lunes, 18 de mayo de 2009

Uno de los problemas de la derecha española

Desde el famoso congreso del pepé de junio de 2008 hay un debate político en España que como el fondo de microondas del espacio profundo está ahí aunque no se ve. El problema de lo que conocemos como "derecha política" es un problema que trasciende y debe ser debatido por incluso quienes no participan de ella.

Clarifiquemos unos puntos previos:
Al decir "derecha", me voy a referir a ciertos grupos heterogéneos que tienen en común no ser lo que conocemos por "izquierda indefinida" y su rechazo a las formas autoritarias de gobierno. Podríamos tener las siguientes subcategorías:
  • Conservadores: próximos a la Doctrina Social de la Iglesia o defensores de ella (abarcan por tanto a democristianos), pero también de un cierto liberalismo económico en muchos casos (liberal-conservadores), se supone que son centralistas. Para ellos el Estado ha de jugar un papel muy importante en temas como la sanidad, la educación, inmigración, las fuerzas armadas, etc.
  • Liberales: lo primero que hay que decir es que no les va a gustar nada que se los califique como "derecha", puesto que el liberalismo no es una ideología, más bien es la anti-ideología por antonomasia. No trata de resolver los problemas de un país mediante un corpus doctrinario, sino que preconiza aquello de "quién mejor que tú para saber llevar tu propia vida". Es un grupo muy heterogéneo, reducido, aunque en franco ascenso. Defiende la liberalización de los mercados, el derecho a elegir cómo buscar tu felicidad, una intervención mínima del estado, apoya el libre comercio, la inmigración, elegir consumir drogas, la igualdad de derechos sin condicionantes sociales, etc.
  • Reformistas: asumen gran parte de lo que conocemos por socialdemocracia. Por conveniencia del momento pueden asumir un discurso más próximo a la doctrina social de la iglesia o más próximo al liberalismo económico. En el caso español asumen el Estado de las Autonomías plenamente defendiendo formas de regionalismo. Defienden ceder soberanía política a Europa y arreglar los problemas según vayan surgiendo sin una ideología clara.
Jugando con estos tres subgrupos, veamos cómo está la situación en España:
  • Los conservadores pueden suponer la mayoría de los votantes de la derecha de este país. No es extraño al ser un país en el que la Iglesia tiene mucha relevancia. No quiero decir que sean católicos practicantes todos, pero sí que de los católicos practicantes una mayoría son políticamente conservadores. Pese a que el PP tiene destacados conservadores entre su primera línea, no asume claramente un discurso conservador, lo que puede provocar una separación del mensaje del partido con su más importante nido de votos.
  • Los liberales, una minoría apenas perceptible en el PP. Pese a que destacados políticos como Aguirre se proclaman liberales, la praxis política obliga a dejar a un lado a veces este pensamiento, esto da a lugar a paradojas como en Madrid: libertad de horarios comerciales y sin embargo no puedes construir casas de más de tres pisos. Este tipo de praxis desincentiva el voto liberal. Hoy en día no es una preocupación para el PP, pero con el previsible aumento de su peso específico, puede que en el futuro tengan que hacer más gestos políticos liberales.
  • Reformistas: no encontrarás prácticamente en la calle a nadie que se califique de reformista. Sin embargo, es lo que hoy domina en la dirección del PP. Dar por perdida la batalla ideológica, no debatir ideas y chupar rueda de la socialdemocracia hace que este partido en la actual situación no consiga movilizar a su electorado. Rehuir una defensa de la nación reflexionada y renunciar a defender ideas conservadoras o liberales, transforma el reformismo político español del PP en una especie de institución política que espera su turno de gobernar sin esforzarse por llegar al gobierno.
En mi opinión, el café con leche no va a llevar a la derecha española a ninguna parte. Puede que entre los primeros espadas peperos haya gestores mejores que en el pesoe, pero el no poder distinguirse claramente del pesoe condena al pepé a una situación de impotencia y de inmovilidad. La gran baza de la derecha que debería ser la defensa de la Constitución como símbolo de nación de ciudadanos libres, se supedita al diario juego político. Un síntoma de esto lo vimos en el debate del estado de la nación, en el que Rajoy demostraba que Zapatero era un mentiroso y criticaba sus medidas económicas. Eso bien pudiera haberlo hecho en una rueda de prensa. En aquel debate debió hablar de la nación, debió de dar un discurso ideológico y tras él no esperar un gran apoyo, pero sí sentar unas bases, unos cimientos dialécticos firmes para el votante de derechas de infantería.

