Y es que se extiende la idea de que "a los mercados no les gusta la democracia". Ya sabéis: se lió parda en los mercados porque Grecia quiere convocar un referendum para aceptar o no los planes de rescate y esto se ve como un ataque a la consulta popular. Nada más lejos de la realidad. La democracia no puede ser excusa para no cumplir los compromisos adquiridos democráticamente. Grecia se unió en su día al euro -mintiendo con ayuda de quienes mandan en el BCE y el FMI, pero ese es otro tema-, y que yo sepa no fue contra su voluntad. Unirse al euro significa cumplir unos requisitos que Grecia -como otros- no cumplió. Ahora no pueden decir que estaban siendo engañados o que es injusto lo que sus acreedores le exigen. No. Firmasteis un papel, ahora no lloréis. Quizás si no estuvieseis de juerga a costa de los demás, ahora no estaríais en esta situación.
Es evidente que la culpa -si es que hay culpa- también es de Europa: todos sus acuerdos se basan en la confianza, dejando al albur de la soberanía nacional la posible rescisión de esos acuerdos. Es decir, se crea una zona monetaria común y nadie se plantea qué sucederá si surge algún temerario que va por libre. Ojito, que hablo de esta misma Europa donde la palabra "euroescéptico" nunca dejó de estar de moda. ¿En serio nadie había pensado que esto podía suceder?
Pero unamos la movida griega a la postergación polaca de incorporarse al euro (había planes de meterse en 2012). Y recordemos también que se supone que en cuatro o seis añitos, grandes economías de toda confianza como Hungría, Letonia, Bulgaria y Rumanía tenían planeada su incorporación. ¿Seguiremos renqueando ad infinitum? ¿No cabe la posibilidad de que a lo mejor el euro no es para todos? ¿No cabe la posibilidad de que se pueda compartir un mercado con varias monedas?
La solución a estos problemas que más escucho -aparte de regresar al dinero respaldado, recordemos que la moneda española fue divisa internacional durante siglos-, es integrarnos más. La creación de un ministerio de finanzas europeo, la coordinación de los presupuestos nacionales, la emisión de deuda europea, etc. Cualquier otra alternativa se rechaza de plano. Los Estados Unidos de Europa son el futuro que los políticos respaldados por la mayoría de los europeos continentales, contemplan. Y de ahí no los sacas.
Entonces, como diría el tarado de Lenin, ¿qué hacer?
La eurocosa está tan euroembrollada que solo se contempla que funcione por inercia. Iremos hacia los Estados Unidos de Europa, una amalgama soviética en la que los tactos rectales serán el pan de cada día en los aeropuertos. La alternativa es que el euro permanezca en aquellos países que se comprometan a respaldarlo: una moneda estable en aquellos países que acepten sus compromisos. El resto, que utilicen divisas internacionales como ese euro o el dólar americano, ya que se ve que lo de tener moneda propia solo funciona cuando exportas y no compites con coreanos y chinos. Mucho me temo que pase lo que pase, no se tendrá en cuenta que economías tan diferentes como la alemana o la griega no pueden compartir mesa y mantel.
Oh, y no quiero hablar del escenario imposible: cierre del grifo, protectorados económicos vigilados por el miedo y, finalmente, estallido de violencia. En este escenario los impagos serían el último de nuestros problemas.
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