Durante los interrogatorios -que más bien son entrevistas-, Eichmann no niega su implicación en la Solución Final, pero tan sólo como responsable de transportes. Autoexcluye su responsabilidad aludiendo a que "cumplía órdenes". En contraposición la película intercala escenas en las que se ve lo que "realmente sucedió".
El actor que hace de Eichmann eclipsa sin dificultad a su entrevistador -que se supone es el protagonista-. Aparecen otros peronajes sin mucho sentido y sin aportar nada a la trama (la periodista, el ministro,...). Una cinta que ha pasado sin pena ni gloria y no me sorprende que así haya sido.
Es una película para ver un domingo a las tres de la tarde. Por la tele, claro. Ni siquiera os molestéis en bajarla.
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