Mucho me temo que mientras el discurso ideológico no suponga una subida en las encuestas, el pepé continuará rehuyendo de él. Cualquier cosa (nación, aborto, inmigración, seguridad ciudadana, etc), contra la que pueda haber una respuesta inmediata del pesoe, el pepé no quiere ni oir hablar de ella.

Es por ello que el PP se ha convertido en un partido dirigido por la cobardía. No se puede ser un partido de derechas y de gobierno, ondeando la bandera del buenismo y del "méteme sólo la puntita", así solo se es el segundón del pesoe, en franca lucha por ser más "cool". No se han dado cuenta todavía que "ese coolismo" ya está ganado por el pesoe y los pesoístas no van a renunciar a él. El PP debería de buscar su propia forma de llegar a la gente. No hay duda de que eso les puede hacer perder votos a corto plazo, pero a la larga supondría ganar la batalla dialéctica. Ganar esa batalla hará que llegue el día en que el PP llegue al gobierno por sus propios medios sin que sea necesario que el PSOE vuelva -una vez más-, a mandar al país al carajo.

Si pretendemos el triunfo en la gran contienda ideológica de esta época, es preciso, sobre todo, que nos percatemos exactamente de cuál es nuestro credo.
F.A. Hayek

3 comentarios:

Sr. IA dijo...

Los términos derecha e izquierda son meras nomenclaturas electorales. Las ideologías están superadas por el utilitarismo económico, con una salvedad, un mayor o menor peso del intervencionismo económico. En países como España donde impera la imagen del Estado como demiurgo de determinados servicios (paro, cultura, salud, educación, limpieza de las calles, etc…) y una realidad empresarial basada en sueldos bajos, se configura una masa social clientelar mayoritaria y una acción de Gobierno basada en la inyección de dinero público sobre las capas medias y bajas en forma de “prestaciones”, subvenciones, etc…

A fin de fijar electoralmente esa masa (identificarla con la etiqueta), desde la “izquierda” se juega con categorías culturales sociológicamente bien vistas (lo políticamente correcto, el buenismo, el imperialismo americano, lo malo que era Franco, la acción de Gobierno suave y nunca drástica), compartidas parcialmente por la “derecha” al objeto de minimizar rechazo en esa masa. La derecha fía su suerte al desánimo en el electorado de izquierda ante la nula eficacia de fondo de esas políticas clientelares, claro.

Pero lo cierto es que no hay más verdad que el utilitarismo. Maquiavelo tenía razón. LA política es el arte de lo útil. Y las ideologías están llamadas a adaptarse a esa realidad.

José Manuel Guerrero C. dijo...

Que bonito que ha diseñado usted la página Pablo, ha ganado mucho mucho en imagen. Una obra maestra en la blogosfera, un rincón de luz para los sedientos de razones y justicia.
El pepe es un partido de cobardes y de acomplejados.

Pablo Otero dijo...

Sr. IA:

Es cierto que nosotros los humanos solemos distinguir izqda y dhca en función de la intervención en la economía. Pero no es una medida muy exacta, es más bien una convención. Estoy básicamente de acuerdo con su tesis del utilitarismo. Pero entonces habría que explicar por qué hay tanto odio. ¿Por qué ser de izqdas o dchas no puede ser lo mismo que "gente a la que le gustan los helados de vainilla" y "gente a la que le gustan los helados de limón"?

Bate:

Gracias hombre! :)