miércoles, 25 de febrero de 2009

Historia de la ciencia ficción III: El pulp

"Durante toda la noche trabajaron en la nave espacial que los llevaría a Marte"
(Aelita, reina de Marte, 1926)

El cambio de siglo, con su Belle Époque, las mejoras en comunicación, transporte y una generalizada elevación del nivel de vida de la clase obrera en Europa y Norteamérica; deja atrás las jornadas laborales de 14 horas para niños de 9 años y la incipiente clase media comienza a demandar ocio a precios ajustados.



Por aquella época ya eran populares las dime novels ("novelas de diez centavos"), publicaciones muy baratas, de escasa calidad en fondo y forma pero que la clase media ya se podía permitir. Una de las publicaciones de la época de mayor éxito fue The Popular Magazine (1903-1931). Las editoriles disponían pues de cierto know-how en una etapa heroica en la que había que estar atento a las demandas del público. Se popularizaban las historias de misterio y aventuras. Era el momento editorial de dar otro paso.

Paulatinamente fueron apareciendo antologías con nombres tan evocadores como: Amazing Stories, Marvel Tales, Planet Stories, Thrilling Wonder Stories, Unknown y Weird Tales.


En 1926 saldría a la luz el primer pulp dedicado al género de ciencia ficción: Amazing Stories del editor Hugo Gernsback. Portadas en color con imágenes de otros mundos, robots malvados (hasta Asimov no aparecerían robots benevolentes en las historias: Robbie (1941)), en su mayoría dibujadas por el austríaco Frank Rudolph Paul. Algunos adolescentes que en los años 20 y 30 devoraban estas historias, serían los adalides de la época dorada de la ciencia ficción en los 50 y 60. Aunque a veces hubo cierta tendencia a contar con renombrados autores para estas historias (Poe, Wells, Lovecraft, Tennessee Williams, etc), en general, las historias eran de muy baja calidad.

Dramatización:
-Soy el marciano enmascarado, monto mi caballo marciano y soy capaz de reproducirme con hembras de vuestra especie.
-Mmm, entiendo, pero si eres un marciano, ¿por qué llevas máscara? Quiero decir: eres reconocible por tu piel verde e ir montado en un caballo verde en mitad de Manhattan.

Se editan cientos y cientos de historias plagadas de ingenuidad. Más o menos son versiones de Ivanhoe o el Zorro ambientadas en Marte o la Luna ("romances planetarios"). Casi diría que pertenecerían al género fantástico, si no es porque aparecen de vez en cuando teletransportadores oníricos y naves espaciales vintage.

No se me puede escapar uno de los más prolíficos autores de la época: Edgar Rice Burroughs, quien en 1911, siendo comercial de afilalápices (y tras una fugaz carrera como militar y vaquero), tuvo la brillante idea:

Si a la gente le pagan por escribir estas memeces, yo soy capaz de ecribir memeces aún mayores. Es más, aunque en mi vida haya escrito nada, sé que soy perfectamente capaz de hacerlo igual o mejor que esta gente.

Que es exactamente lo que todos los aficionados al género pensamos. Sin excepción.

Y en 1911 le publican su primer cuento: Bajo las lunas de Marte. Su gran éxito vendría de la mano de Tarzán de los monos (1912) y exprimió el éxito de una manera que sólo se repetiría con George Lucas. Durante su carrera escribiría series de novelas situadas en Marte, Venus, el interior de la Tierra, etc. Todas ellas con poco o nada que ver con la ciencia ficción (las llamadas "historias de espada y planeta"). Al menos demostró que uno podía hacerse rico con la creatividad.





Los pulps evolucionarían con la sociedad, y en las décadas posteriores se centraron en captar la atención del público adolescente, con chicas ligeras de ropa en la portada, en absurdas situaciones. Se le sacaria mucho partido al tema de la "damisela en apuros".



A finales de la década de 1930, una generación entera de americanos e ingleses ya había crecido leyendo estas space-operas e historias fantásticas. El género estaba maduro para evolucionar, para dar mayor trasfondo a los personajes y por fin, en lugar de secuestros de chicas en camisón por parte de marcianos-vaqueros, fueron científicos los protagonistas. Ya no se encontraban con vaqueros espaciales, sino con alienígenas con forma de babosa fosilizadas en el hielo. John W. Campbell escribió esta historia en 1938 (La Cosa). Al año siguiente pasaría a ser editor de Astounding Science Fiction y su criterio a la hora de elegir los relatos daría a luz a la Época Dorada de la Ciencia Ficción.

Pero como tú y yo sabemos, ésa es una historia que habrá de ser contada en otra ocasión.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad, teniendo en cuenta que para el cine tengo un gen de menos, se agradece mucho que alguien haga unas entradiñas tan claras.

Anónimo dijo...

Lovecraft tamiem era de ensayos de ciencia ficcion de vaqueros marcianos y terrores cósmicos. Y votaba a IU

Pablo Otero dijo...

Naturalmente me dejo cosas en el tintero, pero me da igual, es entretenido. :D