Existe una diferencia abismal entre echar a los gitanos de un país y echar a gitanos que no están de forma legal y además suponen motivo de preocupación para el resto de la población (preocupación fundamentada en problemas de inseguridad, fiscalidad, recursos sociales, etc).
Descartado el capricho como causa de las expulsiones de gitanos de Francia (expulsiones que en muchos casos supone salir por un lado y volver por el otro o bien cambiar Francia por España, por ejemplo), nos queda la aplicación de una ley o un mandato del gobierno francés. Como yo soy de las personas que piensan que porque una ley diga una cosa esa cosa no tiene que ser necesariamente ética, ni moralmente aceptable y además, pongo muy en duda la legitimidad de las leyes cuyo ámbito choca con espacios de libertad personal que según mi escala de valores no son susceptibles de ser regulados o legislados; a mi que las expulsiones sean perfectamente legales me la trae al pairo. Ése no es el debate (aunque ZP y Rajoy piensen que sí).
Hablamos de personas que han llegado a un lugar -sus motivos no me importan- y están malamente viviendo, trabajando o haciendo el vago en ese lugar. También hablamos -y esta es la parte vergonzante e hipócrita de esta historia- de la aplicación de políticas de "integración" (dícese de las políticas que crean guettos) y de "justicia social" (dícese de las políticas que aumentan la brecha entre ricos y pobres) durante las últimas décadas. Políticas que conllevan rentas de "inserción social", construcción de "casas baratas" para pobres, rentas para que la gente no trabaje y todo lo que implica el fallido estado niñera de la posguerra europea.
Sin entrar de forma pormenorizada en los costes (económicos y sociales) de las políticas de protección del desprotegido (tema del que se seguirá hablando durante años), yo creo que el levantamiento forzoso de los campamentos gitanos es una consecuencia más de una concepción de la política que ya sale averiada de fábrica. Ved si no el caso sueco: desde hace diez años Suecia está liberalizando su economía y desmontando sus mastodónticas políticas de protección social. ¿Por qué será? España y Francia retrasan o van a retrasar su edad de jubilación como pececillos fuera del agua. Uhm.
Hay una forma de hacer las cosas que se planeó como contramedida a una problemática de hace ochenta años y se hizo en un contexto demográfico que no tiene absolutamente nada que ver con el actual.
Volviendo al tema: lo de los gitanos en Francia es una anécdota más en un contexto amplio de crisis del viejo sistema socialdemócrata. ¿Está mal? A mi me parece que echarlos está muy mal. Pero es lo que la gente que se rasga hoy las vestiduras ha buscado con ahínco durante décadas.
¿Consecuencias inesperadas? Tal vez. Pero vosotros os coméis el marrón*.
*Lo del marrón lo digo porque estoy seguro que algún imbécil le va a echar la culpa de esto al capitalismo "salvaje", la "Europa del capital" y demás subnormalidades. Como con lo de la crisis financiera. Todas estas cosas tienen un denominador común en su génesis: la falta de libertad. La irrupción de imbéciles en la vida de los demás y las ansias por vestir el guantelete del infinito y mandar, mandar y mandar. Supongo que esa gente -como la chupóptera vicepresidenta europea o el ridículo presi francés- tiene algún tipo de complejo sexual. Pero lo dejo aquí porque de Freud tampoco me fío mucho.
5 comentarios:
A mí me parece que echarlos está genial.
Buena nota. Sin duda, el caso de Francia no es más que otra muestra del estado acosador en el que vive occidente.
La solución es menos Estado, no más socialismo ni represión
octopus:
Si se plantan en un terreno tuyo, obviamente quieres echarlos. Yo también querría. El caso es que aquí parto del hecho de que están en campamentos situados en la vía pública. Ya sabes: lo público "no es de nadie", de ahí surge parte del problema.
La deportación de gitanos rumanos ha servido para dos cosas:
a) Ver que la UE y las políticas migartorias están cogidas con alfileres y son de una debilidad extrema.
b)Que la "intelectualidad" y la izquierda se han visto retratadas ante sus propias contradicciones.
Han llegado a justificar las expulsiones (véase Zapatero) o guardado un silencio que produce vergüenza ajena, dado que hasta hace un par de días decían justamente lo contrario.
Eso es Natalia, se revela la hipocresía que domina a la casta gobernante.
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