viernes, 24 de abril de 2009

Extractos del coloquio sobre la organización del futuro estado democrático de España (1965)

La revista teórica y política del Partido Comunista de España ("Nuestra Bandera"), trasladaba a sus páginas anotaciones sobre el coloquio que destacados dirigentes comunistas realizaban en 1965 acerca de las cuestiones que afectaban a un posible futuro de España. Ciertas opiniones son bastante interesantes y reveladoras para quienes no conocemos la historia del debate interno del PCE durante la posguerra.

Habla el camarada S. Carrillo:

...racistas, también está claro, son los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos;

...no puede satisfacernos la idea de un gobierno democrático estable, de un gobierno capaz de acometer y resolver los problemas; que hace falta que ese gobierno esté armonizado con un sistema que abra efectivamente la vía a la iniciativa de las masas populares; un gobierno que, sin disolver ni disgregar el Poder, deje en manos del pueblo la libertad de decisión; que ese Poder estable esté contrapesado por un sistema de controles y de autonomías que garanticen los intereses del pueblo e impidan una centralización burocrática del Poder.

Camarada Antonio Mije:

...en la situación actual debemos luchar por un Estado democrático, que yo califico de nuevo tipo, porque sin ser un Estado de democracia popular en esta etapa, en esta situación concreta, tampoco es un Estado democrático del tipo tradicional como el que conocemos en los países capitalistas del occidente europeo

Desde el punto de vista de los poderes del Estado, también había pensado en la experiencia republicana relacionada con la creación del célebre Tribunal de Garantías Constitucionales. No considero que debemos propugnar la creación del Tribunal de Garantías Constitucionales. Estimo que el mejor guardador de la Constitución que se apruebe –no sólo el guardador, sino el que debe hacerla respetar– es el Parlamento.

(Curioso. Postura en consonancia con el minigolpe del 3 de abril del 36, en el que el Parlamento se autoconfiere poderes que correspondían al presidente y establece su indisolubilidad mutándose en "Convención", en el sentido revolucionario de la palabra).

Turno del camarada M. Azcárate:

En nuestro país la gente está harta de «estabilidad gubernamental», precisamente una «estabilidad» basada en la supresión de la democracia; va a haber un torrente espontáneo de apoyo a la democracia del cual nosotros debemos ser la vanguardia. En ese torrente, en esa corriente impetuosa, hay un aspecto peligroso, hay un aspecto que llevado al extremo es negativo: la supervaloración de la democracia formal.

En general, debíamos apoyar la idea de un gobierno, de un poder ejecutivo que emane del parlamento y que esté sometido a éste. Lo mismo en cuanto a la elección del presidente o de la presidencia colectiva. A mí me parece esencial que el presidente o la presidencia o la jefatura del Estado sea elegido por la asamblea que representa la soberanía popular.

(Debía de estar extendida en el PCE la idea de una democracia consultiva en la que el poder no emana de la población, sino de una asamblea. Tal cual una "democracia popular", posición contradictoria con el pensamiento eurocomunista del que el PCE era cofundador).

Desde el punto de vista de la representación de la clase obrera creo que sería extraordinariamente positivo el poder institucionalizar algo así como una Asamblea Nacional de Comisiones Obreras, que fuese la expresión efectiva del papel de la clase obrera. En tal organismo podrían integrarse otras capas de la sociedad.

Contesta el camarada S. Álvarez:

...quizá esta idea de crear una Cámara de representantes sociales o un organismo en el que estas Comisiones Obreras tuviesen una participación directa como representantes de la clase más homogénea, más numerosa en tanto que clase más dinámica de la sociedad, sería una cuestión muy importante. Una cámara de este tipo podía ser, en cierto sentido, un órgano que tuviese como misión básica contribuir a la elaboración de las leyes. Pudiera asignársele un determinado derecho de veto.

En relación con los poderes legislativo, ejecutivo y judicial pienso que una actitud democrática, lógica, es que si existe un poder legislativo verdadero representante del pueblo, el poder ejecutivo debe estar sometido a ese poder legislativo. Desde el punto de vista de la democracia es mucho más peligroso un poder ejecutivo independiente del poder legislativo. Creo que debemos defender el criterio de sometimiento del poder ejecutivo al poder legislativo.

Comenta el camarada Jesús Izcaray:

Nosotros queremos que sólo haya una central sindical. Es decir, la función sindical de lucha por las reivindicaciones fundamentales que cumplen hoy las Comisiones Obreras serán cumplidas por esos sindicatos. Ahora, ¿esto quiere decir que desaparezcan las Comisiones Obreras? Tal vez, no. Por ejemplo, pueden desempeñar un papel democrático oficiando en cuanto a consejos de control obrero, es decir, en las empresas para cercenar el poder de los monopolios; pueden contribuir a ello en un Consejo Económico y Social o en una Cámara Económico-Social. Ese organismo estatal podría intervenir en la planificación, en las cuestiones sociales, en la distribución de la renta nacional, &c.

(Posición idéntica a la nacionalsindicalista).

