miércoles, 21 de abril de 2010

Historia del comunismo IX: El estado paranoico

Albania es un país dividido por el río Shkumbin. La mitad norte es habitada por los ghegs, de origen ilirio (balcánico), y la sur, por los tosk, de origen tracio (helénico). Entre ghegs y tosks no existen diferencias étnicas, raciales, religiosas o culturales de peso, tan solo lingüísticas, pues las dos comunidades hablan diferentes dialéctos del albanés (existe además otro dialecto de transición en el medio). Esto puede parecer poquita cosa ya que Albania es un país ridículo en todos los sentidos, pero cuando un país es súmamente ridículo, las pequeñas diferencias suponen un mundo. Es reconfortante sentirse ligado a una comunidad y ver de forma cateta al vecino como un enemigo (complejo Villarriba-Villabajo). Esto es importante, porque el origen del partido comunista albanés está en la región de los tosks y los ghegs serían los primeros represaliados por su deriva "revisionista" y "prooccidental".

Albania careció de un partido comunista hasta la organización de la resistencia guerrillera con la invasión italiana en plena guerra mundial. El comunista no era el único grupo de resistencia pues también había prooccidentales y monárquicos combatiendo a italianos primero y alemanes después. Las armas occidentales, el apoyo de los partisanos griegos y la resistencia yugoslava de Tito en el norte, consigue que los alemanes abandonen Albania. Los comunistas, apoyados por Moscú, forman un gobierno de facto, convocan elecciones, se presentan ellos solos y ganan con más del 90% de los votos. Cambian la Constitución y ejecutan a los principales líderes de la oposición. A su cabeza, Enver Hoxha, el albanés más famoso del mundo después de James Belushi.



Las primeras medidas del nuevo gobierno también son de manual: reparto de tierras entre los campesinos, monopolización del comercio y la economía, levantamiento de campos de trabajos forzados, censura a toda actividad ajena al partido, control de la educación, levantamiento de la educación religiosa, prohibición de las asociaciones y sindicatos, etc.  Lo curioso es que durante los años 40 esto lo hacen con un gran apoyo de los yugoslavos, pero cuando Tito decide en 1948 buscar su propio camino de construcción socialista, los albaneses rompen relaciones y se lanzan a los brazos de Moscú con más pasión si cabe. Entremedias, Hoxha se cargó a los comunistas proyugoslavos. Lamentablemente, con la muerte de Stalin y el ascenso del revisionismo de Jruschov, Albania para los soviéticos debía convertirse en un país agrario (bueno, ya lo era, pero que la industrialización debería ser secundaria). Esto a Enver no le gustó, se cargó a los prosoviéticos del partido. Esto a Jruschev no le gustó y cortó relaciones con el pequeño país. No solo eso, sino que retiró a sus agentes y la ayuda económica. Sin esta ayuda imprescindible, el hambre se puso de moda y Hoxha buscó un nuevo mecenas. Lo encontró en la delirante China comunista. Se estableció el maoísmo en Albania: a cambio de ser la voz de Mao en la ONU, Albania recibiría técnicos chinos y financiación.


Precisamente la época maoísta de Albania coincide con la Revolución Cultural y los dazibaos -grandes carteles en mitad de los campos- se ponen de moda en Albania, en pleno corazón de Europa. Fue en esta época cuando destruyeron la mayoría de mezquitas e iglesias y declararon al país "el primer estado ateo del mundo".


Con la muerte de Mao, los albaneses denuncian la deriva revisionista china y cortan lazos con Pekín. Curiosamente ya no les quedaba ningún amigo en el mundo comunista. ¿Qué hizo Hoxha? Primero cargarse a los maoístas de su partido y después establecer un régimen de autarquía. Esto no lo pudo haber logrado sin el estupendo trabajo de su policía política, la Sigurimi. Además, previendo una invasión soviética, los comunistas cubrieron el país de búnkeres. Más de 700.000 búnkeres de hormigón forman hoy el paisaje rural albanés.


Estamos ya en la década de los 80 y las cartillas de racionamiento obviamente no pueden combatir el hambre de un país que lleva un atraso de cuarenta años respecto a sus vecinos y es considerado por todo el mundo como del Tercer Mundo. Hoxha, antes de morir nombra a su delfín que llega al poder en 1985. Hay una leve apertura al exterior por la dramática situación humanitaria del país. Con la caída del bloque soviético, unas tímidas protestas consiguen que el partido comunista cambie de nombre y acepte a un partido de oposición. Se crea un gobierno de concentración nacional que convoca unas elecciones en las que vota el 20% del electorado. Gana la oposición no comunista (1992) y los líderes socialistas son arrestados por prevaricación.


El siguiente hecho destacable de la historia albanesa es la quiebra de las sociedades piramidales en 1997, que consigue empobrecer aún más a la mitad de la población, en las revueltas se asaltan depósitos de armas, el gobierno pierde frente a las mafias el control del sur del país, la ONU envía cascos azules y se dispara el número de pateras con albaneses que llegan a Italia.


Hoy Albania lucha con pasión por la primera plaza en la lista de países más pobres de Europa en dura liza con Moldavia.

Se calcula que uno de cada tres albaneses han estado en algún momento en un proceso penal. Se desconoce el número de asesinados y represaliados por la Sigurimi.

Esta es la herencia del comunismo en Albania.

Más:
Trastorno bipolar:

Un síntoma del trastorno bipolar es el llamado "episodio maniaco" durante el cual, el enfermo se "olvida de las consideraciones éticas", tiene una "gran distractibilidad", una "euforia excesiva" y un "empobrecimiento general del juicio".

Enver Hoxha:

1 comentario:

Pablo Otero dijo...

No existen tiranías vulgares y corrientes cuando te meten astillas bajo las uñas y te electrocutan los huevecillos.