lunes, 5 de septiembre de 2011

Nacionalismos pesados

Por un lado nos toca aguantar esa injusta identificación de la periferia con la antiespaña, ya sabéis: nuestros paisanos no votan lo que deben y entonces todos somos nacionalistas. Lo explica elentir estupendamente y no ahondo en la cuestión. Bueno, sí, un poquito


Los nacionalistas son una minoría. Al menos en el caso de Galicia son tres y el de la flauta. Darles importancia es lo que los hace importantes. Ok, en el caso catalán hay un grupo en particular que tiene mucho peso. Está en la mano de los grupos no nacionalistas y en la mano de la ley despojarles del peso específico que poseen a nivel nacional... porque señores, la gente vota lo que quiere (entre opciones pacíficas). Y lo seguirá haciendo. Y no sé a vosotros, pero a mi me gusta eso.


Como poseedor de muchas ideas minoritarias, me siento a gusto sabiendo que puedo expresar y defender esas ideas en público y que incluso puedo unirme a otros para presentarme y poner en práctica esas ideas si convenzo al electorado. Así pues, en el actual marco legal, los nacis pueden hacer pucheritos y pedir que se incluya la receta del mojo picón en la Constitución. Pero señores, ante eso no se puede pensar que todos los que compartimos vecindad con ellos también queremos que esa salsa aparezca en la Carta Magna.

Es más, ahí están los datos. En las elecciones de 2008:
  • Cataluña elegía 47 escaños, de los que nacionalistas son 13. El 27,6%.
  • Galicia elegía 23 escaños, de los que nacionalistas son 2. El 8,7%.
  • Las Provincias Vascongadas elegían 18 escaños, de los que nacionalistas son 6. El 33%.
  • Canarias elegía 15 escaños, de los que nacionalistas son 2. El 13,3%.
  • Navarra elegía 5 escaños, uno es nacionalista. El 20%.
  • Del total de 350 escaños, 24 son nacionalistas. El 6,5%. Es decir, Galicia tiene apenas un poquito más de nacionalistas que el conjunto de España.

Cuando se pide que "Cataluña se vaya de España" (confieso haberlo dicho en alguna ocasión), no se piensa en la inmensa mayoría de los catalanes que no quieren marcharse, que no sólo aguantan eso sino que además aguantan en su casa que otros les quieren separar por diferentes razones. Se piensa en lo cómodo que se vive en Madrid, en Jerez o en Soria. El conflicto político más importante que se vive en uno de esos pueblos es que la policía multa mucho por aparcar en doble fila.

Pues bien, en algún pueblo de Cataluña, País Vasco, Navarra o Galicia -aparte de las multas de aparcamiento-, los niños no pueden salir con según qué camiseta a la calle. Hay sitios donde incluso pintan dianas e insultos en los muros de las casas. Los institutos tienen una asignatura más que es el idioma propio del terruño que estadísticamente es impartido por gente incapaz de enseñar una lengua sin enseñar lo "malos" que son los españoles (como si los españoles fuéramos extranjeros en nuestro propio país). En los coles mandan a los niños leer historias de una posguerra inventada formando un subconsciente colectivo propio del medievo. Cada vez que un cacique inaugura una tapa de alcantarilla hay que hacer pompa y boato de la enseña nacional, el himno nacional y toda la parafernalia empleada como mecanismo psicologico de refuerzo. Si el pensamiento progre se vende como lo moderno y guay en los mayores medios de comunicación del país, en "Galeusca" no sólo se vende eso, sino que además el nacionalismo es la bebida refrescante del momento en según qué lugares -los aficionados a la economía ya intuís que toda esta fiesta no se paga sola-.


Y precisamente como el chauvinismo es obligatorio, ni PP ni PSOE son inmunes a esto y se comportan exactamente igual que los nacis en casi todo. Es como una competición de a ver quién es el más nacionalista. Tratando de responder a una identificación bastarda y perversa del nacionalismo con el reconocimiento y amor a la tierra. Esa identificación va más allá de la política para meterse en nuestros hogares y centros de trabajo. 

Al mismo tiempo que aguantamos todo esto, tenemos que aguantar que el español de la Meseta Central haga un ademán con la mano y nos meta a todos en el mismo saco. Pues no me parece bien.

Si no estamos de acuerdo con el poder que tienen los nacionalistas, vendamos mejores ideas, convenzamos más, presentemos alternativas apetecibles, traigamos la libertad de elección a colegios e institutos, racionalicemos la administración del país, reduzcamos el poder de los políticos para que no se vendan con pactos, centralicemos la recaudación de impuestos, yo qué sé, pero dejemos de usar el nacionalismo como excusa.

Ah, y dejemos de combatirlo con más nacionalismo.

4 comentarios:

Elentir dijo...

Suscribo tu entrada por completo. Y de paso te agradezco el enlace.

En fin, me cansa ver que se responde al nacionalismo con simplezas, y lo que es peor, con simplezas nacionalistas. De lo que se trata aquí no es de oponer irracionalidad a la irracionalidad, sino de hacerle frente con la fuerza de la razón. A ver si algunos se van enterando.

Pablo Otero dijo...

Coincidimos. :)

Belenus dijo...

Yo soy nacionalista de una de esas regiones periféricas que nombras y siempre dije que no me importaría renunciar a esta condición a cambio de que el nacionalismo español desaparezca e todas sus múltiples y variadas formas. El cambio me parece justo.
De paso se podría citar algo de historia en este artículo para hacer una perspectiva de por qué las cosas son como son ahora, y no solo aportar una visión limitada a la actualidad periodística y sin empatía.
De todo modos está bien leer otras opiniones y decirte que el contenido del blog me parece interesante.
Un saludo

Pablo Otero dijo...

Hola Belenus

La crítica más común que recibo de lo que escribo es que no lo cuento todo. Claro. Este blog es fundamentalmente de opinión, yo introduzco un tema y escribo lo que me parece. Otras razones de espacio y estilo, como comprenderás, me limitan a la hora de escribir.

Aun con todo, me alegro de que te parezca interesante, un saludo.