jueves, 2 de julio de 2009

Bienvenidos a Opinionlandia

Estoy harto de tanta tontería, como decía la canción de Presuntos Implicados (ella acabó comiendo lechuga y quemando sus sujetadores en la Puerta del Sol, a él a veces se le ve ajado arrastrando los pies por los platós de la Telegaita, una pena de la era pop). Como decía, estoy harto. Matemáticamente se puede construir una ecuación:

Idiota + micrófono = opinión



Se ha llegado a un punto en el que la opinión ha desplazado a la idea. La opinión ha desplazado al argumento. La opinión ha desplazado a la razón. Vivimos en una era en la que la comunicación es muy barata. Los medios de información y los publicitarios comparten canal. Eso hace que múltiples medios “ofrezcan contenido” a cambio de que tragues con publicidad continua.



Me gusta la publicidad, pues es síntoma de la existencia de un mercado y tener mercado es un derecho natural. Lo que no me agrada es que entre bloque de anuncios y bloque de anuncios rellenen con opiniones. ¿No hay suficientes películas de los hermanos Scott o de Roland Emmerich para rellenar? ¿Por qué abusar de programas de opiniones?



Gente hablando con la mirada puesta en el infinito. Una expresión vacía que clama auxilio, mientras la boca se mueve y de ella salen sonidos. Sucesión de rostros movidos como por resortes, a todas horas, en estéreo.



Empecé a escribir esto un poco enfadado, pero me doy cuenta de que siento pena por esos seres que lejanamente puedo identificar como humanos. Gente que lleva años muerta y sin embargo siguen respirando, yéndose de vacaciones, viendo partidos de fútbol, comiendo y cagando.



Me encanta que de cuando en vez, en esas tertulias de intelectuales (aquí meto a Telahínco y al Congreso de los Diputados, vienen a ser lo mismo) alguien sale con la frase mágica: “respeto tu opinión, aunque no estoy de acuerdo” o la lastimera variante “respete mi opinión”.



Es como para sacarse un guante y exigir a esos próceres una satisfacción retándoles a un duelo detrás del torreón a las ocho.



¡Oh, creo que todavía no me he explicado! Veréis: a mí las opiniones del personal me tiran de un huevo. Me entran por un oído y me salen por el otro. Yo trago opiniones sin masticar para cagarlas en segundos. Es que me dan igual las opiniones. Me la soplan.



Vivimos inundados por opiniones de todo tipo, pero no hay ni una sola idea, argumento o razón a debate. Todo es opinión. ¿Por qué creéis que se cierra Garoña? ¿Por una sesuda reflexión? No, por una opinión. ¿Por qué existe la idea entre unos pocos de que estamos yendo al garete? Porque vivimos bajo la dictadura de la opinión. Es una dictadura fortísima: no necesita policía secreta ni intervenirte los teléfonos.



Es la dictadura total: Opinionlandia.



Me suda el culo.

2 comentarios:

Teseo dijo...

Prueba con Nutracel pomada, 1 aplicación con cada cambio...

Pablo Otero dijo...

Era una frase hecha.