Comenta el camarada Juan Gómez:

De aquí que el problema de televisar los grandes debates del parlamento sería una de las condiciones de la democracia española. Y esto debemos exigirlo, plantearlo. A mi me parece que la forma más democrática es una sola cámara representativa, de soberanía completa, elegida por sufragio universal. El senado en sí es siempre una rémora en el desarrollo de la democracia. La cuestión de una cámara de nacionalidades a mí me parece que es un problema que está ligado a la estructura general del país y que si hay estructura general tendrá que haber alguna forma de asamblea federal. Porque los diputados representarán a las provincias con arreglo a su número, a los distritos, a los electores. Pero el problema de las nacionalidades es que cada una tenga una representación equivalente, en pie de igualdad con las demás nacionalidades.

La cuestión del Consejo Económico y Social. A mí me parece que es una de las formas donde esta democracia puede ejercerse de una manera directa. Ahora, yo creo que esto no debe oscurecer nuestra convicción de que la soberanía nacional reside en el Parlamento.

(Es decir, aparte de la Convención, la Asamblea de CC.OO. y el Politburó Económico, una Asamblea Federal representando a territorios).

Vuelve a intervenir el camarada Carrillo:

Yo no estoy en absoluto convencido de que la organización del Estado español deba ser una organización de tipo federal. Yo veo más bien la república democrática como una república que reconoce a los pueblos, a las nacionalidades el derecho de autodeterminación y, sobre la base del acuerdo de las mismas, organiza el gobierno autónomo en esas nacionalidades y quizá en alguna región. Por consiguiente, no veo la necesidad de la cámara de las nacionalidades en España.

A mí me parece que no hace falta el Tribunal de Garantías. Estoy de acuerdo con las ideas que se han dado sobre el poder legislativo como la fuente de todo poder, con la idea de la autonomía de la judicatura.

Vuelve a intervenir S. Álvarez:

Creo que en esta etapa del movimiento democrático y de la república de que hablamos, nuestra actitud de no plantear el problema de la república federal es una actitud más progresista, más avanzada, más revolucionaria. Planteándonos, sin embargo, de acuerdo con la voluntad de los pueblos de Cataluña, Euzkadi y Galicia, el problema de conceder amplias autonomías a estas nacionalidades. Creo que una cuestión importante sería el reconocimiento de la pluralidad nacional del Estado democrático español.

Camarada Vicente:

Creo que todas las relaciones entre las diferentes nacionalidades tienen que ser planteadas desde el punto de vista del internacionalismo proletario, que no debe ignorar las particularidades de cada nacionalidad y, al mismo tiempo, no debe exagerar, no debe hinchar estas particularidades. En esta política, concretamente los comunistas vascos, catalanes y gallegos debemos defender la unidad de los pueblos de España. En cada una de estas nacionalidades nosotros debemos acentuar mucho en nuestra política el hecho de que España es un cuerpo y que ninguna de las nacionalidades podría tener desarrollo, ni democrático, ni industrial, ni de otra índole, fuera de este cuerpo que compone toda España.

El camarada Juan Gómez expone una idea interesante:

La cuestión nacional en España tiene unas características muy especiales. Si tenemos en cuenta que el 83% de la extensión territorial del conjunto del Estado español está subdesarrollado, nos encontramos con que dos de las nacionalidades cubren una buena parte del 17 % que está a nivel más elevado. Además, se da el hecho de que la cabeza y una gran parte de todo el poderío de la oligarquía financiera está en esas nacionalidades. Por ejemplo, las empresas eléctricas de la UNESA, en las que participa directamente el Banco de Vizcaya como creador y como control, cubren con su red el 66 % del territorio nacional, desde Hendaya hasta el Cabo de Tarifa y desde el Grao hasta la frontera con Extremadura. La zona catalana, naturalmente, y Galicia quedan a un lado, aunque esta última tiene ya entronque con Saltos del Sil, absorbido por Iberduero. En Cataluña hay, aparte de la industria textil, otros sectores de la industria española: automóviles, aparatos electrodomésticos, &c. Esto crea ciertos problemas, importantes desde el punto de vista general. Al golpear a la oligarquía tendremos que tener mucho cuidado, por ejemplo, de que ésta no pretenda cubrir sus intereses, con una máscara nacionalista.

(Que es justamente lo que ha ocurrido después y uno de los grandes fracasos de la cuestión nacional durante la Transición).

Jesús Izcaray, cual adolescente dice:

Nosotros no eliminamos por la fuerza a ningún partido, salvo que se subleve contra el Estado, conspire contra el Estado. Entonces, sí. Porque ese Estado democrático hay que defenderlo a rajatabla. Pero si se ajustan a la vida democrática y se limitan a un juego político normal, a querer aumentar su influencia por medios legales, por medios democráticos, el Partido Comunista no opondrá nada. Nosotros, eso sí, no tenemos miedo porque sabemos que la historia y la solución de los problemas de España llevará cada vez más a mayor número de masas a nuestro lado.

1 comentario:

Teseo dijo...

Yo pensaba que los nacionalistas eran amiguitos de los comunistas, como en Vascongadas y en Oleiros que pactaban.
En estos momentos Carrillo está encendiendo una truja.