El año pasado, y ya van varios, el producto audiovisual español con mayor recaudación fue Pocoyó. La serie de dibujos animados, creada sin ninguna ayuda institucional, percibe sólo en concepto de derechos de venta de sus juguetes a Namco Bandai 33 millones de euros anuales, equivalente a la mitad de la recaudación total del cine español. Si se suma la venta de dvds, a las televisiones y demás, el muñecajo del gorro azul ha generado el pasado año un 50% más (en torno a 100 millones) que todos los subvencionados juntos.
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Tres años de éxito de Pocoyó con estos planteamientos, ¿han servido para que alguien tome ejemplo? En absoluto: el cine español ha convertido a la difusión de contenidos por internet en su primer enemigo. Da igual que, como todo el mundo sabe, casi nadie se descarga las películas españolas, por la sencilla razón de que al público que comparte archivos por internet sin ánimo de lucro –actividad repetidamente calificada como legal por sentencias judiciales: la única en contra, de hace unos días, fue contra un portal que sí conseguía negocio con las descargas- no le interesa el cine español.
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La industria del cine español, por evolución natural, tendría que sufrir un proceso similar al de la música: adelgazamiento de sus estructuras superfluas y búsqueda de nuevos medios de cobrar a los consumidores. Doloroso –supondrá puestos de trabajo, obviamente-, pero realista, necesario a ojos de casi cualquiera que no esté acomodado en una posición de privilegio, al margen de lo que pasa en
3 comentarios:
El dato es suficientemente elocuente.
Y en cuanto a calidades, para qué hablar.
Considerando españolas películas como la de Che, Vicky-Cristina-Barcelona, El Reino de los Cielos, 55 días en Pekin, Espartaco y Belle Epoque y Hell Boy; el nivel es más que óptimo
Supongo que también se pueden considerar españolas la trilogía de Sergio Leone y La batalla de las Ardenas. Ah, y la genial Doctor Zhivago.
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