poniendo los tarros, otra vez.
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Vuelta al punto de partida. |
2 comentarios:
Cada vez te vas deslizando más hacia el echar la culpa a la gente de la crisis. Que no trabajamos bastante, que no hay empresarios, ¡vamos hombre! ¿Es que no te das cuenta de que hay que ser idiota para trabajar más pudiendo hacerlo menos por lo mismo? ¿Y de que el sistema no premia tampoco a los buenos empresarios?
Ni los españoles ni los chinos ni los mongoles tenemos nada de especial, como no sea el tolerar ciertos sistemas políticos que nos acaban por aplastar. Pero el cambiar esos sistemas no está en manos del currito ni del infeliz empresario de turno. Son los más inocentes de lo que está pasando.
Claro que no premia a los buenos empresarios, de eso me quejo. Y también me quejo de que los que más tienen que decir en el cambo del sistema, no dicen nada.
Eso no quita para que me queje de que no hay un valor añadido en las actividades cotidianas. Creo que un camarero también tiene que pensar como un empresario. Pero no existe esa cultura, no está extendida.
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