domingo, 15 de marzo de 2009

Historia de la ciencia ficción V: La nueva ola

A pesar de que durante la etapa llamada "new wave" se continúan publicando novelas y sagas de la época dorada, surge en los 70 con fuerza una moda nueva, un nuevo estilo. Nuevas temáticas, nuevos enfoques que rompen con las principales características de la etapa anterior. Ahora no hay una gran amenaza (alienígena, animal gigante radiactivo, científico loco, etc) que deba ser combatida por la astucia de personas que defienden el sistema (científicos, militares, etc). Ahora el enemigo somos nosotros mismos: nos deberemos enfrentar a las aristas oscuras de nuestra personalidad. Los viajes oníricos, el descubrimiento místico y nuestra posición moral ante la toma de grandes decisiones serán algunos de los grandes temas de la "nueva era". El orientalismo ha entrado en occidente para quedarse en forma de karma, hippismo, pacifismo, vegetarianismo y todas esas infectas lacras para nuestra cultura. ¡Cuánto daño hizo el LSD en los sesenta!

¿Qué es lo que hace que aparezcan nuevos estilos? Por muy buenas que sean las obras de la época dorada, la gente se cansa, quiere cosas nuevas constantemente. El poder de las editoriales es muy grande respecto a los autores, a finales de los sesenta hay tal vez una docena de autores que se pueden permitir el lujo de no innovar, pero al mayoría deben tomar una curva y aprovechar el filón de lo que está de moda. A partir de aquí y hasta nuestros días, esta será práctica común en la ciencia ficción: la gente no escribe por amor al arte, sino para comer. Y con eso no se juega.

Pero, ¿por qué aparece esta nueva moda? La ciencia ficción no está desvinculada del mundo. Es un género artístico que vive en el mundo. Hay autores que comienzan a plasmar aquí su disconformidad con el estado-de-las-cosas, con la guerra de Vietnam, con la supremacía americana, con la influencia de los medios de masas.

En 1969, gana el premio Hugo Todos sobre Zanzíbar, de John Brunner. Novela que muestra un futuro distópico en el año 2010: superpoblación, eugenesia, dependencia de las máquinas, dependencia de las drogas, megacorporaciones comprando países... Vamos, una visión dramática de lo que le esperaba al Hombre de 1970 en los próximos cuarenta años. La realidad ha superado a la ficción, desde luego. Esta obra es muy característica de la angustia que rodea la nueva ola.

Se construyó un gigantesco ordenador arraigado al suelo, con una inteligencia sobrehumana, prodigiosa. Se podría llamar la inteligencia artificial perfecta. Tan perfecta, que en cuanto descubrió el significado de la palabra odio, calculó la cantidad de ese odio que sentía hacia los seres humanos por su tetraplegia y aprisionamiento en el sustrato terrestre, y deseó destruirlos sobre todas las cosas.

No tengo boca y debo gritar, de Harlan Ellison, se sitúa en un futuro postapocalíptico, en el que un superordenador elimina a toda la población de la Tierra excepto cinco personas, con las que jugará a hacerles sufrir todo lo posible. La máquina que se vuelve contra su creador, la cesión del control a la máquina y la impotencia del hombre frente a ella. Aquí tenéis el relato en inglés: I have no mouth, and I must scream. La historia de este ordenador me recuerda a Colossus: the Forbin project, sobre todo en la toma de conciencia de la máquina y su fusión con sus iguales. Lo opuesto es el superordenador de Isaac Asimov en La última pregunta (1956). Donde la máquina en lugar de destruir, crea. Pero ya sabemos que en Asimov la ciencia sirve al hombre, la ciencia es una herramienta y si se vuelve contra su amo es un fallo humano.



La Luna es una cruel amante, de Heinlein, nos cuenta una historia de revolución lunar frente a la autoridad. La autoridad no es nuestra amiga, abusa de nosotros y queremos ser libres. Pero libres en el sentido libertario, no queremos autoridades, ni grupos de presión, ni dictadura de la democracia, todo se conseguirá mediante acuerdos individuales. Recuerden: no existe el almuerzo gratis.



En el cine destacan los trabajos de Kubrik en 2001: Una odisea espacial y La naranja mecánica. La primera por la inutilidad del hombre que depende de la herramienta y ese viaje estelar hacia otra dimensión de varios minutos (místico inicio del tercer acto), la segunda, por la falta de referencias de los grupos ultraviolentos y las consecuencias no previstas de la acción correctora de la autoridad. En la etapa dorada, estos temas hubieran sido contados de un modo diametralmente opuesto: en el caso de 2001, HAL hubiera salvado a la tripulación del error humano y en la naranja, bueno, directamente nos contaría la historia de unos boy scouts cooperando con la policía.

Cuando el destino nos alcance (Soylent Green), nos cuenta un distópico futuro en el que los recursos escasean y la superpoblación es dramática. Un policía acabará descubriendo un terrible secreto que afecta a toda la Humanidad. Y en Naves silenciosas (Silent Running), un guarda forestal llega a matar con tal de salvar la vida a los últimos árboles. Todo a ritmo de Joan Baez, con un vomitivo mensaje ecologista.



Tanto control del planeta por superordenadores, tanto empequeñecimiento del hombre y tanta creación que se vuelve contra su creador,... inevitablemente la gente buscará un nuevo giro.

A finales de los setenta comienza a dar sus primeros pasos la informática de consumo. A comienzos de los 80, comienza a ser creíble que cada hogar tenga un ordenador y que en el futuro todos estén conectados. Ya no tiene tanto sentido que un superordenador lo controle todo, la miniaturización y los circuitos integrados evolucionan de forma salvaje. El hombre y la máquina se fusionarán en el género, dependiendo el uno del otro. Aunque se recupere cierta nostalgia de la space opera de los años 30 (La guerra de las galaxias), un nuevo género, evolución lógica y en cierto modo predecible de la "nueva ola" abrirá camino poco a poco mezclando la inteligencia artificial con las redes informáticas en un futuro cercano y plausible.

Pero esa historia será contada en otra ocasión.

2 comentarios:

Teseo dijo...

En la época hubo alguna adaptación de Un mundo Feliz/Un mundo valiente y tambien la peli esa de 1984 con cierta critica social o algo asi. Y por supuesto la version original y canonica de la Trilogia sagrada (bueno en los 70 era una monologia) y la primera versión de Galactica y Star Trek

Pablo Otero dijo...

No entran en la corriente de la "nueva ola".